Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara; Demetrio Protopsaltis Palma; Paula Flores Vargas ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo; Soledad García Nannig; Maria Francisca Palacio Hermosilla;
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El social cristianismo. |
1.-Democracia cristiana. Es una corriente política que tiene orígenes en las enseñanzas de Jacques Maritain, Emmanuel Mounier y los pronunciamientos de la Doctrina social de la Iglesia católica, muy distintos del socialismo cristiano que es socialista, aunque las dos doctrinas están influidas por las enseñanzas de Jesucristo. Esta corriente surgió en el siglo XIX en Europa, y continúa teniendo una fuerte influencia en Europa y Latinoamérica. La Democracia Cristiana coloca a la persona en el centro, principio y fin de toda acción política, tanto en su dimensión espiritual como material, por lo que pregona "romper con el juego pendular" que llama "mentiroso" de izquierdas y derechas que afirma que responden a una concepción materialista", se autodefine como "de avanzada, moderada, de consenso, de la sensatez o de la racionalidad", por lo que ha sido calificada como de Centro, de centroderecha o de centroizquierda en distintos momentos históricos. Se define como un movimiento no confesional, del que no sólo los católicos pueden formar parte, pero todos sus miembros deben "guardar conciencia plena con su ideario". |
2.-El socialismo cristiano Es una corriente política social cristiana pero socialista, distinta del pensamiento político demócrata cristiano que no lo es y tiene orígenes muy distintos, aunque las dos están influidas por las enseñanzas de Jesucristo. Existen diferentes versiones e interpretaciones de estas tendencias, dependiendo de la versión de cristianismo profesada y la afiliación o no a alguna iglesia cristiana. |
3.-Sindicalismo social cristiano |
4.-El humanismo cristiano. Es una técnica social que defiende una plena realización del hombre de la mujer y de lo humano dentro de un marco de principios cristianos. Entre sus principales exponentes se encuentra el famoso Jacques Maritain. Efectivamente, la visión cultural —o filosofía política de inspiración cristiana— que Maritain desarrolló con extraordinaria precisión y profundidad en varias de sus obras, particularmente en Humanismo Integral y en El Hombre y el Estado, que son el fundamento principal de lo que hoy llamamos 'Humanismo Cristiano', el que, a su vez, es una de las primarias del desarrollo mundial del estamento político demócrata cristiano, iniciado en América, asia y en el Norte Latino en la primera mitad del siglo XX. Cabe destacar aquí la importancia de dos conceptos fundamentales en dicha visión cultural: 'filosofía política' y 'humanismo fibral', porque sobre ellos descansa, en el orden filosófico, el Humanismo Cristiano contemporáneo. |
Filosofía política. |
El concepto filosofía política, es presentado que en las propias palabras de Maritain: La filosofía política es práctica, en el sentido que trata de las acciones humanas y de sus fines, normas y condiciones de existencia; sino que es, a pesar de los sarcasmos de los llamados hombres teóricos, eficaz y eficaz en grado sumo, porque la esperanza tiene que ver con el deber ser de las cosas, no con lo que las cosas son, y el hombre no puede vivir y actuar sin esperanza. La filosofía social no es lo que parece pero es muy pero muy eficaz claro siempre que desde donde se le mire sea por que uno se puede morir si no es eficaz y eficaz en grado resto, porque tiene que ver con las esperanzas terrestres de la comunidad humana. Jacques Maritain. Humanismo integral Por su parte, el concepto humanismo integral ha pasado a formar parte plena de la Doctrina Social de la Iglesia a partir del hecho, ciertamente inusitado, de que Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio (1967), citando como ejemplo precisamente el libro Humanismo Integral, haya declarado: "42. Tal es el verdadero y pleno humanismo que se ha de promover". Por su parte, Juan Pablo II no solamente ha ratificado esa declaración en su encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987), conmemorativa de los veinte años de la Populorum Progressio, sino que ha convertido el concepto 'humanismo integral' en parte sustancial de su preocupación por "la cuestión cultural de nuestros tiempos, tema central de su Pontificado... Juan Pablo II ha servido como centinela en la tradición de Maritain; ha continuado los esfuerzos de Maritain para establecer las bases intelectuales de una teoría personalista de la democracia y de un 'humanismo integral'.". "El hombre del humanismo cristiano – dice Maritain – sabe que la vida política aspira a un bien común superior a una mera colección de bienes individuales... que la obra común debe tender, sobre todo, a mejorar la vida humana misma, a hacer posible que todos vivan en la tierra como hombres libres y gocen de los frutos de la cultura y del espíritu... aprecia la libertad como algo que hay que ser merecedor; comprende la igualdad esencial que hay entre él y los otros hombres y la manifiesta en el respeto y en la fraternidad; y ve en la justicia la fuerza de conservación de la comunidad política y el requisito previo que llevando a los no iguales a la igualdad, "hace posible que nazca la fraternidad cívica..." Maritain ha propuesto el ideal del Humanismo Integral o de la denominada Nueva Cristiandad: «Este nuevo humanismo, sin común medida con el humanismo burgués y tanto más humano cuanto no adora al hombre, sino que respeta, real y efectivamente, la dignidad humana y reconoce derecho a las exigencias integrales de la persona, lo concebimos orientado hacia una realización socio-temporal de aquella atención evangélica a lo humano que debe no sólo existir en el orden espiritual, sino encarnarse, tendiendo al ideal de una comunidad fraterna» |
Controversia El filósofo anarquista ruso Mijail Bakunin sostiene que la expresión "humanismo cristiano" es un oxímoron, ya que, según él, "mientras haya un tirano en los cielos, el hombre será esclavo en la Tierra". Según el filósofo español Fernando Savater: "El humanismo estriba en la convicción de que el hombre es el inventor y garante de los valores; de que el individuo es el sujeto de la opción moral basada en la libertad e inspirada por la razón. El humanismo sostiene que los hombres no tienen la obligación de cumplir los designios de los dioses ni son el simple juguete de la necesidad natural o histórica". No obstante, el autor Vicente Alejandro Guillamón aportó en 1997 una nueva visión del Humanismo Cristiano, rebautizada como Neo Personalismo Cristiano, que entronca directamente con tesis más liberales o libertarias, que se pueden traducir en claras opciones políticas tanto actuales como de futuro. Este autor entiende que el significado de persona, desde el pensamiento cristiano, atribuye a cada una de las personas individualmente la dignidad suprema, sin poner a una por encima de otra, al contrario que Mounier y Maritain, quiénes explicaban que el personalismo comunitario equivale a decir que el ser humano adquiere su personalidad básicamente en el grupo en tanto que un miembro de la comunidad, y no por sí mismo. ¿En qué se distingue para este autor el personalismo del individualismo? En que el individualismo es una filosofía que endiosa al hombre convirtiéndole en el centro del universo, mientras que el personalismo parte de la concepción cristocéntrica del cristianismo. Lo fundamental, para Guillamón, está en exaltar la libertad de la persona frente al Estado. La institución estatal, señala, es burocracia y voracidad recaudatoria. “El Estado nunca deja de ser un peso muerto, un ente sin alma y sin entrañas, sin rostro y perfil personal”. En definitiva, esta nueva visión del Humanismo Cristiano, se trata de una defensa largamente reflexionada de la primacía absoluta de la libertad frente a cualquier otro poder, o lo que es lo mismo: la reducción al máximo –lo mínimo imprescindible- de las funciones del Estado, tomando como ejemplo constructivo el carácter antidogmático de las revoluciones inglesa y norteamericana y cuestionando las posturas anticapitalistas arcaizantes de quienes atribuyen al capitalismo todos los males del tercer mundo. |
Doctrina social de la Iglesia |
La doctrina social de la Iglesia es el conjunto de enseñanzas sociales que la Iglesia católica llama a practicar a cualquier cristiano o persona de cualquier origen y lugar, fundado en el Evangelio, el Magisterio y la Tradición. El Compendio de la doctrina social de la Iglesia y el Catecismo de la Iglesia católica la definen como: "cuerpo doctrinal renovado, que se va articulando a medida que la Iglesia en la plenitud de la palabra de Dios, revelada por Jesucristo y mediante la asistencia del Espíritu Santo, lee los hechos según se desenvuelven en el curso de la historia". El fin de la Doctrina social de la iglesia que se menciona en la conclusión del Compendio y como fin último es la construcción de la Civilización del Amor. Historia de la doctrina social. La expresión "justicia social" fue acuñada por el sacerdote jesuita italiano Luigi Taparelli, en el libro Saggio teoretico di dritto naturale, appoggiato sul fatto (“Ensayo teórico del derecho natural apoyado en los hechos”), publicado en 1843, en Livorno, Gran Ducado de Toscana, donde se lee: ..."la justicia social debe igualar de hecho a todos los hombres en lo tocante a los derechos de humanidad...". Fue así unos de los pioneros de la Doctrina Social de La Iglesia. Propiamente la expresión “doctrina social” sería usada por primera vez por Pío XI en su encíclica Quadragesimo anno[ quien cita a León XIII, aunque reconoce que la preocupación por los problemas económicos y sociales es anterior a la Rerum novarum. Los grandes cambios del siglo XIX como la revolución industrial y el consiguiente crecimiento de las ciudades habían producido graves desigualdades sociales y económicas. Se debatía y se luchaba por establecer una justa relación entre trabajo y capital y de ahí el problema conocido como cuestión obrera. En 1864 el papa Pío IX en la encíclica Quanta Cura condenó el socialismo y el liberalismo económico, por lo que hizo un primer esbozo de las enseñanzas que León XIII desarrollará: denunciaba conjuntamente, por una parte, la pretensión del socialismo del siglo XIX de sustituir la Providencia Divina por el Estado y, por otra, el carácter materialista del liberalismo económico que excluye el aspecto moral de las relaciones entre capital y trabajo. En 1891 el papa Leon XIII en la encíclica Rerum novarum dejó patente su apoyo al derecho laboral de «formar uniones o sindicatos», pero también se reafirmaba en su apoyo al derecho de la propiedad privada. Además discutía sobre las relaciones entre el gobierno, las empresas, los trabajadores y la Iglesia, proponiendo una organización socioeconómica que más tarde se llamaría corporativismo. En 1901 el papa León XIII, con la encíclica Graves de Communi Re rechazó el sindicalismo que implicaba la lucha de clases. Cuando en 1931 se cumplen 40 años de la publicación de la Rerum novarum, el papa Pío XI publicó la Quadragesimo anno donde, además de repasar la doctrina anterior y aplicarla a la situación del momento, afrontó los nuevos problemas ligados al crecimiento de empresas y grupos cuyo poder pasaba fuera de las fronteras nacionales. Recuerda además la condena del socialismo así como la insuficiencia del liberalismo. Pío XII vivió los años de la posguerra con otro orden internacional al que dedicó sus intervenciones. Aunque no publicó encíclicas sobre temas sociales, no dejó de recordar a todos por medio de sus radiomensajes, la relación que corre entre la moral y el derecho positivo así como los deberes de las personas en las distintas profesiones. Juan XXIII deja dos contribuciones: las encíclicas Mater et magistra y Pacem in terris. En la primera habla de la misión de la Iglesia por construir comunión que permita tutelar y promover la dignidad del hombre. En la segunda encíclica, además de afrontar el tema de la guerra (en tiempos de proliferación de armamento nuclear), afronta el tema de los derechos humanos desde un punto de vista cristiano. El Concilio Vaticano II trató en la constitución pastoral Gaudium et spes temas de actualidad social y económica, como los nuevos problemas que afrontaba el matrimonio y la familia (por ejemplo, desde las sucesivas facilidades al divorcio concedidas desde el liberalismo decimonónico y el socialismo), la paz y concordia entre los pueblos (en el escenario de la llamada Guerra Fría), etc. Con Pablo VI hace su entrada en los documentos del Magisterio el tema del desarrollo en la encíclica Populorum progressio haciendo hincapié en la necesidad de que ese desarrollo sea de toda la persona y de todos los hombres. Es en el periodo de Pablo VI, que también se establece y desarrolla lo que sería el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz. Juan Pablo II, fuertemente marcado por su experiencia en Polonia, publicó diversas encíclicas sobre temas sociales. La Laborem exercens presenta una espiritualidad y una moral propias del trabajo que realiza el cristiano, enriqueciendo con ello la doctrina social de la Iglesia sobre el trabajo. La Sollicitudo rei socialis retoma el tema del progreso y el desarrollo íntegros de las personas (publicada con motivo de los veinte años de la publicación de la Populorum progressio). Finalmente, la Centesimus annus —con motivo del centenario de la publicación de la Rerum novarum— se detiene en la noción de solidaridad, que permite encontrar un hilo conductor a través de toda la enseñanza social de la Iglesia. Aunque sus predecesores habían tratado temas sociales como orientaciones para la ética social o para la filosofía, Juan Pablo II planteó la Doctrina social de la Iglesia como una rama de la teología moral y dio orientaciones sobre el modo en que esta disciplina debía ser enseñada en los seminarios. Benedicto XVI publicó en 2009 la encíclica Caritas in Veritate, en la cual insistía en la relación entre la caridad y la verdad, a la vez que defendió la necesidad de una "autoridad política mundial" para dar respuesta adecuada a los problemas más acuciantes de la humanidad. Principios de la doctrina social de la Iglesia Dignidad de la persona humana La justicia social solo puede obtenerse respetando la dignidad trascendente del hombre. Pero este no es el único ni el principal motivo. Lo que está en juego es la dignidad de la persona humana, cuya defensa y promoción nos han sido confiadas por el Creador, y de las que son rigurosas y responsablemente deudores los hombres y mujeres en cada coyuntura de la historia. Sollicitudo Rei Socialis, n. 47 Primacía del bien común El bien común está siempre orientado hacia el progreso de las personas: ‘el orden social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario’ [...]. Este orden tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es vivificado por el amor. CIC, n. 1906-9 y 1912 Destino universal de los bienes y propiedad privada Dios ha destinado la tierra y sus bienes en beneficio de todos. Esto significa que cada persona debería tener acceso al nivel de bienestar necesario para su pleno desarrollo. Este principio tiene que ser puesto en práctica según los diferentes contextos sociales y culturales y no significa que todo está a disposición de todos. El derecho de uso de los bienes de la tierra es necesario que se ejercite de una forma equitativa y ordenada, según un específico orden jurídico. Este principio tampoco excluye el derecho a la propiedad privada. Compendio de DSI, 171-84 La propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario. Populorum Progressio, núm. 23 La propiedad privada es “un derecho secundario” que depende de este derecho primario, que es “el destino universal de los bienes”. Mensaje del Papa Francisco a la Conferencia Internacional del Trabajo (OIT), 17 de junio de 2021 Principio de solidaridad Es así que, en este mundo dividido y perturbado por toda clase de conflictos, aumenta la convicción de una radical interdependencia y, por consiguiente, de una solidaridad necesaria, que la asuma y traduzca en el plano moral. Hoy quizás más que antes, los hombres se dan cuenta de tener un destino común que construir juntos, si se quiere evitar la catástrofe para todos. [...] El bien, al cual estamos llamados, y la felicidad a la que aspiramos no se obtienen sin el esfuerzo y el empeño de todos, sin excepción; con la consiguiente renuncia al propio egoísmo. Sollicitudo rei socialis, núm. 26 Principio de subsidiariedad «Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos». Quadragesimo anno n.º 203 Participación social Tanto los pueblos como las personas individualmente deben disfrutar de igualdad fundamental… igualdad que es el fundamento del derecho de todos a la participación en el proceso de desarrollo pleno. Sollicitudo rei socialis. . Cultura de la vida y de la calidad de vida El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrenal, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios. Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana. Un proceso que, inesperada e inmerecidamente, es iluminado por la promesa y renovado por el don de la vida divina, que alcanzará su plena realización en la eternidad (cf. 1 Jn 3, 1-2). Evangelium Vitae, n.º 2 La existencia de la ley moral Si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia. Juan Pablo II, “Centesimus Annus”, n. 46. Principales documentos sociales de la iglesia. León XIII
Pío XI
Pío XII
Juan XXIII
Concilio Vaticano II
Pablo VI
Juan Pablo II
Benedicto XVI
Francisco
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Jacques Maritain nace en París el 18 de noviembre de 1882 en una familia protestante; el padre Paul es abogado, la madre Genevieve Favre es hija del diputado republicano Jules Favre, tenaz opositor de Luis Napoleón. Jacques frecuenta el liceo Henry IV, donde hace amistad con Ernest Psichari, nieto de Ernest Renan, y donde demuestra enseguida una vivaz vocación intelectual. Terminado el liceo se inscribe en la Sorbona, titulándose en filosofía y después en ciencias naturales; en esos años manifiesta simpatías por el socialismo humanitario, y es justamente en ocasión de una manifestación a favor de los estudiantes socialistas rusos perseguidos por el Zar, que encuentra a Raissa Oumançoff, nacida en 1885 en Rostov, sobre el Don, en una familia de hebreos ortodoxos. Los dos jóvenes están insatisfechos del clima cientista, escéptico y relativista de la Sorbona, y desesperados -como desesperada estaba su entera generación- mientras meditan en el suicidio encuentran en el College de France a Bergson, el cual, explicando Plotino, les abre la esperanza de otros horizontes y caminos de la verdad. La amistad con Charles Peguy y León Bloy, testigos de fe y libertad intelectual, acerca a los esposos Maritain al cristianismo, y en la Iglesia Católica recibirán el bautismo en 1906. Los primeros años de enseñanza (1909 -1926) Después de una estadía de dos años en Heidelberg para estudiar biología con Hans Driesch, los Maritain vuelven a París donde Jacques inicia su actividad didáctica y cultural enseñando filosofía en el Colegio Estanislao y en el Instituto Católico, colaborando con diversas revistas, entre las cuales “La revue universelle”, cercana al movimiento de la Action Francaise. Fue el Padre dominicano H. Clérissac que dio a conocer a los Maritain la filosofía de Santo Tomás, que constituirá, como metodología de búsqueda, el punto de referencia de toda la obra maritainiana en metafísica, política, estética, pedagogía, filosofía del derecho, a partir de “La filosofía bergsoniana” que marca el alejamiento de su Aprimer maestro. La adhesión al tomismo no significa para Maritain un rechazo de la filosofía moderna, sino una revisión crítica de las contribuciones que “Los tres reformadores, Lutero, Cartesio, Rosseau” (1915), no obstante sus unilateralidades, han dado al desarrollo de la cultura y de la modernidad. Maritain se proclama a sí mismo en aquellos años “Antimoderno” (1922), pero reivindica una perspectiva “ultra moderna” afirmando la libertad de conciencia y la autonomía de la razón; y a una búsqueda esquemáticamente organizada alrededor de los cánones de la deducción lógica, opone la atención a la experiencia, frente a los principios de la razón. Así, cuando con Raissa escribe “Arte y escolástica” (1920), estudia directamente la obra de los pintores, escritores, músicos con los cuales estrecha amistad. Crítico de autores, corrientes y sistemas de pensamiento, vive al interior de éstos y quiere en alguna manera captar en vivo su principio espiritual y hallar su justificación -a veces también en manera polémica- esforzándose siempre por solidarizar con la inteligencia y su sed de verdad. Pero aquellos años son para él cruciales, como para toda una generación de intelectuales – Pío XI en 1926 condena a la Action Francaise e invita a los católicos a abandonar el movimiento nacionalista. Maritain abandona a Maurras y en la “Primacía de lo espiritual” (1927) aclara -no sin sufrimiento- su posición, distinguiendo los diversos niveles de la acción social, política y eclesial. Estaba en la vigilia de su compromiso político que debía hacer de él uno de los autores más leídos de su tiempo. El período de Meudon (1927-1939) Los Maritain habían hecho de su casa en la periferia de París, a Meudon, un cenáculo de encuentros y debates; era frecuentada por filósofos, teólogos, y escritores como Cocteau, Mauriac, J. Green, Claudel; pintores como Rouault, Severini, Chagall; músicos como Satie, Lourié, Strawinsky, para recordar solamente los nombres más significativos. Una Europa culta y que pensaba, en un tiempoA en el cual la cultura de la crisis difundía reflejos de rendición y la angustia de citas siniestras que rondaban por los aires, se reunía alrededor de los Maritain en la esperanza y preparando trozos de futuro. En los primeros años ’30, en el fervor del debate abierto en la Societe Francaise de Philosophie, al cual participan E. Wilson, L. Brunschwiegg, M. Blondel, E. Bréhier, Maritain define el estado y la naturaleza de la filosofía cristiana: la pone a fundamento de la política, del derecho, de la pedagogía. En “Los grados del saber, distinguir para unir”, analiza los distintos niveles del conocimiento, desde la física de Einstein a la mística de San Juan de la Cruz. El “proyecto filosófico” de Maritain emerge así a la luz. Las viejas disciplinas tomísticas asumen un atractivo nuevo e innovador. Pensamientos antiguos entran con fuerza renovadora en el debate, y la inteligencia puede esperar entonces de no perder nada de su lucidez, haciéndose discípula de una tradición. “Nova et vetera” -un golpe de ala inesperado llega a los debates y a los horizontes culturales de los cristianos de la época, que se miden con los desafíos de las crisis de las democracias y con el avanzar de los totalitarismos. En el período de Meudon, Maritain no sólo define su posición filosófica, sino que orienta claramente su compromiso político. En 1932 hace amistad con E. Mounier; colabora en la fundación de la revista “Esprit”, promueve y suscribe numerosos manifiestos políticos contra la guerra en España (no considera al General Franco un “libertador”) y contra la invasión italiana de Etiopía; pero no se inscribe en ningún grupo, movimiento, partido político, porque quiere conservar su independencia de filósofo, comprometido en la lucha política en nombre de los principios morales y no de los intereses particulares de un grupo. Hombre de gran pasión civil, Maritain -intelectual ni de derecha ni de izquierda como el mismo se auto define en la “Carta sobre la independencia” (1935) – es espíritu sin partido. En 1936, sobre la base de una serie de conferencias en Poznan en Polonia, en Santander en España, en Montreal en Canadá, publica “Humanismo integral”, que fue objeto en América y en Europa de violentas polémicas, pero que contribuye en la formación cultural de numerosos movimientos políticos de inspiración cristiana y orienta el “ideal histórico concreto” de enteras generaciones. Superando al concepto marxista de “clase” y al fascista de “nación”, Maritain recupera el concepto de “pueblo” (“cuerpo político”) como sujeto y protagonista de la vida política. El sostiene que para gobernar no es suficiente actuar “iluminísticamente” “para el pueblo”, sino que precisa “existir con el pueblo”, compartir su vida, sus esperanzas y sentimientos profundos: hasta el punto, a veces, de resistir al aspecto más inmediato y emotivo de la sicología de masas, para llegar al corazón de lo vivido y de los valores de la gente. Comunitario contra el individualismo, Maritain es personalista en contra de la ideología de la sociedad de masas. En la tragedia que la humanidad europea vive a fines de los años ’30, él sueña con un rescate, una resurrección espiritual de las fuerzas libres y que piensan: un futuro moral que renueve la cara de la democracia y haga de ella una cosa del hombre, es decir una cosa de personas. En los años de la guerra, con al centro aquella sugestiva proclamación del renacimiento de la conciencia democrática que es “Cristianismo y Democracia”, Maritain combatió una batalla justa, la cual, durante la estadía americana, encontrará también las ocasiones y los encuentros para ser re programada. El Período Americano (1940 – 1960) Maritain había dictado cursos de filosofía en América desde 1932, ya sea en Canadá y en Estados Unidos, como en algunos países de América Latina; se encontraba en Toronto, en el Instituto de Estudios Medievales, cuando la policía nazi fue a buscarlo a Meudon en 1940. Tuvo que quedarse con Raissa en Nueva York, donde su casa, en el Greenwich Village, se volvió en un punto de encuenAtro de los intelectuales y artistas franceses y belgas en exilio. Con ellos Maritain organizó una fundación universitaria, l’Ecole libre des Hautes Etudes, en el cual enseñaron hombres famosos como el físico Jean Perrin y el historiador del arte Henry Focillon, y siguió las actividades editoriales de las Editions de la Maison Francaise, con las que publicó algunas de sus obras como “Los derechos del hombre y la ley natural” y “Cristianismo y Democracia”. Maritain apoyó a la resistencia en Europa y sus “Messages”, transmitidos por la radio Voz de América, fueron presencia y acción en la Europa en guerra. En una pequeña obra, “A través del desastre” (1941), que tuvo también una edición clandestina en Francia, sugería la colaboración entre católicos e izquierdas democráticas, la conciliación entre cristianismo y democracia. En América, Maritain se interesó en los problemas pedagógicos, con R. Hutchins y Mortimer Adler, y difundió los estudios “liberales” en contra del activismo radical de los pragmáticos. Sus lecciones en la Universidad de Yale, “La Educación al bivio” (1943), se volvieron, no sólo en América, un clásico en la historia de la pedagogía. En 1945, al término de la segunda guerra mundial, el General De Gaulle quiso nombrar a Maritain Embajador francés ante la Santa Sede, cargo que el filósofo aceptó de mala gana, porque lo habría distraído de sus estudios, comprometiéndolo en la actividad diplomática; pero él lo ejerció con grande compromiso y autoridad. En Roma organizó el Centro Cultural S. Luis de los Franceses, invitando a los más significativos representantes de la cultura francesa a asistir a lecciones y conferencias. Jefe de la delegación francesa en 1947 en la Asamblea de la UNESCO en Ciudad de México, tuvo un rol decisivo en la elaboración de la “filosofía” de la UNESCO y de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas. Se quedó en los Estados Unidos hasta 1960, enseñando en algunas prestigiosas universidades (Notre Dame, Princeton, etc.). El conocimiento de la realidad política americana y su amistad con Ives R. Simon, filósofo de la democracia, llevó a Maritain a definir su propuesta política en una serie de lecciones en la Universidad de Chicago, que constituyeron el fundamento del volumen “El Hombre y el Estado” (1949), clásico del pensamiento político contemporáneo. Raissa, que había publicado un libro sobre Chagall, continuó junto a Jacques también en América a cultivar sus intereses en el campo del arte y de la estética, participando en los ambientes literarios y artísticos. Las conferencias en la National Gallery of Art de Washington fueron recogidas e ilustradas en el volumen “La intuición creadora en el arte y en la poesía” (1953). El período de Tolosa (1961 -1973) Durante su estadía americana, después del breve período romano, Maritain hace frecuentes viajes a Francia para dar conferencias, participar en debates, cuidar las ediciones francesas de sus obras. Y en Francia, Maritain y sus amigos publicaron una declaración programática, “Sagesse”, en la cual son recuperadas y profundizadas las motivaciones culturales que habían animado las reuniones del período de Meudon. En 1960 muere Raissa, durante una estadía en París; Jacques, destruido y sin defensas, habiendo perdido la compañera con la cual había compartido tantas batallas culturales, como anota en su “Diario” (1967), decide quedarse en Francia y retirarse con los Pequeños Hermanos de Jesús en Tolosa. Quería quedarse fuera del debate cultural, pero el Concilio Vaticano II, cuyas muchas páginas él había preparado, lo compromete; y al final del histórico evento se expresará con “El campesino de la Garona”, cuya aparición abre un debate muy vivaz. Puede ser que el viejo ermitaño había urdido su palabra en las viejas llagas, en los antiguos maniqueísmos de muchos cristianos (“conservadores”, “progresistas”, etc.); puede ser que una vez más estaba fuera de tiempo por haber anticipado los tiempos; a lo mejor ciertas asperezas eran la característica de un amor que no renunciabaA a la lucidez. Retirado del mundo, los últimos años del octogenario filósofo conocen, a través de una incansable actividad, una segunda juventud intelectual. Ciertas páginas de “Approches sans entraves” llevan el mensaje de una libertad e independencia de la inteligencia y del corazón que pueden ofrecer la clave de lectura de una entera bibliografía, la que, más allá de un cierto pesimismo al término de la carrera del protagonista, ha incidido sobre nuestra época más profundamente de cuanto el mismo Maritain no sospechase. En realidad sus escritos, con aquella incansable vigilancia y con el inquieto presagio de “otra cosa” que los hacen vibrar, no han todavía ultimado aquel potencial de libertad y de pasión por el hombre, que los han hecho compañeros de tantos caminos de búsqueda por enteras generaciones. Aún gimiendo por esta pasión, el 28 de abril de 1973, el viejo combatiente entra en el sueño eterno: cierra sus ojos sobre el proyecto de un estudio sobre “Las dos grandes patrias” (publicado después de su muerte por “Le Monde”), testamento espiritual y utopía al mismo tiempo, que nos restituye la figura de un hombre que vivió entre los hombres con la mirada hacia el futuro, hilo rojo de una vida y de una inteligencia inquieta. Raïssa Maritain (Rostov del Don, 12 de septiembre de 1883 – París, 4 de noviembre de 1960), de nacimiento Oumansoff, fue una poetisa y filósofa francesa de origen ruso. Formó parte del círculo de intelectuales católicos franceses en el que, junto a Jacques Maritain, su esposo durante más de medio siglo, y su hermana Vera (1886-1959) fue llamado "los tres Maritain". Estos datos están recogidos en sus memorias, tituladas Les Grandes Amitiés, que ganaron el premio de "Renouveau français". Biografía Nació el 12 de septiembre de 1883 o, según el calendario juliano, el 31 de agosto de 1883, en Rostov del Don, ciudad en el entonces Imperio ruso, en el seno de una familia judía. Sus padres fueron Ilya (Yuda) Oumansoff (Umantzov) (25 de enero de 1859 en Pavlohrad - 21 de febrero de 1912 en París) e Hissia (Gisya) Brozgol (29 de diciembre de 1859 en Rostov-on-Don - 21 de mayo de 1932 en Francia ). Sus padres provenían de familias del judaísmo jasídico. Su padre regentaba un taller de costura, mientras su madre realizaba todo tipo de tareas domésticas. Cuando Raïssa tenía dos años, su familia se mudó a Mariupol, junto al mar de Azov. Estuvo fuertemente influida por la piedad y las tradiciones de su familia, muy creyente, y especialmente por el ejemplo de su abuelo materno Salomón (Zalman) Brozgol (1830 - 11 de marzo de 1896 en Rostov del Don ). Su abuela materna fue Gnessya (Nesya) Brozgol (de nacimiento Rosenblum) (1832 - 19 de mayo de 1899 en Rostov del Don ). Más tarde, en los poemas, ensayos y su diario, Raïssa manifestó una orientación mística muy marcada, cuyo origen describió así: "Mi abuelo materno era un Jasid, y mi abuelo paterno era un gran sabio asceta. Esta es mi herencia."
En Mariúpol nació su hermana Véra en 1886. Raïssa mostró siempre un gran afán de conocimiento. Fue admitida a los siete años en la escuela secundaria, a pesar de las muy limitadas plazas para judíos. Admiraba todo lo relacionado con la escuela y el conocimiento y aprovechaba mucho sus estudios. En 1893, cuando tenía diez años, sus padres decidieron emigrar. Querían asegurar el futuro de sus dos hijas, Raïssa y Vera, que resultaba difícil en Rusia por la discriminación antisemita. El objetivo inicial de su padre era llegar hasta Nueva York, pero un amigo le convenció para que se estableciera en París. La familia emigró a Francia, donde Raïssa continuó su educación en una escuela pública en el "Passage de la Bonne Graine". En dos semanas aprendió francés lo suficientemente bien como para entender las lecciones y ocupar el segundo lugar en la clase. Dos años después, cambió de escuela y se preparó para ingresar en la universidad. Primeros años A los diecisiete años inició sus estudios en la Sorbona, en la rama de ciencias. Allí conoció al joven Jacques Maritain, ya licenciado en filosofía y que se preparaba para la carrera de ciencias, y se comprometieron. Sin embargo, en 1901, por las dificultades que econtraron en el ambiente de árido materialismo y el siempre presente determinismo de sus profesores, especialmente Félix Le Dantec, estuvieron el borde de la desesperación. Raïssa no encontraba en ese ambiente que se plantearan cuestiones filosóficas sobre la verdad y el sentido de la existencia. Así, decidimos confiar un tiempo más en lo desconocido; apoyaríamos la existencia, la consideraríamos como un experimento que debía realizarse, con la esperanza de que ante nuestra vehemente llamada se revelaría el significado de la vida, que aparecerían tan claramente nuevos valores que conseguirían nuestra total adhesión, y nos librarían de la pesadilla de un mundo siniestro e inútil. Pero si este experimento no tuviera éxito, la solución sería el suicidio; suicidio antes de que los años acumularan su polvo, antes de que nuestra joven fuerza se desgastara. Queríamos morir rechazando libremente la vida, si es que era imposible vivirla según la verdad." En 1904, Raïssa pasó sus vacaciones en un pueblo de Loiret con su familia y Jacques Maritain. Como la higiene de la posada en la que residían no era la correcta, Raïssa contrajo dolor de garganta. Le diagnosticaron flemón retrofaríngeo, enfermedad que le provocó problemas de salud hasta el final de su vida y le impidieron tener una ocupación regular. Conversión al catolicismo Raïssa y Jacques empezaron a asistir a los cursos de Henri Bergson en el Collège de France, siguiendo el consejo de su buen amigo Charles Péguy. Estos cursos fueron una ayuda para salir de la desesperación en que se encontraban, sintiendo la existencia de la verdad objetiva y "la mera posibilidad de un trabajo metafísico". Se casaron en 1904. En este mismo año conocieron a Léon Bloy, que llegó a ser su gran amigo, y se convirtieron al catolicismo. Su bautismo, así como el de la hermana de Raïssa, Véra, tuvo lugar el 11 de junio de 1906 en la iglesia Saint-Jean de Montmartre, siendo Bloy su padrino. Tras su conversión, Raïssa sintió la vocación de dedicarse a la vida contemplativa, por entonces reservada a las monjas. Con la ayuda de su marido Jacques y su hermana Vera, logró encontrar un equilibrio entre su vida de oración y su lugar en el mundo. Su pensamiento estuvo muy influido en la mística de San Juan de la Cruz y en su propia experiencia de Dios, dentro de una “estructura de esperanza”. Jacques y Raïssa Maritain tuvieron a Humbert Clérissac, dominico, como su primer director espiritual. Después de su muerte, otro dominico, Réginald Garrigou-Lagrange, se convirtió en su padre espiritual y amigo. Forjaron una gran amistad con Jean Bourgoint, un cisterciense que fue a trabajar a una leprosería en Camerún, de cuya amistad resultó una extensa correspondencia. Jean Bourgoint resultó muy afectado por la muerte de Raïssa el 4 de noviembre de 1960. |
El matrimonio Maritain y su tiempo. Raïssa Oumançoff, esposa de Jacques Maritain: modelo de mujer intelectual, espiritual y ejemplarmente católica Como sabemos –y lo han afirmado repetidamente muchos historiadores de la filosofía contemporánea– el filósofo francés Jacques Maritain aportó, con su obra, una gran riqueza al pensamiento cristiano del siglo XX. Fue uno de los libepensadores más lúcidos del pasado siglo. Influyó en muchas de las corrientes actuales que configuran el humanismo y el personalismo cristiano. Su obra escrita en Francia, Estados Unidos, Canadá y Sudamérica es abundantísima. Intentó, con prestigio y también éxito, defender lo que se podría denominar "filosofía cristiana", un sistema filosófico que abarcara todo tipo de temas: desde los más profundamente metafísicos hasta cuestiones pedagógicas, políticas, artísticas, económicas, sociales. Defendió siempre las relaciones entre la fe y la razón, sin hacer ningún problema. Fue un hombre fiel a la fe católica siempre y desde su conversión. Un periodista, hace poco lo retrató así: "Ingenioso, vivo, agudo en sus juicios, despierto, alegre, mezcla de bondad y ternura, Jacques Maritain desprendía un hálito espiritual tan limpio, tan puro, que era imposible no sentirlo. Propugnaba la salvación actual de los valores de la inteligencia y los valores humanos. Con esta sabiduría, que parte de la necesidad profunda y consustancial de crecer y renovarse, Maritain aparece como uno de los más grandes pensadores del siglo XX. Un hombre de profunda pasión religiosa, filosófica y cívica, así como un testimonio activo participante en los acontecimientos de su tiempo: y, puede asegurarse, de una actualidad punzante". Quizás lo que más se desconoce es la gran influencia que tuvo su esposa Raïssa sobre dicho filósofo en la redacción o corrección de todos sus trabajos éticos, sociales y filosóficos. Después de releer Las grandes amistades, obra biográfica de Raïssa, y algunos otros escritos paralelos, he llegado a la conclusión de que tanto la persona, el estilo, la manera de vivir y de trabajar de Jacques Maritain (1882-1973) así como su generosidad, su talante, la bondad, la ternura, la inteligencia y la agudeza, la espiritualidad y sus grandes aportaciones filosóficas, políticas y sociales... las debe –aparte de los dones de le bon Dieu– a la poderosa influencia que ejerció sobre él su esposa Raïssa Oumançoff (1883-1960), la cual, convertida a la fe católica a la vez que Jacques, le acompañó en todos y cada uno de los momentos más importantes y vitales de su camino cultural y filosófico. Lo hizo en la búsqueda de aquella Verdad, que ambos buscaban y en el camino que tuvieron que recorrer, no sin dificultades, hasta llegar al Bautismo. La larga trayectoria intelectual tomista y personalista, con la que Jacques Maritain sirvió a la Iglesia y la humanidad, la hizo siempre junto con Raïssa. La fidelidad de Jacques –a Dios, a Cristo, a su Cuerpo Místico,a la Iglesia–, su viveza e intuición, sus investigaciones filosóficas y pedagógicas, su optimismo frente al hombre, su apasionamiento por el intelecto y su profundo humanismo personalista, se debieron, en buena medida, a su esposa. Ella se convirtió realmente, para Jacques Maritain, no ya en una musa sino sobre todo en un claro adiutorium ei simile, como se suele calificar a aquella verdadera e influyente amistad con la que dos personas encuentran las necesarias ayudas y las similitudes o empatías que facilitan una vida plena. La amistad de Jacques y Raïssa fue "indestructible" desde su primer encuentro hasta el final de la vida. Raïssa fue la compañera ideal para el filósofo: ella fue un fiel y constante apoyo como esposa, inspiradora, consejera, correctora... Jacques lo reconoce cuando dice: "Si algo bueno hay en mi trabajo filosófico y en mis libros, el origen profundo y la luz que se puede encontrar, se ha de buscar en la oración y en la entrega que Raïssa hizo de sí misma a Dios ". Y añadirá: "Todo lo que hay de bueno viene de Dios; pero, como intermediaria en la tierra, todo esto me ha llegado de ella". También confesará: "Raïssa me ha ayudado en todos mis trabajos". Este mutuo entendimiento humano e intelectual llegará hasta el punto de que todo lo que Jacques escribía pasaba antes por las manos y la mirada de su esposa para que ella pudiera opinar, sugerir expresiones mejores, aportar ideas, hacer pequeños cambios o añadidos a los escritos... Este mutuo entendimiento, entre ellos dos, responde a la mutua ayuda que debe estar presente siempre en todo matrimonio y especialmente en el matrimonio-sacramento. Como tal, el matrimonio de los Maritain fue un emblemático ejemplo de compenetración afectiva e intelectual, que facilitó la dedicación de toda una vida al estudio, la oración y las buenas obras. Raïssa siempre fue líder espiritual tanto a nivel artístico, contemplativo y poético como en el literario. Por ello, las obras de ambos exhalan una profunda espiritualidad, un gran amor a la belleza y una constante defensa de la fe. Raïssa decía que siempre contemplaban los diversos problemas humanos teniendo en cuenta, no sólo la belleza de una obra artística o filosófica en sí misma, sino como obra divina, donde la Belleza y la Verdad destacaba con toda plenitud. La primacía de todo lo que pertenecía al mundo espiritual los conducía y era el centro de sus esfuerzos intelectuales. De ahí también que las obras de Jacques Maritain iluminaran la manera de vivir en el orden temporal las tareas –sociales, políticas, económicas– y se vieran empapadas por la trascendencia. Raïssa Oumançoff, una vez ya convertida desde el judaísmo más o menos agnóstico al catolicismo –y dirigida por el dominico Clérissac y animada por el filósofo Etienne Gilson– se enamoró de los escritos de santo Tomás de Aquino y empujó también a Jacques hacia el estudio de la filosofía y teología tomista. Él, durante los posteriores años de estudio de las obras de santo Tomás, les dará una visión y un desarrollo específicos dentro del llamado genéricamente neotomismo. Mientras Raïssa promocionó los Círculos de Estudios Tomistas y otras reuniones con pensadores amigos de ella, entre los que encontramos a Emmanuel Mounier y Nicolás Berdiaev, que asistían con regularidad para poder fundamentar el pensamiento personalista cristiano. Cuando Jacques ya se había encaminado decididamente hacia la filosofía tomista, Raïssa organizó, en su casa, en Meudon, como una especie de comunidad de contemplación, meditación y estudio, que les serviría –acompañados por amigos comunes– como fundamento espiritual, personal e intelectual en los diferentes trabajos que los dos desarrollarían más adelante. Así lo vivirán: Raïssa, de esos encuentros, hizo un centro de pensamiento cultural cristiano, siempre bajo el patrocinio de Tomás de Aquino. Aquella casa se convirtió, en un lugar donde todo tipo de artistas e intelectuales encontraron la auténtica amistad, la luz del Evangelio, e incluso en algunos casos, un notable debate interreligioso. Fue también el gran momento en que Raïssa manifiesta su facilidad para mostrarse como escritora, pensadora y poetisa. Raïssa. Origen e itinerario de la conversión ¿Quién fue Raïssa Maritain (1883-1960)? Ella misma nos lo cuenta en Las grandes amistades y en Las aventuras de la gracia: el origen familiar judío de raíces hasídiques, la infancia, los viajes dentro de Rusia o al extranjero, los traslados familiares, los estudios en París, los interrogantes y dudas vitales durante algunos años, el amor por la búsqueda de la verdad... Ella da a conocer las conversaciones y relaciones amistosas con Jacques y otros personajes de la intelectualidad sorbonística; relata, con bastante detalle, su vida universitaria; retrata el ambiente docente de aquella época, los contactos con la familia, sobre todo con su hermana Vera y las amistades que cultivaba, hasta llegar a la conversión junto con Jacques. Se entretiene en otros aspectos, y en la segunda parte narra los años posteriores de su vida bajo el signo de la gracia. Raïssa había nacido en Rusia, de familia judía. Con sus padres, judíos ortodoxos, y su hermana Vera, se trasladaron a París, donde ella encontró su gran oportunidad para crecer intelectualmente. Dotada para los estudios, aprende perfectamente el francés –lo escribirá primorosamente a lo largo de su vida, siendo una gran estilista–, y es admitida en La Sorbona a los 16 años. Allí conoce a Jacques Maritain y se hacen muy buenos amigos. Juntos emprendieron el camino de la búsqueda del sentido de la vida y de las verdades esenciales: buscaban algo que los estudios en La Sorbona no les acababa de dar. Fue por esta época cuando los dos –Jacques y Raïssa– llegaron a la conclusión de que los profesores mantenían una visión del mundo y una filosofía demasiado cientificista, ciertamente humanista, pero relativista, con toques fenomenaistas, pragmáticos, utilitaristas, que les conducían al absurdo, a la inutilidad, e incluso al pensamiento del suicidio. Raïssa constata la desesperanza que experimentó en estos ambientes que, en vez de darle seguridad con un conocimiento profundo, íntimo y esencial –metafísico– de las realidades circundantes, la llevaban al escepticismo. A raíz de esta situación, comenta Raïssa: "¿A qué conduce este poder sobre el Universo físico, si la razón misma de la vida, si todo el Universo debe quedar en un enigma indescifrable"? Lo que oía en las clases, era lo que estaba de moda en la facultad. Notaba que todas aquellas teorías eran endebles o llenas de vacío. Y ella buscaba –como Jacques– la Verdad última, el Absoluto. Y lo encontrará muy pronto. Como buena rusa, quizás debía haber leído aquel fragmento de Chejov, en Las tres hermanas: "Me parece que un hombre debe tener fe o debe buscarla. De otra manera, su vida está vacía, completamente vacía". Raïssa y Jacques contraen matrimonio en 1904. Asisten a las lecciones de Henri Bergson –fue un gran amigo de los Maritain–, el cual comenzará a darles más claridad. En aquellos años y posteriormente, hacen otros grandes amistades: Chagall, Rouault, Psichari, Desvallières, Bonhomme, Péguy –con éste solían discrepar, según Raïssa, en algunos aspectos–; pero Charles Péguy aportará, antes de morir durante la Primera Guerra Mundial, interesantes datos sobre el trato con el matrimonio Maritain. Lo hace en los Cahiers de la Quinzaine. El matrimonio Maritain conoce, entretanto, el dominico Clérissac, que los introducirá en la lectura y comprensión de Tomás de Aquino. También tratan a Étienne Gilson y Reginald Garrigou-Lagrange, conocidos filósofos tomistas: el primero les animó a escribir buscando la inspiración en santo Tomás, y el segundo se lo facilitó. En el círculo de amistades, encontramos a Jean Cocteau, de quien Raïssa –después de leer la obra La Máquina infernal– escribirá:
Con el tiempo, se reacionaron con Thomas Merton, Gabriela Mistral, Juan Bautista Montini –futuro Pablo VI–, y muchos otros intelectuales, filósofos, teólogos y escritores. Influencia de Léon Bloy Pero fue especialmente el escritor Léon Bloy –padrino en su bautizo junto con Vera, la hermana de Raïssa, en la Iglesia de San Juan Evangelista de Montmartre– su gran mentor, el modelo para entender aspectos sustanciales y prácticos de la vida cristiana. Fue él quien más les influyó, a partir de 1905, en el camino hacia la conversión. Bloy, desde entonces, fue el íntimo amigo e instrumento para ayudarles a alcanzar la fe, o sea para llegar al puerto de la Verdad que buscaban desde hacía tantos años. Léon les muestra la vida trascendente en Cristo. Jacques Maritain describe el encuentro y la amistad con Bloy con esta frase: "Para mí la vida se divide en dos partes: la que precede y la que sigue image-13f3f6ac76ec1b845ea169854ea65397al encuentro con Léon Bloy”. La lectura de los libros de Bloy les impresionó. Él les dio a leer La mujer pobre. Raïssa comentará: "Leímos inmediatamente esta extraña novela, que no se parecía a ninguna otra. Por primera vez, nos encontramos ante la realidad del cristianismo"; después leerán también El mendigo ingrato y La salvación por los judíos del mismo Léon Bloy, que dedicará esta obra a Raïssa con estas palabras: "A Raïssa Maritain. Dedico estas páginas escritas para la gloria católica del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob". Los Maritain observan la vida personal y familiar del escritor, que vivía casi en la miseria; captan su profundo humanismo y su celo por la pureza de la doctrina, y, al final, se sienten conmocionados por su manera de vivir y defender los valores cristianos. En él ven encarnada la entrega a Dios. Qué bien lo expresa Bloy en una carta dirigida a una Raïssa todavía dudosa, como respuesta a unas palabras desesperanzadas de ella, en momentos de dudas:
Léon Bloy hablará a menudo del joven matrimonio en sus obras: sobre todo, en los ocho volúmenes de Mi Diario (1898-1917) y en las Cartas a mis ahijados, Jacques Maritain y Pieter van der Meer de Walcheren (con prólogo de Jacques Maritain ). También hablará en la obra Cartas de Léon Bloy a Verónica. Bloy, como se sabe, fue un escritor visionario, un profeta celoso, un hombre rebelde e independiente, un polemista arrebatado hasta la santa iracundia. No le gustaba su Francia y la llenaba de invectivas; denunciaba ardorosamente los defectos, tanto de los cristianos aburguesados o mediocres como los de los demás conciudadanos laicistas y liberales. Así se ganó muchos enemigos en el mundo intelectual, pero también se atrajo a muchos admiradores. Fue uno de tantos apasionados defensores de las apariciones de la Virgen, en la Salette, ocurridas durante el siglo XIX. Vida y obra intelectual de Raïssa A partir de la conversión, en la vida de los Maritain, entran primero la lectura constante de la Sagrada Escritura, después el estudio de la Patrística y del Magisterio de la Iglesia... la meditación de los escritores místicos y de muchos santos: Casiano, Benito de Nursia, Catalina de Siena, Catalina de Génova, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Francisco de Sales, Luis María Grignon de Monfort, Teresa de Lisieux, Anna Caterina Emmerich, Charles de Foucault, y sobre todo santo Tomás de Aquino. Todos ellos –junto con Bossuet– iluminan el espíritu de los esposos Maritain, y así lo demuestra muchos de sus escritos. A partir de la conversión, Raïssa se dedica sentimental e intelectualmente a su esposo. Todo el mundo ha reconocido que el matrimonio Maritain tuvo un solo cuerpo y una sola alma, no sólo como esposos sino especialmente por la santa amistad que les proporcionó la Fe, vivida hasta las últimas consecuencias. La producción literaria y filosófica de Jacques y Raïssa sintetizarán perfectamente lo que supone armonizar estas dos alas que llevan a la plenitud del conocimiento humano de toda realidad: la ciencia y la fe. Para hablaros de Raïssa Maritain, sería necesario que nos extendiéramos mucho más. Ella nos dejó escritos, recuerdos y pensamientos de orden espiritual, cultural, intelectual, musical, literario y artístico, obras que no podemos separar de las de Jacques Maritain. Podemos dar un vistazo a su pensamiento, espigando entre las variadas obras encontradas, aquí y allá, escritas originalmente en francés. Los títulos de las más conocidas (las cito en castellano, prescindiendo de si se han traducido a esta lengua) son los dos grandes escritos autobiográficos: Las grandes amistades (I) –traducido hace años por Joan Carrera, quien fue obispo auxiliar de Barcelona– y Las aventuras de la gracia (II), éste sólo publicado en Sudamérica, en castellano. A continuación está el Diario de Raïssa, dado a conocer por Jacques Maritain, con un precioso prólogo-advertencia de el mismo, explicando su composición post-mortem. Otras obras son: Sobre la vida de oración (la oración y la inteligencia), que es como una guía espiritual para los grupos de estudio tomista que habían creado, Liturgia y contemplación y Situación de la poesía, todos ellos escritos por Jacques y Raïssa conjuntamente. De Raïssa tenemos: Carta de noche. La vida recibida, Historia de Abraham o las primeras edades de la conciencia moral, Chagall o la conciencia encantada, Notas sobre el Pater, Al príncipe de este mundo, En el hundimiento de la roca, Sin tardanza, Los dones del Espíritu Santo, La conciencia moral y el estado de la naturaleza. También escribió varios apuntes sobre santo Tomás de Aquino y sobre algunos santos. Las Œuvres complètes de Jacques et de Raïssa Maritain –publicadas por Ed. Saint Paul, en 1982– abarcan los trabajos de los dos esposos. Recomendamos el prólogo y anotaciones del Diario de Raïssa, traducido a muchos idiomas. En otros escritos de su marido, como son Le Centenaire de Raïssa y Cahiers y Carnets de notes –este último sin lugar a duda un escrito autobiográfico–, explicará el proceso de la conversión de ambos. Naturalmente, tenemos muchos otros recuerdos dispersos en varios escritos de Jacques. De Raïssa, aquí en Catalunya, tenemos también alguna alusión en el prólogo de la edición de La sangre del pobre y otros escritos de Léon Bloy (Proa, 2001). Otros datos importantes sobre Jacques y Raïssa, las encontramos en algunas obras del escritor holandés Pieter van der Meer de Walcheren –influido por Bloy–, converso y bautizado ya adulto, en 1911, junto con su esposa Cristina, en el iglesia de Saint Medard. Pieter van der Meer nos habla de Raïssa en sus Diarios, publicados bajo títulos diversos. Entre ellos está el Diario de un convertido. Nostalgia de Dios, donde narra las relaciones con los Bloy y los Maritain, aparte del énfasis que pone en la muerte de su hijo sacerdote Pierre-León. También son de interés las obras de Van der Meer de Walcheren: El Paraíso blanco (con un prólogo de Jacques Maritain), y Hombres y Dios, La hora de Dios y Mis amigos, publicados en la década de los años cincuenta y sesenta . En todo este conjunto, vemos como Raïssa cultivó siempre aspectos directamente religiosos y humanísticos, partiendo de la fe católica. En Las grandes amistades (I) y Las aventuras de la gracia (II) nos da a conocer su vida familiar e intelectual antes y después de su "vida nueva". En los dos libros, narra acontecimientos que van desde su infancia hasta la madurez. Narrará, con delicados detalles, cosas de la vida de Léon Bloy y del fallecimiento de este viejo amigo del alma. El primer volumen, Las grandes amistades, apareció en 1941 y, Las aventuras de la gracia, en 1944. Descubrimos cómo ella se ofreció siempre para ayudar a conocidos y amigos agnósticos dedicados, como ellos –los Maritain– a actividades directamente intelectuales. Confió siempre en la gracia divina. No intentó hacer filosofía pura, porque le correspondía hacer una labor espiritual desde otro ángulo como resultado de una profunda y coherente consecuencia de la conversión para convencer a los amigos de cuál fue su creencia transfolrmadora, gracias a la contemplación de la belleza y la verdad. En todas estas obras, nos transmite el secreto de su progreso espiritual. Como ella dice: "La inteligencia sólo puede desarrollar sus poderes más altos en la medida en que esté protegida y fortalecida por la paz que da la oración. Cuando más se acerca un alma a Dios por el Amor, más sencilla crece la mirada de su intelecto y más clara es su visión". La casa de los Maritain –como ya hemos explicado– bajo la supervisión de Raïssa y su hermana Vera, se convirtió en un centro de renacimiento intelectual católico. Mientras tanto, Jacques era cada vez más reconocido internacionalmente como pensador, escritor y filósofo. Raïssa le ayuda en todo lo que escribe y colabora plena y amorosamente dentro de sus posibilidades. De vez en cuando, Raïssa hará también alguna incursión en escritos de tipo poético y estético, pero permaneciendo, por virtud, en un segundo plano sin hacerle ninguna sombra a Jacques. En los dos mencionados libros de memorias, se encuentra toda una teología de la conversión. También afloran muchas reflexiones sobre el misterio del sufrimiento humano, que lo ve santificador, plenamente salvífico. La enfermedad y la muerte, las ve ella como los grandes acontecimientos que la llevarán a la Felicidad. Sus escritos nos hablan constantemente de la dignidad humana, de la gracia, de la misericordia, de la conformación con Cristo, de la gratitud y rectitud, de la oración, de la generosidad y pobreza, del sufrimiento redentor, etc. Ella también buscó y encontró el sentido del dolor en la verdad de un Dios personal que aparece con el rostro de Cristo en la cruz, el colmo del sufrimiento humano. Diario de Raïssa En el Diario de Raïssa –publicado por Jacques a raíz de la muerte de la esposa, después de hacer una selección de notas diversas, hojas sueltas, agendas, páginas parciales de periódicos, fragmentos anexos, cartas...– se nos dan a conocer algunas de las poesías compuestas por ella. Y en todo el conjunto encontramos una magnífica unidad: aquella que se da siempre entre contemplación y acción, entre la gracia y su adecuada correspondencia, entre oración y trabajo, entre la tierna y admirable sensibilidad femenina y la fortaleza o firmeza de ánimo y de convicciones, entre la vida espiritual y los consiguientes enfoques humanistas de la realidad creada, entre la intimidad cotidiana y la trascendencia divina. Se trata del Diario de una mujer cristiana que manifiesta toda la belleza interior de la persona que ama de verdad y debatido el heroísmo de una convertida que se enfrenta a posibles incomprensiones. Y a esto hay que añadir la cristiana aceptación de las enfermedades que la llevaron a una prematura y dolorosa muerte. Del Diario de Raïssa podemos extraer afirmaciones tan preciosas como esta: "Tengo la sensación de que lo que se nos pide es vivir en el torbellino, sin sustraer nada de nuestra sustancia, sin guardarnos nada, ni descanso, ni amigos, ni salud, ni placeres; orar incesantemente... En realidad, dejarnos llevar y sacudir por las olas de la voluntad divina hasta el día en que se nos diga: ya basta". Su mirada eclesial, como miembro del Cuerpo de Cristo, lo unirá todo con transparencia, delicadeza, veracidad, sinceridad... Raïssa podría ser considerada como –también lo encontramos en otras personas– el arquetipo de la mujer frágil y de salud física inestable que desborda bondad; toda la bondad que puede caber en el ser humano: la de la Mujer eterna, tal como la describe Gertrudis von Le Fort, la gran novelista de La última del cadalso, novela que inspirará a Georges Bernanos para escribir Diálogos de Carmelitas-; la mujer que ofrece a Dios su propia muerte y la de su hermana Vera, tras los largos sufrimientos de ambas, "para completar lo que falta a la Pasión de Cristo", tal como afirmaba san Pablo. Como se comprueba en todas las páginas, Raïssa conservó al final de la vida, en su mente aquellas preciosas palabras de Juan de la Cruz: "Sin otra luz ni guía que la que en el corazón ardía". En el silencio de la contemplación, pero también en medio de los afanes de la vida, encontró Raïssa el secreto del "conocimiento de lo que es la vida y la muerte". Muerte de Raïssa Acompañada por su esposo Jacques y por los íntimos amigos, como fue el caso de Pieter Van der Meer de Walcheren –ya monje profeso en ese momento y que se trasladó expresamente desde su abadía de Holanda para darle apoyo–, Raïssa vivirá la enfermedad en unión con Cristo, viviendo con una gran paz y en una serena alegría. Vivió acercando a todos sus amigos –las grandes amistades– a la fe; luchó para vivir aquella Verdad que no había encontrado en la Sorbona, sino en casa de los Bloy. Raïssa murió, en su casa, el 4 de noviembre de 1960, un año después de su hermana Vera. Hace ahora poco más de cincuenta años que dejó este mundo. Fue una santa y admirable muerte, rodeada por todos sus amigos. Jacques Maritain explicó sus sentimientos de esposo y de amigo del alma: "Ahora todo ha quedado roto y descoyuntado en mi interior y desde ese golpe repentino, que comenzó con la última enfermedad de Raïssa (exactamente en el momento cuando, a la llegada de América, cruzábamos el umbral de la habitación del hotel en París, el día 7 de julio de 1960). Aquel día 4 de noviembre, al cabo de cuatro meses de dolor, Dios se la ha llevado con Él y de ahora en adelante me encuentro solo, aquí en la tierra, al menos según las apariencias de este mundo visible. Me encuentro como un árbol viejo que aún mantiene algunas raíces en la tierra, aunque algunas otras ya han sido entregadas a los vientos del cielo". Como sabemos, Jacques Maritain colaboró más tarde con el papa Pablo VI, trabajó activamente en y para el Concilio Vaticano II; años después, ingresó en la comunidad de los Pequeños Hermanos de Foucauld, donde murió después de muchos años de servir a la Iglesia y a la sociedad, como gran humanista cristiano, profundo pensador y auténtico filósofo. En gran parte, todo esto lo debió a Raïssa. Por esta razón, la recordamos y le hacemos homenaje desde estas páginas de Temes d´Avuidedicadas a la mujer. Josep Vall i Mundó Doctor en derecho canónico |
Woman in Love |
«Woman in Love» (en español: «Mujer enamorada») es es título de una canción interpretada por la cantante y actriz estadounidense Barbra Streisand, incluida en su 22°. álbum de estudio, Guilty (1980). La canción fue escrita por Barry y Robin Gibb de Bee Gees, que recibieron el premio Ivor Novello de 1980 a la mejor canción musical y líricamente. Es su cuarto de cuatro discos de Platino y es considerado su mayor éxito internacional. Tras el éxito obtenido por los Bee Gees a finales de 1970, la banda fue invitada a participar en proyectos musicales de otros artistas, y Streisand le solicitó a Barry Gibb si podía escribir un álbum para ella. Este álbum finalmente se convirtió en Guilty. Woman in Love fue el primer sencillo, y se convirtió en una de las canciones más exitosas de la carrera musical de Streisand. Estuvo un total de tres semanas en la posición número uno en el Billboard Hot 100, y fue el quinto (y último hasta la fecha) número uno de Streisand en esta lista. También pasó cinco semanas en la cima de la lista de Adult contemporary. La canción también resultó muy popular a nivel internacional, alcanzando el número uno en muchos países, incluso en los UK Singles Chart. La canción vendió más de 10 millones de copias. A mitad de la canción, Streisand sostiene una nota durante unos 10 segundos, mientras cantan la línea: I stumble and fall / But I give you it all (Me tropiezo y caigo/Pero yo te lo doy todo) (la palabra "all" (todo) es la sostenida con esa duración). Streisand ha declarado abiertamente que no le gusta la canción, porque no cree en el significado de la letra. Rara vez ha cantado la canción en vivo, sin embargo la cantó en un par de fechas en su gira europea de 2013. Mujer Enamorada Woman In Love
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