Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


sábado, 25 de agosto de 2018

341.-Palacios de las asambleas legislativas de las CCAA; Primeros presidentes de CC.AA. a

  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán


Asamblea de Extremadura
Asamblea de Madrid
Asamblea Regional de Murcia
Junta general de Asturias

Asamblea de Extremadura

edificio


El Hospital de San Juan de Dios, cuya designación inicial fue Hospital de Santa María, fue empleado en sus inicios como "hospital de pobres". Bernabé Moreno de Vargas, historiador y edil emeritense, a mediados del siglo XVII, solicitó a los Hermanos de San Juan de Dios que se instalaran en él con el fin de lograr un mejor cuidado y dedicación a los enfermos y pobres que llegaban a la ciudad. Durante el siglo XVIII y hasta 1769 el edificio se modificó ampliándose gracias a las donaciones de los ciudadanos y con la construcción de una capilla.
edificio

Durante los primeros años del siglo XIX, la invasión de las tropas napoleónicas trajo como consecuencia para el edificio el saqueo e incendio del mismo hasta el punto de quedar casi destruido. No fue hasta principios del siglo XX cuando el Ayuntamiento de Mérida solicitó al Ministerio de Fomento una partida presupuestaria específica que permitió el acondicionamiento del edificio y la dotación de médicos al hospital, que siguió su actividad sanitaria hasta el año 1981 en que se procedió a la apertura del actual centro hospitalario.
edificio
En el año 1983, Extremadura nació como autonomía y con ello la necesidad de encontrar ubicaciones para albergar los nuevos organismos extremeños. Fue entonces cuando se decidió que la ubicación de la sede legislativa de la región sería el Hospital de San Juan de Dios con las correspondientes remodelaciones pero respetando en todo momento su arquitectura.

 Asamblea de Madrid




La sede de la Asamblea de Madrid es un complejo de dos edificios localizado en el distrito madrileño de Puente de Vallecas que alberga la sede del parlamento autonómico regional de la Comunidad de Madrid.
El proyecto de la sede, impulsado por el tercer presidente de la Asamblea, Pedro Díez (IU),​ fue presentado en 1994​ y corrió a cargo de los arquitectos Ramón Valls y Juan Blasco.​ Anteriormente a su inauguración el 30 de septiembre de 1998,​ las sesiones parlamentarias tuvieron lugar en el Caserón de San Bernardo de la calle homónima.

El complejo, formado por dos edificios,​ alberga el hemiciclo parlamentario presidido por un mural de Lucio Muñoz​ y cuenta con una torre del reloj de 33 metros de altura


Asamblea Regional   de Murcia

Le constituyó por primera vez el 15 de julio de 1982 en las instalaciones de la antigua Casa de la Cultura de Cartagena, cedida por el Ayuntamiento, hasta que en 1985 se derribó este edificio se derribó para construir el actual, obra del arquitecto Rafael Braquehais. Este nuevo edificio, concluido en 1991, aglutina elementos de la arquitectura tradicional levantina con otros característicos de las culturas asentadas en suelo murciano a lo largo de la historia. Una de las primeras sesiones de la Asamblea Regional de Murcia en la antigua sede de la Casa de la Cultura de Cartagena.

Los estatuyentes murcianos optaron por el nombre “Asamblea” (como Extremadura y Madrid), nombre genérico ofrecido por la Constitución, frente a otros con más carácter, personalidad o tradición histórica, como Parlamento (Galicia, Euskadi, Cataluña, Andalucía, Canarias), Cortes (Aragón, Valencia, Castilla y León) o Junta General (Asturias).

Palacio sede Junta general de Asturias




La Junta General tiene su sede en el Palacio Regional, un edificio de estilo neoclásico situado en el solar del antiguo convento de San Francisco, en la calle Fruela de Oviedo y que fue construido para albergar en su día a la Diputación Provincial de Oviedo. La antigua Junta General se reunía en la Catedral de Oviedo y el antiguo Convento de San Francisco.
ha sido siempre sede de instituciones regionales y, desde que en octubre de 1977 acogiera las negociaciones para dotar a Asturias de un régimen autonómico, continuó acogiendo a los legítimos representantes del pueblo asturiano.  Entre sus muros se constituyó en noviembre de 1978 el Consejo Regional de Asturias y en junio de 1979 se designó la Comisión Redactora del Anteproyecto de Estatuto de Autonomía, convertido por las Cortes Generales en Ley Orgánica 7/1981, de 30 de diciembre.

Coexistieron en el Palacio diversas dependencias del Consejo de Gobierno, junto con las del parlamento asturiano, titulado Junta General del Principado de Asturias, hasta la rehabilitación del viejo Banco de España, contiguo al Palacio, como sede de la Presidencia del Gobierno y el posterior traslado de las últimas dependencias del ejecutivo al Edificio Administrativo del Principado de Asturias, sito en Llamaquique.
edificio


En 1993 el Palacio quedó convertido en sede parlamentaria.  Se acometieron entonces unas obras de reforma necesarias para adecuarlo a los nuevos usos: saneamiento, cableado informático, seguridad, prensa, grabación y acondicionamiento de espacios.  Recordando la historia política asturiana, las salas pasaron a tener nombres que son más que un recuerdo: salas Campomanes, Argüelles, Jovellanos o Martínez Marina. El viejo salón de plenos pasó a denominarse Sala de la Constitución y el salón de recepciones Sala Europa, en este caso en recuerdo de la reunión de Parlamentos Regionales Europeos, celebrada allí en 1997. En diciembre de 1998 quedó inaugurado el nuevo Hemiciclo para la celebración de sesiones plenarias. Años después, la división funcional, tan necesaria por la escasez de espacio útil en el histórico Palacio,  fue posible con la remodelación de un inmueble próxima como Edificio Administrativo y la posibilidad de ampliar los espacio de uso parlamentario.
pleno


Ahora el Palacio es residencia laboral de los diputados representantes del pueblo asturiano. Allí se convocan los trabajos de ponencias, comisiones y plenos, las reuniones de los grupos parlamentarios, las ruedas de prensa, los debates periódicos, la constitución de la Junta, tras las elecciones, las tomas de posesión del Presidente del Principado; todo lo que atañe a la vida política de la Comunidad Autónoma. Y como es «la casa común» se abre al público en jornadas de puertas abiertas, al menos dos veces al año y también con motivo de exposiciones y conferencias, siendo además un lugar de encuentro institucional, de visitas escolares y de colectivos.

En su origen el Palacio fue un edificio ligado a la historia urbana de la capital y siempre del poder de Asturias. Fue construido para Palacio de la Diputación inaugurado en 1910. El arquitecto provincial Nicolás García de Rivero planeó y dirigió las obras.  Antes hubo que derribar el convento de San Francisco, un viejo y noble edificio medieval, desamortizado y utilizado como hospital, que ocupaba un lugar céntrico impidiendo el diseño de una calle que uniera la parte vieja de la ciudad con la nueva estación del ferrocarril. A fines del siglo XIX, el derribo de aquel «caserón» tan histórico y de valor  fue muy polémico. La ejecución permitió el diseño del eje Uria-Fruela, la apertura como público del parque, que en su recuerdo lleva el nombre de San Francisco y la organización de la trama de calles que constituirían la expansión de la ciudad burguesa. La Diputación Provincial contó por fin con un lugar digno donde desarrollar sus funciones más de setenta años después de su nacimiento. Desde entonces el Palacio de la Diputación, el Palacio Regional o el Palacio de la Junta General es el de Asturias en el centro de la capital.

Primeros presidentes  de  CC.AA.


Extremadura.



Juan Carlos Rodríguez Ibarra (Mérida, 19 de enero de 1948) es un profesor universitario y político español del PSOE, presidente de la Junta de Extremadura durante 24 años (entre 1983 y 2007). En 2008 retornó como profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de Extremadura, aunque ya se encuentra jubilado. En la actualidad es Consejero electo del Consejo de Estado.

Estudió el Bachillerato en los Salesianos de Mérida, cursó los estudios de Magisterio en Badajoz, y en 1969 ganó las oposiciones para maestro nacional, pero pidió la excedencia para estudiar en Sevilla.
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla, en la que se licenció en Filología Moderna. Posteriormente, durante un año, fue lector de español en el Lycée Clémenceau, de Nantes, Francia, y profesor del centro regional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), en Extremadura. Es profesor adjunto de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de la Universidad de Extremadura.
Tomó contacto con el PSOE en 1969 y 1970, afiliándose a éste en junio de 1976. Ese mismo año, en diciembre, participó en el XXVII Congreso del partido, celebrado en Madrid. Ya como secretario de la Organización Provincial del PSOE de Badajoz, concurrió a las elecciones generales del 15 de junio de 1977 en las que resultó elegido diputado. Durante la etapa preautonómica de Extremadura fue desde 1979 consejero regional de Sanidad y Seguridad Social.
Secretario General del PSOE de Badajoz, desde 1979, ese año se presentó a las elecciones generales del 1 de marzo en las que fue reelegido diputado por Badajoz. En el Congreso de los Diputados fue vicepresidente segundo en las Comisiones de Educación y Ciencia y de Presidencia del Gobierno.
En las elecciones generales de octubre de 1982 volvió a conseguir el acta de diputado por Badajoz. Al poco tiempo, el 21 de diciembre, fue elegido presidente de la Junta Regional de Extremadura, cargo que dejó vacante Manuel Bermejo, de UCD. El 5 de marzo de 1983 se constituyó la Asamblea provisional autonómica de Extremadura, en Mérida, en la que Rodríguez Ibarra fue elegido presidente de la Junta de Gobierno de la región.
El 26 de mayo de 1983 dimitió de su escaño del Congreso de los Diputados. Fue elegido diputado autonómico, y el 8 de junio reelegido presidente de la Junta de Extremadura. En los comicios autonómicos del 10 de junio de 1987 obtuvo de nuevo el acta de diputado, tras encabezar la lista de su partido por Badajoz. Una vez constituida la Asamblea, el 2 de julio ésta le eligió presidente del Gobierno autónomo extremeño.
En su actividad dentro del partido, en el IV Congreso del PSOE de Extremadura, celebrado en Mérida en abril de 1988, Rodríguez Ibarra fue elegido primer secretario general regional del partido. Hasta entonces en su comunidad autónoma funcionaban con plena independencia las ejecutivas provinciales y la regional estaba formada por dos órganos colegiados.
En el V Congreso Regional del PSOE extremeño, celebrado en enero de 1991, y en el que el vicesecretario general del PSOE, Alfonso Guerra, anunció su renuncia a la vicepresidencia del Gobierno de la nación, fue reelegido el día 12 Secretario General del PSOE en la región, consiguiendo el respaldo del 99,8 por ciento de los votos.
Cabeza de lista por el PSOE de Badajoz en las elecciones autonómicas del 26 de mayo de 1991, obtuvo de nuevo el acta de diputado, y el 2 de junio fue investido presidente del Gobierno regional extremeño para un tercer cuatrienio.
Rodríguez Ibarra ha sabido crear en su autonomía una conciencia nacionalista desde un partido federal, eclipsando a las propias fuerzas regionalistas que hoy demandan lo que ya con anterioridad reivindicó el propio PSOE extremeño.
En el XXXIII Congreso socialista, celebrado en marzo de 1994, en Madrid, fue elegido nuevo miembro de la Ejecutiva Federal. Este Congreso significó además el triunfo de las tesis integradoras propuestas por Felipe González y a las que Rodríguez Ibarra, se sumó. Al mes siguiente resultó reelegido por mayoría absoluta Secretario General del PSOE extremeño, durante su VI Congreso regional.
Candidato socialista por Badajoz a la reelección en los comicios autonómicos del 28 de mayo de 1995, Rodríguez Ibarra fue elegido de nuevo diputado autonómico para una cuarta legislatura en unas elecciones en las que el PSOE obtuvo mayoría simple y el PP se convirtió en la verdadera segunda fuerza política regional, con 27 escaños. El 14 de julio fue investido, en segunda votación, presidente de la Junta de Extremadura. Reconquistó la mayoría absoluta en las elecciones de 1999 (34 escaños) y la revalidó, nuevamente, en los comicios de mayo de 2003 (36 escaños). Rodríguez Ibarra fue investido presidente extremeño, por sexta vez consecutiva, el 27 de junio de 2003. El 19 de septiembre de 2006 anunció que no se presentaría a las elecciones del año siguiente debido a sus problemas de salud.

  
Madrid.

Joaquín Leguina Herrán (Villaescusa, Cantabria, 5 de mayo de 1941) es un político, economista, demógrafo y escritor español. Miembro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fue el primer presidente de la Comunidad de Madrid, cargo que ocupó entre 1983 y 1995.

Político español, presidente de la Comunidad de Madrid entre 1983 y 1995, nacido en Villaescusa (Santander) el 5 de mayo de 1941. Se licenció en Ciencias Económicas por la Universidad de Bilbao en 1965, y obtuvo su doctorado en Económicas por la Universidad Complutense de Madrid en 1972 y en Demografía por la Universidad de París en 1973; en la Complutense fue profesor años más tarde.
Funcionario del Estado desde 1967, trabajó en el Instituto Nacional de Estadística y en las Naciones Unidas; comisionado por este organismo en 1973 marchó a Chile, donde tuvo oportunidad de vivir el golpe de Estado del general Pinochet. En 1977 ingresó en el Partido Socialista Obrero Español y dos años después fue elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid. En las elecciones de 1982 fue elegido diputado por Madrid del PSOE, pero renunció a este escaño un año más tarde, al ser elegido presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, cargo para el que fue reelegido en 1987. En 1991 renovó su cargo de presidente de la Comunidad, que mantuvo hasta 1995, año en que fue derrotado por Alberto Ruiz Gallardón. En 1996 ocupó el escaño de diputado nacional por Madrid en las Cortes Generales. En 2004 fue nombrado presidente de la Comisión de Defensa del Congreso.
En su faceta de autor de ficción, Joaquín Leguina ha publicado los libros de cuentos Historias de la Calle Cádiz, donde recupera sus recuerdos de infancia en Santander, y Cuernos (2002), que reúne relatos breves centrados en los problemas de pareja. Entre sus novelas destacan La fiesta de los locos (1989), Céline, que narra la vida del célebre escritor francés; la novela negra Tu nombre envenena mis sueños (1992), que le consagró como novelista y fue llevada al cine por la directora Pilar Miró; La tierra más hermosa (1996), El corazón del viento (2000), ambientada en la España franquista y el Chile de los primeros años de Pinochet; Por encima de toda sospecha (2003), protagonizada por un prejubilado de banca que se ve tentado por el delito; y El rescoldo (2004), una curiosa mezcla de literatura y matemáticas.
Además, Joaquín Leguina también ha publicado numerosas obras científicas y libros de ensayo, como "Fundamentos de demografía" (1990), "Los ríos desbordados" (1994), compuesta por distintos ensayos breves de tono apasionado; "Cartas abiertas a un lector de periódicos acorralado por la información" (1996, escrito conjuntamente por él y Pilar Enterría), "Malvadas y virtuosas: retratos de mujeres inquietantes" (1997), que recoge una galería de retratos de mujeres notables; "Años de hierro y esperanza" (2000, escrito conjuntamente por él y Antonio Ubierna), sobre los últimos años del franquismo, y el libro biográfico "Ramón Franco, el hermano olvidado del dictador" (2002), que retrata al hermano pequeño del dictador.
En abril de 2005 presentó Conocer gente. Recuerdos casi políticos, un retrato irónico y mordaz, a modo de memoria, de la vida política y social española entre 1977 y 2004. Del mismo modo, en mayo de 2006 hizo lo propio con Las pruebas de la infamia, segunda entrega de las aventuras de un detective doméstico y prejubilado que ya protagonizara Fuera de toda sospecha.

 
 Murcia.

Andrés Hernández Ros (Guadalupe, 30 de julio de 1948-Murcia, 26 de junio de 2016) fue un político socialista español. Tras la creación de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia en 1982, fue su primer presidente .

Andrés Hernández Ros nació el 30 de julio de 1948 en el paraje de La Galapacha, perteneciente a la pedanía murciana de Guadalupe. Realizó estudios de Maestría Industrial, en la especialidad Química, en el centro educativo que la Compañía de Jesús tenía en el monasterio de Los Jerónimos, existente en su misma localidad natal. Mientras estudiaba comenzó su actuación sindical y política, en aquellos momentos en la clandestinidad, que ejercitó tras iniciar su actividad laboral en la industria Cauchos de Levante S.A., de Guadalupe (Murcia), donde sus conflictos laborales fueron pioneros durante el franquismo en la lucha obrera registrada en la provincia de Murcia.
A finales de los años 60 ingresó en la Acción Sindical de Trabajadores (AST), organización de inspiración marxista precursora de la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT). El 7 de noviembre de 1970, durante el servicio militar, fue detenido acusado de asociación ilícita. En prisión contrajo matrimonio con Josefa Cebrián, ceremonia que celebró el párroco de su pueblo natal Fernando Vargas Barba, tras negarse a oficiarla el cura capellán de la Prisión Provincial de Murcia.El matrimonio tuvo cuatro hijos.

En 1974 emprendió varios negocios, entre ellos la apertura de una librería que sería utilizada como tapadera por la oposición moderada de izquierdas en los últimos años del franquismo. En 1974 ingresó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En 1988 se trasladó a vivir a Chile con su nueva esposa, la chilena María Elena Sarmiento, de la que se separó en 1994.El 26 de junio de 2016 falleció a causa de un cáncer de estómago. En 1978 es elegido Secretario General del PSRM-PSOE, pasando a desempeñar en 1979 la presidencia del Consejo Regional de Murcia (ente autonómico precursor de la Comunidad Autónoma) tras la victoria socialista en la provincia en las elecciones generales de aquel año.
Una vez constituida la Comunidad Autónoma de Murcia en 1982, en las elecciones autonómicas de 1983 fue cabeza de cartel por el PSRM-PSOE, siendo la opción más votada, con un 52,5% de votos y 26 escaños, que le daban la mayoría absoluta, por lo que fue elegido en el mes de junio de 1983 primer presidente de la Región de Murcia.
Tras la aprobación del Estatuto de Autonomía, Andrés Hernández Ros presidió el primer Consejo de Gobierno de la historia de la Región de Murcia.
La gestión de este primer Gobierno de la historia estuvo marcada por diversas medidas encaminadas a implantar la nueva estructura autonómica, sin base histórica como tal. Junto a ello, medidas de gran repercusión mediática pero quizá de corte ingenuo, como la invitación a los entonces líderes de Estados Unidos, Ronald Reagan, y de la Unión Soviética, Konstantín Chernenko a visitar la Región y conciliar sus posiciones durante un acto a celebrar en la zona. Igualmente algunas iniciativas empresariales públicas, como la elaboración de un nuevo tipo de pimentón o la cría de langostinos.
Hernández Ros sería uno de los primeros políticos socialistas españoles salpicado por un presunto escándalo de corrupción que nunca pudo demostrarse. En concreto, la acusación de intento de compra de dos periodistas del diario La Verdad, provocó su dimisión al frente del Gobierno de la Región de Murcia en 1984.
A partir de esa situación permaneció apartado de la vida política e institucional de la Región de Murcia.

  
Asturias.

Rafael Luis Fernández Álvarez (Oviedo, 17 de septiembre de 1913-Oviedo, 18 de diciembre de 2010) fue un dirigente político español, primer presidente del Principado de Asturias.

Político español, primer presidente del Principado de Asturias, nacido en Oviedo el 1 de octubre de 1913 y fallecido en su ciudad natal el 17 de diciembre de 2009. Se licenció en Derecho por la Universidad de su provincia y en 1933 marchó a Bélgica con beca para realizar estudios de Hacienda Pública y Economía Política. En 1930 se ingresó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y hasta 1937 Consejero de Hacienda del Consejo Interprovincial de Asturias y León.
Al término de la Guerra Civil española se exilió en México, donde permaneció hasta 1976, año en que regresa definitivamente a España. En las elecciones generales de 1977 resultó elegido senador por su partido político, puesto que compatibiliza con el de presidente del Consejo Regional de Asturias a partir de 1978. En 1979 volvió a ser elegido senador y luego vicepresidente de la comisión de Economía y Hacienda, de la comisión Especial de Asuntos para Iberoamérica y de la comisión de Presupuestos.
 En 1982 fue elegido primer presidente de la Comunidad Autónoma asturiana. En las elecciones de 1986 y 1989 fue reelegido de nuevo senador por el mismo partido y comunidad autónoma. En 1993 y 1996 renovó otra vez su escaño de senador socialista. Rafael Fernandez Alvarez fue presidente del Consejo de Comunidades Asturianas y de la Fundación Archivo de Indianos.
Fue fundador del Patronato de la Fundación Príncipe de Asturias y, desde 1993, secretario general de la Agrupación Socialista de Oviedo. Fue miembro de la Orden del Mérito Constitucional y está en posesión de la Gran Cruz del Mérito Civil.

domingo, 19 de agosto de 2018

340-Etimologías de San Isidoro de Sevilla.- a

Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán;


Kurt muster espinoza

Etimologías.

Etimologías (Etymologiae u Originum sive etymologiarum libri viginti) es la obra más conocida de San Isidoro de Sevilla. Toma su nombre del procedimiento de enseñanza que utiliza: explicar la etimología de cada palabra relacionada con el tema, muchas veces de forma algo forzada y pintoresca. El título también puede provenir de la materia de la que trata uno de los veinte libros de los que se compone la obra (concretamente el décimo). Fue escrita por San Isidoro poco antes de su muerte, en la plena madurez (627-630), a petición de Braulio, obispo de Zaragoza.

historia.

Se trata de una inmensa compilación en la que se almacena, sistematiza y condensa todo el conocimiento de su tiempo. A lo largo de gran parte de la Edad Media fue el texto más usado en las instituciones educativas. También fue muy leído durante el Renacimiento (al menos diez ediciones fueron impresas entre 1470 y 1530). Gracias a esta obra, se hizo posible la conservación de la cultura romana y su transmisión a la España visigoda. Esta recopilación de la cultura clásica fue tan apreciada, que en gran medida sustituyó el uso de las obras de los clásicos cuyo saber recoge, de modo que muchas dejaron de ser copiadas y están perdidas, como por ejemplo las obras del gran erudito romano Varrón. 
San Isidoro poseyó un gran conocimiento de los poetas griegos y latinos. Entre todos, cita ciento cincuenta y cuatro autores. Muchos de ellos los había leído en los textos originales y otros en las compilaciones en uso para su época.
Por lo que respecta al estilo de la obra, es conciso y claro, y en cuanto a su orden, admirable. Braulio, a quien Isidoro la envió para su corrección, y a quien la dedicó, la divide en veinte libros. Los tres primeros libros introducen el trivium y el quadrivium.
Todo el primer libro está dedicado a la gramática, incluida la métrica. Imitando el ejemplo de Casiodoro y Boecio preservó la tradición lógica de la escuela reservando el segundo libro para la retórica y la dialéctica, y el tercero para las matemáticas.
San Isidoro debe mucho a las traducciones del griego de Boecio. Celio Aureliano, traductor latino e intérprete de autores griegos entre los que destacan Asclepíades de Bitinia y Sorano de Éfeso, es la fuente principal de la parte del cuarto libro que se dedica a la medicina. Lactancio es el autor más extensamente citado en el libro undécimo, dedicado al hombre. Los libros duodécimo, décimo tercero y décimo cuarto se basan en los escritos de Plinio y Solino. El plan general de la obra parece haberse basado en los Prata de Suetonio, hoy perdidos (se trataba de una historia natural).

A pesar de la condición de obispo de San Isidoro, su obra contiene abundante información sobre el ya extinguido mundo pagano, sobre sus dioses y costumbres, sin eliminarlos por su condición poco acorde con los principios cristianos, lo que da aún más valor a la compilación realizada por San Isidoro.

Libros de las Etimologías

Las Etimologías, con 448 capítulos, constituyen una enorme obra enciclopédica en la que se recogen y sistematizan todos los ámbitos del saber de la época (Teología, Historia, Literatura, Arte, Derecho, Gramática, Cosmología, Ciencias naturales...). Gracias a esta obra, se hizo posible la conservación de la cultura romana y su transmisión a la España visigoda.

División de la Filosofía.


En las Etimologías, Isidoro de Sevilla explica que los antiguos dividieron la Filosofía en tres partes, que según el formato de la Tabla de Tríadas se puede presentar así: Física, Lógica y Ética. Cada una de ellas se puede subdividir a su vez:


División de la Física: Geometría/Aritmética/Música.

División de la Lógica: Gramática/Dialéctica/Retórica.

División de la Ética: Justicia/Prudencia/Fortaleza/Templanza.


Libro I. Trivium: la gramática (incluida la métrica) 
Libro II. Trivium: la retórica y la dialéctica 
Libro III. Quadrivium: las matemáticas, geometría, música, y astronomía.
Libro IV. La medicina y las bibliotecas 
Libro V. El derecho y la cronología 
Libro VI. Libros eclesiásticos y los oficios 
Libro VII. Dios, los ángeles y los santos: jerarquías del Cielo y la Tierra.
Libro VIII. La Iglesia y a las herejías (de las más modernas de su tiempo numera no menos de sesenta y ocho) 
Libro IX. El lenguaje, los pueblos, los Reinos, las ciudades, y los títulos oficiales 
Libro X. Las etimologías 
Libro XI. El hombre
Libro XII. Las bestias y los pájaros 
Libro XIII. El mundo y sus partes 
Libro XIV. La geografía
Libro XV. Los edificios públicos y las avenidas 
Libro XVI. Las piedras y los metales 
Libro XVII. La agricultura 
Libro XVIII. Terminología de la guerra, la jurisprudencia y los juegos públicos 
Libro XIX. Los buques, las casas y los vestidos 
Libro XX. Las provisiones, utensilios domésticos, agrícolas y los mobiliarios.

Comentario

Los escolares alaban Isidoro el autór como ingenio, diligente, incansable, y fervoroso. El se hizó maestro del conocimiento de la Edad Media que era obtenible al mundo de latín. Compusó muchas obras literaturas, pero la más importante y imponente era su Etimologías. Esta obra representa una enciclopedia completa sobre temas vario que, después de las Sagradas Escrituras, era la obra más leyo y copio de la edad. Este libro es un fruto de una immensa lectura, de una larga paciencia y de un metodo escrupuloso. Su lenguaje es sencillo y de merito es el ser concisa, clara, y sobre todo, admirable de orden. (Mellone)
Isidoro partió la obra entre secciones con títulos, y su amigo San Braulio, el obispo de Zaragosa, la partio entre veinte libros, su forma presente. Contiene no solo los conocimientos eclesiastico pero también los conocimientos paganos de antiguedad. Las artes liberales le sirve de introducción, entonces Isidoro trata de las nociones fundamentales de la medicina. Escribe de las leyes de los tiempos y incluye un breve resumen de la historia universal. Recoge la notícia de las cosas sagradas, de las religiones y de las sectas. Su sistematizacion admirable de los conocimientos profanos incluye: linguistica y etnología; sociologia y jurisprudencia; geografia y agricultura; historia natural y cosmologia; lenguas, razas, monstruos, animales, minerales, plantas, edificios, campos, jardines, construcciones, bibliotecas, vestidos, costumbres, instrumentes de la paz y de la guerra, ciencia militar, máquinas y utensilios. Además de estos temas, Isidoro difine el hombre como "un animal racional, mortal, risible y capaz de instrucción." (Perez de Urbel, p. 217) Distingue tres generos de filosofia: natural, moral, y racional. Tambien trata del tema de los angeles y aún habla del origen del mal, de la gracia, y del libre albedrio. (Perez de Urbel) La importancia de las Etimologías es el ideal cientifico de que Isidoro escribió. Creyo que necesita tomar de la filosofia griega para ayudar con la interpretación de los libros santos. Los conocimientos pueden ser visto como una preparación al cristianismo, y podemos reinterpretarlos en esta luz. Su adopción de las ideas paganas muestra el punto de vista progresivo de Isidoro. Su objetivo era "armonizando el conocimiento profano, conquista de los siglos que no conocieron a Cristo, con el pensamiento mas alto de la filosofía cristiana." (Perez de Urbel, p. 215) Isidoro recogio estes temas porque penso que podían tener un valor de edificacion y ser una ayuda para bien vivir. El libro fue el primer retorno al mundo pagano después de la ofensiva de los barbaros, y salvó del olvido muchos ideas, muchos nombres y muchos textos. (Perez de Urbel)

Las Etimologías fueron escritas a ruegos de San Braulio pero hacia muchos años que Isidoro venía trabajando en ella. En 620 dedicaba una primera redacción al rey Sisebuto. Isidoro no estaba contento con esta redacción y quería corregir, ampliar, y completar aquella obra. Su amigo Braulio constantamente le rogaba por la obra completa, pero Isidoro se quedaba evasivo. En un ruego Braulio decía que "los caudales que Díos te ha dado. . . son tuyos y nuestros, son de todos," y quería que Isidoro compartiera sus caudales literatos. (Perez de Urbel, p. 210) Braulio era muy felíz cuando el obispo de Sevilla había traido el codice de las Etimologías a Toledo con ocasión del cuarto concilio nacional. Isidoro quedaba infelíz con esta redacción mala, y aunque Braulio puso orden en la obra, la dejó sin terminar. Nunca adquirio la obra la perfección deseada por Isidoro. (Gatell et al.)

El merito de esta obra esta acentuado porque la vida de Isidoro era una lucha entre las agitaciones del gobierno, de la politica y de la administración. (Perez de Urbel) Unas veces, sus derivaciones etimologicas nos hacen reir, pero otras nos sorprenden por la penetracion de su ingenio. Es fácil ridiculizar la obra por el uso sin critica de los origenes literatos, pero su recogimiento de los conocimientos por todas partes no era ninguna tarea fácil. (Mellone) Isidoro nunca habia pretendido lanzar teorias nuevas, pero cumplió su meta de recogimiento. Más de un mil manuscritos quedan hoy y atestan a la supervivencia y la importancia de las Etimologías de San Isidoro. (Gatell et al.)

Biografía Real Academia de Historia.

Isidoro de Sevilla, San. ?, c. 560 – ¿Sevilla?, 636. Obispo, teólogo, filósofo, polígrafo y santo.

A comienzos del siglo V, Hispania era una de las diócesis del Imperio Romano y administrativamente dependía del prefecto del Pretorio de las Galias. La Hispania peninsular comprendía cinco provincias: Baetica, Lusitania, Gallaecia, Tarraconensis, Carthaginensis, a las que había que sumar la Tingitania y Baleares. Los visigodos ocupan parte de la Tarraconense desde el año 415 como federados del Imperio. En calidad de tales llevaron a cabo incursiones en la Bética y eliminaron a los vándalos silingos.

En el año 418, sobre la base de un nuevo pacto con Roma, procedieron a su asentamiento en Aquitania, aunque escogieron como sede central Toulouse, en la Narbonense. Comenzó el reino de Tolosa (Toulouse). Se expandieron a continuación por la Tarraconense, hasta ocuparla por completo en el año 472. La fase siguiente fue la colonización de la parte noroccidental de la meseta central y las zonas del sur. En el año 507, derrotados en Vouillé por los francos, resistieron en centros de la Narbonense, hasta recibir el auxilio de los ostrogodos. Recuperado en parte el territorio de las Galias, el centro de gravedad del reino visigodo se desplazó hacia la Tarraconense.

A mediados del siglo VI, Hispania quedó en la siguiente situación: los visigodos ocupaban la Tarraconense, la Cartaginense, la Bética y la zona sur de Lusitania, así como la parte sur de las Galias. Los suevos, la Gallaecia. A la población hispano-romana, visigoda y sueva, hay que añadir grupos minoritarios de orientales y judíos.

Desde el punto de vista religioso, prescindiendo de los judíos, Hispania quedó escindida en dos: de un lado los católicos, que eran hispano-romanos y suevos, y de otro lado los arrianos, que eran visigodos. A pesar de ello, no se producían enfrentamientos entre los distintos grupos mientras la religión no adquirió valor político.

En la segunda mitad del siglo VI se produjeron tres acontecimientos de suma importancia. Dos de ellos tenían carácter político: la ocupación de una gran parte del sureste hispánico por los bizantinos como consecuencia de la petición de ayuda por parte de Atanagildo en su intento de derrocar a Ágila (552), y la anexión por Leovigildo del reino suevo con la consiguiente unificación bajo la Monarquía visigoda (588). El tercer acontecimiento fundamental para la comprensión del momento isidoriano fue la conversión del pueblo visigodo al catolicismo bajo el sucesor de Leovigildo, Recaredo, en el III Concilio de Toledo (589).

Se conoce el nombre del padre de san Isidoro, Severiano, gracias a la noticia que el propio Isidoro dedica a su hermano Leandro de Sevilla, en su De uiris illustribus (cap. 28). Ese nombre apunta a un origen hispano-romano, probablemente aristocrático. Se sabe que tuvo tres hermanos mayores: Leandro, Fulgencio (después obispo de Écija) y Florentina, pues así lo recuerda Leandro en su De institutione uirginum, dedicado a su hermana. A partir de ahí, las conjeturas son la única solución al resto de los problemas que plantean sus primeros años. En la noticia sobre su hermano, Isidoro informa de que nació en la provincia Cartaginense, indicación que deja amplio campo a la localización del lugar exacto, puesto que esta provincia abarca una extensión que va desde la costa sureste de la Península hasta el sur de Tortosa y avanza hacia el interior hasta cerca de Mérida por el sur, Toledo en la parte central y Palencia por el norte. La opinión más difundida es la que localiza a su familia en zona bizantina, partiendo de una interpretación de un pasaje de la obra antes citada de Leandro (31, 3-4), en el que éste se lamenta sobre la necesidad de abandonar la patria. Un poco más adelante (31, 6-7) Leandro, mencionando la marcha de Fulgencio a su tierra natal, habla del cambio experimentado en el lugar desde su infancia, al haber sido ocupado por extranei. Para unos, esto indica que la familia tuvo que emigrar debido a la ocupación de los bizantinos y ven en el conflicto entre Ágila y Atanagildo el motivo de expulsión: los grandes propietarios de Cartagena habrían apoyado a Atanagildo en su petición de ayuda a los bizantinos, y Ágila, como represalia, los expulsó cuando se estaba esperando la llegada de los bizantinos, hacia el año 550. Otros piensan que el contraste ciues/extranei tiene que aludir, por fuerza, a la oposición entre hispano-romanos y godos, lo cual llevaría a concluir que la familia de Severiano fue expulsada por los godos, hipótesis que apunta a los límites de la Cartaginense con la Bética (¿la Orospeda?). La expulsión se debería a la pugna entre católicos y arrianos y piensan en Ágila. Esto explicaría la presencia de la familia en Sevilla, cercana al lugar de procedencia y dominada por el rebelde Atanagildo. Como se ve, el texto presupone en el destinatario —su hermana— el conocimiento de hechos desconocidos en la actualidad, por lo que, llegar a conclusiones definitivas, es complicado. Por las palabras de Leandro, hay que suponer que Isidoro se educó junto a él, en Sevilla, ciudad de la que Leandro fue obispo desde 579, es decir, cuando Isidoro era un adolescente. Posiblemente estudió en la escuela catedralicia de Sevilla. No se sabe nada más con seguridad (algunos investigadores han apuntado un período de monacato, aunque no es probable), hasta su nombramiento como obispo de Sevilla en torno al año 600.

Las circunstancias vividas por Isidoro, desde aproximadamente el año 570 hasta su nombramiento como obispo, están vinculadas al período visigótico de mayor esplendor: los reinados de Leovigildo (c. 569-586 con Liuva hasta el 573) y su hijo Recaredo (586-601). Acontecimientos decisivos fueron la integración de la Gallaecia en el Reino visigodo con Leovigildo (585) y la desaparición del reino suevo; la revuelta de Hermenegildo contra su padre Leovigildo (579) y la conversión de los godos al catolicismo con Recaredo (589). Estos dos últimos ofrecen características similares, que reflejan bien la situación vivida por Isidoro, puesto que en ambos casos religión y política están en la base. Importantes por su significado fueron la “imperialización del reino” sobre el modelo de Bizancio y la adopción de Toledo como urbs regia.

En 573 Leovigildo asoció al reino a Hermenegildo y Recaredo. Como consors regni fue Hermenegildo a Sevilla (580), casado con la católica Ingunda. En Sevilla estaba Leandro. Puede que éste influyera en la conversión al catolicismo de Hermenegildo y, en cierto modo, apoyara la sublevación. De hecho fue enviado a negociar a Bizancio y allí permaneció hasta que fue vuelto a llamar por Leovigildo.

El problema entre arrianos y católicos fue percibido por Leovigildo en el 580, año en que convocó un Concilio arriano. La crisis no se resolvió hasta el 589, cuando Recaredo, en un Concilio convocado en Toledo y presidido por Leandro, adoptó la religión católica como religión del pueblo godo. Esta era la experiencia directa e indirecta de Isidoro cuando ocupó la sede de Sevilla y la herencia que recibió.

Desde aproximadamente el año 600 hasta su muerte en 636, fue obispo de Sevilla. Participó como tal en el II Concilio de Sevilla (619) y en el IV Concilio de Toledo (633). Firmó el Decreto de Gundemaro de 610 reconociendo la categoría de metrópoli para Toledo. No hay que esperar de un autor cristiano del siglo VII, que era obispo, una producción literaria en el sentido que actualmente se da a esta expresión. Se pueden encontrar obras concebidas al margen de las necesidades religiosas, pero siempre con una utilidad inmediata, que fundamentalmente puede enunciarse como la de educar al clero para que desarrolle su función de modo adecuado.

Aunque la obra más conocida de Isidoro, la que le dio fama a lo largo de toda la Edad Media, es las Etymologiae, casi toda su producción tuvo enorme importancia en el ámbito religioso y educativo. Un grupo estaba destinado a facilitar la lectura de la Biblia, casi exclusivamente el Antiguo Testamento: Prooemia, De ortu et obitu patrum, Allegoriae, Sententiae, Liber numerorum, Quaestiones in Vetus Testamentum.

Otras respondían a necesidades inmediatas de regulación del clero: Regula monachorum, De ecclesiasticis officiis, intervención en la Collectio Hispanica. Otras a la defensa de la recta doctrina y de la moral: De fide catholica y libro II de Differentiae. Hay varias que tienen un carácter histórico: De haeresibus, Chronicon, Historia Gothorum, De uiris illustribus. Por último, dejó obras de naturaleza pedagógica, como el libro I de las Differentiae, y otras de carácter ‘científico’ como el De natura rerum. De todas ellas, llama la atención los Synonyma, obra de utilidad discutible, de elaboración cuidadosa, que parece responder a un intento mezcla de ingenio y fervor personal.

Hasta el momento, no hay seguridad respecto a la datación relativa de las obras de Isidoro. Por esa razón, se sigue aquí la secuencia que adoptó Braulio de Zaragoza en su Renotatio, aún a sabiendas de que el orden en que enumeró las obras no fuera el que Isidoro siguió en su composición. Braulio cita dos libros de Differentiae, pero la transmisión manuscrita de ambos y su finalidad fueron distintos, y quizá también su fecha de composición.

El libro I (c. 600) constituye un ejemplo único dentro de la producción isidoriana. No es un manual, ni contiene información o datos sobre cuestiones de tipo educativo, ni trata de aspectos religiosos o doctrinales. Es una especie de diccionario temático —al que después se ha impuesto la ordenación alfabética—, presentado bajo la forma de diferencias. Representa, por tanto, en el proceso de adquisición de vocabulario, un escalón superior al del diccionario simple, puesto que aspira a la precisión en el uso de las palabras. No es suficiente saber de modo general qué significa caelum y aether, hay que establecer la diferencia correspondiente para que la interpretación de lo leído sea exacta y el uso al escribir correcto. Por eso la forma de las entradas es la habitual en este tipo de tratados: Inter caelum et aetherem... Si se considera que en la entrada siempre figura más de un vocablo y que cada uno de ellos comienza por una letra distinta, la distribución temática, además de ser la más utilizada en el momento, es la más adecuada para facilitar la consulta. Las dos versiones en que ha llegado hasta hoy, la temática y la alfabética, difieren en el número de lemas, mayor en la alfabética, que es posterior y de autoría no isidoriana. En cuanto al libro II, es de naturaleza cuasi doctrinal, aunque se mantiene la forma. Las ‘diferencias’ que Isidoro propone están pensadas para alcanzar la comprensión de problemas que el cristianismo plantea o bien para dar un alcance religioso a fenómenos ajenos, en un principio, al cristianismo. Este es el caso, por ejemplo, de la presencia de una extensísima diferencia destinada a definir, bajo el punto de vista religioso, las partes del cuerpo. La forma de ‘diferencia’ aplicada guarda evidente relación con el éxito del método utilizado en el libro I.

Prooemia parece ser el libro que podrá permitir el acceso a la lectura de la Biblia. Se trata de una serie de prólogos breves, algunos más que otros, que se corresponden con cada uno de los libros de la Biblia que conforman el canon, incluidos los Evangelios. Esto supone una presentación resumida del contenido de cada uno de los libros, al tiempo que una enumeración de los libros bíblicos canónicos (prol. Plenitudo Noui et Veteris Testamenti, quam in canone catholica recepit ecclesia, iuxta uetustam priorum traditionem ista est). La finalidad de estas sumarias introducciones era, indudablemente, servir de presentación a los libros para facilitar la comprensión global de su sentido.

La analogía existente entre los Prooemia y De ortu et obitu patrum se concreta en que ambos son una recopilación de noticias breves relativas a cuestiones bíblicas. Si los Prooemia eran presentaciones a los libros de la Biblia, el De ortu son “biografías” de personajes bíblicos. La primera diferencia que se advierte es el carácter selectivo, como no podía ser menos. No está claro cuál pudo haber sido el criterio aplicado en la selección, ni tampoco la diferencia en la extensión dada a unos y otros personajes.

Al tratarse, básicamente, de noticias resultantes de la reelaboración de los datos existentes en la Biblia sobre estos personajes, cabría pensar que la extensión depende en principio de esto. Ahora bien, en ocasiones, los capítulos añaden datos procedentes de los comentaristas o de obras ‘biográficas’, como sucede con el Quaestiones Hebraeae o epístolas de Jerónimo de Estridón, los Moralia in Iob de Gregorio Magno, De Officiis de Ambrosio de Milán o libros anteriores de tema paralelo. Este hecho conduce a la aceptación de la arbitrariedad en la extensión, resultante de ir acumulando sobre el personaje datos procedentes de unas cuantas fuentes disponibles desde el principio. Es decir, no se busca información específica para cada capítulo, sino que todos se elaboran y acogen la información que el autor encuentra en los textos seleccionados con vistas a la redacción. El destinatario concreto de De ecclesiasticis officiis (610-615) era su hermano Fulgencio, obispo de Écija.

Como es habitual en este tipo de dedicatorias, Isidoro decía que emprendía el trabajo a instancias de su hermano, que deseaba información acerca de los orígenes de ritos y festividades celebradas por la Iglesia. Sin embargo, el destinatario implícito era el clero en general. Dispuesta en dos libros, el primero trata de la procedencia de los ritos que acompañan a los oficios (de origine officiorum, que probablemente fue el título original): música, lecturas y procedencia de las mismas —la Biblia—, oraciones de la misa y sentido de la consagración, oficios diarios y sentido especial del sábado y domingo, festividades anuales e instituciones que acompañan a algunas de ellas (ayuno y abstinencia).

El segundo libro (de origine ministrorum) describe el clero y su tipología; sigue con los sacramentos: matrimonio, catecumenado, símbolo de la fe, bautismo, crisma y confirmación. Synonyma (c. 610) está dividido en dos libros de naturaleza un tanto diferente y su importancia va más allá que la que despierta su contenido. En cierto sentido, puede ser considerada como la pieza más literaria de las escritas por el arzobispo de Sevilla. Su forma, que actualmente produce en el lector una sensación de acumulación de términos semánticamente plenos, cadenciosa y repetitiva hasta la saciedad, constituyó para la Edad Media un estilo altamente valorado, al que se dio el nombre de ‘stilus isidorianus’. No quiere esto decir que sea Isidoro su creador, sino que con él alcanzó mayor intensidad. Leandro en el De institutione uirginum y Gregorio Magno en sus Moralia in Iob ofrecen ya muestras del favor que ese estilo había logrado en el siglo VI y que, en último término, tiene sus raíces en la literatura postaugustea, especialmente en Séneca. El atractivo derivado de este aspecto de la obra ha llevado, durante siglos, a olvidar la valoración de su contenido. Obra ascética o espiritual, como la define J. Fontaine, gran estudioso de san Isidoro.

En el prólogo, Isidoro define los Synonyma como una obra surgida de la lectura de una scedula, cuya forma de expresión (formula) le indujo a elaborar un lamentum, término bajo el que lo cita Ildefonso de Toledo en su De uiris illustribus (8): [...] librum lamentationis quem ipse Synonymorum uocauit [...]. Se trata de un monólogo interior que recuerda los Soliloquios de Agustín de Hipona, lo cual explica el título de Soliloquia, isidoriano también, que fue muchas veces preferido a lo largo de la Edad Media. En realidad, este esquema se percibe con toda claridad en el libro I, pero no en el II, que está integrado por una serie de normas que hay que seguir en el camino hacia la perfección. Se ha transmitido, al igual que otras obras de Isidoro, en una doble versión.

Otra pieza significativa de la personalidad isidoriana es el De natura rerum (613). La obra es una mezcla de nociones elementales: comienza con la definición y descripción de lo que es el día y los tipos de día, avanzando, a continuación hasta llegar al año, las estaciones y equinoccios y solsticios. A partir de aquí, el planteamiento cambia y adquiere un carácter de tratado astronómico primero y meteorológico después, para pasar finalmente a ocuparse de los fenómenos terrestres, con un tratamiento próximo al geográfico.

En su conjunto, son temas que reciben también atención en las Etimologías: astronomía, meteorología, geografía, etc. Está dedicada a Sisebuto. Por su título recuerda al poema de Lucrecio, pero su concepción, como es lógico, difiere profundamente. Isidoro escribió un Liber numerorum, pero existen dudas de que sea el tratado anónimo que con ese mismo título ha llegado hasta hoy (se tiene una obra de título semejante, Liber de numeris, de clara procedencia irlandesa). En él Isidoro aclara el sentido alegórico de los números, a fin de que, cuando aparecen en la Biblia, adquieran para el lector su significado profundo. El libro pone al descubierto el significado de los números dentro de las Sagradas Escrituras, atribuyendo a éstos un valor simbólico, que sólo la interpretación alegórica puede alcanzar. Es un problema tradicional e Isidoro atribuye a la recta comprensión del significado la categoría de doctrina y a lo que los números encubren el carácter de mystica sacramenta. Después de definir qué es ‘número’, comienza con el 1 y selecciona los números que tienen un especial significado dentro de la Biblia: 1-16, 18, 19, 20, 24, 30, 40, 46, 50 y 60. Aunque adaptado a las necesidades culturales de su época y su religión, tiene puntos de contacto con el libro De arithmetica de la obra de Marciano Capela.

Allegoriae (c. 615) es un tratado que da de cada personaje una interpretación alegórica, por contraposición con las noticias de los tratados anteriores, que podrían catalogarse como históricas. De acuerdo con ello, los personajes son, a menudo, tipos bíblicos. Al hablar de tipos hay que entender que no siempre se trata de personajes concretos, con nombre propio que los identifica, sino que se toma un tipo, como la mujer que encontró una moneda, el ‘rico’, los ‘ciegos’, los ‘cojos’, etc. Estas últimas suman el 45 por ciento del total, y en un 99 por ciento se concentran en la última parte de la obra, es decir en la parte dedicada a los personajes del Nuevo Testamento.

Lo mismo que se ha dicho a propósito del liber numerorum puede aplicarse al tratado De haeresibus, una compilación de las herejías que se dieron durante los siglos anteriores, tanto por relación al cristianismo, como al judaísmo y lo que podría considerarse como religión entre los gentiles: las doctrinas filosóficas. Por lo que atañe al cristianismo, algunas de las herejías descritas todavía persistían en el momento en que Isidoro escribió. El De haeresibus cuenta con correlatos dentro de las Etymologiae, aunque de menor extensión; se corresponde con un capítulo del libro VIII.

Sententiae, o De summo bono, título este último con que se le conoce, sobre todo, durante la Edad Media, consta de tres libros y su contenido se encuentra a mitad de camino entre una obra doctrinal y una obra moral. Dentro de la primera categoría podría considerarse el primer libro: desde Dios al hombre, la Iglesia, los paganos (los que están fuera de la Iglesia), la ley divina, la Biblia y sus modos de expresión, así como la diferencia entre los dos Testamentos. La organización de la Iglesia: oración, sacramentos; mártires y santos, Anticristo, resurrección, juicio final, infierno, cielo.

Los otros dos libros, sin embargo, adoptan una postura moralizante y son una exposición de los caminos que el cristiano debe seguir para integrarse en la Iglesia descrita en el libro I. Su difusión durante la Edad Media fue considerable.

La Chronica es una recopilación de los hechos históricos desde el comienzo del mundo, que para Isidoro es el año 5200, hasta Sisebuto, en una versión, y hasta Suintila en otra. Es decir, que se cuenta con dos redacciones, cuyas diferencias no se reducen a la prolongación en el tiempo de las noticias existentes en la versión breve, sino a la diferente forma que adopta el texto en algunos pasajes. Sus antecedentes se encuentran en el Chronicon de Eusebio de Cesárea, trasladado y adaptado al latín por Jerónimo, aunque la distribución en seis edades está tomada de Agustín de Hipona. Es un género seco de estilo, que se limita a anotar los datos de forma escueta.

Aunque al De fide catholica contra Iudaeos podría atribuírsele carácter doctrinal, lo cierto es que, en Isidoro, la frontera entre lo doctrinal y lo no doctrinal no es fácil de trazar.

Se trata de una obra relativamente extensa, dedicada a su hermana Florentina. La primera parte del título: De fide catholica, responde bien a su contenido. Dividida en dos libros, el primero de ellos es una demostración positiva de la verdad cristiana expuesta al hilo de los puntos cruciales de la vida de Cristo. En la segunda parte introduce los argumentos que la Biblia proporciona para mostrar el error de gentiles y judíos, incidiendo sobre la conversión de los primeros y el hecho de que el dogma judío ha quedado relegado con la llegada de la nueva ley.

La obra se toma como un apoyo a la política antijudía de Sisebuto, pero no se presenta como un alegato contra los judíos, sino como una exposición razonada acerca de la verdad y el error. Los únicos puntos en que se observa un rechazo concreto es cuando se refiere a las prácticas religiosas de gentiles y judíos, por él consideradas supersticiosas. El hecho de que los preceptos rituales judíos se mantengan todavía, frente a los paganos, que en la práctica han desaparecido, es lo que otorga a estos pasajes un carácter más polémico.

De uiris illustribus es un catálogo de escritores cristianos, tomando como antecedente los tratados sinónimos de Jerónimo y Genadio. Al igual que otras obras suyas, el De uiris illustribus ha llegado en una doble versión, de alcance variable, esta vez consecuencia de la manipulación que posteriormente se ha hecho de la obra del obispo hispalense. La obra original consta de treinta y tres pequeñas biografías de autores cristianos, sobre las que posteriormente se añadieron trece capítulos mediante la reelaboración del capítulo inicial. Destaca la inclusión de un alto número de escritores hispánicos, sobre todo del período más reciente.

Se atribuye este hecho a un progresivo provincialismo, aunque también habría que tener en cuenta que en la segunda mitad del siglo vi el panorama literario occidental es pobre y, en una gran proporción, se concentra en Hispania.

Regula monachorum es uno de los primeros escritos de Isidoro, anterior al 619; su destino concreto no se conoce. Se trata de trazar un modelo de conducta de los monjes, siguiendo el camino de Regulae anteriores, aunque parece inclinarse más hacia modelos orientales (Regula Pachomii) que occidentales (Regla de san Benito). En el Proemio declara su intención de flexibilizar las normas de las antiguas Regulae, de modo que la condición de monje sea asequible a todos, sin exigir la perfección. Comenzando con el recinto, sigue con los monjes, el trabajo al que deben dedicarse, actividades religiosas (oficios, reuniones, lecturas...), alimentación, festividades, etc. Hay dos redacciones de la obra, una de ellas probablemente de la segunda mitad del siglo VII.

Historia Gothorum, Wandalorum et Sueuorum, en su conjunto, pertenece a una tradición literaria distinta a los Chronica. Su objeto está restringido a la historia de los pueblos que en el siglo v ocuparon las distintas zonas de Hispania, a partir del momento en que hicieron su aparición en el Imperio Romano. El autor se permite una cierta personalización en el estilo y las noticias son más amplias, aportando datos curiosos, relativos a la personalidad del monarca tratado.

Ahora bien, la delimitación impuesta al objeto historiado hace que la variedad en las noticias sea menor.

Desaparecen observaciones relativas a las figuras importantes del momento, tal como vemos en la Crónica, y el conjunto se aproxima más al tradicional método histórico. La Historia Gothorum se ha transmitido en dos recensiones, una que termina con Sisebuto (619) y otra con Suintila (626), modificada en diversos puntos, tal como sucedía con los Chronica.

La Laus Spaniae precede en muchos casos al conjunto de las tres y, en otros casos, sirve de colofón a la Historia Gothorum. Es un elogio encendido de Hispania, que sigue los pasos de los elogios a las ciudades tan frecuentes en época tardía.

Otro de sus libros, Quaestiones in Vetus Testamentum, en parte de la tradición manuscrita figura bajo el nombre de Mysticorum expositiones sacramentorum, título que nos acerca de inmediato al tipo de comentario.

En efecto, se trata de un comentario, primordialmente alegórico, a pasajes seleccionados de los libros del Antiguo Testamento. Aunque en la Renotatio de Braulio de Zaragoza se cita como integrada por dos libros, la obra, tal y como se ha transmitido hasta el presente, sólo consta de uno. Está precedida de un prólogo en el que Isidoro explica las razones que le han llevado a componerlo. Siguiendo un tópico común insiste en la brevedad de sus comentarios y justifica el carácter místico de los mismos aludiendo a la existencia de otra obra suya en que se había ocupado del sentido histórico. Como dice, no toda la Biblia tiene sentidos ocultos bajo la simple letra, pero el hecho de que los pasajes que no lo tienen formen un todo coherente con los que sí lo tienen, imprime al conjunto un sentido que va más allá del histórico.

Dentro de los episodios, en unos casos, se seleccionan aspectos que pueden plantear problemas morales: así, la aceptación del concubinato por parte de Abraham (capítulo 20 = Génesis, capítulo 25, versículos 1-11), la simulación de Isaac haciendo pasar a Rebeca por su hermana (capítulo 21 = Génesis, capítulo 26). El comentario va precedido de un resumen del episodio al que pertenece el punto comentado.

Otras veces, el comentario está motivado por la aparente vacuidad del texto bíblico, que obliga a buscarle un sentido trascendente: episodio de los pozos excavados por Isaac y sus riquezas. De cualquier modo, como dice en el prólogo, siempre se trata de episodios que han sido comentados previamente por los anteriores padres de la Iglesia.

Dado el tipo de comentario, destinado más que a aclarar la lectura, a interpretarla y orientarla en el sentido ya aceptado por la Iglesia, la extensión va disminuyendo, los episodios seleccionados son más breves a medida que se accede a acontecimientos menos necesitados de aclaraciones u orientaciones. La selección se hace más tajante. El apartado dedicado a los Numeri está destinado exclusivamente a desarrollar el capítulo 33 de la Biblia: Stationis Israelis in deserto, a manera de los Itineraria. La selección de pasajes del Deuteronomio es peculiar, porque no respeta el orden en que aparecen en la Biblia, sino que impone una organización propia. Hay una selección de pasajes del Levítico. Incluye a continuación: Josué, Jueces, reduce el libro de Ruth a un capítulo (el último del libro de Josué), los libros de Reyes, Esdras y Macabeos.

Esta última inclusión es lógica, puesto que se trata de un libro histórico y, de hecho, Isidoro sólo se ocupa de éstos. Ni es todo el Antiguo Testamento, ni es un comentario seguido de los libros comentados. Sólo los libros históricos.

Además de las obras citadas, queda un pequeño numero de epístolas y una interesante y discutida colección de versos (Versus Isidori), que parecen haber estado destinados a ilustrar, no tanto los libros de la biblioteca del obispo sevillano, como los de una biblioteca básica modelo, ya que los pequeños poemas se refieren a autores —tanto cristianos como no cristianos— que se consideraban por entonces como indispensables.

Tal vez, de no haber escrito las Etymologiae, Isidoro no ocuparía el lugar destacado que actualmente tiene en la historia “literaria”. Las Etimologías, obra a la que con frecuencia se da el nombre de “Enciclopedia de la Edad Media”, responde a esa denominación en el sentido de que en ella es posible encontrar información sobre las cuestiones y objetos más diversos. Desde la gramática a los arneses, Isidoro ha recogido en veinte libros —bajo esa forma ha llegado hasta la actualidad— definiciones y descripciones relativas a miles de referentes. Unos existen, otros son inexistentes ya en su momento; lo cual indica que la enciclopedia, básicamente, no está destinada a entender el mundo real, sino el mundo escrito.

El orden en que la información está dispuesta es uno de los problemas que plantea esta obra. Los tres primeros libros constituyen un conjunto formado por pequeños manuales de las siete artes liberales: gramática, retórica, dialéctica (libros I y II), aritmética, geometría, música, astronomía (libro II). A los libros VII-X les confiere unidad el estar dedicados a estudiar los nombres de los seres divinos y humanos, los nombres de los colectivos de que forman parte (tanto religiosos como civiles), de las instituciones a las que pertenecen, y los nombres que, dentro y fuera de ellas, se adjudican al hombre. En cuanto a los libros XI-XX, están dedicados a una descripción del mundo y sus habitantes. El reino animal (el hombre seguido por el resto de los seres vivos): libros XI y XII. El universo como creación de Dios (fenómenos propios, la tierra y sus accidentes): XIII-XIV; reino mineral: XVI, y reino vegetal: XVII. Fenómenos y objetos cuya existencia caracteriza la sociedad humana: XVIII-XX. Para que la lógica sea completa quedan dos huecos, uno entre los libros III y VII y otro entre el XIV y XVI. El primero va acompañado de problemas en la transmisión manuscrita, mientras que el segundo no.

Los libros IV, V y VI están dedicados a la medicina —prolongación de las artes liberales— (IV), a las leyes y la cronología, incluido el factor historia (V), y los libros bíblicos así como las festividades cristianas y el modo de calcular el momento de celebración (VI), que parece paralelo al libro V: normas religiosas/leyes y cronología de los principales hitos de la historia del cristianismo acompañados del cómputo. El libro IV es posible que fuese añadido posteriormente al grupo inicial formado por los libros I-III, mientras que los libros V y VI responderían a la idea de completar con las leyes el cuadro. Tal como se ha transmitido en el libro IV, con su capítulo final indicando que la medicina es el elemento que falta para culminar las artes liberales, es evidente que no pudo ir nunca detrás del de legibus —segunda parte del libro V—, tal y como se encuentra en algunos manuscritos. Con lo cual hay que pensar que la parte de las leyes iba suelta, como también era independiente la parte de la historia. La parte de la transmisión manuscrita que conserva el orden III-Va-IV-Vb es la más antigua, puesto que presupone la existencia de un bloque al que ya se había añadido el IV y un arreglo (no isidoriano) que inserta todas las materias susceptibles de ser consideradas básicas socialmente, dejando para el final la declaración de la medicina como remate. O bien puede interpretarse como una primera fusión de las leyes al grupo de las artes liberales sobre el que se suma el libro de medicina que circulaba suelto. ¿Cabría pensar en el Vb, dedicado en parte a la aclaración de conceptos como día, mes, etc., a modo de un complemento al de astronomia? En cuanto al libro XV, dedicado a edificios y campos, estos últimos desde el punto de vista de su habitación humana (los dos capítulos finales), parece reflejar una idea, de por sí interesante, para comprender la visión medieval del universo: la inexistencia del mundo sin la presencia del hombre; de ahí que la descripción puramente geográfica reciba el complemento de la descripción de los “accidentes” que en la tierra van aparejados con la presencia del hombre. De aceptar esta idea, no existiría salto entre el libro XIV y el XVI.

El sistema de exposición está en gran parte basado en la etimología, por lo que se refiere a la identificación de las características del referente, la definición y la descripción. En ocasiones, a la definición y descripción añade un ejemplo. No hay duda de que es el mismo sistema que el seguido en las entradas de los diccionarios. Aunque la etimología es potestativa en los diccionarios, los otros dos rasgos son inevitables: definición, si se trata de un concepto o un hecho, descripción si se trata de un objeto. Su consulta durante la Edad Media fue masiva. Su uso con el tiempo necesitó de la ayuda de índices que hicieran más fácil su manejo: los índices de materias e incluso de términos se anteponen o siguen en los manuscritos al texto. No creo que sea adecuado decir que la Edad Media se nutrió de las Etimologías. Si lo hizo, fue en la medida en que la lectura de los textos enfrentaba al lector a una serie de problemas terminológicos de difícil solución y encontraba allí manuales básicos, que le evitaban la búsqueda de otros. En las Etymologiae encontraba no sólo la solución para identificar a un monarca, sino también la época en que había vivido; podía saber qué eran los Fasti y al mismo tiempo entender —siempre según Isidoro— por qué tenían ese nombre. A un nivel elemental podía situarse y comprender un mundo pretérito, punto de referencia obligado, puesto que a él pertenecían todos los instrumentos y lecturas que lo rodeaban, incluidos los relativos al mundo cristiano.

 

Obras de ~: Allegoriae; Chronica; Differentiae I; Differentiae II; De ecclesiasticis officiis; Etymologiae; De fide católica; De haeresibusat (atrib.); Historiae; De natura rerum; Liber Numerorum (atrib.); De ortu et obitu patrum; Prooemia in Vetus Testamentum; Quaestiones in Vetus Testamentum; Regula; Sententiae; Synonyma; De uiris illustribus.

Ediciones: W. M. Lindsay, Isidori Hispalensis episcopi Etymologiarum siue Originum, Oxford, Clarendon Press, 1911; A. C. Vega (OSA), S. Isidori Hispalensis episcopi De haeresibus liber, El Escorial, Typis Augustinianis Monasterii Escurialensis, 1940; J. Fontaine, Isidore de Séville. Traité de la nature, Bordeaux, Péret et fils, 1960; C. Codoñer, El ‘de uiris illustribus’ de Isidoro de Sevilla, Salamanca, Ediciones Universidad, 1964; C. Rodríguez Alonso, Las historias de los godos, vándalos y suevos de Isidoro de Sevilla, León, Estudios Leoneses, 1975; C. Chaparro, Isidorus Hispalensis. De ortu et obitu patrum, Paris, Les Belles Lettres, 1985; D. Poirel (ed. crítica, trad. y comentarios), Les ‘Allegoriae’ d’Isidore de Seville. Ed. critique, traduction et commentaire, tesis doctoral, Paris, École de Chartes, 1986 (inéd.); Ch. M. Lawson, De ecclesiasticis officiis, Turnhout, Brepols, 1989 (Corpus christianorum, Series latina, 113); C. Codoñer Isidoro de Sevilla. Differentiae. Libro I, Paris, Les Belles Lettres, 1992; P. Cazier, Isidorus Hispalensis Sententiae, Turnhout, Brepols, 1998 (Corpus christianorum, Series latina, 111); J. M.ª Sánchez Martín, Isidori Hispalensis versus, Turnhout, Brepols, 2000 (Corpus christianorum, Series latina, 113A); J. Elfassi, Les Synonyma d’Isidore de Séville: éditión critique et histoire du texte, tesis doctoral, Paris, École Pratique Hautes Études, 2001 (inéd.); J. C. Martín, Isidori Hispalensis Chronica, Turnhout, Brepols, 2003 (Corpus christianorum, Series latina, 112); M.ª A. Andrés Sanz, Isidori Hispalensis episcopi De differentiis liber II, Turnhout, Brepols, 2005 (Corpus christianorum, Series latina, 111A).

Bibl.: F. Arévalo, S. Isidori Hispalensis episcopi Hispaniarum doctoris opera omnia, Roma, Typis Antonii Fulgonii, 1797-1803 [en J. P. Migne, Patrología Latina, vols. 81-83, Paris, 1844-1865; Patrología Latina Database, Alexandria, VA, Chadwyck- Healey, 1995 (recurso electrónico)]; W. Gundlach (ed.), Monumenta Germaniae Historica. Epistolae Merowingici et Karolini aevi, vol. III, Berlin, Weidmann, 1892; G. Bardy, “La Littérature patristique des Quaestiones et Responsiones sur l’Écriture Sainte”, en Revue Biblique, 42 (1933), págs. 341-369; J. A. Aldama, “Indicaciones sobre la cronología de las obras de Isidoro de Sevilla”, en Miscellanea Isidoriana (Roma, Universidad Gregoriana), 1936, págs. 57-89; C. Leonardi, “In torno al Liber de numeris di Isidoro di Siviglia”, en Bulletino Istituto Storico Italiano Medio Evo e Archivio Muratoriano, 68 (1956), págs. 203- 231; J. Chatillôn, “Isidore et Origène”, en VV. AA., Mélanges bibliques rédigés en l’honneur d’André Robert [París], Bloud et Gay [1957], págs. 536-547 (Travaux de l’Institut Catholique de Paris, 4); R. E. McNally, “Isidorian pseudepigrapha in the early Middle Ages”, en M. C. Díaz y Díaz (ed.), Isidoriana: Colección de estudios sobre Isidoro de Sevilla, León, Centro de Estudios “San Isidoro”, 1961, págs. 305-316; Arcipreste de Talavera, Vidas de San Ildefonso y San Isidoro, ed., pról. y notas de J. Madoz y Moleres, Madrid, 1962 (col. Clásicos Castellanos n.º 134); J. Fontaine, “Isidore de Séville auteur ascétique’: les énigmes des Synonyma”, en Studi Medievali, 6 (1965), págs. 163-195; J. Campos Ruiz e I. Roca Meliá (ed.), Reglas monásticas de la España visigoda: los tres libros de las “Sentencias”. San Leandro, San Isidoro, San Fructuoso, Madrid, La Editorial Católica, 1971, págs. 90-125 (col. Santos Padres españoles, II); J. Fontaine, “Fins et moyens de l’enseignement ecclésiastique dans l’Espagne wisigothique”, en VV. AA., La scuola nell’Occidente latino dell’alto Medioevo: Settimane di studio del Centro Italiano di Studi sull’Alto Medioevo, XIX, 15-21 aprile 1971, Spoleto, Centro Italiano di Studi sull’Alto Medioevo, 1972; C. Codoñer, El ‘de uiris illustribus’ de Ildefonso de Toledo, Salamanca, Ediciones de la Universidad, 1972; L. Riesco Terrero, Epistolario de San Braulio. Introducción, edición crítica y traducción, Sevilla, Editorial Católica Española, 1975; B. S. Albert, “De fide catholica contra Iudaeos d’Isidore de Seville”, en Revue des Etudes Juives, 141 (1982), págs. 289-316; M. C. Díaz y Díaz, “Introducción”, en San Isidoro de Sevilla, Etimologías, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1982, págs. 1-257; J. Fontaine, Isidore de Séville et la culture classique dans l’Espagne wisigothique, Paris, Études Augustiniennes, 1983; R. Collins, Early medieval Spain: unity in diversity, 400-1000, London, Macmillan, 1983; H. Sajus, Les Prooemia d’Isidore de Séville. Établissement du texte et étude de la tradition manuscrite, tesis de licenciatura, 1986-1987 (inéd.); L. A. García Moreno, Historia de España visigoda, Madrid, Cátedra, 1989; P. Cazier, Isidore de Séville et la naissance de l’Espagne catholique, Paris, Beauchesne, 1994; W. Drews, Juden und Judentum bei Isidor von Sevilla: Studien zum Traktat “De fide catholica contra Iudaeos”, Berlin, Duncker & Humblot, 2001; Braulio de Zaragoza, “La Renotatio librorum Domini Isidori” de Braulio de Zaragoza (†651), ed., trad. e introd. de J. C. Martín, Logroño, Fundación San Millán de la Cogolla, 2002; J. Fontaine, Isidoro de Sevilla: Génesis y originalidad de la cultura hispánica en tiempos de los visigodos, trad. de M. Montes, Madrid, Encuentro, 2002.