El enclave de Treviño
El enclave de Treviño está situado en el norte de España, perteneciendo a la provincia castellanoleonesa de Burgos, aunque completamente rodeado por territorio vasco de Álava. Pertenece a la comarca del Ebro y forma parte del partido judicial de Miranda de Ebro, ciudad que se encuentra a pocos kilómetros.
Está formado por dos municipios: Condado de Treviño, con 260,71 km² y con una población de 1398 habitantes (INE 2014); y La Puebla de Arganzón, con 18,87 km² y 531 habitantes. En total el enclave abarca 279,58 km² y tiene una población de 1929 habitantes.
Posee un patrimonio monumental variado, que incluye arquitectura civil y religiosa. Su amplia extensión y variedad orográfica le permite disponer de amplios recursos. De entre las canteras de Ajarte se extrajo piedra para la construcción de edificios emblemáticos de la zona como la Catedral de Vitoria.
Historia
En la pedanía de Laño aún se pueden ver las cuevas artificiales que fueron habitadas por ermitaños hace más de mil quinientos años. El conjunto de Las Gobas conserva grabados de figuras de animales e inscripciones.
La fundación oficial de la población de Treviño se realizó en 1161 por el rey de Navarra Sancho VI el Sabio, aunque en 1200 pasa a poder de Castilla tras la victoria que el rey castellano Alfonso VIII obtuvo en la guerra que mantuvo contra el rey navarro, siendo desde ese momento el Condado de Treviño una parte más de Castilla hasta nuestros días. En el medievo era conocido con el nombre de Uda Treviño o tierras de Uda.
Al estar en un cruce de caminos durante la Edad Media, se desarrolló una floreciente aljama judía.
Sáseta es una de las aldeas que antes se desarrolló, al estar en la entrada del "Camino del Vino y el Pescado" (Camino Real que comunicaba los valles del Ebro con la costa cantábrica) en el Condado.
El 8 de abril de 1366, Enrique II de Trastámara concedió a Pedro Manrique, como pago a los servicios prestados, la villa de Treviño de Uda con todas sus aldeas y términos, por lo que la comarca pasa de ser zona de realengo a zona de señorío. Un bisnieto de Pedro, Diego Gómez Manrique de Lara, recibió del rey Juan II de Castilla en 1453 el título de Conde de Treviño. Un hijo de éste, Pedro Manrique de Lara, recibió de los Reyes Católicos, en 1482, el título de duque de Nájera, (título que hoy día ostentan sus descendientes).
En el siglo XVI los Condes de Treviño, que eran ya desde 1482 duques de Nájera, construyeron su palacio, hoy día ayuntamiento de la villa.
A pesar de que ya en 1646, al igual que sucede con Oñate a Guipúzcoa, la Tierra de Ayala a Álava o las Encartaciones a Vizcaya, una representación treviñesa solicitó la incorporación del territorio ante las Juntas Generales de Álava, en 1833 Javier de Burgos realizó la división de España en provincias, quedando Treviño asignado, por Real Decreto, si bien se dijo que «los enclaves sitos en las Provincias Exentas [las forales], pasasen a la de Régimen Común más inmediata», lo cierto es que el enclave de Treviño pasó a la provincia de Burgos.
Condado de Treviño (título nobiliario)
El condado de Treviño es un título nobiliario español, creado el 3 de noviembre de 1453 por Juan II de Castilla para Diego Gómez Manrique de Lara y Castilla, ix señor de Amusco, hijo de Pedro Manrique de Lara y Mendoza, viii señor de Amusco, y de Leonor de Castilla y Alburquerque.
El nombre del título, hace referencia al enclave de Treviño, perteneciente a la provincia de Burgos aunque rodeado de tierras alavesas. Fue fundada en 1161 por el rey de Navarra Sancho VI el Sabio, pero desde 1200 perteneció a la Corona de Castilla.
Condes de Treviño | Periodo | |
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Creación por Juan II de Castilla | ||
i | Diego Gómez Manrique de Lara y Castilla | 1453-1458 |
ii | Pedro Manrique de Lara y Sandoval | 1458-1515 |
iii | Antonio Manrique de Lara | 1515-1535 |
iv | Juan Esteban Manrique de Lara y Cardona | 1535-1558 |
v | Juan Esteban Manrique de Lara Acuña y Manuel | 1558-1590 |
vi | Juan Manrique de Lara | 1590-1598 |
vii | Luisa Manrique de Lara | 1598-1627 |
viii | Jorge de Cárdenas Manrique | 1627-1644 |
ix | Jaime Manuel Manrique de Cárdenas | 1644-1652 |
x | Francisco María Manrique de Cárdenas | 1652-1656 |
xi | Teresa Antonia Manrique de Lara y Mendoza | 1656-1657 |
xii | Antonio de Velasco Manrique de Mendoza Acuña y Tejada | 1657-1676 |
xiii | Francisco Miguel Manrique de Velasco | 1676-1678 |
xiv | Nicolasa Manrique de Mendoza | 1678-1709 |
xv | Ana Micaela Guevara Manrique de Velasco | 1709-1730 |
xvi | Joaquín María Portocarrero y Manrique de Guevara | 1730-1731 |
xvii | Diego Isidro de Guzmán y de la Cerda | -1849 |
xviii | Juan de Guzmán y Caballero | 1849-1891 |
xix | María del Pilar de Guzmán y de la Cerda | 1891-1901 |
xx | Juan de Zabala y Guzmán | 1901-1910 |
xxi | María del Pilar de Zabala y Guzmán | 1910-1915 |
xxii | María del Pilar García-Sancho y Zabala | 1915-1916 |
xxiii | Juan Bautista Travesedo y García Sancho | 1917-1965 |
xxiv | José María Travesedo y Martínez de las Rivas | 1967-1993 |
xxv | Juan Travesedo y Colón de Carvajal | 1994-2003 |
xxvi | Ignacio Travesedo y Juliá | 2003 - actual titular |
Brujerías vascas. Resumiendo de la página Euskal Herría (fue una revista publicada en San Sebastián entre 1880 y 1918. Su fundador fue José Manterola.) diremos que en el mundo de las viejas creencias todos los seres y cosas tienen su imagen, ambos están ligados por una fuerza -adur-, y se supone que lo que se hace a la imagen también le sucederá al ser mismo. Esta, como otras muchas, era una creencia habitual en el País y muchos ejemplos lo prueban así. En la sabiduría popular, el rostro representado en las monedas podía ser de cualquier persona. En Gipuzkoa, por ejemplo, estaba muy extendido el doblar una moneda y arrojarla a una ermita o al fuego cuando se quería hacer daño a alguien. Los mismo sucede, por otra parte, con los nombres de los seres: se asegura que lo que se dice al nombre le sucederá al ser. Por eso las maldiciones inspiraban gran temor. Por otra parte está el mal de ojo -begizko-, que en la Edad Media era patrimonio de casi todas las mujeres ancianas y se producía como consecuencia de la corrupción del flujo menstrual en el interior del organismo, que al no poder salir por su cauce natural, lo hacía por los ojos en forma de efluvios malignos. Ver el interesante artículo de José Luis Canet Vallet de l'Universitat de València, titulado "La Mujer venenosa en la época Medieval". Era una fuerza malvada que determinadas personas podían transmitir por medio de los ojos. Siendo normalmente un poder de las brujas, podía suceder que algunos lo tuvieran, aunque no supiesen de dónde les venía. Estos últimos, al contrario que las brujas, podían incidir sin querer en personas o animales. Para protegerse del mal de ojo se empleaban amuletos. En algunos pueblos, incluso, se los ponían también a los animales. Este mundo nos puede resultar extraño pero antes estaba muy claro; en Ormaiztegi (Gipuzkoa) decían así: ¿Que no hay mal de ojo? "Algo hay cuando se le ha puesto nombre". La gente tenía mucho cuidado con estas fuerzas desconocidas como bien expresa el dicho "No hay que creer que existan; no hay que decir que no existen". Las brujas Es una de las regiones clásicas azotadas por brujas y jueces y en ella veremos las soluciones particulares que se dan al problema. En 1466 la provincia de Guipúzcoa se quejó a Enrique IV de Castilla del mal que causaban las brujas y pidió que el rey autorizara a los alcaldes para solucionar el asunto, a lo que accedió el monarca. Esto sucedía en la época de máxima rivalidad entre los bandos existentes en el País Vasco. En 1500 se sigue una causa contra las brujas de Amboto (Vizcaya), adoradoras de una divinidad pagana llamada "Dama de Amboto", que toma el nombre del monte en que se sitúa la cueva de la legendaria Mari, arraigado personaje de la mitología vasca precristiana. Además son acusadas de adorar al Diablo en la forma de macho cabrío. Años antes en estas tierras del Duranguesado surgió un movimiento herético semejeante al de los "fraticelli", al que fray Alonso de Cartagena, obispo de Burgos, consideraba simplemnte como idolátrico o pagano. En 1507 se registra otro foco no localizado de brujería que dió lugar a que la Inquisición de Logroño quemara una treintena de mujeres. En Navarra el año 1517 Martín de Arles, canónigo de Pamplona, publicó un libro al estilo del "canon Episcopi", considerando falso los vuelos de las brujas, y diciendo que sus actos estaban guiados por el Demonio. Proceso a los brujos del norte de Navarra En Auritz-Burguete (Nafarroa) se quemó en 1525 a varias "brujas". En 1527 entraron en escena los crédulos al estilo de Grillandus, encabezados por el inquisidor Avellaneda y fray Prudencio de Sandoval; basádose en las acusaciones de dos niñas de 9 y 11 años, que reconocían a las brujas por algo que tenían en el ojo izquierdo (en concreto la mano del sapo encima de la pupila), fueron por todo el país acompañadas de cincuenta soldados y apresaron ciento cincuenta brujos y brujas . Avellaneda, que dijo haber visto volar una bruja, llevada por el Diablo, persiguió a mujeres por los valles pirenaicos navarros: encontró juntas de ciento veinte brujos o brujas en el valle del Roncal; más de ciento en el valle de Salazar (de los que ajustició a ochenta) y más de doscientos en Roncesvalles. Todos esos procesos extendieron la desconfianza, el espanto y el temor por todas partes. Probablemente la mayoría de los acusados podrían pertenecer al bando de los antiguos reyes de Navarra (agromonteses) en una época en que Castilla se anexionaba Navarra. En la descripción que hace Avellaneda de las juntas y acciones de las brujas vascas aparece la adoración al macho cabrío, llamado aquí "akerra" y las juntas serían akelarres, aunque todavía no se usa la palabra. Decían que estas juntas son orgías sexuales, con hombres y mujeres desnudos que corrompen a mozos y aun niños. Es la noche del viernes a sábado (como en Italia) el dia señalado para las juntas. Procesos y persecuciones en el siglo XVI En 1528 estuvo en Durango el inquisidor Sancho de Carranza de Miranda, pues las autoridades civiles estaban aterrorizadas por los daños que ocasionaban las brujas. En 1529 apareció el libro de fray Martín de Castañega en la que se considera a la Brujería como una pura inversión del Catolicismo: misas negras, execramentos... Por primera vez se habla de los "megos" y "xorguinos", palabra ésta relacionada con la vasca "sorguñ" que deriva de "sors-sortis" (suerte) más el sufijo "-guiñ, -eguiñ o -egin" que siginifica "hacer". El personaje popular entre los vascos es la sorguiña. Hemos visto en otros apartados el origen de las brujas en la mitología grecolatina, la bruja como ser mitológico; tambien la existencia de otro tipo de bruja que tiene pactos con el diablo, y que además de participar en el akelarre ocasiona mal de ojo y maldiciones. Sin olvidar la perduración de algunos ritos antiguos, de la primitiva religión, que el cristianismo no había suprimido y que se mantuvieron hasta tarde. Los males achacados a las brujas eran inventados y cuando se confesaban era como consecuencia de la tortura. A las brujas se les atribuía todo aquello que los inquisidores habían leído en libros sobre brujería y se hacía confesarlo a gente inocente por medio de la tortura; por otra parte, ajustes de cuentas de la gente solían ser causa de la acusación, utilizando para ello las declaraciones de niños, sobre todo niñas. En 1530 las autoridades de civiles de Hondarríbia también tuvieron miedo de las brujas. Nuevos focos de brujería hubo en Navarra en 1538 y 1539: las cárceles estaban llenas de acusados por aquel delito. Varios pueblos de Guipúzcoa reclamaban castigo para las brujas en 1555, pero la Inquisición estimaba que no habían verificado los casos. Mira por donde, que la tan censurada Inquisición española era más prudente que otros tribunales de la época; sino veamos el proceso civil que tuvo lugar entre 1555 y 1558 en Cebeiro: un grupo de aldeanos enemigos de otro grupo, al cual denuncian valiéndose de una niña de ocho años (su madre al parirla, la repudío, diciendo que era hija de Satán), que narra toda clase de horrores. Los jueces ordenaron la prisión de veintiuna personas que fueron condenadas a tormento de agua y cordel a discreción del juez mismo. En este proceso los jueces civiles concluyen que los conciliábulos de las brujas y brujos son de carácter casi familiar, no presentan ninguna grandiosidad y los constituyen gentes mal afamadas. El proceso se basaba en las declaraciones de una niña neurótica y estaba promovido por el odio entre aldeanos. En 1575 fueron presos numeroso hombres y mujeres en Navarra; los seglares pedían castigos ejemplares, pero la Inquisición se mostró más indulgente, tal vez porque surge por primera vez el problema linguístico: los jueces no entendían el euskera. Los grandes procesosos de comienzos del siglo XVII La Brujería vasca es conocida en el mundo gracias al proceso de las brujas de Zugarramurdi en 1610 y a los escritos del juez de las brujas del Laobur Pierre de Lancre y a su memorable represión. En esta históra veremos los casos protagonizados por una persona racional como el inquisidor Alonso de Salazar y Frías y los desmanes protagonizados por un majara intolerante como Pierre de Lancre. Las brujas del Labour y el terrible Pierre de Lancre El Labourd (o Lapurdi), Pirinéos atlánticos, Francia, es una de las dos provincias vasco francesas. Donibane Lohitzune (Lapurdi) estaba dividido a causa de los enfrentamientos entre algunas poderosas familias. Surgió la sospecha de brujería en una de ellas y ambos bandos se acusaron mutuamente. Por petición del bando de Urtubi, el rey francés envió un juez investido de plenos poderes: Pierre de Lancre. Julio Caro Baroja piensa que esta caza de brujos y brujas fué un acto político hecho para asegurar la autoridad del poder central. Este jurista, nacido en Burdeos, pero vasco de origen (Arostegi era su apellido), llegó a Lapurdi en el año, 1609. Era un místico, influído de modo funesto por la religión, un juez severo para el cual la religión era la base del código penal. Además era un personaje carente de crítica y de autocrítica. Publicó los procesos en los que tomó parte en varios libros, sobre todo en su Tableau de l'inconstance des mauvais anges et demons (1612). Como él mismo cuenta, la tierra de sus antepasados se le hizo muy sospechosa, empezando por la lengua y el carácter de la gente: marineros, poco amantes de la tierra, que pasaban todo el año en Canadá o Terranova y regresaban al invierno para beber y comerse todo lo ganado con sus familias, regresando pobres a la pesca . La mujer quedaba todo el año sóla esperando el regreso del marido. Pese a considerarlo territorio francés y vecino de España, se dio cuenta que los labortanos no eran en realidad ni franceses ni españoles y lo achacó a la labor diabólica. No le agradaron ni la forma de vestir, ni los modos de trabajar, ni las danzas, etc. Los labortanos, asustados empezaron a huir hacia España y Terranova porque Lancre se dedicó a cazar brujas, interrogando a 500 niños. Según la "investigación" 3.000 labortanos eran brujos y, en una ocasión en Hendaia (Lapurdi) se reunieron 12.000 brujos en un akelarre. Las consecuencias no son difíciles de imaginar: numerosas condenas a muerte. El libro de Lancré dedica la primera parte a la descripción de los vuelos o salidas de las brujas hacia los akelares y habla muy por encima de los venenos; la segunda parte trata de los clérigos acusados de brujos, porque los curas labortanos participaban en los bailes y en el juego de la pelota, llevaban armas, etc. De este modo hizo ajusticiar a tres curas: Argibel en Azkaine (Lapurdi), Migalena y Pierre Bocal en Ziburu (Lapurdi); otros muchos huyeron al Sur. Entre tanto, los pescadores que estaban en Terranova, unos cinco o seis mil, volvieron a casa y se encontraron con esta grave situación. Con ocasión de la ejecución de Maria Bonne en Donibane Lohitzun-Saint Jean de Luz, se rebelaron causando un motín. Esto obligó a Pierre de Lancre a regresar a Burdeos, teniendo en contra a todo el País y la misma iglesia, con Etxauz, obispo de Baiona, al frente. No obstante, llevó consigo numerosos presos. No es posible determinar cuantas personas hizo ajusticiar Lancre, pero no hay duda de que fueron varios cientos. Las brujas de Zugarramurdi En Zugarramurdi (en la misma frontera con el Labour) están las famosas cuevas en donde se reunían las brujas en sus akelarres (cuevas de Akelarre, que es el nombre del prado inmediato a las cuevas). Pero éste no era el único lugar de reunión, pues había muchos: Fikozelaia (Sara, Lapurdi), el monte Artegaña (Altzai, Zuberoa), el monte Petiriberro (Aezkoa, Nafarroa), el monte Jaizkibel (Gipuzkoa), Erpelanda (Muxika, Bizkaia), Abadelaueta (Etxaguren, Araba), Eiheralarre (Nafarroa Beherea). El caso de las brujas de Zugarramurdi adquirió notoriedad por el sumario que emprendió la Inquisición contra ellas en Logroño en el año 1610. Hoy sabemos que la Inquisición fue arrastrada a actuar por el celo de la justicia secular. Las autoridades civiles habían rrealizado ya muchos arrestos e incluso habían ejecutado a varias personas cuando la Inquisición se deicidó a realizar una inspección en la zona. El inqusidor Alvarado, juez eclesiástico, pasó algunos meses en el pueblo, naturalmente con ayuda de intérprete, y encontró que había 300 personas "implicadas" en brujería. Llevó a los más sospechosos a Logroño. Tras el juicio, 18 quedaron en libertad al admitir llorando su "culpa" y pedir piedad arrepentidos. Quemaron a los siete que no admitieron la acusación y otros varios murieron como consecuencia de las torturas. En otros lados se dice que llevaron a Logroño a 40 persona acusadas de brujerías, de las que quemaron a 12. María de Zozaia era de las "brujas" más conocidas, y lo mismo Graciana Barrenetxe, Miguel Goiburu, Martin Bizkar, Joanes Etxalar, María Ttipia, María Etxaleku, Maria Iriart, Maria Iuretegia y un largo etc.
Julio Caro Baroja dice que la relación de Brujería que se hizo en Logroño, al contrario de la de Pierre de Lancre cargada de disquisiciones y divagaciones eruditas, tuvo una estructura coherente y es el mejor documento en el que aparece la Brujería como una secta y los actos que hacen llenos de semejanzas con los "misterios" clásicos. En primer lugar existen los propagandistas de la secta, normalmente los brujos más antiguos, que consiguen la promesa en el neófito de renegar de Dios; a continuación tiene lugar la presentación del novicio -despues de untarlo- al Demonio, que está sentado en un trono en la cueva del "Prado del Cabrón" y que tiene la apriencia de una fea gárgola; el neófito reniega de Dios y besa el ano del Demonio, el cual le marca con la pata de sapo en el ojo. Otros novicios se reclutan entre los niños de seis años en adelante, a los que llevan al akelarre y les dejan al cuidado de una manada de sapos (t) con los que hacen los venenos las brujas. La reina del akellarre de Zugarramurdi era Graciana de Barrenechea y el rey su marido Miguel Goyborun. Las vísperas de las grandes fiestas se reunían y el demonio realizaba una parodia de la Misa en euskera. Los brujos y brujas de Zugarramurdi también realizaban acciones generalizadas en la historia de la Magia y Hechicería, como llevar a cabo metamorfosis, tempestades, maleficios contra campos y bestias, maleficios personales y vampirismo y necrofagia. |
El humanista Pedro de Valencia y el inquisidor Alonso de Salazar y Frías.
El humanista Pedro de Valencia en 1610 aconsejó a la Inquisición que se tomara el asunto con calma y que no creyerá todo lo que se decía; para él en los akelarres no había nada de maravilloso, sólamente el deseo de cometer fornicaciones, adulterios o sodomías fué lo que hizo inventar aquellas juntas y misterios, en las cuales el mayor vellaco se fingía Satanas y se componía con los cuernos del macho cabrío. Pedro de Valencia afirma que esto mismo ocurría en las bacanales griegas en honor de Dionysos. El humanista piensa que algunos de los actos atribuídos a los brujos son productos de aberraciones mentales producidas por los ungüentos tóxicos ( los cuales cree tan eficaces que no hace falta la intervención del Demonio) o enfermedades como el deseo de comer cosas repugnantes. No continuó, pero si hubiese desarrollado más su pensamiento hubiese llegado a la conclusión que el culto de los brujos y brujas es un vestigio del Paganismo. El segundo "Discurso acerca de los cuentos de las brujas y cosas tocantes a magia" lo dirigió a D. Bernardo de Sandoval, arzobispo de Toledo e Inquisidor General, después de leer “con horror y asco” el auto de fe de Logroño de 1610. Critica los métodos de la Inquisición, que carecen a menudo de garantías jurídicas, y rechaza como nulas las declaraciones arrancadas bajo presión o tortura. Thomas Mathiesen, nacido en 1933, doctor en Filosofía y desde 1972 profesor de Sociología del Derecho en el Instituto de Sociología del Derecho (Universidad de Oslo, Noruega), se ocupó de la historia de la caza de brujas españolas como ejemplo de la forma en que todo un sistema penal, a escala mundial, aparentemente firme y eterno, con sus legisladores, jueces y miles de administradores, se desmoronó y desapareció en un período de cuatro años. La historia es la de la abolición de las cazas de brujas en España... un siglo antes de la abolición de las cazas en otras regiones. La caza de brujas en los territorios españoles finalizó en 1614. Nos hace retrotraernos al año 1487, cuando Heinrich Institor Krämer y Jakob Spränger publicaron su más importante trabajo dogmático teológico y legal sobre las brujas, Malleus Maleficarum - "El martillo de la bruja" y nos cuenta la historia de los dos inquisidores, que se dirigieron a Roma, donde residía el Papa Inocencio VIII, para quejarse por la resistencia contra la persecución de brujas, y cómo el Papa Inocencio el día 5 de diciembre de 1484 emitió su bula papal sobre las brujas, Summis Desiderantes Affectibus, que disponía la decisiva sanción eclesial a las cazas de brujas. Su "Malleus" fue impresa en catorce ediciones dentro de un período de treinta años, de cómo ese libro sirvió de base teológico-legal para las cazas de brujas que se dieron a continuación en Europa. ¿Quien podría pensar que pocos años después todo esto terminara?. A comienzos del 1600 en el norte de España se presenció una gran locura por las brujas, fanatizadas olas de persecución de brujas. Se suponía que brujas francesas estaban cruzando la frontera en grandes números, creando muchos problemas en las regiones españolas. En 1610, un solemne auto de fe se celebró en Logroño, en el cual quemaron a once brujas algunas in effigi porque habían sido torturadas hasta la muerte frente a la presencia de alrededor de 30.000 espectadores. El auto de fe de Logroño fue una de las mayores manifestaciones de las cazas de brujas durante años. Para todos los contemporáneos sanos, la institución de las cazas parecía ser inmutable, sólida y estable. Pero existían las dudas. Dentro mismo de la Inquisición, ocultas de la mirada pública. ¿Qué era la Inquisición? Para usar una metáfora, una inmensa red de vigilancia y fuerza policíaca, establecida por primera vez en el 1200 como una fuerza especial para combatir la herejía, organizada en España hacia fines del 1400, con miles de empleados y una amplia red de servicios de inteligencia, fuerzas policiales secretas, autoridades condenatorias y detenciones; a comienzos del 1600 estaba organizada en diecinueve tribunales de inquisidores luego veintiuno en todo el enorme imperio español. Y después del auto de fe en Logroño en la provincia vasca en 1610, las dudas entre algunas personas fueron en aumento. El historiador danés Gustav Henningsen (1) describió con detalle cómo se desarrollaron las dudas , pero también habían sido descritas con anterioridad, por el historiador Henry Charles Lea en su gran obra de cuatro tomos de 1906 acerca de la historia de la Inquisición española (Lea, 1906/1966). Un inquisidor en particular fue central en la secuencia de eventos, Alonso de Salazar Frías, del tribunal de Logroño. El inquisidor Alonso de Salazar y Frías llegó al lugar en 1611 portando un edicto de gracia, surgido de las consultas que hicieron a Pedro de Valencia. Se estableció en Santesteban y, después de hablar con muchos encauzados concluyó su trabajo en 1613, concluyendo que la mayoría de las actuaciones atribuídas a los brujos eran falsas, producto únicamente de la imaginación. Los acusados fueron incapaces de ponerse de acuerdo para informar de los lugares en que se celebraban akelarres, las declaraciones sobre el modo de ir o volver resultaron contradictorias, del exámen de los brebajes hallados, dados a probar a animales, resultaron inofensivos y hechos con burla; de mujeres que decían haber mantenido relaciones carnales con el Macho Cabrío se comprobó que eran vírgenes; muchahas que decían volar y desplazarse a los akelarres, fueron atadas a la cama en presencia de sus madres y se les convenció que de allí no se movían. Joseph Perez ve al Santo Oficio en España como una iniciativa del poder civil que, dirigiendo la represión, nombrando a los agentes encargados de llevarla a cabo y dotando al tribunal de un estatus privilegiado, confunde lo temporal con lo espiritual y pone la ideología al servicio de la política, como harán siglos después los nazis o los estalinistas. Julio Caro Baroja hubiese dicho "porbres judios si la Inquisición no hubiese aplacado el odio de la sociedad civil". El gran historiador americano Henry Charles Lea, 1825-1909. Es decir, todo lo que escribe Pierre de Lancre como ocurrido y cierto, cae como una burda patraña ante las investigaciones experimentales de Alonso de Salazar y Frías. Afirmó que el tribunal de Logroño de 1610 había actuado coaccionando y sugestionando a los procesados para que se declaran culpables, prometiéndoles la libertad; no tuvo piedad al negar el perdón a moribundos que habían pedido a su confesor renegar del Demonio y, finalmente, por no investigar la jactancia pública que hacían las dos primas, principales descubridoras y denunciadoras de las brujas, de que todo lo que habían dicho era mentira. El 31 de agoato de 1614 la Inquisición dio a luz una instrucción acerca de los asuntos de Brujería en que se recogían todas las ideas de Salazar, el cual se adelantó de modo considerable a otros autores euroepeos que trabajaron, con menos originalidad, en la línea de don Alonso de Salazar y Frías. La última petición para que actuase la Inquisición la realizó en 1621 Diego de Irraga, señor de Iraeta, repondiéndole el tribunal de Logroño con evasivas y lamentando con dolor las violencias y vejaciones que llevaban a cabo algunos alcaldes ordinarios. En el País Vasco pervive durante más tiempo la brujería de tipo mitológico, frente a la satánica. Esto se deduce porque no todos los lugares en los que se reunen las brujas vascas se llaman akelarre, sino "eperrlanda" o "prado de la perdiz". Son lugares de cita los antiguos altares paganos, como los dólmenes, fuentes y peñas. Muchas brujas tienen a su directora en Mari, la que provoca tempestades, una mujer extraordinariamente hermosa que gusta de atrapar a los hombres y gozar sexualmente de ellos. Vive en cuevas que estan llenas de oro y piedras preciosas. Es una divinidad "ctónica" tipo proserpina. |
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