Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


martes, 10 de febrero de 2015

178.-Las Ideologías políticas.-a







I.  Concepto

Es uno de los conceptos más debatidos, complejos y relativos a las ciencias sociales. Por eso se trata de una voz de difícil aplicación teórico-analítica. Si bien es utilizada en la mayoría de las disciplinas que conforman el grupo de las ciencias sociales, han sido la sociología y la ciencia política sus mayores usuarias. La polisemia del término ha sido determinante en la construcción de diversas aproximaciones científicas. No obstante, ellas han sido susceptibles de una agregación dicotómica básica entre una noción neutra y una visión negativa del término, veamos:

II.     Tipologías



La diferenciación establecida por Norberto Bobbio, entre un significado que él llama débil, conceptualiza la ideología como un conjunto de ideas y valores concernientes al orden político cuya función es guiar los comportamientos políticos colectivos. Esta es la acepción más consensuada del término. Por otro lado, en su significado fuerte, este autor italiano se apoya en la noción marxista según la cual la ideología remite a la falsa conciencia determinada por las relaciones de dominación existentes entre las clases sociales. Según los sociólogos Abercrombie, Hill y Turner, el concepto de ideología ha sido utilizado en tres sentidos importantes: primero, como tipos específicos de creencias, segundo, como una creencia falsa o distorsionada (visión marxista) y, tercero, como un conjunto de creencias que abarcan el conocimiento científico, la religión y las creencias cotidianas sobre las conductas apropiadas, sin importar si son verdaderas o falsas.

A.  Primer significado



Así, en el primer sentido diferenciado por estos autores, la noción de ideología es coincidente con el significado débil que Bobbio le asigna al término.
 En esta visión prima una dimensión de carácter sistémico en donde la ideología es “un conjunto de ideas y valores concernientes al orden político” o “un cuerpo apretado de creencias organizadas alrededor de unos pocos valores centrales”.

 Este ha sido el sentido más acogido por la ciencia política y la sociología occidentales contemporáneas y con él se ha abordado el estudio de las determinantes de las corrientes ideológicas principales. Desde que Destutt de Tracy definió el concepto de ideología como un conjunto de ideas y creencias en el siglo XIX, los estudios comparados sobre el desarrollo del comportamiento ideológico de los actores individuales y colectivos y las interpretaciones de los sistemas políticos y de las creencias, han abundado. Bajo esta aproximación se ha teorizado y analizado la fuerza y la vigencia de sistemas ideológicos tales como el comunismo, el facismo y los nacionalismos, principalmente. 
El auge y la copiosa producción alrededor del significado, el alcance y el impacto de las ideologías ha generado un interminable debate sobre la validez del conocimiento científico sobre este concepto y ya en varias ocasiones ha llevado al controvertible argumento de la terminación o el fin de las ideologías. Según Stoppino, fueron precisamente la multiplicidad de usos particulares dados al concepto y la proclividad al dogmatismo y al doctrinarismo las razones principales para la derivación del tema de la “declinación de las ideologías”. 
Politólogos contemporáneos como Daniel Bell, Raymond Aron y Seymour M. Lipset, participaron activamente en esta caprichosa discusión, argumentando el peligro de esta heterogeneidad para la preservación de la libertad a la que finalmente se llegó después de tantas luchas y sacrificios. Fueron, y siguen siendo, muchos los contradictores de esta postura. Sus críticas principales se resumen en la idea-fuerza de que el hombre siempre requerirá de una utopía que motive su actuación y guíe su comportamiento político futuro. Además se ha insistido en que mientras persistan los problemas estructurales resultantes del desequilibrio y la asimetría socio-económica, ni siquiera en las sociedades en donde los conflictos ideológicos son mayores, la ideología podrá desaparecer. Más bien, en aquellos casos en donde se dan agudos conflictos por causa de las discrepancias en el pensamiento político, las ideologías se transforman y reaparecen con nuevos elementos que reflejan el cambio de pensamiento de los actores. Alrededor de esta línea argumental han girado las críticas principales a la idea del fin de las ideologías. Según Stoppino, los críticos principales han sido Mills, Meynaud, Horowitz, La Palombara y Harrington.


A finales de la década de los años ochenta a raíz de la crisis del socialismo, volvió a tomar fuerza la argumentación de que con el fin de la historia las ideologías también entraban en una crisis severa. Las críticas al audaz argumento de Fukuyama, retomando los cuestionamientos previos a las ideas de Bell y de Lipset, señalaron críticamente con razón que estos planteamientos reflejaban una nueva ideología, plagada de retos e interrogantes concomitantes con el surgimiento de un nuevo sistema mundial caracterizado por la globalización y la interdependencia de los principales procesos estructurales de la postmodernidad (la tecnificación, la secularización, el auge del mercado, la supranacionalización...). Esto en un ámbito de desradicalización y despolarización ideológica.



B.  Segundo significado.



El otro gran significado de la ideología es el que se fundamenta en la postura marxista clásica en virtud de la cual, las ideas y las teorías socialmente determinadas por las relaciones de dominación entre las clases sociales –la posición clase– generan la existencia de una falsa conciencia que lleva a visiones erróneas sobre el modo de producción capitalista. 
Según esta significación, el carácter de la ideología está determinado por los arreglos económicos de la sociedad. Esto implica a su vez que los componentes subjetivos de la superestructura (la religión, los valores, las ideas, las doctrinas...), así como la pertenencia a una clase social, son las principales determinantes de la falsa conciencia. Es exactamente esta confusión la que, según la interpretación de la visión marxista y hegeliana que de la ideología hace David Robertson, lleva a las visiones erróneas de que la versión capitalista de la realidad es inevitable y verdadera. El problema de la mediación empírica de este enfoque es muy difícil de abordar con datos poco objetivos. La demostración tangible de la existencia de las distorsiones se dificulta sobremanera cuando es evidente que la base económica de los intereses de clase altera el conocimiento.
El establecimiento de las formas de definir lo que es una falsedad es algo tan subjetivo, que la verificación correspondiente también se vuelve muy relativa y poco creíble. Esta duda, según Stoppino, le da pie a la existencia del nexo entre falsedad y función social de la ideología y lleva a plantear el cruce que Pareto creó, por un lado, entre la falsedad y la veracidad y, por el otro, entre la eficacia y la ineficacia de las doctrinas y su correspondiente motivación.
 Por lo anterior, resulta importante tener claro que la ideología como falsa motivación explica el carácter posible de las creencias que interpretan y justifican las diversas relaciones de poder que esconden otras motivaciones y factores determinantes de las relaciones de poder que son impredecibles y que por ende crean severos retos investigativos y cognitivos para obtener explicaciones satisfactorias. Esto último es lo que le abre el camino al énfasis en el estudio empírico de las determinantes de la falsedad ideológica de las creencias políticas.

C.  Tercer significado

El tercer significado de ideología que diferencian los tres sociólogos ingleses citados atrás, ve entonces este concepto como un conjunto de elementos (conocimiento científico, religión, creencias cotidianas, etc.) sin importar de si son falsas o verdaderas. Su base determinante está en la sociología del conocimiento. Se enfatiza el determinismo social de todas las creencias sin priorizar lo económico o lo político, lo cual se ha prestado para criticar este enfoque, también por subjetivo, en la medida en que resulta difícil establecer la falsedad o veracidad de las creencias. Asimismo, los cultivadores de la hermeneútica consideran que es incorrecto hablar de factores sociales causantes de las creencias.
Los debates contemporáneos, según Abercrombie y Belsie, han fusionado este enfoque con la visión marxista ya contemplada. Según ellos, ya no se acogen tanto las explicaciones basadas en el determinismo económico y en la aceptación de que la ideología es independiente de la clase social y de la estructura económica. Se insiste en que las ideologías no son las meras ideas de las personas, sino que son un producto intelectual que incorpora sus ideas. También se argumenta, según estos autores, que las ideologías no son ideas sino prácticas irreflexivas cotidianas. Por último, se plantea que el discurso de las personas, entendido como el dominio estructurado del lenguaje limitado por el pensamiento, es lo que constituye la ideología.
El comienzo de este nuevo milenio caracterizado por el advenimiento e imposición de la globalización y de la economía de mercado en donde las comunicaciones y la tecnología se han revolucionado sustancialmente, es un indicio claro de que la ideología no sólo no desaparecerá como concepto fundamental para la reflexión filosófica en las ciencias sociales, sino que seguirá retando la capacidad reflexiva y científica del hombre del siglo XXI.


Ideologías políticas.

1.-Liberalismo. 

2.-Neo-liberalismo. 

3.-El fascismo I

4.-El fascismo II

5.-Neo-Fascismo.

6.-El Marxismo I

7.-El marxismo II

8.-El socialismo.

9.-El marxismo leninismo.

10.-El nacionalsocialismo.

11.-La ideología Juche.

12.-El social cristianismo

13.-Los socialdemocracia y su ideología.

14.-Espectro político.

domingo, 1 de febrero de 2015

177.-El liberalismo.-a

Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes;  Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto  Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo  Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez;  Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo  Price Toro;  Julio César  Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; Patricio Ernesto Hernández Jara;  Demetrio Protopsaltis Palma;Paula Flores Vargas ; Ricardo Matias Heredia Sanchez; Alamiro Fernandez Acevedo;  Soledad García Nannig ; Maria Francisca Palacio Hermosilla ; 

El liberalismo es la doctrina política que defiende las libertades y la iniciativa individual, y limita la intervención del Estado y de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural. Asimismo, puede identificarse como una actitud que propugna la libertad y la tolerancia en las relaciones humanas. Promueve, por tanto, las libertades civiles y se opone a cualquier forma de despotismo. Constituye la corriente en la que se fundamentan tanto el Estado de derecho, como la democracia participativa y la división de poderes.
Desde sus primeras formulaciones, el pensamiento político liberal se ha fundamentado sobre tres grandes ideas:

Los seres humanos son racionales y poseen derechos individuales inviolables, entre ellos, el derecho a configurar la propia vida en la esfera privada con plena libertad, y los derechos a la propiedad y la felicidad.
El gobierno y, por tanto, la autoridad política, deben resultar del consentimiento de las personas libres, debiendo regular la vida pública sin interferir en la esfera privada de los ciudadanos.
El Estado de Derecho obliga a gobernantes y gobernados a respetar las reglas, impidiendo el ejercicio arbitrario del poder.

Aboga principalmente por: 

El desarrollo de los derechos individuales y, a partir de éstos, el progreso de la sociedad.
El establecimiento de un Estado de derecho, donde todas las personas sean iguales ante la ley (igualdad formal), sin privilegios ni distinciones, en acatamiento de un mismo marco mínimo de leyes que resguarden las libertades y el bienestar de las personas.
El liberalismo surgió de la lucha contra el absolutismo, inspirando en parte en la organización de un Estado de derecho con poderes limitados —que idealmente tendría que reducir las funciones del gobierno a seguridad, justicia y obras públicas— y sometido a una constitución, lo que permitió el surgimiento de la democracia liberal durante el siglo XVIII, todavía vigente hoy en muchas naciones actuales, especialmente en las de Occidente.
El liberalismo europeo del siglo XX ha hecho mucho hincapié en la libertad económica, abogando por la reducción de las regulaciones económicas públicas y la no intervención del estado en la economía. Este aspecto del liberalismo ya estuvo presente en algunas corrientes liberales del siglo XIX opuestas al absolutismo y abogó por el fomento de la economía de mercado y el ascenso progresivo del capitalismo. Durante la segunda mitad del siglo XX, la mayor parte de las corrientes liberales europeas estuvieron asociadas a la derecha política.

Sus características principales son:

El individualismo, que considera al individuo primordial, como persona única y en ejercicio de su plena libertad, por encima de los aspectos colectivos.
La libertad como un derecho inviolable que se refiere a diversos aspectos: libertad de pensamiento, de culto, de expresión, de asociación, de prensa, etc., cuyo único límite consiste en no afectar la libertad y el derecho de los demás, y que debe constituir una garantía frente a la intromisión del gobierno en la vida de los individuos.
El principio de igualdad entre las personas, entendida en lo que se refiere a diversos campos jurídico y político. Es decir, para el liberalismo todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ante el Estado.
El derecho a la propiedad privada como fuente de desarrollo e iniciativa individual, y como derecho inalterable que debe ser salvaguardado y protegido por la ley.
El establecimiento de códigos civiles, constituciones e instituciones basadas en la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), y en la discusión y solución de los problemas por medio de asambleas y parlamentos.

La libertad de cultos y la separación del estado y la iglesia en un Estado laico.

liberalismo social y económico.

El liberalismo normalmente incluye dos aspectos interrelacionados: el social y el económico. El liberalismo social es la aplicación de los principios liberales en la vida política de los individuos, como por ejemplo la no intromisión del Estado o de los colectivos en la conducta privada de los ciudadanos y en sus relaciones sociales, existiendo plena libertad de expresión y religiosa, así como los diferentes tipos de relaciones sociales consentidas, morales, etc.
Esta negativa permitiría (siempre y cuando sea sometida a aprobación por elección popular usando figuras como referendos o consultas públicas, ya que dentro del liberalismo siempre prevalece el Estado de derecho y éste en un Estado democrático se lleva a su máxima expresión con la figura del sufragio) la libertad de paso, la no regulación del matrimonio por parte del Estado (es decir, éste se reduciría a un contrato privado como otro cualquiera), la liberalización de la enseñanza, etc. Por supuesto, en el liberalismo hay multitud de corrientes que defienden con mayor o menor intensidad diferentes propuestas.

El liberalismo económico es la aplicación de los principios liberales en el desarrollo material de los individuos, como por ejemplo la no intromisión del Estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos, impulsando la reducción de impuestos a su mínima expresión y reducción de la regulación sobre comercio, producción, etc. Según la ideología liberal, la no intervención del Estado asegura la igualdad de condiciones de todos los individuos, lo que permite que se establezca un marco de competencia justa, sin restricciones ni manipulaciones de diversos tipos. Esto significa neutralizar cualquier tipo de beneficencia pública, como aranceles y subsidios.