Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


lunes, 20 de enero de 2014

109.-Las técnicas de oratoria de Adolfo Hitler.-a

  
Oficina de Hitler en bunker


Oficina de Hitler en bunker

A 75 años de muerte de Adolfo Hitler, dos generaciones separan al conflicto más brutal en la historia de la humanidad con las realidades y penurias del mundo actual. Ya los testigos que pelearon o tenían vivencia de esta  epoca han desaparecido de la historia. Por fin el nazismo y la segunda guerra mundial ha desaparecido de vivencia actual de personas que viven en actualidad. 
20-7-2020

– A partir de un informe elaborado por el OSS en octubre de 1942, gracias a las informaciones de Ernst Hanfstaeng.
Ernst "Putzi" Hanfstaengl (Múnich, Alemania; 2 de febrero de 1887 – 6 de noviembre de 1975) fue un periodista-editor, músico, e hijo de un rico editor de arte alemán, Edgar Hanfstaengl, y madre estadounidense que tuvo una gran cercanía e influencia en la ascensión hacia el poder por parte de Adolf Hitler durante la República de Weimar.


Una vez tras otra, el Dr. Sedgwick ha sido interrogado sobre cómo Hitler hace sus discursos. El hecho es que Hitler no pueda soportar que se encuentre alguien en la sala mientras trabaja sus discursos. 
En los viejos tiempos (1922 y 1923) Hitler no dictaba los discursos como hace ahora. Tardaba de 4 a 6 horas en hacer un esquema en folios de tamaño grande: unos 10 o 12. En cada página había solo unas cuantas palabras que servían como apuntes.  
Hitler conocía muy bien el peligro de tener demasiadas cosas que decir. Mientras que Hitler solía leer muchos libros, raramente, por no decir nunca, los consultaba mientras preparaba un discurso. Muy a menudo el Dr. Sedgwick lo visitaba cuando trabajaba en un discurso para hacerle llegar un mensaje especial. Fuera, en la calle, las vallas publicitarias rojas, cubiertas con enormes carteles, anunciaban el mitin. Como de costumbre, el doctor encontraba a Hitler en su habitación con un sencillo jersey marrón y unas zapatillas de fieltro gris y de suela gorda. 
Ningún libro sobre la mesa, ningún papel sobre el escritorio. Una vez, en 1923, Hitler hizo una excepción a esa norma. Era mediados de julio y había de dirigirse a miles de gimnastas alemanes que habían llegado a Berlín desde toda Alemania para participar en el “Deutscher Turnertag” (Día del gimnasta alemán). Hitler quería hacer un esfuerzo especial. Había conseguido un volumen de von Clauserwitz y se enamoró tan profundamente que se llevó el libro al circo Krone.  
A la mitad del discurso, cuando Hitler estaba concentrado exponiendo la importancia del entusiasmo nacional y del fervor fanático del pueblo por el ejército, saco el libro de von Clauserwitz y se puso a leer 4 páginas. Parecía como si se hubiera olvidado de la audiencia que cada vez estaba más nerviosa. Cuando Hitler volvió su discurso, tuvo que restablecer de nuevo el contacto con el público. Hitler consciente de eso, puso en marcha inmediatamente la táctica de la rapsodia y salvó el día con unos 10 últimos minutos brillantes. Después de aquella experiencia, Hitler no volvió a subir nunca más con un libro al estrado. Cuando se acercaba la hora del mitin, caminaba de un lado a otro de la sala, como si ensayara mentalmente las diferentes partes del discurso. Durante ese rato el teléfono iba sonando continuamente.
 Normalmente quien llamaba era Christian Weber, Max Amann o Hermann Hesser, quienes explicaban a Hitler como estaba la situación. La típica pregunta que Hitler hacía cuando lo llamaban era “¿Ha venido mucha gente?, ¿Cuál es el estado de ánimo general?, ¿Habrá alguna oposición?” 
Después Hitler da instrucciones sobre el desarrollo del evento mientras se espera su comparecencia. Entonces cuelga el teléfono, y sigue caminando por la habitación.

 Entrada 

Incluso cuando Hitler va vestido de civil, su apariencia es militar. No tiene nada que ver con el estilo excesivamente familiar de algunos demagogos. No hace caso a nadie mientras camina entre la multitud camino del podio. 
Tiene la mirada fija en las SS y SA que forman con las banderas.  La única excepción, desde 1932, es cuando alguien hace salir un niño a su paso para que le de un ramito de flores. Coge las flores con la mano izquierda. En todo eso Hitler sólo dedica unos segundos. Pasa el ramito de flores a Shaub o a Brückner y sigue su camino.

                                                                                 
Interrupciones

 Cualquier interrupción en el recorrido de entrada o salida que no tenga nada que ver con madre y niños puede encender la ira de Hitler. Desgraciado el comandante de la SS responsable de una de esas infiltraciones. El Dr. Sedgwick recuerda que en el año 1932, cerca de Königsberg, Hitler estaba saliendo de un estadio cuando, de repente, una señora de mediana edad, histérica, le cortó el paso, se arrodilló delante suyo e intentó ponerle en la mano un rollo de papel con revelaciones que aseguraba haber recibido del más allá. Hitler, furioso, llamó a Brückner: “¡Saca a esta loca de mi camino!”. Hitler estuvo de mal humor el resto del día. 

Discurso 

Muy a menudo alguien hace un discurso previo para aprovechar el tiempo esperando la llegada de Hitler. A Hitler no le importa quien hable antes, pero no quiere de ninguna manera que nadie hable después de él. Tanto antes como después de su discurso siempre suena una inspiradora música marcial. Cuando Hitler se acercaba al atril para hablar, solía colocar sus notas en una mesa ubicada a su izquierda, y una vez las había mirado, las dejaba en otra mesa ubicada a su derecha. Tardaba de 10 a 15 minutos en discursar sobre las notas de cada folio. 
Los discursos normalmente duraban entre dos horas y dos horas y media, hasta tres horas se consideraban normales antes de que empezada a tener problemas en la garganta. También acostumbraba a beber cerveza de una jarra, de vez en cuando, lo que en Munich siempre provocaba un aplauso extra. 

Postura 

El Dr. Sedgwick, que ha estado sentado detrás de Hitler en innumerables ocasiones, mirándolo de cerca, ha observado que siempre comienza con una postura militar. La postura la mantiene durante 15, 20 o 25 minutos, según el caso. Durante todo ese tiempo, los talones de sus botas están firmemente unidos, no hay un segundo de relajación. Toda su figura tiene una firmeza absoluta, incluidos los hombros y la cabeza. Tiene las manos cogidas en la espalda. 
Es el estilo que probablemente adoptó en 1919 y en los años siguientes, cuando sirvió como instructor no oficial en los barracones de Munich. Para él y para la audiencia, este es un periodo de disciplina y se corresponde en cierta manera a la tradición entre los concertistas de piano de abrir el programa con una selección de Bach. 

Después de 20 minutos mueve un pie por primera vez, seguido de las manos. A partir de entonces las cosas comienzan a despertarse. Comparados con una pieza de música, los discursos de Hitler consisten en dos tercios a tiempo de marcha creciente cada vez más deprisa hasta llegar al último tercio, que son hechos probados y anécdotas cada vez más irónicas.
 Como ya es sabido, nunca sufre interrupciones ni comentarios molestos. Sabedor que una presentación continuada a cargo de un solo orador sería aburrida, encarga de una manera magistral un alter ego imaginario que lo interrumpe a menudo con un argumento en contra y, después de haber rebatido completamente a su oponente, retorna al hilo del pensamiento original. Esta estrategia proporciona a la audiencia un especial toque teatral que a menudo es interrumpido por una lluvia de aplausos espontáneos, aunque Hitler no haga discursos estrictamente con el objetivo de recibir aplausos.

A menudo parece que solo quiera convertir a las personas a sus ideas y se ofende cuando cualquier ruido prematuro lo interrumpe. Si el aplauso se alarga demasiado para su gusto, lo corta enseguida, a veces hasta en el inicio, con un gesto: haciendo temblar la mano. Todo el entusiasmo ha de reservarse para la tercera parte del discurso, el que va de la exhortación, la promesa y la dedicación, a la rapsodia final. El tempo se anima. Las explosiones de staccato ocurren más frecuentes y el discurso converge en la apoteosis. 

Final de discurso 

Hitler decía:

“Acabar bien un discurso es una de las cosas más difíciles de hacer. Has de saber que quieres decir y que no quieres decir”. “Es siempre un experimento nuevo, y, oyendo la reacción de la audiencia, has de saber exactamente cuando es el momento de lanzar la última jabalina flameante que enciende al público y los envía a casa con una idea principal zumbando en la cabeza.  
Podemos medir exactamente la fascinación de la audiencia por si el público de la galería y del resto del recinto va girando la cabeza. Esto es señal de que el orador aún no se ha hecho con su audiencia. I esto también es una de las razones por las cuales no puedo escuchar los discursos de otro”.

(El único hombre al que Hitler puede soportar escuchar es a Goebbels). 

Omisión de nombres y personajes 

Cuando hable, Hitler evita cuidadosamente mencionar nombres de personajes públicos, estén muertos o vivos. Por ejemplo, en lugar de decir “Una vez Bismarck dijo…”, Hitler diría “el canciller de hierro dijo…”; o en lugar de decir “nuestra deuda con el general Ludenforff…”, él diría:
“nuestra deuda con el gran intendente de la Guerra Mundial…”.

 A Schiller y Goethe nunca los nombraba por su nombre, siempre como “grandes poetas anónimos”. La única excepción que hace a esta regla es Richard Wagner. 

Técnica de salida 

Cuando el discurso de Hitler se acerca a su final orgiástico, llega la última fase que ha de ser la apoteosis del mitin. La banda toca el himno nacional, el Deutschland ueber Alles (nacionalismo) seguido por la Canción de Horst Wessel (nacionalsocialismo). Sin esperar, Hitler saluda a derecha e izquierda y se va durante la interpretación. Normalmente llega al coche antes de que acaben los cánticos. 
 Ya sea hecha expresamente o inconscientemente, esta retirada tiene muchas ventajas. Además de facilitarle una salida sin molestias hasta el coche, prevé que la exaltación del público se apague antes de que el se vaya. También lo protege de entrevistas indeseadas y deja intacta la imagen de apoteosis que el público ha recibido del final del discurso.  


Una vez Hitler le dijo al El Dr. Sedgwick: 

“Es un gran error que hacen muchos oradores, el de quedarse cando el discurso ya se ha acabado. Eso solo lleva a el anti clímax, y a veces hasta incluso surgen comentarios que podrían destruir completamente dos horas de labor oratoria” 

Después pasando a una comparación con el teatro dijo: 

"No me han gustado nunca los actores que cuando acaban su papel salen a saludar al final de la obra. Mata la ilusión cuando un Hamlet o un Tristany que acaba de morir magníficamente en el escenario, aparece a sonreír y hacer reverencias para agradecer los aplausos del público. Por descontado, los actores profesionales que viven de esos aplausos y que el número de bises determina su estatus dentro de la profesión. Richard Wagner murió cuando prohibió los bises de saludos en las representaciones. Es y será una profanación”. 
Paula Flores Vargas;

 

La oratoria de Hitler.


Ernst Putzi Hanfstaengl (Múnich, Alemania; 2 de febrero de 1887-6 de noviembre de 1975) fue un periodista-editor, músico, e hijo de un rico editor de arte alemán, Edgar Hanfstaengl, y madre estadounidense que tuvo una gran cercanía e influencia en la ascensión hacia el poder por parte de Adolf Hitler durante la República de Weimar.


En tanto que otros oradores daban la triste impresión de estar hablando a sus oyentes desde un plano superior. Hitler poseía el inestimable talento de expresar con toda fidelidad los pensamientos de quienes le oían. Tenía también el buen sentido, o acaso el instinto, de apelar a las mujeres que iban a escucharle y que, a fin de cuentas, constituían un nuevo factor político en la Alemania después de la guerra.

Más de una vez enfrentado a un auditorio en el que abundaban los adversarios dispuestos a poner obstáculos y en su afán por crearse un primer grupo de apoyo, le vi hacer algunas observaciones acerca de la escasez de alimentos, de las dificultades domésticas o del fino instinto de sus oyentes femeninos, con lo que levantaba las primeras salvas de aplausos. Tales muestras de aprobación procedían siempre de las mujeres y representaban el primer paso para romper el hielo. Yo figuraba ya entonces entre sus más inmediatos colaboradores y me sentaba detrás de él en el estrado Observé reiteradas veces que mientras duraba la primera parte de su discurso se mantenía clavado en su sitio, rígido e inmóvil, hasta que soltaba la primera andanada que sacudía al público. Cada discurso incluía un pasado, un presente y un futuro, y todos parecían constituir una completa revisión histórica de la situación, y si bien su repertorio de imágenes y argumentaciones era infinito en su variedad, una frase aparecía invariablemente en la primera fase del discurso: - Cuando nos preguntamos hoy día qué es lo que ocurre en el mundo, nos vemos obligados a proyectar nuestras mentes hacia el pasado… Esto era la señal de que tenía ya al auditorio bajo su dominio, y tomando por base los acontecimientos que determinan el colapso de la Alemania del káiser, levantaba la pirámide entera del presente adatándola a sus propias convicciones. Los gestos que tanta impresión me causaran la primera vez que le oí, tenían tanta variedad y flexibilidad como sus argumentos. A diferencia de lo que ocurre con otros oradores, no eran movimientos estereotipados con los que se trata de hallarles ocupación a las manos, sino parte integral de su método de exposición. Lo más sorprendente, en contraste con el socorrido puñetazo en la palma de la mano a que recurren tantísimos oradores, era que Hitler emplease un movimiento ascendente del brazo con el que parecía dejar en el aire infinitas posibilidades.

Algo había en ese movimiento que recordaba los de un director de orquesta realmente grande, cuando sugiere la existencia de ocultos ritmos y significados con el movimiento ascendente de su batuta. Para continuar con la metáfora musical, conviene señalar que dos tercios de un discurso de Hitler seguían el compás de marcha, haciéndose cada vez más rápido, y finalizaba con un último tercio esencialmente rapsódico. A sabiendas de que una exposición continua por un mismo orador acabaría cansando a sus oyentes, recurría a encarnar en forma maestra un imaginario oponente, para luego volver a la línea original de pensamientos, tras haber aniquilado por completo a su supuesto antagonista.

El final ofrecía siempre un curioso aspecto. Poco a poco fui convenciéndome de que Hitler era una especie de narciso para el que la multitud venía a ser algo así como un sustituto de la mujer que nunca pareció capaz de hallar. El hablar venía a ser para él algo así como la satisfacción de cierta necesidad de desahogo y juzgándolo de esta manera, a mí se me hacía más comprensible el fenómeno de su fuerza oratoria. Los últimos diez minutos de un discurso suyo semejaban un orgasmo de palabras. Espero no parecía una blasfemia si digo que la Biblia le enseñó muchas cosas. Cuando le conocí Hitler era un ateo convencido, si bien todavía se mostraba tolerante con las creencias religiosas y las aceptaba como base de los pensamientos de los demás. Su sistema de pasar revista al pasado y repetir luego por cuatro veces sus ideas básicas derivada directamente del Nuevo Testamento, y nadie podrá decir que no fuese un método sobradamente probado. Sus argumentaciones políticas se desarrollaban siguiendo un sistema que yo denominé de la figura horizontal del ocho.

Solía moverse primero hacia la derecha, hacia entonces su exposición crítica, y acto seguido daba vuelta hacia la izquierda, en espera de las muestras de aprobación. Continuaba luego, invirtiendo el proceso, para acabar justamente en el centro y entonar el Deustchland über alles entre una tempestad de aplausos. Atacaba a los antiguos gobernantes culpándoles de haber admitido la derrota de la nación; les reprochaba sus prejuicios de clase y de mantener un sistema económico feudal. Con ello se aseguraba el aplauso de los elementos izquierdistas.

A continuación fustigaba a los que estaban dispuestos a renegar de las verdaderas tradiciones de la grandeza alemana y provocaba el entusiasmo de sus oyentes derechistas. Cuando al fin llegaba al término de su peroración no había nadie que no estuviese conforme con cuanto había dicho. Era el suyo un arte que nadie más igualaba en Alemania y mi convencimiento de que tarde o temprano tenía que llevarle a la cima del palenque político, me confirmó en mi propósito de mantenerme a su vera tanto como me fuese posible. Hitler no soportaba que nadie estuviese en su habitación cuando preparaba alguno de sus discursos. En los primeros tiempos no recurrió a dictarlos como posteriormente hizo. Tardaba de cuatro a seis horas en pergeñar uno y lo hacía anotando solamente unas quince o veinte palabras clave en diez o doce grandes hojas de papel. Cuando se acercaba la hora del mitin solía pasearse de un lado para otro de su habitación, como si repasase mentalmente los diferentes pasajes de su argumentación. Mientras tanto, el teléfono no cesaba de sonar, a fin de que Weber, Amann o Hermann Esser fuesen informándole de cómo iban las cosas en la sala.

Él les preguntaba si había mucha gente, cuál era su estado de ánimo o si se esperaba que hubiese mucha oposición. Continuamente daba instrucciones en cuanto a la manera de entretener a la concurrencia mientras le esperaban y media hora más tarde de que el mitin comenzase, pedía su abrigo, su látigo y el sombrero y precedido de su guardaespaldas y el chófer, se dirigía al automóvil. Una vez en la sala, acostumbraba a colocar sus notas sobre una mesa, a su derecha. Cada página le bastaba para hablar por espacio de diez minutos o un cuarto de hora. Al finalizar, la banda interpretaba el himno nacional. Hitler saludaba entonces con la mano derecha y abandonaba la sala antes de que la música cesase. De ordinario se hallaba ya en su automóvil cuando aún se oían las últimas notas. Esa súbita retirada no dejaba de reunir cierto número de ventajas. Además de permitirle llegar al vehículo sin ser molestado, evitaba que menguase el entusiasmo de la multitud, le ponía a salvo de inoportunas entrevistas y dejaba intacto el espectáculo de apoteosis que, cara al público, formaba al final de su discurso. En cierta ocasión me confesó: Muchos oradores cometen el gran error de permanecer en la sala conversando una vez que su discurso ha terminado. Esto solo lleva a una disminución del entusiasmo, ya que la controversia y la discusión pueden anular por completo unas horas de labor oratoria. Lo que a mí me tenía totalmente perplejo -y con el tiempo le pasó lo mismo a millones de personas- era que no concedía a las palabras vitales igual significado que tenían para los demás. Siempre que yo hablaba de nacionalsocialismo, lo hacia pensando en los antiguos términos de Friedrich Naumann, en los que se fundía toda la esencia de los elementos tradicionales y sociales de la comunidad. Los pensamientos de Hitler nos se avenían en absoluto con la idea de una confederación patriótica de tal especie. Todos sabíamos, aunque pasásemos por alto las profundas implicaciones del hecho, que la primera manifestación de su personalidad había sido como soldado. El hombre que declamaba desde la tribuna no sólo era un soberbio orador, sino también un experto instructor militar que había sabido ganarse la voluntad de aquellos de sus camaradas del ejército que se dejaran influir por la revolución de noviembre.

Cuando hablaba de nacionalsocialismo lo hacía pensando en un socialismo militar, sujeto a una disciplina militar o, para decirlo en términos civiles, en un socialismo de estado. Ignoro ciertamente cuál sería el momento en que sus procesos mentales le llevarían a dar forma definitiva a esa clase de socialismo, pero lo que sí es indudable es que el germen estuvo siempre en él.


Además de ser un gran orador, era también taciturno e introvertido en grado extremo y parecía tener un sentido instintivo respecto all que no debía decir, a fin de mantener la confusión en la gente en cuanto a sus verdaderas intenciones. He de confesar, de todas formas, que nuevamente me refiero a unas impresiones obtenidas con el discernimiento que se posee a los treinta años.



A mi la oratoria de Hitler me recuerda mucho a la de los pastores cristianos, Hitler era muy teatral, esos silencios que dejaba para que la masa se callara, esos ademanes exagerados justo como los de los pastores cristianos.
 El gran acierto de Hitler fue hacer del nacionalsocialismo una especie de religión con adeptos fanáticos y el mismo lo aclara en "mi lucha", Hitler dice en su libro que las masas son de índole mas femenina, es decir, son mas EMOCIONALES y si controlas a la masa desde la emocionalidad la tendrás rendida a tus pies.

 Por eso las religiones, sectas e ideologías funcionan, si convences a tus adeptos y haces que se sientan "parte de grupo" (una necesidad psicológica de los seres humanos "el sentido de pertenecía") ellos estarán dispuestos a dar su vida por ti y por tu causa. 

domingo, 12 de enero de 2014

108.-Asuntos misceláneo sobre la oratoria.-a

  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; 


 



LA PRÁCTICA HACE DISCURSOS PERFECTOS

Biografía Richard Charles Nicholas Branson 

(nacido el 18 de julio de 1950), normalmente citado como Richard Branson, es un magnate de negocios británico y famoso orador ) da a conocer cómo fueron sus primeros discursos y entrega algunos consejos para ser un mejor orador. Asegura que “los buenos oradores no son sólo talentosos o afortunados; trabajan duro”

Consejos 

Cuando mi primera empresa, la revista Student, empezó a ganar reconocimiento, en ocasiones me pidieron que hablara en reuniones. El primer acto que pudiera haber sido considerado de alto perfil fue en University College, Londres, para un canal de televisión alemán. Antes de que llegara mi turno de subir al escenario, el líder estudiantil Danny Cohn-Bendit (Se dio a conocer primero por su participación en Mayo del 68 y su tendencia anarquista, que luego cambió por la de ecologista reformista) y el activista Tariq Ali (es un escritor pakistaní, director de cine e historiador) ofrecieron discursos excepcionales sobre los derechos humanos. Fueron apasionados sobre sus temas, rebosaron confianza y tuvieron el potencial intelectual para respaldar su retórica. Mientras la multitud vitoreaba y pateaba el piso, yo combatía la tentación de vomitar.
Mi mente quedó en blanco cuando tomé el micrófono. Balbuceé incoherentemente un poco antes de dejar el podio. Fue uno de los momentos más vergonzosos de mi vida, y mi rostro estaba rojo como el logotipo de Virgin.

Sir Freddie Laker

Unos años después, Sir Freddie Laker, (6 Agosto 1922 – 9 Febrero 2006) uno de mis mentores más importantes y el hombre que me inspiró para entrar en la industria de las aerolíneas, me exhortó a volverme el rostro público de nuestra compañía. Argumentó que en vez de tratar de atraer la atención de la gente con una gran campaña de mercadotecnia, sería mucho más barato y mucho más efectivo que yo mismo ocupara los titulares; especialmente ya que mi pequeña compañía estaba compitiendo contra rivales más grandes. Pero esto significó abordar mi problema al hablar en público. Me di cuenta de que si yo iba a ser el rostro de nuestra marca, iba a tener que hablar.
Lo que pronto aprendí fue que la práctica marcaba toda la diferencia. Entre más preparado estaba, menos tartamudeaba y me equivocaba. Los buenos oradores no son sólo talentosos o afortunados; trabajan duro. Empieza a practicar tu discurso con mucha anticipación en casa. Trata de sentirte cómoda con el material y aprender dónde deberías ser contundente y dónde deberías usar un tono más ligero.

Sobre todo, deberías prepararte para ser tú misma. A menudo cuando alguien pronuncia un discurso que fue escrito por alguien más -me vienen a la mente los políticos-, suena demasiado elegante y premeditado. La clave es comprender tu mensaje, ponerle tu personalidad y transmitirlo en tus propias palabras. Recuerda, no todos tienen un enorme vocabulario. A menudo una palabra breve funcionará mucho mejor que una larga que quizá incluso pronunciaras mal.
Ten en mente que no hay necesidad de apegarse rígidamente a tu guión si se presenta una tangente interesante. Algunos de los mejores momentos en la historia de la oratoria incluyen declaraciones improvisadas.
Para ser un orador público impresionante, tienes que creer en lo que estás diciendo. Y si hablas con convicción y eres apasionada sobre tu tema, tu público perdonará más fácilmente tus errores porque tendrán confianza en que estás diciendo la verdad. Mis respuestas no son siempre fluidas e inmediatas, y a menudo incluyo una buena dosis de “este” y “ah”. Pero la mayoría de los públicos se sienten mucho más contentos con una respuesta titubeante y sincera que con una respuesta rápida pero superficial.
Prepárate, luego tómate tu tiempo y relájate. Habla desde el corazón.

ROSTRA DEL FORO ROMANO



En la Antigua Roma, se llamó rostra a una tribuna del Foro que servía de púlpito desde el que los magistrados y oradores arengaban al pueblo. «Rostra» es el plural de la palabra latina rostrum, que literalmente significa «lo que sirve para roer», refiriéndose casi siempre a los picos, boca o cara de los animales. Por extensión se llamó rostrum a todo objeto con forma de pico:


espolón de una nave
reja de un arado
pico de una lámpara
cabeza de un martillo

En su acepción náutica el rostrum era el espolón de bronce que reforzaba la proa de los navíos de guerra, un pico que embestía las naves enemigas para hundirlas, un arma que dio muy buenos resultados.

Los rostra monumentales.


En el año 338 a. C. (época de la República) el cónsul Cayo Menio se vio envuelto en una batalla contra la flota de los volscos en el puerto de Antium, donde obtuvo una gran y definitiva victoria. El cónsul mandó arrancar los rostra (espolones) de los barcos enemigos para trasladarlos a Roma y colocarlos en el muro de la tribuna de oradores del Foro Romano, ante la que se reunían los comitia o asambleas romanas. Desde entonces esta fue conocida como rostra y, por extensión, se acabó por dar el nombre a dichas tribunas. En origen esta tribuna se debía encontrar entre el foro de época republicana y el comitium, que entonces se encontraban diferenciados, por lo que los oradores podían ser escuchados de una y otra parte.

rostra

En 44 a. C. Julio César la trasladó a su ubicación definitiva en el Foro. Junto a la tribuna se encontraban el miliarium aureum erigido por Augusto, que era el punto de partida supuesto de todas las calzadas romanas, situado del lado que linda con el templo de Saturno y el umbilicus urbis, al extremo norte de la tribuna, algo más tardío.

En el otro extremo del Foro y formando parte del podio del templo de César se encontraba una segunda tribuna, los rostra divi Iuli, decorados con espolones de los barcos egipcios apresados en la batalla de Actium.

ROSTRA DE JULIO CESAR

Una tercera tribuna se piensa que estaba emplazada frente al templo de Cástor, ya que las fuentes hablan de los Rostra tria.

Locuciones derivadas de este vocablo.

In rostra ascendere, subir a la tribuna.
Aliquem pro rostris laudare, elogiar públicamente a uno.
Rostra movere, agitar al pueblo desde la tribuna de la asamblea popular o desde la del foro.
En el idioma español del siglo XVI la palabra latina rostrum dio origen a la palabra rostro.





Para los romanos la elocuencia era “el arte de hablar bien” y adquirió una enorme importancia. Era el mejor medio para comunicarse con sus conciudadanos buscando siempre la manera idónea de explicar las ideas, convencerles y/o conmover sus espíritus en todo lo referente a la vida social; varios eran los lugares adecuados para el uso de la palabra: la curia y la basílica, eran edificios situados en el foro, el centro de la ciudad y de la vida pública romana, pero se requería ser senador o magistrado para tener acceso a ellos; sin embargo , los ROSTRA eran una tribuna abierta a todo el que quisiera replicar a las leyes que se debatían o, simplemente, un espacio libre desde el que dirigirse y hablar a los vecinos.


Por ello, para este blog, he elegido el nombre de “A Rostra” (desde una tribuna libre), que pretende ser un lugar, un espacio público destinado a la palabra, y, mediante el uso de la misma, como hacían los romanos, explicar las ideas, escribiendo sobre las inquietudes que afectan a nuestra sociedad, comunidad, y mostrándolas a los otros, a todos.

sábado, 11 de enero de 2014

107.-Las técnicas de oratoria de Adolfo Hitler.-a

  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; Katherine Alejandra del Carmen  Lafoy Guzmán

 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

Hitler orador:

Hitler poseía un natural talento en la oratoria, un singular personal indescifrable, magnético. Lo que llamamos carisma. Resulta pues adecuado apuntar algunos rasgos típicos de los discursos de Hitler, pues resultan muy valiosos.
Una de las características de la oratoria de Hitler la hallamos en las afirmaciones categóricas. En muchas ocasiones hallamos esas afirmaciones, sin embargo, cuando el tema en cuestión contiene alguna complicación, sobre economía, fenómenos históricos, etc. -, sigue invariablemente a esta afirmación, una serie de detallados y clarísimos ejemplos, que dejan tan claramente expuesto el problema que es innecesaria una explicación posterior. No hay nada más claro para entender la economía que los discursos que Hitler dio sobre el tema. Son trasparentes como el cristal.
 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

Hitler solía utilizar las repeticiones. A lo largo de cada discurso pueden destacarse dos o tres temas principales, y desde diversos puntos vuelven una y otra vez sobre ellos, pero en una forma amena y sencilla.
La característica más remarcables de Hitler es posiblemente la adaptación al auditorio. Le bastaba una simple mirada para sentirse parte del auditorio y dialogar con ellos con toda sencillez o con toda gravedad.
 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

Otra de las características de los discursos de Hitler, es la utilización del diálogo en el discurso, esta forma era muy habitual en él y se logra con ella un efecto de claridad y sencillez muy adecuado.
“Son otros muchos los que dicen: Piense usted en que todo pesa sobre las espaldas de los jóvenes. ¡Pues pueden sentirse orgullosos de pasar por esa escuela!” 
Este fragmento de discurso, elegido al azar, muestra una forma muy peculiar y habitual de Hitler en su oratoria.
A través de esos diálogos, consigue Hitler exponer ideas muy profundas en forma muy sencilla. También es normal en Hitler la puntualización de soluciones o de problemas a través de primero, segundo, tercero, etc. Y en general sus discursos cuentan con una parte inicial histórica, evocando los primeros tiempos de lucha, para pasar luego a los temas del momento.
 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

La idea de Hitler de que debía empezarse en forma moderada, casi rutinaria, con la voz monótona durante una hora, para pasar en la siguiente a actitudes combativas, continuar en la tercera en igual forma y volver en la cuarta hora al período inicial. 
Sin duda Hitler no dejaba nada al azar, siempre estaba pendiente de su postura y oratoria a la hora de dirigirse al público. En las siguientes imágenes se puede apreciar a Hitler en donde cuida sus movimientos con una especie de mímica ante el espejo para ensayar sus arengas tan famosas.

 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy


Hitler recibió enseñanza teatral. Ensayó todos sus gestos famosos y hasta las expresiones faciales. Tuvo un profesor, Paul Devrient (1890-1973), que fue cantante de ópera. Este le enseñó técnicas para su puesta en escena y también le enseñó a educar su voz. Pocos políticos se habían tomado esas molestias. Pero Hitler sí. No dejó nada al azar. Solía quedarse afónico tras sus discursos y terminaba absolutamente agotado. Después de cada aparición pública solía preguntar a sus colaboradores sobre cómo había estado.
 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

En 1931 la revista norteamericana Vanity Fair lo incluyó entre los mejores oradores de la época. Ciertamente Hitler fue un genio de la oratoria.

  
 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy

Mito de Hitler.

Adolfo Hitler, se a convertido en un mito político histórico vigente en el mundo occidental; en la actualidad existen miles de libros, películas, documentales, series de televisión, programas yotuber,  etc. sobre su vida y sus colaboradores; Hitler  es un tema vigente, que no  ha sido olvidado por las nuevas generaciones, a pesar de mas de 70 años de su muerte, y la desaparición completa  de su generación, y las demás generaciones que fueron contemporáneas a él.

Incluso, según el  escritor estadounidense Mike Godwin, elaboro una ley , que lleva su nombre, por el según la cual cuanto más se prolonga una discusión en Internet, más probable es que surja el nombre de Hitler. ¿Por qué? en palabras de Alec Ryrie, «En la cultura occidental Hitler es la más potente de las figuras morales… Se ha convertido en un punto de referencia fijo paran nuestra definición del mal».

Hitler histórico, se convertido en un Hitler mitológico, no real, centro de conspiraciones, esoterismo, en un  ser atemporal.



  
 Scherezada Jacqueline Alvear Godoy



Los secretos para hablar en público de Hitler, Demóstenes y Martin Luther 

Demóstenes, Martin Luther King y Adolfo Hitler también dejaron una gran herencia para todos los emprendedores: sus secretos para hablar y convencer. Son las estrategias que emplearon para generar confianza, fidelidad y apoyo. Este legado no está escrito en ningún lugar, lo dejaron escondido en el mejor sitio para hacerlo: frente a los auditorios que cautivaron. Ellos tres emplearon las mismas técnicas en cada discurso y rompieron el mito de que sólo los predestinados podían ser oradores. Estas son las claves con las que ellos hicieron los discursos más emblemáticos de la historia.

Conocer al auditorio.

Antes del encuentro, el orador sabe a quiénes les hablará. Se trata de un estudio demográfico para conocer las generalidades del público, y de uno más específico que revelará las motivaciones que tienen sus futuros oyentes. Las entrevistas cara a cara con alguno de los participantes lograrán enfocar bien el discurso al centrarse en motivaciones reales y no especulaciones o supuestos. Esto permitirá concretar la exposición. Para que haya mayor fiabilidad, es necesario realizar tres entrevistas.
Visitar el sitio de trabajo y acompañar a uno de los miembros del auditorio durante la jornada laboral logrará que el orador conozca perfectamente qué realizan y cómo lo hacen. Los informes anuales y los sitios web de la empresa a la que se ofrecerá la conferencia son otras fuentes valiosas de información para saber exactamente a quiénes se hablará y cómo se deberá hacerlo.
El activista y pastor Martín Luther King, por ejemplo, cuidaba que su lenguaje fuera comprensible y tomaba los deseos no rescatados de su público para presentarlos como propios. Su discurso más importante, “Tengo un sueño”, realmente era el sueño de todos.

Preparar un contenido sobresaliente.

Una gran exposición invita a quienes la oyen a explorar otras formas de pensar y  actuar de un modo diferente. La preparación del contenido, su estructuración y su comunicación son tres actividades interrelacionadas que logran ese objetivo.
El contenido de la exposición tendrá más fuerza si se comienza con una frase impactante. El mismo puede reforzarse con una pregunta retórica que haga pensar a los asistentes y reclame toda su atención. Por otra parte, el título de la ponencia funciona como un gancho: supone un elemento clave de decisión para asistir o no a la conferencia.
En nuestras presentaciones debemos prestar especial atención a los comienzos y finales. Investigaciones sobre la memoria muestran que el material que se recuerda más fácilmente y resulta más impactante es el que se encuentra al comienzo y al final. Por ello es conveniente abrir y cerrar toda exposición de forma contundente. Sólo tenemos 90 segundos para captar la atención del público.
Una buena forma de terminar la exposición es con una rápida revisión del material cubierto o utilizando una cita genial, una historia o una anécdota. Las citas son un material perfecto para potenciar el contenido y lo bueno de ellas es que existe una para cada ocasión. Las historias son otro de esos ingredientes que ilustran el contenido y animan la exposición. Pueden utilizarse como introducción; para romper el hielo, como ejemplo, explicación o ilustración, estudio de caso, metáfora o como conclusión.
Sin embargo, para que las exposiciones resulten enérgicas, memorables e impactantes, se utilizan historias convincentes para ilustrar el concepto, se emplea una simulación para que los asistentes adquieran una experiencia de primera mano y, finalmente, una conclusión avalada por pruebas científicas, aunque el orden de los elementos se puede alterar según las necesidades de la exposición. Adolfo Hitler era un orador que empleaba sistemáticamente historias, experiencias y datos contundentes. Apelaba a razones y emociones de su público.

Organizar el contenido de forma excepcional.

Los oradores de gran nivel trabajan en el contenido y en la comunicación del mensaje, pero también en la manera en la que organizarán el material. Al comienzo de la presentación se anuncian cuántos puntos se van a tratar y, cada vez que concluya uno de ellos se señalan al auditorio: “ese era el segundo punto”. Dichas explicaciones se pueden apoyar en material visual.
Pueden utilizarse ocho estructuras organizativas: cronológica, geográfica, analítica,  funcional,  comparativa,  conflictiva,  metafórica y una combinación de las anteriores. El 80% de los ponentes emplea el modelo cronológico, pero puede resultar tedioso, conviene combinar las estructuras.
Es necesario asegurarse de que haya cohesión, y para esto se debe escribir una misión, desarrollar metas y objetivos, formular y responder preguntas esenciales, utilizar diagramas como guías para exponer pensamientos claros y ensayar la presentación. Por último, incluir una llamada a la acción. Es aconsejable prestar atención a las transiciones, pues estas son clave para la claridad

Desarrollar una comunicación dinámica.

Existen 13 técnicas para hacerlo:

  1. No iniciar con frases trilladas como “estoy muy contento de estar aquí hoy”.
  2. Utilizar palabras enérgicas y no emplear la voz pasiva.
  3. Emplear el impulso de las cosas que dice en primer y último lugar, las que repite con frecuencia y las que se le da bien decir. Se trata de generar una presentación impactante, que luzca natural y convincente.
  4. Poner un poco de suspenso. Las presentaciones resultan más entretenidas si se les añaden flashbacks o si se hace una presentación cronológica inversa al contar primero las consecuencias y luego analizar cómo llegamos a ellas.
  5. Utilizar algún artilugio para darle una nota dramática a la par de que es divertida. Se trata de encontrar un objeto que represente un aspecto de lo que hablamos. A veces se trata de sujetos imaginarios que pueden representarse mediante objetos, dibujos o música.
  6. Utilizar representaciones teatrales para dar vida a sus exposiciones. Quien sabe actuar sabe comunicar.
  7. Utilizar la pausa para enfatizar algo, antes y después de lo que desea enfatizar. En lenguaje oral, las pausas equivalen a las comillas del lenguaje escrito.  También conviene bajar el volumen de la voz para generar expectación.
  8. Utilizar el humor en el momento oportuno y de la forma adecuada, pues es un arma poderosa que puede enaltecer o destruir tu presentación.
  9. Sólo tenemos 90 segundos para ganarse la atención del público. Un saludo convencional o la enunciación del tema a tratar de una manera rígida no atrae la atención. Hay que apostar por algo más arriesgado, que dé de qué hablar.
  10. El role play puede ser una de las mejores actividades para aprender, pero debe ser una actividad voluntaria. El aplauso del público a veces logra ser muy estimulante para que más personas se decidan a participar.
  11. Hacer que los asistentes resuelvan problemas reales y luego dejar que los asistentes comparen sus soluciones antes de exponer las decisiones que tomaron en la vida real.
  12. Prepárase para las preguntas anticipándolas.
  13. La última oportunidad de recoger todo lo que ha dicho en su presentación es un final de impacto, que puede tomar muchas formas, incluida la de un poema.

Hacer que recuerden el contenido.

Las personas recuerdan el 50% de la información expuesta durante 24 horas después de haber dado una presentación, mientras que dentro de las siguientes 24 horas olvidará un 50% de ello. El individuo medio olvida el 75% de lo que oye en una conferencia, pero hay técnicas para que se logre recordar.
Una de estas es repetir y decir con otras palabras lo que ya ha dicho, pues si reiteramos un dato siete veces, las posibilidades de que la gente lo recuerde aumentan en  80%. Por eso los oradores con experiencia dicen lo mismo hasta tres o más veces.

Martin Luther King cambiaba sus explicaciones y exponía un principio de simple aplicación para poco a poco añadir complejidad al asunto, mientras Demóstenes pedía a uno de los asistentes que resumiera el material cubierto antes de pasar al punto siguiente.  Para que los asistentes estén atentos, se recomienda que nos sirvamos del humor, la novedad y del factor sorpresa. Improvisar juegos y dinámicas también permiten el aprendizaje activo.
Finalmente, el éxito de un orador depende de que los conocimientos impartidos generen acción. Hitler tenía esto muy claro. Cada pieza de oratoria del führer llevaba a realizar acciones muy claras, generalmente bélicas pero a veces de simple orgullo racial. Actualmente, nuestros discursos no se emplearán para convencer de la supremacía de una raza, sino que se observará si lo dicho en nuestra presentación se transfiere al lugar de trabajo y se convierte en parte integrante de la cultura empresarial.
Para un emprendedor el éxito puede representarse con la firma de un contrato, el convencimiento de inversión o hasta mejor reputación para un público determinado.

Controlar situaciones difíciles

Los problemas pueden surgir en las presentaciones y el orador debe reconocerlas y no hacer caso omiso. Muchas de las dificultades pueden ser por fallas en el sonido o un accidente. Otras veces se trata de asistentes “causa problemas” a los que se debe calmar para que no interfieran en el discurso. Muchas veces basta la promesa de explicar después al que interrumpe constantemente porque “demora mucho tiempo el explicarlo”.

Mejora total de la calidad

Los grandes profesionales de la oratoria se consagran a la mejora continua, practicando a fondo su discurso antes de hablar en público e incluso escuchan atentamente el feedback de quienes los escuchan.

Es aconsejable practicar y simular de la forma más fidedigna posible la sala y el público, realizar ensayos, hablar ante diferentes tipos de público que nos proporcionen retroalimentación sobre diferentes aspectos y observar la presentación desde varias perspectivas. Recuerda que la práctica hace al maestro. Esto lo sabía bien Demóstenes que practicaba varias horas al día sus discursos y logró sobreponerse al tartamudeo inicial, por ejemplo.
En la próxima presentación de la empresa, en un seminario de ventas o hasta en una entrevista informal con un colaborador o cliente potencial, aplica el legado de los tres personajes para conseguir excelentes resultados. ¡Mucho éxito emprendedor!


viernes, 10 de enero de 2014

106.-La oratoria de Barack Obama.-a

 
 Balance final: 5 éxitos y 5 fracasos de la presidencia de Barack Obama

"Mi último pedido es el mismo que el primero. Les pido que crean, no en mi habilidad para generar un cambio, sino en la suya", dijo Barack Obama en su discurso de despedida como presidente de Estados Unidos, ante 18 mil seguidores reunidos en Chicago, la ciudad donde comenzó su carrera política.

El próximo 20 de enero entregará a Donald Trump el mando del país que, a pesar de todos los cambios que sacudieron al mundo en lo que va de siglo XXI, sigue siendo el más poderoso del mundo. La presidencia de Obama fue histórica y se destacará invariablemente por sobre otras. Porque fue el primer presidente negro. Porque asumió generando un movimiento de esperanza sin muchos precedentes.
La pregunta que muchos se están haciendo en estos días es qué cambió en estos ocho años. Cuántas de esas promesas de transformación se materializaron, y cuántas quedaron en la nada. Infobae consultó a cinco politólogos estadounidenses para hacer un balance de los logros y de los fracasos de la Administración Obama. Éstos son los más destacados:

LOS 5 LOGROS DE OBAMA

1. Recuperación de la economía

"Cuando Obama asumió la presidencia, la Administración Bush había llevado la economía estadounidense a la depresión, con bancos en quiebra, viviendas ejecutadas, desempleo y más. Hacia el fin de 2016 la desocupación cayó al 4,6% tras la creación de 16 millones de empleos. El mercado inmobiliario se recuperó, la bolsa también. Con la reforma financiera de 2010 se instauraron mecanismos de protección contra los abusos de Wall Street", dijo Dave Garson, profesor de ciencia política y gobierno en la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

La agresiva política de tasas negativas y de incentivos a la producción rindió sus frutos. El crecimiento de 3,5% del PIB registrado en el tercer trimestre de 2016, el mayor en dos años, confirma que los fantasmas de la recesión y la desocupación de dos dígitos quedaron atrás. Es cierto que la notable expansión del empleo se dio a partir de trabajos de peor calidad, que pagan salarios más bajos, lo que explica parte del éxito de Trump. Pero la mejoría es indiscutible, y no era fácil de prever en 2009.

"La gente se olvida de la magnitud de la crisis financiera que había. La recuperación no alcanzó a todos, pero el desempleo está por debajo del 5% y la economía es robusta. Él no se lleva un crédito suficiente porque no podemos ver el contrafáctico, qué habría ocurrido si no hubiera sido exitoso", afirmó David E. Lewis, docente del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Vanderbilt.

2. El fin de la Guerra de Irak

"La Administración Bush llevó a los estadounidenses hacia una contraproducente guerra en Irak —dijo Garson—. Previamente, Irak era un contrapeso de Irán en la región, así que su principal efecto fue darle a Irán la hegemonía. Además hizo trepar a su punto máximo la deuda de Estados Unidos. Obama terminó con la guerra, aunque el daño de las políticas de Bush ya estaba hecho".

El presidente dio por concluido el conflicto en 2011, ocho años después de su comienzo, y aceleró el proceso de repatriación de las tropas. Es cierto que la retirada nunca llegó a ser total, y que la aparición de Estado Islámico lo obligó a reforzar la presencia militar en el país. Pero más allá de toda la agitación que hubo en la región en estos años, pudo ir hacia en una progresiva desmilitarización de la política exterior.

3. Acuerdo nuclear con Irán

"Obama lideró un progreso en la política exterior en una variedad de frentes, incluyendo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y la negociación de un acuerdo con Irán para bloquear sus posibilidades de desarrollar una bomba atómica, a cambio de una reducción de las sanciones. La entrante Administración Trump ni siquiera reconoce al cambio climático como un problema y critica el acuerdo con Irán, pero ambos son logros históricos", dijo Garson.

El pacto alcanzado en julio de 2015 con el régimen chiita supuso un avance significativo en un conflicto de larga data. Más allá de que hizo enojar a algunos halcones, permitió trasladar a los canales diplomáticos un diferendo que amenazaba con tornarse violento. Además supuso el restablecimiento de las relaciones con un país con el que todo el diálogo estaba roto.

"Este tipo de logros le exigieron a Obama romper con posiciones de larga data y correr riesgos a los que otros no se hubieran atrevido", explicó William A. Boettcher III, profesor de ciencia polìtica y estudios internacionales de la Universidad de Estatal de Carolina del Norte.

4. Avances en la protección del medio ambiente

El Acuerdo de París contra el cambio climático, que entró en vigor en noviembre de 2016, comprometió a todos los países firmantes a reducir las emisiones de los gases causantes del calentamiento global. Obama fue clave para darle impulso, venciendo las presiones de parte del entramado industrial estadounidense. No fue su única decisión en esa dirección.

"Las órdenes ejecutivas que tomó y el trabajo de su Agencia para la Protección del Medio Ambiente en el control de la contaminación fueron logros significativos. Sus esfuerzos en favor de la eficiencia energética y el endurecimiento de los estándares para las plantas eléctricas a carbón han sido vitales para reducir las emisiones de dióxido de carbono y de otros contaminantes del aire", señaló Marjorie Hershey, profesora de ciencia política de la Universidad de Indiana.

5. El Obamacare

"La significativa expansión de los seguros de salud a través de la Affordable Care Act (llamada Obamacare por sus oponentes republicanos) les permitió acceder a un seguro a 20 millones de estadounidenses que antes no tenían. Eso los protege de la bancarrota a causa de gastos médicos y mejora sus posibilidades de tener una vida productiva", dijo Hershey.

Fue una de las reformas más ambiciosas y cuestionadas de su gobierno por su elevado costo. Con todas sus limitaciones es la política de salud más importante impulsada por Estados Unidos en la historia reciente.

LOS 5 FRACASOS DE OBAMA

1. Siria

"Los republicanos argumentan que Obama fracasó en términos generales en su política exterior. Señalan que no pudo hacer cumplir su 'línea roja' sobre el uso de armas químicas en Siria, y sobre las crecientes agresiones de Rusia, como las acciones en Ucrania y Crimea", dijo Timothy M. Hagle, especialista en política estadounidense de la Universidad de Iowa.

Es evidente que Siria fue un problema que lo sobrepasó. El gobierno de Obama siempre corrió detrás de los acontecimientos y no supo cómo reaccionar ante cada nuevo hito: las protestas contra el régimen de Bashar al Assad, el estallido de la guerra civil, sus salvajes ataques con armas químicas contra su propia población, el surgimiento y expansión de Estado Islámico y la posterior intervención de Moscú con un rol cada vez más protagónico. A cada paso las crisis se multiplicaban y las respuestas de Estados Unidos fueron siempre erráticas.

"En todos esos fracasos —dijo Boettcher—, el realismo de Obama lo previno de tomar acciones más decididas, que podrían haber arrojado resultados diferentes. Su cautela llevó a que cada situación empeorara".

2. Agravamiento del déficit fiscal y de gestión

"Estados Unidos tiene un problema de déficit a causa de la estructura impositiva y de la solvencia de la seguridad social y del seguro médico, que permanecen después de ocho años de presidencia. De la misma manera, continúan los inconvenientes de gestión de larga data en el funcionamiento de las agencias federales, en buena medida por negligencia de los distintos presidentes, incluido Obama. El Gobierno Federal no tiene un sistema moderno de manejo del personal, y no estoy seguro de que el presidente entendiera los desafíos de administrar a la fuerza de trabajo federal", sostuvo Lewis.

3. Debilitamiento del Partido Demócrata

Nadie puede discutir las cualidades del mandatario saliente como candidato. Su carisma le permitió compensar su falta de experiencia para ganar con cierta comodidad sus dos elecciones presidenciales. Pero no pudo trasladar esa capacidad a su partido, que se debilitó ostensiblemente durante su período en la Casa Blanca.

"Al descuidar al Partido Demócrata a nivel estatal y local —dijo Garson—, el Partido Republicano fue exitoso en manipular los distritos electorales, restringir los derechos al voto, inundar el proceso electoral con dinero, y mucho más. Si bien no se lo puede culpar individualmente a Obama por eso, fortalecer al Partido Demócrata no fue su prioridad, y no fue un líder efectivo en los estados. Como resultado, a pesar de que la mayoría de los ciudadanos apoyan las políticas demócratas, la mayor parte de los distritos electorales están dominados por los republicanos. En 2016 lograron hacerse del control de la presidencia, de las dos cámaras del Congreso, y de casi todas las gobernaciones y las legislaturas estatales".

4. Abusos en el combate al terrorismo

El joven senador de Illinois llegó a Washington prometiendo combatir al terrorismo sin dejar de respetar los derechos humanos, para diferenciarse de las prácticas impulsadas por su antecesor. En esa línea, se comprometió a cerrar la cárcel de Guantánamo. Si bien hubo algunos avances, como la transferencias de prisioneros, no pudo cumplir con ninguno de estos compromisos.

"Obama fue el 'presidente drone' —continuó Garson—. Aumentaron mucho los ataques con drones, incluso para matar a ciudadanos estadounidenses sin un proceso judicial. También convirtió en rutina el registro masivo de emails y teléfonos, y el secuestro y la detención indefinida de radicales extranjeros. Si bien en su defensa se supone que terminó con la tortura y con las prisiones secretas, parece que ambas continuaron en cierta medida. Obama deja así un legado de tácticas de 'hombre fuerte' que Trump podrá capitalizar y expandir".

5. El Obamacare

Sí, fue un logro muy importante por la cantidad de personas a las que les dio una respuesta. Pero también un fracaso igualmente grande. La mejor prueba es que está a punto de ser erradicado por la mayoría republicana en el Congreso, que no está encontrando demasiada resistencia por sus numerosos errores de diseño e implementación.

"Los republicanos hicieron de los problemas del Obamacare el centro de sus argumentos de campaña —dijo Hagle—, mientras que los demócratas eligieron no apoyarlo con la fuerza con la que se esperaba. Hay que esperar para ver qué hacen los republicanos con la ley, pero sea cual sea el resultado, sabemos que el Obamacare va a desaparecer o cambiar drásticamente".

¿En qué falló el proyecto?
 "La base del Partido Demócrata quería seguir el modelo del resto del mundo industrial y tener un seguro de salud nacional. Pero en lugar de defender esa visión, Obama se inclinó por el plan de un gobernador republicano, que dispuso penalidades impositivas para forzar a las personas sin seguro de salud a comprar uno privado, aportando incluso algunos subsidios para ellos. Aunque beneficiaba a las aseguradoras privadas, los republicanos lo repudiaron y lo hicieron foco de sus ataques. Ahora será desmantelado como un fracaso político, odiado por republicanos y por la base demócrata por igual", concluyó Garson.


Retrato oficial
 ANA GONZÁLEZ HUENCHUÑIR 

La capacidad oratoria del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, su habilidad de capturar e inspirar al público con sus poderosos discursos, ha llevado a algunos académicos a describirlo como el mejor orador de su generación. Obama está inspirado en antiguos oradores estadounidense.

¿Cuál es el secreto de su éxito, las palabras que usa, la forma en que las pronuncia, o el cambio histórico que representa?

"Creo que Barack Obama personifica, más que ningún otro político, los ideales de la elocuencia estadounidense", dice Ekaterina Haskins, profesor de retórica en el Instituto Politécnico Rensselaer en Troya, ciudad de Nueva York.
Los discursos de Obama, indica Haskins, llevan la sombra de sutiles ecos de otros grandes discursos del pasado, conscientemente creando un sentido de la historia, propósito y continuidad.

Fantasmas del pasado.

"Ciertamente, él ha estudiado a todos sus predecesores, él esta consciente de la herencia retórica de la que se nutre", explica Haskins. "Claramente, él se ve como un descendiente de oratoria política de Abraham Lincoln y Martin Luther King".

"Está llamando a los fantasmas de líderes anteriores y presidentes que los estadounidenses han aprendido a reverenciar".

ECO DEL PASADO. (Ejemplo)

MARTIN LUTHER KING: 
Puede ser que yo no llegue con ustedes pero quiero que ustedes sepan esta noche que nosotros como un pueblo vamos a recibir la tierra prometida.

BARACK OBAMA: 
El camino por delante será largo. Nuestra subida será empinada. Tal vez no lleguemos en un año o en un término. Pero, Estados Unidos, nunca he tenido más esperanzas de las que tengo esta noche de que vamos a llegar. Les prometo, que nosotros como un pueblo vamos a llegar.


Tras ganar las elecciones, su discurso en Chicago fue el eco de dos de los discursos más famosos en la historia de EE.UU., las palabras que pronunció Abraham Lincoln en Gettysburg en 1863 y las que dijo el asesinado defensor de los derechos civiles, Martin Luther King el día antes de su muerte.

Philip Collins, quien redactor los discursos políticos del ex primer ministro  británico, Tony Blair, no tiene dudas de que Obama le debe su éxito a sus dones oratorios.
"Él ha mostrado el poder de la fuerza retórica brillante", dice Collins, uno de los principales escritores del diario británico Times.
Inicialmente, los discursos de Obama, pigmentados con referencias a ideales como "cambio", "promesa" y "convicción", provocaron la crítica de que les faltaba contenido y política.
Empezó a agregar detalles de política en la medida en que progresó la campaña. Pero su discurso en la Convención Demócrata fue visto como menos encantador por algunos observadores, precisamente debido al número de propuestas concretas que contenía.

Minado por personalidades.

Haskins asegura que Obama tiene otras técnicas para evitar la crítica de que su discurso es pura retórica, agregándole profundidad a lo abstracto con sólidas ilustraciones.
"La retórica siempre tiene la connotación de ser sobre apariencias más que realidad, pero él no suena falso. Él juega con las abstracciones que le permiten cierto tipo de maniobra retórica y las llena con ejemplos específicos y concretos", agregó.

Su discurso de victoria, pronunciado en Chicago, canalizó amplias ideas sobre la lucha de una generación a través de los ojos de Ann Nixon Cooper, de 106 años, quien se ha convertido en una celebridad por su propio mérito.
Pero, ¿corre el riesgo la poesía de su campaña de caer cuando se enfrenta al papel más prosaico de ocupar un cargo?

Muchos comentaristas resaltan el discurso "Una unión más perfecta", pronunciado en marzo de 2008 tras el escándalo sobre el sermón  su antiguo pastor, Reverendo Jeremiah Wright, como uno de los mejores dichos por Obama.

 La debilidad de la retórica de Obama hasta ahora es que es muy agradable.
Philip Collins, periodista.

La evidencia de los incendiados sermones del reverendo Wright amenazaban con perjudicar la candidatura de Obama pero su respuesta pudo responder las preguntas de raza en la sociedad estadounidense con delicadeza.

Fue un discurso que envolvió la experiencia de diferentes razas juntas, expresando un entendimiento de los muy arraigados sentimientos de cada uno y presentándose a sí mismo como la personificación de unidad.

Para Collins, sigue siendo el único discurso, hasta el momento, que no desaparecerá. Los inspiradores discursos de campaña, sin embargo, aunque perfectamente pronunciados, indicó, no ponen a prueba la verdadera medida de un político. Lo que sí lo hace es un discurso que intenta cambiar las opiniones de aquellos que están en desacuerdo.

"La debilidad de la retórica de Obama hasta ahora es que es muy agradable. No hay nada que él diga con lo que se puede estar en desacuerdo. Necesitamos esperar por los grandes momentos, los retos de política exterior, para los grandes discursos de Obama".

"Es el tono"

Sin embargo, sólo hay que imprimir y leer una transcripción de un discurso de Obama y puede ser que se sienta defraudado. Virginia Sapiro, profesora de ciencia política de la Universidad de Boston, piensa que la forma en que él pronuncia sus discursos es tan importante como sus palabras.
"Él se ve siempre en posesión de sí mismo -él es muy calmado, con una paz interior en su entrega que es muy importante".

 Su estilo es básicamente es estilo de una iglesia, es  religioso.
Philip Collins

Haskins está de acuerdo: "He estado revisando sus discursos textualmente. El texto por sí solo no nos puede decir por qué son tan poderosos. Es la forma en que los pronuncia".

Él puede tener calma, resalta Collins, pero la extensión de su entrega, la forma en que altera su tono y ritmo, se asemeja mucho al de una canción.

"Su estilo es básicamente de iglesia, es religioso: la forma en que saborea algunas palabras y dispara otras, la entonación, el énfasis, las pausas y los silencios", explica.

"Es casi como si cantara, de la misma forma que una prédica es casi como una canción. Toda escritura tiene un ritmo y él lo resalta, entona. Es sobre el tono, no la lírica, en el caso de Obama".

Nota

Obama es un maestro en identificar aquellos puntos que pueden suponer un conflicto en su carrera y afrontarlo de forma directa, natural e incluso divertida, antes de que supongan un obstáculo. 

En su discurso de presentación en la Convención Demócrata de 2004, recalcó que “un caso como el suyo sólo podía darse en un país como éste”. Es decir, consigue que argumentos que podrían ser un arma arrojadiza en manos de sus adversarios se conviertan en una baza para su triunfo: padre extranjero, familia desestructurada, pareja interracial, infancia en el extranjero, antecedentes familiares musulmanes… “Me pusieron un nombre africano, Barack o Bendecido, con la convicción de que en una América tolerante el nombre no es una barrera para triunfar. (…) Hoy estoy aquí, agradecido a la diversidad de mi herencia. (…) Estoy aquí, sabiendo que (…) y que en ningún otro país de la tierra es posible mi historia”, ha dicho. Empatizar con la audiencia.

Obama recrea situaciones que su audiencia pueda identificar fácilmente. 


Así les da a entender que es alguien como ellos, que entiende sus angustias y que comparte sus miedos. Y también que comparte los sueños de los demás: “Yo sé algo sobre ese sueño. Yo no nací en un hogar rico. Fui educado por una madre soltera con la ayuda de mis abuelos, que crecieron en una pequeña ciudad de Kansas, fueron a la escuela gracias a la Ley del Soldado, y compraron su casa a través de un préstamo de la Dirección federal de la Vivienda. Mi madre tuvo que recurrir en una ocasión a los cupones canjeables por comida de la asistencia pública, pero a pesar de todo consiguió, gracias también a las becas, que dispusiera de la oportunidad de ir a las mejores escuelas. Mi madre me ayudó a entrar en
algunas de las mejores universidades y me concedió préstamos que Michelle [su mujer] y yo terminamos de pagar no hace muchos años”.

Nunca descalifica.

Ante las críticas, por muy duras que sean, Obama se esfuerza en plantar cara de forma cortés, pero firme. En cierto momento de la anterior campaña electoral tuvo que enfrentarse a una situación delicada en que un senador conservador, en una conferencia dentro de una iglesia, le amonestó subrepticiamente por ser negro y le dio la bienvenida a su casa, haciendo alusión a la mayoría caucásica que estaba en el auditorio. Obama, lejos de responder al insulto, arrancó el discurso ensalzando las virtudes del senador que acababa de hablar.

Busca un terreno en común.

Como se analiza en el libro Hablar como Obama, el líder norteamericano es capaz de conectar con un auditorio compuesto por mujeres trabajadoras, agradeciendo el esfuerzo de su madre trabajadora, de su abuela trabajadora y de su mujer trabajadora. Es capaz de convencer a un público de trabajadores sociales de Florida apelando a su pasado como trabajador social en Chicago. Un buen líder tiene que hacer eso, debe molestarse en conocer a su audiencia y en encontrar los resortes que le permitan llegar a ellos. Pueden ser referencias incluso deportivas, universitarias, de tus experiencias…

Usa mensajes cortos.

Obama domina las frases de 20 segundos. Crea eslóganes y frases muy fáciles de recordar. Trabaja sus discursos en profundidad, puliendo las frases y las palabras que mejor pueden transmitir el mensaje que quiere comunicar. El famoso “ yes, we can”, entra dentro de esta categoría. Es un lenguaje de palabras simples y verbos de acción, recalcando las ideas principales en las oraciones más sencillas de construir gramaticalmente.

Utiliza pronombres personales.

El empleo del yo ayuda también a la personalización del mensaje, la utilización del nosotros introduce a la audiencia en el mensaje y resulta integrador: no soy yo quien lo consigue, somos nosotros; tú participas conmigo Deben combinarse los dos: “Conozco a estos niños. Sé de su desesperanza. Yo empecé mi carrera profesional hace dos décadas como trabajador social en las calles del South Side de Chicago. Trabajé con padres, profesores y líderes locales para luchar por su futuro… Y, aunque conozco la desesperanza, conozco también la esperanza. Sé que si llevamos programas de educación elemental a estas comunidades…”

Recurre a imágenes conceptuales.

Obama  cuenta historias que ayudan a generar imágenes en la mente del oyente y lo hace con gran profusión de detalles. Utiliza muchos ejemplos de la historia con un lenguaje muy poético que suscita imágenes. En el discurso de investidura, por ejemplo, terminó dando esperanza a la gente aportando una anécdota de la guerra de independencia. Hablaba de cómo un pequeño grupo de hombres soportaban los rigores del frío invierno frente a un fuego de campamento y de cómo habían cruzado el río en esas condiciones y habían vencido a los ingleses.

Elige un lenguaje positivo y afirmativo.

Recurre a citas de otras personas, conoce a su audiencia y nunca enumera. Habla a las emociones y en este sentido una enumeración restaría emoción, imprimiendo un aire formal y lejano al discurso. En lugar de eso estructura su discurso con el recurso a la reiteración de la misa fórmula, del giro, del bucle: “Que no quepa duda de las dificultades a las que nos enfrentamos (…)”; “Nos enfrentamos a la creencia de qué es correcto…”; “Nos enfrentamos a décadas de partidismo…”

Domina la voz.
Trabaja bien la entonación, jugando con el volumen, el ritmo y la modulación. Eleva el tono cuando quiere enfatizar algo y lo baja para mostrar desaprobación. Juega con el ritmo, acelerándolo con el empleo de repeticiones de ideas y de frases entrecortadas y ralentizándolo en el resto del discurso. Así consigue atraer la atención sobre las ideas que
quiere resaltar. También juega con las pausas y los silencios.

Lenguaje gestual.

Gesticula mientras habla con ademanes suaves, pero firmes, y a veces refrenda sus palabras con signos imaginarios: como hacer que llama a la puerta o que escribe en el aire o para detener imaginariamente una idea. Su insistencia en ponerse la mano en el corazón en los momentos clave, confiere sinceridad a sus palabras.

Mira a los ojos.

Siempre que acude al estrado lo hace aplaudiendo a su audiencia y cuando se dirige a ella va oscilando lentamente de izquierda a derecha, con ello transmite respeto hacia sus oyentes y que les habla a ellos, por eso quiere mirarlos uno a uno, como si les mirase a los ojos.