Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


lunes, 23 de abril de 2018

313.-Escalafón de Empleados Subalternos; Theodor Mommsen


  
 Escalafón de Empleados Subalternos.


   
ANEJUD (Asociación Nacional de Empleados del Poder Judicial)

Definición.

Proveedor, en plural Proveedores, es un cuerpo de oficiales de numero, en las Secretarias de Juzgados de Letra y los Tribunales Superiores de Justicia, cuya función es  la elaboración  y la  redacción de las resoluciones judiciales,  antes sea aprobada por el magistrado.

Historia.

Los proveedores son funcionarios judiciales de las secretarias de los tribunales de justicia, que han existido desde la creación de la Real Audiencia en la época colonial, y han ejercido la misma función de colaborar directo e inmediata de los jueces , en la redacción de resoluciones judiciales asta el presente.
La ley de organización y atribución de tribunales y juzgados de  1875, actual Código Orgánico de Tribunales, fue la primera ley que los mencionó, como Oficiales de Numero de las Secretaria de los Tribunales de Justicia. Desde año 1925, los proveedores forman parte de Escalafón Judicial, en  el escalafón  Tercero o de empleados subalternos.

Regulación actual.

El Código Orgánico de Tribunales, y las leyes de planta de los tribunales de justicia, regula el número de proveedores que había sido fijado en cada tribunal, sea Juzgado, Tribunal de lo Penal, o Cortes Superiores. Forman parte de escalafón tercero o de Empleados, de Escalafón Judicial.

Los proveedores en Escalafón de Empleados, se clasifican en trabajan en tribunales antiguos y los nuevos


  
Primera Categoría:

  • Oficiales 2º de la Corte Suprema.
  • Oficiales 1º de las Cortes de Apelaciones
  • Secretario del Presidente de La Corte Suprema y Oficial de personal de la Corte Suprema.

 
 Segunda Categoría:

  • Oficiales 3º de la Corte Suprema.
  • Oficiales 2º de Las Cortes De Apelaciones.
  • Encargados de Sala de los Tribunales de Juicio Oral en lo Penal,y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Corte de Apelaciones
  • Administrativos Jefes de Juzgados de Familia, y de Juzgado de Letras del Trabajo, y de Cobranza Laboral y Previsional, y de Juzgados de Competencia Común, y
  • Oficiales 1° de los Juzgados de Letras de Asiento de Corte.


Tercera Categoría:

  • Oficiales 4º de la Corte Suprema
  • Oficial de Archivo de la Biblioteca de la Corte Suprema.
  • Oficiales 3º de las Cortes de Apelaciones
  • Oficiales de los Fiscales de estos mismos Tribunales
  •  Administrativos 1º de Tribunales de Juicio Oral en lo Penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Corte de Apelaciones.
  • Encargados de Sala de Tribunales de Juicio Oral en Lo Penal y de Juzgados de Garantía de la ciudad asiento de Capital de Provincia.
  • Oficiales 2º de Los Juzgados de Letras de Asiento de Corte
  • Oficiales 1º De Los Juzgados de Capital de Provincia
  •  Administrativos Contables De Juzgados de Familia de Asiento de Corte
  • Administrativos Jefes de Juzgados De Familia, de Juzgados de Letras de Competencia Común, y de de Juzgados de Letras del Trabajo de Capital De Provincia
  • Administrativo 1° de Juzgados de Familia, del Juzgados de Letras de Competencia Común y de Juzgados de Letras del Trabajo y de Cobranza Laboral Y Previsional De Asiento De Corte.  

  
Cuarta Categoría:

  • Oficiales Auxiliares de la Corte Suprema, Ayudante de Biblioteca de la Corte Suprema,
  •  Oficiales 4º de las Cortes de Apelaciones
  •  Oficial 4º Ayudante de Biblioteca de la Corte de Apelaciones de Valparaíso
  •  Administrativos 2º de Tribunales de Juicio Oral en Lo Penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Corte de Apelaciones
  •  Administrativos 1º de Tribunales de Juicio Oral en lo Penal y de Juzgados de Garantia de Ciudad Asiento De Capital De Provincia
  •  Encargados de Sala de Tribunales de Juicio Oral en Lo Penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Comuna o Agrupación de Comunas
  •  Oficiales 3º De Los Juzgados de Letras de Asiento de Corte
  •  Oficiales 2º De Los Juzgados de Letras de Capital de Provincia
  • Oficiales 1º De Los Juzgados de Letras de Comuna o Agrupación de Comunas
  •  Oficiales de los Defensores Públicos de Santiago y de Valparaiso
  •  Administrativos Jefes de Juzgados De Familia y de Juzgados de Letras de Competencia Común de Comuna, Administrativos Contables de Juzgados de Familia De Capital de Provincia
  •  Administrativos 1° de Juzgados de Familia, de Juzgados de Letras de Competencia Común y Juzgados de Letras del Trabajo de Capital de Provincia
  •  Y Administrativo 2° de Juzgados de Familia,  de Juzgado de Letras de Competencia Común y de  Juzgados de Letras del Trabajo y de Cobranza Laboral y Previsional de Asiento de Corte.

  
Quinta Categoría:

  • Administrativos 3º de Tribunales De Juicio Oral en Lo Penal y de Juzgados De Garantía de Ciudad Asiento de Corte de Apelaciones
  •  Administrativos 2º de Tribunales de Juicio Oral en lo penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Capital de Provincia
  •  Administrativos 1º de Tribunales de Juicio Oral en Lo Penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Comuna o Agrupación de Comunas
  •  Oficiales 4º De Los Juzgados de Letras de Asiento de Corte.
  •  Oficiales 3º De Los Juzgados de Letras de Capital de Provincia.
  •  Oficiales 2º De Los Juzgados de Letras de Comuna o Agrupacion de Comunas.
  •  Administrativos Contables de Juzgados de Familia de Comuna, Administrativos 1º de Juzgados de Familia y de Juzgados de Letras de Competencia Común de Comuna.
  •  Administrativos 2° de Juzgados de Familia, de Juzgados de Letras de Competencia Común y Juzgados de Letras del Trabajo de Capital de Provincia y Administrativos 3° de Juzgados de Familia y de Juzgados de Letras del Trabajo y de Cobranza Laboral y Previsional de Asiento de Corte.

 
 Sexta Categoría:
  • Administrativos 3º De Tribunales de Juicio Oral en lo Penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Capital de Provincia,
  •  Administrativos 2º Y 3º de Tribunales de Juicio Oral en lo Penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Comuna o Agrupación de Comunas, Ayudantes de Audiencia de Tribunales de Juicio Oral en lo Penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Corte de Apelaciones
  •  Telefonistas y Secretarias Ejecutivas de Tribunales de Juicio Oral en lo Penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Corte De Apelaciones.
  •  Oficiales 4º de los Juzgados de Letras de Capital de Provincia.
  •  Oficiales 3º de los Juzgados de Letras de Comuna o Agrupacion de Comunas
  •  Oficial Interprete De Los Juzgados de Temuco
  •  Administrativos 2º de Juzgados de Familia de Comuna y Juzgados de Letras de Competencia Común Y Administrativo 3° de Juzgados de Familia, de Juzgados de Letras de Competencia Común y Juzgados de Letras del Trabajo Y Cobranza y Previsional de Capital de Provincia y Ayudantes de Servicios de Juzgados de Letras del Trabajo de Ciudad Asiento de Corte.


Séptima Categoría:

  • Chofer de la Presidencia de la Corte Suprema
  •  Oficiales Asistentes y Oficiales de Sala de la Corte Suprema, de las Cortes De Apelaciones, de Los Juzgados fe Letras. 
  • Ayudantes de Audiencia de Tribunales de Juicio Oral en Lo Penal y de Juzgados de Garantía de Ciudad Asiento de Capital de Provincia y de Comunas o agrupación de Comunas.
  • Telefonistas y secretarias ejecutivas de de Tribunales de Juicio Oral en lo Penal y de Juzgados de Garantia de ciudad de Asiento de Capital de Provincia y de Comuna o agrupacion de comunas.
  • Administrativos 3º de Juzgados de Familia y de Juzgados de Letras de Competencia Común de Comuna, y 
  • Demás personal auxiliar de Aseo o de Servicio que desempeñe en los Tribunales De Justicia, y Ayudantes de Servicios de Juzgados de Letras del Trabajos y de Juzgados de Letras de Competencia Común de Capital de Provincia y de Comuna o agrupación de Comunas.

  
Organización interna de los juzgados de letras, y los proveedores.

I.-Juzgados Antiguos.

Cada juzgado de letras esta organizado en varias unidades, que son las siguientes:  Sección de Proveedores, Sección de la Letra, Sección de Audiencias, despachos del Secretario y del Juez Titular.
El Juez titular del tribunal,  se encarga de distribuir el trabajo de funcionarios de tribunales, de acuerdo a la carga de trabajo.

II.-Juzgados nuevos.

Los juzgados nuevos, se organizará en unidades administrativas y jurisdiccionales, que son: 1).- Sala; 2).- Atención de publico; 3).- Servicios; 4).- Administración de causas;

Los proveedores se ubican en la unidad de  Administración de causas, quien maneja las causas y registros de los procesos en el juzgado, incluidas las relativas a las notificaciones; al manejo de las fechas y salas para las audiencias; al archivo judicial básico, al ingreso y al número de rol de las causas nuevas; a la actualización diaria de la base de datos que contenga las causas del juzgado, y a las estadísticas básicas del mismo. Es responsable por planificar, dirigir, coordinar y controlar las labores relativas: al manejo de causas y registros en el tribunal, incluidas las relativas al manejo de las fechas y salas para las audiencias; al archivo judicial básico, al ingreso y número de rol de las causas nuevas; a la primera audiencia judicial de los detenidos; a la actualización diaria de la base de datos que contenga las causas del tribunal, a las estadísticas básicas del tribunal, y a la certificación de actuaciones (Ministro de Fe).
Los cargos que componen la unidad de administración de causas son: Jefe de Unidad de Administración de Causas,  Administrativo de Causas, que administra y gestiona las causas y registros del tribunal, según los protocolos estipulados, y Ayudante de Causas, que colabora en las tareas relacionadas con el ingreso de causas y registros del tribunal, actualización de base de datos y archivo de documentos.

Tramitación de los escritos judiciales.

Los escritos judiciales que presentan las partes en los Juzgados Civiles de Santiago, son ingresado en la Unidad Administrativa de los Juzgados Civiles, en donde son escaneando, registrados en el sistema computacional del poder judicial, y enviados a los juzgados respectivos, donde ingresan al despacho del secretario del tribunal, en donde el Oficial Primero, lo distribuyen en el respectivo proveedor asignado, ademas de registrar la asignación  en el libro de proveedores.
Los proveedores judiciales, una vez asignado, analizan el escrito judicial presentado, y  elaboran un proyecto de resolución judicial que es  examinado por el respectivo juez o secretario, quien lo revisa, pudiendo aprobarlo o modificarlo.
 Una vez aprobado o corregido, por Juez, la resolución judicial, es firmado por el magistrado y refrendado por el ministro de fe del tribunal, y publicado en sistema electrónico del tribunal.
Cuando hay expediente de papel, el escrito de las partes y la resolución judicial respectiva, es foliada y cosida en el expediente judicial.

Su importancia jurídica. 

1).-En los tribunales civiles de justicia de la república de Chile, los proveedores o  redactores , son esenciales ya son colaboradores directos del Juez en la redacción de las resoluciones judiciales, su influencia personal es enorme. Forman los proveedores  del escalafón tercero o de los empleados.

2).-En  la administración de justicia comparada, existen, empleados del orden judiciales, ejercen la misma función de los proveedores de los tribunales civiles en Chile, como son los "assistants de justice" en los tribunales de Justicia de Francia, " law clerk o judicial clerk" en los tribunales anglosajones.

3).-A diferencia de los demás funcionarios administrativo del tribunales, un proveedor, es el asiste del juez o magistrado para la redacción de resoluciones judiciales, los proveedores son generalmente Abogados o  empleados judiciales con conocimiento de derecho.

4).-Diversos investigadores jurídicos de las universidades, han demostrado, que los proveedores o empleados encargado de la redacción   de las resoluciones judiciales, son  influyente en la formación de la jurisprudencia de los tribunales, ya son colaboradores directos e inmediatos de los jueces y los magistrados, y se encarga de preparar borradores de resolución judiciales casi exclusivamente.

Nota Final.

En los juzgados  civiles, los jueces trabajólicos son muy pocos, que redactan ellos la totalidad de las sentencias definitivas e interlocutorias,  ya que existe una fuerte DELEGACIÓN DE FUNCIONES, en proveedores, lo mismo que los actuales secretarios de los juzgados civiles, los que llevan el tribunal son los oficiales primeros de secretaria, la verdad es que los Jueces y secretarios solo firman resoluciones judiciales.


 
                             Christian Matthias Theodor Mommsen.


 
 Biografía.


Theodor Mommsen by Ludwig Knaus (1881)

Cuando el hombre ya no encuentre placer en su trabajo y trabaje sólo para alcanzar sus placeres lo antes posible, entonces solo será casualidad que no se convierta en delincuente.
—Theodor Mommsen
Está considerado uno de los más grandes clasicistas del siglo XIX. Su obra sobre la historia romana sigue teniendo una importancia fundamental para la investigación contemporánea. También fue un destacado político alemán, como miembro de los parlamentos prusiano y alemán. Sus obras sobre Derecho romano y Derecho de obligaciones tuvieron una importante repercusión en el Código civil alemán.
Nació en el seno de una humilde familia de Garding, una pequeña localidad de la región de Schleswig-Holstein que por entonces pertenecía a la Corona de Dinamarca. Su padre, pastor protestante, le introdujo en la cultura y lenguas clásicas, formación que consolidó en el gymnasium o Instituto de Altona (1834-1838).

Publicó, después de haberse graduado en derecho en la Universidad de Kiel, una tesis titulada De collegiis et sodalitiis Romanorum (1843) y emprendió un viaje de estudios por Francia e Italia.
En 1848 fue promovido a la cátedra de derecho comparado de la Universidad de Leipzig, pero se vio obligado a dimitir del cargo a causa de sus ideas democráticas. A continuación fue profesor en Zurich (1852) y en Breslau (1854), y en 1858 obtuvo la cátedra de historia antigua en la Universidad de Berlín. Diputado (de 1863 a 1866) en la Landtag de Prusia, se opuso a la política de Bismarck. En 1874 fue nombrado secretario de la Academia de Ciencias de Prusia, puesto que conservó hasta 1895.
En 1902 se le concedió el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de sus trabajos, entre los cuales figura la Historia de Roma, cuyos tres primeros volúmenes aparecieron en 1854-56 y el quinto en 1885 (el cuarto volumen no ha sido publicado); es un libro universalmente conocido. Se le deben también dos volúmenes de Investigaciones romanas (1864-1879), doce volúmenes de Corpus inscriptionum latinarum (1863-1903), y siete volúmenes de Manual de antigüedades romanas (1871-1887), escrito en colaboración con Joachim Marquardt.

El volumen de Discursos y memorias (1905), aparecido a título póstumo, es notable sobre todo por la belleza de su estilo. Destacan además Inscriptiones regni neapolitani (1852), El derecho público romano (1871-88) y El derecho penal romano (1899).

En 1980 , el historiador alemán de la antigüedad Alexander Demandt encontró, en una librería de anticuario alemana, el manuscrito de una historia imperial romana de Mommsen, en forma de cuaderno de clases de estudiante. La obra fue publicada bajo el título Römische Kaisergeschichte en 1992. 

Información personal
Nombre de nacimientoChristian Matthias Theodor Mommsen 
Nacimiento30 de noviembre de 1817
Bandera de Dinamarca Garding, Ducado de Schleswig, Reino de Dinamarca
Fallecimiento1 de noviembre de 1903 (85 años)
Bandera de Alemania Charlottenburg, Berlín, Imperio alemán
SepulturaCementerio de la Santísima Trinidad II
Familia
PadreJens Mommsen 
CónyugeMaria Auguste Mommsen (desde 1854) 
Hijos16 
Educación
Educacióndoctorado 
Educado en
  • Christianeum (desde 1835)
  • Universidad de Kiel (Jurisprudencia; 1838-1843) 
Información profesional
Ocupaciónhistoriador, filólogo
Cargos ocupados
  • Catedrático (1847-1885)
  • Miembro de la Cámara de Representantes de Prusia (1863-1879)
  • Miembro del Reichstag del Imperio alemán (1881-1884) 
Empleador
  • Universidad de Leipzig (1847-1851)
  • Universidad de Zúrich (1852-1854)
  • Universidad de Breslavia (1854-1858)
  • Academia Prusiana de las Ciencias (desde 1858)
  • Universidad Federico Guillermo (1861-1885) 
AlumnosEduard Norden y Camille Jullian 
Obras notablesCorpus Inscriptionum Latinarum 
Partido político
  • Partido Nacional Liberal
  • Unión Liberal
  • Partido del Progreso Alemán (desde 1861) 
Miembro de
  • Academia de las Artes y de las Ciencias de Serbia
  • Instituto Arqueológico Alemán
  • Academia de Ciencias de Baviera
  • Academia de Ciencias de Gotinga
  • Academia de Ciencias de Hungría
  • Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias
  • Real Academia de Artes y Ciencias de los Países Bajos
  • Academia de Ciencias de Rusia
  • Academia Sajona de Ciencias (desde 1849)
  • Academia Prusiana de las Ciencias (desde 1858)
  • Academia de Ciencias de Turín (desde 1861)
  • Academia Nacional de los Linces (desde 1869)
  • Academia de Inscripciones y Lenguas Antiguas (1895-1903) 

Garding (en bajo alemán: Gaarn) es un municipio situado en el distrito de Frisia Septentrional, en el estado federado de Schleswig-Holstein (Alemania), con una población a finales de 2016 de unos 2627 habitantes.
Se encuentra ubicado al noroeste del estado, en la península de Eiderstedt, cerca de la costa del mar del Norte y de la frontera con Dinamarca.

Charlottenburg  es un área de Berlín, dentro del distrito de Charlottenburg-Wilmersdorf. Este artículo se refiere al antiguo barrio de Charlottenburg.


  
Theodor Mommsen, el mundo romano y sus proyecciones: A propósito del centenario de su muerte*

Alejandro Bancalari Molina.

Doctor en Historia por la Universidad de Pisa (Italia). Profesor de Historia Antigua del Departamento de Ciencias Históricas y Sociales de la Universidad de Concepción y de la Universidad del Bío-Bío.

   
RESUMEN
Theodor Mommsen (retrato de Franz von Lenbach , 1897)

Este artículo tiene como objetivos centrales destacar la obra y el pensamiento del más grande historiador, jurista y epigrafista alemán del siglo decimonónico, a los cien años de su muerte (1903). T. Mommsen fue pionero en los estudios de la prosopografía, de las inscripciones imperiales, de las provincias romanas como cuerpo del imperio, de los procesos de imperialismo y romanización y, en fin, de múltiples estudios vinculados con el mundo romano en sus ámbitos políticos-jurídicos. Asimismo, fue visionario, pues tuvo una conciencia y espíritu europeísta y concibió la historia en una dimensión holística y globalizada. Debido a su gran intellighenzia, erudición y producción, Mommsen obtuvo en 1902 el Premio Nobel de Literatura.

Hace doce años, específicamente el 1 de noviembre de 1903, a la edad de 86 años, murió Theodor Mommsen. Sin duda, el más grande estudioso de la historia y el derecho romano del siglo decimonónico. Infatigable, prolífico, perseverante, apasionado y realista. Nada lo detuvo en su incesante accionar científico y productivo; inclusive hasta su deceso en Berlín, todavía estudiaba y se ocupaba del Codex Theodosianus, de los Monumenta Germaniae Historica, de inscripciones, de normas jurídicas, en fin, de la historia romana y del presente.
Faltan los adjetivos y las buenas palabras para poder presentar una semblanza más o menos general o parcial de Mommsen. Moses Finley –otro grande del siglo XX– lo llamaba el “Meister de la historia romana, sin rival en su día ni en la actualidad” (1986: 15). Permítaseme la osadía de adentrarnos y aproximarnos en la vida, obra y la gigantesca productividad histórico-jurídica del historiador alemán, a propósito del centenario de su fallecimiento.



Theodor Mommsen (Casavola, 2002: 331-338; Wickert, 1959-1980; Rebenich, 2002; Buonocore, 2003; Delgado, 2003: 45-58) nació en la pequeña localidad de Garding (Schleswig, región limítrofe entre Alemania y Dinamarca), el 30 de noviembre de 1817, de familia protestante (su padre fue pastor) y de filólogos 1.
 El joven Mommsen se destacó tempranamente en una rica, exigente y formadora educación, y estudió derecho, titulándose en Kiel el 8 de noviembre de 1843. Con ocasión de una beca de estudio en Italia comienza a recopilar y estudiar epígrafes, uno de sus tantos logros científicos que legará a la posteridad. En sus primeros años se dedicó y enseñó derecho romano, particularmente pandectas 2 en Leipzig, Zürich y Breslavia. A los 44 años, en 1861 hasta 1887 su centro universitario por excelencia fue Berlín, enseñando y cultivando la historia antigua romana. Desde 1874 fue secretario permanente de la sección de filosofía e historia de la Academia Prusiana de Ciencias.

Dentro de su campo científico y de interés sobresale su dedicación a las inscripciones, la numismática, estudios monográficos de los Samnitas y Oscos, derecho político romano, fuentes del derecho romano y la propia historia de Roma. Fue pionero en los estudios del imperialismo y la romanización y creó una línea de investigación e interpretación en la cual combinaba la tradición literaria con la epigrafía y la numismática (Freeman, 1997: 27-50, esp. 45). Así, la producción científica de Mommsen la podríamos definir y categorizar en un sólido tríptico, donde se entrecruzan y se apoyan la historia, la epigrafía y el derecho. Sobresalen, sin duda, su Römische Geschichte (Historia de Roma) publicada por primera vez en 3 volúmenes entre los años 1854-1856, obra que llegó a un vastísimo público de cultura general; escrita, en forma amena, haciendo comparaciones entre la política romana y la actual; es además un repertorio detalladísimo, muy bien informado, de los grandes hechos y procesos históricos del período republicano. Se esperó que publicara, como el tomo IV, La historia del Imperio y de los emperadores, pero ésta nunca llegó. No obstante, en 1885, 30 años después de su Historia de Roma, publicó lo que a la postre sería la continuación, en cierta medida, de esta obra, equivalente al tomo V, titulada: Las provincias de César a Diocleciano, traducida al español como El mundo de los Césares 3.

Monumental fue su esfuerzo en recopilar, organizar y sintetizar el Corpus Inscriptionum Latinarum 4. En 1847 presentó su innovador plan a la Academia de Berlín y en 1854 oficialmente comenzó a dirigir el Corpus preparando 4 tomos en 6 volúmenes, tarea que le ocupó prácticamente toda su vida: recoger inscripciones, instrumento indispensable para el estudio del mundo romano imperial.

Historia, epigrafía y, en fin, derecho fueron el tríptico que, constante y regularmente, jamás abandonó Mommsen en sus 60 años de productividad sostenida. De sus obras jurídicas predomina el Römisches Staatsrecht, Derecho público romano, su obra científica-jurídica por excelencia, el gran tratado de derecho constitucional y administrativo romano publicada entre 1871 y 1888 en tres volúmenes. Asimismo, confeccionó una edición del Digesto, un gran estudio sobre el Derecho civil romano y otro del Derecho penal romano en 1899. Se interesó en profundizar la problemática de las fuentes del derecho y en poder diferenciar la institución política romana republicana e imperial. Visualizó a Octavio Augusto en su nuevo modelo y régimen imperial como una diarquía 5 donde gobernaban simultáneamente el princeps y el Senado, tesis en la actualidad no compartida, pero que fue el punto de partida para futuros e incisivos estudios e investigaciones sobre el emperador Augusto. Fue, también, responsable en la organización e iniciación del Thesaurus Linguae Latinae y en los estudios de prosopografía del imperio romano (Freeman, 1997: 29-30; Canfora, 1991: 193-196).

En una carta inédita, recién publicada (Borsacchi, 1999: 17-24), Mommsen le escribe de su residencia en Berlín-Charlottenburg, el 19 de diciembre de 1899, a su colega y amigo Francesco Buonamici, profesor de Derecho romano de la Universidad de Pisa para comunicarle, entre otras materias, que continuaba estudiando y preparando una nueva edición crítica y científica del Codex Theodosianus. Mommsen tenía 83 años y persistía con sus investigaciones, viviría tres productivos años más, hasta que un derrame cerebral terminó con su vida. En 1905, dos años después de su muerte, el códice fue publicado por sus discípulos; éstos sólo debieron compaginar sus apuntes. El propio Buonamici resaltó en la conmemoración efectuada al historiador y jurista alemán en la Universidad de Pisa, el 16 de noviembre de 1903, 15 días con posterioridad a su muerte, su infatigable labor por la ciencia del derecho y, en forma particular, por la revisión del códice teodosiano (Borsacchi, 1999: 22).

Por otra parte, el Mommsen gigante, erudito, intuitivo y con una visión holística de la cultura romana en la que unió la historia y la jurisprudencia, la filosofía y la arqueología en un todo (Demandt, 1990: 285-307) 6, era también un ciudadano y político interesado en la vida pública. En uno de sus testamentos, fechado el 2 de septiembre de 1899, señala que él mismo había vivido como un animal politicum (Casavola, 2002: 332; Fontan, 1978: 354). Se empeñó y se asoció al movimiento liberal y fue electo diputado por aquel partido en dos ocasiones, entre 1873 y 1884.
 En su vida política tuvo más de algunos encontrones y fuertes disputas. Defendió activamente la revolución de 1848, por lo cual fue destituido de la Universidad de Leipzig y en 1881 el mariscal Bismarck se querelló contra Mommsen por injurias 7. Fue un gran crítico de su tiempo y, además, trabajó como periodista, defendiendo los intereses liberales y democráticos; tenía un respeto profundo por todas las razas (fustigó el antisemitismo). Vivió la vida intensa y humanamente con los problemas y transformaciones de su tiempo (Roces, 1983: X).

Mommsen fue un humanista prolífico, su producción científica es realmente impresionante, a los dos años de su muerte su bibliografía completa abarcaba “1513 títulos” (Fontan, 1978: 352), con cerca de “40.000 páginas” (Fraccaro, 1934: 595).
El otorgamiento del Premio Nobel en 1902 es, en parte, un reconocimiento y tributo a su productividad, pero por sobre todo, a ese incesante estudio de la república romana. Su Historia de Roma es un sutil y hábil juego de la política romana entre el siglo VIII y el I a. de C. Cuando se publicó la obra en 1856 tenía 39 años, eran los tiempos de fecunda actividad juvenil. Escrito sin gran aparataje crítico y científico de notas y citas, descriptivo y analítico, de tendencia historicista-positivista, es considerado un texto que estudia profundamente el período republicano 8.

Ahora bien, la Historia de Roma integra dos culturas abiertamente, una alemana, de la centuria de Goethe, exaltador del inp aligniduo y de los héroes (recordemos el Alejandro Magno de Droysen), del siglo liberal descubridor de los procesos y fuerzas colectivas, y otra, aquella romana, de Tito Livio que aprecia la historia anónima de la ciudad (Casavola, 2002: 334). 
En el fondo, es una historia donde se mezclan y se entrecruzan dos pasados: el del siglo XIX, del cual fue testigo y agudo observador con sus luchas y rivalidades políticas, y el período de la antigua Roma republicana, objeto central de sus investigaciones. Inmediatamente surgieron las críticas, catalogándola como una obra confusa y contradictoria donde el lector se perdía en la maraña de la historia. Las críticas fueron infundadas y displicentes por parte de algunos colegas, pues el libro tuvo el mérito académico, el reconocimiento y la valía como soporte y fundamento historiográfico primordial para el estudio de la res publica romana. Concordamos plenamente con la afirmación de Finley: “Mejor dos pasados que ninguno” (1986: 15-16). 
La Historia romana es una historia viva con ejemplos y adjetivaciones del siglo decimonónico, y para Mommsen el héroe por antonomasia, el hombre de la perfección, genial, reformador y modelo es Julio César: el creador del imperio (Mommsen, 1983: 22-24) 9; su contraparte es el fiel defensor del Senado, Sila. El dictador que, apoyado por las fuerzas populares contra la oligarquía, creó un régimen personal, el cesarismo 10.

La Römische Geschichte, como señala Carlo Lanza, “no era el cúlmine científico de la prodigiosa actividad de Mommsen” (Lanza, 2002: 501-517, esp. 503). Sin embargo, su claridad de la exposición narrativa que llegó a un amplio público y de estudiosos, la convierten en la obra por excelencia y más conocida de Mommsen; teniendo un éxito fulminante (Roces, 1983: VII-XVI). La Academia sueca valoró sus méritos como escritor (Lanza, 2002: 503)11, premiándolo con el segundo Nobel desde su creación en 1901 (el primero fue al poeta Sully-Prudhome). El ilustre galardonado ha sido el único historiador (con la excepción de W. Churchill como hombre de Estado) a lo largo de la trayectoria de los nóbeles en obtener el premio en la mención de literatura.

En el testamento del 2 de septiembre de 1899 –citado anteriormente– con 82 años de edad, Mommsen, entre otras cosas escribió: “Solicito a mi familia impedir que después de mi muerte surjan publicaciones y biografías de mi persona y, particularmente, no entregar documentos para ese fin. Yo en la vida, a pesar de mis sucesos externos, no he llegado a ser aquel que debí ser” 12. Las palabras de Mommsen reflejan la modestia de un intelectual donde su centro de gravedad oscilaba entrecruzándose entre la historia y el derecho. El fallecimiento del estudioso en 1903 produjo un duelo nacional; cinco príncipes de la casa imperial de los Hohenzollern presidieron el féretro, junto con una largísima comitiva (Fontan, 1978: 355). Prusia y Alemania habían perdido a uno de sus más egregios hombres y el más grande historiador-jurista; todo el mundo lloraba su partida. Con posterioridad a su muerte comenzaron en Europa cientos de homenajes, conmemoraciones, necrologías 13, biografías y estudios científicos sobre su persona y su obra. Sus íntimos deseos no pudieron cumplirse.

Mommsen fue padre de 16 hijos y tuvo como yerno –casado con su hija Marie– a Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf, el más notable filólogo y helenista de su tiempo (Fontan, 1978: 352). “La grandeza intelectual y moral de Mommsen” señala Casavola, “se completa con la energía de la pasión civil y doméstica” (Casavola, 2002: 338).

No quisiera finalizar estas breves reflexiones conmemorativas de Theodor Mommsen sin antes mencionar dos grandes intuiciones casi proféticas o mejor dicho proyecciones de la inteligencia histórica del maestro a partir de sus estudios académicos, de sus escritos, de su vida política y de su aguda sensibilidad histórico-jurídica. En primer término, Mommsen tuvo un profundo espíritu europeísta; esto se ve reflejado en sus trabajos sobre las provincias del imperio 14, entendiendo que la historia del imperio era sustancialmente la historia de las provincias 15. Cada una de ellas posee una realidad y fisonomía propias, otorgándole especial relevancia a las occidentales y europeas.
 Las cerca de 45 provincias romanas en la época de los emperadores Antoninos (siglo II d. de C.), corresponderán más tarde y, en cierta medida, en el caso europeo a los futuros países del continente. Mommsen postulaba y creía en una amistad sólida entre Alemania y Francia y en dos cartas, una a los italianos  (Liberati, 1976: 197-247) en 1870, los exhortaba a una alianza con Alemania y, en otra, a los ingleses, preveía y auspiciaba una mayor armonía entre su país e Inglaterra. 

Estaba convencido del papel rector que les correspondía a los cuatro grandes de Europa: Alemania, Francia, Inglaterra e Italia y escribía sobre la “santa alianza de los pueblos” (Casavola, 2002: 336) como un sueño y realidad. Sin embargo, el sueño de Mommsen se derrumbó en la Primera Guerra Mundial y todavía con mayor ferocidad en la guerra de los años 39-45. Pero, también el espíritu visionario y la realidad de Mommsen se hizo concreta a partir de la segunda mitad del siglo XX con la gestación de la Comunidad Económica Europea con el tratado de Roma en 1957 y, más aún, con la creación en Maastrich (Holanda) de la Unión Europea en 1992 con 15 países miembros y a partir de mayo de 2004 con otros 10. 
El historiador alemán fue profético, de profundo espíritu y conciencia europeos y se adelantó en una centuria a la aspiración y realidad que hoy tiene la Unión Europea con sus 25 miembros.

En segundo término, Mommsen consideró que Roma y el imperio, con la difusión y masificación de la civitas Romana o la nacionalidad romana, crearon una especie de ciudadanía mediterránea o imperial, entendida como la “matriz de los estados modernos”; tesis sostenida en el presente, entre otros, por C. Nicolet (1989: 459-486)16. Aún más, creía y argumentaba que Roma era la “capital de un nuevo estado mundial, capital de muchas naciones” (Lanza, 2002: 513) 17, persistiendo en la idea de la unidad. Mommsen proyectó el imperio romano en una dimensión holística y como un espacio geográfico romanizado, ecuménico y, por sobre todo, globalizado.
 Asimismo, en cierta medida, se adelantó en una centuria a concebir, creemos, en un esfuerzo teórico, válido y comparativo el orbis Romanus como una globalización, sin haberse todavía inventado tal neologismo. Sus acciones las prefiguró y las configuró Mommsen: un visionario y adelantado a sus tiempos.

Theodor Mommsen es de aquellos intelectuales, escritores e historiadores que debemos releer una y otra vez; en una palabra es un “clásico” que perdura y está vigente. El reconocimiento y el otorgamiento del Premio Nobel a su persona, reconoce en el fondo, esa intellighenzia alemana del siglo decimonónico y representa, además, una cadena terminal: Leopold von Ranke, Barthold Niebuhr, Gustav Droysen y Mommsen formaron un cuarteto de grandes historiadores que le dieron a la ciencia histórica alemana su merecido premio. Prolífico escritor, arqueólogo y filólogo, epigrafista y jurista, historiador y humanista, sus obras poseen in situ un valor historiográfico incuestionable. 

Lo que más nos ha impresionado en este adentrarnos –nuevamente– en el pensamiento de Theodor Mommsen fue su manera intensa, directa y humana de vivir la vida y, por sobre todo, de entender y apreciar cómo la historia, o mejor dicho, su querida historia romana era el reflejo y la conciencia de la “vida misma”.


  
 NOTAS

* Este estudio se inserta dentro del proyecto Fondecyt Nº 1030844 titulado: “La fuerza magnética de Roma. Una visión holística del imperio romano como entidad globalizadora en la época de los Antoninos y Severos”.

1 Mommsen tuvo dos hermanos dedicados al campo de la filología, Tycho (1819-1900) y August (1821-1913). Cfr. P. Fraccaro, Theodor Mommsen, en “Enciclopedia Italiana” XXIII, Treccani, Roma 1934, esp. pp. 594-595.

2 Pandectas se refiere a la recopilación de varias obras de derecho civil que Justiniano colocó en los 50 libros del Digesto y, además, del código del emperador que contiene las novelas y las constituciones. Por otra parte, así fue llamado el derecho romano en Alemania en el siglo XIX.

3 T. Mommsen, El mundo de los Césares, F.C.E., México 1983 (1era ed. 1885), texto central y visionario para entender no sólo la relevancia de las provincias romanas, sino también el fenómeno de la romanización. En el fondo, con Mommsen se abre el espacio de estudiar el proceso civilizador de la romanización como la historia del imperio romano.

4 Para muchos es la obra más perfecta y de mayor proyección, cfr. A. Fontan, Theodor Mommsen (un gigante de la ciencia histórica) (1817-1903), en A.A. V.V., “Forjadores del mundo contemporáneo”, II, Planeta, Barcelona 1978, pp. 351-362.

5 T. Mommsen, Römisches Staatsrecht, II, Leipzip 1887 (edic. Basel-Stuttgart, 1963), esp. pp. 748-753. En la actualidad, cfr. F. Serrao, Il modello di costituzione. Forme giuridiche, caratteri politici, aspetti economico-sociali, en “Storia di Roma”, 2, L’impero mediterraneo, II. I principi e il mondo, Einaudi, Torino 1991, pp. 29-71, esp. p. 50.

6 Mommsen en su obra histórica logró construir y sintetizar una “Historia total” abarcando y combinando diferentes disciplinas, que para aquella época eran todavía independientes. El unificó la historia, arqueología, filología, epigrafía, humanística y la jurisprudencia en un gran todo científico. En general, E. François, Theodor Mommsen, en A. Burguière (ed.), “Diccionario de Ciencias Históricas”, Akal, Madrid, 1991, esp. p. 498.

7 Mommsen se entusiasmó por la unificación alemana realizada por Bismark, pero después comenzó a formular críticas severas contra las estructuras autoritarias y aristocráticas del 2º Reich, representado en la férrea figura del Bismark. Mommsen, de convicciones libertarias, no trepidó en criticar y repudiar el sistema.

8 La Historia de Roma de Mommsen tuvo un éxito fulminante y es considerada una obra de “arte histórica”. Ordenada, de relativa facilidad de lectura, es un verdadero almanaque de los hechos y procesos históricos de la antigua Roma y un punto de partida obligatorio para cualquier estudioso de estas temáticas.

9 Al respecto, E. Gabba, Cultura Classica e storiografia moderna, Il Mulino, Bologna 1995, pp. 210-218, sostiene que Mommsen le otorgó, en demasía, valor e importancia a Julio César, porque todavía no había estudiado a fondo a Octavio Augusto y, por lo mismo, había fijado el término del sistema republicano con César e iniciado con él, el imperio.

10 A. Momigliano, Sui fondamenti della storia antica, Einaudi, Torino 1984, esp. p. 142 y pp. 381-390, precisa que Mommsen distinguió claramente entre César y cesarismo, declarándose favorable al primero y contrario al segundo.

11 En la entrega del Nobel a Mommsen en diciembre de 1902, éste no estuvo presente.

12 Citado en Casavola, Mommsen (cit.), pp. 332-333. Mommsen tuvo, sin duda, una pureza intelectual intachable, respondiéndole a su hija Marie –a propósito de los grandes historiadores– “no hija mía, tú me asustas; yo no pertenezco a los grandísimos. Yo sólo tengo talento de organizar y esto es todo”.

13 Una muy buena necrología es la de E. Meyer, “Teodoro Mommsen”, en El historiador y la historia antigua, F.C.E., México 1995 (1era ed. 1910), pp. 403-411.

14 Véase nota 3. El historiador alemán fue pionero en valorar las provincias romanas como cuerpo y conjunto del imperio. Una gran intuición respaldada, posteriormente, por los romanistas. Por lo mismo, F. Haverfield (1904: 80-89, esp. pp. 85-86), en relación con el quinto volumen de la historia romana de Mommsen, señaló: “Es una obra estupenda, aquí él resume con suprema maestría el vasto y variado conocimiento, concerniente a las provincias romanas que se había acumulado cuando él escribió. Miles de inscripciones otorgaron o cedieron sus secretos, textos remotos y oscuros fueron utilizados, los descubrimientos arqueológicos encontraron reconocimiento y las vastas y difusas áreas de las provincias, tomaron una forma y un color definitivo. Nadie más que el editor del Corpus pudo haberlo escrito. Ahora en extenso, se hizo fácil apreciar el verdadero carácter del imperio romano. Nuestro horizonte se amplió, más allá del patio trasero del Palatino a las amplias tierras al norte, al oeste y al sur del Mediterráneo y empezamos a darnos cuenta de la gran administración de dominio que se extendieron en tres continentes, sus dones de civilización, ciudadanía y lenguaje a casi todos sus súbditos, su establecimiento de un orden estable y coherente, del cual surgió la Europa Occidental de hoy en día”.

15 Explicaciones claves en S. Mazzarino, L’impero romano I, Laterza, Roma-Bari 1973, esp. pp. 8-11 y F. Fabbrini, L’impero di Augusto come ordinamento sovrannazionale, Giuffrè, Milano 1974, esp. pp. 126-128.

16 Cfr. además, E. Barker, “El concepto de Imperio” en C. Bailey (ed.), El legado de Roma, Pegaso, Madrid 1956, pp. 61-123, esp. p. 91; J. Cardenas, “Prólogo”, en T. Mommsen, Historia de Roma II, De la revolución al imperio, Aguilar, Madrid 1956, esp. pp. 26-27.

17 Cfr. Asimismo, H. Bengtson, Introduzione allo studio della storia antica, Il Mulino, Bologna 1990, esp. pp. 22-24. A. Giardina y A. Vauchez, Il mito di Roma. Da Carlo Magno a Mussolini, Laterza, Bari 2000, esp. p. 189.

  
REFERENCIAS

Barker, E. 1956. “El concepto de Imperio”, en C. Bailey (ed.), El legado de Roma. Madrid: Pegaso.

Bengtson, H. 1990. Introduzione allo studio della storia antica. Bologna: Il Mulino.

Borsacchi, S. 1999. “In margine ad un inedito di Th. Mommsen”, en Societas-Ius. Munuscula di allievi a Feliciano Serrao. Napoli: Jovene.

Buonocore, M. 2003. Theodor Mommsen e gli studi sul mondo antico: dalle sue lettere conservate nella Biblioteca Apostolica Vaticana. Napoli: Jovene.

Canfora, L. 1991. Ideología de los estudios clásicos. Madrid: Akal Universitaria.

Cárdenas, J. 1956. “Prólogo”, en T. Mommsen, Historia de Roma II, De la revolución al imperio. Madrid: Aguilar.

Casavola, F.P. 2002.“Teodoro Mommsen”, en Labeo 48.

Delgado, J. 2003. “La obra de Theodor Mommsen en España: la traducción española de la Römische Geschichte”, en Gerión 21/2.

Demandt, A. 1990. “Theodor Mommsen”, en W. Briggs y W. M. Calder (eds.), Classical scholarship. A biographical encyclopaedia. New York.

Fabbrini, F. 1974. L’impero di Augusto come ordinamento sovrannazionale. Milano: Giuffrè.

Finley, M. 1986. Historia antigua. Problemas metodológicos. Barcelona: Crítica.

Fontan, A. 1978. “Theodor Mommsen (un gigante de la ciencia histórica) (1817-1903)”, en A.A. V.V., Forjadores del mundo contemporáneo II. Barcelona: Planeta.

Fraccaro, P. 1934. “Theodor Mommsen”, en Enciclopedia italiana XXIII. Roma, Treccani.

François, E. 1991. “Theodor Mommsen”, en A. Burguière (ed.), Diccionario de ciencias históricas. Madrid: Akal.

Freeman, P.W.M. 1997. “Mommsen to Haverfield: the origins of studies of Romanization in late 19th-c. Britain”, en D.J. Mattingly (ed.), “Dialogues in roman imperialism. Power, discourse and discrepant experience in the roman empire”, Journal of Roman Archaelogy, Portsmouth, Rhode Island.

Gabba, E. 1995. Cultura Classica e storiografia moderna. Bologna: Il Mulino.

Giardina, A. y A. Vauchez. 2000. Il mito di Roma. Da Carlo Magno a Mussolini. Bari: Laterza.

Haverfield, F. 1904. “Theodor Mommsen”, en English Historical Review 19.

Lanza, C. 2002. “Il nobel a Mommsen”, en Studia et documenta historiae et iuris. Roma: Pontificia Universitas Lateranensis LXVIII.

Liberati, G. 1976. “Mommsen agli italiani”, en Quaderni di storia 4.

Mazzarino, S. 1973. L’impero romano I. Roma-Bari: Laterza.

Meyer, E. 1995. “Teodoro Mommsen”, en El historiador y la historia antigua. México: F.C.E. (1era ed. 1910).

Momigliano, A. 1984. Sui fondamenti della storia antica. Torino: Einaudi.

Mommsen, T. 1963. Römisches Staatscrecht II, Leipzip 1887. Basel-Stuttgart.

Mommsen, T. 1983. El mundo de los Césares. México: F.C.E. (1a ed. 1885).

Nicolet, C. 1989. “Modello dell’ Impero”, en Storia di Roma 4. Caratteri e morfologie. Torino: Einaudi.

Rebenich, S. 2002. Theodor Mommsen. Eine Biographie. München: Beck.

Roces, W.  1983. “Prólogo”, en Mommsen, El mundo de los Césares. México: F.C.E.

Serrao, F. 1991. “Il modello di costituzione. Forme giuridiche, caratteri politici, aspetti economico-sociali”, en Storia di Roma 2, L’impero mediterraneo, II. I principi e il mondo. Torino: Einaudi.

Wickert, L. 1959-1980. Theodor Mommsen. Eine Biographie I-IV. Frankfurt am Main: Klostermann.


 
Theodor Mommsen.
Un Premio Nobel, asignatura en Derecho.

Ricardo Bada
noviembre 30, 2017

Un día como hoy, pero de 1817, nació Theodor Mommsen, jurista, filólogo e historiador alemán que en 1902 obtuvo el Nobel de Literatura. En el siguiente ensayo, Ricardo Bada pondera la figura de este pensador mayúsculo.

Medalla 
Emisión conmemorativa
Día de la Filología Bremen 26-30.09.1899



Anverso
Busto de Theodor Mommsen con camisa, pajarita y levita.
Tres cuartos de perfil a la izquierda, de frente, escudo de la ciudad de Bremen debajo.
Sistema de escritura: Latina
Leyenda: THEODOR MOMMSEN BREMEN. PHILOLOGENTAG 26.–30. SEPTEMBER 1899.
Grabador: Hans Bulling
Reverso
Clío sentada en un trono mirando hacia la derecha, apoyando la cabeza en su brazo izquierdo flexionado. Detrás hay un pedestal con la loba capitolina. Al fondo hay una vista irreal del Foro Romano con ruinas.
Sistema de escritura: Latina
Leyenda:
Corp. / Inscr. Lat.
Röm. / Staatsrecht
Röm. / Geschichte
WILKENS
Grabador: Hans Bulling

La razón para querer escribir sobre Theodor Mommsen es muy personal. Cuando llegué a la Facultad de Derecho, en el alma máter de Sevilla, a comienzos de octubre de 1955, ya había leído a más de un premio Nobel de Literatura: repasando mis recuerdos puedo nombrar, con la más absoluta seguridad de no equivocarme, a Bernard Shaw, Luigi Pirandello, Eugene O’Neill, Jacinto Benavente (yo era, y lo sigo siendo, un devoto lector de obras teatrales, aunque confieso que no he sido capaz de digerir nunca una sola de Echegaray), Kipling, Tagore (traducido por Zenobia Camprubí al alimón con JRJ), Hamsun, Thomas Mann, François Mauriac, Gabriela  Mistral… de todos ellos mucho, y también algo de Sinclair Lewis, Selma Lagerlöf, Iván Bunin, Pearl S. Buck, Hesse (que me produjo harto rechazo, tanto que no pasé de un solo libro suyo, hermanándome así —sin saberlo— con Julio Cortázar), Faulkner (poquísimo traducido todavía) y Hemingway, que había ganado el Nobel del año anterior, y de Estocolmo acudió a Madrid para decirle a don Pío Baroja que era él quien debería haberlo recibido: mayor sadismo disfrazado de modestia es imposible de imaginar.

(Ahora que lo pienso, también había leído ya a varios autores que serían Nobel andando el tiempo; así, Juan Ramón (¡¡por supuesto, mi paisano!!, Nobel al año siguiente, 1956), Asturias, Neruda, Vicente Aleixandre, Camilo José Cela, Octavio Paz…)
No pueden pues ni imaginarse mi sorpresa cuando en la Facultad, en la asignatura Derecho romano, me di de manos a boca con el hecho de que lo que tenía que estudiar era la obra de Theodor Mommsen, cuyo nombre conocía por el listado del Nobel de Literatura. Llegados a este punto será convienente aclarar que para quienes muy jóvenes, y alentados por profesores ejemplares (en mi caso por la inolvidable Srta. María Eugenia Martos), leímos a Heródoto, Tucídide y Jenofonte como altas cumbres de la literatura, no constituyó un caso anómalo el que Theodor Mommsen fuese premio Nobel de ese rubro, a pesar de no ser un escritor en el sentido que se le daba entonces a esa palabra, es decir: poeta, narrador, dramaturgo.
No, Mommsen era un historiador, pero no un historiador cualquiera sino, tal vez, y hasta sin tal vez, el mayor habido desde que Heródoto dejó escrita esa suprema metáfora que ni siquiera se le había ocurrido a un poeta: que Egipto es un don del Nilo. Y es que, en efecto, lo mejor que se haya escrito a lo largo de los siglos, acerca de la Historia y el Derecho romanos, es la obra de Mommsen. Su Historia de Roma, que leí en la edición de la Biblioteca de Premios Nobel de Aguilar, y fue mi asidua compañía en el primer año de la carrera, se puede leer mejor que muchas novelas, el hombre era historiador pero tenía dotes literarias excepcionales.

Si se detienen a considerar el fenómeno, a mí me parece fascinante, porque es evidente que las obras de (casi) todos los Nobel deben formar parte de los planes lectivos de Lengua y Literatura en sus países respectivos y, algunos, en muchísimos más. Solo que un historiador alemán sea materia lectiva en las Facultades de Derecho es un fenómeno totalmente aparte.
Pero hay más. Y es que con la lectura de su obra llegó la curiosidad por saber quién era la persona que la había escrito. Dándose la circunstancia de que, en el caso de don Mommsen, la persona era casi tan interesante como su obra, y hasta me atrevería a aventurar, del modo más herético posible, aún más interesante que la misma.
Nació el 30 de noviembre de 1817 en el seno de una familia muy modesta, su padre era pastor protestante en una pequeña feligresía dentro del territorio ducal danés de Schleswig–Holstein, cuando Dinamarca llegaba a las afueras de Hamburgo. Estudió el bachillerato en Altona, hoy un populoso barrio hamburgués, y se doctoró en Derecho, con 26 años, en la Universidad de Kiel. Ocupó sucesivamente diversas cátedras —Derecho romano, Filosofía, Historia antigua— en Leipzig, Zúrich, Breslau y Berlín, y fue el impulsor decisivo de una obra sin parangón, el Corpus Inscriptionum Latinarum, donde se recogen todas las inscripciones latinas existentes en el mundo entonces conocido, lo cual permitió una reconstrucción histórica exacta de lo que fue y significó la Roma clásica. La tarea continúa, y alcanza hoy en día un total de 180,000 epigrafías transcritas. De la magnitud de la obra de Mommsen da una idea el hecho de que, a su muerte, en 1903, ya se habían transcrito 120,000, o sea, dos tercios del total actual.

Y nuestro hombre no solo fue un científico de gabinete, también descendió a la arena de la lucha política. En 1864, después de la llamada “guerra de los Ducados”, los de Schlewig–Holstein (su tierra natal) quedaron incorporados a Prusia, de seguro que con total aquiescencia de Mommsen, entusiasta del Imperio. Y al mismo tiempo, aunque parezca paradójico, un enemigo declarado de su hacedor, el canciller von Bismarck. La hostilidad entre ambos alcanzó su punto álgido en una sentencia que condenaba a Mommsen a unos meses de cárcel, nomás que a la sentencia siguió el indulto, sin solución de continuidad: a un Mommsen, cuya autoridad científica era universalmente reconocida, cuyo prestigio alcanzaba hasta el último rincón del mundo, a un Mommsen combatiente activo contra el antisemitismo y autor de más de 1,500 publicaciones de un alto valor científico (y literario), en fin, a un Mommsen que era nada menos que ciudadano honorario de Roma, pues no se le podía encarcelar: ni siquiera un Bismarck se atrevió a hacerlo.
Este, pues, era el hombre cuya obra constituía nuestro material lectivo en el primer curso de la carrera de Leyes, asignatura Derecho romano, en la Universidad de Sevilla, bajo la égida de un catedrático tan duro como justo: don Francisco de Pelsmaeker e Iváñez. Nadie que haya sido alumno suyo podrá olvidar sus clases. ¡Y cómo olvidarlas! Nos daba un recital diario de la mejor literatura: nada menos que la obra de todo un Theodor Mommsen. Es por ello que le debo una eterna gratitud, por haberme enseñado a escribir con fundamento, y más para el oído que para el ojo. Fue con él que aprendí a entender a cabalidad aquella súplica tan ambiciosa de Juan Ramón:
“¡Intelijencia, dame / el nombre exacto de las cosas!”.
Posdata : Que no se me olvide. La cita final del texto sobre Mommsen es literal y respeta la ortografía peculiar de Juan Ramón Jiménez, o sea, “Intelijencia” es correcto. Vale.

Ricardo Bada.
Escritor y periodista, residente en Alemania desde 1963. Editor en ese país de la obra periodística de García Márquez y los libros de viaje de Cela, y autor de Don Enrique, la única antología integral en castellano de la obra de Heinrich Böll.



LIBROS | CRÍTICA DE 'HISTORIA DE ROMA'

‘Historia de Roma’, la pionera obra del historiador y premio Nobel de literatura Theodor Mommsen

El experto alemán trasladó a los cuatro volúmenes de su obra principal los valores del presente al pasado para seducir al gran público y popularizar la disciplina.

Historia de Roma’ Theodor Mommsen

MANEL GARCÍA
03 DIC 2022 - 


Hace ahora ciento veinte años, en 1902, un historiador alemán, Theodor Mommsen (1817-1903), ganaba el premio Nobel de literatura con su monumental Historia de Roma, según el jurado por ser “el más grandioso maestro con vida del arte de la escritura histórica”. Era la primera vez y la última que la Academia Sueca premiaba a un historiador, salvo que queramos ver en Winston Churchill a un historiador y no tan solo a un político, premiado en 1953 por su dominio de la biografía histórica y brillante oratoria, y que para algunos debería haber sido galardonado acaso con el Nobel de la paz.

La historiografía iniciaba con Mommsen su culminación como ciencia y, sin saberlo, propiciar un alejamiento del gran público como lector por ese mal necesario de la “barbarie del especialismo” denunciado por Ortega y Gasset. Si su Historia de Roma todavía permitía al lector culto y no especialista sumergirse en la historia como magistra vitae, el resto de su producción ya iba a ser harina de otro costal, un saber riguroso y científico apto tan solo para especialistas. En la laudatio del Nobel ya se recogía ese giro al hacer referencia a que con él la musa de la historia, Clío, había alzado su vuelo de arte elevado a ciencia rigurosa, algo sorprendente en alguien que, al tomar posesión como rector de la Universidad de Berlín en 1874, había afirmado que el historiador es más un artista que un sabio. Intuía el erudito teutón el debate que recorrería la historiografía durante todo el siglo XX y hasta nuestros días sobre el carácter híbrido de la historia como literatura y como ciencia, una frontera difusa que justificaría sin reparos, por qué no, que de nuevo un historiador optara hoy al premio Nobel de literatura.

Mommsen fue tan prolífico en su trabajo como en su matrimonio. Dieciséis hijos no lo distrajeron ni por un momento en su producción de 40.000 páginas de ciencia pura y dura; ni tampoco en autorrealizarse como hombre de acción, combinando el ejercicio de la historia con su participación en política como ferviente patriota defensor de la unificación alemana y como diputado; pasión y compromiso que le valieron la expulsión de la universidad y el haberse de trasladar a la Universidad de Zúrich en donde redactaría buena parte de su Historia de Roma (1854-1856). Había aprendido antes de excelentes maestros en la Universidad de Kiel, fue discípulo del gran Gustav Droysen, y en la que estudió derecho entre 1838 y 1843. 
El derecho romano iba a ser junto a la historia antigua su otra pasión investigadora y pronto se vinculó a la escuela histórica del derecho de Friedrich Karl von Savigny, que intercedió a su favor ante el rey de Dinamarca para ganar una beca para viajar a Italia en 1844. Desde Goethe el viaje a Italia era la iniciación necesaria en los estudios clásicos y el humanismo y Mommsen conoció allí al gran epigrafista Bartolomeo Borghesi, contacto que completaría su trayectoria científica con su pasión por la epigrafía latina. Tras culminar su carrera académica con la cátedra de la Universidad de Berlín en 1861 pudo llevar a buen puerto una titánica obra emprendida unos pocos años antes para la Academia Prusiana de Ciencias: el Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL)


La Historia de Roma es en rigor una historia de la república romana, desde la monarquía y su abolición hasta la fundación de la monarquía militar por Julio César, completada en 1885 con El mundo de los Césares, una historia de las provincias romanas desde César a Diocleciano, y en la que muestra su gran revolución en la historiografía: el uso junto a las fuentes literarias de fuentes jurídicas, inscripciones y monedas, así como de la arqueología, hecho que hacía de Mommsen el primer historiador total de la antigua Roma y uno de los nuestros desde el punto de vista científico y metodológico. No obstante, lo que convierte en apasionante su Historia de Roma es uno de los aspectos que hoy en día la hace más cuestionable desde el punto de vista académico: un ejercicio de presentismo para seducir al gran público, y sin duda lo consiguió, en el que los líderes republicanos de la antigua Roma se presentan como liberales y progresistas, demócratas, conservadores o anarquistas, cuando no se ve en muchos de los protagonistas de la crisis de la república romana a auténticos junkers terratenientes prusianos.
 No cabe duda de que tras dicha elección había una voluntad de popularizar la historia mediante una divulgación rigurosa; no menos pesaban en su discurso los logros y fracasos de la revolución burguesa de 1848. Su simpatía por la democracia liberal y monárquica traicionaba su debilidad por los hermanos Graco, su crítica implacable a la corrupta nobilitas conservadora o su idealización, muy criticada, de la figura necesaria de Julio César como salvador de la república al instaurar una velada monarquía absoluta.
Este historiador hegeliano contribuyó también a la revolución de la historia del derecho romano con la publicación de Derecho Público Romano (1871-1888), Derecho Penal Romano (1899), así como con la edición del Digesto (1867) y la muerte le sobrevino, como no, trabajando en el Codex Theodosianus para una nueva edición del Corpus Iuris Civilis de Justiniano. Por si no fuera poca esta pasión grafómana y laboriosa del historiador alemán, encontró tiempo también para impulsar desde la Academia berlinesa la creación del Instituto Arqueológico Alemán, el Thesaurus Linguae Latinae o la Prosopographia Imperii Romani, dos enciclopédicos compendios sobre la antigua Roma y la lengua latina. Todo ello combinado con un frenético activismo político que igual reivindicaba la anexión de Alsacia o Lorena, criticaba a Bismarck o denunciaba los peligros del antisemitismo en la Alemania del siglo XIX y los males que presagiaba.
Su yerno, Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff, otro gigante de las Ciencias de la Antigüedad, criticó el cesarismo de Mommsen; quizás un mal perdonable en el César que necesitaba la historia de Roma para ser a la vez ciencia y literatura, una virtud tan solo al alcance de unos pocos.


  
Corpus Inscriptionum Latinarum

Corpus Inscriptionum Latinarum (citado en bibliografía y recopilaciones de fuentes como CIL) es una recopilación exhaustiva de inscripciones latinas, y algunas griegas, del mundo romano. Representa la fuente que proporciona autoridad en la documentación de la epigrafía legada por la Antigüedad clásica. Al acoger todo tipo de inscripciones, públicas y privadas, arroja luz sobre todos los aspectos de la vida y la historia de Roma.

El CIL recoge todo tipo de inscripciones latinas de todo el territorio del Imperio romano, ordenándolas geográfica y sistemáticamente. Los primeros volúmenes recopilaron y publicaron versiones autorizadas de todas las inscripciones previamente publicadas. El Corpus continúa siendo actualizado con nuevas ediciones y suplementos.

En 1847 se creó un comité en Berlín para publicar y organizar tal colección, sobre la base del trabajo de cientos de eruditos de los siglos precedentes. La principal figura del comité fue Theodor Mommsen, quien escribió varios de los volúmenes correspondientes a Italia, seguido por Emil Hübner, dedicado a la epigrafía latina de Hispania. Gran parte del trabajo suponía inspecciones personales de lugares y monumentos, con el empeño por recuperar lo más posible la información original. En los casos en que una inscripción previamente citada no se conseguía encontrar, los autores intentaban lograr una versión ajustada comparando las versiones publicadas por los que hubieran visto el original. El primer volumen apareció en 1853.

Actualmente, el CIL consta de 17 volúmenes, con 70 partes, que recogen aproximadamente 180.000 (ciento ochenta mil) inscripciones. Trece volúmenes suplementarios incluyen índices especiales. El primer volumen, en dos secciones, cubre las inscripciones más antiguas, hasta el fin de la República Romana; los volúmenes II al XIV están divididos geográficamente, según la zona donde se encontraron las inscripciones, de la siguiente manera:

Vol. II: Inscriptiones Hispaniae
Vol. III: Inscriptiones Asiae, Pannoniae, Illyrici, Moesiae, Macedoniae et Achaiae.
Vol. IV: Inscriptiones Pompeianae, Herculanenses, et al.
Vol. V: Inscriptiones Galliae Cisalpinae
Vol. VI: Inscriptiones Vrbis Romae
Vol. VII: Inscriptiones Britanniae
Vol. VIII: Inscriptiones Africae
Vol. IX: Inscriptiones Calabriae, Apuliae et al.
Vol. X: Inscriptiones Bruttiorum, Lucaniae et al.
Vol. XI: Inscriptiones Aemiliae, Etruriae et al
Vol. XII: Inscriptiones Galliae Narbonensis
Vol. XIII: Inscriptiones trium Galliarum et Germaniarum
Vol. XIV: Inscriptiones Latii veteris et Supplementum Ostiense
El volumen XV se dedica a los instrumenta domesticum; el XVI recoge los diplomas militares; el XVII se dedica enteramente a los miliarios; el XVIII contendrá el "Carmina Latina Epigraphica". El Index Numerum: Ein Findbuch Zum Corpus Inscriptionum Latinarum se publicó en 2004.

Las descripciones incluyen imágenes de la inscripción original, si está disponible, dibujos que muestran las letras en su posición y tamaño original, y una interpretación que reconstruye las abreviaturas y partes perdidas, además de discutir cuestiones problemáticas. El idioma del CIL es el latín.

La Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften (Academia berlinesa-brandeburguesa de las ciencias) continúa actualizando y reeditando el CIL, habiendo comenzado por el volumen II: Hispania, de los que están disponibles los dedicados al Conventus Astigitanus, al Conventus Cordubensis, la parte meridional de la Provincia Tarraconenesis y a Tarraco, la capital del Coventus Tarraconensis, y por el volumen VI, dedicado a las inscripciones monumentales de Roma.


  
Discurso de la ceremonia de premiación.



Presentation Speech by C.D. af Wirsén, Permanent Secretary of the Swedish Academy on December 10, 1902

El segundo párrafo de los estatutos del Nobel establece que «Literatura» debe incluir no solo las bellas letras, sino también otros escritos que, por su forma o contenido, presenten valor literario. Esta definición autoriza la concesión del Premio Nobel de Literatura a filósofos, escritores de temas religiosos, científicos e historiadores, siempre que su obra se distinga por la excelencia artística de su presentación, así como por el alto valor de su contenido.

Este año, la Academia Sueca tuvo que elegir entre los muchos nombres brillantes sugeridos. Al otorgar el Premio al historiador Theodor Mommsen, cuyo nombre fue propuesto por dieciocho miembros de la Real Academia Prusiana de Ciencias, seleccionó a uno de los más célebres.

Una bibliografía de los escritos publicados de Mommsen, compilada por Zangemeister con motivo de su septuagésimo cumpleaños, contiene novecientos veinte artículos. Uno de los proyectos más importantes de Mommsen fue la edición del Corpus Inscriptionum Latinarum (1867-1959), una tarea titánica a pesar de la ayuda de numerosos colaboradores eruditos, pues no solo contribuyó a cada uno de los quince volúmenes, sino que la organización de la obra completa es su logro más perdurable. Un auténtico héroe en el campo de la erudición, Mommsen ha realizado investigaciones originales y seminales en derecho romano, epigrafía, numismática, cronología de la historia romana e historia romana en general. Incluso un crítico, por lo demás prejuicioso, admitió que puede hablar con igual autoridad sobre una inscripción yapigia, un fragmento de Apio Ciego y la agricultura en Cartago. El público culto lo conoce principalmente a través de su Römische Geschichte (1854-55, 1885) [ Historia de Roma ], y fue esta obra monumental en particular la que indujo a la Academia Sueca a concederle el Premio Nobel.

La obra comenzó a publicarse en 1854; el Volumen IV aún no se ha publicado, pero en 1885 publicó el Volumen V, una descripción magistral del estado de las provincias bajo el Imperio, un período tan cercano al nuestro que las descripciones podrían aplicarse a campos de actividad más recientes mencionados en los estatutos del Nobel y que pueden utilizarse como punto de partida para evaluar la obra completa del escritor. La Römische Geschichte de Mommsen , traducida a numerosos idiomas, se distingue por su erudición exhaustiva y completa, así como por su estilo vigoroso y vivaz. 
Mommsen combina su dominio del vasto material con un juicio agudo, un método riguroso, un vigor juvenil y esa presentación artística que, por sí sola, puede dar vida y concreción a una descripción. Sabe separar el trigo de la paja, y es difícil decidir si se debe elogiar y admirar más su vasto conocimiento y la capacidad organizadora de su mente o su imaginación intuitiva y su capacidad para convertir hechos cuidadosamente investigados en una imagen vívida. Su intuición y su poder creativo conectan al historiador con el poeta. Mommsen percibió esta relación cuando, en el quinto volumen de su historia romana, afirmó que la imaginación es la madre no solo de la poesía, sino también de la historia. De hecho, las similitudes son enormes. La objetividad objetiva de Ranke recuerda la serena grandeza de Goethe, e Inglaterra hizo bien en enterrar a Macaulay en el rincón de los poetas de la Abadía de Westminster.

En pocas y audaces pinceladas, Mommsen ha delineado el carácter del pueblo romano y mostrado cómo la obediencia romana al estado estaba ligada a la obediencia del hijo al padre. Con extraordinaria habilidad, ha desplegado el vasto lienzo del desarrollo de Roma desde sus modestos comienzos hasta el dominio mundial. Ha mostrado cómo, con el crecimiento del Imperio, nuevas tareas superaron la antigua y obstinadamente preservada constitución; cómo la soberanía de los comicios se convirtió gradualmente en una ficción, solo incidentalmente realizada por demagogos para sus propios fines; cómo el Senado se ocupó de los asuntos públicos con honor, pero cómo la antigua oligarquía aristocrática, que antaño había cumplido su propósito, no logró satisfacer las nuevas demandas; cómo un capitalismo, frecuentemente antipatriótico, abusó de su poder en especulaciones políticas; y cómo la desaparición del campesino libre tuvo consecuencias desastrosas para la comunidad. 
Mommsen también ha demostrado cómo el frecuente cambio de cónsules obstaculizó la conducción unificada y coherente de las guerras, lo que condujo a la prolongación de los mandos militares. cómo, al mismo tiempo, los generales se volvieron cada vez más independientes y cómo el cesarismo se convirtió en una necesidad por muchas razones, pero especialmente por la falta de instituciones acordes con las necesidades del Imperio; y cómo el absolutismo, en muchos casos, habría causado menos penurias que el gobierno oligárquico. La falsa grandeza se desvanece ante la mirada inflexible del historiador, se separa el trigo de la paja y, al igual que su admirado César, Mommsen tiene una clara visión de las necesidades prácticas y de esa libertad de ilusiones que elogió en los conquistadores de la Galia.

Diversos críticos han objetado que Mommsen a veces se deja llevar por su genio para emitir juicios subjetivos y apasionados, especialmente en sus frecuentes comentarios desfavorables sobre los últimos partidarios de la libertad agonizante y los opositores de César, así como sobre quienes vacilaron entre los partidos durante aquellos tiempos difíciles. Se han planteado objeciones, quizás no siempre totalmente injustificadas, a la admiración de Mommsen por el poder del genio incluso cuando este infringe la ley, así como a su afirmación de que en la historia, donde no hay juicios por alta traición, un revolucionario puede ser un estadista visionario y digno de elogio. Por otro lado, cabe destacar que Mommsen nunca glorifica la fuerza bruta, sino que ensalza el poder que sirve a los altos fines del Estado; y cabe destacar su firme convicción de que «la alabanza corrompida por el genio del mal peca contra el espíritu sagrado de la historia».
 También se ha señalado que Mommsen ocasionalmente aplica a condiciones antiguas términos modernos que no pueden corresponderse completamente con ellas ( Junkertum , la Coblenza romana, Camarilla, Lanzknechte , Marschälle , Sbirren , etc.). Pero este método de enfatizar las similitudes entre fenómenos históricos de diferentes épocas no es producto de la imaginación de Mommsen sino de su erudición, que tiene a su disposición muchos análogos de varios períodos de la historia. Si agrega demasiado color a la narrativa, también agrega frescura. Mommsen, por cierto, no es un materialista histórico. Admira a Polibio, pero lo culpa por pasar por alto los poderes éticos del hombre y por tener una Weltanschauung demasiado mecánica . Con respecto a C. Gracchus, el revolucionario inspirado cuyas medidas a veces elogia y a veces culpa, dice que todo estado está construido sobre arena a menos que el gobernante y los gobernados estén unidos por una moralidad común. Una vida familiar saludable es para él el núcleo de la nación. Condena severamente la maldición del sistema romano de esclavitud. Ha visto cómo un pueblo que aún conserva energía puede fortalecerse moralmente ante el desastre, y hay una verdad pedagógica en sus palabras: así como la libertad de Atenas nació de las llamas con las que los persas asolaron la Acrópolis, hoy la unidad de Italia surgió de la conflagración que los galos provocaron en Roma.
Erudito, vivaz, sarcástico y versátil, Mommsen ha arrojado luz sobre los asuntos internos y externos de Roma, su religión, literatura, derecho, finanzas y costumbres. Sus descripciones son magníficas; ningún lector olvidará sus relatos de las batallas del lago Trasimeno, Cannas, Aleria y Farsalia. Sus bosquejos de personajes son igualmente vívidos. Con trazos nítidos y claros, vemos los perfiles del «incendiario político» C. Graco; de Mario en su último período «cuando la locura se convirtió en un poder y uno se hundía en los abismos para evitar el vértigo»; de Sila, en particular, un retrato incomparable que se ha convertido en pieza antológica; del gran Julio César, el ideal romano de Mommsen; de Aníbal, Escipión el Africano, el vencedor de Zama, por no mencionar las figuras menores cuyos rasgos han sido dibujados con precisión por la mano del maestro.

El historiador Treitschke ha dicho respecto de estos retratos que la Historia romana es la obra histórica más hermosa del siglo XIX y que César y Aníbal de Mommsen debe provocar entusiasmo en cada joven, en cada joven soldado.

Se encuentra en Mommsen una curiosa combinación de cualidades. Es un erudito profundo, un sobrio analista de fuentes; sin embargo, puede ser apasionado en sus juicios. Describe con gran detalle y profundo conocimiento el funcionamiento interno del gobierno y las complejidades de la economía; pero al mismo tiempo, sus escenas de batalla y bosquejos de personajes son brillantes. Es quizás, ante todo, un artista, y su Historia Romana es una obra de arte gigantesca. Las Bellas Letras, esa noble flor de la civilización, recibe la última mención en el testamento de Nobel; Mommsen siempre se contará entre sus principales representantes. Cuando entregó el primer volumen de su Historia Romana a la editorial, escribió: «El trabajo ha sido inmenso», y en el quincuagésimo aniversario de su doctorado habló con fervor del inmenso océano de erudición. Pero en su obra terminada, el trabajo, por grande que haya sido, ha sido borrado como en cualquier verdadera obra de arte que recibe su propia forma de la naturaleza. El lector pisa terreno firme, sin ser molestado por las olas. La gran obra se yergue ante nuestros ojos como fundida en metal. En su discurso inaugural en Cambridge, Lord Acton calificó con acierto a Mommsen como uno de los más grandes escritores del presente, y desde este punto de vista, Mommsen merece especialmente un gran premio literario. La edición alemana más reciente de Römische Geschichte acaba de publicarse. No hay cambios. La obra ha conservado su frescura; es un monumento que, si bien no posee la suave belleza del mármol, es tan perenne como el bronce. La mano del erudito es visible en todas partes, pero también lo es la del poeta. Y, de hecho, Mommsen escribió poesía en su juventud. El Liederbuch dreier Freunde [ Cancionero de tres amigos ] de 1843 atestigua que podría haberse convertido en un siervo de las Musas si, en sus propias palabras, las circunstancias no hubieran provocado que «con folios y con prosa, no todos los capullos se convirtieran en rosas». El historiador Mommsen era amigo de Theodor Storm y admirador de Mörike; ya en edad avanzada tradujo obras de los poetas italianos Carducci y Giacosa.

Las artes y las ciencias han demostrado a menudo su capacidad para mantener jóvenes de espíritu a sus practicantes. Mommsen es a la vez erudito y artista, y a sus ochenta y cinco años, su obra es joven. Incluso en su vejez, en fecha tan tardía como 1895, realizó valiosas contribuciones a las Actas de la Academia Prusiana de Ciencias.
La medalla del Premio Nobel de Literatura representa a un joven escuchando la inspiración de las Musas. Mommsen es un hombre mayor, pero posee el ardor de la juventud, y pocas veces se comprende con tanta claridad como al leer su Historia Romana que Clío fue una de las Musas. Ese ejemplo de historia pura despertó nuestro entusiasmo en nuestra juventud; ha conservado su poder sobre nuestras mentes, como aprendemos al releerlo ahora, ya mayores. Tal es el poder de la erudición histórica cuando se combina con el gran arte.

Por los motivos expuestos hoy enviamos un homenaje desde el país de Erik Gustaf Geijer a Theodor Mommsen.

En el banquete, CD af Wirsén pronunció un discurso en alemán en el que elogió al «maestro del arte de la exposición histórica» y, en nombre de la Academia Sueca, invitó a los presentes a vaciar sus copas en honor al «gran maestro de la investigación histórica alemana». El ministro de Alemania, el conde von Leyden, tomó la palabra en nombre de Theodor Mommsen, quien se encontraba ausente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario