Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


viernes, 19 de junio de 2015

206.-Acta Adicional a las Constituciones del Imperio del 22 de Abril de 1815.-a


  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farías Picón; Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala; Marcelo Yañez Garin; 

 

Tres franjas verticales, azul, blanca y roja, todas del mismo ancho



Sello de imperio Francés

Las armas del Primer Imperio Francés bajo Napoleón I, consistieron en un campo de azur con un águila de oro, azorada (representada a punto de levantar el vuelo).
En la versión más elaborada, el escudo aparece rodeado por el collar de la Legión de Honor, lleva acolados los cetros de la justicia y la misericordia, está timbrado con un yelmo y la corona heráldica del Imperio francés y colocado bajo un manto de púrpura cargado con abejas de oro.

  
Acta Adicional a las Constituciones del Imperio del 22 de Abril de 1815

 
Prólogo


Desde que fuimos llamados, hace quince años, por la voluntad de Francia, al gobierno del Estado, hemos intentado perfeccionar, en diferentes épocas, las formas constitucionales, siguiendo las necesidades y los deseos de la nación, y aprovechando las lecciones de la experiencia. Así, las constituciones del Imperio se han ido formando con una serie de actas que han sido revestidas con la aceptación del pueblo. Entonces teníamos como objetivo organizar un gran sistema federativo europeo, que habíamos adoptado como siendo conforme al espíritu del siglo, y favorable a los progresos de la civilización. Para conseguir completarlo y darle toda la extensión y toda la estabilidad de que era susceptible, habíamos aplazado el establecimiento de varias instituciones interiores, más especialmente destinadas a proteger la libertad de los ciudadanos.

Nuestro objetivo ya no es otro que el de aumentar la prosperidad de Francia mediante la consolidación de la libertad pública. De aquí resulta la necesidad de varias modificaciones importantes en las constituciones, senadoconsultos y otras actas que rigen este imperio. POR ESTOS MOTIVOS, queriendo, de un lado, conservar del pasado aquello que tiene de bueno y de saludable y, de otro lado, queriendo que las constituciones de nuestro Imperio sean conformes en todo a los deseos y a las necesidades nacionales, así como al estado de paz que deseamos mantener con Europa, hemos resuelto proponer al pueblo una serie de disposiciones que tienden a modificar y a perfeccionar sus actas constitucionales, a enmarcar los derechos de los ciudadanos con todas sus garantías, a dar al sistema representativo toda su extensión, a otorgar a los cuerpos intermedios la consideración y el poder deseables, en una palabra, a combinar el más alto grado de libertad política y de seguridad individual con la fuerza y la centralización necesarias para hacer respetar por los pueblos extranjeros la independencia del pueblo francés y la dignidad de nuestra corona. En consecuencia, los artículos siguientes, que forman una acta suplementaria a las constituciones del Imperio, serán sometidos a la aceptación libre y solemne de todos los ciudadanos, en toda la extensión de Francia.



 

Disposiciones generales.


Artículo Primero.- Las constituciones del Imperio, concretamente el acta constitucional del 22 de Frimario del año VIII, los senadoconsultos de los 14 y 16 de Termidor del año X, y el del 28 de Floreal del año XII, serán modificados por las disposiciones que siguen. El resto de sus disposiciones son confirmadas y mantenidas.

Art. 2.- El Poder legislativo es ejercido por el Emperador y por dos Cámaras.

Art. 3.- La primera Cámara, llamada Cámara de los pares, es hereditaria.

Art. 4.- El Emperador nombra a sus miembros, que son irrevocables, ellos y sus descendientes varones, de primogénito en primogénito en línea directa. El número de pares es ilimitado. La adopción no transmite la dignidad de par a aquél que haya sido adoptado. - Los pares acceden a su escaño a los veintiún años, pero no tienen voz y voto hasta los veinticinco.

Art. 5.- La Cámara de los pares es presidida por el archicanciller del Imperio, o, en el caso previsto por el artículo 51 del senadoconsulto del 28 de Floreal del año XII, por uno de los miembros de esta Cámara designado especialmente por el Emperador.

Art. 6.- Los miembros de la familia imperial, por orden de sucesión, son pares por derecho. Ocupan su escaño después del presidente. Entran en la Cámara a los dieciocho años, pero no tienen voz y voto hasta los veintiuno.

Art. 7.- La segunda Cámara, llamada Cámara de los representantes es elegida por el pueblo.

Art. 8.- Los miembros de esta Cámara son seiscientos veintinueve. Deben tener al menos la edad de veinticinco años.

Art. 9.- El presidente de la Cámara de los representantes es nombrado por la Cámara cuando se abre la primera sesión. Continúa en esta función hasta la renovación de la Cámara. Su nombramiento es sometido a la aprobación del Emperador.

Art. 10.- La Cámara de los representantes verifica los poderes de sus miembros, y se pronuncia sobre la validez de las elecciones que sean impugnadas.

Art. 11.- Los miembros de la Cámara de los representantes reciben, para gastos de viaje, y durante la sesión, la dieta que haya decretado la Asamblea constituyente.

Art. 12.- Son reelegibles indefinidamente.

Art. 13.- La Cámara de los representantes se renueva completamente por derecho cada cinco años.

Art. 14.- Ningún miembro de una u otra de las Cámaras puede ser arrestado, excepto en caso de flagrante delito, ni perseguido en materia criminal y correccional, durante las sesiones, si no es en virtud de una resolución de la Cámara de la cual forme parte.

Art. 15.- Ninguno puede ser arrestado ni detenido por deudas, a partir de la convocatoria, ni cuarenta días después de la sesión.

Art. 16.- Los pares son juzgados por su Cámara, en materia criminal y correccional, en las formas que la ley regule.

Art. 17.- La calidad de par y de representantes es compatible con toda función pública, excepto con la de contable. Sin embargo, los prefectos y subprefectos no son elegibles por el colegio electoral del departamento o del distrito que ellos administran.

Art. 18.- El Emperador envía a las Cámaras a ministros de Estado y a consejeros de Estado, los cuales tienen allí un escaño y participan en las discusiones, pero no tienen derecho a voto excepto en el caso de que, siendo pares o habiendo sido elegidos por el pueblo, sean miembros de la Cámara.

Art. 19.- Los ministros que son miembros de la Cámara de los pares o de la de los representantes, o que tienen allí un escaño por misión del Gobierno, deben dar a la Cámara las aclaraciones que estimen necesarias, siempre que su publicidad no comprometa el interés del Estado.

Art. 20.- Las sesiones de ambas Cámaras son públicas. Sin embargo, pueden constituirse en comité secreto: la Cámara de los pares a petición de diez de sus miembros, la de los representantes, a petición de veinticinco. El gobierno puede, igualmente, requerir comités secretos para sus comunicados. En cualquier caso, las deliberaciones y las votaciones sólo pueden tener lugar en sesión pública.

Art. 21.- El Emperador puede prorrogar, aplazar y disolver la Cámara de los representantes. La proclamación que pronuncia la disolución convocará a las asambleas electorales para una nueva elección, e indicará la reunión de los representantes, en un plazo máximo de seis meses.

Art. 22.- Durante el intervalo de las sesiones de la Cámara de los representantes, o en caso de disolución de esta Cámara, la Cámara de los pares no puede reunirse.

Art. 23.- El gobierno propone las leyes; las Cámaras pueden proponer enmiendas: si estas enmiendas no son adoptadas por el gobierno, las Cámaras deben votar la ley, tal como había sido propuesta.

Art. 24.- La Cámaras tienen la facultad de invitar al gobierno a que proponga una ley sobre un tema determinado, y a que redacte lo que estimen adecuado que contenga la ley. Esta petición puede ser hecha por cada una de las dos Cámaras.

Art. 25.- Cuando se adopte una redacción en una de las dos Cámaras, será llevada a la otra; y si allí también es aprobada, será llevada al Emperador.

Art. 26.- No puede leerse en ninguna de las dos Cámaras ningún discurso escrito, excepto los informes de las comisiones, los informes de los ministros sobre las leyes que se presentan, y las cuentas que se rinden.



Art. 27.- Se mantienen las asambleas electorales de departamento y de distrito conforme al senadoconsulto del 16 de Termidor del año X, excepto las modificaciones que vienen a continuación.

Art. 28.- Las asambleas de cantón llenarán cada año, con elecciones anuales, todas las vacantes en las asambleas electorales.

Art. 29.- A partir del año 1816, un miembro de la Cámara de los pares, designado por el Emperador, será presidente vitalicio e inamovible de cada asamblea electoral de departamento.

Art. 30.- A partir del mismo momento, la asamblea electoral de cada departamento nombrará, entre los miembros de cada asamblea de distrito, al presidente y a dos vicepresidentes. A tal efecto, la reunión de la asamblea de departamento precederá en quince días a la de la asamblea de distrito.

Art. 31.- Las asambleas de departamento y de distrito nombrarán al número de representantes establecido para cada una de ellas por el acta y el cuadro anexos, nº 1.

Art. 32.- Los representantes pueden ser escogidos indistintamente en toda la extensión de Francia. - Cada asamblea de departamento o de distrito que escoja a un representante de fuera del departamento o del distrito, nombrará a un suplente que será necesariamente del departamento o del distrito.

Art. 33.- La industria y la propiedad manufacturera y comercial tendrán una representación especial. La asamblea electoral llevará a cabo la elección de los representantes comerciales y manufactureros, a partir de una lista de elegibles establecida por las cámaras de comercio y las cámaras consultivas reunidas, según el acta y el cuadro anexos, nº 2.

  
De la ley de impuestos

Art. 34.- Los impuestos generales directos, sean territoriales, sean mobiliarios, sólo son votados por un año; los impuestos indirectos pueden ser votados para más de un año. En caso de disolución de la Cámara de los representantes, las imposiciones votadas en la sesión precedente tendrán continuación hasta la siguiente reunión de la Cámara.

Art. 35.- No puede percibirse ningún impuesto directo o indirecto, en dinero o en especie, no puede tener lugar ningún préstamo, no puede hacerse ninguna inscripción de crédito en el gran libro de la deuda pública, no puede alienarse ni intercambiarse ningún territorio, no puede ordenarse ningún reclutamiento de hombres para el ejército, no puede cambiarse ningún fragmento del territorio si no es en virtud de una ley.

Art. 36.- Toda propuesta de impuesto, de préstamo, de reclutamiento de hombres, sólo puede hacerse en la Cámara de los representantes.

Art. 37.- También en la Cámara de los representantes se presentarán en primer lugar, 1º el presupuesto general del Estado, que contenga el cálculo aproximado de los ingresos y la propuesta de los fondos asignados para el año a cada departamento del ministerio; 2º la cuenta de los ingresos y gastos del año o de los años anteriores.

 
De los ministros, y de su responsabilidad


Art. 38.- Todas las actas del gobierno deben ser refrendadas por un ministro que tenga competencias.

Art. 39.- Los ministros son responsables de las actas del gobierno que ellos hayan firmado, así como de la ejecución de las leyes.

Art. 40.- Los ministros pueden ser acusados por la Cámara de representantes, y son juzgados por la de los pares.

Art. 41.- Cualquier ministro, cualquier comandante del ejército de tierra o de mar, puede ser acusado por la Cámara de los representantes y juzgado por la Cámara de los pares, por haber comprometido la seguridad o el honor de la nación.

Art. 42.- La Cámara de los pares, en tal caso, ejerce una potestad discrecional, ya sea para tipificar el delito, ya sea para infligir la pena.

Art. 43.- Antes de pronunciar la acusación de un ministro, la Cámara de los representantes debe declarar que ha lugar a examinar la propuesta de acusación.

Art. 44.- Esta declaración únicamente puede hacerse después del informe de una comisión de sesenta miembros escogidos por sorteo. Esta comisión no puede hacer su informe antes de que hayan transcurrido diez días desde su nombramiento.

Art. 45.- Cuando la Cámara ha declarado que ha lugar al examen, puede ordenar la comparecencia del ministro para pedirle explicaciones. Este llamamiento sólo puede tener lugar diez días después del informe de la comisión.

Art. 46.- En todos los demás casos, los ministros que tengan competencias no pueden ser llamados ni convocados por las Cámaras.

Art. 47.- Cuando la Cámara de los representantes ha declarado que ha lugar al examen contra un ministro, se constituye una nueva comisión de sesenta miembros escogidos por sorteo, como la primera, y esta comisión hace un nuevo informe sobre la acusación. Esta comisión, después de haber sido nombrada, debe esperar diez días para hacer su informe.

Art. 48.- La acusación sólo puede ser pronunciada al cabo de diez días después de la lectura y la distribución del informe.

Art. 49.- Una vez que se ha pronunciado la acusación, la Cámara de los representantes nombra a cinco comisarios de entre sus miembros para proseguir la acusación ante la Cámara de los pares.

Art. 50.- El artículo 75 del título VIII del acta constitucional del 22 de Frimario del año VIII, por el cual los agentes del gobierno no pueden ser perseguidos si no es por decisión del Consejo de Estado, será modificado por una ley.

 
Del poder judicial.


Art. 51.- El Emperador nombra a todos los jueces. Son inamovibles y vitalicios desde el momento de su nombramiento, excepto el nombramiento de los jueces de paz y de los jueces de comercio, que se hará como en el pasado. Los jueces actuales nombrados por el Emperador, según los términos del senadoconsulto del 12 de Octubre de 1807, y a quienes él juzgue conveniente conservar, recibirán provisiones vitalicias antes del día uno de Enero próximo.

Art. 52.- Se mantiene la institución de los jurados.

Art. 53.- Los debates en materia criminal son públicos.

Art. 54.- Sólo los delitos militares son competencia de los tribunales militares.

Art. 55.- Todos los demás delitos, hasta los cometidos por militares, son competencia de los tribunales civiles.

Art. 56.- Todos los crímenes y delitos que hayan sido atribuidos a la Alta Corte imperial y cuya sentencia no quede, por la presente acta, reservada a la Cámara de los pares, serán llevados ante los tribunales ordinarios.

Art. 57.- El Emperador tiene derecho de gracia, incluso en materia correccional, y derecho de conceder amnistías.

Art. 58.- Las interpretaciones de las leyes pedidas por el Tribunal de casación serán dadas en forma de ley.


  
Derechos de los ciudadanos


Art. 59.- Los franceses son iguales ante la ley, ya sea para la contribución a los impuestos y cargas públicas, ya sea para la admisión a empleos civiles y militares.

Art. 60.- Nadie puede, bajo ningún pretexto, sustraerse a los jueces que le son asignados por la ley.

Art. 61.- Nadie puede ser perseguido, arrestado, detenido ni exiliado, si no es en los casos previstos por la ley y según las formas prescritas.

Art. 62.- Se garantiza a todos la libertad de culto.

Art.63.- Todas las propiedades poseídas o adquiridas en virtud de las leyes y todos los créditos sobre el Estado, son inviolables.

Art. 64.- Todo ciudadano tiene derecho a imprimir y a publicar lo que piensa, firmándolo, sin ninguna censura previa, excepto la responsabilidad legal, después de la publicación, por sentencia de jurados, aunque sólo hubiera lugar a la aplicación de una pena correccional.

Art. 65.- Queda asegurado el derecho de petición para todos los ciudadanos. Toda petición es individual. Las peticiones pueden dirigirse ya sea al gobierno, ya sea a las dos Cámaras: sin embargo, incluso estas últimas deben llevar el encabezamiento: A su Majestad el Emperador. Serán presentadas a la Cámara bajo la garantía de uno de sus miembros que recomiende la petición. Se leerán públicamente, y si la Cámara las toma en consideración, serán llevadas al Emperador por el presidente.

Art. 66.- Ningún lugar, ninguna parte del territorio, puede ser declarado en estado de sitio, excepto en caso de invasión por parte de una fuerza extranjera, o en caso de disturbios civiles. En el primer caso, la declaración se hará por un acta del gobierno. En el segundo caso, sólo puede ser hecha por una ley. Sin embargo, si se da la circunstancia de que las Cámaras no están reunidas, el acta del gobierno declarando el estado de sitio debe ser convertida en una proposición de ley dentro de los quince primeros días de la reunión de las Cámaras.

Art. 67.- El pueblo francés declara que, en la delegación de sus poderes que ha llevado y lleva a cabo, no ha concebido ni concibe dar derecho a proponer el restablecimiento en el trono, de los Borbones o de ningún otro príncipe de esta familia, incluso en el caso de extinción de la dinastía imperial, ni el derecho a restablecer ya sea la antigua nobleza feudal, ya sean los derechos feudales y señoriales, ya sean los diezmos, ya sea ningún culto privilegiado y dominante, ni la facultad de atacar la irrevocabilidad de la venta de los bienes nacionales; prohíbe formalmente al gobierno, a las Cámaras y a los ciudadanos cualquier propuesta en este sentido.



  
Historia 

  
La Carta de 1815 , firmada el 22 de abril de 1815, fue la constitución francesa elaborada por Benjamin Constant a petición de Napoleón I a su regreso del exilio en Elba . Oficialmente denominada Acta Adicional a las Constituciones del Imperio , el documento modificó ampliamente (de hecho, prácticamente reemplazó) las Constituciones napoleónicas anteriores ( Constitución del Año VIII , Constitución del Año X y Constitución del Año XII ).
 El Acta Adicional reformuló la constitución napoleónica en algo más similar a la Carta de la Restauración Borbónica de 1814 de Luis XVIII , aunque ignoraba la existencia de la Carta Borbónica. Tenía un espíritu muy liberal y otorgaba al pueblo francés derechos que previamente desconocía, como el derecho a elegir alcalde en comunas de menos de 5.000 habitantes. Napoleón la trató como una mera continuación de las constituciones anteriores, por lo que adoptó la forma de un acto legislativo ordinario «adicional a las constituciones del Imperio».

Preparación.

Napoleón, tras regresar de la isla de Elba para los Cien Días, no pudo restablecer el Primer Imperio tal como era antes de su restauración. Encargó al liberal Benjamin Constant que redactara una nueva Constitución. Esta fue adoptada mediante plebiscito el 1 de junio de 1815 por una inmensa mayoría de los cinco millones de votantes, aunque un gran número de electores elegibles se abstuvo. Se promulgó en la ceremonia del Campo de Mayo en el Campo de Marte . La rápida caída de Napoleón impidió su plena aplicación.

Principios.

El poder legislativo sería ejercido por el Emperador junto con el Parlamento, compuesto por dos cámaras: la Cámara de los Pares, compuesta por miembros hereditarios nombrados por el Emperador, y la Cámara de Representantes , compuesta por 629 ciudadanos elegidos por colegios electorales en cada departamento para mandatos de cinco años . Los ministros serían responsables de sus actos ante el Parlamento. La liberalización abordó tanto la garantía de los derechos como el fin de la censura. Finalmente, ambas cámaras sesionaron solo un mes, del 3 de junio al 7 de julio de 1815.



  

Henri-Benjamin Constant de Rebecque (25 de octubre de 1767 - 8 de diciembre de 1830), o simplemente Benjamin Constant, fue un pensador político, activista y escritor suizo-francés sobre teoría política y religión.

Republicano comprometido desde 1795, respaldó el golpe de Estado del 18 Fructidor (4 de septiembre de 1797) y el siguiente del 18 brumario (9 de noviembre de 1799). Durante el Consulado, en 1800 se convirtió en el líder de la oposición liberal. Tras enemistarse con Napoleón, abandonó Francia para marchar a Suiza primero y luego al Reino de Sajonia. Constant no obstante se puso del lado del emperador durante los Cien Días y volvió a involucrarse en la política durante la Restauración Francesa. Fue elegido diputado en 1818 y permaneció en ese cargo hasta su muerte en 1830. Jefe de la oposición liberal, conocida como Indépendants, fue uno de los más notables oradores de la Cámara de Diputados de Francia, defensor del sistema parlamentario. Durante la Revolución de julio, fue partidario de la subida al trono de Luis Felipe I.
Además de sus numerosos ensayos sobre temas políticos y religiosos, Constant también escribió sobre el amor romántico. Su autobiográfico Le Cahier rouge (1807) da cuenta de su amor por Madame de Staël, de quien se convirtió en protegido y colaborador, especialmente en el círculo Coppet (Grupo Coppet), y su exitosa novela, Adolphe (1816), son buenos ejemplos de su trabajo sobre este tema.
Era un ferviente liberal clásico de principios del siglo XIX. Perfeccionó el concepto de libertad, definiéndolo como una condición de existencia que permitía al individuo rechazar la interferencia del Estado o la sociedad.​ Sus ideas influyeron en el movimiento del Trienio Liberal en España, la Revolución Liberal de 1820 en Portugal, la Guerra de Independencia griega, el levantamiento de noviembre en Polonia, la Revolución belga Revolución, y el liberalismo en Brasil y México.

Biografía

Henri-Benjamin Constant nació en Lausana perteneciente a la familia Constant de Rebecque, descendientes de hugonotes franceses que habían huido de Artois a Suiza durante las guerras de religión de Francia en el siglo XVI. Su padre, Jules Constant de Rebecque, sirvió como oficial de alto rango en el Ejército de los Estados Holandeses, al igual que su abuelo, su tío y su primo Jean Victor de Constant Rebecque. Cuando la madre de Constant, Henriette-Pauline de Chandieu-Villars, murió poco después de su nacimiento, sus dos abuelas se hicieron cargo de él. Fue instruido por tutores privados en Bruselas (1779) y en los Países Bajos (1780). Durante su estancia en la Universidad protestante de Erlangen (1783), tuvo acceso a la corte de la duquesa Sofía Carolina María de Brunswick-Wolfenbüttel. Tuvo que abandonarla tras un romance con una joven y se trasladó a la Universidad de Edimburgo. Allí vivió en la casa de Andrew Duncan y se hizo amigo de James Mackintosh y Malcolm Laing.
En 1787, regresó a la Europa continental, atravesando a caballo Escocia e Inglaterra. En esos años, la nobleza europea, con sus prerrogativas, sufría fuertes ataques por parte de aquellos, que como Constant, estaban influenciados por el Discurso sobre la desigualdad de Jean-Jacques Rousseau. La familia de Constant lo criticó por omitir parte de su apellido. En París, en la casa de Jean-Baptiste-Antoine Suard conoció a Isabelle de Charriere, una mujer de letras neerlandesa de 46 años, que más tarde ayudó a publicar las Confesiones, y que conocía muy bien a su tío David-Louis Constant de Rebecque en virtud de una correspondencia de 15 años. Durante su estancia en su casa de Colombier (Suiza), escribieron juntos una novela epistolar. Ella actuó como mentora materna para él hasta el nombramiento de Constant en la corte de Charles William Ferdinand, duque de Brunswick-Wolfenbüttel que le obligó a mudarse al norte. Dejó la corte cuando comenzó la Guerra de la Primera Coalición en 1792.
En Braunschweig, contrajo matrimonio con Wilhelmina von Cramm, de la que se divorció en 1793. En septiembre de 1794, conoció y se interesó por la famosa y rica ya casada Germaine de Staël, educada en los principios de Rousseau. Ambos admiraban a Jean Lambert Tallien y Talleyrand. Su colaboración intelectual entre 1795 y 1811 los convirtió en una de las parejas intelectuales más célebres de la época.

París

Después del Reinado del Terror en Francia (1793–1794), Constant se declaró partidario del bicameralismo y de una asamblea como el Parlamento de Gran Bretaña. En la Francia revolucionaria, esta corriente de pensamiento político desembocó en la Constitución del Año III, el Consejo de los Quinientos y el Consejo de los Antiguos.
 En 1799, después del 18 de Brumario, Constant fue nombrado a regañadientes, ante la insistencia del Abate Sieyes, por Napoleón Bonaparte para el Tribunal, a pesar de las graves reservas de este último. Finalmente, en 1802, el primer cónsul confirmado en sus dudas, obligó a Constant a retirarse debido al tenor de sus discursos y su estrecha relación con Mme de Staël.
Constant conoció a Julie Talma, la esposa salonnière del actor François-Joseph Talma, quien le escribió muchas cartas de gran interés humano.
En 1800, fracasó el complot de la rue Saint-Nicaise, un intento de asesinar a Napoleón. En 1803, en un momento en que Gran Bretaña y Francia estaban en paz, Jean Gabriel Peltier, mientras vivía en Inglaterra, argumentó que Napoleón debería ser asesinado.
 El abogado James Mackintosh defendió al refugiado francés Peltier contra una difamación demanda instigada por Napoleón, entonces primer cónsul de Francia. El discurso de Mackintosh fue ampliamente publicado en inglés y también en toda Europa en una traducción al francés de madame de Staël, que se vio obligada a abandonar París por este hecho.
De Staël, decepcionada por el racionalismo francés, se interesó por el romanticismo alemán. Constant y ella partieron hacia Prusia y Sajonia y viajaron con sus dos hijos a Weimar. La duquesa Anna Amalia de Brunswick-Wolfenbüttel les acogió a su llegada. Allí conocieron a Friedrich von Schiller y posteriormente a Johann Wolfgang Goethe, que en un principio se mostró con prejuicios hacia todo lo francés.
​ En Berlín, conocieron a August Wilhelm Schlegel, y a su hermano, Friedrich Schlegel. Constant dejó a de Staël en Leipzig y durante 1806 vivió en Rouen y Meulan, donde comenzó a trabajar en su novela Adolphe. En 1808, contrajo matrimonio en secreto con Caroline von Hardenberg, una mujer divorciada dos veces (emparentada con Novalis y con Karl August von Hardenberg). Regresó a París en 1814, cuando se había producido la Restauración francesa y Luis XVIII había sido proclamado rey. 
Como miembro del Consejo de Estado (Francia), Constant propuso una monarquía constitucional. Entabló amistad con Madame Récamier mientras se enfrentaba a Germaine de Staël, quien le había pedido que pagase sus deudas de juego cuando su hija, Albertine, se casó con Victor de Broglie. Durante los Cien Días de Napoleón, que se había vuelto más liberal, Constant huyó a la Vendée, pero regresó cuando fue invitado varias veces a las Tullerías para preparar cambios para la Carta de 1815.
Después de la batalla de Waterloo (18 de junio de 1815), Constant se mudó a Londres con su esposa. En 1817, año en que murió Madame de Staël, regresó a París y fue elegido miembro de la Cámara de Diputados de Francia, la cámara baja legislativa durante la era de la Restauración. Se mostró como uno de sus oradores más elocuentes y se convirtió en líder del bloque parlamentario conocido primero como "Independientes" y luego como "liberales". Mostró su oposición a Carlos X de Francia durante la Restauración entre 1815 y 1830.

En 1822, Goethe elogió a Constant en los siguientes términos:
Pasé muchas tardes instructivas con Benjamin Constant. Cualquiera que recuerde lo que este excelente hombre logró en los últimos años y con qué celo avanzó sin vacilar por el camino que, una vez elegido, fue seguido para siempre, se da cuenta de las nobles aspiraciones, aún no desarrolladas, que se agitaban en su interior...
Francomasón, en 1830, el rey Luis Felipe I dio a Constant una gran suma de dinero para ayudarlo a pagar sus deudas y lo nombró miembro del Conseil d'Etat (Conseil d'Etat (Francia)). Se dice que Constant fue el padre de Albertine de Staël-Holstein (Albertine, baronesa Staël von Holstein) (1797–1838), quien luego se casó con Victor de Broglie (1785–1870). Constant murió en París el 8 de diciembre de 1830 y fue enterrado en el cementerio de Père Lachaise.

Filosofía política.

Libertad antigua y moderna.

Constant, uno de los primeros pensadores que se hizo llamar "liberal", miró a Gran Bretaña en lugar de a la antigua Roma en busca de un modelo práctico de libertad en una gran sociedad mercantil. Hizo una distinción entre la "Libertad de los Antiguos" y la "Libertad de los Modernos". La Libertad de los Antiguos era una libertad participativa republicano, que otorgaba a los ciudadanos el derecho de influir en la política directamente a través de debates y votaciones en la asamblea pública.
​ Para apoyar este grado de participación, la ciudadanía era una obligación moral onerosa que requería una inversión considerable de tiempo y energía. En general, esto requería una subsociedad de esclavos para hacer gran parte del trabajo productivo, dejando a los ciudadanos libres para deliberar sobre los asuntos públicos. Ancient Liberty también se limitaba a sociedades masculinas relativamente pequeñas y homogéneas, en las que podían reunirse convenientemente en un solo lugar para realizar transacciones públicas.
La libertad de los modernos, por el contrario, se basó en la posesión de libertades civiles, el estado de derecho y la libertad de la interferencia estatal excesiva. La participación directa sería limitada: consecuencia necesaria del tamaño de los estados modernos, y también resultado inevitable de haber creado una sociedad mercantil en la que no había esclavos sino que casi todo el mundo tenía que ganarse la vida con el trabajo. En su lugar, los votantes elegirían a los representantes, que deliberarían en el parlamento en nombre del pueblo y salvarían a los ciudadanos de la participación política diaria.

Crítica de la Revolución Francesa.

Criticó varios aspectos de la Revolución francesa y los fracasos de la agitación social y política. Dijo cómo los franceses intentaron aplicar las antiguas libertades republicanas a un estado moderno. Constant se dio cuenta de que la libertad significaba trazar una línea entre la vida privada de una persona y la de la interferencia del estado.
Elogió el noble espíritu de regenerar el estado. Sin embargo, afirmó que era ingenuo que los escritores creyeran que dos mil años no habían traído algunos cambios en las costumbres y necesidades de la gente. La dinámica del estado había cambiado. Las poblaciones antiguas palidecieron en comparación con el tamaño de los países modernos. Incluso argumentó que con una gran población, el hombre no tenía ningún papel en el gobierno, independientemente de su forma o tipo. Constant enfatizó cómo los ciudadanos de los estados antiguos encontraban más satisfacción en la esfera pública y menos en su vida privada, mientras que la gente moderna favorecía su vida privada.
La denuncia repetida de Constant del despotismo impregnaba su crítica de los filósofos políticos franceses Jean-Jacques Rousseau y Abbé de Mably.​ Estos escritores, influyentes en la Revolución Francesa, según Constant, confundieron la autoridad con la libertad y aprobaron cualquier medio de extender la acción del Estado. Presuntos reformadores utilizaron el modelo de fuerza pública del Antiguo Régimen, y organizaron el más absoluto despotismo en nombre de la República. Condenó continuamente el despotismo, citando la contradicción de una libertad derivada del despotismo y la naturaleza vacía de esta ideología.

Además, señaló la naturaleza perjudicial del Reino del Terror, como un delirio inexplicable. En palabras de François Furet, "todo el pensamiento político" de Constant giraba en torno a esta cuestión, a saber, el problema de cómo justificar el Terror. Constant entendió la desastrosa inversión excesiva de los revolucionarios en la esfera política.
Los revolucionarios franceses como los Sans-culottes eran la fuerza principal en las calles. Promovieron la vigilancia constante en público. Constant señaló cómo a pesar de la vida más oscura, la existencia más tranquila, el nombre más desconocido, no ofreció protección durante el Reinado del Terror. La omnipresente Mentalidad de rebaño disuadió a muchas personas de pensamiento correcto y ayudó a marcar el comienzo de déspotas como Napoleón.

Comercio preferible a la guerra.

Constant consideraba que, en el mundo contemporáneo, el comercio era superior a la guerra. Atacó la beligerancia de Napoleón, aduciendo que era antiliberal y que ya no se adaptaba a la moderna organización social basada en los intercambios mercantiles. La libertad antigua tendía a basarse en la guerra, mientras que un Estado organizado según los principios de la libertad moderna tendería a estar en paz con todas las demás naciones pacíficas.
Constant pensaba que si se quería salvar la libertad de las secuelas de la Revolución, entonces la quimera de la libertad antigua tenía que reconciliarse con la realidad práctica para lograr la libertad moderna. Inglaterra, desde la Revolución Gloriosa de 1688, y el Reino Unido a partir de 1707, habían demostrado la viabilidad de la libertad moderna y Gran Bretaña se había convertido en una monarquía constitucional. Constant llegó a la conclusión que la monarquía constitucional se adaptaba mejor que el republicanismo para mantener la libertad moderna.
Contribuyó decisivamente a la redacción del «Acte Additional» de 1815, que transformó el gobierno restaurado de Napoleón en una monarquía constitucional moderna, que sólo duró «Cien Días» antes de que Napoleón fuera derrotado, pero el trabajo de Constant proporcionó un medio para reconciliar la monarquía con la libertad.
De hecho, la Constitución francesa (o Carta) de 1830 podría considerarse una aplicación práctica de muchas de las ideas de Constant: una monarquía hereditaria que coexiste con una Cámara de Diputados elegida y una Cámara de Pares senatorial, con el poder ejecutivo conferido a ministros con funciones de responsabilidad. De este modo, aunque a menudo ignorado en Francia debido a sus simpatías anglosajonas, Constant logró contribuir de manera profunda (aunque indirecta) a las tradiciones constitucionales francesas.

Monarquía constitucional.

En segundo lugar, Constant desarrolló una nueva teoría de la monarquía constitucional, en la que se pretendía que el poder real fuera un poder neutral, protegiendo, equilibrando y restringiendo los excesos de los otros poderes activos (el ejecutivo, el legislativo y el judicial). Esto fue un avance en la teoría prevaleciente en el mundo de habla inglesa, que, siguiendo la opinión de William Blackstone, el jurista inglés del siglo XVIII, había considerado al rey como cabeza del poder ejecutivo.
 En el esquema de Constant, el poder ejecutivo estaría encomendado a un Consejo de Ministros (o Gabinete) que, aunque designado por el Rey, en última instancia sería responsable ante el Parlamento. Al hacer esta clara distinción teórica entre los poderes del rey (como jefe de Estado) y los ministros (como ejecutivo), Constant estaba respondiendo a la realidad política que se había hecho evidente en Gran Bretaña durante más de un siglo: que es decir, los ministros, y no el Rey, son actores responsables, y el Rey "reina pero no gobierna".

 Esto fue importante para el desarrollo del gobierno parlamentario en Francia y en otros lugares. El rey no iba a ser una cifra impotente en el plan de Constant. Tendría muchos poderes, incluido el poder de hacer nombramientos judiciales, disolver la Cámara y convocar nuevas elecciones, nombrar pares y destituir ministros, pero no podría gobernar, hacer política. , o dirigir la administración, ya que eso sería tarea de los ministros responsables. 

Esta teoría se aplicó literalmente en Portugal (1822) y Brasil (1824), donde al rey/emperador se le otorgaron explícitamente "poderes moderadores" en lugar del poder ejecutivo. En otros lugares (por ejemplo, el "Estatuto albertino" de 1848 del Reino de Cerdeña, que luego se convirtió en la base de la constitución de la Italiana de 1861) el poder ejecutivo estaba teóricamente conferido al Rey , pero fue ejercido únicamente por los ministros responsables.

Abogó por la separación de poderes como base para un Estado liberal, pero a diferencia de Montesquieu y la mayoría de los pensadores liberales, abogó por cinco poderes en lugar de tres. Ellos eran:

  • 1).-el monarca o moderador,
  • 2).-el ejecutivo,
  • 3).-el poder representativo de opinión,
  • 4).-el poder representativo de la tradición y
  • 5).-el poder judicial.
Así, el poder moderador era un monarca, una especie de juez, que no formaba parte del gobierno, sino que servía como un poder neutral al gobierno, el Poder Ejecutivo residía en los ministros que nombraba el monarca y eran, colectivamente, los jefe de gobierno, los Poderes representativos eran una separación del Poder legislativo de Monstesquieu, siendo el Poder representativo de opinión un órgano elegido para representar la opinión de la ciudadanía y el Poder representativo de la tradición era una Cámara hereditaria. de Pares y el poder judicial era similar al Poder Judicial de Montesquieu.[

Las otras preocupaciones de Constant incluían un "nuevo tipo de federalismo": un intento serio de descentralizar el gobierno francés mediante la devolución de poderes a los consejos municipales electos. Esta propuesta llegó a buen término en 1831, cuando se crearon los consejos municipales electos (aunque en un estrecho franquicia).

Imperialismo y colonialismo

Constant se opuso al imperialismo y al colonialismo, y denunció la política francesa en las Indias Occidentales y en otros territorios como racista, injusta y contraria a los principios básicos de la igualdad humana. Apoyó la ampliación de los derechos civiles y políticos a los súbditos coloniales no blancos. Respaldó la revolución haitiana y argumentó que las instituciones establecidas por los haitianos eran la prueba de que los no europeos podían fundar instituciones equivalentes a las de los europeos. Fue igualmente un firme defensor de la independencia griega frente al Imperio Otomano.

Religión comparada

Al margen de su producción política y literaria, Constant dedicó cuarenta años a trabajar sobre la religión y el sentimiento religioso. Sus publicaciones demuestran su voluntad de captar este fenómeno social inherente a la naturaleza humana que, en cualquiera de sus formas, es siempre una búsqueda de perfectibilidad. Si sus manifestaciones se vuelven estrictas, la ruptura y la división es inevitable. Por tanto, sea cual sea la forma en que se presente el sentimiento religioso, necesita adaptarse y evolucionar.
Constant mantiene en que la autoridad política no debe inmiscuirse en las creencias religiosas de la ciudadanía, ni siquiera para defenderlas. A su juicio, corresponde a cada persona decidir dónde buscar su consuelo, su brújula moral o su fe. La autoridad pública no puede actuar sobre las convicciones de alguien, solo puede hacerlo sobre sus intereses.​ También condena la religión que comúnmente se considera utilitarista, ya que degrada el auténtico sentimiento religioso.
Considera que era necesario que el politeísmo declinara en consonancia con el progreso humano. Cuanto más progresa el ser humano en su comprensión, más beneficiosos son los efectos del teísmo.La creencia en un dios en sí misma ha evolucionado. El cristianismo, especialmente el protestantismo, es, según Constant argumenta, su forma más tolerante y un indicador de evolución intelectual, moral y espiritual.

Novelas

Constant publicó solo una novela durante su vida, Adolphe (1816), la historia de la desgraciada historia de amor de un joven indeciso con una amante mayor que él. Una novela en primera persona de tradición sentimentalista, Adolphe examina los pensamientos del joven mientras se enamora y se desenamora de Ellenore, una mujer de incierta virtud. 
Constant comenzó la novela como un relato autobiográfico de dos amores, pero decidió que los lectores se opondrían a dos relaciones simultáneas. Se cree que la historia de amor representada en la versión final de la novela se basa en la que mantuvo Constant con Anna Lindsay, quien describe la relación en su correspondencia (publicada en la Revue des Deux Mondes, diciembre de 1930 - enero de 1931).
 El libro ha sido comparado con René de Chateaubriand o Corinne de Madame de Staël.​De joven, Constant conoció a Isabelle de Charrièr, literata amiga de su tío David-Louis Constant de Rebecque, con la que escribió conjuntamente una novela epistolar, bajo el título, Les Lettres d'Arsillé fils, Sophie Durfé et autres.

Legado

La importancia de los escritos de Constant sobre la libertad de los antiguos y de su tiempo ha dominado la comprensión de su obra, al igual que su crítica a la Revolución Francesa. El filósofo e historiador británico de las ideas, Sir Isaiah Berlin ha reconocido su deuda con Constant.
Los escritos literarios y culturales más amplios de Constant (principalmente la novela "Adolphe" y su extensa historia de religión comparada) enfatizaron la importancia del autosacrificio y el efecto de las emociones humanas como base para la vida social. Así, mientras abogó por la libertad individual como vital para el desarrollo individual y moral y apropiado para la modernidad, sintió que el egoísmo y el interés propio no eran parte de una verdadera definición de libertad individual.
 La autenticidad emocional y el sentimiento de compañerismo fueron fundamentales. En esto, su pensamiento moral y religioso estuvo fuertemente influenciado por los escritos morales de Jean-Jacques Rousseau y pensadores alemanes como Immanuel Kant, a quien leyó en referencia a su historia religiosa.

   
Bibliografía
Benjamin Constant de Rebecque

Información personal
Nombre de nacimientoHenri-Benjamin Constant de Rebecque 
Nacimiento25 de octubre de 1767 
Lausana (Suiza) 
Fallecimiento8 de diciembre de 1830 
París (Francia) 
SepulturaCementerio del Père-Lachaise y Grave of Constant 
NacionalidadSuiza (1767-1790) y francesa (1790-1830)
Familia
CónyugeCharlotte Constant de Rebecque 
ParejaAnne-Louise Germaine Necker 
Educación
Educado enUniversidad de Edimburgo 
Información profesional
OcupaciónFilósofo, político, escritor, diarista y científico 
Años activo1779-1830
Cargos ocupados
  • Member of the Chambre des députés des départements por Sarthe (1819-1822)
  • Member of the Chambre des députés des départements por Sena (1824-1827)
  • Member of the Chambre des députés des départements por Bajo Rin (1827-1830)
  • Member of the Chamber of Deputies por Bajo Rin (1830) 
MovimientoLiberalismo y Romanticismo 
GéneroNovela 
Distinciones
  •  (1952) 


Ensayos

  • De la force du gouvernement actuel de la France et de la nécessité de s'y rallier (1796)
  • Des réactions politiques (1797)
  • Des efectos de la Terreur (1797)
  • "Principes de politique" (1806)
  • Fragments d'un ouvrage abandonné sur la possibilité d'une constitution républicaine dans un grand pays (publicado en 1991 por Aubier, manuscrito probablemente escrito entre 1795 y 1810)
  • Benjamin Constant, "De l'esprit de conquête et de l'usurpation dans leur rapports avec la civilisation européenne", Hanovre, Londres et Paris, Hahn et H. Nicolle, 1814, OCLC 729678587, BnF FRBNF35284845, disponible en Gallica
  • Réflexions sur les constitutions, la distribution des pouvoirs et les garanties dans une monarquie constitutionnelle (1814)
  • De l'esprit de conquête et d'usurpation dans leurs rapports avec la civilisation actuelle (1815) (contra Napoleón Bonaparte)
  • Principes de politique applys à tous les gouvernements représentatifs (1815)
  • Memoires sur les Cent-Jours
  • De la liberté de l'industrie (1818)
  • Cours de politique constitutionnelle (1818-1820)
  • « De la liberté des Anciens comparée à celle des Modernes » (famoso discurso pronunciado en 1819)
  • Comentario sobre la obra de Filangieri (1822-1824)
  • De la religion considérée dans sa source, ses formes et son développement (5 vols. 1824–1831) (sobre la religión antigua)
  • Appel aux Nations chrétiennes en faveur des Grecs. (1825)
  • Mélanges de littérature et de politique (1829)
  • Du polythéisme romain considéré dans ses rapports avec la philosophie grecque et la religion chrétienne (1833)
  • Correspondencia de Benjamin Constant y d'Anna Lindsay - L'Inconnue d'Adolphe, publiée par la baronne Constant de Rebecque. (Plon, 1933).
  • Novelas
  • Dennis Wood, Isabelle de Charrière y Benjamin Constant. À propos d'une découverte récente. [Sur Les Lettres d'Arsillé fils, Sophie Durfé et autres, roman écrit par Benjamin Constant et Madame de Charrière.] En: Estudios sobre Voltaire y el siglo XVIII; 215. (Oxford, Fundación Voltaire, 1982), pp. 273–279.
  • Adolphe (1816) – quotes

Escritos autobiográficos

  • Le Cahier rouge (1807), published posthumously (1907)
  • Cécile (écrit vers 1809), published posthumously (1951)

Correspondencia

  • Lettre à M. Odillon-Barrot, avocat en la Cour de cassation, sur l'affaire de Wilfrid Regnault, condamné à mort (1818 puis publié chez P. Plancher en 1819)
  • Deuxième lettre à M. Odillon-Barrot, avocat en la Cour de cassation, sur l'affaire de Wilfrid Regnault, condamné à mort (1818 puis publié chez P. Plancher en 1819)
  • De l'appel en calomnie de M. le marquis de Blosseville, contre Wilfrid-Regnault (1818 puis publié chez P. Plancher en 1819)
  • Correspondencia Isabelle de Charrière et Benjamin Constant (1787–1805), Éd. Jean-Daniel Candaux. París, Desjonquères, 1996
  • Renée Weingarten, Germaine de Staël y Benjamin Constant. Una biografía dual, Yale, 2008.
  • Lettres à Madame Récamier (1807–1830), Edición crítica de Ephraïm Harpaz, París, Librairie C. Klincksieck, 1977.

Diario intimo

  • Journaux intimes, Édition de Jean-Marie Roulin, Éd. Gallimard, collection folio classique n°6382, Paris, 2017. ISBN 978-2070792146


 
  Cien Días.



 La batalla de Waterloo


Los Cien Días se refieren al segundo reino del emperador francés Napoleón I, quien volvió del exilio de forma inesperada para reclamar el trono francés. Abarca el retorno triunfante de Napoleón a París el 20 de marzo de 1815, su culminante derrota en la batalla de Waterloo el 18 de junio y la restauración del rey Luis XVIII el 8 de julio: un período de 110 días.

Después de su derrota inicial en la guerra de la Sexta Coalición (1813-1814), Napoleón tuvo que abdicar del trono y se retiró al exilio en la isla de Elba. Permaneció allí nueve meses, pero la inestabilidad política en Francia y la falta de acuerdo entre las grandes potencias de Europa lo persuadieron de recuperar sus pretensiones al trono. 
Desembarcó en el sur de Francia el 1 de marzo de 1815 y su segundo reinado comenzó tras su llegada a París 20 días después. Los aliados lo declararon proscrito inmediatamente y juraron destronarlo una vez más; Napoleón encontró su derrota en la batalla de Waterloo y abdicó el trono por segunda vez. Los Borbones fueron restaurados en el trono francés y Napoleón volvió a su exilio; en esta ocasión, a la isla de Santa Elena en el Atlántico sur, donde moriría seis años más tarde. Por lo tanto, los Cien Días representan la etapa final de las guerras napoleónicas (1803-1815).

La abdicación.

El 11 de abril de 1814, el emperador francés Napoleón I firmó un acta de abdicación incondicional en el palacio de Fontainebleau. Fue un trago amargo ya que hace menos de dos años era el dueño de Europa continental, el soberano de un vasto imperio que se extendía desde la península ibérica hasta Polonia. No obstante, tras la catástrofe de la invasión napoleónica de Rusia en 1812, sus enemigos (entre ellos, Austria, Gran Bretaña, Prusia, Rusia y Suecia) se aliaron contra él en la guerra de la Sexta Coalición. Tras infligir una derrota aplastante a Napoleón en la batalla de Leipzig (entre el 16 y 19 de octubre de 1813), los ejércitos de la Coalición se adentraron en Francia, decididos a deponer al emperador francés. 

Napoleón, al principio, demostró resistencia y obtuvo victorias en suelo francés en su impresionante Campaña de los Seis Días (10-15 de febrero de 1814); sin embargo, el apabullante número de tropas aliadas, además de la apatía de un pueblo francés exhausto por la guerra, provocaron que la derrota de Napoleón sólo fuese cuestión de tiempo. París cayó en manos de la Coalición entre el 30 y 31 de marzo de 1814 y se instauró un gobierno francés provisional para negociar la paz.

Aun así, Napoleón estaba dispuesto a seguir luchando y estaba convencido de que sus soldados lo seguirían hasta el final, pero sus mariscales, decididos a prevenir una guerra civil y más matanzas, le dijeron al emperador que el ejército no daría un paso más. “¡El ejército me obedecerá!”, le espetó Napoleón al mariscal Michel Ney. Este, manteniéndose firme, le respondió que “el ejército obedecerá a sus generales” (Chandler, 1001). 

Napoleón no tenía otra opción más que abdicar después de que tanto Francia como sus mariscales lo abandonasen, y al final cedió a ello el 6 de abril. Unos días después, intentó suicidarse al tragarse una cápsula con veneno, pero la potencia del mismo había menguado con el paso del tiempo y el intento de suicidio acabó frustrado.

 El 11 de abril, Napoleón firmó el Tratado de Fontainebleau, mediante el cual accedía a abdicar del trono francés; a cambio, se le cedería la soberanía de la isla mediterránea de Elba, frente a la costa italiana, así como una renta de dos millones y medio de francos al año. También podría retener el título de “emperador” y un minúsculo contingente de 600 guardias imperiales para proteger la isla de la piratería berberisca del norte de África.

El 20 de abril, Napoleón dejó Fontainebleau tras una estampa dramática en la que se despedía de su leal Vieja Guardia en el patio del palacio. Se le llevó a Elba a bordo de la nave británica HMS Undaunted y llegó el 3 de marzo a Portoferraio, el principal puerto de la isla. En ese mismo día, Luis XVIII de Francia, hermano del rey que había muerto en la guillotina durante la Revolución Francesa, llegó a París para reclamar su trono después de dos décadas en el exilio. 
Unos meses después, las victoriosas potencias de la Sexta Coalición se reunieron en el Congreso de Viena para redefinir el equilibrio de poder en Europa y dibujar un nuevo mapa del mundo posnapoleónico. Para los observadores coetáneos, la gran épica napoleónica parecía haber llegado a su fin; muy pocos podían imaginarse que faltaba un último gran acto por interpretar.

El exilio en Elba.

Napoleón permaneció en Elba, aislado, durante nueve meses en los que se mantuvo ocupado: el día después de su desembarco, inspeccionó las defensas de Portoferraio y sus minas de hierro; en los meses venideros, dedicó sus energías a la construcción de un hospital, la plantación de viñedos, la pavimentación de caminos y la construcción de puentes. Reorganizó las defensas de Elba, dio dinero a los habitantes más pobres de la isla y erigió una fuente que actualmente todavía funciona junto a la carretera que pasa por Poggio (Roberts, 723). 

Para los espectadores británicos, parecía que Napoleón se había resignado a su nueva realidad y se había conformado con su nuevo reino en la diminuta isla. En realidad, Napoleón estaba leyendo ávidamente cualquier noticia que llegase del continente, esperando la oportunidad perfecta para reclamar el trono francés. La suerte quiso que dicha oportunidad se presentara por sí sola en poco tiempo.
La decisión de Napoleón de volver a Francia se vio influenciada por dos grandes factores. El primero fue la inestabilidad política en Francia que había surgido en respuesta a la Restauración borbónica. El rey Luis XVIII no era, en absoluto, un tirano; de hecho, sancionó la Carta de 1814, una constitución liberal que retuvo los cambios sociales de la Revolución Francesa y preservó el Código Napoleónico. 
Sin embargo, Luis XVIII estaba acompañado por muchos nobles del Antiguo Régimen que habían huido de Francia durante la Revolución y que no mostraban tanto interés en compromisos; conocidos como “ultras” por su radicalismo, estos nobles ansiaban el retorno de las tierras y el poder que una vez ostentaron. Antagonizaban tanto a los republicanos como a los bonapartistas franceses organizando ceremonias que rendían homenaje a aquellos que lucharon contra la revolución. 
El nombramiento de muchos de estos “ultras” en altos cargos por parte de Luis XVIII causó entre muchos el temor a que los impuestos feudales y los diezmos se volvieran a introducir. Asimismo, Luis XVIII no se granjeó muchas amistades cuando reemplazó la tricolor francesa con la bandera blanca de los Borbones; también alienó al ejército tras despedir a miles de tropas y dejar a los oficiales con medio sueldo. Por aquel entonces, ya había muchos que rememoraban el régimen napoleónico con nostalgia.
El segundo factor que influyó en el retorno de Napoleón fueron las relaciones diplomáticas que se estaban deteriorando entre las grandes potencias de Europa. Estas potencias se habían unido bajo el deseo común de vencer a Napoleón; no obstante, ahora que esto ya se había cumplido, las antiguas rivalidades resurgieron de nuevo.
 En el Congreso de Viena, los delegados discutían sobre los futuros de Polonia y Alemania; Rusia deseaba crear un estado títere polaco, mientras que Prusia se creía en su derecho de reclamar casi todos los territorios pertenecientes al reino de Sajonia. Los intentos de los delegados austríacos y británicos para detener esto casi desembocaron en la guerra. A pesar de que se llegó a ciertos compromisos, las tensiones entre las grandes potencias eran más que palpables.
Estos dos acontecimientos insuflaron esperanza en Napoleón. Con Francia desilusionada con los Borbones y los Aliados lanzándose a la yugular del otro, Napoleón se arriesgó a suponer que su vuelta sería bienvenida en Francia e ignorada por las potencias europeas. El 26 de febrero de 1815, dejó Elba atrás a bordo del navío L'Inconstant con sus seguidores y con aproximadamente 1.000 soldados, y zarpó rumbo a Francia. 
El 1 de marzo, desembarcaron en la costa francesa meridional cerca de Cannes; mientras descargaban todo, se acercó a ellos una numerosa multitud, maravillada al ver al emperador que había regresado. En sus memorias, Napoleón recordaba este momento tal que así:

Entre ellos había un alcalde que, viendo que éramos tan pocos, me dijo: "Empezábamos a estar tranquilos y felices, y ahora volveréis a agitarnos a todos" (Roberts, 731)

El Vuelo del Águila.




Desde Cannes, Napoleón hizo una proclamación en la que prometió que “el águila volará de campanario en campanario hasta llegar a las torres de Notre Dame” (Mikaberidze, 604). Así comenzó lo que se conoce popularmente como “El Vuelo del Águila”, uno de los episodios más dramáticos de la Historia. Desde Cannes, Napoleón se abrió camino cuidadosamente a través de la conservadora Provenza, evitando la ciudad de Aix al moverse a través de los Alpes, principalmente a pie. 
El 5 de marzo, empezó a viajar a través de regiones más que le mostraban mayores simpatías, como el Delfinado, donde lo aclamaron multitudes eufóricas. Esta ruta que tomó Napoleón se conoce hoy en día como “Route Napoléon” (o Ruta Napoleón) y se ha convertido en una atracción turística y ruta ciclista muy popular.
Cerca de la localidad de Laffrey, Napoleón se encontró su primer obstáculo cuando se dio de bruces con un batallón del 5º Regimiento, enviado para arrestarlo. Según la leyenda bonapartista, Napoleón ordenó a sus granaderos que bajasen sus armas antes de avanzar hacia los del 5º, cuyos propios mosquetes apuntaban a su pecho. “¡Soldados!”, gritó Napoleón, “soy vuestro emperador. ¿No me reconocéis? Si hay alguno de vosotros que quiera matar a su general, ¡aquí estoy!” (ibid.).
 Un oficial monárquico dio la orden de abrir fuego, pero no resonó ni un disparo; en vez de eso, los soldados se abalanzaron a su alrededor y lo abrazaron con gritos de “Vive l’empereur!”(Viva el emperador). Independientemente de si esta historia se embelleció o no, sí que es cierto que hubo tropas francesas que desertaban de las filas monárquicas por todas partes para unirse a Napoleón, adondequiera que fuese.
El 10 de marzo, el mariscal Ney partió de París con 6000 hombres, prometiéndole a Luis XVIII que volvería con Napoleón en “una jaula de hierro”; menos de una semana después, Luis XVIII recibió la noticia de que Ney se había unido a Napoleón y había proclamado públicamente que “la causa de los Borbones está perdida”(ibid).

El progreso de Napoleón era raudo. Entró en Grenoble el 7 de marzo después de que una horda de ciudadanos enfebrecidos hubiese derribado los portones de la ciudad y se presentasen ante él con piezas de la misma. Tres días después, se encontraba en Lyon escribiendo decretos imperiales. El 20 de marzo, finalmente, llegó a París, donde fue llevado por masas exultantes al palacio de las Tullerías; Luis XVIII había abandonado la ciudad sólo unas horas antes y huyó a Bélgica. En menos de un mes, Napoleón había recuperado su imperio sin un solo disparo. Lo único que quedaba era mantenerlo.

Reformas constitucionales

Pocas horas después de la llegada de Napoleón, sus subordinados debieron decidir donde residían sus lealtades. Diez de sus antiguos mariscales juraron su lealtad a Napoleón, aunque solo tres de ellos (Ney, Jean-de-Dieu Soult y Emmanuel de Grouchy) lideraron a sus tropas en la Campaña de Waterloo. Louis-Nicolas Davout, posiblemente el mariscal napoleónico de mayor talento, fue relegado a trabajos de oficina en el Ministerio de Guerra, una decisión que muchos futuros simpatizantes bonapartistas lamentaron, tildándola de un desperdicio de sus habilidades.
 Tres de los hermanos de Napoleón (José, Lucien y Jerôme) también se unieron a él, aunque su hermano Luis y su hijastro Eugène de Beauharnais se mantuvieron al margen. Su gobierno reconstituido no carecía de ministros diestros, entre los cuales figuraban Armand de Caulaincourt como ministro de Asuntos Exteriores, Joseph Fouché como ministro de Policía y Lazare Carnot como ministro del Interior.

Napoleón comprendía que la opinión pública era voluble, que podía perder su trono tan fácilmente como lo había recuperado.
Sin embargo, Napoleón comprendía que la opinión pública era voluble, que podía perder su trono tan fácilmente como lo había recuperado. Se presentó como un hombre cambiado que ya no tenía interés en la conquista o en un mandato autocrático una vez que se percató de que su nuevo gobierno no podía ni existir ni funcionar del mismo modo que el anterior. Para demostrarlo, invitó al conocido crítico Benjamin Constant a redactar una nueva constitución que incluyese un parlamento bicameral que compartiese el poder con el emperador, basándose así en el modelo británico.
 También abolió la censura y el comercio de esclavos por completo. Napoleón negó reiteradamente que no tenía ninguna ambición imperial, y prometió que “a partir de ahora, la felicidad y consolidación del Imperio francés serán el único objeto de mis pensamientos” y que “será más placentero no conocer más rivalidades que la de los beneficios de la paz” (Mikaberidze, 605; Roberts, 746).

Evidentemente, muchos se mostraban escépticos hacia la supuesta reforma de Napoleón; al fin y al cabo, este era el mismo hombre que una vez señaló que “es temible lidiar con un órgano deliberativo” (Mikaberidze, 606). En efecto, sus consejeros tuvieron que disuadirle de impedir la elección de uno de sus rivales a la presidencia de la nueva Cámara de los Pares que se iba a producir el 3 de junio.
 Muchos en Francia seguían resistiéndose al reinado de Napoleón: los notables locales de Flandes, Artois, Normandía, Languedoc y Provenza se negaron a unirse a la causa napoleónica, mientras que en las regiones de Bretaña y la Vendée estallaron rebeliones armadas.
Las potencias de la Coalición, entretanto, no creyeron que Napoleón hubiese depuesto sus anhelos imperiales. La mañana del 7 de marzo, nada más recibir la noticia de que Napoleón había escapado de Elba, el ministro del Exterior austríaco Klemens von Metternich informó de ello a los monarcas de las grandes potencias, todavía reunidos en Viena.
 En unas horas, los líderes aliados decidieron movilizar sus fuerzas. Los aliados pusieron oficialmente a un lado sus diferencias, formaron la Séptima Coalición y le declararon la guerra a Napoleón, no a Francia, el 25 de marzo; Napoleón fue declarado proscrito y las potencias juraron no bajar las armas hasta que fuese derrotado de una vez por todas.

La campaña de Waterloo

Los aliados decidieron amenazar el noroeste francés invadiendo Bélgica; esto lo llevaría a cabo un ejército prusiano compuesto por 120.000 tropas y liderado por el mariscal de campo Gebhard Leberecht von Blücher, así como otro contingente anglo-aliado de 100 000 soldados, comandado por Arthur Wellesley, el duque de Wellington. 
Al mismo tiempo, un ejército austríaco de 200.000 hombres tomaría posiciones en el Alto Rin, apoyado por 150.000 soldados rusos en el Medio Rin. Mientras tanto, Napoleón consiguió reunir en junio un ejército de 250.000 efectivos. 
La única nación que se decantó por el bando francés fue el reino de Nápoles, cuyo rey, Joaquín Murat, vio una alianza con Francia como la única manera de salvar su trono. No obstante, un ejército austríaco derrotó a Murat en la batalla de Tolentino (entre el 2 y 3 de mayo de 1815) y lo depuso posteriormente; su ejecución tuvo lugar el 13 de octubre tras su intento de instigar una insurrección en su propio reino.
Napoleón emprendió una ofensiva hacia Bélgica el 14 de junio. Su ejército del norte se dividió en dos alas: el mariscal Ney lideraba el flanco izquierdo, el mariscal Grouchy ejercía su mando en el derecho, mientras que el propio Napoleón comandaba la guardia imperial en la reserva. El avance de Napoleón sorprendió a los aliados; Wellington estaba en Bruselas el 15 de julio, en el baile de la duquesa de Richmond, y cuando se le informó del raudo avance del enemigo, exclamó: 
“¡Napoleón me ha tomado el pelo, por Dios!” (Roberts, 751).
 Efectivamente, Napoleón estaba dirigiéndose hacia el ejército de Blücher estacionado en Ligny, y esperaba derrotar a cada ejército aliado uno a uno. El 16 de junio, Napoleón atacó y venció a Blücher en la batalla de Ligny, e infligió alrededor de 17.000 bajas en las filas prusianas, mientras que él mismo perdió 11.000. En ese mismo día, Ney entabló combate con Wellington en la batalla de Quatre Bras, y aunque consiguió que Wellington no marchase a socorrer a Blücher, no pudo alcanzar una victoria decisiva contra el ejército de Wellington.

La batalla de Waterloo.

En la tarde del 17 de junio, Napoleón envió a 33.000 soldados de Grouchy a la persecución de los prusianos antes de unirse a Ney en Quatre Bras. A estas alturas, Wellington sabía de la derrota de Blücher en Ligny y se había retirado para tomar posiciones defensivas en la colina de Mont-Saint-Jean, unas cuantas millas hacia el sur de su cuartel general en Waterloo. 
Napoleón se lanzó a la persecución, en la que sus tropas tuvieron que marchar con dificultad a través de fuertes lluvias. Ignoró las advertencias de sus oficiales de no subestimar a Wellington; Napoleón lo calificó como un “mal general” y a los soldados británicos como “malas tropas”, y añadió jocosamente que “este asunto no es nada más grave que comerse el desayuno” (Mikaberidze, 610). 
El ataque de Napoleón llegó justo después de las 11 de la mañana el 18 de junio, con una serie de asaltos frontales contra la línea aliada. Aunque las tropas de Wellington mantuvieron la posición, la situación peligraba en torno a las horas avanzadas de la tarde, cuando los franceses capturaron la granja de La Haye Sainte y casi penetraron el centro del ejército aliado.
En aquel preciso instante, Blücher llegaba a Waterloo con sus 50.000 hombres mientras un cuerpo prusiano llevaba a cabo sus órdenes de inmovilizar a Grouchy en la batalla de Wavre. Napoleón envió al fragor de la contienda a su guardia imperial contra las líneas aliadas en la colina, en una última jugada para asegurarse el control de la batalla.
 Ni siquiera la ilustre guardia pudo abrirse paso a través de las líneas de Wellington, y en poco tiempo, el ejército francés emprendía la retirada. Las bajas francesas se contaron entre 25.000 y 31.000, incluyendo a muertos y heridos, mientras que las aliadas alcanzaban la cifra de 26.000. La derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo sentenció al Imperio francés.

El exilio a Santa Elena.

Napoleón volvió a París el 21 de junio y, al día siguiente, abdicó por segunda vez; en este caso, a favor de su propio hijo de cuatro años, Napoleón II. Dejó Paris el 25 de junio y huyó a Rochefort, donde intentó encontrar pasaje hacia los Estados Unidos; sin embargo, cuando llegó allí, pudo constatar que estaba bajo el bloqueo marítimo de la Royal Navy. 
El 7 de julio, las fuerzas de la Coalición entraron en París y se restauró a Luis XVIII en su trono al día siguiente. El mariscal Ney fue arrestado el 3 de marzo por el papel que jugó en el retorno de Napoleón y, por ende, fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en diciembre de 1815.
Entretanto, Napoleón se rindió ante el capitán Frederick Lewis Maitland del HMS Bellerophon el 15 de julio de 1815. Se rechazó su petición de asilo en Londres; el 2 de agosto, los aliados estipularon que Napoleón era un prisionero de guerra y debería estar en confinamiento en un lugar del que no pudiese escapar.
 A tal efecto, se lo exilió a Santa Elena, una isla solitaria en el Atlántico sur separada por 2500 km (más de 1500 millas) del litoral más cercano. Napoleón pasó el resto de su vida en dicha isla, supervisado de cerca por sus captores británicos hasta su propia muerte, el 5 de marzo de 1821.





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