Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


domingo, 5 de agosto de 2018

331.-El enclave de Treviño; Pierre de Lancre y las brujas.-a

  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farías Picón; Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; 

  
El enclave de Treviño. 


  
El enclave de Treviño está situado en el norte de España, perteneciendo a la provincia castellanoleonesa de Burgos, aunque completamente rodeado por territorio vasco de Álava. Pertenece a la comarca del Ebro y forma parte del partido judicial de Miranda de Ebro, ciudad que se encuentra a pocos kilómetros.
Mapa explicativo del contencioso, que muestra la localización del enclave perteneciente a la provincia de Burgos en verde, la provincia de Álava en amarillo y las capitales de ambas provincias en naranja.


Está formado por dos municipios: Condado de Treviño, con 260,71 km² y con una población de 1398 habitantes (INE 2014); y La Puebla de Arganzón, con 18,87 km² y 531 habitantes.​ En total el enclave abarca 279,58 km² y tiene una población de 1929 habitantes.
Posee un patrimonio monumental variado, que incluye arquitectura civil y religiosa. Su amplia extensión y variedad orográfica le permite disponer de amplios recursos. De entre las canteras de Ajarte se extrajo piedra para la construcción de edificios emblemáticos de la zona como la Catedral de Vitoria.

Historia

En la pedanía de Laño aún se pueden ver las cuevas artificiales que fueron habitadas por ermitaños hace más de mil quinientos años. El conjunto de Las Gobas conserva grabados de figuras de animales e inscripciones.
La fundación oficial de la población de Treviño se realizó en 1161 por el rey de Navarra Sancho VI el Sabio, aunque en 1200 pasa a poder de Castilla tras la victoria que el rey castellano Alfonso VIII obtuvo en la guerra que mantuvo contra el rey navarro, siendo desde ese momento el Condado de Treviño una parte más de Castilla hasta nuestros días. En el medievo era conocido con el nombre de Uda Treviño o tierras de Uda.
Al estar en un cruce de caminos durante la Edad Media, se desarrolló una floreciente aljama judía.
Sáseta es una de las aldeas que antes se desarrolló, al estar en la entrada del "Camino del Vino y el Pescado" (Camino Real que comunicaba los valles del Ebro con la costa cantábrica) en el Condado.
El 8 de abril de 1366, Enrique II de Trastámara concedió a Pedro Manrique, como pago a los servicios prestados, la villa de Treviño de Uda con todas sus aldeas y términos, por lo que la comarca pasa de ser zona de realengo a zona de señorío. Un bisnieto de Pedro, Diego Gómez Manrique de Lara, recibió del rey Juan II de Castilla en 1453 el título de Conde de Treviño. Un hijo de éste, Pedro Manrique de Lara, recibió de los Reyes Católicos, en 1482, el título de duque de Nájera, (título que hoy día ostentan sus descendientes).
En el siglo XVI los Condes de Treviño, que eran ya desde 1482 duques de Nájera, construyeron su palacio, hoy día ayuntamiento de la villa.



A pesar de que ya en 1646, al igual que sucede con Oñate a Guipúzcoa, la Tierra de Ayala a Álava o las Encartaciones a Vizcaya, una representación treviñesa solicitó la incorporación del territorio ante las Juntas Generales de Álava, en 1833 Javier de Burgos realizó la división de España en provincias, quedando Treviño asignado, por Real Decreto, si bien se dijo que «los enclaves sitos en las Provincias Exentas [las forales], pasasen a la de Régimen Común más inmediata», lo cierto es que el enclave de Treviño pasó a la provincia de Burgos.

Condado de Treviño (título nobiliario)

El condado de Treviño es un título nobiliario español, creado el 3 de noviembre de 1453 por Juan II de Castilla para Diego Gómez Manrique de Lara y Castilla, ix señor de Amusco, hijo de Pedro Manrique de Lara y Mendoza, viii señor de Amusco, y de Leonor de Castilla y Alburquerque.
El nombre del título, hace referencia al enclave de Treviño, perteneciente a la provincia de Burgos aunque rodeado de tierras alavesas. Fue fundada en 1161 por el rey de Navarra Sancho VI el Sabio, pero desde 1200 perteneció a la Corona de Castilla.


Condes de TreviñoPeriodo
Creación por Juan II de Castilla
iDiego Gómez Manrique de Lara y Castilla1453-1458
iiPedro Manrique de Lara y Sandoval1458-1515
iiiAntonio Manrique de Lara1515-1535
ivJuan Esteban Manrique de Lara y Cardona1535-1558
vJuan Esteban Manrique de Lara Acuña y Manuel1558-1590
viJuan Manrique de Lara1590-1598
viiLuisa Manrique de Lara1598-1627
viiiJorge de Cárdenas Manrique1627-1644
ixJaime Manuel Manrique de Cárdenas1644-1652
xFrancisco María Manrique de Cárdenas1652-1656
xiTeresa Antonia Manrique de Lara y Mendoza1656-1657
xiiAntonio de Velasco Manrique de Mendoza Acuña y Tejada1657-1676
xiiiFrancisco Miguel Manrique de Velasco1676-1678
xivNicolasa Manrique de Mendoza1678-1709
xvAna Micaela Guevara Manrique de Velasco1709-1730
xviJoaquín María Portocarrero y Manrique de Guevara1730-1731
xviiDiego Isidro de Guzmán y de la Cerda-1849
xviiiJuan de Guzmán y Caballero1849-1891
xixMaría del Pilar de Guzmán y de la Cerda1891-1901
xxJuan de Zabala y Guzmán1901-1910
xxiMaría del Pilar de Zabala y Guzmán1910-1915
xxiiMaría del Pilar García-Sancho y Zabala1915-1916
xxiiiJuan Bautista Travesedo y García Sancho1917-1965
xxivJosé María Travesedo y Martínez de las Rivas1967-1993
xxvJuan Travesedo y Colón de Carvajal1994-2003
xxviIgnacio Travesedo y Juliá2003 - actual titular



 
Pierre de Lancre.

 



Pierre de Rosteguy de Lancre (Burdeos, 1553 - 1631) fue un jurista y alto funcionario francés, miembro del Conseil d'État en la corte de Enrique IV y responsable de la instrucción de los llamados procesos de brujería de Labort de 1609 emprendidos por mandato real en dicho territorio en aquel año por motivos "morales y religiosos" , que resultaron en represión en contra de la población local, tortura y en el genocidio de cientos de personas.
Es autor de varias obras sobre supersticiones en las que condena las costumbres de la sociedad vasca de la época.

Biografía

Tras haber estudiado teología y derecho en Francia, Bohemia y Turín, fue nombrado consejero en el Parlamento de Burdeos en 1582. En 1588, contrajo matrimonio con una sobrina-nieta de Montaigne.

Escudo de la familia de Lancre


En 1609, De Lancre fue enviado a la villa de San Juan de Luz, en el vizcondado de Labort, para dirigir por orden del rey una comisión que debería “purgar el país de todos los brujos y brujas bajo el imperio del demonio”. La familia de De Lancre era originaria del Labort, territorio donde parte de la nobleza mantenía un enfrentamiento interno.
La comisión de De Lancre, aprovechando la ausencia de una parte de la población masculina empleada en las labores de pesca, investigó los supuestos casos de adulterio y libertinaje de las esposas de los marinos, las actividades de curanderos y de especialistas en cartomancia, pero también la de las minorías de judíos y moriscos refugiadas en Aquitania tras su expulsión de España por el Decreto de Expulsión de Felipe III.
Desde el tribunal instalado en el castillo de Saint-Pée-sur-Nivelle, Pierre de Lancre ordenó la ejecución tras tortura de cerca de 200 personas acusadas de brujería, principalmente mujeres pero también, niños e incluso sacerdotes.​ El regreso de las tripulaciones de marineros de su campaña en Terranova resultó en un primer motín e hizo temer a las autoridades de Burdeos por una posible rebelión a gran escala, por lo que se vieron obligados a retirar a De Lancre de sus funciones.
Pierre de Lancre destacó por su intransigencia religiosa y misoginia, y criticó en sus obras con dureza las costumbres de las gentes del Labort y su cultura, como las relacionadas con el baño que describía como “...esa mezcla de chicas mayores y jóvenes pescadores que se divisan en la costa vestidos de lacayos pero desnudos por debajo, entrelazándose con el oleaje...”. A pesar de los acontecimientos, en 1612, fue nombrado miembro del Consejo de Estado y consejero del rey.

Procesos de brujería de Labort de 1609

Con el nombre de procesos de brujería de Labort de 1609 se hace referencia a una serie de procesos ordenados mediante mandato real del rey Enrique IV de Francia y III de Navarra al consejero de Estado Pierre de Lancre en la localidad vasco-francesa de Labort.

Francia había experimentado un gran problema social interno durante la segunda mitad del siglo XVI debido a las guerras de religión internas entre los católicos y los hugonotes (calvinistas).
En 1598, la guerra se paciguó enormemente con la firma de la Paz de Vervins, tras la cual España dejaba su participación en la guerra, lo que restaba mucho poder a las fuerzas católicas. Poco después, el rey Enrique IV de Francia y III de Navarra firmaba el edicto de Nantes en el que se permitía el libre culto a los hugonotes. Esto se debe a que el rey Enrique, siendo Enrique III de Navarra era un reconocido protestante calvinista, aunque se convirtió al catolicismo para acceder al trono de Francia, convirtiéndolo de facto en una figura referente de los politiquees.

Los procesos

En este ambiente de varios cultos cristianos, la moral religiosa se había impuesto con renovada fuerza en la sociedad francesa y, en zonas interiores de poblaciones con cultos tradicionales como los bajos pirineos, más concretamente en la zona del país vasco francés, donde se tenían resquicios de los antiguos cultos pre-cristianos, la superstición de la población encendió el aviso de brujería. Por ello, en 1609, se envía al alto funcionario del Estado, el jurista Pierre de Lancre al castillo de Saint-Pée-sur-Nivelle, para organizar y vigilar los procesos a las personas acusadas de brujería en Labort.
Lo que empezó como un proceso contra la brujería, acabó, según relatos del propio Pierre, en abusos contra la población local, y en la ejecución de casi 200 personas, en su mayoría mujeres y niños; aunque según la fuentes se llegaron a colgar a sacerdotes.

Obras

  • Tableau de l'inconstance et instabilité de toutes choses (1607)
  • Tableau de l'inconstance des mauvais anges et démons (1612)
  • Incrédulité et mescréance du sortilège plainement convaincue (1622)
  • Du sortilège (1627)


  
Brujerías vascas.



Resumiendo de la página Euskal Herría (fue una revista publicada en San Sebastián entre 1880 y 1918. Su fundador fue José Manterola.) diremos que en el mundo de las viejas creencias todos los seres y cosas tienen su imagen, ambos están ligados por una fuerza -adur-, y se supone que lo que se hace a la imagen también le sucederá al ser mismo. Esta, como otras muchas, era una creencia habitual en el País y muchos ejemplos lo prueban así.   
En la sabiduría popular, el rostro representado en las monedas podía ser de cualquier persona. En Gipuzkoa, por ejemplo, estaba muy extendido el doblar una moneda y arrojarla a una ermita o al fuego cuando se quería hacer daño a alguien.  Los mismo sucede, por otra parte, con los nombres de los seres: se asegura que lo que se dice al nombre le sucederá al ser. Por eso las maldiciones inspiraban gran temor.
Por otra parte está el mal de ojo -begizko-, que en la Edad Media era patrimonio de casi todas las mujeres ancianas y se producía como consecuencia de la corrupción del flujo menstrual en el interior del organismo, que al no poder salir por su cauce natural, lo hacía por los ojos en forma de efluvios malignos. Ver el interesante artículo de José Luis Canet Vallet de l'Universitat de València, titulado "La Mujer venenosa en la época Medieval". Era una fuerza malvada que determinadas personas podían transmitir por medio de los ojos. Siendo normalmente un poder de las brujas, podía suceder que algunos lo tuvieran, aunque no supiesen de dónde les venía. Estos últimos, al contrario que las brujas, podían incidir sin querer en personas o animales. Para protegerse del mal de ojo se empleaban amuletos. En algunos pueblos, incluso, se los ponían también a los animales.
Este mundo nos puede resultar extraño pero antes estaba muy claro; en Ormaiztegi (Gipuzkoa) decían así: ¿Que no hay mal de ojo? "Algo hay cuando se le ha puesto nombre". La gente tenía mucho cuidado con estas fuerzas desconocidas como bien expresa el dicho "No hay que creer que existan; no hay que decir que no existen".

Las brujas        

Es una de las regiones clásicas azotadas por brujas y jueces y en ella veremos las soluciones particulares que se dan al problema. En 1466 la provincia de Guipúzcoa se quejó a Enrique IV de Castilla del mal que causaban las brujas y pidió que el rey autorizara a los alcaldes para solucionar el asunto, a lo que accedió el monarca. Esto sucedía en la época de máxima rivalidad entre los bandos existentes en el País Vasco.
En 1500 se sigue una causa contra las brujas de Amboto (Vizcaya), adoradoras de una divinidad pagana llamada "Dama de Amboto", que toma el nombre del monte en que se sitúa la cueva de la legendaria Mari, arraigado personaje de la mitología vasca precristiana. Además son acusadas de adorar al Diablo en la forma de macho cabrío. Años antes en estas tierras del Duranguesado surgió un movimiento herético semejeante al de los "fraticelli", al que fray Alonso de Cartagena, obispo de Burgos, consideraba simplemnte como idolátrico o pagano. En 1507 se registra otro foco no localizado de brujería que dió lugar a que la Inquisición de Logroño quemara una treintena de mujeres.
En Navarra el año 1517 Martín de Arles, canónigo de Pamplona, publicó un libro al estilo del "canon Episcopi", considerando falso los vuelos de las brujas, y diciendo que sus actos estaban guiados por el Demonio.

Proceso  a los brujos del norte de Navarra

En Auritz-Burguete (Nafarroa) se quemó en 1525 a varias "brujas". En 1527 entraron en escena los crédulos al estilo de Grillandus, encabezados por el inquisidor Avellaneda y fray Prudencio de Sandoval; basádose en   las acusaciones de dos niñas de  9 y 11 años, que reconocían a las brujas por algo que tenían en el ojo izquierdo (en concreto la mano del sapo encima de la pupila), fueron  por todo el país acompañadas de cincuenta soldados y apresaron ciento cincuenta brujos y brujas . 
Avellaneda, que dijo haber visto volar una bruja, llevada por el Diablo, persiguió a mujeres por los valles pirenaicos navarros: encontró juntas de ciento veinte brujos o brujas en el valle del Roncal; más de ciento en el valle de Salazar (de los que ajustició a ochenta) y más de doscientos en Roncesvalles.  Todos esos procesos extendieron la desconfianza, el espanto y el temor por todas partes. Probablemente la mayoría de los acusados podrían pertenecer al bando de los antiguos reyes de Navarra (agromonteses) en una época en que Castilla se anexionaba Navarra.
En la descripción que hace Avellaneda de las juntas y acciones de las brujas vascas aparece la adoración al macho cabrío, llamado aquí "akerra" y las juntas serían  akelarres, aunque todavía no se usa la palabra. Decían que estas juntas son orgías sexuales, con hombres y mujeres desnudos que corrompen a mozos y aun niños. Es la noche del viernes a sábado (como en Italia) el dia señalado para las juntas.

Procesos y persecuciones en el siglo XVI

En 1528 estuvo en Durango el inquisidor Sancho de Carranza de Miranda, pues las autoridades civiles estaban aterrorizadas por los daños que ocasionaban las brujas.

En 1529 apareció el libro de fray Martín de Castañega en la que se considera a la Brujería como una pura inversión del Catolicismo: misas negras, execramentos... Por primera vez se habla de los "megos" y "xorguinos", palabra ésta relacionada con la vasca "sorguñ" que deriva de "sors-sortis" (suerte) más el sufijo "-guiñ, -eguiñ o -egin" que siginifica "hacer".  El personaje popular entre los vascos es la sorguiña. Hemos visto en otros apartados  el origen de las brujas en la mitología grecolatina,  la bruja como ser mitológico; tambien la existencia de otro tipo de bruja  que tiene pactos con el diablo, y que además de participar en el akelarre ocasiona mal de ojo y maldiciones. Sin olvidar la perduración de algunos ritos antiguos,  de la primitiva religión, que el cristianismo no había suprimido y que se mantuvieron hasta tarde.  Los males achacados a las brujas eran inventados y cuando se confesaban era como consecuencia de la tortura. A las brujas se les atribuía todo aquello que los inquisidores habían  leído en libros sobre brujería y se hacía confesarlo a gente inocente por medio de la tortura; por otra parte, ajustes de cuentas de la gente solían ser causa de la acusación, utilizando para ello las declaraciones de niños, sobre todo niñas.

En 1530  las autoridades de civiles de Hondarríbia también tuvieron miedo de las brujas. Nuevos focos de brujería hubo en Navarra en 1538 y 1539: las cárceles estaban llenas de acusados por aquel delito. Varios pueblos de Guipúzcoa reclamaban castigo para las brujas en 1555, pero la Inquisición estimaba que no habían verificado los casos. Mira por donde, que la tan censurada Inquisición española era más prudente que otros tribunales de la época; sino veamos el proceso civil que tuvo lugar entre 1555 y 1558 en Cebeiro: un grupo de aldeanos enemigos de otro grupo, al cual denuncian valiéndose de una niña de ocho años (su madre al parirla, la repudío, diciendo que era hija de Satán), que narra toda clase de horrores. Los jueces ordenaron la prisión de veintiuna personas que fueron condenadas a tormento de agua y cordel a discreción del juez mismo. En este proceso los jueces civiles concluyen que los conciliábulos de las brujas y brujos son de carácter casi familiar, no presentan ninguna grandiosidad y los constituyen gentes mal afamadas. El proceso se basaba en las declaraciones de una niña neurótica y estaba promovido por el odio entre aldeanos.
 En 1575 fueron presos numeroso hombres y mujeres en Navarra; los  seglares pedían castigos ejemplares, pero la Inquisición se mostró más indulgente, tal vez porque surge por primera vez el problema linguístico: los jueces no entendían el euskera.

Los grandes procesosos de comienzos del siglo XVII    

La Brujería vasca es conocida en el mundo gracias al proceso de las brujas de Zugarramurdi en 1610 y a los escritos del juez de las brujas del Laobur Pierre de Lancre y a su memorable represión. En esta históra veremos los casos protagonizados por una persona racional como el inquisidor Alonso de Salazar y Frías y los desmanes protagonizados por un majara intolerante como Pierre de Lancre.

Las brujas del Labour y el terrible Pierre de Lancre

El Labourd (o Lapurdi), Pirinéos atlánticos, Francia, es una de las dos provincias vasco francesas. Donibane Lohitzune (Lapurdi) estaba dividido a causa de los enfrentamientos entre algunas poderosas familias. Surgió la sospecha de brujería en una de ellas y ambos bandos se acusaron mutuamente. Por petición del bando de Urtubi, el rey francés envió un juez investido de plenos poderes: Pierre de Lancre.  Julio Caro Baroja piensa que esta caza de brujos y brujas fué un acto político hecho para asegurar la autoridad del poder central. Este jurista, nacido en Burdeos, pero vasco de origen (Arostegi era su apellido), llegó a Lapurdi en el año, 1609. Era un místico, influído de modo funesto por la religión, un juez severo para el cual la religión era la base del código penal. Además era un personaje carente de crítica y de autocrítica. Publicó los procesos en los que tomó parte en varios libros, sobre todo en su Tableau de l'inconstance des mauvais anges et demons (1612).

Como él mismo cuenta, la tierra de sus antepasados se le hizo muy sospechosa, empezando por la lengua y el carácter de la gente: marineros, poco amantes de la tierra, que pasaban  todo el año en  Canadá o Terranova y regresaban al invierno para beber y comerse todo lo ganado con sus familias, regresando pobres a la pesca . La mujer quedaba todo el año sóla esperando el regreso del marido. Pese a considerarlo territorio francés y vecino de España, se dio cuenta que los labortanos no eran en realidad ni franceses ni españoles y lo achacó a la labor diabólica. No le agradaron ni la forma de vestir, ni los modos de trabajar, ni las danzas, etc. Los labortanos, asustados empezaron a huir hacia España y Terranova porque Lancre  se dedicó a cazar brujas, interrogando a 500 niños. 
Según la "investigación" 3.000 labortanos eran brujos y, en una ocasión en Hendaia (Lapurdi) se reunieron 12.000 brujos en un akelarre. Las consecuencias no son difíciles de imaginar: numerosas condenas a muerte.

El libro de Lancré dedica la primera parte a la descripción de los vuelos o salidas de las brujas hacia los akelares y habla muy por encima de los venenos; la segunda parte trata de los clérigos acusados de brujos, porque  los curas labortanos participaban en los bailes y en el juego de la pelota, llevaban armas, etc. De este modo hizo ajusticiar a tres curas: Argibel en Azkaine (Lapurdi), Migalena y Pierre Bocal en Ziburu (Lapurdi); otros muchos huyeron al Sur.
Entre tanto, los pescadores que estaban en Terranova, unos cinco o seis mil, volvieron a casa y se encontraron con esta grave situación. Con ocasión de la ejecución de Maria Bonne en Donibane Lohitzun-Saint Jean de Luz, se rebelaron causando un motín. Esto obligó a Pierre de Lancre a regresar a Burdeos, teniendo en contra a todo el País y la misma iglesia, con Etxauz, obispo de Baiona, al frente. No obstante, llevó consigo numerosos presos. No es posible determinar cuantas personas hizo ajusticiar Lancre, pero no hay duda de que fueron varios cientos.

Las brujas de Zugarramurdi

En Zugarramurdi (en la misma frontera con el Labour) están las famosas cuevas en donde se reunían las brujas en sus akelarres (cuevas de Akelarre, que es el nombre del prado inmediato a las cuevas). Pero éste no era el único lugar de reunión, pues había muchos: Fikozelaia (Sara, Lapurdi), el monte Artegaña (Altzai, Zuberoa), el monte Petiriberro (Aezkoa, Nafarroa), el monte Jaizkibel (Gipuzkoa), Erpelanda (Muxika, Bizkaia), Abadelaueta (Etxaguren, Araba), Eiheralarre (Nafarroa Beherea).

El caso de las brujas de Zugarramurdi adquirió notoriedad por el sumario que emprendió la Inquisición contra ellas en Logroño en el año 1610. Hoy sabemos que la Inquisición fue arrastrada a actuar por el celo de la justicia secular. Las autoridades civiles habían rrealizado ya muchos arrestos e incluso habían ejecutado a varias personas cuando la Inquisición se deicidó a realizar una inspección en la zona. El inqusidor Alvarado, juez eclesiástico, pasó algunos meses en el pueblo, naturalmente con ayuda de intérprete, y encontró que había 300 personas "implicadas" en brujería. Llevó a los más sospechosos  a Logroño. Tras el juicio, 18 quedaron en libertad al admitir llorando su "culpa" y pedir piedad arrepentidos. Quemaron a los siete que no admitieron la acusación y otros varios murieron como consecuencia de las torturas. En otros lados se dice que llevaron a Logroño a 40 persona acusadas de brujerías, de las que quemaron a 12.  María de Zozaia era de las "brujas" más conocidas, y lo mismo Graciana Barrenetxe, Miguel Goiburu, Martin Bizkar, Joanes Etxalar, María Ttipia, María Etxaleku, Maria Iriart, Maria Iuretegia y un largo etc.

Julio Caro Baroja (Madrid; 13 de noviembre de 1914-Vera de Bidasoa, Navarra; 18 de agosto de 1995) fue un antropólogo, historiador, lingüista, folklorista y ensayista español.
Julio Caro Baroja dice que la relación de Brujería que se hizo en Logroño, al contrario de la de Pierre de Lancre cargada de disquisiciones y divagaciones eruditas, tuvo una estructura coherente y es el mejor documento en el que aparece la Brujería como una secta y los actos que hacen llenos de semejanzas con los "misterios" clásicos. En primer lugar existen los propagandistas de la secta, normalmente los brujos más antiguos, que consiguen la promesa en el neófito de renegar de Dios; a continuación tiene lugar la presentación del novicio -despues de untarlo- al Demonio, que está sentado en un trono en la cueva del "Prado del Cabrón" y que tiene la apriencia de una fea gárgola; el neófito reniega de Dios y besa el ano del Demonio, el cual le marca con la pata de sapo en el ojo. 
Otros  novicios se reclutan entre los niños de seis años en adelante, a los que llevan al akelarre y les dejan al cuidado de una manada de sapos (t) con los que hacen los venenos las brujas. La reina del akellarre de Zugarramurdi era Graciana de Barrenechea y el rey su marido Miguel Goyborun. Las vísperas de las grandes fiestas se reunían y el demonio realizaba una parodia de la Misa en euskera. Los brujos y brujas de Zugarramurdi también realizaban acciones generalizadas en la historia de la Magia y Hechicería, como llevar a cabo metamorfosis, tempestades, maleficios contra campos y bestias, maleficios personales y vampirismo y necrofagia.


 
El humanista Pedro de Valencia y el inquisidor  Alonso de Salazar y Frías.

 

Retrato del humanista y escritor español Pedro de Valencia (1555-1620), que también fue hebraísta, crítico literario, filósofo, traductor e historiador y cronista del rey Felipe III de España.

El humanista Pedro de Valencia  en 1610 aconsejó a la Inquisición que se tomara el asunto con calma y que no creyerá todo lo que se decía; para él en los akelarres no había nada de maravilloso, sólamente el deseo de cometer fornicaciones, adulterios o sodomías fué lo que hizo inventar aquellas juntas y misterios, en las cuales el mayor vellaco se fingía Satanas y se componía con los cuernos del macho cabrío. Pedro de Valencia afirma que esto mismo ocurría en las bacanales griegas en honor de Dionysos. El humanista piensa que algunos de los actos atribuídos a los brujos son productos de aberraciones mentales producidas por los ungüentos tóxicos ( los cuales cree tan eficaces que no hace falta la intervención del Demonio) o enfermedades como el deseo de comer cosas repugnantes. 
No continuó, pero si hubiese desarrollado más su pensamiento hubiese llegado a la conclusión que el culto de los brujos y brujas es un vestigio del Paganismo.  El segundo "Discurso acerca de los cuentos de las brujas y cosas tocantes a magia" lo dirigió a D. Bernardo de Sandoval, arzobispo de Toledo e Inquisidor General, después de leer “con horror y asco” el auto de fe de Logroño de 1610. Critica los métodos de la Inquisición, que carecen a menudo de garantías jurídicas, y rechaza como nulas las declaraciones arrancadas bajo presión o tortura. 

Thomas Mathiesen, nacido en 1933,  doctor en Filosofía y desde 1972 profesor de Sociología del Derecho en el Instituto de Sociología del Derecho (Universidad de Oslo, Noruega), se ocupó de la historia de la caza de brujas españolas como ejemplo  de la forma en que todo un sistema penal, a escala mundial, aparentemente firme y eterno, con sus legisladores, jueces y miles de administradores, se desmoronó y desapareció en un período de  cuatro años. La historia es la de la abolición de las cazas de brujas en España... un siglo antes de la abolición de las cazas en otras regiones. La caza de brujas en los territorios españoles finalizó en 1614. 
Nos hace retrotraernos al año  1487, cuando Heinrich Institor Krämer y Jakob Spränger publicaron su más importante trabajo dogmático teológico y legal sobre las brujas, Malleus Maleficarum - "El martillo de la bruja" ­ y nos cuenta la historia de los dos inquisidores, que se dirigieron a Roma, donde residía el Papa Inocencio VIII, para quejarse por la resistencia contra la persecución de brujas, y cómo el Papa Inocencio el día 5 de diciembre de 1484 emitió su bula papal sobre las brujas, Summis Desiderantes Affectibus, que disponía la decisiva sanción eclesial a las cazas de brujas. Su "Malleus" fue impresa en catorce ediciones dentro de un período de treinta años, de cómo ese libro sirvió de base teológico-legal para las cazas de brujas que se dieron a continuación en Europa. ¿Quien podría pensar que pocos años después todo esto terminara?. 

 A comienzos del 1600 en el norte de España se presenció una gran locura por las brujas, fanatizadas olas de persecución de brujas. Se suponía que brujas francesas estaban cruzando la frontera en grandes números, creando muchos problemas en las regiones españolas. En 1610, un solemne auto de fe se celebró en Logroño, en el cual quemaron a once brujas ­algunas in effigi porque habían sido torturadas hasta la muerte­ frente a la presencia de alrededor de 30.000 espectadores. El auto de fe de Logroño fue una de las mayores manifestaciones de las cazas de brujas durante años. Para todos los contemporáneos sanos, la institución de las cazas parecía ser inmutable, sólida y estable. Pero existían las dudas.
 Dentro mismo de la Inquisición, ocultas de la mirada pública. ¿Qué era la Inquisición? Para usar una metáfora, una inmensa red de vigilancia y fuerza policíaca, establecida por primera vez en el 1200 como una fuerza especial para combatir la herejía, organizada en España hacia fines del 1400, con miles de empleados y una amplia red de servicios de inteligencia, fuerzas policiales secretas, autoridades condenatorias y detenciones; a comienzos del 1600 estaba organizada en diecinueve tribunales de inquisidores ­luego veintiuno­ en todo el enorme imperio español. Y después del auto de fe en Logroño en la provincia vasca en 1610, las dudas entre algunas personas fueron en aumento. El historiador danés Gustav Henningsen (1) describió con detalle cómo se desarrollaron las dudas , pero también habían sido descritas con anterioridad, por el historiador Henry Charles Lea en su gran obra de cuatro tomos de 1906 acerca de la historia de la Inquisición española (Lea, 1906/1966). Un inquisidor en particular fue central en la secuencia de eventos, Alonso de Salazar Frías, del tribunal de Logroño. 
El inquisidor Alonso de Salazar y Frías llegó al lugar en 1611 portando un edicto de gracia, surgido de las consultas que hicieron a Pedro de Valencia. Se estableció en Santesteban y, después de hablar con muchos encauzados concluyó su trabajo en 1613,  concluyendo que la mayoría de las actuaciones atribuídas a los brujos eran falsas, producto únicamente de la imaginación. Los acusados fueron incapaces de ponerse de acuerdo para informar de los lugares en que se celebraban akelarres, las declaraciones sobre el modo de ir o volver resultaron contradictorias, del exámen de los brebajes hallados, dados a probar a animales, resultaron inofensivos y hechos con burla; de mujeres que decían haber mantenido relaciones carnales con el Macho Cabrío se comprobó que eran vírgenes; muchahas que decían volar y desplazarse a los akelarres, fueron atadas a la cama en presencia de sus madres y se les convenció que de allí no se movían.

Joseph Perez ve al Santo Oficio en España como una iniciativa del poder civil que, dirigiendo la represión, nombrando a los agentes encargados de llevarla a cabo y dotando al tribunal de un estatus privilegiado, confunde lo temporal con lo espiritual y pone la ideología al servicio de la política, como harán siglos después los nazis o los estalinistas. Julio Caro Baroja hubiese dicho "porbres judios si la Inquisición no hubiese aplacado el odio de la sociedad civil". El gran historiador americano  Henry Charles Lea, 1825-1909.
 
Alonso de Salazar y Frías, ilustración de Ricardo Sánchez «Risconegro Creatividad»


Es decir, todo lo que escribe Pierre de Lancre como ocurrido y cierto, cae como una burda patraña ante las investigaciones experimentales de Alonso de Salazar y Frías.  Afirmó que el tribunal de Logroño de 1610 había actuado coaccionando y sugestionando a los procesados para que se declaran culpables, prometiéndoles la libertad; no tuvo piedad al negar el perdón a moribundos que habían pedido a su confesor renegar del Demonio y, finalmente, por no investigar la jactancia pública que hacían las dos primas, principales descubridoras y denunciadoras de las brujas, de que todo lo que habían dicho era mentira. El 31 de agosto de 1614 la Inquisición dio a luz una instrucción acerca de los asuntos de Brujería en que se recogían todas las ideas de Salazar, el cual se adelantó de modo considerable a otros autores europeos que trabajaron, con menos originalidad, en la línea de don Alonso de Salazar y Frías.

La última petición para que actuase la Inquisición la realizó en 1621 Diego de Irraga, señor de Iraeta, respondiéndole el tribunal de Logroño con evasivas  y lamentando con dolor las violencias y vejaciones que llevaban a cabo algunos alcaldes ordinarios. 

En el País Vasco pervive durante más tiempo la brujería de tipo mitológico, frente a la satánica. Esto se deduce porque no todos los lugares en los que se reúnen las brujas vascas se llaman akelarre, sino "eperrlanda" o "prado de la perdiz". Son lugares de cita los antiguos altares paganos, como los dólmenes, fuentes y peñas. Muchas brujas tienen a su directora en Mari, la que provoca tempestades, una mujer extraordinariamente hermosa que gusta de atrapar a los hombres y gozar sexualmente de ellos. Vive en cuevas que están llenas de oro y piedras preciosas. Es una divinidad "ctónica" tipo proserpina.


 
Historia.

"Por el bien de España, hay que bombardear Barcelona una vez cada 50 años"

Marc Pons
Tarragona. Domingo, 30 de septiembre de 2018. 

Barcelona, 3 de diciembre de 1842. El general Baldomero Espartero, regente de España por la minoría de edad de Isabel II y por la dimisión de la reina madre Maria Cristina de Borbón —implicada en un escándalo de tráfico de esclavos—, ordenaba el bombardeo indiscriminado de Barcelona. Veinte días antes, el 13 de noviembre, había estallado una protesta popular y espontánea que había derivado en una revuelta urbana. Espartero, que se había desplazado a Barcelona a propósito, lo resolvió drásticamente. Y acto seguido pronunció una frase que ha quedado para la historia:
"Por el bien de España, hay que bombardear Barcelona una vez cada cincuenta años".
 Una cita que dibuja con claridad la relación Espanya-Catalunya en las etapas críticas y en las no tan críticas. Porque el bombardeo de Espartero no fue el primero ni el último. En los cuatro últimos siglos, el ejército español o sus aliados han bombardeado indiscriminadamente Barcelona varias veces, haciendo buena la frase de Espartero.

El bombardeo de 1697.

El 5 junio de 1697, cuando las tropas francesas de Luis José de Borbón, duque de Vendôme, pusieron sitio a la ciudad de Barcelona, en París y en Madrid todo el mundo sabía que Carlos II, el último Habsburgo hispánico, se precipitaba a la muerte sin haber engendrado descendencia. Versalles había puesto los ojos y los colmillos en el trono hispánico. Y aunque aquel bombardeo se produjo en el contexto de un conflicto internacional, la Guerra de los Nueve Años, que enfrentaba a París y sus aliados con Madrid y los suyos, es muy sospechosa la actuación de Fernández de Velasco y de Hurtado de Mendoza, virreyes hispánicos en Catalunya. Huir de Barcelona y abandonarla a su suerte revela hasta qué punto las intrigas del partido borbónico en la corte de Madrid trazaban los caminos del conflicto y el resultado de la guerra. Velasco fue severamente sancionado; reveladoramente, sin embargo, el primer Borbón hispánico, tan pronto como puso sus reales nalgas en el trono de Madrid, lo restituyó en el cargo.
Vendôme sometió Barcelona a un bombardeo incesante durante sesenta y dos días, hasta el 5 de agosto de 1697, y provocó la muerte de más de 4.000 personas (el 10% de la población) y la destrucción, total o parcial, de buena parte de las defensas y de la trama urbana de la ciudad. La masacre fue de tal magnitud que Vendôme, siguiendo instrucciones de Versalles, juró las Constituciones de Catalunya en nombre de Luis XIV, básicamente para evitar una revuelta generalizada en todo el país.

El bombardeo de 1713-1714

Cuando no habían pasado cincuenta años de la masacre de Vendôme, sus macabros discípulos Pópuli y Berwick, en nombre de Felipe V y de Luis XIV, sometieron Barcelona a un nuevo bombardeo. Esta vez, en el contexto de la Guerra de los Catalanes (1713-1714), la última fase de la Guerra de Sucesión hispánica. Aquel bombardeo es uno de los episodios más conocidos de la historia de Catalunya, pero no està de más recordar cómo fueron las cosas. Entre los meses de marzo y de abril de 1713, las potencias que apoyaban la causa austriacista se retiraron progresivamente del conflicto a cambio de importantes compensaciones territoriales y comerciales. Los Tres Comuns de Catalunya, la máxima representación política del país, votó la resistencia a ultranza, y el eje borbónico, la Alianza de las Dos Coronas, reaccionó poniendo sitio en Barcelona.
Durante cuatrocientos catorce días (desde el 25 de julio de 1713 hasta el 11 de septiembre de 1714), primero Pópuli —destituido por su incompetencia— y después Berwick se emplearon a fondo en destruir Barcelona, símbolo de la resistencia catalana. A lo largo de esos trece meses largos se lanzaron miles de bombas sobre Barcelona que, se estima, causaron la muerte a 4.000 personas (el 10% de la población) y la destrucción de todas las defensas de la ciudad y de todos los edificios situados en el primer perímetro interior del recinto amurallado.

El bombardeo de 1842.



La Barcelona de 1842 era una olla a presión de conflictividad social. La ciudad, encotillada dentro de las murallas manu militari por el régimen borbónico, reunía todos los estratos de la sociedad, enfrentados en un clima de tensión permanente que anunciaba una explosión de violencia. Y aquella vez, el estallido de la revuelta vino del la modo más insospechado: según algunas fuentes documentales, un grupo de trabajadores que volvía a la ciudad después de toda una jornada extramuros, se negaron a pagar el consumo, es decir, la tasa de entrada de alimentos a la ciudad, del vino que habían llevado de casa para comer. Según otras fuentes, no eran más que unos contrabandistas. Sea como sea, la asonada se extendió como la pólvora, y al cabo de las horas las clases populares de la ciudad estaban en pie de guerra para reivindicar desde el control de los precios de los alimentos, hasta el derribo de los conventos y la expulsión de los frailes. En aquel escenario, los republicanos, partidarios de enviar a Isabel II al cajón de la historia, se hicieron con la dirección del descontento social.
El capitán general de Catalunya Van Halen y su ejército, atemorizados por los acontecimientos, se refugiaron en Montjuïc. Motivo suficiente para hacer saltar al patriótico Espartero del culo de su trono. El regente de España ordenó el bombardeo indiscriminado de la ciudad: 1.014 bombas que costaron la vida a treinta personas y la destrucción de 462 edificios. Luego llegó una brutal represión: 13 condenas a muerte, 80 condenas a prisión, una sanción de doce millones de reales y la disolución de todas las asociaciones de trabajadores.

El bombardeos de 1937 y 1938

Espartero murió en 1879 sin haber podido bombardear de nuevo Barcelona, "por el bien de España". Sería Queipo de Llano, uno de los líderes destacados de la rebelión militar franquista de 1936, quien, casi un siglo más tarde, tomaría el relevo cuando proclamó:
"Convertiremos Madrid en un vergel, Bilbao, en una gran fábrica, y Barcelona, en un inmenso solar".
Las aviaciones de los regímenes nazi alemán y fascista italiano —aliados del bando rebelde franquista durante la Guerra Civil española (1936-1939)— se emplearona  fondo en bombardear objetivos civiles, con el propósito de minar el apoyo de amplias capas de la sociedad a la causa republicana. Sobre todo en Catalunya. Y, sobre Barcelona, símbolo de la resistencia catalana y republicana —reconocido, incluso, por el mando rebelde franquista—, los incondicionales aliados del Glorioso Alzamiento Nacional lanzaron miles de bombas. Entre febrero de 1937 y enero de 1939, hubo 385 bombardeos que causaron la muerte de 2.750 personas, heridas graves y muy graves a más de 7.000 y la destrucción de más de 1.800 edificios.
Por delante, por el centro y por detrás, existen otros episodios tanto o más reveladores: en 1641 y en 1652, al inicio y en las postrimerías, respectivamente, de la Guerra de los Segadores; o en 1691, al inicio de la Guerra de los Nueve Años; o en 1705 y en 1706, al inicio de la Guerra de Sucesión; todos con un elevado balance de víctimas. De tantos episodios, uno es especialmente destacable: el bombardeo de los días 16, 17, y 18 de marzo de 1938. En tan solo tres jornadas, los aliados de Franco lanzaron sobre Barcelona más de 44.000 kilos de bombas, que causaron la muerte de 875 personas (757 adultos y 118 niños).

 
Medalla cobre Bombardeo de Barcelona 1842. Vivier F. Relieve. Francia

Rara medalla conmemorativa de cobre contrastado
editada en Francia por Vivier F.

La unidad, trabajada en relieve, está realizada en honor de Ferdinand de Lesseps, un diplomático galo que desempeñó un relevante papel durante el Bombardeo de Barcelona de 1842 al interceder en favor de la ciudad para detener el ataque y mitigar el castigo impuesto a los insurrectos por el general Espartero.

Al poco de ejercer como cónsul francés  en Barcelona, hubo disturbios en la ciudad como consecuencia de un reclutamiento forzoso y de un aumento de impuestos. Por orden del regente, el general Baldomero Espartero, Barcelona fue bombardeada desde el castillo de Montjuïc. Lesseps organizó un servicio de asistencia para la numerosa colonia francesa, pero cuando se dio cuenta de la gran cantidad de víctimas lo hizo extensivo a todo aquel que tuviera necesidad. Se entrevistó con el general Antonio Van Halen, capitán general de Cataluña, y consiguió de este que cesaran los bombardeos, que fueran liberados muchos de los detenidos y que se amortiguara la multa que se iba a imponer a la ciudad. Por todo ello, años después (1895) Barcelona dedicó a Ferdinand de Lesseps una de sus mayores y más emblemáticas plazas.

Representa en el anverso el reconocimiento de la urbe, simbolizado por una mujer con un clavo en la mano situada entre un águila y un león, y el reverso se ilustra con una alegoría femenina de la hospitalidad dando la bienvenida a un peregrino y ofreciendo los frutos de una cornucopia a un niño.
 
La pieza pesa 94 gramos y mide 5,4 centímetros de diámetro por 0,3 de grosor.
 




Ferdinand de Lesseps.

Ferdinand Marie, Vizconde de Lesseps, a veces españolizado como Fernando de Lesseps (Versalles, Francia; 19 de noviembre de 1805-La Chênaie, Indre, Francia; 7 de diciembre de 1894), fue un diplomático de carrera y empresario francés.
Su papel más importante fue realizar dos ambiciosas obras de ingeniería civil durante la segunda mitad del siglo XIX: el Canal de Suez y el Canal de Panamá. Concluyó el primero en 1869 y recibió muchos méritos y honores por ello, pero la suspensión del segundo en 1889 provocó la repulsa de su país y condujo a uno de los mayores escándalos financieros en la Francia de finales del siglo XIX.
Sin embargo, este personaje es uno de los tantos visionarios y progresistas de la época que abogaban por la intercomunicación de todos los pueblos, a través la apertura de caminos y canales, que acortarían las distancias y aproximarían todas las regiones del mundo al adelanto industrial.

Raíces genealógicas

El entorno que rodeaba a Ferdinand era el de una familia adinerada y acomodada, que además poseía una rica historia. Su padre fue Mathieu de Lesseps, diplomático de carrera, y su madre fue Catherine de Grévignée. La ascendencia de su padre se remontaba al siglo XIV. Originarios de Escocia, los Lessep se habían asentado en el País Vasco francés (concretamente en la ciudad de Bayona), cuando dicha región estaba ocupada por los ingleses. Uno de sus bisabuelos fue intendente de la ciudad y a la vez secretario de Mariana de Neoburgo, viuda del rey Carlos II de España, en su exilio en Bayona. A mediados del siglo XVIII, algunos miembros de su familia paterna decidieron seguir la carrera diplomática. El tío de Ferdinand, Barthélemy de Lesseps, participó en la expedición del conde Jean-François de La Pérouse a través del océano Pacífico a finales del siglo XVIII; en el segundo año de la expedición La Pérouse envió a Bathélemy como mensajero a Francia para informar al rey Luis XV acerca del viaje, antes de la desaparición de la tripulación en 1788. Posteriormente fue convertido en noble por el rey Luis XVI.
Con respecto a su padre (hermano menor de Barthélemy), fue un diplomático que ejerció cargos consulares en diversos países como España, Marruecos y Libia. Entre 1803 y 1804, Napoleón Bonaparte le otorgó el título de conde y lo nombró comisario general de Egipto; poco después Mathieu vio virtudes de gobernante en Mehmet Alí, quien se convertiría en el fundador del estado egipcio moderno, y lo apoyó cuando era un pachá. Al convertirse Alí en gobernante hereditario de Egipto en 1805, se confirmó el apoyo francés al país. Este lazo especial entre ambos gobiernos fue lo que aseguró el destino de Ferdinand en Egipto medio siglo después.

Su madre, Catherine de Grévignée, era una española de origen valón: hija del barón Henri de Grévignée (o Grivegnée de Housse), un liejense establecido en Málaga como comerciante, y de la malagueña Antonia Gallegos Delgado.

Su tía Francisca de Grévignée, hermana de su madre, había casado en Málaga con un socio de su padre: el escocés afincado en España William Kirkpatrick, y fruto de este matrimonio Ferdinand tuvo por prima carnal a María Manuela Kirkpatrick, condesa de Montijo por su matrimonio con Cipriano Portocarrero. Hacia 1849, durante la Segunda República Francesa, Ferdinand se encargó de introducir en las altas esferas de París a su prima la condesa y a una joven hija de esta: Eugenia de Montijo, que en 1853 se convertiría en emperatriz al contraer matrimonio con Napoleón III.

D'argent, au cep de vigne, terrassé de sinople, fruité de deux grappes de raisin de sable et surmonté d'une étoile d'azur.


Tras acceder a la carrera diplomática por tradición familiar, Ferdinand de Lesseps recibió varios destinos en el área del Mediterráneo, entre otros Madrid (1848-49) y la Roma de Mazzini (1849); fue su fracaso en esta última misión el que le llevó a abandonar el servicio diplomático. Antes, sin embargo, había servido algún tiempo en Egipto (al igual que su padre), donde había trabado amistad con el príncipe heredero Muhammad Said.
El acceso del príncipe Said al trono en 1854 dio a Lesseps la oportunidad de poner en práctica un viejo proyecto suyo, consistente en construir un canal de navegación a través del istmo de Suez que conectara el Mediterráneo con el mar Rojo. Dicha idea había sido lanzada por los discípulos del conde de Saint-Simon, pero la cercanía de Lesseps con el nuevo pachá de Egipto le otorgó una ventaja decisiva para hacerla realidad.
Tras obtener de Said una concesión por 99 años (en 1856), fundó la Compañía Universal del Canal de Suez en 1858 e inició los trabajos al año siguiente. Al hacerlo ignoró las repercusiones geoestratégicas y políticas, pues la prevista ruta del canal pasaría a ser un eje crucial en las comunicaciones del Imperio Británico, uniendo la India con Inglaterra a través del Mediterráneo. El gobierno británico presionó al sultán otomano (de quien teóricamente Egipto era vasallo) para que retrasara la obra de Lesseps.
Las presiones no surtieron efecto y la obra siguió adelante, con participación financiera del pachá, pero con una mayoría del capital en manos francesas, lo cual daba a la Francia de Napoleón III una presencia en esa estratégica zona. No es de extrañar, por ello, que tanto el emperador Napoleón como la emperatriz Eugenia de Montijo prestaran un apoyo constante al proyecto del canal. La muerte de Said en 1863 fue un contratiempo, pues su sucesor, Ismail Pachá, retiró a los trabajadores autóctonos con intención de impedir las obras; Lesseps reaccionó con la introducción de máquinas modernas que permitieron completar la construcción del canal en 1869.
El éxito obtenido en Suez convirtió a Ferdinand de Lesseps en un héroe nacional, celebrado en Francia como símbolo del progreso. Aunque la influencia francesa en Egipto se fue debilitando por la presión de Gran Bretaña (que compró la participación del pachá en el canal en 1875), el prestigio personal de Lesseps no decayó. Animado por el éxito, inició una segunda operación para atravesar con otro canal navegable el istmo de Panamá, conectando el Atlántico con el Pacífico. En 1879 fundó una compañía por acciones y en 1880 inició los trabajos en Panamá.


En este caso, sin embargo, las dificultades geográficas y climáticas hicieron que las obras avanzaran con lentitud, mientras la compañía se endeudaba desmesuradamente, ocultando al público su situación real. En 1889 se detuvieron los trabajos y la compañía se declaró en quiebra, provocando la ruina de muchos inversores; la construcción del canal de Panamá quedaría abandonada hasta que la retomaran definitivamente los Estados Unidos en 1901. Lesseps perdió la razón como consecuencia, por lo que quedó ajeno a la condena que le impusieron los tribunales, anulada más tarde.



Alonso de Salazar y Frías

Biografía

Salazar y Frías, Alonso de. Burgos, 1564 – Madrid, 9.I.1636. Inquisidor, fiscal y consejero del Consejo Supremo de la Inquisición.

Nació en el seno de una familia hidalga burgalesa con capilla y enterramiento en la parroquia de San Esteban en Burgos. Su padre y abuelo paternos fueron letrados, con antecedentes familiares de mercaderes de lana en el Consulado de la ciudad.
Estudió en Salamanca, graduándose de bachiller en Cánones el 22 de abril de 1584; las relaciones familiares fueron las que le llevaron a Jaén en el séquito de clérigos del obispo Francisco Sarmiento de Mendoza.
En 1588 se consagró sacerdote y ese mismo año el prelado lo nombró racionero del Cabildo de la Catedral de Jaén y se graduó de licenciado en Cánones en la Universidad de Sigüenza. En 1560 pasó a ser canónigo.
De 1588 a 1595 se ejercitó en la Jurisprudencia al lado del obispo Sarmiento, que había sido catedrático en la Universidad de Salamanca y oidor en la Chancillería de Valladolid. Con su preparación en derecho canónico defendió al Cabildo Catedralicio en diversos pleitos en Madrid, obteniendo resultados favorables.

A petición del obispo Sarmiento, y en colaboración con el racionero Gil Dávalos Zambrana, escribió un episcopologio que se inicia con el primer obispo de la diócesis Jaén-Baeza en tiempos de Fernando III hasta el año 1595, fecha de la muerte del citado obispo. Es un trabajo histórico en el que los autores eliminan leyendas y tradiciones para, con un espíritu crítico, señalar los datos que consideran seguros.
Al morir el obispo Sarmiento, ocuparon sucesivamente la sede giennense Bernardo de Sandoval y Rojas (1596-1599) y Sancho Dávila y Toledo (1600- 1615), que dispensaron amistad y protección a Salazar y Frías. En julio de 1600 fue designado procurador de la Iglesia de Jaén en la Congregación del Estado Eclesiástico de Castilla y León (1602-1603); participó en las deliberaciones con tal éxito que en 1602, por unanimidad, esta institución lo nombró procurador general ante la Corte, cargo en el que se reafirma después de una protesta del procurador de Sevilla, que había estado ausente en la primera elección; en 1607, una nueva Congregación lo mantiene en tal puesto, que le permite entrar en contacto con el duque de Lerma y consejeros de distintos Consejos.
Bernardo de Sandoval y Rojas, arzobispo de Toledo e inquisidor general (1608), nombró inquisidor para el Tribunal de Logroño a Salazar (1609), quien continuó disfrutando durante toda su vida de la canonjía de Jaén. Al llegar a Logroño, encontró iniciado el que se conoce como “proceso de las brujas”. La Inquisición había detectado una secta de brujas en Zugarramurdi, en el Pirineo vasco-navarro, y pronto surgieron enfrentamientos entre Salazar y los otros dos inquisidores en el modo de llevar el proceso, que terminó en el famoso auto de fe de 1610, por el que varios brujos fueron llevados a la hoguera y otros a prisión, aparte de aquellos que murieron en las cárceles secretas. Salazar no estuvo conforme con la sentencia ni con el modo de llevar los otros inquisidores el proceso, y consiguió del inquisidor general, su amigo, comisión para estudiar in situ el fenómeno de la brujería vasco-navarra, lo que le permitió, en el tiempo de cuatro años, enviar unos memoriales que sirvieron al Consejo para dar unas Nuevas Instrucciones en 1614 sobre el modo de entender el Santo Oficio el delito de brujería. Tales Instrucciones se basaban en las ideas de Alonso de Salazar, que separaba superstición de realidad.
A partir de entonces, gozó Salazar de prestigio entre los miembros del Consejo, que le encomendó varias visitas de inspección a tribunales entre 1617 y 1622. A continuación pasó a ocupar el cargo de fiscal en el Consejo y posteriormente el de consejero en tiempos del inquisidor general fray Antonio de Sotomayor.

Obras de ~: con G. Dávalos Zambrana, Relación de todos los obispos que ha avido de Jaén desde que fue ganada de moros esta tierra por el rey don Hernando (inéd.) (figura en la Bibloteca Nacional como anónima, ms. 5732).

Bibl.: H. Ch. Lea, A History of the Inquisition in Spain, New York-London, 1906-1907, 4 vols. (trad. esp. de Á. Alcalá y J. Tobío, Historia de la Inquisición Española, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1983, 3 vols.); J. Caro Baroja, Las brujas y su mundo, Madrid, Revista de Occidente, 1961; El Señor Inquisidor y otras vidas por oficio, Madrid, Alianza Editorial, 1968; G. Henningsen, “The papers of Alonso de Salazar Frías; a spanish polemic 1610-14”, en Temenos (studies in comparative religion), vol. V, Copenhague, 1969, págs. 85- 106; J. Caro Baroja, Inquisición, brujería y criptojudaísmo, Barcelona, Ariel, 1970; G. Henningsen, “Las víctimas de Zugarramurdi; el origen de un gran proceso de brujería”, en Saioak (Revista de Estudios Vascos) (San Sebastián), 2 (1978), págs. 182-195; “Alonso de Salazar Frías; ese famoso inquisidor desconocido”, en A. Carrira et al., Homenaje a Julio Caro Baroja, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1978, págs. 581-586; The witches’advocate. Basque witchcraft and the Spanish Inquisition, Reno-Nevada (Estados Unidos), Universidad, 1980 (trad. esp., El abogado de las brujas. Brujería vasca e Inquisición, Madrid, Alianza, 1983); L. Coronas Tejada, Unos años en la vida y reflejos de la personalidad del “Inquisidor de las brujas”, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1981; M. Martínez Millán y T. Sánchez Rivilla, “El Consejo de Inquisición: (1483-1700)”, en Hispania Sacra (Madrid), 36 (1984); J. L. Barrio Moya, “El inquisidor Alonso de Salazar y Frías; el inventario de sus bienes”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 184 (1987), págs. 139-172; L. Coronas Tejada, “El Tribunal de la Inquisición y las brujas”, en S. Rodríguez Becerra (coord.), El diablo, las brujas y su mundo. Homenaje andaluz a Julio Caro Baroja, Sevilla, Signatura, 2000, págs. 33-47.


Pedro de Valencia.

Biografía

Valencia, Pedro de. Zafra (Badajoz), 17.XI.1555 – Madrid, 10.IV.1620. Humanista y cronista del Reino y de Indias.

Hijo de Melchor de Valencia y de Ana Vázquez, el humanista, polígrafo y cronista del Reino y de las Indias Pedro de Valencia nació en Zafra (Badajoz) lugar en el que pasó los primeros años de su vida y al que estuvo siempre vinculado, primero como vecino, tras el regreso de Córdoba, donde cursó sus primeros estudios, y, después, ya en Madrid, a través de su relación con el duque de Feria y con los Ramírez de Prado. En Córdoba estudió Artes y algo de Teología en el Colegio de la Compañía, para continuar su formación, ahora en Leyes, en la Universidad de Salamanca, en cuyos libros de matrícula de los años 1573, 1574 y 1575 aparece su nombre. Aunque no se han encontrado las referencias a la consecución de los grados de bachiller o licenciado en esos libros, sí que aparecen las referencias a su condición de bachiller en la partida de bautismo de su hijo Melchor (1588) y de licenciado en la de su hija Beatriz (1594). Durante sus años en Salamanca se originaron algunas de sus relaciones más fructíferas y duraderas, como son las que mantuviera con Francisco Sánchez de las Brozas, El Brocense, con Benito Arias Montano y con fray José de Sigüenza, bibliotecario de El Escorial.

Tras su paso por Salamanca, se estableció en su Zafra natal, donde ejerció la profesión de abogado de manera gratuita y donde, sobre todo, se dedicó al estudio de los autores clásicos y del texto bíblico. En estos años colaboró con Arias Montano, a quien sirvió como secretario y amanuense y con el que se desplazó en ocasiones a Sevilla y a la Peña de Aracena. En 1587 se casó con su prima Inés de Ballesteros, con quien tuvo una numerosa descendencia; entre sus hijos destaca Melchor de Valencia, que fue catedrático en Salamanca y sucedió a su padre como cronista del Reino. Fue también en estos años cuando escribió su única obra publicada en vida, Academica sive de iudicio erga verum ex ipsis primis fontibus, que apareció en 1596, en Amberes, en las prensas de Plantino. Según se desprende de su correspondencia con el padre Sigüenza, la vida en Zafra fue tranquila hasta que Pedro de Valencia comenzó a tener problemas económicos para mantener a la familia y pagar los estudios de sus hijos y se vio obligado a pedirle a su amigo la intercesión para conseguir un puesto en la Corte. Felipe III lo nombró cronista del Reino en 1607, por lo que se trasladó junto a su familia a Madrid; una vez allí fue recompensado con un nuevo nombramiento, ahora de cronista de Indias. En Madrid estuvo ocupado en la continuación de sus escritos de crítica social y económica, en redactar una historia de Felipe III que no se ha encontrado, en la defensa de las interpretaciones bíblicas de su ya fallecido maestro Arias Montano, en componer la primera crítica de la nueva poesía gongorina y en la elaboración de unas Relaciones de Indias. En su testamento, otorgado el 25 de marzo de 1620, dejó constancia de su rechazo de una Cátedra en Salamanca a causa de la insistencia del Monarca para que se quedara en Madrid y lamentó no haber aprovechado esa ocasión para seguir su verdadera vocación, la vida de estudio. Murió pocos días después y, con motivo de su fallecimiento, su amigo Luis de Góngora diría: “Nuestro buen amigo Pedro de Valencia murió el viernes pasado; helo sentido por lo que debo a nuestra nación que ha perdido el sujeto que mayor podía ostentar y oponer a los estrangeros”.

La producción intelectual de Pedro de Valencia es bastante diversa en cuanto a las disciplinas sobre las que escribió —lo que le ha granjeado su consideración como humanista—, y extensa respecto a la cantidad escrita, a pesar de que sólo las Academica se habían publicado en vida y apenas unos pocos documentos del humanista habían sido editados hasta que la Universidad de León inició los trabajos para la publicación de sus Obras Completas en 1992. El criterio de organización de sus escritos en estas Obras Completas parece la mejor guía para una introducción a su lectura, sobre todo porque estos diferentes temas son los que han atraído la atención de los estudiosos en diversas fases de la historia.

Sus Tratados de exégesis bíblica y escritos teológicos están muy relacionados con su colaboración con Arias Montano y las persecuciones que sufrió su obra, especialmente la hermenéutica bíblica empleada para la elaboración de la Biblia Políglota de Amberes y algunos de sus comentarios.

Entre sus Escritos filosóficos y científicos cabe destacar la historia del escepticismo que son sus Academica, en las que, dando ejemplo de un rigor histórico y de un respeto envidiable por las fuentes, expone las teorías de la academia antigua (Arcesilao y Carneades) y toca brevemente las ideas de Pirrón y Sexto Empírico, tan importantes a partir de la obra de Montaigne y de los debates acerca del criterio de verdad, la racionalidad del método científico y el fideísmo en los siglos xvii y xviii. El resto de su producción filosófica no es menos interesante y denota un conocimiento profundo de las escuelas helenísticas en el que se refleja su preocupación por la aplicación contemporánea de las soluciones éticas de autores antiguos como Dión de Prusa o Epicteto, así como la literatura de ejemplos y de retiramientos.

Durante los siglos xviii, xix y buena parte del xx, Pedro de Valencia fue conocido entre los historiadores españoles por sus Escritos sociales y económicos. Se trata de un conjunto amplio de cartas y memoriales dirigidos a diversas autoridades, pero sobre todo a fray Gaspar de Córdoba, confesor de Felipe III, en los que Pedro de Valencia se muestra especialmente crítico con todos los aspectos de la política económica del Reino. Paradinas ha dividido en tres épocas su producción socioeconómica: una primera etapa que va de 1590 a 1603 y en la que escribe fundamentalmente acerca de los impuestos y su efecto en la producción y en la situación de las capas sociales más bajas; una segunda etapa que se extiende de 1605 a 1607, dedicada al problema del valor, en concreto del valor de la moneda y del precio de pan, y una tercera etapa, entre 1607 y 1608, en la que trata de asuntos relacionados con la tierra y el trabajo, es decir, con los factores de producción.

A partir de la publicación de sus Relaciones de Indias en 1993, ha sido su faceta como cronista de Indias la que ha suscitado mayor interés. La razón estriba en que se trataba de materiales inéditos hasta ese momento y en la metodología utilizada para su elaboración; la organización de las Relaciones de Indias se basa en la elaboración de una serie de cuestionarios cumplimentados por corresponsales familiarizados con diversas regiones, a los que Pedro de Valencia les pide que respondan de una manera objetiva y exacta. El resultado es un modelo de precisión científica y de metodología antropológica. Se han conservado las relaciones de Nueva Granada y virreinato de Perú y de México, respectivamente.

Respecto a sus escritos de Historia y crítica histórica, literaria y artística, merece la pena volver a mencionar su perdida Historia de Felipe III, así como su Carta a Góngora en censura de sus poesías. Otro texto de gran interés es la Descripción de la traça de las virtudes, que compone junto al cosmógrafo portugués Juan Bautista Lavanha.

También es muy conocida la participación de Pedro de Valencia en el asunto del auto de fe celebrado en Logroño en 1610. Con este motivo escribió un discurso (Acerca de los cuentos de brujas) que ha sido calificado como ejemplo de objetividad y racionalidad frente a aquellos que seguían defendiendo la existencia de las brujas y el poder de la magia y que querían aplicar un castigo ejemplar a los participantes en aquellos aquelarres, así como una Suma de Relaciones de Logroño, acerca de los brujos. De una manera parecida se comportó Pedro de Valencia cuando se le pidió dictamen acerca de las láminas encontradas en el Sacro Monte de Granada. En ambos casos, cuyos textos forman parte del volumen dedicado a Brujería y superstición. El pergamino y láminas de Granada, Pedro de Valencia se manifiesta como un gran crítico que aplica constantemente las mejores técnicas del humanismo y que ofrece un ejemplo impecable de lo que significa poner la inteligencia al servicio del bien público.

Obras de ~: Academica sive de iudicio erga verum ex ipsis primis fontibus, Amberes, ex. off. Plantiniana, apud viduam & Ioannem Moretum, 1596 (ed. de J. Oroz Reta, Badajoz, Diputación Provincial, 1987); Carta a Góngora en censura de sus poesías, Madrid, 30 de junio de 1613 [en Biblioteca Nacional de España (BNE), ms. 5585, fols. 165r.-170r.; reprod. en M. Serrano y Sanz, Pedro de Valencia. Estudio biográficocrítico, Badajoz, Diputación Provincial, 1981, págs. 89-100]; Relaciones de Indias, I. Nueva Granada y Virreinato de Perú de Indias, ed. de F. Javier y J. Fuentes Fernández, est. de J. Paniagua Pérez, y II. México, ed. de R. González Canchal y estudio introd. de J. Paniagua Pérez, León, Universidad, 1993 y 1995 (col. Obras Completas, vols. I y II), respect.; Discurso acerca de los cuentos de las brujas, ed. de M. A. Marcos Casquero y H. B. Riesco Álvarez, León, Universidad, 1997 (col. Obras Completas, vol. III); Escritos sociales, I. Escritos económicos, ed. de R. González Canchal, est. de J. Luis Paradinas Fuentes, y II. Escritos políticos, ed. de R. González Canchal e H. B. Riesco Álvarez, estudios de R. González Canchal, R. Carrasco y G. Morocho Gayo, León, Universidad, 1999 (col. Obras Completas, vols. IV/1 y IV/2), respect.; Escritos espirituales, I. San Macario, ed. de A. M. Martín Rodríguez, est. introd. de J. M. Nieto Ibáñez y II. La “Lección Cristiana” de Arias Montano, ed. de A. M. Martín Rodríguez, estudio introd. de J. L. Paradinas, León, Universidad, Junta de Castilla y León, 2001 (col. Obras Completas, vols. IX/1 y IX/2), respect.; Discurso de la virtud de la justicia con ocasión de querer Arias Montano comentar las leyes del reino, s. f., (en BNE, ms. 13348, fols. 32v.-33v.); Discurso fundado en el Epicteto de Arriano sobre los que pretenden vivir con quietud, s. f., (en BNE, ms. 11160, fols. 72r.-76r.); Exemplos de príncipes, prelados y otros varones ilustres que dexaron oficios y dignidades y se retiraron, s. f., (en BNE, ms. 5586, fols. 1r.-17r.); De la tristeza según Dios y según el mundo, consideración de un lugar de San Pablo, s. f., (en BNE, ms. 5585, fols. 118r.-132r.); Relación de la traza de las virtudes fecha por Pedro de Valencia y Juan Baptista Lavaña, s. f., (en BNE, ms. 5585, fols. 138r.-144r.); Traducción del “Discurso del retiramiento” de Dión de Prusa, s. f., (en BNE, ms. 5586, fols. 29r.-31v.); Traducción del “De Igne” de Teofrasto, s. f., (en BNE, ms. 6322, fols. 35r.-46v.); Sobre las “Guerras de Flandes” de Gerónimo Conestaggio, s. f., (en BNE, ms. 5585, fols. 125r.-133v.); Dedicatoria a la Reina Margarita de un libro intitulado “De las enfermedades de los niños”, s. f., (en BNE, ms. 13348, fols. 20r.-21r.); Discurso sobre materias del Consejo de Estado, s. f., (en BNE, ms. 11160, fols. 27r.- 69r.); Nota autógrafa sobre edificios antiguos, s. f., (en BNE, ms. 5585, fol. 175r.), y Carta a Fr. Gaspar de Górdoba, confesor de Felipe III, instando a la prohibición de los pronósticos, s. l., s. f. [reprods. en J. Paradinas, El pensamiento socioeconómico de Pedro de Valencia, tesis doctoral, Salamanca, Universidad, 1986, págs. 293-300 y págs. 335-337, respect. (inéd.)]; Comentario al versículo 66, 1 del Evangelio de San Lucas, s. f., (en BNE, ms. 5585, fols. 41r.-48r.); Comentarios al Padrenuestro, s. f., (en BNE, ms. 5585, fols. 107r.-117r.) (reprod. en A. Moreno, Tras las huellas de humanistas extremeños, Badajoz, Universitas Editorial, 1996, págs. 167-200); Discurso sobre poner cruces en lugares inmundos, s. f., (en BNE, ms. 11160, fols. 1r.-4r.); Memorial de los autores de los libros sagrados, s. f., (en BNE, ms. 5586, fols. 83r.-87r.); Tratado teológico de la gracia, (en BNE, ms. 5586, fols. 35r.-40r.); De los libros del Nuevo Testamento, s. f., (en BNE, ms. 5586, fols. 87v.-92r.); Carta a Luciano Negrón, s. l., s. f. (reprod. en J. Paradinas, op. cit., págs. 301-302); Cartas inéditas de Pedro de Valencia al P. José de Sigüenza, s. l., s. f. [ed. en G. Antolín, La Ciudad de Dios (LCD), XLI (1896), págs. 341-350; XLII y XLIII (1897), págs. 127-135 y págs. 354-358 y 436-441, respect.].

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