Franco Francés.
Durante la Revolución francesa, el franco fue reintroducido el 7 de abril de 1795 como moneda nacional por el gobierno de la Convención Nacional, como unidad decimal de 4,5 gr. de plata fina.
Con la creación del franco de oro en 1803, las unidades de oro y plata circularon legalmente, la razón de los valores de los dos metales era de 1 a 15,1. A finales de 1865, Francia, Italia, Suiza y Bélgica crearon la Unión Monetaria Latina, que fijó sus respectivas monedas a un estándar de 4,5 gr. de plata o 0,290322 de oro basado en el franco francés y con una libre circulación entre éstos países. Ésta unión funcionó prácticamente, con sucesivas incorporaciones de algunos otros países cercanos, hasta comienzos del siglo XX.
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Se cuentan entre las monedas más apreciadas del mundo. Y llevan en su anverso la palabra ‘VIGO’. Fueron acuñadas en 1703 en Londres, por orden de la reina Ana y bajo supervisión del científico Isaac Newton. Y son ahora una singular pieza de coleccionismo: la última de oro fue subastada en la casa Bonnington en noviembre de 2016 y se pagaron por ella 330.000 euros. Aunque es posible encontrarlas en plata por un precio en torno a los 2.500 euros.Dos de estas históricas monedas pueden verse estos días en la exposición Jules Verne: los límites de la imaginación en el museo Marco, en la calle del Príncipe. Porque fueron acuñadas con el mismo tesoro que el capitán Nemo rescata en el estrecho de Rande en el capítulo titulado La bahía de Vigo, de la novela 20.000 leguas de viaje submarino En el valor de estas piezas, hay una enorme diferencia entre las de oro y plata, ya que las primeras son muy escasas. Los galeones hundidos en Vigo en 1702 transportaban un inmenso cargamento de plata del Potosí, pero en comparación apenas llevaban oro. Y el botín inglés reflejó esta disparidad. Apenas fueron acuñadas 20 monedas de oro, de 42 gramos cada una y con valor de cinco guineas. En su cara llevaban la efigie de la Reina Ana y la palabra Vigo en capitulares. Solo quince de ellas están actualmente localizadas. Por esta rareza, la subasta de 2016 alcanzó los 330.000 euros mientras que una anterior, en 2012, subió hasta los 336.000. Por el contrario, las monedas de plata son mucho más baratas. Más de cien veces más económicas. De hecho, es posible comprarlas en portales especializados de Internet por unos 2.500 euros, aunque hay ejemplares mejor conservados por los que piden más de 6.000. Incluso existen unidades sin certificar que están a la venta por entre 250 y 800 euros, aunque en este caso no se puede asegurar que no se trate de una falsificación, por muy exacta que sea.La historia de estas monedas nos habla de la histórica batalla de Rande, pero contiene otras curiosidades que las hacen piezas de culto. La principal es que están directamente emparentadas con el padre de la gravitación universal: Isaac Newton. Cuando la Flota de la Plata arde en Vigo en 1702, se cumplen 15 años desde que el mundo ha conocido la que probablemente sea la obra científica más importante de la historia: sus Principia Mathematica. Pero tres lustros más tarde, Newton ya apenas se dedica a la ciencia. Abandona la Universidad de Cambridge y es elegido parlamentario en 1689. Desde entonces, se consagra a la política y ya no habrá más grandes aportaciones a la ciencia. En 1696, acepta el puesto de director de la Moneda, con despacho en la Torre de Londres. Tras la victoria en Vigo de la armada británica de Sir George Rooke, Newton recibe el encargo de contabilizar estos tesoros. Y así lo hace, aunque ni de lejos serán tan enormes como asegura The Daily Courant, el primer periódico diario de la historia, que acaba de salir en Londres ese mismo año. Encontramos los documentos firmados por Newton en la Biblioteca Británica. En ellos, el científico va haciendo la contabilidad del tesoro de Vigo. El 28 de enero firma un primer informe: «Habiendo dirigido la Comisión principal de presas por sus órdenes de 17 y 18 de diciembre del año pasado para traer a la Casa de la Moneda de Su Majestad todo el oro, plata o lingotes llevados como presa que se hallasen a bordo de la flota empleada últimamente en la Expedición de Vigo».Newton enumera los tesoros desembarcados, que incluyen oro, plata y piezas de a ocho, junto con objetos variopintos producto del saqueo como «bandejas doradas afiligranadas, copas de coco con pie de plata, pistolas españolas, un platillo dorado de iglesia o dos imágenes con pedestales en caja de cuero». El 15 de febrero escribe un segundo informe, que incluye un tesoro alijado en otro galeón, «siendo parte de la plata apresada de Vigo».Con este material ejecuta el encargo de la reina Ana, a través de una real orden de finales de febrero de 1703, dirigida «a nuestro confiado y estimado Isaac Newton». La cédula comienza mencionando la batalla, «por cuanto hemos sido informados de que varios paquetes de oro, plata o lingotes han sido tomados por nuestra Real Flota en la última expedición en Vigo y traídos a casa como presa». La monarca ordena que la plata de Rande “sea acuñada de cuando en cuando con toda la rapidez conveniente a las monedas actuales de nuestro reino, con la palabra Vigo debajo de nuestras efigies en cada pieza de dicho dinero». La reina Ana desea que la inscripción VIGO en esta acuñación «sea una marca que la distinga del resto de nuestras monedas de oro y plata, y para prolongar hasta la posteridad la memoria de esta acción gloriosa». Desde luego, la última soberana de la casa Estuardo consiguió su propósito de deslumbrar a las generaciones futuras. Porque de aquí saldrán las monedas de oro y plata que hoy son un preciado tesoro de coleccionistas. Y por las que se han llegado a pagar más de trescientos mil euros. El tan buscado Tesoro de Rande sigue existiendo y, desde este miércoles, tiene precio. Nada más y nada menos que 330.000 euros. Ese fue el precio con el que fue vendida en una casa de subastas inglesas una moneda acuñada en 1703 con el oro que la flota anglo-holandesa se llevó de Vigo tras la famosa batalla. La casa de subastas Borningtons anunció este jueves que ha batido su récord de ventas con la moneda "Vigo" de la Reina Ana, una pieza única que fue acuñada en 1703 y localizada hace menos de un mes por casualidad entre una colección particular. La moneda salió a subasta por 225.000 libras y alcanzó finalmente las 280.000 libras (unos 330.000 euros), por lo que se ha convertido en la venta más alta de la casa tras el cuadro "Oil on canvas", obra de Winston Churchill, que fue comprado por 203.000 libras (237.000 euros) el pasado mes de julio. La historia de la moneda salió a la luz el pasado mes de octubre cuando el diario británico "The Telegraph" publicó el hallazgo. Según el periódico, pertenecía a una colección particular que había pasado de generación en generación. Los niños de una familia de la localidad de Bishop’s tenían aquella moneda con la que habían jugado durante años tras ser regalada por su abuelo, un hombre que consiguió una amplia colección durante sus viajes por todo el mundo. La bolsa con las piezas estaba guardada en la vivienda hasta que el nieto decidió llevarlas a tasar. Según la casa de subastas londinense, el joven explicó que el abuelo le había dado "una bolsa de monedas para que jugase al tesoro del pirata. Con el tiempo, pasaron a unas cajas y fueron olvidadas. Las redescubrí cuando él murió. Volví a mirarlas, las puse en un pequeño cofre del tesoro y se las di a mi hijo. Mi pequeño jugaba con ellas como yo muchos años atrás". La gran mayoría de aquellas monedas apenas tenían valor, pero una de ellas era una joya. Se trataba de una pieza con el nombre de "Vigo" y la figura de la reina Ana de Inglaterra. Había sido acuñada en 1703, un año después de que la flota anglo-holandesa derrotase a la hispano-francesa en Rande. Del botín que los ingleses lograron llevarse a su país se acuñaron tan solo 20 monedas con 3,4 kilos de oro y, según Borningtons, tan solo seis de ellas han salido a la venta en los últimos 50 años. |
Moneda: 30 sous de perfil octogonal Ceca: Mallorca Finales de Mayo de 1808, reinado de Fernando VII Metal: Plata Peso: 26,67 gr. Fueron plateros mallorquines los autores de estas acuñaciones de sous octogonales. La guerra no permitió el traslado inmediato de la maquinaria adecuada para monedas de perfil circular. Esta emisión de necesidad se refleja igualmente en la ausencia de los elementos compositivos habituales (efigie real), la alteración de los mismos (normalmente el valor monetario se indica en el reverso o el hecho de que en este ejemplar no consten las siglas de Fernando VII) y en una iconografía inestable del escudo de la ciudad. |
MONEDAS ALBANESAS
Hasta 1912, Albania usó la lira turca, ya que formaba parte del Imperio otomano. Tras la independencia, no se introdujo una nueva moneda hasta 1926, debido a un periodo de caos político. Durante este periodo, circularon varias monedas extranjeras, en particular las de la Unión Monetaria Latina. El lek fue introducido en 1926. Al principio hubo cuatro denominaciones en circulación. El lek valía 100 qindar leku mientras que el frang ar (también frank ar) valía 100 kindar ar o 5 lekë. El lek era equivalente a la lira italiana. Las monedas de plata de cinco franga ar acuñadas en 1926 presentan en el anverso el busto de Amet Zogu acompañado de su nombre. Su pureza es mayor que la de las otras monedas albanesas de plata del momento, alcanzando las 900 milésimas. En el reverso está representada una escena agrícola. Un campesino guía una yunta de bueyes uncidos por un yugo de madera, arando así la tierra. Sostiene con su brazo derecho una larga vara con la que apunta firmemente hacia delante. La influencia simbólica italiana, más sutil en este caso, se manifiesta en la utilización de un arado romano, compuesto básicamente de timón (parte delantera de la que tiran los animales), cama (parte curva intermedia), dental (base de la herramienta agrícola), reja (pieza con la que realizar los surcos en la tierra) y esteva (conjunto final que servía al campesino para dominar el artilugio). La postura que tiene el agricultor en la moneda no es realista, pues parece que no le supusiese apenas esfuerzo el trabajo que está realizando. Lo normal sería que se valiese de las dos manos para empujar el arado, haciendo fuerza para que la reja se hundiese bien en el terreno. En cambio va erguido, sobrado de vigor, mirando resueltamente hacia el horizonte, conduciendo el arado con un solo brazo. Se establece cierta identificación metafórica entre Amet Zogu y el campesino del reverso, queriendo transmitir así la idea de que el primero también trabaja con plena confianza por el futuro del país, y como no, con los medios proporcionados por Italia. El campesino viste ropas tradicionales albanesas. Lleva en la cabeza un “qeleshë” o “plisi” (sombrero que en esta imagen tiene forma de cono truncado, pero que también podía ser de tendencia redondeada). El hombre luce “këmishë” (camisa) y “xhaketë” (chaquetilla corta). Su cintura se ciñe con una faja, llamada “brez”. El pantalón, holgado en su parte superior y más apretado en su parte inferior, recibe el nombre de “tirq”. Las sandalias apuntadas de cuero son las “opinga”. Otra prenda masculina típica de Albania, que no sale en la moneda, es la “fustanella”, falda corta y con volante plisado. Las mayores similitudes de los diferentes trajes regionales que se usaron en Albania hay que buscarlas principalmente en Grecia, dato que señala la larga trayectoria histórica de contactos culturales entre ambos territorios. La imagen elegida mezcla elementos clasicistas, como el arado romano (sin temer el dar la impresión de atraso tecnológico), con otros étnicos, como la vestimenta del agricultor. |
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