La Casa de Velasco.
La Casa de Velasco es un linaje nobiliario español cuyos miembros más destacados ocuparon algunos de los cargos más altos de la administración del Reino de Castilla y del Imperio Español. Originado en la edad media, su rama más encumbrada ostentó el cargo hereditario de condestable de Castilla, así como el posterior ducado de Frías, uno de los primeros en recibir la grandeza de España del emperador Carlos V en 1520. En América ocuparon también los cargos de virrey de la Nueva España y del Perú, así como la presidencia del Consejo de Indias.
Escudo de Armas
| Jaquelado; ocho escaques o jaqueles de oro y siete escaques con veros de plata y azur. |
En su versión original: jaquelado de quince piezas de oro y veros (al uso de la casa de Nava, por ascendencia astur-leonesa).
Rama de los condestables: jaquelado de quince piezas de oro y veros, y bordura componada de Castilla y León. En la capilla del Condestable de la catedral de Burgos hay un ejemplo de estas armas, donde la bordura ocupa casi la mitad de la superficie del escudo, y los compones se reducen a ocho, los compones de Castilla en cruz, los de León en aspa.
Origen legendario
Los cronistas que narraban las mitologías genealógicas, hacían a los Velasco descender de un caballero visigodo apodado «el Velasco» por su destreza domando de las velas de navegación. Este mismo caballero, según la leyenda, estaría presente en el legendario desembarco de Laredo y establecería su casa solar en el Valle de Mena, o según otras fuentes en Carasa (en el barrio de Angustina, donde se encuentra la Casa del Pico de Velasco). Sin embargo, la mayoría de las crónicas de los siglos xiii y xiv aseguraban que los Velasco eran descendientes de Fernán González, primer conde de Castilla, lo que justificaría el posterior uso del patronímico «Fernández».
Origen documentado
El mote «Velasco» existe desde la alta edad media como nombre propio, creando gran confusión al encontrarlo en fuentes documentales no relacionadas con el linaje. Sin embargo, es desde el año 976, cuando aparece la primera referencia documental que hace mención al mote de Velasco como apellido o indicación de linaje, en el Codex Emilianensis del monasterio de San Millán. En dicho codex (año 976) aparece un Velascvs, claramente relacionado con unas escrituras de donaciones al mismo monasterio correspondientes al año 1096, cuando se documenta a su nieto Diego Díaz de Velasco junto a su mujer Anderquina. El documento se refiere a la donación de los Palacios de Tripiano, una iglesia, varias casas, y una hacienda en Alvín. Diego Díaz, aparece mencionado junto a sus hermanas Ticla Díaz, mujer de Lope Íñiguez, II señor de Vizcaya, a Elvira Díaz, mujer del conde Gonzalo Salvadórez, así como sus padres, Sancha Díaz, sucesora de su padre Diego Ruiz (de Velasco), y Diego Álvarez, señor de Oca (hijo segundo de Álvaro Rodríguez, señor de la Casa de Nava, ricohombre del rey Fernando IV de León, y de María Peláez), perteneciente al linaje de los astures, como descendientes por línea recta del rey Ramiro III de León.
Los Velasco bajo la Dinastía de Borgoña
La ascendencia de los Velasco hizo que se vincularan inicialmente a la Corona de León, donde establecieron sus primeros señoríos. Un hijo de Diego Díaz llamado Sancho Díaz de Velasco, contrajo matrimonio con su prima, Inés Pérez de Asturias, hija de Pedro Rodríguez de Asturias. Su hijo Díaz Sánchez de Velasco, luchó en la Batalla de las Navas de Tolosa en 1212, y el hijo de este, Sancho Díaz de Velasco, fue ricohombre y merino mayor de Castilla en torno al 1242, en el reinado de Fernando III. El mismo se documenta junto a otros ricoshombres que se rebelan contra Alfonso X el Sabio, encabezados por el infante Felipe, y cuya gesta es conocida como la Rebelión Nobiliaria de 1272. Del matrimonio de este último con Guiomar de Castro, descendiente del rey Alfonso VII de Castilla, nacería otro Sancho Sánchez de Velasco, adelantado mayor del Reino de Castilla y justicia mayor de la Casa del Rey, quien recibiría el señorío de Medina de Pomar, cabeza de su extenso estado que incluía ya los señoríos del Valle de Soba, el Valle de Ruesga, la Puebla de Arganzón, y otros en las Asturias de Santillana. Junto a su mujer Sancha Carrillo Osorio fundó el Monasterio de Santa Clara en Medina de Pomar, primer enterramiento de su linaje. Hijo de Sancho, fue Fernán Sánchez de Velasco, quien sucedió a su padre en el cargo de adelantado mayor de Castilla, lo que consolidó su posición en la corte, además, contrajo matrimonio con Mayor de Castañeda, señora de los Palacios y Casa de los Siete Infantes, como descendiente del rey Alfonso IX de León y de la reina Berenguela de Castilla, siendo su padre, Diego Gómez de Castañeda, primo segundo de Alfonso XI de Castilla. Fernán Sánchez luchó en el Sitio de Algeciras, donde encontró la muerte.
Los Velasco bajo la Dinastía de Trastámara
Fue bajo la dinastía de Trastámara que el linaje de Velasco encontró su mayor cuota de poder, tras haber apoyado al bando del rey Enrique II de Castilla en la guerra civil contra su hermano Pedro I. Fue Pedro Fernández de Velasco, hijo de Fernán Sánchez de Velasco y Mayor de Castañeda, quien consiguió el cargo palaciego hereditario de camarero mayor del rey, cargo que ejercería en el reinado de Enrique II y en el de Juan I, y que su hijo Juan Fernández de Velasco ocuparía en el reinado de Enrique III, además de la ricohombría de la que habían gozado ya varios de sus antecesores. Hijo del anterior con María de Solier fue Pedro Fernández de Velasco, heredero y sucesor de su padre en todos sus señoríos y cargos palaciegos, y primer agraciado con el título de conde de Haro en 1430 por parte del rey Enrique II de Castilla, dando lugar a la famosa línea de los condestables de Castilla y duques de Frías que perduró hasta el siglo xviii (pasando luego a los linajes de Pacheco, Téllez-Girón y finalmente Soto, con excepción del condestablado que fue abolido por el rey Felipe V).
Biografía
Fernández de Velasco, Pedro. Conde de Haro (I). ?, 1390 – Medina de Pomar (Burgos), 1470. Noble, camarero mayor, mecenas. Miembro de uno de los más importantes linajes nobiliarios de la Baja Edad Media castellana, era hijo de Juan Fernández de Velasco, señor de Medina de Pomar y de Briviesca, y de María Solier, señora de Villalpando. Los Velasco, cuyo punto de arranque se hallaba en los límites entre Castilla la Vieja y La Rioja, habían conseguido alcanzar uno de los más destacados puestos, tanto a nivel social como político, a raíz del establecimiento en Castilla de la dinastía de los Trastámara. Pedro Fernández de Velasco contrajo matrimonio con una dama de la alta nobleza castellana, Beatriz Manrique de Lara. Su participación en la vida política se inició en el año 1418, inmediatamente después del fallecimiento de su padre. Aunque tuvo unos comienzos francamente dudosos, finalmente Pedro Fernández de Velasco decidió apoyar al rey Juan II, que le nombró camarero mayor, y a su favorito Álvaro de Luna. Dos años más tarde, en 1420, Pedro Fernández de Velasco recibió otra nueva merced, en esta ocasión el cargo de merino mayor de Castilla. Al final de la década de los veinte, con motivo de la disputa abierta entre el rey de Castilla y los infantes de Aragón, apoyados por su hermano el monarca aragonés Alfonso V el Magnánimo, Fernández de Velasco se encargó de vigilar, desde el punto de vista militar, las fronteras con el vecino reino de Navarra. Como premio a su colaboración con la causa regia, en el año 1429 recibió las villas de Haro y de Belorado. Un año después, en 1430, se le concedió el título de conde de Haro. De ahí deriva la expresión “buen conde de Haro”, con que habitualmente se le conoce. En los años siguientes tuvo Fernández de Velasco alguna disputa con Álvaro de Luna, lo que explica que llegara a ser hecho prisionero, aunque al poco tiempo se le liberó. Restablecidas las paces con la Corte, el de Haro estuvo presente en la boda del príncipe Enrique, futuro rey de Castilla (Enrique IV), con la infanta Blanca de Navarra. Pero su actuación más significativa tuvo lugar unos años después, cuando se enfrentaron en la villa de Olmedo las tropas de Juan II de Castilla contra las de los infantes de Aragón, a los que apoyaban algunos magnates nobiliarios castellanos. Pedro Fernández de Velasco estuvo del lado del rey de Castilla, por lo que salió vencedor de la contienda. Pero en los años siguientes el conde de Haro volvió a pugnar contra Álvaro de Luna, que, como es sabido, fue finalmente degollado. Tras la muerte de Juan II de Castilla, acaecida en el año 1454, Fernández de Velasco estuvo al servicio de Enrique IV. En el año 1462 se otorgó a los Velasco el título de condestable de Castilla. Pero unos años después su actitud fue un tanto ambigua, ya que llegó a mantener contactos con ciertos sectores de la nobleza que se oponían al rey castellano. Al año siguiente del éxito militar obtenido en Olmedo por las tropas realistas, Fernández de Velasco fue premiado con la villa de Frías. Los dominios que controlaba en aquellas fechas el linaje de los Velasco eran excepcionales, pues incluían las localidades de Haro, Arnedo, Frías, Herrera de Pisuerga, Medina de Pomar, Briviesca, Salas de los Infantes, Santo Domingo de Silos, Villalpando, Cuenca de Campos y Tamarite. Por lo demás, todo parece indicar que Fernández de Velasco ejercía, asimismo, una notable influencia en la ciudad de Burgos. El conde de Haro era hombre caracterizado por su piedad religiosa, lo que explica que llegara a fundar diversos monasterios. A él se debe también la creación, en la villa de Medina de Pomar, del Hospital de la Vera Cruz, que fue el lugar en el que falleció. Pero tampoco se debe olvidar que fue él quien elaboró un curioso y amplio texto, conocido como el Seguro de Tordesillas. Se trata de una especie de crónica, sumamente detallada, en la que da cuenta de las conversaciones mantenidas en los años finales de la década de los treinta del siglo xv por los partidos que se hallaban en interminables contiendas, y particularmente en el verano de 1439, en la villa de Tordesillas. Dicha obra, según ha puesto de relieve la profesora norteamericana Nancy F. Marino, editora del citado texto, nos ofrece una auténtica galería de los más importantes “ricoshombres” de la época de Juan II de Castilla. Pero también se puede considerar el Seguro de Tordesillas, como un auténtico “manual de la política ceremonial de la época”, es decir, de la primera mitad del siglo xv. El sucesor de Pedro Fernández de Velasco fue su hijo primogénito, también llamado Pedro.
Obras de ~: Seguro de Tordesillas, Milán, Marco Tvlio Malatesta, 1611 [ed. de N. F. Marino, con el tít. El “Seguro de Tordesillas” del conde de Haro, don Pedro Fernández de Velasco, Valladolid, Universidad, Secretariado de Publicaciones, 1992 (col. Estudios de Historia Medieval, 2)].
Bibl.: L. Suárez Fernández, Castilla, 1350-1406, en R. Menéndez Pidal (dir.), Historia de España, t. XIV, Madrid, Espasa Calpe, 1966; N. Marino, El “Seguro de Tordesillas” del conde de Haro don Pedro Fernández de Velasco, op. cit.
Fernández de Velasco y Manrique, Pedro. Conde de Haro (II). ?, p. t. s. xv – Burgos, I.1492. Primer condestable de Castilla del linaje de los Haro.
Hijo del primer conde de Haro y de su esposa Beatriz Manrique. La primera vez que se le menciona en las Crónicas de su época es en el año 1461, en unos momentos muy delicados en que Enrique IV trataba de negociar con la liga nobiliaria que, desde un año antes, estaba dando pruebas más que evidentes de querer iniciar una revuelta abierta contra el Monarca.
El Rey intentaba desde hacía algún tiempo entablar negociaciones con la liga nobiliaria, al menos de diciembre a marzo de 1461, pero sin conseguir resultado alguno. En el mes de mayo de ese año decidió dar plenos poderes a Juan Pacheco y a su hermano Pedro Girón, a fin de que llegasen a un acuerdo con los nobles. Una primera entrevista, que tuvo lugar entre Sepúlveda y Buitrago, terminó en fracaso. La novedad de esta reunión radicaba en que, por vez primera, aparecía en la escena política del reino Pedro de Velasco, primogénito del conde de Haro. Debió de ser, por tanto, en ese año cuando el conde decidió tomar los hábitos e ingresar en el hospital de la Veracruz de Medina de Pomar. La grave crisis política que se inicia a mediados del año 1464, y los acontecimientos posteriores que desembocaron en la revuelta nobiliaria y la deposición de Enrique IV en Ávila, tuvieron como uno de sus grandes protagonistas al hijo de Haro. En efecto, Pedro Fernández de Velasco formó parte de la comisión que se creó, por imposición de la nobleza, a fines de 1464, y que tenía como finalidad única y exclusiva la reforma de la estructura de la Monarquía.
Del trabajo de esa comisión salió en 1465 la sentencia de Medina del Campo que los nobles trataron de imponer a Enrique IV y que éste se negó a aceptar. El rechazo inicial a la sentencia de Medina del Campo fue el detonante principal que llevó al destronamiento del Monarca y a la guerra civil. El primogénito del conde de Haro, que dudaba entre seguir al pretendiente Alfonso o permanecer fiel al Rey Legitimo, dejó la decisión en manos del concejo de Burgos, que se pronunció por el primero.
Desde entonces, Fernández de Velasco siguió su propia trayectoria política, primero como partidario del príncipe Alfonso, después se pasó al bando de Enrique IV para, finalmente, apoyar las pretensiones al trono de la futura Isabel la Católica. A partir de 1467, por presiones de sus parientes los Mendoza, Pedro de Velasco abandonó al príncipe don Alfonso y se inclinó decididamente por Enrique IV. En ese mismo año peleó con denuedo en el bando real en la batalla de Olmedo.
Tras la muerte de don Alfonso, Pedro de Velasco continuó siendo fiel al Monarca y éste, a su vez, le otorgó su confianza, hasta el punto de que muy poco después, cuando el Soberano emprendió, a instancias de su privado Juan Pacheco, un viaje por la región andaluza, le nombró en 1469 nada menos que virrey en Valladolid, junto con el conde de Benavente, y con plenos poderes para tomar decisiones en los territorios del norte de la Península. Más aún, antes también de partir para Andalucía, Enrique IV le había hecho a Velasco merced de una de las rentas más valiosas de la Corona de Castilla: los diezmos de la mar de la cornisa cantábrica, una magnífica fuente de ingresos, ya que todas las mercancías que, procedentes de Flandes, Inglaterra y en general del ámbito geográfico del Atlántico Norte, entraban por esos puertos, se hallaban gravadas con el diez por ciento de su valor y de igual manera las que salían del reino. Al año siguiente, 1470, por muerte de su padre, se convirtió en el titular de la casa de Velasco. Al hacerse cargo personalmente de la jefatura de la familia, el nuevo conde de Haro, decidido a vender caros sus servicios, se presentó ante el Monarca y le exigió, a cambio de su apoyo, el gobierno de Vizcaya y Guipúzcoa con plenos poderes y el título de virrey. Era un primer paso para hacerse en el futuro, cuando la coyuntura se lo permitiese, con el señorío de estas provincias que consideraba como una prolongación natural de sus propios dominios. Hasta entonces, la expansión de los señoríos familiares por Vizcaya y Guipúzcoa había sido un sueño inalcanzable para los titulares de la casa de Velasco, su meta final siempre posible. Ahora Pedro de Velasco pensaba que ese sueño podía hacerse realidad, y para ello nada mejor que aprovechar la delicada coyuntura política del reino castellano, jugando hábilmente entre los dos bandos enfrentados —el de Enrique IV y el de su hermana Isabel, casada con el príncipe Fernando de Aragón—, para así apoderarse de la codiciada presa. Por lo pronto, Enrique IV, aconsejado por Juan Pacheco, que necesitaba a Velasco como aliado frente a Isabel y Fernando, le confió la gobernación de las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa en calidad de virrey. Desde el principio, las intenciones de Haro en el territorio vasco no estuvieron muy claras, y aunque pudo conseguir pacificar las luchas de bandos, pronto se enfrentó a una cruenta guerra con el conde de Treviño, interesado también por ese señorío, y que estaba apoyado por los vizcaínos.
En mayo de 1471, entre Bilucio y Munguía, cerca de Bermeo, hubo un enfrentamiento entre las huestes de ambos magnates. Del encuentro salió derrotado el conde de Haro: sus ilusiones acabaron en aquel combate.
En 1473, un año antes de morir Enrique IV, Pedro de Velasco recibió del Monarca el oficio de condestable de Castilla, vacante desde el asesinato en Jaén de Miguel Lucas de Iranzo. Ya por entonces, el nuevo condestable, siguiendo el criterio de sus parientes los Mendoza, se estaba inclinando por la causa de los príncipes Isabel y Fernando. La muerte en 1474 de Enrique IV facilitó su decisión. El conde de Haro participó muy activamente en la guerra de sucesión castellana apoyando como Soberanos a los futuros Reyes Católicos. También intervino con sus huestes en la guerra de Granada, sobre todo en la campaña de 1485 que finalizó con la toma de Ronda.
Fernández de Velasco había contraído matrimonio a comienzos de la década de los años cincuenta del siglo xv con Mencía de Mendoza, hija del I marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza. Del matrimonio nacieron siete hijos, dos varones y cinco mujeres: Bernardino, Íñigo, Catalina, María, Leonor, Isabel y Mencía. De los dos varones, el primogénito, Bernardino, sucedió a su padre al frente de la casa de Velasco.
El menor, Íñigo, casaría con María de Tovar, única heredera de ese rico linaje, y sucedió a su vez a su hermano cuando éste falleció en 1512 sin dejar herederos varones legítimos. El II Conde de Haro murió en enero de 1492 en Burgos, tras su regreso de la guerra de Granada. Unos años antes de morir había decidido construir una fastuosa capilla funeraria en la catedral de Burgos. Poco antes de acudir a la llamada de Isabel y Fernando para emprender la fase final de la guerra de Granada, mandó edificar un palacio en Burgos para que le sirviese de residencia principal y fuera lo suficientemente suntuoso como para manifestar, tanto en la fachada como en el interior, la riqueza y el poder que su linaje había acumulado al servicio de la Monarquía a lo largo de varias generaciones.
Este edificio fue y es aún conocido como la Casa del Cordón, llamada así por un original cordón esculpido que enmarca la portada principal. Finalmente, también mandó construir una casa de recreo llamada “de la Vega”, en las afueras de Burgos.
Bibl.: L. Suárez Fernández, Nobleza y Monarquía: puntos de vista sobre la historia política castellana del siglo xv, Valladolid, Universidad, Departamento de Historia Medieval, 1975 (2.ª ed. corr. y aum.); J. Yarza Luaces, Los Reyes Católicos. Paisaje artístico de una monarquía, Madrid, Nerea, 1993; L. Suárez Fernández, Enrique IV de Castilla, la difamación como arma política, Barcelona, Ariel, 2001 (2.ª ed.).
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