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El Palacio de La Magdalena es un edificio situado en la península de la Magdalena, frente a la isla de Mouro, en la ciudad de Santander (Cantabria, España), y que fue construido entre 1909 y 1911, por suscripción popular, para albergar a la familia real española. Obra de los arquitectos Javier González Riancho y Gonzalo Bringas Vega, se enclava en el lugar donde estuvo el antiguo fortín de San Salvador de Hano, que protegía la entrada a la bahía. Costó 700 000 pesetas de 1912 y fue sufragado por el ayuntamiento y un gran número de familias lugareñas que desempeñaron un laborioso micromecenazgo, como las 100 000 pesetas de la Sociedad El Sardinero o las 1000 pesetas de la familia Botín.
Los problemas financieros para poder costear la obra hicieron que la Comisión Ejecutiva llegase incluso a comprar lotería de Navidad para probar suerte, sin éxito. Fue amueblado en 1913, pasando de inmediato a ser residencia de verano del rey Alfonso XIII y su familia, quienes lo ocuparon regularmente hasta la proclamación de la II República. En 1914 fueron proyectadas las caballerizas por González Riancho, las cuales emulan a un poblado inglés medieval con tejados puntiagudos de vertientes pronunciadas, entramados de madera vista, etc.
En 1977 Juan de Borbón vendió el edificio a la ciudad por 150 millones de pesetas a pesar de que éste había sido un regalo de Santander a la casa real. En 1982 fue declarado monumento histórico-artístico. Entre 1993 y 1995 fue rehabilitado por el ayuntamiento de Santander y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que hizo frente a los intereses del préstamo, según proyecto de Luis de la Fuente.
Entrada para carruajes (mitad derecha del alzado noroeste) |
El Palacio de la Magdalena, hogar para los reyes de España.
Decididamente los paisajes con montañas, cumbres nevadas y agrestes valles son de gran belleza. Todo el norte de España cuenta con estos accidentes geográficos, es lo que se llama Cordillera Cantábrica.
Exactamente en el centro del norte de España se encuentra la ciudad de Santander, rodeada por esas hermosas montañas y que cuenta con una gran bahía. La ciudad de Santander en el pasado ha tenido dos accidentes muy graves: en 1893 un barco que transportaba 51 toneladas de dinamita explotó ocasionando que la onda expansiva destruyera una buena parte de la ciudad y, después, en 1941 un gran incendio también causó grandes daños.
Desde siempre, las ciudades que han tenido puerto han querido defender su entrada con castillos o batería de cañones en caso de que un enemigo asome sus narices. La bahía de Santander tiene una grande y muy hermosa península que se llama La Magdalena, rodeada de grandes acantilados. Allí había una batería de cañones para proteger la ciudad y su puerto. Los historiadores no se ponen de acuerdo en cuanto al origen de este nombre, se cree que antaño hubo una iglesia dedicada a María Magdalena, pero nunca se ha encontrado ningún vestigio de esta iglesia.
A mediados de los años XIX los médicos de la época consideraban que los baños de mar eran buenos para la salud. Esto fue durante el reinado de Isabel II de España, de la que haré una crónica en el futuro. Cerca del Santander de aquella época existía una playa llamada El Sardinero y las personas venían a ella para lo que se llamaban “baños de olas”, pues en este lugar las olas son fuertes. Hoy son la bendición de los surfistas. En un viaje que hicieron los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg a Santander, las autoridades de la ciudad les hicieron a los reyes una cena campestre en dicha península de la Magdalena. Entonces se habló de construirles una casa palaciega a los reyes.
La intención del Ayuntamiento era que, al venir los reyes, los ministros, los nobles y todos aquéllos que quisieran estar cerca de sus majestades vinieran a instalarse durante los meses de verano en su ciudad. Se hizo una colecta popular y se llamó a un concurso para diseñar un palacio. Este palacio básicamente responde al estilo de los palacios ingleses de la época. Se había calculado que el costo sería de 500,000 pesetas y finalmente se terminó con 750,000 pesetas.
Pero no fue una mala inversión. A partir de ese momento toda persona que se considerara importante tenía que tener su casa de verano en la ciudad, con la derrama económica que eso generaba. Incluso en el extranjero se le hacía la publicidad a la ciudad con carteles de turismo.
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La reina Victoria Eugenia, que fue tan desgraciada por las múltiples infidelidades de su marido y el desprecio que le demostraba la nobleza española, decía que en la Magdalena ella había pasado sus mejores momentos en España. Incluso ella, que no sentía afecto por ninguna de las costumbres españolas ni por su gastronomía, aquí sí adoptó la muy española costumbre de hacer la siesta en un pequeño sofá que aún se encuentra en el salón principal del palacio. En este salón se puede observar un muy hermoso retrato que le hizo el celebré pintor español Joaquín Sorolla, con mantilla, con los pies cruzados y la mano en la cintura, posición que no es muy apropiada a una señora de su abolengo.
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En 1931, cuando triunfa la Segunda República Española y los reyes abandonan el país, todas sus propiedades son confiscadas y al Palacio de la Magdalena se le da la misión de servir de universidad de verano. Allí impartieron clases todos los grandes de la literatura española de la Generación del 27, incluso García Lorca. Al final de la guerra civil se instaló en este edificio la Universidad Internacional de Verano Menéndez Pelayo, que fue un gran centro de librepensadores en la época del régimen de Francisco Franco y también fue una puerta para que los intelectuales extranjeros vinieran a la muy cerrada España de esos momentos.
A pesar de que los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia tuvieron cinco hijos, fue el tercero, Juan, conde de Barcelona, el heredero al trono principalmente por las enfermedades de sus hermanos. A la muerte de Alfonso XIII, en su testamento legó la mitad del Palacio de la Magdalena al pretendiente al trono y la otra mitad a sus otros hijos. En 1977 la ciudad de Santander compró a don Juan el Palacio por la coqueta suma de 17 millones de pesetas. Aún continuaban los cursos durante el verano.
Como el Palacio está completamente rodeado por el mar era necesaria la presencia de personas que lo mantuvieran abierto y le dieran vida, porque sabemos cuánto sufre una vivienda que no se vive. A partir de los años noventa, y después de una gran remoción, a diario allí se celebran conferencias, exposiciones, la ya mencionada Universidad Internacional de Verano Menéndez Pelayo, visitas guiadas y cada sábado bodas civiles. El Palacio de la Magdalena no solo consta del Palacio en sí, sino que también cuenta con caballerizas que hoy en día sirven de habitaciones para los estudiantes y profesores que vienen durante el verano a las actividades de la Universidad. Durante la Guerra Civil estas caballerizas fueron utilizadas como mazmorras. El Palacio está rodeado por hermosos jardines, aunque hay que decir que, cuando se construyó el Palacio, en la Magdalena no había ni un solo árbol, todos fueron traídos desde las cercanías de Madrid. El Palacio cuenta con pequeñas habitaciones a disposición de la familia real en visita por Santander.
La Magdalena es su maravilloso ejemplo de lo útil que puede resultar para el bien común una obra monumental construida para el uso de unos pocos.
Vista del palacio desde el catamarán que recorre la bahía. |
En la actualidad es considerado uno de los edificios más emblemáticos de Santander y es uno de los principales enclaves turísticos de la ciudad
Historia
Como antigua residencia real, tiene como antecedente la proyección de una anterior en el Sardinero, frustrada por la revolución que estalló en 1868, para fijar con un edificio el veraneo real y burgués que se estaba repitiendo por aquellos años, que promovió el crecimiento de la ciudad. El lugar de La Magdalena no estaba deshumanizado; las excavaciones arqueológicas remontan la presencia humana al siglo I, en época romana, donde se han encontrado unas dársenas y varios objetos. El proyecto de Bringas Vega y González Riancho ganó un concurso convocado por el ayuntamiento. Peter Burke dice del palacio, remontándose a 1912:
Desde ese momento, y hasta el verano de 1930 incluido, el Palacio de la Magdalena de Santander es sede real y punto de atracción social y política para periodistas y políticos, para la vida pública española.
En el marco de las revueltas obreras de 1911 en Santander, el palacio sufrió parones en su construcción debido a las huelgas de sus canteros, no pudiendo ser entregado a la realeza hasta 1912. El rey Alfonso XII era informado puntualmente del progreso de la construcción, y el 21 de enero de 1912 recibió en audiencia a la Comisión (constituida por el presidente de la Diputación provincial, Ramón Pérez Eizaguirre; el alcalde, Ángel Lloreda; el exdiputado a Cortes Pedro Acha y el Dr. Manuel Sánchez Saráchaga) para concretar detalles de la próxima toma de posesión. Una vez concluido el edificio, la propia reina Victoria Eugenia de Battenberg dirigió su amueblamiento y decoración.
Doña Beatriz de Borbón y Battenberg se refiere a los veraneos de la familia real en el palacio de esta manera:
Pero a mí donde más me gustaba ir era al Palacio de la Magdalena en Santander, porque allí éramos más libres, hacíamos una vida completamente como «particulares».Sin embargo, la infanta critica la rehabilitación de finales de siglo, lo que da una idea de las profundas reformas, además de la adecuación para oficinas y salas de reunión, que ha sufrido el edificio como sede de la universidad internacional.Fuimos a Santander, que no había visto desde que nos marchamos en 1931, más de 70 años (...). Vi el Palacio de la Magdalena... el palacio me pareció, ¡un horror...! No me hables... Lo han cambiado, arriba está bien pero abajo no había por qué cambiarlo, porque estaba todo muy simpático. Han hecho una escalera enorme con muchos adornos, no sabes lo horrendo que es, con las puertas de cristales de colores (...). Pero por fuera está igual que antes, ¡fantástico!
Durante la guerra civil española y años más adelante la campa de La Magdalena fue un campo de concentración franquista.
Don Juan de Borbón vendió el palacio al ayuntamiento de Santander en 1977 por 150 millones de pesetas, volviendo así a su propietario inicial, Esta venta se produjo durante el primer mandato de Juan Hormaechea (Alianza Popular) como alcalde electo de Santander, rodeada de fuerte polémica, pues los partidos de izquierda consideraron que fue la propia ciudad de Santander la que regaló dicho inmueble a la Casa Real en 1911. Aunque previamente ya había sido requisado durante el período republicano para instalar la Universidad Internacional, las actividades de ésta se detuvieron durante la Guerra Civil y no recomenzaron hasta 1938, entonces con sede en el hospital de San Rafael.
En 1918 empezaron a impartirse en el palacio cursos de verano, como lo demuestra el convenio con la Universidad de Liverpool. Estos fueron el germen de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, nacida de una original Universidad Internacional de Verano de Santander (23 de agosto de 1932). No obstante, desde abril de 1931, proclamada la República, hasta esa fecha, el palacio permaneció vacío.
La universidad tomó el palacio como sede desde el principio, según el decreto firmado por el entonces presidente de la II República, fruto del empeño del ministro Fernando de los Ríos y Francisco Barnés. Su primer presidente fue Ramón Menéndez Pidal y su primer secretario, Pedro Salinas.
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Tras la Guerra Civil, la Universidad Menéndez Pelayo se instaló en el Hospital de San Rafael, volviendo al palacio a finales de 1949. Desde entonces se han celebrado en el palacio multitud de conferencias y talleres importantes a nivel mundial, exposiciones, certámenes musicales, etc. Un ejemplo de ello es la reunión que en 1952 dio lugar al CEDI.
Arquitectura
El palacio está situado en la península de La Magdalena, un parque periurbano de carácter público que actúa de eje entre los espacios marítimos de El Sardinero y la zona centro, donde destaca el ámbito del paseo y los jardines de Pereda. La península, situada en una de las bocas de la bahía de Santander, destaca por su vegetación boscosa. Cuenta también con una playa, la de La Magdalena, un minizoo y un parque de recreo infantil, así como diversas edificaciones.
Se trata de una obra de estilo ecléctico, que combina influencias inglesas, patentes en la disposición de las masas exteriores, abundancia de las chimeneas, forma de los ventanales, etc., con aportes de estilo francés, como la escalinata de doble tramo de la escalera principal, la asimetría de los cuerpos del edificio, etcétera, además de trazas tomadas de la arquitectura barroca montañesa. Su construcción popularizó un subestilo ecléctico-regionalista en Cantabria, cuyo mayor exponente es el mismo palacio, y que parte del palacio pintoresquista inglés de los Hornillos.
El esquema planimétrico se basa en un cuerpo alargado de 91x21 m, con otro que sale al norte, de 20 m de lado. Sus alzados son asimétricos y la multitud de entrantes y salientes dan la sensación de que consta de varios cuerpos maclados.
Consta de dos entradas, una al norte para carruajes, con pórtico, y otra al sur, que es la principal, con dos torreones de planta octogonal y una escalinata de dobles tramos. El edificio es de piedra de mampostería procedente de Cueto,2 y tiene cubiertas de pizarra. En el interior destacan los salones de recepción que conservan algunos cuadros de interés, de autores como Benedito, Sorolla, Sotomayor, etc.
En la ciudad
La construcción del palacio, desde entonces símbolo de la ciudad, tuvo tres efectos inmediatos: fijar Santander como lugar de veraneo para la alta clase española, difundir su estilo ecléctico montañés-inglés, elevando la calidad de las nuevas arquitecturas de la ciudad, y desviar hacia él el crecimiento urbanístico.
El premiado Plan General de Ensanche Noroeste y Este para Santander, que el propio Lavín firmará en 1910, amplía los efectos urbanos de esta situación y consolida la definitiva inversión de las líneas de crecimiento: la extensión de la ciudad, que no se dirige ya hacia la zona del ensanche en Maliaño ampliando el espacio portuario, sino que se extiendo por los aledaños del Sardinero (...) reflejando la confianza en un futuro económico basado en la actividad turística.
El Palacio de la Magdalena ha sido el mágico talismán que transforma aquellos rincones, urbanizándolos.
Paradigma de este nuevo crecimiento es la Avenida de la Reina Victoria, rodeada de árboles, pequeños jardines y mansiones, situada a gran altura sobre la playa de los Peligros, que une el centro de Santander, bordeando la costa, con la península de la Magdalena y el Sardinero. Así, la crisis portuaria de la ciudad, que vivía del comercio naval, se suplió gracias al auge del turismo.18 Actualmente es un símbolo reconocible de la ciudad.
En los medios
El palacio aparece mencionado en un poema de José Hierro, enamorado de Santander, cuando dice:
La Magdalena. Soles. Sueños.Mil novecientos treinta y nueve,¡comenzar a vivir de nuevo!Y luego ya toda la vida.Y los años que no veremos
Miguel de Unamuno empieza hablando del lugar: «Contemplando desde aquí, desde esta atalaya del peñón costero de la Magdalena, Santander». Treinta y dos de sus poemas fueron recopilados por sus amigos en un libro titulado Cuadernos de la Magdalena, compuestos mientras estaba en la Universidad Internacional de Verano. También es visitado y mencionado por otros autores ilustres, como por ejemplo Manuel Toussaint en Excursiones desde Madrid o el cántabro Gerardo Diego, que lo pone como fondo para algunas de sus escenas.
Complejo de las caballerizas.
El complejo de las caballerizas fue construido por Javier González Riancho en 1914 en torno a una plazoleta, en un terreno llano junto a la playa. Sus cuerpos, a modo de pueblecito rural idealizado con torretas y tejados apuntados no exentos de ciertas trazas georgianas, tienen dos alturas.
Cuando se instaló allí la universidad, fueron convertidas en una residencia de estudiantes. Antes de su cesión a la universidad en 1949, habían sido utilizadas como prisión, que a pesar de no tener malas condiciones higiénicas relativamente, llegó a contener 1.600 reclusos, cuando habían sido planteadas para 600. En 1977, con la compra de la península por el ayuntamiento de Santander, se le permite a la universidad utilizar tanto el palacio como las caballerizas, quedando el resto de la península como parque público municipal.
Hoy la primera planta está dedicada a salas de conferencias modernamente equipadas, con salas de traducción, proyectores, etc. También disponen de comedor.
Universidad
La Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) es una universidad pública española con domicilio social en Madrid y principal sede histórica en Santander. Dispone de otras sedes en Valencia, Barcelona, Cartagena, Cuenca, la Fundación Luis Seoane (La Coruña), Granada, el campus de Huesca de la Universidad de Zaragoza, Sevilla, Tenerife, La Línea de la Concepción y la Fundación para la Investigación del Audiovisual (FIA), Valencia.
La península de La Magdalena.
La península de La Magdalena, también llamada Real Sitio de La Magdalena, se encuentra en la ciudad de Santander (Cantabria, España). Tiene una superficie de 24,5 hectáreas. Fue un regalo de la ciudad de Santander al rey Alfonso XIII, que lo utilizó como residencia de veraneo entre 1912 y 1929. En la actualidad la península es un parque público abierto durante el día.
La península fue el punto estratégico más importante de Santander, dado que controlaba el acceso a la bahía de Santander y por ende a la ciudad. Prueba de ello es la presencia de restos arqueológicos romanos posteriores al siglo I. Así mismo, y debido a su importancia militar, perteneció durante mucho tiempo al ejército. En ella se instalaron la batería de la Cerda y el castillo de San Salvador de Hano, parte importante del sistema de defensas costeras que poseía Santander. En julio de 1812, durante la Guerra de la Independencia, los ingleses, aliados de los españoles, capturan la isla de Mouro, desde donde abaten con fuego granado las defensas tomadas por los franceses, logrando expulsarlos de ellas.
Con posterioridad, la península de La Magdalena volvería a ser propiedad de la ciudad, cuyo Ayuntamiento construyó el palacio para el veraneo de Alfonso XIII mediante suscripción popular entre 1909 y 1911. Posteriormente pasaría a ser sede actual de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Las antiguas caballerizas reales, próximas a la playa de La Magdalena, fueron restauradas y acondicionadas, siendo destinadas a residencia para estudiantes de la universidad durante los cursos.
En ella se encuentran la playa de La Magdalena (cercana a la playa de los Peligros) y la playa de Bikini, el monumento a Félix Rodríguez de la Fuente, las tres carabelas —pertenecientes al museo de la Marina— utilizadas por el navegante cántabro Vital Alsar para rememorar el viaje de Francisco de Orellana en el océano Pacífico y un pequeño zoo gratuito donde se pueden observar patos, pingüinos, leones marinos y focas.
Antiguamente la península carecía de arbolado, pero al pasar a manos de Alfonso XIII, este la hizo repoblar con pino marítimo.
En su campa se celebran cada año eventos como el concursos de hípica o el Día Infantil de Cantabria (primer domingo de junio). Además, el recinto suele ser lugar de eventos musicales y deportivos, como el concurso de polo o la sede del extinto Real Santander Foot-ball Club.
reflejo una época de España, auge de la gran burguesía
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