Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


viernes, 13 de abril de 2012

26.-Sistema monetario de Monarquía Hispana.-a


  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; -Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; Katherine Alejandra Del Carmen  Lafoy Guzmán; 

Las principales monedas


   EQUIVALENCIAS      
Real
Real de vellón
8 escudos320 reales
4 escudos160 reales
2 escudos80 reales
8 reales20 reales
4 reales10 reales
2 reales5 reales
1 real2½ reales
1/2 real1¼ real
8 maravedíes
4 maravedíes
2 maravedíes
1 maravedí

 
 El escudo de oro (1535-1833)
2 Escudo Perú Oro Carlos III de España (1716 -1788)


En 1535 se acuña por primera vez en Barcelona una moneda de oro con un peso de 3,4 gramos y un valor de 350 maravedíes, esta moneda estaba destinada a pagar los gastos de la Expedición a Túnez.
Pero no es hasta el reinado de Felipe II cuando el escudo de oro se convierte en la principal unidad monetaria de todo el territorio español, estando subdividido a su vez en reales y maravedíes. Desde la época de Felipe II hasta tiempos de Fernando VII se acuñan monedas en diferentes metales y denominaciones, pero todas ellas con el escudo como unidad de referencia, ya que éste equivalía bien a 16 reales de plata o a 40 reales de vellón.

Monedas

Las monedas de oro se emitieron con faciales de ½, 1, 2, 4 y 8 escudos. La pieza de 2 escudos era conocida por el nombre de doblón, pues su peso correspondía exactamente al doble que el de la moneda de un escudo, 6,77 gramos de oro. Además de estas monedas también fueron emitidas entre 1809 y 1839 otras similares compuestas del mismo metal, pureza y peso, con valores de 80, 160 y 320 reales de vellón (2, 4 y 8 escudos).
El diseño de estas monedas estaba formado por el busto del monarca reinante en el anverso y por el escudo real en el reverso, además todas llevaban inscrita la letra correspondiente a la ceca en la que se acuñaron. La mayoría de las piezas de oro fueron acuñadas en las cecas de Madrid y Sevilla, y por tanto estas monedas llevaban grabadas bien una M o una S.



   El doblón
Doblón de oro de 8 escudos, acuñado en México el año 1798.
(también denominado excelente​ ) fue una moneda de oro española que equivalía a dos escudos o 32 reales y pesaba 6,77 gramos (0,218 onzas troy). Originalmente el "Doblón" fue llamado así porque representaba un valor igual al de dos excelentes de oro, la moneda introducida en España desde 1497 por los Reyes Católicos, pero posteriormente el nombre de doblón se asignó a prácticamente todas las monedas de oro acuñadas en el imperio español que fuesen de valor igual o superior a dos escudos. Así, existieron el doblón de a cuatro (igual a cuatro escudos, que pesaba 13,5 gramos), o el doblón de a ocho (equivalente a ocho escudos, con un peso de 27 gramos).
Los doblones eran acuñados en España, México, Perú y Nueva Granada. El término «doblón» se utilizó por primera vez para describir al excelente de oro, posiblemente debido a que valía dos ducados o al doble retrato de los Reyes Católicos Fernando e Isabel.

En España, los doblones fueron monedas de curso legal hasta mediados del siglo XIX. En 1859, Isabel II reemplazó al escudo por los reales, como base del doblón; además, sustituyó al doblón de 6,77 g por otro nuevo y más pesado que equivalía a 100 reales y pesaba 8,3771 g (0,268 onzas troy). Los últimos doblones españoles (que indicaban la denominación de 80 reales) fueron acuñados en 1849. Las colonias españolas de México, Perú y Nueva Granada continuaron acuñando doblones luego de independizarse.

Las colonias portuguesas también han acuñado doblones llamados dobrão (con el mismo significado).
En Europa, el doblón se convirtió en el modelo de muchas otras monedas de oro, entre las que se incluyen el Louis d'or francés, la doppia italiana, el duplone suizo, el pistole del norte de Alemania y el Friedrich d'or prusiano.


  
Real de Plata

Se conoce por el nombre de real a dos unidades monetarias distintas acuñadas en plata que circularon, a veces de forma paralela, tanto en la España peninsular como en la de ultramar. La primera moneda acuñada con esa denominación data del siglo XIV por la Corona de Castilla..
El real español era una moneda de plata de 3,35 gramos que empezó a circular en Castilla en el siglo XIV y fue la base del sistema monetario español hasta mediados del siglo XIX. En 1480, durante el reinado de Isabel y Fernando, se fijó su valor en 31 maravedíes.​ 
A partir del año 1497 pasó a valer 34 maravedíes por la Pragmática de Medina del Campo, que estableció en detalle el peso y la cantidad de plata que debía poseer el real acuñado (1 marco de plata = 67 monedas de real),​ además de ordenar la presencia de la sigla del ensayador respectivo en cada moneda, así como la sigla de la ceca (Casa de Moneda) donde fuera acuñada. Su cambio en época de Felipe II seguía siendo de 1 real de plata por 34 maravedíes y, a su vez, 1 escudo de oro por 16 reales de plata. Durante el reinado de Felipe II, entre los años 1556 y 1598, se acuñaron escudos con un peso de 3,4 gramos de oro, cada uno de ellos equivalente a 544 maravedíes.
La Pragmática de 1497 definió además otras dos monedas de plata, submúltiplos del real: el medio real y el octavo de real, este último de forma cuadrada.​ No definió, sin embargo, monedas de plata de valor superior al real. Estas fueron añadidas en el siglo XVI por los sucesores de Isabel y Fernando: Carlos I y Felipe II. Los múltiplos eran las monedas de 2 reales, 4 reales y la conocida y famosa pieza de 8 reales o «real de a 8».


Tamaños relativos de las monedas de plata castellanas, 
entre 1/4 y 8 reales, según un documento de 1657.

Dichas monedas fueron producidas en gran cantidad durante los siglos XVI, XVII y XVIII, no solo en las cecas de la España peninsular sino también y mayormente en las de ultramar, como en las cecas de Ciudad de México, activa desde 1535; Lima, Perú, activa desde 1568; Potosí, Bolivia, activa desde 1574; Bogotá, Colombia, activa desde 1627; Santiago, Chile, activa desde 1749; y Popoyán, Colombia, activa desde 1758. 
Tal abundancia de cecas en diversos lugares y la adecuada ley de plata de sus productos generó que el real español fuese una moneda frecuente de hallar en los mercados mundiales en el periodo entre 1600 y 1800, al punto que el real era utilizado comúnmente como dinero circulante, incluso fuera de los territorios de la monarquía hispánica.

Monedas

Los reales, siempre de plata, fueron emitidos en denominaciones de ¼, ½, 1, 2, 4 y 8 reales.


 
 El maravedí 



Reverso de moneda de 1 maravedí (cobre) de 
Fernando VI con "ceca" de Segovia del año 1747.


Anverso de moneda de 1 maravedí (cobre) de
 Fernando VI con "ceca" de Segovia del año 174

El maravedí fue una antigua moneda española utilizada entre los siglos xii y xix, que también fue empleada como unidad de cuenta.
el maravedi fue una moneda de cobre de curso legal, durante edad moderna en España que, con sucesivas acuñaciones, estuvo vigente desde los Reyes Católicos hasta la primera reforma en el sistema monetario de Isabel II (1474-1854).
Los valores más usuales fueron monedas “de a uno”, “de a dos”, “de a cuatro”, “de a ocho” y de dieciséis maravedís. Fueron acuñadas en distintas cecas durante los reinados de Isabel y Fernando, Juana y Carlos, Carlos I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV, Carlos II, Felipe V, Luis I (dada la brevedad de su reinado no llegó a acuñar maravedís, aunque sí Treseta, Dobler, Real y Escudo), Fernando VI, Carlos III, Carlos IV, José Napoleón, Fernando VII e Isabel II.


IMAGEN DEL PODER EN LA MONEDA MODERNA

RESUMEN

El presente artículo analiza el uso que el Estado emisor hizo de la imagen monetaria como elemento de propaganda política a lo largo de la Edad Moderna. Para ello se examina la evolución de la moneda en Francia, Inglaterra y Castilla en consonancia con las circunstancias histórica. Se estudia el significado y progresiva implantación del retrato del gobernante en los estados europeos y se valora la función desempeñada por los escudos heráldicos.

La segunda mitad del siglo XV supone para Europa un período de vigoroso crecimiento y de modificación de estructuras en todos los órdenes. Es un momento de ansias renovadoras, perceptibles en todos los terrenos, incluida la moneda, que exigen una serie de cambios. Se observa un auge del individualismo, que dotará a los europeos de un espíritu emprendedor desconocido hasta entonces y que tendrá reflejo manifiesto en la nueva imagen de la moneda. En la misma línea se sitúa la recuperación de la Antigüedad Clásica que propugnaron los humanistas. Factores decisivos son, asimismo, el gran impulso comercial y el desarrollo de nuevas técnicas en el mundo de los negocios. El extraordinario dinamismo de los circuitos internacionales y oceánicos fue determinante en las transformaciones económicas, sociales y políticas de la Europa del Renacimiento y, por supuesto, en la renovación experimentada por la moneda europea, una de cuyas más visibles manifestaciones es la creación de pie-zas más pesadas, con mayor contenido metálico y, por ello, con poder adquisitivo superior. 
El progreso técnico fue otra de las realidades evidentes de los primeros años de la Modernidad. La técnica atrajo a los poderes públicos y formó parte integrante de la cultura; baste recordar nombres tan ilustres como los de Donatello, Leonardo da Vinci, Alberto Durero o Bramante, autor este último de uno de los primeros ensayos de acuñación con la técnica del volante, que no culminaría en este momento en la fabricación de monedas, pero que tendría aplicación efectiva y práctica tiempo después, ya en el siglo XVII. El progreso técnico permitió sensibles avances en tres campos vitales de la historia europea del momento y, al mismo tiempo, esenciales para la comprensión dela nueva realidad monetaria: la minería, la metalurgia y la navegación.
 Avances en la minería y en la metalurgia permitieron el descubrimiento y puesta en explotación de nuevos yacimientos de metales preciosos, la reapertura de otros que parecían agota-dos o poco rentables y, en general, un mejor aprovechamiento de las minas. Los notabilísimos adelantos en la construcción naval y en el arte de navegar posibilitaron los grandes viajes de descubrimiento y la instauración de relaciones regulares con Amé-rica y el Extremo Oriente. Estos factores propiciaron el incremento de la producción de las riquísimas minas de plata centro europeas, el acceso de los portugueses a las fuentes del oro centro africano merced a su comercio en el golfo de Guinea y, especialmente, el descubrimiento y explotación por parte de los españoles de las minas americanas que ofrecerán ingentes cantidades de plata al Viejo Mundo.
La nueva realidad cultural, económica y comercial coincidió con un proceso de consolidación de los estados territoriales y de las monarquías nacionales. Se pro-dujo la unificación de los territorios de la Península Ibérica, con la excepción de Portugal, Francia consiguió mayor homogeneidad, con la incorporación de Provenza en1481 y Bretaña en 1532, las Islas Británicas experimentaron un proceso similar, si bien más tardío, y en Centro europa los Habsburgo contaron con un enorme poder territorial. Progresivamente se fue rompiendo la división medieval y la mayor parte de los gobiernos nacionales tuvieron la aspiración de extender su autoridad efectiva,mediante una administración eficaz y estimulando adhesiones incondicionales entre sus súbditos. 
Eso tuvo reflejo en una nueva imagen del príncipe, perfectamente descrita por Maquiavelo, quien definió al gobernante del Renacimiento como un líder independiente que confiaba en sus cualidades y que recurría a la legitimación divina y hereditaria de sus cargos, hábilmente transmitida a través de la propaganda dinástica. En conjunto la potenciación de las monarquías y de sus gobernantes resulta evidente en los albores del Renacimiento y en ello la moneda, como tendremos ocasión de comprobar, jugó un papel importante, siendo utilizada por los príncipes para la difusión de sus propios intereses propagandísticos. Los soberanos buscaron la creación de sentimientos favorables a su poder, pretendieron provocar en los súbditos el gusto por el orden y la jerarquía y favorecer la adhesión a su persona. 

Para la consecución de este fin utilizaron diversos medios; uno de ellos fue la moneda, aun-que ésta no haya sido demasiado tenida en cuenta por la crítica historiográfica modernista hasta los últimos años, cuando diversas investigaciones procedentes del ámbito de la Numismática han mostrado el importante valor propagandístico que tienen los tipos monetarios.
Las sociedades de la Europa Moderna están monetarizadas de forma casi to-tal, lo cual responde a las nuevas necesidades comerciales, al notable crecimiento delas ciudades y, en fin, al desarrollo del Estado moderno. Eso permite la potenciación del papel jugado por la moneda, pues ésta penetra en todos los ámbitos de la sociedad, desde los más elevados hasta los más humildes, estos últimos en tantas ocasiones de la Historia al margen de las realidades monetarias.El contexto descrito es el que propicia y en el que se enmarcan los profundos cambios monetarios que se experimentan en la Europa Moderna. Transformación que descansa en un hecho fundamental que explica la utilización propagandística dela moneda: ésta es una prerrogativa esencial de la soberanía, es el Estado el único con potestad para emitirla y para decidir sus características, que, lógicamente, se adaptana las necesidades e intereses del propio Estado.
 Por ello, los motivos y leyendas que aparecen en el numario circulante están representando al Estado, que los seleccionará de acuerdo a sus intereses políticos y a su utilidad comunicativa. Éste será el objeto de análisis en el presente artículo: los cambios monetarios que caracterizan la Edad Moderna, pero especialmente los externos, que serán los que nos pongan en relación con la evidente utilización que el Estado hace del circulante metálico en estos siglos, como venía sucediendo desde prácticamente los inicios de la amonedación,allá por un lejano siglo VII a.C. Obviamente resulta imposible en un número de hojas adaptado a lo que dicta la prudencia hacer una revisión de toda la moneda europea;por ello me centraré y tomaré como modelo, esencialmente, los cambios planteados en tres Estados: Castilla, Inglaterra y Francia.

I. LOS PRIMEROS CAMBIOS

Los cambios se sintetizan en dos hechos fundamentales: la potenciación del bimetalismo oro-plata heredado de la Baja Edad Media, con la creación de grandes múltiplos de metal precioso, tanto en oro como en plata, y la introducción y progresiva imposición del retrato del gobernante en los numerarios de los diferentes estados europeos. En relación con esto último ha de tenerse en cuenta que ya en la Edad Media se había grabado la imagen del gobernante en la moneda, pero siempre con la intención de representar a la institución, es decir al Rey o al Señor, pero no al personaje físico concreto; lo que distingue el retrato renacentista es la búsqueda de la realidad, el ser un retrato que podemos calificar de realista, que reproduce fielmente los rasgos físicos de la persona representada. Eso es resultado de un nuevo concepto de individuo, de una nueva forma de arte y quizá también de unos intereses políticos muy concretos.
El Renacimiento produjo el redescubrimiento de la Antigüedad Clásica, lle-vado casi a términos de veneración. Las nuevas monedas que portan retratos pretenden una vuelta a esa Antigüedad Clásica recuperando uno de los elementos más significativos de la moneda romana, como era la imagen física del Emperador en su anverso. Este hecho cultural se combina con el culto al individualismo tan propio del Humanismo, con un pensamiento que reivindica al hombre como centro del Universo.A ello se añaden factores políticos importantísimos, pues la moneda es un magnífico instrumento de propaganda política, utilizado casi desde su nacimiento por los esta-dos emisores. Se trata de una herramienta de comunicación de enorme importanciaal servicio del poder. 

Las posibilidades al respecto se multiplican en la Edad Moderna por la penetración de la moneda en prácticamente todos los estratos de la sociedad.El retrato juega un papel propagandístico evidente. Mostrar la imagen del gobernante tiene siempre una intención de marcar la centralización del poder en su persona; es un elemento de representación individual e individualizadora, de exaltación de un personaje concreto y, por tanto, un símbolo idóneo para ese príncipe descrito por Maquiavelo. La moneda, en este caso el retrato, contribuye a la legitimación del poder del gobernante. Se convierte en uno de los elementos difusores más importantes de la imagen del príncipe entre sus súbditos y a través de la imagen monetal se tiende a fomentar un sentimiento de adhesión y una aureola de prestigio hacia él. 
Se convierte, en definitiva, en un medio de propaganda dinástica. Estos factores explican el realismo que caracteriza el retrato monetario de la Edad Moderna; se trata de un retrato fisionómico, a diferencia del medieval que es simbólico, que busca la máxima perfección, si bien son frecuentes los retoques idealizantes o aquellos tendentes amostrar alguna particularidad en interés del representado. Según Travaini, también la gran difusión del coleccionismo de monedas que se experimenta en esta época hubo de tener una influencia notable en la asunción de este signo de poder personal,sin duda inspirado en las monedas del Imperio Romano, que además ofrece un magnífico modelo de estado centralizado, con un príncipe que cuenta con un poder prácticamente absoluto.En muchas ocasiones, los retratos irán acompañados de símbolos que realzan esa idea de gobernante con poder omnímodo que se pretende ofrecer. Es muy frecuente el uso de la corona, signo evidente de la realeza y del poder real. En otras el motivo de inspiración es el Imperio romano, con retratos llamados a la antigua o a la heroica, donde los atributos están tomados de los emperadores de la antigua Roma.Probablemente el más significativo sea la corona de laurel, si bien no el único, pues también se encuentra el uso de la coraza o el manto. El empleo de estos atributos imperiales supone una clara exaltación del monarca, le vinculan con los emperadores romanos, modelo evidente de gobernante centralizador y con poder cuasi absoluto.En su mayor parte, los atributos elegidos, la laurea, la coraza, el manto, nos ponen en relación con triunfo militar.Como en tantas otras cosas de la cultura europea, el origen de los cambios tuvo lugar en Italia. 
Tradicionalmente se ha considerado que los primeros retratos monetarios corresponden a los ducados emitidos por Francesco Sforza a partir de 1462, pero si seguimos las investigaciones de Philip Grierson y Lucia Travaini, esto se adelantaría unos años, pues dichos autores consideran que el primer retrato corresponde Ferdinando I en ducados del reino de Nápoles, batidos, de acuerdo a una cronología dictada por criterios numismáticos, entre 1458 y 1459, si bien la primera mención documental al ducado napolitano se data en 1465. Corresponda a uno o a otro la primacía, las circunstancias históricas explican perfectamente en ambos casos las razones para la asunción de este símbolo de poder personal.En Nápoles, después de la muerte de su padre, Alfonso V, Ferdinando deseaba reforzar lo más posible su derecho al trono, amenazado por las reivindicaciones dela rama angevina, el rechazo de buena parte de la nobleza napolitana y la oposición de importantes estados como Francia y Aragón. 

El retrato era una forma de mostrar,difundir y afianzar su soberanía y su derecho al trono. A eso se une la particularidad de que la corte napolitana era frecuentada por notables humanistas y artistas, entre ellos Pisanello, el célebre autor de la primera medalla, con el retrato de Juan VIII Paleólogo, y que el rey Alfonso V era un notable coleccionista de monedas romanas imperiales, por lo que no resulta extraño que su hijo adoptara el retrato como imagen de sus monedas.

Francesco Sforza no es considerado un príncipe humanista, con lo que puede conducir a extrañeza su asunción del retrato en fechas tan tempranas. Sin embargo, Burckhardt habló de él como el hombre que probablemente, de todos los italianos,vivió con mayor plenitud de acuerdo al espíritu del siglo XV y añadió que en nadie se manifestó como en él el triunfo del genio y la valía individual. Su modo de acceder al poder, recibiendo la herencia de Filippo Maria Visconti, con cuya hija se había desposado y a quien había servido como condottiero, puede contribuir a explicar su iniciati-va de introducir su retrato. Sería un modo de dar propaganda a su poder y de recabar su legitimidad. Parece que fue el humanista Constantino Lascaris quien le dio la idea de hacer representar su imagen en las monedas, según se hacía en la Antigüedad;probablemente Francesco vio el retrato como un símbolo idóneo, y perfectamentea comodable al espíritu de los Sforza, para la representación de un príncipe que había obtenido el poder, partiendo desde un origen humilde, por sus cualidades personales y no por herencia. 
Esto también pudo venir inspirado por las monedas napolitanas, alas que el milanés estaría imitando, si seguimos la tesis de Grierson y Travaini, quienes, como antes señalé, anticipan la cronología de las monedas con retrato de estereino. El reverso de estas piezas está en la misma línea, recabar la legitimidad al poder; de ahí que el tipo continúe la línea de las emisiones de los Visconti, es decir el duque en armas cabalgando, portando sobre el pecho la bicha, armas de los Visconti y representativas del ducado. De esta forma, entronca con los anteriores gobernantes y la representación sirve para indicar que el duque encarna y representa al Estado,cuyas armas figuran sobre su pecho.

Pese a que los precedentes son en monedas de oro, será en el numerario de plata en el que se manifieste de forma clara y permanente, con continuidad en el tiempo, la introducción del retrato; además, en muchos casos, será utilizado como signo distintivo de las monedas del nuevo sistema que ya podemos considerar propio de la Edad Moderna, es decir los múltiplos de plata. En 1472 Venecia decide emitir una nueva moneda argéntea con valor de una lira, tradicional unidad de cuenta italiana, con la intención de cubrir la excesiva distancia de valor entre el  grosso de plata y el ducado de oro. Como en el caso del oro, Grierson y Travaini consideran que la primacía es también napolitana, basándose en el aspecto juvenil del retrato de Ferdinando I en un raro doble carlino que consideran el primer testón (c. 7,2 grs.) al atribuirlo a 1459, si bien esta moneda no se prolongó en el tiempo, a diferencia de loque sucedió con el busto en los ducados de oro y sus múltiplos. Sí tuvo permanencia la imagen del rey en el coronato carlino de plata ,aunque esta pieza incorpora tal novedad iconográfica a partir de 1472, extendiéndola también a las nuevas mone-das de cobre, los cavallos.

La moneda veneciana es la llamada Lira Tron (6,52 grs.). Porta en el anverso la imagen del Dogo Nicolo Tron. La presencia del retrato fue considerado un atentado a las libertades republicanas, tan arraigadas en Venecia, provocando un decreto del gobierno de Venecia, tras la muerte del Dogo en 1473, que prohibía en adelante la representación retratística de perfil ocupando todo el campo de la moneda, adoptando a partir de ese momento el tipo del Dogo arrodillado delante de San Marcos.
En 1474 el duque de Milán, Galeazzo María Sforza, crea una moneda de plata de peso superior (9,78 grs.) a sus predecesoras, es la lira o grossone; por ello es novedosa en el contexto europeo.
 
La nueva moneda constituía un complemento adecuado al sistema monetario como divisor del ducado de oro. Su característica iconográfica más evidente es que porta en el anverso la testa del duque, por lo que fue popular-mente llamado testone. Es un tipo moneda propio de la Modernidad, que se irá extendiendo por toda Europa y servirá de modelo a otros estados, que irán introduciendo en sus sistemas monetarios monedas de plata con un peso comprendido aproximadamente entre los siete y los nueve gramos.
La moneda de Milán se adapta perfectamente al nuevo espíritu renacentista,probablemente en mayor medida que sus predecesoras. Los Sforza fueron grandes mecenas de las artes; Galeazzo María hizo venir a su corte a muy notables artistas,entre ellos Bramante, y un diseño de Leonardo inspiró su retrato monetario. En esa línea buscó la máxima perfección artística en sus monedas, línea continuada por sus sucesores, entre los que destaca Ludovico el Moro, uno de los príncipes más influyen-tes de su época, quien ofrece algunos de los más bellos retratos monetarios del Renacimiento, quizá realizados siguiendo el modelo de un diseño de un discípulo de Leo-nardo da Vinci, Ambrogio di Predis.
 La belleza será algo pretendido conscientemente, dado que la moneda reflejaba el prestigio de quien la emitía, de ahí que se busca-sen magníficos grabadores que elaborasen los cuños. Los retratos resultantes soncapaces de representar la personalidad de Ludovico, ofreciendo una impresión de persona osada, arrogante, altiva y consciente de su propio valor, rasgos que resumen magistralmente su carácter. De hecho, uno de los elementos buscados por el retrato renacentista no es sólo la representación realista del gobernante, sino también recoger su expresión psicológica. El reverso de estas nuevas piezas continúa la tradición medieval, caracterizándose por la presencia de la heráldica, como será propio de la mayor parte de las monedas de la Edad Moderna. A través de los escudos de armas se realiza también una notable propaganda política. Los reyes mediante las armas de dominio represen-tan los territorios, señoríos, tierras y reinos que poseen, es decir sintetizan sus pose-siones territoriales patrimoniales, que les pertenecen por sus legítimos derechos dinásticos. 

En el caso milanés, Galeazzo Maria Sforza emplea en ducados y testones la representación de un escudo con la bicha, emblema heráldico que ya se había hecho propio de los Sforza al ser utilizado por Francesco, y en los medios testones un escudo cuartelado con la bicha y el águila alusiva al Imperio, por ser el Milanesado unfeudo imperial, conjunción heráldica que mantendrán sus sucesores.El siguiente paso en la evolución de la moneda moderna se dio en la zona del Tirol. Allí el archiduque Segismundo (1439-1490) creó en 1486 una gran moneda de plata (31,7 grs.), que multiplicaba por tres o cuatro el peso de todas las hasta ahora conocidas y que adquirió un valor equivalente a la unidad de oro bajomedieval, el  gulden, delo cual se deriva su nombre inicial, guldengroschen  guldiner . Su uso tenía una utilidad evidente por la enorme disponibilidad de metal, merced a la explotación minera del Tiroly al descubrimiento de grandes yacimientos argentíferos en el Schwaz, mientras que eloro tenía que ser importado. 
Fue la primera gran moneda de plata europea. El  guldiner de Segismundo es novedoso desde el punto de vista del sistema, pero desde el de los tipos es una moneda claramente medieval. Portó en el anverso la representación de cuerpo entero del archiduque con armadura, cetro y corona y en el reverso Segismundo a caballo rodeado por sus blasones de armas. Esto, a pesar de que Segismundo ya estaba emitiendo piezas del modelo italiano del testón, el pfunder  , que desde 1483 portaban su retrato, constituyendo la primera representación retratística que apareció en una moneda alemana. El  guldiner es una moneda de importancia enorme que revoluciona el sistema monetario europeo culminando los precedentes originarios de Italia y respondiendo a claras necesidades comerciales y económicas que tienen correspondencia con una oferta suficiente de metal.

La difusión del guldiner   fue rápida en toda la zona alemana, gracias a la citada riqueza minera de la zona y a la situación geográfica privilegiada del Tirol al ser punto de unión comercial entre Italia y Alemania. Con el tiempo, esta gran moneda también asumió la gran novedad renacentista procedente de Italia, incluyendo el retrato del gobernante en el anverso. Lo encontramos ya en 1500 en las emisiones del Elector de Sajonia Federico III. Pieza magnífica que porta no sólo su retrato, sino también el de su tío Alber-to, sustituido después de 1500 por el hijo de éste, Jorge, y el de su hermano Juan, corre-gentes. Estamos, una vez más, ante un personaje amante y gran mecenas de las artes que sabemos hizo llamar a Lucas Cranach el Viejo para diseñar sus monedas honoríficas y de placer y quien recurrió para el grabado de sus cuños monetarios a magníficos artistas,como Hans Krug y Hans Krafft.

En Francia la incorporación a las novedades procedentes de Italia se produjo durante el período de Luis XII (1498-1515). Desde el reinado anterior, el de CarlosVIII, los contactos con Italia habían sido intensos como consecuencia de las campañas militares, política continuada por Luis XII, quien tomó Milán en 1500. Eso sirvió para incrementar el comercio con Italia y para que las ideas renacentistas fueran penetrandolentamente en Francia. En 1514, cuando Luis XII decidió acuñar nuevas monedas de plata de peso superior, afluía suficiente metal más allá del Rhodano para poderlas batir;junto al aumento de oferta metálica había una demanda de ese tipo monetal debido a la prosperidad económica francesa y al activo comercio. Tales piezas asumieron un peso similar al de las italianas (9,57 grs.) y fueron también llamadas testones. Con ellas LuisXII, quien había impuesto su retrato hacía ya tiempo sobre monedas de Asti, Milán,Génova y Saboya, introdujo este elemento de poder personal en el numerario francés.Los reversos muestran el tipo heráldico habitual de la Monarquía francesa, característico de toda la Edad Moderna, el escudo formado por las tres flores de lis, símbolo de la unidad e identidad nacional desde la guerra de los Cien Años.

La representación de Luis XII no alcanzó la enorme calidad artística de las ita-lianas, sin duda debido a la poca costumbre y pericia de los grabadores franceses para modelar retratos. En el reinado siguiente continuó la mala factura de la mayor parte de los bustos monetarios, si bien el espíritu humanista de Francisco I atrajo a la corte parisina a autores como Benvenutto Cellini o Matteo dal Nasarro, con la evidente intención de mejorar el arte monetario francés y que, sin duda, influyeron en los grabadores de cuños franceses. Además de esas pretensiones de mejora de la calidad artística, Francisco I protagonizó un hecho simbólico importante, se trata del cierre de la corona que cubre lacabeza de su retrato en los testones emitidos a partir de 1535. Es un hecho significativo por cuanto el único que tenía derecho a portar la corona cerrada era el Emperador; su asunción por el rey de Francia supuso un signo indicativo de la no aceptación del poder imperial y de marcar su absoluta soberanía sobre su reino; es la expresión gráfica de la célebre frase rex est imperator in regno suo. Obviamente esto respondía a teorías políticas que arrancaban del siglo XIII, pero el enfrentamiento de Francisco I con Carlos V constituirá ahora una razón suficiente para trasladar este símbolo a las monedas. Esta novedad se prolongó en el tiempo y a partir de aquí cuando el retrato regio esté coronado, la corona será siempre cerrada.

En 1547, año de la subida al trono de Enrique II, Marc Bechot, formado en Italia y discípulo de Matteo dal Nasarro, ingresó como Grabador General en la casa de la moneda de París, cargo de nueva creación que pretendía obtener una mayor uniformidad en los cuños, incorporando a los grabados el estilo artístico de su maestro. En este reinado se introdujo, además, el retrato laureado y generalmente con coraza, el llamado retrato ala heroica, buscando una mayor exaltación del monarca. Será una costumbre que ya nointerrumpirán los sucesivos monarcas franceses.En lo referente a la plata, Francia siguió los caminos marcados por Italia, pe-ro en el oro, protagonizará una aportación en el sistema que poco a poco irá siendo asumida por el resto de estados, novedad que marca el paso de lo medieval a lo moderno, si bien, según la opinión de Grierson, ese paso viene dado no tanto por la reducción de la ley, aportación francesa como ahora veremos, sino por la creación de múltiplos que tiene lugar en los últimos años del siglo XV, con la instauración de piezas como el soberano inglés en 1489 o los dobles ducados italianos.
 Uno de los puntos básicos de la política monetaria de Francisco I consistió en otorgar una nueva ley a la moneda de oro, 23 quilates (958 milésimas), pureza inferior a las piezas heredadas de la Edad Media y a las acuñadas por el resto de países europeos, con un peso de 3,44grs. para la unidad; es el llamado escudo del sol. La finalidad era obtener ingresos gracias a esa reducción, ya que con ella se fomentaría el flujo áureo, dentro de una política diseñada por el cardenal de Lorena consistente en dar a la moneda de oro un valor oficial superior al que tenía como metal. Se pretendía atraer la moneda de los países vecinos,fundirla y acuñar la suya, de menor ley, para obtener, así, un importante beneficio. Esalgo que encaja a la perfección con las ideas mercantilistas, en plena expansión durante estos años, y que perturbó hondamente la circulación monetaria de los estados vecinos, especialmente Castilla, que vieron como su oro comenzaba a ser atraído hacia el reino francés.Desde el punto de vista externo, el nuevo escudo se caracteriza por la ausencia de retrato. Tipológicamente no ofrece novedades con respecto a sus preceden-tes de ley superior, sin duda con la intención de intentar aparentar continuidad en relación con ellos. La novedad del renacimiento italiano no se incorporó a la moneda de oro hasta después, manteniéndose los tipos heráldicos heredados del mundo medieval. Fue Enrique II quien en 1549 introdujo por primera vez el retrato, graba-do por Marc Bechot, en la moneda áurea francesa, si bien esta tipología cesó después de su reinado.

Las novedades alcanzaron también Inglaterra. En 1503, Enrique VII emitió el testoon (c. 9,13 grs.), el equivalente inglés del testón italiano. Fue la primera pieza inglesa con el retrato de un soberano, obra de un notable grabador de origen flamenco, Alexander de Brugsal, considerado como el padre del retrato monetario inglés;es uno de los más renombrados retratos monetarios ingleses, pese a no alcanzar la magnificencia de las obras italianas. La innovación del retrato en Inglaterra, al igual que en Francia, está limitada en sus inicios a las piezas de plata. En ésta, además,Enrique VII presenta la novedad de la corona cerrada, al estilo de la corona imperial.Es el primer monarca inglés que la emplea y, como en el caso antes descrito referente a Francisco I de Francia, la intención es mostrar la absoluta soberanía del rey inglés y su no sumisión a la autoridad imperial. La situación histórica contribuye a explicar la causa para que Enrique VII asuma el símbolo del retrato, más allá de la influencia cultural; fue el monarca que finalizó la guerra de las Dos Rosas, al vencer a Ricardo III en el batalla de Bosworth y solucionando para siempre el problema dinástico. Asimismo, fue un rey que potenció notablemente el poder monárquico. 

Desde el puntode vista heráldico, en el reverso se combinan los leopardos Plantagenet con las floresde lis francesas. Como es de sobra conocido, los escudos se configuran de acuerdo alas leyes dinásticas y son los derechos patrimoniales los que rigen su composición. Lapresencia de las armas de Plantagenet incide en la vinculación del rey con la tradicional casa real inglesa; no en vano, bajo su reinado se integraron las dos ramas enfrentadas durante tantos años, los Lancaster y los York, en la línea Tudor, después del matrimonio de Enrique con Isabel de York, eliminando de esta manera cualquier posible discordia en la futura sucesión. En cuanto a las lises, los reyes ingleses se consideraban legítimos monarcas de Francia desde la reclamación de sus derechos por parte de Eduardo III en 1337, que fue el motivo de inicio de la guerra de los Cien años; esa fue la causa para que cuartelasen su escudo con las flores de lis, asumiendo un claro sentido reivindicativo. Esto se mantuvo en el escudo inglés nada menos que hasta 1802. La leyenda de reverso, POSVI DEVM ADIVTOREM MEVM (hago que Dios me ayude), es significativa, pues otorga una trascendencia divina a la labor del monarca.

El testoon  de Enrique VII fue un ensayo que no logró imponerse en la circulación, si bien el retrato comenzó a ser utilizado en otras piezas de plata, como el  groat y el medio groat . La implantación del testoon  tuvo lugar más tarde, reinando ya Enrique VIII, quien comenzó a emitirlo en 1544. Es un reinado en el que el retrato ya es algo habitual en todo el numerario de plata, siguiendo lo iniciado por su padre, en sus últimas emisiones. No en vano será en estos años cuando penetre realmente en Inglaterra el espíritu del Humanismo y del Renacimiento, con nombres tan ilustres como los de John Colet y Thomas Moro, en directa relación con los otros grandes humanistas europeos, Guillaume Budé y Erasmo. Enrique VIII es considerado un príncipe típico del Renacimiento, amante de las letras y de las artes, por lo cual no es extraño que sea en este momento cuando se generalice el retrato en las series argénteas. El testoon, más adelante conocido como chelín, presenta un nuevo retrato, carac-terizado por estar de frente, coronado y con barba.

El reinado de Enrique VIII fue también protagonista de la introducción de lamoneda de oro moderna en 1526, merced a la actividad del cardenal Thomas Wolsey, arzobispo de York, ministro de finanzas, gran canciller y primer consejero del rey, quien diseñó una reforma monetaria que pretendía asimilar las monedas inglesas a las europeas, tomando especialmente las francesas como modelo. El objetivo era evitar que estas piezas siguieran penetrando en el mercado inglés, extrayendo de él las inglesas, de superior calidad, dado que el crecimiento del valor del oro había hecho que la moneda inglesa de este metal estuviese infravalorada. Siguiendo el ejemplo del escudo del sol francés,redujo la pureza, creando la corona de la rosa (3,69 grs.). Porta como tipos el escudo real, surmontado por una corona y la rosa Tudor, ya utilizada antes por Enrique VII en piezas áureas, como el soberano y el ryal, con el escudo heráldico sobre ella. Esta pieza no fue excesivamente bien recibida en sus inicios y tuvo una emisión escasa y discontinua; por ello se hizo necesaria una ligera reducción de peso, dando lugar a la llamada corona de la doble rosa (3,23 grs.), variación que sirvió para asentarla de manera definitiva en el mercado inglés.



Esta moneda, además de la titulación regia, portaba una remarcable inscripción a continuación del nombre: RUTILANS ROSA SINE SPINA, que compara al rey Enrique con la brillante rosa sin espina y que aparece también en algunas emisiones de plata, sin el término RUTILANS. Este lema se prolongó en el tiempo y se mantuvo en los reinados de sus sucesores. Es muy significativo y digno de destacar el tipo de anverso,que da lugar al nombre de la moneda, pues esas dos rosas aluden a la unión de las casas de Lancaster y York, las dos rosas, en una sola, la rosa Tudor; representan por tanto la unión dinástica que cerró para siempre el sempiterno problema sucesorio inglés y las consiguientes luchas dinásticas.

II. LA CONSOLIDACIÓN: POTENCIACIÓN DEL BIMETALISMO.

1. Castilla

Obviamente las novedades descritas llegaron a Castilla. Fue precisamente la Monarquía Hispánica, quien, mediante el sistema monetario castellano, potenció y dio una difusión sin precedentes al sistema bimetálico que alumbra los albores de la Edad Moderna. La primera novedad afectó al oro. El sistema áureo heredado estaba basado en el ducado medieval, donde curiosamente, quizá por lo tardío de su incorporación al sistema castellano, en 1497, se introdujeron los retratos afrontados de ambos monarcas, con un escudo heráldico formado por las armas de Castilla y Corona de Aragón, claro elemento propagandístico y difusor de la unión de reinos. Sin embargo, esta moneda, pasados algunos años, resultó problemática debido a los cambios que habían tenido lugar en el contexto monetario europeo. Ya señalé como la reducción del fino de la divisa áurea francesa fomentó la extracción del oro castellano más allá de los Pirineos. En 1535 Carlos I cedió a los repetidos requerimientos de las Cortes y, con ocasión de la expedición a Túnez, decidió acuñar escudos imperiales de 22 quilates para financiarla. Fueron batidos en Barcelona con metal recibido desde Sevilla y circula-ron únicamente en los lugares por los que discurrió la expedición. Esta medida, pese a lo esporádico de su aplicación, tiene trascendencia pues sirvió de ensayo para la futura incorporación del escudo al sistema castellano. Fue en las Cortes de Valladolid de 1537 cuando Carlos I decidió la creación de una nueva moneda, la corona o escudo, de ley de22 quilates y peso de 3,38 grs. 

Con ello, Castilla abandonaba el patrón áureo medieval heredado de los Reyes Católicos, consistente en el excelente de la granada o ducado y se incorporaba a la nueva corriente, iniciada por Francia, de divisas de ley inferior.El cambio de sistema llevó aparejado el de los tipos. Curiosamente en Castilla la evolución fue a la inversa que en Europa, si bien la lógica está presente en el oro por el deseo de asimilarse lo más posible a la moneda francesa. Los escudos optaron por buscarla similitud con su gran competidor, el escudo francés. Eso dio lugar a tipos heráldicos y ala paradoja de que mientras la mayor parte de los estados europeos incorporaban el retrato del príncipe a los anversos de sus monedas, Castilla lo abandonó. De cualquier modo, la carga simbólica y propagandística del escudo es mucha, En el anverso se situó el escudo heráldico con las armas reales heredadas delos Reyes Católicos a las que se añadieron la cruz de Jerusalén, representativa de el reino de Nápoles, y las cadenas de Navarra, territorios conquistados por Fernando el Católico, símbolos que en los siguientes reinados desaparecerán. Su presencia está justificada ahora por el interés especial por parte de Carlos I de difundir sus derechos a la posesión, por herencia materna, de zonas en conflicto con Francisco I y disputadas por éste. Como es perfectamente conocido, Navarra fue un tradicional foco de enfrentamiento entre ambos monarcas. Por otro lado, también son sabidas las aspiraciones de Francisco I sobre el reino napolitano, territorio tradicional de litigio entre España y Francia. La cruz de Jerusalén ocupa también el tipo del reverso.La leyenda incide en las mismas cuestiones; alude a Carlos y Juana como HISPANIARUM REGES SICILIAE. Es la primera ocasión en la que se usa el título “Hispaniarum Rex”, pues la titulación de los Reyes Católicos consistió en la simple adición de los reinos. 
Reyes Carlos y Juana.


Su inclusión ahora obedece al deseo de simbolizar la unidad de sus dominios, frente a las pretensiones francesas sobre Navarra, siguiendo la línea mar-cada por su abuelo Fernando cuando en 1512 encargó a su embajador en el Imperio que explicara la anexión, alegando que dicha conquista había sido indispensable para cerrar la idea de España”. 

En cuanto a la mención del reino de Sicilia ha de enmarcarse, al igual que la cruz de Jerusalén, en el contexto del enfrentamiento con Francisco I en el sur de Italia. Estos tipos serán los propios del oro durante todo el período de vigencia dela Casa de Austria, con la modificación del escudo de anverso. En la llamada pragmática de la Nueva Estampa (1566) Felipe II dispuso que se grabara el escudo grande de la Monarquía, incluyendo en él por primera vez sus territorios patrimoniales que funden la herencia castellana con la procedente del norte de Europa a través de Felipe el Hermoso, marido de la reina Juana. Así en la parte superior se disponen las armas peninsulares, correspondientes a Castilla, León, Aragón y Aragón-Sicilia, añadiéndose a partir de 1580 las quinas propias de Portugal; en la inferior figuran las de Austria, Borgoña “moderno”, Borgoña antiguo y Brabante, sobre el todo escudete partido de Flandes y Tirol. Se elimina la alusión a Navarra. Las armas y el título de rey de Navarra seguían siendo empleados por los Borbones franceses y su exclusión del escudo hispano quizá esté relacionada con los escrúpulos que Felipe II manifestó acerca de la incorporación de aquel reino, pues los legítimos derechos sucesorios no correspondían a los Habsburgo, si bien los motivos estratégicos y políticos primaron sobre los dinásticos y nunca renunció al territorio. En el reverso se mantuvo la cruz de Jerusalén.

La gran aportación hispana en el sistema áureo será la sucesiva incorporación de múltiplos, que contarán con similar tipología a la descrita. En el reinado de Felipe II se crearon los doblones (escudo de a dos) y los doblones de a cuatro. La primera pieza, el doblón, llamado
 pistolle  en Francia, alcanzó extraordinaria difusión en el continente europeo y fue imitado por diversos países. Su alto poder adquisitivo y relativamente reducido módulo y peso hizo de ella una moneda sumamente manejable y práctica en el tránsito comercial. En los primeros años del siglo XVII se empezó a batir la onza o doblón de a ocho, magnífica pieza de unos 27 grs. de peso teórico, que se convirtió en la mayor divisa europea del momento. Sin duda, una moneda de estas características fue posible por el gran volumen comercial y tránsito financie-ro de la Monarquía Hispánica y por la disponibilidad de oferta de metal.En plata, también es en el reinado de Carlos I cuando la moneda castellana asume una moneda del módulo del thaler, será el real de a ocho, múltiplo del viejo real medieval. Esta pieza responde a una necesidad clara: la de disponer de una divisa argéntea de alto valor que sirviera de medidor económico adecuado en un contexto de importante incremento del tránsito comercial, lo cual provocó que el oro, metal que tradicionalmente había desempeñado ese papel, no pudiera hacerlo en solitario.La sustitución del oro por la plata como medidor de la gran circulación mercantil mundial se produjo precisamente a mediados del siglo XVI, en coincidencia con la regularización en la fábrica y uso del real de a ocho. Obviamente el control ejercido por Castilla de la ruta americana, que empezaba a aportar cantidades muy notables de plata, en continuo crecimiento desde los años 30 del siglo XVI, jugó un importante papel y permitió la acuñación masiva de estas piezas. 

El papel preponderante de Castilla en el panorama mundial, con ingentes gastos militares que provocaron la abundancia de su moneda en los principales centros de negocios europeos, además de la calidad y estabilidad del real de a ocho, hizo el resto para convertirlo en la principal divisa del comercio internacional. La importancia que para la Monarquía Hispánica tuvo esta moneda y la extraordinaria difusión que alcanzó se plasman en la resistencia que siempre tuvieron los monarcas españoles a alterar sus características. El real de a ocho mantuvo sus particularidades absolutamente invariables hasta 1686, a diferencia de lo que sucedió con sus homónimas europeas que fueron adaptándose a la situación del merca-do de metales y a las necesidades financieras del estado.Lo curioso de la plata castellana es que, a diferencia de la europea, e incluso dela emitida en los estados de la Corona de Aragón y en otras posesiones de la Monarquía Hispánica, no introdujo en el anverso el retrato del gobernante. Mantuvo las características heráldicas. Ello, probablemente, vino motivado por ser una multiplicación de la moneda de plata medieval, el real. 
El afán de continuidad llevó aparejado el mantenimiento de tipos, hasta el extremo de que los primeros reales de a ocho, emitidos durante el reinado de Carlos I y los inicios del de Felipe II, mantuvieron la tipología e intitulación de los Reyes Católicos. Cuando Felipe II estableció un nuevo diseño en 1566 conservó la pre-eminencia de la heráldica y en el anverso se introdujo el mismo escudo señalado para las piezas de oro. Es un hecho a destacar, pues no debe olvidarse que eran las armas del rey de España, en las que quedaban consignadas todas sus posesiones territoriales, y que estas monedas tenían una extensísima circulación que sobrepasaba con mucho las fronteras de Castilla, con lo cual el papel propagandístico que jugaban era importante. No debe ser olvidado que potencias rivales como Inglaterra, Francia u Holanda las emplearon sin rubor. La misma utilización de este escudo es muestra y está relacionada con la internacionalización de la moneda. En el reverso se grabó un cuartelado de castillos y leones, armas heráldicas del reino de Castilla y León, indicando la adscripción a dicho reino. Las leyendas reiteran el nombre del monarca y sutitulación.


La no presencia del retrato es una particularidad de la moneda castellana en el contexto europeo que se mantiene hasta el siglo XVIII, con algunas excepciones. La razón para no emplear este signo personal quizá resida en que Castilla era el centro neurálgico de la Monarquía Hispánica. La heráldica supone otro signo de referencia

que permite dar a conocer otro tipo de mensajes y que además es mucho más sencillo de ejecutar para el grabador de cuños. En Castilla era donde habitualmente residía el monarca, especialmente a partir del reinado de Felipe II. Por ello, el numerario castellano, que, como antes cité, adquirió carácter de divisa internacional en el siglo XVI,fue utilizado para difundir el enorme poder territorial de la Monarquía Hispánica, esa unión de reinos donde nunca se ponía el sol. Para cumplir ese objetivo la representación heráldica era idónea, mucho más apropiada que el retrato. 

Quizá la situación pueda ser mejor comprendida mediante la cita de un párrafo del Código de
Las Partidas  dedicado al respeto debido a los signos del rey: 

“la imagen del rey, como su sello en que está su figura, e la señal que trae otrosí en sus armas, e su moneda, e su carta,en que se nombra su nome, que todas estas cosas deven ser mucho honradas, porque son en su remembrança do él non está”

En cierta medida se asimila el escudo heráldico al retrato, las armas reales representan al rey mismo y se convirtieron en un sustitutivo de su propia imagen; son el símbolo perfecto del poder soberano del rey y sirven mucho mejor que el retrato a la intención de representar y difundir el poder territorial. El busto sí es grabado en las monedas de la Monarquía Hispánica enotros territorios, en aquellos en los que el monarca está ausente, cuyas monedas,además, no tienen tendencia a salir de su territorio.

II.2. Inglaterra

Con este sistema bimetalista de grandes múltiplos que acabo de describir,Castilla, merced a la gran difusión de su sistema monetario, ofreció el modelo que irán asumiendo el resto de estados europeos. En 1551, el monarca inglés Eduardo VI(1547-1553) acometió una profunda reforma del numerario de su reino, que incluyó la creación de una moneda de plata de gran módulo (31,59 grs.). Es el acta de nacimiento de la corona, nombre adoptado para dar a entender que la moneda de plata tenía el mismo valor que la pieza homónima de oro. Inglaterra se sumaba, de esta forma, a la corriente europea, dictada por el thaler y, especialmente, por el real de a ocho, de acuñar grandes piezas argénteas con un valor similar al de la unidad áurea del sistema. A pesar de que el retrato era ya algo extendido en todo el numerario inglés de plata, la nueva pieza no tomará ese signo de poder personal, sino la imagen del monarca a caballo, si bien en los divisores sí se mantendrá la representación regia personalizada.

El oro, según antes referí, había permanecido ajeno inicialmente a la nueva moda del retrato renacentista, pero poco a poco este signo de poder personal se fue generalizando también en la moneda áurea. Será Eduardo VI el primero en utilizarlo.En concreto en emisiones de los divisores del soberano a partir de 1548, si bien no será aún algo habitual y sólo se encuentra en escasas series. Su sucesora, Isabel I, ya impuso su retrato coronado, a partir de 1558, sobre las coronas de oro, precisamente aquellas piezas áureas que se habían adaptado a las novedades europeas, manteniendo los tipos tradicionales, heredados de época medieval, para el resto de monedas de oro,el soberano, el ryal y el angel, como también hará su sucesor, Jacobo I.
En el reinado de éste último tiene lugar un interesante cambio heráldico a partir de 1604, muy significativo acerca del uso de los tipos monetarios por parte del poder. Jacobo, hijo de María Estuardo, reunió bajo su corona los territorios de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Se trata de un hecho de trascendencia notable que rápidamente quedó incorporado al escudo de armas presente en las monedas. Asimismo fue atestiguado por las leyendas que recogen la titulación del monarca. A través de ellas se proclamó MAG-NAE BRITANNIAE REX, a partir del segundo año de su reinado. El rey mostró notableinterés en la utilización de las monedas para difundir la nueva unidad política. Así lo acreditan leyendas como FACIAM EOS IN GENTEM UNAM (les haré un solo pueblo),TUEATUR UNITA DEUS (Dios protege a los que fueron reunidos) o, añadiendo un matizde trascendencia histórica conectándose con el iniciador de la rama Tudor y la consiguiente unión dinástica que tuvo lugar en los últimos años del siglo XV, HENRICUS ROSAS REGNA JACOBUS (Enrique reunió las Rosas, Jacobo los reinos); se constata además una inscripción que recuerda enormemente al numerario castellano, utilizada mucho antes, en tiempo de los Reyes Católicos, QUAE DEUS CONIUNXIT NEMO SEPARET (Lo que Dios unió no lo separe nadie); esta leyenda otorga a la unión la legitimación divina, al igual que habían hecho los Reyes Católicos con su matrimonio, incorporando a la moneda una frase inspirada en los Evangelios.Por otra parte, la mejora estética de la moneda es altamente significativa en es-tos años iniciales del siglo XVII, con magníficos retratos. Éstos, como los de sus antecesores, siguen siendo coronados, pero en 1619 las coronas y sus divisores adoptan el estilo romano, con laurea, coraza y manto. 
Este tipo de retrato hará que las coronas de oro de Jacobo I sean conocidas popularmente como laurel . Que esta forma de representación se inicie en Inglaterra con Jacobo I no es casual, pues este monarca es un claro representan-te del absolutismo y, como tal, gobernó como rey absoluto por derecho divino. La representación a la antigua, como un emperador romano, no hace otra cosa que incidir en tal concepción del poder.
 
Carlos I no aporta inicialmente sensibles novedades respecto a la amonedación de su padre, si bien son de destacar sus magníficos retratos, que vuelven a ser coronado sen su totalidad, muy vinculados con el arte barroco, alguno de los cuales recuerda al muy famoso realizado por el pintor Van Dyck. Se busca la perfección estética, como forma de una mejor exaltación del monarca. Especialmente interesante resulta el período de la guerra civil, iniciada en agosto de 1642, debido a la utilización propagandística que se hace la moneda. Carlos I emplea el mensaje monetal con la clara intención de reafirmar su poder. Pretende mostrar la procedencia divina de éste, la legalidad de su reinado y la vinculación con su pueblo. Con ese fin utiliza las leyendas de algunas de las moneda semitidas: 

CHRISTO AUSPICE REGNO (El reino está bajo la protección de Cristo), IUSTI-TIA THRONUM FIRMAT (La Justicia refuerza el Trono), o AMOR POPULI PRAESIDIUMREGIS (el amor del pueblo es la protección del rey). 

También son muy significativos algunos tipos.

 Destacan especialmente los de la corona de plata, en los que se representa al rey a caballo, como había sido habitual desde Eduardo VI, si bien ahora se introduce la variante de ser el fondo un campo de batalla cubierto de armas, evidente alusión a la situación bélica. En estas piezas, además, se recoge la famosa declaración realizada por el rey en Wellington en 1642, en la cual prometió luchar por la libertad de la fe protestante,las leyes de Inglaterra y la independencia del Parlamento, sintetizada en la leyenda REL(igio) PRO(testantium) LEG(es) ANGL(iae) & LIBER(tas) PAR(liamenti); por ello es conocido como el tipo de la Declaración. Ésta queda reforzada al estar rodeada por una leyenda religiosa muy adecuada al período bélico que se vivía, EXVRGAT DEVS DISSI-PENTVR INIMICI (Dios se levanta sus enemigos desaparecen), inscripción que obvia-mente recaba el apoyo divino para la causa real.
 
Visión completamente distinta presentan, como es lógico, las emisiones del Parlamento. En el otoño de 1649, después de la proclamación de la república en mayo de ese año, se decidió que las monedas emitidas por la Torre de Londres, en poder del Parlamento desde 1642, debían adoptar un aspecto nuevo conforme al espíritu republicano,pues hasta entonces habían seguido siendo batidas con el busto de Carlos I. Se fijó un tipo único para todas las monedas, cuya ausencia de ornamentación recoge perfectamente el espíritu puritano. En el anverso la cruz de San Jorge, representativa de Inglaterra, dentro de una corona de palma y olivo, y en el reverso el mismo escudo acompañado de otro con la lira de Irlanda. Se trata de motivos heráldicos que no se corresponden con las armas delos reyes, sino con los territorios, por tanto no dinásticos, exaltando y reafirmando el espíritu republicano. Las leyendas también sirven a fines políticos. 
La del anverso es la mención a la Commonwealth como poder político emisor, y la del reverso demanda la ayuda divina para el nuevo orden político, GOD WITH US, primera leyenda en inglés, quedó exaltado mediante una emisión de 1656, obra de Thomas Simon. Cromwell había conseguido un enorme poder en diciembre de 1653, sólo sometido al doble control de un Consejo de 20 miembros, todos ellos leales a él, y de un Parlamento totalmente dócil. 
Fruto de ello son unas emisiones, caracterizadas por el uso del retrato y en las que el deseo de vincularse con las monedas reales parece evidente. El retrato del anverso es tratado a la manera de un monarca, mientras que en el escudo elimina las armas dinásticas, para poner en su lugar las representativas de los reinos, ya utilizadas en las emisiones anteriores, San Jorge, cruz de San Andrés (Escocia) y el arpa de Irlanda; en el centro un escusón con un  Recibió este título, y con él un poder casi absoluto, el 16 de diciembre de 1653.
Una moneda de oro de 50 chelines emitida a nombre de Oliver Cromwell 



historia de la moneda



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