(Fidel Alejandro Castro Ruz; Mayarí, Holguín, 1926 - La Habana, 2016) Revolucionario y estadista cubano. Tras liderar la triunfante Revolución cubana de 1959, que agrupó a un amplio espectro de sectores sociales y formaciones políticas contra la servil y corrupta dictadura de Fulgencio Batista, Fidel Castro emprendió de inmediato una política de signo socializante que incluyó la reforma agraria y la expropiación de los bienes de las compañías norteamericanas. La presión de Estados Unidos, que apoyó en 1961 un frustrado intento de invasión de la isla, llevó a Castro a radicalizar sus posturas y a solicitar ayuda a la URSS, y aunque el desenlace de la llamada Crisis de los misiles (1962) aseguró la pervivencia de la Revolución, socavó también su independencia, dejando al país alineado en la órbita soviética. Con el apoyo de la Unión Soviética y del bloque socialista, y a costa de las libertades ciudadanas y de los sacrificios impuestos a la población, Fidel Castro pudo superar las inmensas dificultades que supuso el bloqueo estadounidense, y siguiendo los modelos de planificación comunista logró reseñables avances sociales (educación, sanidad), si bien el desarrollo económico fue exiguo. Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la subsidiada economía de la isla padeció una gravísima crisis; pese a ello, la Cuba castrista figuró entre los pocos regímenes comunistas que sobrevivieron al derrumbe de la URSS. Con la salud debilitada, Fidel transfirió el poder a su hermano Raúl Castro en 2008, casi cincuenta años después del triunfo de aquella revolución en que habían sido compañeros de armas. Biografía Procedente de una familia de hacendados gallegos, Fidel Castro estudió derecho en la Universidad de La Habana, por la que se doctoró en 1950. Su ideología izquierdista le llevó a participar desde muy joven en actividades revolucionarias, como la sublevación contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en Santo Domingo (1947); el fracaso de la misma motivó su exilio en México. Vuelto a Cuba, militó en el Partido del Pueblo Cubano, y pocos años después retomó su actividad revolucionaria, esta vez contra la férrea dictadura instaurada en 1952, tras un golpe de Estado, por general Fulgencio Batista (1952-1958), que puso el país al servicio de su propio provecho y de los intereses norteamericanos. Su primer intento fue el asalto al Cuartel de Moncada en Santiago de Cuba (1953), que se saldó con un fracaso: el cuartel no llegó a ser tomado y la acción no provocó la esperada insurrección popular. Pese al descalabro militar, Castro se anotó una victoria política, ya que aquel acto dio a sus protagonistas una gran popularidad que se vio acrecentada durante el juicio subsiguiente, en el que Castro se defendió a sí mismo y aprovechó para pronunciar un extenso alegato político («La Historia me absolverá»). Fidel Castro fue condenado a quince años de prisión, de los que sólo cumplió dos (en la isla de Pinos) merced a un indulto que le puso en libertad en 1955. Se exilió de nuevo en México, desde donde preparó un segundo intento; pero, habiendo aprendido que su lucha tendría pocas posibilidades de triunfar en un medio urbano, esta vez apostó por crear una guerrilla rural en la zona más apartada y montañosa del país: la Sierra Maestra, en la provincia cubana de Oriente. Con un contingente de ochenta y dos hombres (el «Grupo 26 de julio») a bordo del yate Gramma, Fidel Castro desembarcó clandestinamente en Cuba a finales de 1956, siendo casi inmediatamente diezmadas sus fuerzas en un enfrentamiento con el ejército de Batista: sólo doce guerrilleros sobrevivieron. Dos años después, sin embargo, sus bases en la Sierra Maestra eran lo suficientemente sólidas y sus efectivos lo bastante nutridos como para llevar a cabo con éxito la ocupación de Santiago (1958). Desde allí Fidel Castro lanzó la ofensiva que recorrió la isla de este a oeste, secundado por sus colaboradores, entre los que figuraban Camilo Cienfuegos, su hermano Raúl Castro (que casi cincuenta años después sucedería a Fidel en la jefatura del Estado) y un argentino destinado a convertirse en uno de los grandes mitos revolucionarios del siglo XX: el Che Guevara. La situación social y política de aquellos años favoreció el triunfo revolucionario. Pese a poseer la renta per cápita más elevada de Latinoamérica, la riqueza del país no llegaba a la mayor parte de la población, que padecía altísimas tasas de desempleo y subempleo; la dependencia económica de los Estados Unidos había generado una agricultura de grandes explotaciones que dio lugar a la formación de un numeroso proletariado rural, a la postre determinante en el proceso revolucionario. En las áreas urbanas, y en especial en La Habana, la realidad económica venía marcada por la fuerte incidencia del turismo estadounidense. Por otra parte, la corrupción y el servilismo a los intereses del vecino del norte, siempre presentes en la vida pública cubana, habían llegado a extremos insospechados bajo la despótica dictadura de Fulgencio Batista, quien logró concitar en su contra tanto a los campesinos como a gran parte de las clases medias y a amplios sectores de la intelectualidad y del mundo universitario. Incluso las clases altas liberales y los estadounidenses habían llegado en los últimos tiempos a ver con malos ojos a un régimen que, por inestable y desprestigiado, no resultaba una buena garantía ante el ascenso de la izquierda. De este modo, al inicial apoyo del campesinado pobre había seguido el fin de las reticencias del Partido Comunista, que abrió a Castro la posibilidad de encontrar apoyo en las ciudades; la dictadura, minada por la corrupción, fue incapaz de hacer frente al movimiento popular. El 1 de enero de 1959, el comandante revolucionario Camilo Cienfuegos entró triunfante en La Habana, un día después de que Fulgencio Batista firmase su dimisión y abandonase el país. La entrada del ejército guerrillero se producía mientras las fuerzas rebeldes acababan definitivamente con los últimos focos de resistencia. Al mismo tiempo una columna insurgente, dirigida por Ernesto Che Guevara, convergió sobre la capital, recibiendo a su paso la rendición de centenares de oficiales del ejército de Batista y la aclamación del pueblo cubano. Designado presidente de la República, el 5 de enero Manuel Urrutia Lleó presentó a los nuevos ministros, quince en total, a la cabeza de los cuales se encontraba José Miró Cardona, representante del ala liberal, como primer ministro. Tres días más tarde Fidel Castro, que hasta ese momento se encontraba en Santiago, llegó a La Habana y se dirigió al pueblo. Castro subrayó la importancia de la huelga general en la derrota final del dictador y lanzó una advertencia a los divisionistas y a todos aquellos que pretendiesen ignorar el poder del pueblo. El tinte moderado y conciliador de los inicios de la Revolución, que no pareció importunar a las clases altas y a los Estados Unidos, no tardaría en desaparecer bajo los efectos de un brusco giro político. Los procesos contra los colaboradores de Batista y la marginación del poder de los sectores liberales, que culminaría con la renuncia del presidente Urrutia (julio de 1959), marcaron el principio de un cambio de línea en el proyecto revolucionario. Fidel Castro se había puesto en febrero del mismo año al frente del gobierno cubano, acumulando los cargos de primer ministro (en sustitución de José Miró) y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y sin pérdida de tiempo empezó a hacer realidad los proyectos de cambio que habían suministrado una base social a la Revolución: el más importante de todos, la reforma agraria, que expropiaba las grandes haciendas extranjeras para dar medios de vida a los campesinos pobres. A partir de mayo de 1959, la aplicación de la Ley de Reforma Agraria supuso la nacionalización de los inmensos latifundios de las compañías extranjeras. El hecho provocó la inmediata hostilidad del gobierno estadounidense; sin embargo, la actitud de Estados Unidos acabó por estimular un resultado opuesto al esperado. Fidel Castro dictó medidas drásticas, como la expropiación de los bienes de las compañías norteamericanas en Cuba, que extendieron el apoyo popular a la Revolución. En 1960 se nacionalizaron las centrales azucareras, las principales industrias, los bancos y las refinerías petrolíferas; se lanzó asimismo una amplia campaña de alfabetización y se organizaron milicias populares en sustitución del viejo ejército profesional. Ese indudable contenido socializante y nacionalista que tuvo en un principio la Revolución cubana (contra el dominio semicolonial que ejercía Estados Unidos) se radicalizó a causa de la dinámica de enfrentamiento con el gobierno norteamericano. Mientras Castro llamaba a una revolución general contra el imperialismo en Latinoamérica (Primera declaración de La Habana), el presidente Eisenhower (1953-1961) rompía las relaciones diplomáticas con Cuba (enero de 1961) y decretaba un embargo comercial destinado a ahogar la economía cubana y forzar la retirada de Castro, ya que Cuba dependía casi totalmente de sus exportaciones a Estados Unidos, fundamentalmente de azúcar. Con la llegada a la Casa Blanca del demócrata John F. Kennedy (1961-1963) no sólo no disminuyó la presión de Estados Unidos, sino que se agudizó con la organización del desembarco de exiliados cubanos armados en la bahía de Cochinos (abril de 1961), un intento de derrocar a Fidel que fue repelido con humillante facilidad por el ejército revolucionario. Después de aquello, Fidel Castro proclamó el carácter marxista-leninista de la Revolución cubana y alineó a su régimen con la política exterior de la Unión Soviética (Segunda declaración de La Habana, 1962); al mismo tiempo eliminó del gobierno a los políticos liberales con los que se había aliado al llegar al poder, y unificó a los grupos políticos que apoyaban la Revolución en un único Partido Unido de la Revolución Socialista. En 1962 permitió que los soviéticos instalaran en suelo cubano rampas de lanzamiento de misiles con las que podían alcanzarse objetivos en Estados Unidos; descubiertas por el espionaje americano, Kennedy reaccionó con un bloqueo naval a Cuba y la exigencia de retirada de las instalaciones. La consiguiente «crisis de los misiles» estuvo a punto de hacer estallar una guerra nuclear entre las dos superpotencias, que se evitó a última hora al retirar Nikita Jruschov los misiles soviéticos a cambio de la promesa de que no habría nuevos intentos de invadir Cuba y del desmantelamiento de los ya obsoletos misiles norteamericanos en Turquía. Conjurado el peligro de una agresión estadounidense y asegurada la pervivencia de la Revolución, el país entró en una fase de estabilidad no exenta de dificultades económicas. El embargo no afectaba solamente a las exportaciones de azúcar y otros productos a los Estados Unidos, sino también a las importaciones desde Estados Unidos a Cuba, que se surtía casi en exclusiva de todo tipo de artículos estadounidenses. El comercio entre ambos países quedó anulado, se congelaron las inversiones cubanas en territorio estadounidense y, con la retirada de la isla del capital norteamericano, la economía productiva cubana quedó privada de financiación. Cuba sólo podía hacer frente a las consecuencias del embargo con la ayuda soviética; la dependencia de la URSS se extremaría a partir de 1975, cuando los países de la Organización de los Estados Americanos (OEA) se sumaron al bloqueo. La presión norteamericana había convertido al país en un régimen socialista prosoviético (aunque con singularidades) y a Fidel Castro en un dirigente comunista más, el primero en el hemisferio americano. En 1965 el partido cambió su denominación por la de Partido Comunista de Cuba, del cual fue elegido secretario general el propio Castro; en 1976 acumuló el título de presidente del Consejo de Estado. Bajo la dirección de Fidel Castro, Cuba obtendría importantes logros sociales, especialmente visibles en la erradicación del hambre y de la subalimentación, en la educación primaria y universitaria y en la asistencia sanitaria, materias en las que llegó a constituir un modelo para los países subdesarrollados; pero el coste político y cultural fue considerable, pues exigió un ejercicio dictatorial del poder, con desprecio de las libertades individuales y del pluralismo, bajo la vigilancia continua de un Estado policial. El régimen desarrolló una política exterior muy activa, basada en la lucha contra el imperialismo, destacando el protagonismo del propio Fidel Castro en el Movimiento de Países No Alineados (cuya conferencia presidió en 1980) y la intervención militar cubana en África (en apoyo de los regímenes socialistas de Angola y Etiopía). La economía planificada de inspiración soviética dio algunos frutos iniciales, racionalizando las inversiones hacia objetivos de interés colectivo y facilitando una mejor distribución de la riqueza; pero, al igual que había ocurrido en la propia Unión Soviética, anuló los incentivos y las iniciativas, aisló al país de las corrientes inversoras internacionales y, finalmente, condujo a un agorero estancamiento. Cuando las dificultades económicas de la URSS impidieron que siguiera subvencionando a la retrasada economía cubana, ésta se hundió en una grave crisis. No obstante, Castro rehusó introducir reformas en un sentido liberalizador, al estilo de la perestroika que auspiciaba Mijail Gorbachov. Salvó así su régimen del desmoronamiento del resto de los regímenes prosoviéticos y de la propia URSS a finales de los años ochenta y principios de los noventa, pero Cuba entró en una etapa crítica en el terreno económico, en medio de la intensificación de las presiones de Estados Unidos, que endureció el bloqueo en 1992. La disolución de la URSS (1991) y del bloque comunista trajo consigo, por ejemplo, la desaparición del Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON), organismo económico integrado por la Unión Soviética y los países socialistas con el que Cuba mantenía el 85% de sus intercambios comerciales a precios subsidiados; sin el apoyo de ese mercado, la isla perdió en sólo tres años la tercera parte de su producto interior bruto. La llamada crisis de los balseros (1994), que empujó a unos treinta y cinco mil cubanos a emigrar a Estados Unidos cruzando el estrecho de Florida en balsa o por cualquier medio a su alcance, reflejó el empobrecimiento al que se veía abocado el país, cuya economía, contra todo pronóstico, inició un lenta y constante recuperación a partir de 1995, aunque dentro de un estado general de penuria y desabastecimiento. Con el cambio de siglo, Fidel Castro pudo contar con el apoyo del presidente venezolano Hugo Chávez y de una nueva hornada de dirigentes de izquierdas opuestos al neoliberalismo económico estadounidense, como el boliviano Evo Morales. En octubre de 2000 firmó un acuerdo con la Venezuela de Chávez que permitió a Cuba importar petróleo en ventajosas condiciones. Sin embargo, los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 llevaron a un nuevo deterioro de la situación económica (caída del turismo, cierre de centros azucareros) y a renovadas presiones estadounidenses en el plano político. Fidel Castro reaccionó reafirmándose en sus principios: el socialismo fue declarado "irrevocable" en una enmienda constitucional de 2002. Desde 2003 se intensificó la persecución de la disidencia, y en 2004 se puso fin a la dolarización de la economía, once años después de que se autorizara la libre circulación del dólar en la isla. A mediados de 2006, tras asistir a una cumbre del Mercosur en la Argentina, Fidel Castro debió ser sometido a una intervención quirúrgica que lo obligó a mantener reposo; antes de la operación delegó todos las funciones de gobierno en su hermano Raúl. En febrero de 2008, Fidel presentó su renuncia definitiva, y Raúl Castro fue confirmado en sus cargos. El nombramiento como nuevo presidente cubano de un compañero de armas de la Revolución de 1959 no despertó grandes expectativas de cambio, y, efectivamente, Raúl Castro no hizo al principio sino continuar la tibia política reformista de años anteriores, limitada a cuestiones económicas puntuales. Sin embargo, la victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos (noviembre de 2008) abrió una nueva etapa en las relaciones entre ambos países. El presidente demócrata promovió los contactos con el régimen cubano; en 2009 suspendió las restricciones a los viajes desde Estados Unidos a Cuba y al envío de remesas. Por su parte, y sin apenas ningún gesto aperturista en lo político, Raúl Castro impulsó desde 2011 un reducción del hipertrofiado sector público y, en 2013, una reforma migratoria. El acercamiento entre ambos países culminó con el anuncio de un acuerdo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas (diciembre de 2014) que se materializó simbólicamente en agosto de 2015 con la apertura de la embajada estadounidense en La Habana. Este proceso, que contó con la aprobación del anciano pero siempre vigilante Fidel, podría llevar, aunque no de forma inmediata, al fin del embargo y a una mejora de las condiciones de vida en la isla, y fue bien acogido tanto por los cubanos como por la comunidad internacional, que, convencida a esas alturas tanto de su ineficacia política como de los injustificables perjuicios causados a la población, había condenado reiteradamente el bloqueo en los foros internacionales. |
Comendatarios de prensa. 26/11/2016 Fidel Castro fue el último gran líder revolucionario del siglo XX, cuya acción política desbordó los límites de su Cuba natal para convertirse en un protagonista de la historia de América Latina y del comunismo. Tras su muerte este sábado a los 90 años de edad, su nombre aparecerá en una reducida lista de personalidades que incluye a Emiliano Zapata, Ernesto ‘Che’ Guevara, Mao Tse-tung, Ho Chi Minh, Vladimir Ilich Lenin, José Stalin y Josip Broz “Tito”. Al igual que ellos, la figura del Fidel Castro fue objeto de una enorme controversia histórica, marcada por la distancia abismal entre las opiniones de los que lo reverenciaban sin límite y los que lo odiaban hasta desear su asesinato. Dirigió el país caribeño durante casi medio siglo hasta que en 2008 su hermano Raúl Castro asumió sus cargos como primer secretario del partido Comunista y la presidencia. Para sus acólitos incondicionales, Fidel Castro no sólo fue quien liberó a Cuba de la sangrienta dictadura del general Fulgencio Batista, sino que también conquistó para la antigua colonia española la “segunda independencia”, la del poder que ejercía sobre la isla Estados Unidos, y puso en el mapa del mundo a la pequeña Cuba como potencia deportiva y médica y como uno de los países líderes del llamado Tercer Mundo. Los seguidores y admiradores de Fidel Castro también defendían apasionadamente a su “máximo líder” cuando se trataba de destacar conquistas revolucionarias como la supresión de las diferencias de clases sociales, la reforma agraria y urbana, y la implantación de un sistema de educación y salud pública gratuitas para toda la población. Por el contrario, para los enemigos encarnizados del “comandante en jefe”, especialmente los que huyeron de Cuba para vivir como exiliados en Miami, Fidel Castro siempre fue el peor de los tiranos, a quien acusaban de haber traicionado los ideales de libertad y democracia de la revolución para implantar una férrea dictadura comunista que reprime cualquier manifestación de pensamiento político disidente, llevando a la cárcel o al paredón a miles de opositores, y que arruinó la economía cubana condenando a la población a una dura lucha por la supervivencia diaria. Poderoso, carismático y gran orador Quizás, tanto los idólatras como los detractores de Fidel Castro sólo coincidan en reconocer su poder omnímodo, su liderazgo avasallador, su excepcional inteligencia y astucia política, o su legendario talento oratorio, capaz de seducir a las masas. Todas estas cualidades contribuyeron a que Castro, nacido el 13 de agosto de 1926, lograra mantenerse en el poder durante 47 años consecutivos, hasta que una hemorragia intestinal lo obligó, el 31 de julio de 2006, pocos días antes de cumplir 80 años, a traspasar el poder a su hermano menor Raúl, primero de manera provisional y un año y medio después de manera definitiva. Aunque antes de triunfar la Revolución cubana, en enero de 1959, había asegurado que el poder no le interesaba y que después de la victoria guerrillera retomaría su antigua profesión de abogado, Castro se convirtió en el político que más tiempo estuvo al frente del gobierno entre todos los líderes del siglo XX. “Soy un esclavo de mi pueblo”, expresó en cierta ocasión al justificar su prolongada permanencia en el poder. Hijo de un terrateniente de origen gallego Nació en la finca que poseía su familia en Birán, Mayarí, provincia de Oriente (hoy Holguín), el 13 de agosto de 1926. Hijo de la segunda unión de su padre, Ángel María Castro, un terrateniente de origen gallego, con Lina Ruz, del que nacieron siete hijos: cuatro mujeres (Angela, Juana, Emma y Agustina) y tres varones (Ramón, Fidel y Raúl). Sus padres contrajeron matrimonio en 1943, dos años después de iniciar el divorcio de su primera esposa, María Luisa Argota. Estudió interno en colegios de los jesuitas en Santiago y La Habana y en 1945 inició la carrera de Derecho en La Habana, que finalizó cinco años más tarde. Los jesuitas del Colegio Belén de La Habana donde el joven Fidel Castro estudió en la década de los 40 ya lo intuían cuando vaticinaron en la evaluación final del alumno que Fidel tenía “madera” y llenaría “con páginas brillantes el libro de su vida”. Muchos biógrafos de Castro, al entrar en el terreno del análisis psicológico, coinciden en que Fidel no podía conformarse con un papel que no fuese de lo más destacado: si no hubiese optado por la política, seguramente se habría hecho notar como un excelente deportista, un renombrado escritor o un famoso actor de cine. El asalto fallido que le consagró Pero fue la política a la que decidió consagrar su vida desde temprana edad. Durante su etapa universitaria ya manifestó sus inquietudes políticas y participó en la fallida Legión del Caribe, que pretendió derrocar al dictador dominicano Rafael Trujillo, y encabezó la delegación de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) en la Conferencia Interamericana de Bogotá en la que se produjeron disturbios de los que se acusó a los cubanos. En 1952 comenzó su lucha pública contra el dictador Fulgencio Batista, que acababa de dar un golpe de Estado ante su más que previsible derrota electoral. El 26 de julio de 1953 -cuando sólo tenía 26 años- encabezó el asalto armado al cuartel de la Moncada en Santiago de unos 120 jóvenes cubanos con el propósito de provocar un levantamiento popular contra el dictador Batista, quien un año antes se había hecho con el poder mediante un golpe de Estado militar. La acción del grupo rebelde terminó en un terrible fracaso: ocho integrantes perdieron la vida y la mayoría fueron capturados o asesinados tras ser sometidos a brutales torturas. Aun así, los rebeldes que sobrevivieron, entre ellos el propio Fidel Castro, capturado una semana después del fallido asalto, consiguieron una victoria moral cuando la prensa cubana publicó imágenes de la masacre perpetrada por los soldados de Batista, que pusieron en evidencia la feroz brutalidad de la dictadura. Fidel Castro asumió su propia defensa en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada, durante el cual pronunció un extenso alegato político-ideológico, que incluía un amplio programa de reformas para una futura Cuba liberada de la dictadura. El 16 de octubre pronunció su emblemático alegato “condenadme, no importa, la historia me absolverá”, que después del proceso se haría famoso al publicarse con el título La historia me absolverá. Castro fue condenado a 15 años de prisión, pero en mayo de 1955 fue puesto en libertad en virtud de una amnistía decretada por Batista y junto con otros rebeldes excarcelados viajó a México, donde preparó la “expedición del Granma”, el nombre del yate que, con 82 combatientes a bordo, desembarcó el 2 de diciembre de 1956 en la costa suroriental de Cuba para iniciar la guerra de guerrillas contra la dictadura. Aunque unos 70 expedicionarios fueron abatidos por el ejército de Batista nada más desembarcar en la costa cubana, los pocos supervivientes -12, según la mitología revolucionaria- lograron alcanzar las montañas de la Sierra Maestra, desde donde comenzaron, bajo el mando de Fidel Castro, a organizar un ejército rebelde integrado principalmente por campesinos y estudiantes de las ciudades que en poco más de dos años forzó la huida del país de Batista el 1 de enero de 1959. Fidel Castró entró triunfal en La Habana el 8 de enero. Comunismo sobrevenido En el Gobierno provisional, Castro se hizo con el control del Ejército y en febrero sumó el puesto de primer ministro. Aparentemente, la revolución no tenía un programa preestablecido para convertir a Cuba en un país comunista aliado a la Unión Soviética. En reiteradas ocasiones, tanto antes como después del triunfo de la revolución, Castro aseguraba que no era comunista, que no tenía un proyecto socialista para la isla y que habría elecciones en un plazo no mayor de un año para conformar un gobierno democrático. Sin embargo, la propia dinámica de los acontecimientos - nacionalizaciones de plantaciones de caña de azúcar y empresas petroleras estadounidenses durante el año 1960 y las consiguientes represalias económicas por parte de Washington- rápidamente radicalizaron el rumbo de la Revolución cubana y propiciaron su integración en la órbita soviética como escudo protector frente a las amenazas del “imperialismo norteamericano”. Estados Unidos rompió relaciones con Cuba en enero de 1961. Tres meses después, en vísperas de la invasión de exiliados contrarrevolucionarios cubanos en Playa Girón (Bahía de los Cochinos), apoyada por la CIA, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución cubana. En diciembre del mismo año, el líder cubano se autodefinió como marxista-leninista y juró que lo seguiría siendo hasta el último día de su vida. Al año siguiente, en octubre de 1962, el mundo llegó a estar al borde de una guerra nuclear cuando aviones de espionaje estadounidenses descubrieron la presencia en Cuba de misiles soviéticos dotados con cabezas atómicas capaces de alcanzar ciudades norteamericanas. La decisión del entonces líder soviético, Nikita Jruschov, de retirar los misiles tras las amenazas expresadas por el presidente estadounidense John F. Kennedy enfureció a Fidel Castro, quien se sintió profundamente humillado por no haber sido consultado por Jruschov cuando éste resolvió poner fin a lo que se conoce en los libros de la historia como la “Crisis de los Misiles”. Austeridad y disciplina Coincidiendo con la renuncia del “Che” a sus cargos, en octubre de 1965 dirigió la conversión del Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS) en Partido Comunista de Cuba (PCC), del que fue su secretario general hasta abril de 2011. A partir de los sesenta impuso un régimen de austeridad, disciplina y productividad, que tuvo un gran revés al no alcanzar la meta de los 10 millones de toneladas en la zafra de 1969-70, aunque el ingreso de Cuba en julio de 1972 en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) contribuyó a casi dos décadas de bonanza para el país. Tras la aprobación en febrero de 1976 de la Constitución, el 3 de diciembre de ese año fue elegido presidente del Consejo de Estado y en enero de 1980 sumó el de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. En 1989 cuando el clima social estaba más tranquilo, excepto por el juicio y fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, se produjo la desintegración del bloque del Este, pero Castro se mantuvo fiel al marxismo-leninismo y rechazó la Perestroika. Estrangulada la economía nacional, el 29 de agosto de 1990 decretó el “Período Especial en tiempos de paz”, imponiendo importantes restricciones. Luego, en agosto de 1993 intentó salvar la situación con una tímida apertura económica y en los años siguientes el PIB pasó a tasas positivas. Con la llegada al poder en Venezuela de Hugo Chávez, en 1999, se inició un acercamiento entre ambos países, que les llevó a firmar en octubre del año siguiente un importante acuerdo, por el que Cuba recibe petróleo en condiciones ventajosas a cambio del envío de miles de profesionales cubanos, sobre todo médicos. Las mujeres de Fidel Fidel Castro guardó con especial celo su intimidad y pese a haber tenido una numerosa familia, entre hermanos, hijos, nietos o sobrinos intentó que su vida personal estuviera siempre marcada por la discreción. Se casó por primera vez con Mirtha Díaz-Balart (1948-54), con quien tuvo un hijo, Fidel. Además, de su relación con Nati Revuelta nació Alina Fernández Revuelta. Desde comienzos de los sesenta estaba unido en segundas nupcias a Dalia Soto del Valle, con la que tuvo cinco hijos (Alejandro, Alexis, Antonio, Alex y Ángel). Durante muchos años Soto del Valle se mantuvo en la sombra. Maestra de profesión, casi 20 años más joven que Castro, rubia y de ojos verdes, según algunos biógrafos del líder cubano se habrían conocido hace más de 40 años durante una campaña de alfabetización. También se le atribuyen otros dos hijos (Jorge Ángel y Francisca Pupo). Retirada por causas médicas El 31 de julio de 2006, tras someterse a una operación quirúrgica como consecuencia de una crisis intestinal, delegó provisionalmente en su hermano Raúl los cargos de primer secretario del Partido Comunista, presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Desde entonces fueron contadas las ocasiones que se vieron imágenes del Comandante, la mayoría con motivo de entrevistas con mandatarios extranjeros. La comunicación con la sociedad cubana la mantuvo desde marzo de 2007 con la publicación de sus Reflexiones en el diario oficial Granma y el digital Cubadebate, en el que continuó publicando artículos esporádicamente. El 19 de febrero de 2008, un mes después de su reelección como diputado por Santiago, dio a conocer que no aceptaría ni aspiraría a un nuevo mandato como presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe, y el 24 de ese mes el Parlamento eligió a su hermano Raúl para desempeñar esos puestos. En febrero de 2013 fue reelegido diputado por Santiago. El 17 de diciembre de 2014 Cuba y EEUU anunciaron el restablecimiento de relaciones diplomáticas. En enero siguiente, cuando circularon rumores sobre su fallecimiento, envió una carta a Diego Armando Maradona y un mensaje a los estudiantes de la Federación Estudiantil Universitaria, en el que decía no confiar en la política de Estados Unidos, aunque respaldó la “solución pacífica” y “negociada” a los conflictos. En marzo de 2016 se produjo la histórica visita a Cuba del presidente estadounidense, Barack Obama, con el que no se entrevistó. |
DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL ACTO CENTRAL POR EL XXX ANIVERSARIO DEL ATAQUE AL CUARTEL MONCADA, CELEBRADO EN SANTIAGO DE CUBA, EL 26 DE JULIO DE 1983, "AÑO DEL XXX ANIVERSARIO DEL MONCADA". (VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO) Distinguidos invitados; Santiagueros; Compatriotas de todo el país: Quise escribir estas palabras para impedir que la emoción de la fecha, el calor de la tarde, la dimensión del acto y el esfuerzo de la improvisación, restasen precisión a los conceptos y equilibrio a los pronunciamientos. Con cariño, entusiasmo, júbilo y fervor, esperó nuestro pueblo este aniversario. Constituye para mí y para todos los compañeros sobrevivientes una singular experiencia, después de 30 años, reunirnos aquí con el pueblo de Santiago de Cuba, para conmemorar aquella fecha con la que nuestra generación inició el camino de la liberación definitiva de la patria. Ninguno de nuestros antecesores en la larga lucha de nuestro pueblo por la independencia, la libertad y la justicia, tuvo semejante privilegio. Justo es que nos inclinemos, respetuosos, ante los que nos señalaron el camino, los que desde 1868 hasta hoy enseñaron a nuestro pueblo los senderos de la Revolución y con sus vidas, sus sacrificios y su heroísmo la hicieron posible, muchas veces sin conocer más que la amargura de los reveses y la distancia aparentemente insalvable e infinita entre el esfuerzo y la meta. Incuestionablemente, los que estamos ante ustedes hoy no somos los mismos de entonces; necesitábamos vivir estos 30 años de rica e inimaginable experiencia para adquirir los conocimientos y la madurez que solo la escuela de la propia Revolución es capaz de enseñar. Todo era entonces como un sueño. Con aquel caudal de sueños iniciamos nuestra lucha. Soñadores nos llamaron incluso muchos de nuestros contemporáneos, no convencidos en absoluto de que el destino de nuestra nación podía cambiar, y debía inexorablemente cambiar. Ya Martí había expresado mucho antes: "El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber; y ese es el único hombre práctico, cuyo sueño de hoy será la ley de mañana, porque el que haya puesto los ojos en las entrañas universales, y visto hervir los pueblos, llameantes y ensangrentados, en la artesa de los siglos, sabe que el porvenir, sin una sola excepción, está del lado del deber" (APLAUSOS). En una sola cosa somos iguales al 26 de julio de 1953: la misma fe en los destinos de la patria, la misma confianza en las virtudes de nuestro pueblo, la misma seguridad en la victoria, la misma capacidad de soñar con todo aquello que serán realidades de mañana por encima de los sueños ya realizados de ayer (APLAUSOS). En aquel entonces, aun nosotros mismos no éramos capaces de contemplar, en toda su magnitud y meridiana claridad, la etapa histórica que se iniciaba en ese preciso instante. Los combatientes revolucionarios acostumbran a cumplir el deber sencilla y naturalmente. No suelen pensar en la historia ni en la gloria. Visto ahora en perspectiva y a la luz de los acontecimientos de las últimas tres décadas, la lucha iniciada en Santiago de Cuba aquella mañana, culminaría victoriosamente un proceso que había durado casi un siglo. La revolución independentista de Yara, iniciada en octubre de 1868, concluyó en la Paz del Zanjón, después de la años de lucha desigual y extraordinariamente heroica. La revolución de Baire, surgida en febrero de 1895, se vio trágicamente interrumpida con la intervención militar de Estados Unidos y el establecimiento del bochornoso status de dominio neocolonial yanki, legalizado por la odiosa Enmienda Platt. El derecho a intervenir en nuestro país, quedó humillantemente inscrito en la propia Constitución de la República. En estas guerras independentistas, cuando el país contaba apenas con un millón y medio de habitantes, nuestro pueblo combatió durante largos años contra más de 300 000 soldados españoles, lo que da una idea de la magnitud y el heroísmo de su esfuerzo. Las luchas en la llamada etapa republicana y la Revolución de 1933, concluyeron una vez más en la frustración de las más caras aspiraciones del pueblo cubano, y en el afianzamiento del dominio imperialista sobre nuestra patria. Ochenta y cinco años después de Yara, se reanudaría nuestra lucha en el Moncada hasta alcanzar al fin, el primero de enero de 1959, la definitiva liberación del país. No cayó la fortaleza en el primer asalto, pero caería cinco años y medio después, y con ella todo el aparato militar de la odiosa tiranía, sobre la que se sustentaba el régimen de explotación y dominio imperialista en Cuba. ¡Con qué diferente acento se pueden pronunciar ahora los nombres de Céspedes, Agramonte, Gómez, Maceo, Martí, Mella, Villena, Guiteras, Jesús Menéndez y otras entrañables figuras de nuestra historia! (APLAUSOS) Hoy se unen a los de Abel, Frank, Camilo, Che y tantos otros de la última generación de héroes (APLAUSOS). Pero cuando nosotros iniciamos la lucha el 26 de julio de 1953, solo con rubor se podía recordar nuestra propia historia: la obra estaba inconclusa. En boca de los políticos entreguistas y corrompidos, era una ofensa casi diaria la invocación de nuestros héroes. Historia falseada se enseñaba en las escuelas, y aquellos que nos arrebataron la libertad en 1898, eran presentados como libertadores de la patria. Hasta nuestro hermoso pasado de lucha estaba por reivindicar. A pesar de esto, en el ejemplo insuperable de nuestros gloriosos antepasados, en sus combates inteligentes y heroicos, y en el pensamiento luminoso de Martí, encontramos nosotros la fuente y la inspiración de nuestras luchas. A ello se unió, afortunadamente, el conocimiento y la acertada interpretación en aquellas condiciones de las ideas de Marx, Engels y Lenin, sin lo cual no habríamos podido comprender cabalmente el mundo que nos tocó vivir, ni encontrar la estrategia correcta a seguir en la Cuba de 1953, aun cuando entonces era casi prohibido mencionar sus nombres. Lo que dio más riqueza y contenido a esta última etapa de nuestras luchas libertadoras, es que en ella la liberación nacional se unió con la revolución social. Ya desde el Moncada, nosotros no concebíamos otra forma de verdadera revolución que no fuera la socialista. El odio a la tiranía sangrienta y proimperialista, se convirtió en el aglutinante que arrastró a todo el pueblo al combate. Algunos creían, sin embargo, que el proceso se detendría el primero de enero de 1959, y que volveríamos al asqueante sistema político y económico-social de 1952. Pero la Revolución no se detuvo ni podía detenerse. Hoy, después de 30 años del ataque al Moncada, puedo afirmar, con la misma convicción de entonces, que habría sido un crimen de lesa patria. Por ello podemos proclamar con legítimo orgullo que la sangre derramada aquel día y en los cinco años y medio subsiguientes, y la que se derramó a lo largo de casi 25 años de Revolución, no ha sido en vano, ni sirvió para abonar el camino de la explotación burguesa, ni para mantener, bajo fórmulas seudodemocráticas, una sociedad donde la inmensa mayoría trabaja para una minoría de explotadores y parásitos, con la secuela de privilegios, abusos, injusticias, desigualdades y vicios que tal sistema, condenado inexorablemente por la historia, trae consigo. Con ello nos adelantamos muchos años al resto de los países de América Latina, lo que algún día será considerado como un enorme mérito histórico de nuestra patria (APLAUSOS). Lo que nosotros hemos alcanzado en 25 años, y hemos alcanzado más que ningún otro pueblo hermano en este continente, no lo habríamos alcanzado jamás bajo el capitalismo (APLAUSOS). Ya en los primeros años de este breve período histórico, logramos erradicar el desempleo, el analfabetismo, la mendicidad, la discriminación racial, el juego, la prostitución y las drogas. Dígasenos qué otro país del hemisferio lo ha logrado (APLAUSOS). Un amplio sistema de seguridad social, decoroso y justo, abarca en la actualidad a todos los trabajadores del país. Nuestro sistema y nuestros índices de salud, nos colocan en primer lugar entre todas las naciones del Tercer Mundo, por encima incluso de varios países desarrollados y, en el curso de 20 años más, estarán entre los primeros del mundo (APLAUSOS). Hemos formado más de 200 000 profesores y maestros, y nuestro sistema de educación, nuestros niveles de instrucción, nuestros programas de estudio, marchan también a la cabeza de todos los países subdesarrollados, y en el curso de las próximas dos décadas estarán, igualmente, entre los primeros del mundo (APLAUSOS). Rebasa la cifra de 200 000 el número de personas que cursan estudios universitarios, 18 veces más que el máximo alcanzado antes de la Revolución. Cada una de las 14 provincias cuenta con centros superiores de enseñanza. Miles de nuevas obras, entre escuelas primarias, círculos infantiles, centros de enseñanza media y politécnica, facultades universitarias, hospitales, policlínicos, hogares de ancianos y otras de carácter social, se han edificado en nuestra patria. Todas las tierras, todas las minas, todas las industrias, es decir, absolutamente todas las riquezas y recursos naturales del país, fueron recuperados (APLAUSOS). Nuestra agricultura se ha mecanizado y modernizado. La electricidad se extiende a casi todas las áreas rurales del país. Se ha llenado la isla de carreteras y caminos; han surgido cientos de nuevas comunidades rurales, e igualmente, miles de instalaciones agrícolas entre presas, sistemas de riego, lecherías, centros de producción avícola y porcina, almacenes, talleres, y otras similares se han creado en estos años. Cientos de nuevas instalaciones fabriles han sido construidas, y hoy edificamos industrias como la primera central electronuclear, la refinería de petróleo de Cienfuegos, la termoeléctrica del este de La Habana y las fábricas de níquel de Moa y Punta Gorda que, por su complejidad constructiva, su importancia y su nivel tecnológico, constituyen un mérito extraordinario para los constructores y un motivo de orgullo para nuestro país, donde antes de la Revolución las fábricas de cierta complejidad eran construidas por empresas extranjeras (APLAUSOS). Los proyectos de nuevos centrales azucareros y más del 60% de sus componentes son producidos en el país. Decenas de empresas de proyectos se han desarrollado y más de 100 centros de investigaciones han sido creados. En esas instalaciones, de elevado nivel técnico y científico, trabajan miles de profesionales cubanos, entre ingenieros, arquitectos, biólogos, bioquímicos y otros técnicos y científicos. La cultura y el deporte se han hecho masivos y se han convertido en patrimonio de todo el pueblo. No hay una sola esfera de la actividad económica y social donde los avances no hayan sido considerables en estos años, a pesar del criminal bloqueo imperialista y el punto de partida como país de economía subdesarrollada y dependiente. Y lo que es muy importante: la Revolución victoriosa, desde el primer instante, fue capaz de unir a todas las fuerzas revolucionarias, democráticas, patrióticas y progresistas del país detrás de sus banderas, y de forjar, sobre la base del mérito, la capacidad y el espíritu de sacrificio, un sólido e indestructible partido de vanguardia, que es educador y guía de nuestro pueblo, guardián de su unidad más estrecha y de la pureza y los principios de nuestro proceso revolucionario (APLAUSOS). Los jóvenes crearon, igualmente, su pujante organización de vanguardia, donde se forma el relevo del Partido. Los obreros, los campesinos, los vecinos de cada cuadra, las mujeres, los estudiantes, e incluso los niños, se constituyeron en poderosas organizaciones de masas, donde milita prácticamente todo el pueblo, y constituyen una muralla infranqueable para los enemigos de la Revolución (APLAUSOS). En 25 años que lleva ya de vida el proceso revolucionario, jamás se ha empleado un soldado, un policía o un bombero contra el pueblo (APLAUSOS). Porque el pueblo es la Revolución, y el pueblo, con su inmenso poder, se defiende a sí mismo (APLAUSOS). ¡Qué distinto el panorama que vemos en el ámbito de América y en gran parte del mundo, con obreros, campesinos, estudiantes y luchadores por los derechos civiles y por la paz, constantemente apaleados por la fuerza pública y reprimidos con perros, gases lacrimógenos, carros de bomberos, etcétera! (APLAUSOS) ¿El mundo capitalista no nos muestra acaso, constantemente, la prueba de lo que allí sucede? La Revolución ha institucionalizado el país, proclamado la Constitución socialista, creado la Asamblea Nacional y los Poderes Populares, experiencia desbordante de riqueza política y posibilidades sociales, escuela de autogobierno donde participa todo el pueblo. Las funciones del Estado han sido ampliamente descentralizadas en un grado tal que no conoce ningún régimen burgués. Nuestro pueblo cuenta ya con una elevada cultura política, un conocimiento profundo de los problemas nacionales e internacionales y un espíritu solidario e internacionalista que nos hace sentir orgullosos a todos, porque ha sido uno de los más hermosos frutos de la Revolución (APLAUSOS). Nuestra Revolución prueba la falsedad del mito de que, con el decursar del tiempo, los procesos revolucionarios pierden fuerza y entusiasmo. La fuerza y el entusiasmo revolucionarios son hoy mayores que nunca, con la diferencia, en relación con los primeros años, de que el proceso es ahora más sólido, más consciente y más profundo (APLAUSOS). El año 25 de la Revolución, que transcurre en 1983, es el de mayor eficiencia que hemos alcanzado. En reciente análisis realizado por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, hemos podido apreciar la impresionante forma en que los trabajadores han respondido a la Resolución del VI Pleno del Comité Central del Partido para enfrentar las dificultades, ahorrar combustible y materias primas, y elevar la eficiencia en la producción y los servicios. Es por ello que, en momentos de grave crisis económica internacional, y a pesar de las severas afectaciones naturales sufridas por el país en la primera mitad del año, se han alcanzado notables resultados en todas las actividades. Se puede apreciar hoy en nuestro pueblo un espíritu de trabajo y de lucha superior a cuanto hayamos visto antes en nuestro proceso revolucionario, digno homenaje al XXX Aniversario del Moncada y al XXV del triunfo de la Revolución, que conmemoraremos el próximo primero de enero (APLAUSOS). ¿Pero acaso estos logros han sido alcanzados sin lucha? ¿Acaso podemos dormirnos sobre los laureles y, convencidos de la justicia y legitimidad de nuestra causa, olvidarnos de los peligros que nos acechan? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Acaso la arrogancia imperialista se resigna a los éxitos de nuestra Revolución y el ejemplo que emana de ella? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") Bien sabemos que no. Pocas veces se ha escuchado un lenguaje más amenazante; pocas veces la prepotencia y arrogancia imperialistas han alcanzado niveles más absurdos; pocas veces un gobernante de Estados Unidos se ha expresado de forma más brutal, agresiva y siniestra en relación con Cuba. Se nos amenaza con bloqueos militares, se nos amenaza con represalias y castigos, se nos amenaza con invasiones. ¿Debemos por ello intimidarnos? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") No. Debemos prepararnos (APLAUSOS y EXCLAMACIONES DE: "¡Comandante en Jefe, ordene!") No poco es el esfuerzo dedicado en estos años a la defensa. Ello ha implicado invertir cuantiosas energías humanas y recursos materiales. ¡Con cuánto gusto habríamos dedicado hasta el último centavo de esos gastos para construir fábricas, viviendas, hospitales, escuelas, carreteras, centros culturales, recreativos y deportivos! Nadie puede olvidar que en los primeros meses de la Revolución convertimos en escuelas casi todos los cuarteles del país (APLAUSOS). Pero habría sido una imperdonable y mortal ilusión olvidar la defensa. Casi desde los primeros instantes, el imperialismo, con sus planes agresivos, sus criminales conjuras, sus infiltraciones de armas, sus actos de sabotaje, sus bandas contrarrevolucionarias, sus cínicos proyectos de descabezar la Revolución y sus planes de invasiones mercenarias, nos obligó a adquirir aceleradamente armas, a formar milicias, y organizar y entrenar eficientemente a nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS). Si no hubiésemos estado debidamente preparados, la invasión mercenaria de abril de 1961, tras la cual se habría producido la intervención de fuerzas extranjeras en nuestra patria, podría haber costado cientos de miles de vidas a nuestro pueblo. Porque, ¿qué dudas caben? El país habría resistido a toda costa y a cualquier precio. Gracias a las medidas que se tomaron oportunamente, la derrota enemiga fue fulminante y aplastante (APLAUSOS). La histeria yanki y su propósito de tomar desquite condujeron a las medidas políticas y militares que dieron lugar,18 meses después, a la crisis de octubre de 1962, que puso al mundo al borde de la guerra nuclear y concluyó con el compromiso, por parte de Estados Unidos, de renunciar a sus planes de invasión contra Cuba. No abandonó, sin embargo, el imperialismo su propósito de destruir de una forma u otra a la Revolución. El bloqueo económico fue intensificado y las diversas formas de sabotaje llegaron, incluso, al empleo de medios de guerra biológica contra plantaciones, rebaños y la propia población. No obstante, en los largos años de la guerra de Viet Nam el imperialismo, comprometido a fondo en aquella sucia agresión, a lo que se unió la derrota sufrida y el trauma subsiguiente, nos dio un respiro en el plano militar. El arribo al poder en Estados Unidos, a principios de 1981, de una camarilla reaccionaria de extrema derecha y con una política exterior abiertamente guerrerista y fascista, trajo de nuevo a un primer plano el tema de la agresión militar contra nuestra patria. La filosofía política de la nueva administración era conocida desde los días previos a las elecciones en Estados Unidos. Un grupo de trasnochados, ignorantes, delirantes e irresponsables asesores de Reagan, reunidos en el llamado Comité de Santa Fe, había elaborado con lujo de detalles la futura política imperial de Estados Unidos en relación con Cuba, Centroamérica, el resto de América Latina y el Caribe. Cuba debía recibir la alternativa de someterse a Estados Unidos o ser desestabilizada, bloqueada militarmente o, incluso, invadida en caso necesario. Nuestro sometimiento debía ser estimulado con promesas económicas. En términos claros, debíamos ser intimidados y comprados o liquidados. Esta política parte del supuesto de que Cuba, a miles de millas del campo socialista, no podría recibir ayuda militar alguna, y que el compromiso de octubre de 1962 entre Estados Unidos y la URSS, a raíz de la retirada de los proyectiles nucleares de nuestro territorio, ha caducado al cabo de 20 años. Indigna el cinismo con que se pretende cuestionar el derecho de un pueblo a existir libre y soberanamente, en dependencia de la posibilidad de que pueda recibir o no ayuda militar desde el exterior en caso de agresión, o si tiene vigencia o no un compromiso existente. El compromiso existe y tiene plena vigencia. Pero el imperialismo subestima a nuestro pueblo y se sobrestima demasiado a sí mismo. Nuestra Revolución no fue exportada desde el exterior, la hicimos nosotros (APLAUSOS). Las armas con que combatimos y derrotamos a la tiranía, no las recibimos de ninguna parte, eran armas de procedencia norteamericana y se las arrebatamos al enemigo (APLAUSOS). El socialismo no fue exportado a Cuba desde algún otro país, lo desarrollamos nosotros (APLAUSOS). Con nuestra sangre hemos hecho la Revolución y con nuestra sangre la hemos defendido (APLAUSOS PROLONGADOS). Ni antes, ni ahora, ni nunca hemos tomado ni tomaremos decisiones soberanas a costa de otros, o pensando que otros luchen por nosotros (APLAUSOS). Nuestra filosofía desde el 26 de julio de 1953, pudiera decirse que desde mucho antes, el 10 de octubre de 1868, es que los cubanos nos hemos sentido capaces de luchar por nuestra libertad y defenderla (APLAUSOS). La libertad no es un don que se puede regalar o comprar. Ningún pueblo tiene derecho a ella si no es capaz de defenderla por sí mismo (APLAUSOS PROLONGADOS). No tendríamos el privilegio de conceptuarnos revolucionarios, ni de considerarnos libres, si no tuviéramos la convicción de que nosotros nos bastamos para defender nuestra patria y nuestra Revolución de cualquier enemigo, por poderoso que sea. Un pueblo verdaderamente revolucionario y patriota podrá ser barrido físicamente de la faz de la tierra, pero no podrá ser jamás conquistado (APLAUSOS). Cuando resurgieron las amenazas y riesgos de agresión militar yanki contra Cuba, no perdimos un minuto en adoptar las medidas pertinentes. Cuando aún no había tomado posesión Reagan, ya electo Presidente de Estados Unidos, nuestro Partido tomó la decisión de crear las Milicias de Tropas Territoriales (APLAUSOS). Más de medio millón de hombres y mujeres, y decenas de miles de oficiales fueron organizados, entrenados y armados en menos de un año. La capacidad combativa de nuestras Fuerzas Armadas creció considerablemente con este refuerzo y con la recepción y asimilación simultánea de nuevos equipos de combate. En la rápida estructuración y preparación de las Milicias de Tropas Territoriales, las Fuerzas Armadas Revolucionarias realizaron una verdadera proeza (APLAUSOS). Hemos elaborado igualmente planes para resistir cualquier bloqueo naval, dure lo que dure, y nos hemos preparado para enfrentar cualquier variante de agresión que puedan fraguar los imperialistas (APLAUSOS). En fecha reciente, se llevó a cabo el ejercicio estratégico Bastión 83, con la participación de más de 100 000 personas, que incluía los principales cuadros del Partido, del Estado y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, bajo el supuesto de una agresión sorpresiva y masiva. Ello demostró la seriedad y eficiencia con que nuestro pueblo se prepara para resistir al agresor. Al calor del patriotismo, que se agiganta ante el peligro, 1 800 000 mujeres cubanas, en enérgica y emocionante actitud, se ofrecieron como voluntarias para integrar las Milicias de Tropas Territoriales (APLAUSOS). El potencial combativo de nuestro pueblo, entre hombres y mujeres, alcanza casi 6 millones de ciudadanos. En los próximos 12 meses, otro medio millón de hombres y mujeres y 30 000 nuevos oficiales serán incorporados a las Milicias de Tropas Territoriales, preparados, entrenados y armados (APLAUSOS). En este caso, como el potencial de hombres en la plenitud de la edad militar está ya incorporado a las tropas regulares y a las reservas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y a las actuales Milicias de Tropas Territoriales, o son imprescindibles a la producción y los servicios en situación de guerra, las nuevas unidades estarán integradas fundamentalmente por mujeres, en proporción de tres a uno con relación a los hombres (APLAUSOS PROLONGADOS). De este modo, a las Fuerzas Armadas y sus reservas se sumarán un millón de combatientes adicionales. Nuestro pueblo estará preparado no solo para resistir ferozmente cada desembarco naval y aéreo y defender las ciudades y posiciones que se determinen hasta la última piedra y el último hombre, sino mucho más, para combatir aun en condiciones de país invadido y ocupado (APLAUSOS). Cada cuadro del Partido, del Estado, de las Fuerzas Armadas, cada oficial, cada combatiente, cada ciudadano y hasta cada adolescente sabrá lo que debe hacer en cualquier circunstancia. En cada metro cuadrado de nuestros llanos y montañas, en cada calle, en cada cuadra, en cada casa de nuestras ciudades, el enemigo se encontrará con nuestros combatientes (APLAUSOS). Nuestras Fuerzas Armadas estudian el terreno y, en coordinación con el Partido, los Poderes Populares y las organizaciones de masas, llevan a cabo una minuciosa y metódica preparación para este tipo de lucha. No olvidamos nunca nuestros orígenes, cuando con solo siete fusiles reanudamos la guerra contra un enemigo que contaba con 80 000 hombres sobre las armas (APLAUSOS). Aunque pereciéramos en la lucha los principales dirigentes de la Revolución, la resistencia no cesaría jamás (APLAUSOS). Unos pocos miles de patriotas salvadoreños, en un territorio que apenas alcanza la superficie que comprenden las provincias de La Habana y Matanzas, tienen al borde del colapso a más de 60 000 hombres armados, entre soldados, guardias nacionales, policías y paramilitares del régimen genocida, que no podría sostenerse sin el torrente logístico, el apoyo político y el asesoramiento militar que les suministra el Gobierno de Estados Unidos. En el Sahara Occidental, los patriotas saharauíes luchan en pleno desierto contra decenas de miles de soldados marroquíes, también suministrados por Estados Unidos, y dominan ya el 80% del territorio. En el Líbano, los agresores sionistas tiemblan ya ante las bajas que les ocasiona casi a diario la creciente resistencia de palestinos y libaneses (APLAUSOS). ¿Cuántos hombres necesitaría el imperialismo para ocupar a Cuba? Cinco millones de soldados no serían suficientes para enfrentar a cientos de miles, más aún, a millones de combatientes, decenas de miles de oficiales y cuadros resueltos y bien preparados, luchando en su propio suelo bajo una sola bandera contra una odiosa agresión exterior que pretendiera destruir nuestra Revolución y nuestra patria (APLAUSOS). Aquí, mezclados sus soldados entre nosotros, de nada valdrían las armas nucleares, las decenas de divisiones, los miles de aviones y de tanques y los cientos de barcos de guerra de que pudiera disponer el imperialismo. Nuestro pueblo, su patriotismo, su espíritu de lucha y su moral de combate, esa es nuestra invencible fuerza, superior a cualquier arma o tecnología militar que pueda existir (APLAUSOS). Como hemos expresado a muchos compañeros, aplicaríamos la formidable consigna de Maceo: "Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha" (APLAUSOS). Pero en este caso, no para que el enemigo recoja el polvo de nuestro suelo anegado en sangre, sino para que perezca en la contienda (APLAUSOS PROLONGADOS). Esa es nuestra respuesta a las insolentes amenazas yankis. Mas, en esta área, no solo nuestra patria sufre amenazas y riesgos. Nicaragua y Centroamérica están seriamente amenazadas por la misma política demencial y agresiva (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Nicaragua!") De hecho, ya Estados Unidos está interviniendo en Nicaragua a través de miles de exguardias somocistas basificados, entrenados y suministrados en territorio hondureño. Se proclama abiertamente por el imperialismo el apoyo a la contrarrevolución, que no ha podido ocultarse, aunque se trata —según el argot de la CIA— de una guerra secreta. Cientos de humildes patriotas nicaragüenses han perdido ya la vida como consecuencia de estos crímenes del Gobierno de Estados Unidos. Es la historia del Escambray y de Girón que se repite con inaudito cinismo contra el hermano pueblo de Nicaragua. Interviene igualmente Estados Unidos en El Salvador, suministrando, entrenando y asesorando al ejército de un régimen genocida, que ha asesinado a más de 40 000 salvadoreños. Interviene Estados Unidos en Honduras, instalando bases terrestres y aéreas, socavando la autoridad del gobierno civil, y convirtiéndola abiertamente en un instrumento de agresión contra Nicaragua. Son conocidas sobradamente las causas históricas de los problemas de Centroamérica, originados en la larga y brutal opresión y explotación interna, y la cadena de intervenciones de Estados Unidos en esos países. Las luchas de Sandino en Nicaragua contra la ocupación norteamericana, las insurrecciones campesinas en El Salvador, que tuvieron lugar en los años 30, y la Revolución de Guatemala aplastada por el Gobierno de Estados Unidos en 1954, fueron sucesos que precedieron en muchos años a la Revolución Cubana, a la victoria sandinista en Nicaragua y al actual proceso revolucionario de El Salvador. La situación en la convulsa región de Centroamérica ha despertado la más profunda preocupación en todo el mundo, incluidos gobiernos europeos aliados de Estados Unidos. En nuestra región, México, Venezuela, Colombia y Panamá asumieron desde hace meses la iniciativa de buscar soluciones políticas negociadas a la grave situación del área. Este conjunto de Estados que se denomina Grupo de Contadora, en reunión cumbre celebrada en Cancún el pasado 17 de julio, lanzó un amplio llamamiento a los países de Centroamérica, que hizo extensivo a los Estados Unidos y a Cuba, para recabar apoyo y colaboración en la búsqueda de una solución política. Nicaragua respondió el 19 de julio aceptando iniciar de inmediato negociaciones multilaterales, en presencia del Grupo de Contadora, con un programa de seis puntos, entre los que incluía su disposición a firmar un pacto de no agresión con Honduras, y su conformidad de llegar a un acuerdo en relación con El Salvador sobre la base del cese de todo suministro de armas a ambas partes contendientes. La posición seria y digna de Nicaragua excluye cualquier tipo de concesión unilateral, capitulación o rendición ante las presiones, amenazas y agresiones de Estados Unidos. Pero expresa, con toda claridad, su disposición a discutir y resolver, sobre bases honorables y de principios, los puntos mencionados, así como cualquier otro incluido en la declaración de los presidentes del Grupo de Contadora. La respuesta de Cuba a los presidentes de dicho Grupo fue igualmente rápida y diáfana: apoyamos sin vacilar sus esfuerzos en la búsqueda de una solución negociada digna y justa a los problemas de Centroamérica; nos solidarizamos plenamente con los pronunciamientos de Nicaragua el 19 de julio, y expresamos nuestra disposición a colaborar con ella en el propósito de lograr un acuerdo político negociado a los problemas del área. La respuesta de Estados Unidos, con independencia de lo que pueda declarar formalmente, fue un discurso sumamente agresivo del presidente Reagan contra Nicaragua, pronunciado el 18 de julio, en el que prácticamente se exige la renuncia del Gobierno sandinista; el envío precipitado de un portaaviones con numerosos barcos de guerra a las costas de Nicaragua en el Pacífico, el anuncio de que otro portaaviones, procedente del Mediterráneo, igualmente escoltado por naves de guerra, sería enviado a la costa atlántica de dicho país, y la decisión de realizar maniobras militares, con la participación de miles de soldados norteamericanos en el territorio de Honduras, desde los primeros días de agosto. Se dice que las maniobras incluyen ejercicios de bloqueo y que durarán seis meses. Este tipo de maniobras, de tan larga duración, es verdaderamente inusual. Se trata, en realidad, de un verdadero despliegue de tropas norteamericanas en Centroamérica. Nicaragua, en la práctica, está ya rodeada de barcos de guerra y soldados yankis. La amenaza y la presión no pueden ser más groseras y repudiables. Sin embargo, hay que conservar la sangre fría. No tenemos la menor duda de que el Gobierno de Estados Unidos ha estado tratando deliberadamente de crear una atmósfera de terror e inseguridad en torno a Nicaragua durante las últimas semanas, elevando la presión al máximo imaginable. Sin embargo, tales medidas son peligrosas, porque la distancia que media entre este tipo de guerra psicológica y la acción se ha reducido al mínimo; los irresponsables que asesoran a Reagan pueden sentirse tentados a nuevos pasos que hagan irreversible la situación. Somos así testigos excepcionales de la forma en que se encamina Estados Unidos a un gravísimo error de incalculables consecuencias. La Nicaragua de 1983 no es la Nicaragua de 1926: una revolución popular, heroica y victoriosa ha incorporado la nación entera a la lucha, a despecho de una exigua minoría comprometida con el somocismo y la contrarrevolución; el fervor patriótico y revolucionario se ha multiplicado con la agresión exterior, y el pueblo se ha unido como nunca antes en la historia de ese valiente país. Nicaragua no posee una aviación moderna de combate, ni abundantes equipos blindados, ni de artillería para enfrentarse a una agresión en gran escala de Estados Unidos; pero dispone de medios para armar al pueblo, es decir, a muchas decenas de miles de combatientes con tradición patriótica y experiencia de lucha, capaces de hacer imposible la vida a cualquier agresor, por poderoso que sea (APLAUSOS). El imperialismo también subestima a los pueblos de Centroamérica. Estamos convencidos de que los revolucionarios nicaragüenses y salvadoreños jamás podrán ser sometidos por la fuerza (APLAUSOS). El intento de aplastar con la intervención armada las revoluciones de Nicaragua y El Salvador, sería como exprimir un tumor que rápidamente se diseminaría por todo el cuerpo de Centroamérica (APLAUSOS). Cuando ha transcurrido apenas un año de la guerra librada por un país de la OTAN, con apoyo de Estados Unidos, contra una nación latinoamericana, que constituyó una afrenta y una humillación para todos los pueblos de nuestra América, Estados Unidos, en zafarrancho de combate, avanza amenazadoramente sus escuadras y sus soldados contra otro pueblo de Latinoamérica. ¿Un nuevo Viet Nam en pleno corazón de América? ¡Ojalá no ocurra nunca y aún es tiempo de evitarlo! Los pueblos de América y del mundo no contemplarían en calma semejante crimen. La misma política agresiva de la nueva administración norteamericana se expresa en todos los rincones de la Tierra: en el Medio Oriente, en el Africa Austral, en el Océano Indico y en la propia Europa, donde próximamente se propone instalar 572 proyectiles nucleares estratégicos de alcance medio, provocación insólita y sin precedentes contra la comunidad socialista. En medio de una espantosa crisis económica, la carrera armamentista se está desatando con inusitada fuerza. Vivimos tiempos arriesgados y difíciles. El peligro de confrontación no es solo local, es mundial. Nervios de acero se imponen, máxima firmeza, máxima movilización de los pueblos y disposición absoluta a no ceder ante el chantaje, si queremos frenar al agresor, si queremos salvar la paz, si queremos sobrevivir. Hace dos días se conmemoró el Bicentenario del Natalicio de Simón Bolívar; a él, padre de la libertad de nuestra América, queremos rendir especial homenaje en este día (APLAUSOS). Está lejos nuestra América todavía de constituir el sueño de Bolívar; no es el conjunto de pueblos sólidamente unidos que él quiso forjar. El imperio del Norte revuelto y brutal nos ha mantenido balcanizados y divididos; no pocos de nuestros pueblos viven bajo brutales sistemas fascistas o sometidos a férreas represiones; analfabetismo, insalubridad, miseria, pobreza, explotación despiadada de empresas transnacionales y oligarquías reaccionarias, en mayor o menor grado, afectan a casi todos. Aun aquellos que en los últimos años hemos realizado profundas revoluciones, nos vemos obligados a luchar contra la herencia de una dominación extranjera que duró siglos. No obstante, la conciencia americana comienza a despertar. La guerra de las Malvinas enfrentó a todos al cinismo oportunista del Gobierno de Estados Unidos y a su desnudez moral, a la forma burda con que el imperialismo es capaz de deshacerse de sus propios compromisos, contribuyendo a este despertar americano. El fascismo está en crisis, y las ideas progresistas y democráticas se abren paso en el corazón y la mente de los pueblos. En la lucha por ese despertar de nuestras conciencias, los pueblos de Centroamérica se han situado esta vez a la vanguardia. Se pueden repetir hoy, con toda propiedad, las palabras que dijera Martí sobre el Libertador, el 28 de octubre de 1893: "Así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo... calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: ¡porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!" (APLAUSOS) Saludo desde esta tribuna a los indomables hijos de Sandino (APLAUSOS), que hicieron trizas el somocismo y no tiemblan ante las groseras agresiones yankis y sus amenazas de bloquear e invadir al país; a los admirables luchadores salvadoreños, que han sido capaces de poner en jaque el dominio imperialista sobre su pequeña nación y que asombran al mundo con sus hazañas combativas (APLAUSOS); a los abnegados y tenaces patriotas guatemaltecos, que durante más de 20 años luchan contra el régimen genocida que impuso Estados Unidos en 1954 (APLAUSOS); a los valientes y decididos granadinos, que rompieron las cadenas de la opresión y construyen una sociedad justa (APLAUSOS); al valeroso pueblo chileno, que se levanta unánime contra la tiranía fascista (APLAUSOS); a los pueblos que en el Cono Sur de América luchan por las libertades democráticas y el cese de la represión y la opresión (APLAUSOS). Saludo a todos los pueblos que en otros continentes luchan igualmente contra el mismo imperialismo: a los bravos combatientes saharauíes (APLAUSOS), a nuestros entrañables amigos palestinos (APLAUSOS), a los valerosos patriotas de Namibia (APLAUSOS), a los estoicos e irreductibles luchadores de Sudáfrica (APLAUSOS); a los fraternales pueblos de Etiopía, Angola, Mozambique y demás integrantes de la Línea del Frente que resisten valientemente las presiones, amenazas y ataques del racismo y el imperialismo (APLAUSOS); a los países árabes víctimas permanentes de la agresión del imperialismo y el sionismo (APLAUSOS); a todos los pueblos de Asia y Africa que se enfrentan al subdesarrollo, a la explotación colonial y a la abismal pobreza que les fueron legadas por siglos de explotación pasada y presente (APLAUSOS). Saludo con particular afecto a la Unión Soviética y a todos los hermanos países socialistas (APLAUSOS PROLONGADOS), con la gratitud más profunda, por la solidaridad que nos brindaron en momentos cruciales y difíciles y por su constante apoyo. Saludo a los trabajadores de todo el mundo; a los luchadores por la paz, que en todos los continentes y en el corazón de Europa, de Japón y de los propios Estados Unidos, se esfuerzan denodadamente por evitar la estúpida carrera armamentista y un holocausto mundial, que pudiera poner fin a la especie humana (APLAUSOS). Un recuerdo especial quiero guardar hoy para los compañeros que cayeron en el Moncada (APLAUSOS), para los que sufrieron persecución y castigo injusto por sus luchas revolucionarias, para los que nos acompañaron en las prisiones de la tiranía, para los que con nosotros marcharon al exilio y organizaron la expedición del Granma (APLAUSOS), para los inolvidables combatientes de la sierra y el llano (APLAUSOS), para los tenaces defensores de la Revolución en el Escambray y en Girón (APLAUSOS); para los que se enfrentaron y derrotaron las conspiraciones, los planes terroristas, sabotajes y crímenes de Estados Unidos contra nuestra Revolución (APLAUSOS); para los que llevaron en alto y con honor las banderas internacionalistas en Angola, Etiopía y otras tierras del mundo (APLAUSOS); para los que, con su sangre o sudor, expresaron la solidaridad de nuestra patria, en la medida de sus fuerzas, con las causas justas y las necesidades económicas, técnicas y sociales de otros muchos pueblos (APLAUSOS); para los abnegados familiares de los que murieron o sufrieron, y lloraron por sus seres queridos en estos largos y gloriosos años de lucha (APLAUSOS). Un reconocimiento agradecido, profundo y eterno para nuestro pueblo trabajador que, con sacrificio, constancia y heroísmo, hizo suyas las ideas y el programa del Moncada, y las llevó adelante hasta culminar en la Revolución más radical de nuestra historia y el establecimiento en Cuba del primer Estado socialista del hemisferio occidental (APLAUSOS); que no solo supo hacerla, sino que la defiende y está dispuesto a defenderla hasta la última gota de su sangre (APLAUSOS). ¡Gloria eterna al pueblo cubano y a sus hijos heroicos! (EXCLAMACIONES DE: "¡Gloria!") ¡Gloria eterna a los caídos por la patria y la Revolución! (EXCLAMACIONES DE: "¡Gloria!") ¡Gloria eterna a las ideas que nos hicieron revolucionarios, que nos trajeron la libertad, la justicia, el honor y la victoria! (EXCLAMACIONES DE: "¡Gloria!") ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! (OVACION) |
DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CUBA, EN EL ACTO CONMEMORATIVO POR EL XXXVI ANIVERSARIO DEL ASALTO AL CUARTEL MONCADA, CELEBRADO EN LA PLAZA MAYOR GENERAL "IGNACIO AGRAMONTE, CAMAGÜEY, EL DIA 26 DE JULIO DE 1989, "AÑO 31 DE LA REVOLUCION". (VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO) Distinguidos invitados; Camagüeyanos; Compatriotas de todo el país: Pensé que a lo mejor caía alguna lluvia durante nuestro acto, lo pensaba cuando escuchaba la noticia de que había una ondonada que venía de oriente hacia occidente; pero, después de tantos meses de sequía, aunque llueva un día como hoy, bienvenida el agua (APLAUSOS). No sabemos si continuará este chinchín toda la tarde, no sabemos si arreciará o escampará; pero a ustedes les corresponde decidir si me apuro (EXCLAMACIONES DE: "¡No!"), si hablo rápido (EXCLAMACIONES DE: "¡No!"), o me tomo mi calma habitual (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Sí!"). Sé que ningún agua podrá enfriar nuestro entusiasmo, ni debilitar nuestra voluntad. Ahora, ¿qué llama la atención en este 26? —a mí particularmente me llama la atención. Las voces de admiración de tantos visitantes de Camagüey, de tantos periodistas, incluso, por la obra realizada, por el nivel de entusiasmo y de espíritu de lucha que han encontrado en esta ciudad y en esta provincia. ¿Por qué, después de tantos años de Revolución —ya son algunos— el entusiasmo, lejos de decaer, crece; el espíritu de lucha crece? ¿Qué es lo que puede explicar esto? Me parece que no hay misterio: es lo que la Revolución ha hecho por el pueblo; es lo que la Revolución ha hecho por el hombre en todo el país y en esta provincia; es lo que ha significado, para nuestra nación y para nuestros compatriotas, la posibilidad de construir su propio camino y escribir su propia historia. Si nos preguntamos, y si se preguntan los numerosos visitantes de las delegaciones extranjeras, qué ha hecho la Revolución por el hombre, podríamos responder sin extendernos demasiado que si se mira, por ejemplo, un campo como la educación, sobre la cual tanto hablaron nuestros compatriotas en el pasado, desde José de la Luz y Caballero hasta José Martí, como condición inexcusable del progreso de un pueblo, de la independencia y de la dignidad de un país, podríamos señalar algunas cosas realizadas por la Revolución en este campo, en esta provincia. Primero, la creación de una universidad, con 9 facultades y 25 carreras; un instituto superior de ciencias médicas, que en estos días se acaba de concluir, con capacidad de casi 3 000 estudiantes y 3 facultades; un instituto superior pedagógico, con siete facultades; un instituto preuniversitario de ciencias exactas, con capacidad de 2 500 alumnos; una escuela vocacional militar; una escuela vocacional de arte; una escuela pedagógica con capacidad de más de 2 000 alumnos; una escuela de educadoras de círculos infantiles, con capacidad de 500 alumnos; una escuela de profesores de educación física y deportes, con capacidad de más de 500 alumnos; una escuela de iniciación deportiva, con capacidad de más de 1 000; 21 preuniversitarios en el campo; 43 escuelas secundarias básicas nuevas, con una capacidad de casi 40 000 alumnos; 319 escuelas primarias, el ciento por ciento con doble sesión, 63 seminternados de primaria, donde estudian alrededor de 36 000 alumnos; 12 escuelas politécnicas, con más de 15 000 estudiantes; 41 escuelas especiales; 62 círculos infantiles y 8 palacios de pioneros, para no citar todas las obras (APLAUSOS). ¿Existían estas instituciones antes del triunfo de la Revolución? ¿En alguna otra parte se ha hecho más por la educación del pueblo? Y me refiero solo a esta provincia de Camagüey. En el terreno de la salud, construcción, remodelación y modernización de 24 hospitales, con casi 5 000 camas (APLAUSOS); 25 policlínicos, 15 clínicas estomatológicas y 18 talleres de prótesis (APLAUSOS), todos al servicio del pueblo gratuitamente. Decenas de otras instituciones, que van desde hogares de ancianos, hogares de impedidos, hasta hogares maternos, etcétera, etcétera. ¿Y cuáles son los resultados? De una provincia con un elevado número de analfabetos y gran número de ciudadanos que apenas sabían leer y escribir, hoy el nivel medio de instrucción de la población es de 7mo grado; 35 de cada 100 ciudadanos estudian, hay una matrícula escolar de casi el ciento por ciento y una retención escolar de alrededor del 97%. En la universidad camagüeyana hay hoy casi el doble del total de estudiantes que había en todo el país al triunfo de la Revolución (APLAUSOS). Se gradúan por año más estudiantes de nivel superior que el total de graduados universitarios en todo el país al triunfo de la Revolución. La mortalidad infantil, que sobrepasaba la cifra de 60 por 1 000 nacidos vivos en el primer año y que todavía, hace 10 u 11 años, alcanzaba la cifra de 26 por cada 1 000, se ha reducido ya a 11 por cada 1 000 (APLAUSOS). La perspectiva de vida se eleva casi a 75 años; el número de médicos se ha multiplicado varias veces, e incluso tenemos ya en pleno auge la institución del médico de la familia, con más de 350 médicos. ¡Como médicos de la familia tenemos más que el número total de médicos que había al triunfo de la Revolución en esta provincia! (APLAUSOS) En el terreno de la economía, se trataba de una provincia que solo contaba con la agricultura cañera y el desarrollo industrial azucarero: algunas pequeñas industrias; más que industrias, chinchales. Con la Revolución nace la industria eléctrica, que multiplicó casi cuarenta veces la capacidad de generación de energía eléctrica que había en la provincia, y se construyeron casi 5 000 kilómetros de líneas eléctricas. ¿Cómo sería posible concebir hoy esta ciudad, concebir estas luces, los estadios, concebir este acto sin ese desarrollo eléctrico? Con la Revolución nació la industria química, y hoy la provincia dispone de la capacidad de producir amoníaco, urea y fertilizantes mezclados, con una capacidad de cientos de miles de toneladas cada año. Con la Revolución nació la industria mecánica en Camagüey, que hoy puede exhibir con orgullo esa moderna planta, donde laboran miles de camagüeyanos (APLAUSOS), para producciones civiles y militares; planta de producir alambre de púa, planta de prefilar, planta de herramental, ¡alrededor de 200 talleres mecánicos solo en el área de la agricultura! Con la Revolución nació la industria de materiales de la construcción, comenzando por una moderna fábrica de cemento, capaz de producir 600 000 toneladas anuales y que funciona como un reloj; que cuenta con fábricas modernas de producir elementos ligeros de barro, ocho molinos de piedra —uno de los cuales tiene capacidad de más de un millón de metros cúbicos—, y decenas de plantas de materiales de diverso tipo, que hacen posible estas obras que ustedes tienen hoy ante sus ojos (APLAUSOS). Con la Revolución nació la industria de la construcción prefabricada y mecanizada, a través de numerosas plantas como las plantas Sandino, las plantas Gran Panel, la planta IMS, que hacen posible ese flamante edificio de 26 pisos, construido prácticamente en un año, que tenemos a nuestra vista (APLAUSOS). Los procesos constructivos se mecanizaron. Con la Revolución nació realmente la industria alimentaria, cuyo exponente principal es esa moderna fábrica de cerveza, que produce 25 000 cajas diarias y que se cuenta hoy, por su calidad, entre las mejores del país (APLAUSOS); el moderno combinado cárnico, capaz de procesar hasta 1 000 reses cada día; la planta de procesamiento de cerdos, capaz de faenar e industrializar 500 cerdos cada día; las plantas pasteurizadoras, las nuevas fábricas de quesos, y otras decenas de industrias alimenticias. Con la Revolución se impulsó el desarrollo de la industria azucarera, centrales nuevos estandarizados han surgido en esta provincia, y todos los antiguos centrales azucareros han sido reconstruidos o remodelados. Nació la industria de los derivados de la caña de azúcar y continúa desarrollándose. Nuestra agricultura se tecnificó, se modernizó, se mecanizó. Al triunfo de la Pevolución, todo el arroz que se producía era cosechado a mano, toda la caña que se elaboraba era cosechada y cargada a mano. Gran parte de las labores agrícolas y del transporte se hacían mediante tracción animal. ¿Cómo se podría concebir este moderno Camagüey si todavía en este país fuera necesario cortar el arroz a mano, cortar y cargar la caña a mano? ¿Cómo podrían desarrollarse las zafras sin los 115 centros de acopio con que cuenta la provincia? Todo eso se tradujo en grandes avances: las producciones agrícolas se multiplicaron en muchos renglones, así como la producción industrial y las construcciones. ¡Miles de instalaciones económicas y sociales se construyeron en estos años de Revolución!; ¡miles de kilómetros de carreteras, líneas de ferrocarril y caminos también se construyeron en estos años! Y me refiero exclusivamente a la actual provincia de Camagüey (APLAUSOS). Se construyeron instalaciones de todo tipo en los puertos: almacenes de azúcar a granel, mecanización de la carga portuaria, nuevos puertos, nuevas instalaciones para el combustible o instalaciones para recibir amoníaco, algunas de ellas sumamente costosas. En una provincia donde creo que existía solamente una pequeña presa, se han construido, en estos años, 44 presas importantes y 179 micropresas (APLAUSOS). Gracias a esos desarrollos desde el triunfo de la Revolución, en la provincia de Camagüey se han construido 105 000 nuevas viviendas (APLAUSOS). No he hecho el cálculo exacto, pero es de suponer, por el total de habitantes de la provincia —algo más de 700 000—, que más del 50% de las familias camagüeyanas viven hoy en casas construidas después del triunfo de la Revolución (APLAUSOS). No he mencionado tres importantes ramas: la de las actividades científicas que nacieron con la Revolución en esta provincia y que hoy cuenta con decenas de laboratorios, y que acaba de inaugurar ese modernísimo centro de investigación de Ingeniería Genética y Biotecnología, que es el segundo del país (APLAUSOS). Tal vez no fue correcto decir inaugurar, puesto que le faltan algunas semanas de trabajo, ya que no quisieron acelerar las terminaciones con motivo de la fecha para garantizar la calidad (APLAUSOS). Hoy se hacen cosas como las que se pueden apreciar en el centro de camaronicultura, en los procesos biológicos que allí tienen lugar: la inseminación artificial de los camarones, el desove artificial, y todos esos procesos científicos y técnicos que nos permiten disponer de la base para un importante desarrollo en esa rama de la producción. Nuestros hospitales han adquirido un nivel científico elevado. No había mencionado la esfera de la cultura, que tanto se ha desarrollado en estos años de la Revolución y de la cual son símbolo: el Ballet de Camagüey, la Orquesta Sinfónica, el museo "Ignacio Agramonte", la reconstrucción de teatros, el desarrollo, la conservación del casco histórico de la ciudad y los módulos culturales en todos los municipios de la provincia, una actividad que ha permitido a la ciudad de Camagüey montar un espectáculo como el de ayer, de extraordinaria calidad, solo con artistas camagüeyanos (APLAUSOS). No había mencionado la esfera del deporte, que nació con la Revolución y de la cual exponentes importantes son estadios como el "Cándido González", o esa sala polivalente, terminada en estos tiempos y que es, sin duda, la mayor y una de las más bellas del país (APLAUSOS). El viajero que transita por las proximidades de esta plaza y observa esa sala polivalente, no sabe si está en Camagüey, o en la antigua Grecia en los tiempos de su mayor esplendor arquitectónico (APLAUSOS). Ese desarrollo deportivo se expresa no solo en las escuelas de profesores de que hablé antes, o en las escuelas de iniciación deportiva, o en las escuelas de perfeccionamiento atlético, que creo que no había mencionado; se expresa igualmente en las casi 800 instalaciones deportivas creadas por la Revolución en esta provincia de Camagüey (APLAUSOS). Mas, si los camagüeyanos pueden sentirse satisfechos de lo que han creado con sus brazos, con su espíritu revolucionario en los pasados 30 años de Revolución, pienso que mucho más satisfechos han de sentirse por lo que están creando ahora mismo y por las perspectivas del futuro. Hace un poco más de dos años visitamos esta provincia durante varios días, recorrimos numerosos lugares en compañía del compañero Lázaro Vázquez. Recuerdo que por aquellos días, en pleno proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, en importantes campos se había reducido el ritmo de desarrollo en nuestro país o estábamos paralizados. Motivado por el entusiasmo de esta provincia, por el nivel cultural y técnico que estaba adquiriendo, por el prestigio y la autoridad de nuestro Partido, les hablé a los camagüeyanos de importantes planes. Partíamos también de los grandes recursos naturales de esta provincia, la menos poblada o de menos habitantes por kilómetro cuadrado en todo el país, y estuvimos trabajando en una serie de proyectos. Le planteamos a la dirección del Partido de la provincia de Camagüey, la idea de convertir a Camagüey en un modelo de desarrollo para el Tercer Mundo y, en primer lugar, en un modelo de desarrollo en la producción alimenticia y también de desarrollo social. Algunos de estos planes agrícolas, en años anteriores, se habían paralizado. No voy a explicar ahora —ya lo he hecho otras veces— los factores que dieron lugar a esa situación. Planteamos, de hecho, desarrollar en Camagüey en tiempo récord el más grande centro de producción lechera que pudiera encontrarse en cualquier país (APLAUSOS); desarrollar a plenitud las 14 000 caballerías, es decir, más de 180 000 hectáreas, disponibles para la ganadería alrededor de la ciudad: hacia el oeste, el suroeste, el sur, el sureste, el este y el noreste. Elaboramos un plan para construir 300 nuevas vaquerías, de las grandes, con las demás instalaciones complementarias, en un período no mayor de seis años. Se asignaron los primeros equipos y se empezó a trabajar. Le planteamos a la provincia la idea de duplicar la producción arrocera. Planteamos la idea de impulsar la producción cañera, para garantizar Producciones de azúcar de no menos de un millón de toneladas cada año y, además, la materia prima suficiente para otros usos de la caña, especialmente en la alimentación animal, con el criterio de que no se desperdiciara ni una hoja de cogollo, ni siquiera de paja seca de la caña. Planteamos la idea de impulsar considerablemente la producción de viandas y vegetales, para satisfacer a plenitud las necesidades de la provincia. Planteamos la idea de impulsar el plan de cítricos hasta alcanzar las 1 000 caballerías que se habían propuesto inicialmente, y trabajar arduamente en la construcción de los sistemas de riego de esos cítricos, que entonces ni siquiera llegaban a 100 caballerías. Planteamos la idea de aprovechar al máximo toda el agua potencial que se escurre por sus ríos y arroyos; recuperar plenamente la voluntad hidráulica. Planteamos la idea de convertir esa pampa estéril de serpentina en terrenos altamente productivos. Planteamos la idea de impulsar la producción de peces en todos los embalses, en todas las presas y micropresas que fuera posible. Planteamos, incluso, la idea de aprovechar el estiércol de esa enorme masa ganadera que estará alrededor de la ciudad, para convertirlo en humus a través de la lombricultura, produciendo a la vez miles de toneladas de proteína de origen animal para la elaboración de pienso. Planteamos la idea del uso máximo de la técnica y la ciencia en nuestros suelos, para sembrar en cada campo la variedad adecuada de caña, para sembrar en cada hectárea de pasto la variedad adecuada de pasto. Quedó aquí un gran programa, en la agricultura y en otras áreas; analizamos bien cómo se iba a llevar a cabo ese desarrollo de la agricultura como planes integrales, algo que habíamos empezado a hacer en los primeros años de la Revolución, y que luego se perdieron por culpa de los teóricos del mercachiflismo, que tuvieron la loca idea de jugar aquí con mecanismos capitalistas, y como consecuencia de lo cual surgieron, incluso, los pueblos fantasmas, pueblos donde se hacían los edificios y no había calles, o había calles y no había alcantarillado, o había alcantarillado y no había agua corriente; o no tenían tiendas, ni círculos, ni escuelas, ni servicios de ningún tipo. Pusimos énfasis en la idea de los planes integrales, como se corresponde con un concepto verdaderamente elevado y verdaderamente revolucionario del socialismo, que significa la oportunidad de programar el desarrollo y no dejar que los problemas se resuelvan al azar. Recordamos que por aquellos días exhortamos a la provincia a luchar por este 26 de julio (APLAUSOS) y, algo más, a luchar por el derecho a ser sede del V Congreso del Partido (APLAUSOS PROLONGADOS). Desde luego, en esa lucha tendrá que lidiar con el resto de las provincias del país; pero estoy seguro de que, aunque esa lucha será dura, la provincia de Camagüey estará muy lejos de contarse entre las últimas (APLAUSOS). Para celebrar este 26 de Julio, la provincia ha terminado más de 1 000 obras, que van desde un pequeño centro de trasplante de embriones, que puede tener unos 800 metros cuadrados, hasta un edificio como este, de más de 100 apartamentos y 26 plantas. Ese edificio se cuenta no como ciento y tantas obras, sino como una obra, igual que el estadio polivalente se considera como una obra (APLAUSOS). ¡Más de mil obras se han terminado desde que la provincia se propuso ganarse la sede del 26 de Julio en los últimos dieciocho meses! Claro está que el esfuerzo desarrollado por la provincia impresiona a todos los visitantes. Ayer hicimos un recorrido con un numeroso grupo de periodistas, ellos estaban admirados; más que admirados, asombrados. Recorrimos la cuenca lechera en desarrollo, la parte que fue posible en algunas horas. Visitamos comunidades para los trabajadores ganaderos, construidas en el término no mayor de un año; comunidades de 300 viviendas, como las que habíamos calculado cuando elaboramos el plan de la cuenca. Pero no era una comunidad fantasma; era una comunidad que tenía sus edificios terminados, sus calles, su acueducto, su alcantarillado, su círculo infantil, su escuela de seminternado, sus tiendas para la venta de productos alimenticios, de los productos agrícolas, sus áreas para los distintos servicios que requiere la comunidad. Y allí estaba construida, también, la casa del médico de la familia, y reservado el lugar donde en el futuro se construirá el área social, el círculo social de la comunidad (APLAUSOS), una comunidad integral, y no era la única que estaban construyendo. También se dieron a la tarea de construir y concluir aquellas instalaciones en las comunidades creadas anteriormente, donde faltaba el círculo, o faltaba la escuela, o faltaban otros servicios, o donde era necesario hacer nuevas viviendas. Era la idea de la concepción socialista, la verdadera concepción del desarrollo socialista plenamente aplicado; cientos de kilómetros de caminos y carreteras, carreteras radiales y carreteras circulares: el primer anillo, el segundo anillo, el tercer anillo, el cuarto, el quinto y el sexto anillos, que nacen desde las proximidades de Vertientes; algunas de ellas nacen por el suroeste y terminan en el circuito norte. Les puedo asegurar, camagüeyanos, que aquí, en los alrededores de esta ciudad, se está construyendo el más grande centro lechero del mundo, como unidad integral, ¡como unidad integral! (APLAUSOS) Catorce mil caballerías, ¡catorce mil caballerías!, organizadas en una gran unidad productiva. Que me digan si hay algo parecido en algún otro lugar, que va a tener en total alrededor de 540 vaquerías, entre las ya construidas y las nuevas, y cientos de otras instalaciones: cría de terneros, centros integrales para las novillas que van a reemplazar a las vacas productoras, centros de cría de los machos; en fin, todas las instalaciones que de manera integral lleva cada grupo de vaquerías. En este proyecto estamos trabajando con la cooperación de la FAO, institución de Naciones Unidas, y sé el altísimo aprecio que sienten por este programa, la idea que tienen de este programa, al que visitan casi todos los meses y que presentan como ejemplo de desarrollo ganadero en un país del Tercer Mundo; pero yo diría también que en cualquier país del primer mundo. Quisiera saber si en Estados Unidos, por ejemplo, hay alguna unidad que se semeje a esta; quisiera saber si en Europa, si en Francia, si en Holanda hay un tipo de organización integral de la producción de magnitud que se semeje a esta, que llevará, además, todos los laboratorios que se requieran, todos los talleres que se requieran, todas las líneas eléctricas que se requieran, todos los sistemas de riego que se puedan construir de acuerdo con el potencial hidráulico. Por eso podemos decir con satisfacción que tendremos acá, alrededor de esta ciudad, un centro ganadero único en el mundo (APLAUSOS). La provincia ha trabajado intensamente para este 26 de Julio en la construcción de presas y micropresas. Ya este año aumentará la producción de arroz en 300 000 quintales, y se proponen, en un futuro no lejano, alcanzar los 3 millones de quintales, es decir, más del doble de lo que se venía produciendo. Avanza el plan de cítricos y se acerca ya a las 700 caballerías, de ellas más de 300 con regadío. Avanza la producción de viandas y vegetales, que en los últimos años se ha elevado 2,6 veces y aún es insuficiente. Avanzan las construcciones porcinas, de las que no había hablado anteriormente; y han elevado en los últimos años en un 60% la producción de carne de cerdo, en un 40% la producción de huevos y en un 60% la producción de carne de ave. Este año, a pesar de la sequía, están elevando la producción de leche en 11 millones de litros. Estamos seguros de que el proyecto de llevar la producción de leche de la provincia a 300 millones de litros por año en un futuro no lejano, con el ritmo de trabajo que llevan, lo alcanzarán. Ya empezaron a construir la fábrica de leche en polvo; ya están terminando la nueva fábrica de quesos, que tendrá una capacidad de más de 30 000 litros diarios, y vendrán nuevas inversiones en este campo. En los últimos años, la masa ovino caprina de la provincia ha aumentado en cinco veces y ya en la pampa estéril del pasado, cuyo desarrollo avanza rápidamente, hay alrededor de 40 000 animales, y no se detendrán hasta alcanzar los 300 000. Estas noticias tienen que ser motivo de orgullo para los camagüeyanos y de entusiasmo para la provincia; pero también de entusiasmo para el país, porque algunas de las experiencias recogidas de este trabajo las estamos extendiendo a otras provincias. Ya se desarrolla un ambicioso plan de construcción de instalaciones ganaderas, no de la magnitud de este, pero sí con la misma calidad de este, en la vecina provincia de Victoria de Las Tunas. Ya se desarrolla en este momento un plan como el de Victoria de Las Tunas, en la vecina provincia de Ciego de Avila. Ya se desarrolla un plan similar a estas dos últimas provincias, en la provincia de Granma. Y este año pensamos iniciar el plan de Sancti Spíritus y, de ser posible también, un plan importante en Pinar del Río. Ya todas las provincias del país están buscando las áreas donde llevar a cabo construcciones de nuevas lecherías, porque las ideas que estuvimos desarrollando aquí, en Camagüey, las estamos llevando a todas las provincias del país. Como le decíamos al compañero Lázaro, no hacemos nada con desarrollar este plan solamente en la provincia de Camagüey. Hay que desarrollarlos, y los estamos desarrollando de acuerdo con sus recursos naturales, en todas las provincias del país. Por eso quiero recalcar que no se trabaja solo en Camagüey, sino que con este mismo espíritu se está trabajando en todo el país (APLAUSOS). Y estos planes requieren esfuerzos, coordinaciones, suministros de hembras. Vamos a llegar a construir, entre grandes y medianas, más de 200 vaquerías por año. Y quiero que sepan, camagüeyanos, que cuando empezó el proceso de rectificación se estaban construyendo siete por año; a eso nos condujo el jueguito con los mecanismos del capitalismo. Lo mismo estamos haciendo con las escuelas, con los círculos infantiles, con las instituciones hospitalarias o policlínicos; lo mismo estamos haciendo con todos los planes económicos y sociales del país; lo mismo estamos haciendo con la construcción de caminos y carreteras; lo mismo estamos haciendo con la voluntad hidráulica. Además, nuestro ambicioso plan alimentario se lleva a cabo en todas las provincias del país. Ahora, ¿cómo ha alcanzado este éxito la provincia?, eso no es casualidad. Admitido que Camagüey, desde los primeros años de la Revolución, se caracterizó por su gran entusiasmo; pero con eso solo no es suficiente. Pienso que el secreto del éxito de estos programas en la provincia de Camagüey está muy relacionado con el trabajo del Partido y el estilo de trabajo del Partido en esta provincia (APLAUSOS), con el esfuerzo de los 37 000 militantes del Partido, de los 35 000 militantes de la juventud y con el apoyo masivo del pueblo de Camagüey (APLAUSOS). El trabajo voluntario en Camagüey, como en el resto del país, casi había desaparecido, porque aquellos polvos de que hablé trajeron después esos problemas: los tecnócratas no querían ni oír hablar del trabajo voluntario. Y yo me pregunto aquí si habría sido posible sin el apoyo de las masas, sin el trabajo voluntario, construir las más de 1 000 obras que se han inaugurado en estos días (APLAUSOS). El pueblo participó en todo: en la construcción de comunidades, en la construcción de la fábrica de zeolita, en la construcción de las escuelas, de los círculos, de los edificios de viviendas, del centro de biotecnología, dondequiera que se trabajaba. El socialismo es la ciencia de llevar al pueblo al desarrollo del país, llevar a las masas a su participación directa en el desarrollo de la patria, ganar las masas para esa gran causa; el socialismo es la ciencia de crear, preservar y desarrollar el más amplio vínculo, el más profundo vinculo del Partido con las masas; el socialismo es la ciencia de dirigir con métodos correctos; el socialismo es la ciencia del ejemplo. Con relación a esto hemos visto cosas muy importantes en estos días. Ayer, cuando visitábamos la fábrica de quesos en construcción y próxima a concluirse, nos encontramos que allí estaban realizando trabajo voluntario, desde horas tempranas de la mañana, todos los secretarios de núcleos del Partido en el municipio de Sibanicú, todos los cuadros del Poder Popular y todos los cuadros de las organizaciones de masas (APLAUSOS). La población entera de Camagüey, repartiendo las horas voluntarias trabajadas entre el total de habitantes —incluidos los que nacieron en este primer semestre— acumuló un promedio de 25 horas de trabajo voluntario: ¡Quince millones de horas de trabajo voluntario, casi dos millones de jornadas de ocho horas! (APLAUSOS) Me contaba Lázaro algo que es lo más definitorio y que es la clave; me contaba que todos los cuadros del Partido, de la Unión de Jóvenes Comunistas, de los Poderes Populares, de la administración local o central y de las organizaciones de masas, físicamente aptos, realizaron, como mínimo 208 horas de trabajo voluntario en los últimos 18 meses, en trabajo real y efectivo: limpiando caña, haciendo zafra, construyendo, trabajando con sus manos (APLAUSOS). ¡Doscientas ocho horas de trabajo bien organizado y bien empleado!, que equivalen a 20 días de más de 10 horas, o más de 25 días de ocho horas, en medio del trabajo y de las obligaciones que tiene cualquier cuadro del Partido, la juventud, las organizaciones de masas, o de la administración. ¡Eso se llama ejemplo y ese es el camino verdaderamente revolucionario, verdaderamente socialista, capaz de llevar a un pueblo a cualquier meta, capaz de llevar a un pueblo hasta el fin del mundo! (APLAUSOS) Meditaba cómo se habría sentido el Che; él, que tanto predicó el trabajo voluntario y tantos ejemplos dio de dedicación personal al trabajo voluntario, cómo se habría sentido si hubiese podido escuchar esto (APLAUSOS). Nos dejó su ejemplo. El trabajo voluntario andaba por el suelo, pero el proceso de rectificación lo ha elevado a los niveles jamás alcanzados en la historia de la Revolución. Por eso Camagüey, a pesar de las lluvias, que fueron inoportunas al final, en los últimos dos meses de zafra, y que no vinieron cuando tenían que venir, después de la zafra, pudo alcanzar este año el millón de toneladas de azúcar (APLAUSOS). Por eso Camagüey llegó al 26 de Julio con el 95% de sus cañas limpias, índice que no se había alcanzado nunca con anterioridad. Por eso, a pesar de la sequía, cuyos daños serían realmente incalculables, esperamos mantener un nivel decoroso de producción azucarera en la provincia de Camagüey; porque lo que el hombre puede hacer en materia de siembra, en materia de cultivo, en materia de limpia, lo ha hecho, aunque, desde luego, mucho dependerá de lo que llueva en la parte final de este mes y, sobre todo, en agosto y en septiembre. Esto es, a grandes rasgos, lo que significa el esfuerzo de los camagüeyanos. Nadie sabe cuán lejos podemos llegar trabajando así. Pero, ¿en qué condiciones internacionales se desenvuelve nuestro actual esfuerzo? Algo tengo que hablar sobre esto, es muy importante. Necesitamos saber dónde estamos parados, en qué mundo vivimos, qué problemas amenazan al esfuerzo creador de nuestro pueblo. Vivimos en momentos de grandes problemas económicos en el mundo y, sobre todo, en el Tercer Mundo; de grandes deudas, de grandes crisis económicas. Vivimos un momento especial dentro del movimiento revolucionario mundial. No vamos a andar con melindres, tenemos que llamar las cosas por su nombre. Hay dificultades en el movimiento revolucionario mundial; hay dificultades en el movimiento socialista. Ni siquiera podemos decir con seguridad que los suministros del campo socialista, que con la puntualidad de un reloj han estado llegando a nuestro país durante casi 30 años, sigan llegando con esa seguridad y con esa puntualidad de reloj. Si el país ha estado haciendo más que nunca con menos que nunca —y estos hechos lo demuestran—, con menos divisas que nunca, es posible que en el futuro tengamos que seguir trabajando y esforzándonos, ¡y haciendo milagros!, con problemas también en los suministros provenientes del área socialista. Pero, quizás, el problema mayor es la euforia del imperialismo, la posición triunfalista del imperio y de la administración del imperio. Nunca ninguna administración, ni siquiera la de Reagan, fue tan triunfalista, nunca pronunció discursos tan triunfalistas. A partir de las dificultades en el campo socialista, pero fundamentalmente en algunos países socialistas, la administración de Bush viene pronunciando en los últimos meses discursos tales, que parten de la premisa de que la comunidad socialista está en su ocaso, de que el socialismo está en su ocaso y de que el socialismo irá a parar al basurero de la historia, que fue el lugar que aquellos brillantes y geniales estrategas y creadores del movimiento socialista reservaron, precisamente, para el capitalismo. A partir de las dificultades —que son evidentes y que todo el pueblo conoce— que han existido y existen en Polonia, de las dificultades del socialismo que han existido y existen en Hungría, Bush organizó una gira triunfal, un viaje triunfal por estos dos países en semanas recientes. Es cierto que hay dificultades allí, y él no fue por gusto a esos países, fue a alentar las tendencias capitalistas que allí se están desarrollando, y los problemas políticos que allí se han suscitado. Será obra de historiadores y de estudiosos, en algún momento, profundizar en las causas de esos problemas. Yo tengo mis ideas sobre eso, pero no es este el momento de exponerlas. El hecho cierto es que tienen dificultades, y que en unas elecciones recientes en Polonia la oposición liberal, la oposición procapitalista o, al menos, la oposición antisocialista, que todavía no ha definido bien, bien, bien cuáles son sus intenciones, ganó, en las elecciones para senadores, casi el ciento por ciento de los cargos; y hoy en Polonia, incluso, el líder de esa oposición, el señor Walessa, conocido por informaciones periodísticas en nuestro país, le ha planteado al presidente Jaruzelski, que ganó la presidencia por un voto más del mínimo indispensable, que lo mejor sería que le entregara el gobierno a la oposición. Ha dicho, incluso, en días recientes, que no se opone a que algunos de la oposición estén en el gobierno, pero que no contarían con el apoyo de la oposición; que lo único que aceptaría la oposición es la entrega del gobierno. En Hungría ocurre lo mismo. Hace un día se sacaron a elección cuatro cargos de diputados, y tres de ellos los ganó ampliamente la oposición. ¿Ante qué fenómenos estamos, acaso ante un tránsito pacífico del socialismo al capitalismo en esos países? Es posible; incluso, nosotros no lo cuestionamos, nosotros defendemos el derecho sagrado a la independencia de cada país y de cada partido. Es lo que pedimos para todos los pueblos del mundo, es lo que pedimos para todos los pueblos de América Latina y del Tercer Mundo: el derecho de cada país a construir, si quiere el socialismo, que tanto trata de impedir Estados Unidos por la fuerza de las armas; el derecho de nuestro pueblo a construir el socialismo. Claro que ese derecho no nos lo dio nadie; lo ganamos nosotros, lo conquistamos nosotros y lo defendemos nosotros (APLAUSOS). Pienso que se han cometido muchos errores, que traen estos problemas. A veces, incluso, medito si no sería mejor que esas nuevas generaciones que nacieron en el socialismo en Polonia y en Hungría, se dieran una vueltecita por el capitalismo, para que conozcan el capitalismo: lo egoísta, lo brutal y lo deshumanizada que es la sociedad capitalista. Es un asunto muy delicado, pero son nuestras reflexiones más sinceras sobre estos problemas. Durante su viaje triunfal, en Gdansk, una ciudad de Polonia, donde dicen que una multitud recibió al señor Bush, según cables de las agencias norteamericanas más renombradas, había muchos letreros —y no puedo certificar si eran muchos o pocos porque no estaba allí, ni lo vi por televisión, sino que lo leí en los cables—, dicen que muchos letreros decían: "¡El mejor comunista es el comunista muerto!" Vean qué entraña fascista, netamente fascista, de los letreros con que recibieron a Bush en aquella ciudad polaca. Desde luego que hay dos tipos de comunistas: los que puedan dejarse matar fácilmente, ¡y los comunistas que no nos dejamos matar fácilmente! (APLAUSOS PROLONGADOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!") Con regocijo narraban esos cables de las agencias imperialistas, que otros letreros decían: "¡Lenin, Jaruzelski, asesinos!" No voy a defender a Jaruzelski, creo que él se puede defender a sí mismo. Pero qué significa que en una ciudad de un país cuya liberación del fascismo costó la sangre de medio millón de soldados soviéticos —y pongo a un lado los errores de política internacional que en otros tiempos pueda haber cometido la Unión Soviética con relación a Polonia, simplemente me remito al hecho real de que medio millón de soviéticos murieron luchando junto al pueblo polaco por la liberación de Polonia—, y que se llame a Lenin "asesino", al fundador del primer estado socialista, que abrió la primera gran brecha de liberación a los pueblos del mundo; al fundador del primer estado socialista, cuya revolución hizo posible la desaparición del colonialismo, y que más de 100 estados hayan alcanzado su independencia, que más de 100 antiguas colonias hayan alcanzado su independencia. Qué repugnante llamar "asesino" a Lenin, cuyo pueblo alcanzó la victoria, liberó al mundo del fascismo con el sacrificio de 20 millones de muertos entre sus mejores hijos; es realmente amargo. Pero, claro, eso multiplica la euforia del señor Bush, multiplica su triunfalismo, multiplica la hostilidad imperialista contra Cuba y la multiplica mucho; porque si el señor Bush parte de la premisa de que el socialismo está en su ocaso, que la comunidad socialista se va a desintegrar, qué pensará con relación a Cuba, esta Cuba firme, esta Cuba valiente, esta Cuba heroica, esta Cuba que ni se rinde ni se vende. Si se parte de esa premisa, por qué cambiar la política con relación a Cuba. Lleva a cabo la política de paz contra las grandes potencias y de guerra contra los pequeños pueblos progresistas. Lleva a cabo la política a partir de esa premisa de que, si el socialismo se desintegra, Cuba no podría resistir, la Revolución Cubana desaparecería; y ese razonamiento multiplica el espíritu agresivo y la hostilidad del imperialismo yanki contra nuestro pueblo, contra nuestra Revolución, contra nuestra patria. Estas son verdades. Por eso ahora vemos al imperio más insolente que nunca, más facineroso que nunca, más amenazante nunca. Imagínense ustedes qué ocurriría en el mundo si la comunidad socialista desapareciera. De acuerdo con esa hipótesis, si eso fuera posible —que no lo creo posible—, las potencias imperialistas se lanzarían como fieras sobre el Tercer Mundo; se repartirían de nuevo el mundo, como en los peores tiempos antes de que surgiera la primera revolución proletaria; se repartirían el petróleo, los recursos naturales y los recursos humanos de miles de millones de personas en el mundo; convertirían de nuevo en colonias las tres cuartas partes de la humanidad. Pero ni aun así la lucha cesaría, ni aun así los pueblos jamás aceptarían; los pueblos seguirían luchando, tal vez más que nunca, ¡y en la primera fila de esa lucha estaría nuestro pueblo, estaría nuestra patria, estaría nuestra Revolución! (APLAUSOS PROLONGADOS) Naturalmente que las mayores ilusiones se las hace el imperialismo y se las hace Bush a partir de las dificultades que está atravesando la Unión Soviética, baluarte fundamental de la comunidad socialista. Es cierto que la URSS está atravesando dificultades, no es un secreto para nadie, y el sueño de los imperialistas es que la URSS se desintegrara. Hay dificultades y son crecientes las tensiones y los conflictos entre las nacionalidades de la URSS; son evidentes igualmente las tensiones internas dentro de la URSS, y hemos sido testigos de la huelga de cientos de miles de mineros del carbón en Siberia, en Donestsk y en otros lugares. Esas noticias llenan de felicidad a la reacción mundial, esas noticias llenan de felicidad al imperio. Nosotros, en estos días, hemos recibido un mensaje muy caluroso y muy fraternal de la Unión Soviética, en nombre del Partido, del Gobierno y del Estado soviéticos. Nuestro sentimiento de amistad con el pueblo soviético y de reconocimiento al papel de ese gran país es enorme, ustedes lo saben; también nuestro infinito agradecimiento hacia ese país. Nuestros más fervientes deseos es que los soviéticos logren superar sus dificultades, logren reconstruir su unidad y logren mantener y elevar el gran rol que ese país ha jugado en el mundo. Los problemas de la Unión Soviética es algo que preocupa extraordinariamente a todos los países del Tercer Mundo, a las antiguas colonias, a aquellos pueblos que no quieren volver a ser colonizados, porque en la URSS estuvo su fundamental y más firme aliado. Al ver esos problemas, los círculos imperialistas sueñan con un imperio de 1 000 años, como en su tiempo soñó Adolfo Hitler con relación a su III Reich. Pensaba que duraría 1 000 años y duró, realmente, muy poco. Es posible que en los círculos más reaccionarios del imperialismo se estén repitiendo esos sueños, que estoy seguro de que no durarán tampoco mucho tiempo. Esto no es cuestión de armas nucleares, de cohetes de un lado y de otro, o de arreglos para el desarme nuclear; nos alegramos muchísimo si se eliminan tales armas, pero la independencia de nuestro pueblo dependió siempre y depende de nosotros, no depende de cohetes nucleares de la Unión Soviética ni de nadie. Recuerdo la Crisis de Octubre y una frase que utilizamos en la Crisis de Octubre: "No tenemos cohetes estratégicos, pero tenemos cohetes morales." Esas son las armas con que se defienden los pueblos. Creo en los pueblos, y creo más que nunca en los pueblos como creo en mi pueblo, y sé de lo que es capaz nuestro pueblo (APLAUSOS PROLONGADOS). Aquí, razonando muy fríamente, como hay que razonar con el pueblo y en una fecha como hoy, en un minuto histórico como el que vive hoy el mundo, debemos pensar, debemos razonar. ¿Acaso vamos a detener nuestra marcha? ¿Acaso vamos a detener este colosal esfuerzo? ¡No! ¡Jamás! ¿Ante las realidades cerraremos los ojos? ¡No! ¡Jamás! ¿Ante las realidades meteremos la cabeza, como el avestruz, en un hueco? ¡No! ¡Jamás! Tenemos que ser más realistas que nunca. Pero tenemos que hablar, tenemos que advertir al imperialismo que no se haga tantas ilusiones con relación a nuestra Revolución y con relación a la idea de que nuestra Revolución no pudiera resistir si hay una debacle en la comunidad socialista; porque si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo! (APLAUSOS PROLONGADOS) ¡Cuba y la Revolución Cubana resistirían! Lo digo, y lo digo con calma, con serenidad y con toda la sangre fría del mundo. Es hora de hablarles claro a los imperialistas y es hora de hablarle claro a todo el mundo. Nosotros no bromeamos. ¿Qué nos puede asustar a nosotros, si hace 27 años casi conocimos de la experiencia de la Crisis de Octubre? Por ahí andan los historiadores recogiendo papeles y dando sus versiones. Todavía nosotros no hemos dado la nuestra. Sí, asistimos a una reunión allá por Moscú donde había norteamericanos, personajes de aquella época, soviéticos y algunos cubanos. Nosotros no hemos dado todavía nuestra versión ni hemos sacado nuestros papelitos, aunque también tenemos papelitos. Hay una cosa que es evidente: vivimos aquella experiencia, y no recuerdo haber visto a un solo cubano vacilar. Los cubanos se resistían a cualquier concesión al imperialismo, y los cubanos de aquella generación —gran parte de la cual sobrevive, a la cual se han unido nuevas generaciones muy bien formadas, con una gran conciencia política— estuvieron dispuestos a morir sin vacilación alguna. ¡Morir antes que retroceder! ¡Morir antes que ceder! (APLAUSOS PROLONGADOS) ¿Qué puede asustar a nuestro pueblo revolucionario? No hay nada en el mundo que pueda hacer vacilar, que pueda asustar a nuestro pueblo revolucionario. Hace rato ya, hace algo más de ocho años, cuando el señor Reagan irrumpió con grandes amenazas contra Cuba, que nosotros nos olvidamos de los libritos académicos sobre la guerra. Aceptamos, sí, toda la experiencia positiva, toda la experiencia de la guerra convencional, y adoptamos la doctrina de la defensa del país y el concepto revolucionario de la guerra de todo el pueblo; y todo el mundo sabe cuál es ese concepto, porque todo el mundo participa de ese concepto, que es la filosofía de lo que debe hacer nuestro país en cualquier circunstancia, de lo que haría en caso de bloqueo total que no permitiera entrar ni un litro de combustible, ni un grano de alimento, qué haríamos, y sabemos qué haríamos, lo sabemos muy bien, y sabemos que resistiríamos. Caso de guerra de desgaste, sabemos qué haríamos, y sabemos cómo resistiríamos; caso de invasión y ocupación del país por las tropas yankis, sabemos cómo resistiríamos, cómo lucharíamos y qué haríamos. Y sabemos que, más tarde o más temprano, el precio sería tan alto para los agresores que tendrían que marcharse de nuestro país (APLAUSOS). En el concepto de la defensa, hace rato que hemos aprendido a contar solo con nuestras propias fuerzas, y sabemos que en caso de un bloqueo total no entra ni un litro de combustible, ni un grano de alimento, ni una bala; la URSS no tendría fuerzas convencionales con las cuales romper ese bloqueo a miles de millas de sus fronteras, y ningún país puede confiar a otro su defensa, un país solo puede confiar su defensa a sí mismo. De modo que nuestras mentes, nuestras ideas, nuestros conceptos están elaborados y desarrollados. ¿Y qué creen, que perdemos el sueño? ¿Qué creen, que nos llenamos de incertidumbre ante todas esas premisas y todas esas hipótesis? Que se quiten la telaraña del cerebro, que nosotros sabemos lo que somos, lo que tenemos, lo que podemos; sabemos con lo que contamos, de modo que estamos tranquilos. ¡Ni lo peor nos asusta, ni la peor premisa, ni la peor hipótesis! Pero como vivimos en este mundo y en este planeta, tenemos que conocer las realidades y tenemos que meditar sobre las realidades. El futuro presenta amenazas debido a esa política imperialista, a esas creencias, a esa idea eufórica de que el socialismo está en el ocaso y llegaría el momento de cobrarle a Cuba el precio de más de 30 años de Revolución. ¡Aquí no podrán cobrar nada! Y esto no es de ahora, es desde hace mucho tiempo, y ya lo dijo Maceo: qué le correspondería al que intentara apoderarse de Cuba. ¡Este es el mismo país y es el mismo pueblo de Céspedes y de Martí (APLAUSOS); este es el mismo país y el mismo pueblo de Agramonte y de Máximo Gómez (APLAUSOS); este es el mismo país y el mismo pueblo del Titán de Bronce Antonio Maceo (APLAUSOS); este es el mismo país y el mismo pueblo de Yara y de Baire (APLAUSOS); este es el mismo país y el mismo pueblo de la Protesta de Baraguá (APLAUSOS); este es el mismo país y el mismo pueblo del Moncada, de Girón y del internacionalismo, solo que con una conciencia revolucionaria tan alta como nunca la tuvo jamás (APLAUSOS PROLONGADOS); y este pueblo y este país sabrán ser consecuentes con su gloriosa historia! ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! (OVACION) |
Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro en el acto central nacional por el XXV aniversario del asalto al Cuartel Moncada, celebrado en la ciudad escolar 26 de julio, 26 de julio de 1978 Fecha: 26/07/1978 Distinguidos invitados; Compañeros del Partido y del Gobierno; Santiagueros; Compatriotas: Hemos tenido ocasión de conmemorar veinticinco veces aquel 26 de Julio de 1953. En las prisiones, en el exilio, en las montañas o en la patria liberada por las armas que ese día iniciaron de nuevo el combate, la lucha justa, inevitable y necesaria para marchar por un camino nuevo y digno. No comenzó ese día la contienda de nuestro pueblo por la liberación, se reinició la marcha heroica emprendida en 1868 por Céspedes y proseguida más adelante por aquel hombre excepcional cuyo centenario se conmemoraba precisamente aquel año, el autor intelectual del Moncada: José Martí (APLAUSOS). Durante milenios en la historia de la humanidad, unos hombres fueron amos y otros esclavos, siervos, obreros, campesinos, oprimidos, en fin, de las más variadas formas, que el egoísmo de unos, la impotencia y debilidad de otros, y el proceso objetivo de la evolución de una sociedad, que se elevó de las formas más primitivas a sus etapas actuales, integrada por seres que evolucionaron igualmente desde las manifestaciones más elementales de vida a la maravillosa estructura física y moral del hombre de hoy, impusieron a la humanidad. Las leyes naturales y sociales propiciaron un despiadado camino que el hombre recorrió de una manera inconsciente inmensa parte de ese trecho. Lo que en comparación con otras épocas convierte en privilegiada a la humanidad de hoy es la posibilidad fabulosa de su dominio sobre la naturaleza y la de trazar por primera vez su propio camino en el desarrollo social. Esto es precisamente lo que convierte en un gran crimen las formas económicas, sociales y políticas que aun subsisten en muchas partes del mundo; lo que puede dar su máximo sentido moral y heroico a la voluntad de los pueblos, a los actos y las luchas de los hombres por transformar su vida; lo que ofrece su más pleno significado a la idea de la revolución. Nosotros tuvimos también nuestros amos. Tuvieron incluso nuestros antepasados aborígenes sus exterminadores; nuestros padres africanos sus esclavizadores; los descendientes de unos y otros también de los amos sus colonizadores, el pueblo cubano constituido ya como nación sus neocolonizadores; nuestros obreros y campesinos sus capitalistas y terratenientes explotadores; nuestra población negra y nuestras mujeres sus discriminadores; nuestros niños el analfabetismo, el hambre y las enfermedades; nuestros adultos, la ignorancia y el desempleo; nuestros ancianos el desamparo y el olvido. A tales injusticias tales luchas. A tales sistemas los alzamientos y muertes de los indios, los épicos combates de los esclavos, las luchas heroicas de los oprimidos, el 10 de Octubre, el 24 de Febrero, el 26 de Julio (APLAUSOS). Sobre el largo camino recorrido correspondió a nuestra generación el privilegio de la victoria y la cosecha de sus espléndidos frutos. Podemos por eso conmemorar la fecha de nuestra rebelión en la libertad, la independencia y la justicia que soñaron tantas generaciones de antecesores. Mas las ideas de libertad, independencia y justicia no eran las mismas en cada época. Para el esclavo en su tiempo significaba simplemente suprimir esa ignominiosa condición social y jurídica; para los burgueses romper las trabas del coloniaje; para el siervo obtener el pleno derecho a la tierra y sus frutos. Para el obrero, sin embargo, el concepto de libertad, independencia y justicia era muy distinto: la supresión total de toda forma de explotación del hombre por el hombre, la plena y verdadera igualdad para todos los seres humanos, la fraternidad y la cooperación entre todos los pueblos del mundo. A esta época, la del internacionalismo y la del socialismo, la del más pleno e íntegro concepto de la libertad y la fraternidad entre los hombres correspondió vivir nuestra Revolución. ¿Eramos nosotros acaso más cabales revolucionarios que los que nos precedieron? Fue la época, las condiciones objetivas de la sociedad y del mundo que vivíamos las que nos hicieron a nosotros marxista-leninistas, internacionalistas, socialistas, comunistas. En todos los tiempos, en cada país y en cada época, los revolucionarios lucharon y consagraron lo mejor de sus energías al noble propósito del progreso humano sin que por ello los de hoy puedan considerarse mejores que los de ayer. Lo que cualitativamente puede hacer diferente al revolucionario de hoy es su superior conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad humana, lo que pone en sus manos un instrumento extraordinario de lucha y de cambios sociales. A los teóricos del socialismo científico: Marx, Engels y Lenin deben los revolucionarios modernos el inmenso tesoro de sus ideas. Nosotros podemos asegurar con absoluta convicción que sin ellos nuestro pueblo no habría podido realizar tan colosal salto en la historia de su desarrollo social y político. Pero aun con ellos no habríamos sido capaces de realizarlo sin la semilla fructífera y el heroísmo sin límites que sembraron en nuestro pueblo y en nuestros espíritus: Martí, Maceo, Gómez, Agramonte, Céspedes y tantos gigantes de nuestra historia patria (APLAUSOS). Es así como se hizo la revolución verdadera en Cuba, partiendo de sus caracteres peculiares, sus propias tradiciones de lucha y la aplicación consecuente de principios que son universales. Estos principios existen, no pueden ser ignorados. Algunos presumidos en el mundo han querido nacionalizar, chovinizar el marxismo; los hubo incluso que pretendieron considerarse superiores a Marx, Engels y Lenin sin tomar en cuenta el rigor de sus investigaciones, la incomparable modestia que caracterizó a los creadores de nuestra doctrina revolucionaria y que no son los hombres los que pueden erigirse a sí mismos un monumento para la posteridad, sino los pueblos y los hechos objetivos los que asignan a cada cual un papel en la historia (APLAUSOS). No sin razón, refutando las vanidades humanas, el más sabio de nuestros patriotas nos enseñó que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz (APLAUSOS). No es necesario un día como éste relatar hechos de sobra conocidos, ni lustrar los méritos de una acción en la que muchos de nosotros aquí presentes y con vida fuimos testigos o partícipes. Digamos en primer término a nuestro pueblo y a la juventud mundial, que felizmente nos acompaña en este aniversario, que el triunfo de una idea en cualquier país es siempre fruto del esfuerzo de muchas generaciones y el concurso de la humanidad entera. Aquí en este recinto, entre los muros de esta fortaleza, después de la acción armada, decenas de jóvenes como los que este año se reúnen en nuestra patria fueron atrozmente torturados y a la postre asesinados por quienes defendían intereses de clases explotadoras y monopolios imperiales, en un vano intento por impedir el curso de la historia. Con la rabia y el odio de quienes no toleran ni perdonan el desacato de los pueblos, como en los días de Espartaco, la Comuna de París, Viet Nam o Chile, todas las iniquidades fueron cometidas por los opresores contra los valerosos combatientes revolucionarios. Los reaccionarios han creído siempre que su poder es invencible y eterno. ¡Qué lejos estaban de pensar que un día en el primer país socialista del hemisferio occidental, en la propia Santiago de Cuba y dentro de los muros de aquel bastión militar, nos reuniríamos los representantes de lo mejor y más progresista de la juventud mundial y el pueblo cuyos hijos escenificaron aquel desigual combate para festejar un XXV Aniversario victorioso y el XI Festival Mundial (APLAUSOS). Ello indica que ningún anhelo justo de los pueblos es imposible, ningún revés es insalvable, ningún sacrificio es estéril, ningún régimen reaccionario es eterno. Para qué explicarles a los jóvenes del mundo lo que es la opresión, el subdesarrollo, el capitalismo, el colonialismo, el neocolonialismo, el racismo, el fascismo y el imperialismo, si muchos de ellos lo han sufrido y lo sufren en sus propias carnes. Nuestra experiencia no fue diferente, nuestros combates por la libertad y el progreso no fueron distintos a los que hoy se escenifican en muchas partes del mundo. Nuestra lucha fue la eterna lucha de todos los pueblos oprimidos; nuestros enemigos fueron y son los mismos enemigos; nuestras victorias son las victorias comunes de hoy y de mañana de toda la humanidad progresista. El hecho de que Cuba, al cabo de 25 años de aquella acción que hoy conmemoramos, después de sostenida, heroica y victoriosa lucha, esté construyendo exitosamente el socialismo en la vecindad del imperio más feroz y poderoso de la tierra es, sin eufemismo ni exageración, un éxito del movimiento revolucionario mundial y una lección estimulante para todos los pueblos, por mucho que los imperialistas y los impúdicos traidores a la causa del internacionalismo, convertidos hoy en lacayos y aliados de los opresores del mundo, pretendan ignorarlo. Contra nuestro pueblo se centró todo el odio del imperio yanki. Un bloqueo implacable que dura ya casi dos décadas fue impuesto a nuestra patria, una base militar extranjera se ha mantenido en nuestro país con insolente desprecio a la voluntad y soberanía nacional. Conspiraciones, conjuras, sabotajes y agresiones de todo tipo se sucedieron durante muchos años. Tenebrosos planes de eliminación física de los líderes de la Revolución, hoy reconocidos públicamente por los propios autores, fueron elaborados y puestos en práctica por las más altas autoridades de Estados Unidos. No hubo medios, procedimientos, recursos, por ilícitos y sucios que fuesen, que no hayan sido utilizados contra nuestro país. Enfermedades y plagas capaces de aniquilar plantas y animales útiles fueron introducidas por los imperialistas en nuestra tierra. Una épica lucha ideológica fue también librada por la vanguardia revolucionaria contra los que antaño estaban acostumbrados a gobernar, mandar, decidir e imponer sus formas de pensar a los pueblos de América Latina. ¿Para qué hacían esto los imperialistas? ¿Qué defendían? ¿Qué deseaban mantener en nuestra tierra? El dominio extranjero sobre nuestros recursos naturales, nuestras riquezas y los frutos del sudor de nuestro pueblo: gobiernos corruptos y sanguinarios al servicio de sus intereses; campesinos sin tierra, obreros explotados, un pueblo analfabeto, hambriento, desesperanzado; niños sin maestros ni médicos, adultos sin salud ni asistencia, padres sin empleo, cientos de miles de madres sin otra alternativa muchas veces que la prostitución; discriminación por razones de raza o sexo, ancianos abandonados, casinos de juego, vicio, corrupción y sangrienta represión política. Compárese hoy nuestra patria con el resto de los pueblos de América Latina. No existe dominación imperialista ni capitalista y somos hoy el único pueblo del hemisferio sin desempleo, analfabetismo, mendicidad, prostitución, juegos de azar, discriminación racial: poseemos el más alto índice de salud y educación, cultura y deporte de todo el continente; somos dueños absolutos de nuestras riquezas económicas y recursos naturales; planificamos nuestro desarrollo y en nuestras manos exclusivamente está el progreso económico, social y cultural de nuestro pueblo. Nuestras dificultades son las mismas dificultades objetivas de cualquier pueblo subdesarrollado del mundo, pero en nuestras prerrogativas esta decidir el futuro, con austeridad y modestia, pero con libertad y dignidad (APLAUSOS). ¿Cómo logramos esta victoria los revolucionarios cubanos? Con la firmeza, la lealtad a los principios, la estrecha vinculación a las masas, la absoluta confianza en la justicia de nuestra causa y el espíritu de sacrificio, heroísmo y las virtudes de nuestro pueblo; con la solidaridad internacional, la cooperación del movimiento progresista, la comunidad socialista y especialmente de la gloriosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (APLAUSOS PROLONGADOS). Dijimos: ¡no! al desaliento frente a la adversidad, ¡no! a las dificultades, ¡no! al pesimismo, ¡no! al temor, ¡no! a la claudicación, ¡no! al oportunismo, ¡no! a las concesiones ideológicas, ¡no! al nacionalismo estrecho y al chovinismo, ¡no! al abuso de poder, ¡no! a las violaciones de los principios, ¡no! la corrupción, ¡no! al envanecimiento, ¡no! al endiosamiento de los líderes, ¡no! al ridículo culto a la personalidad, ¡no! a la infalibilidad de los revolucionarios. Y supimos decir: ¡sí! a la solidaridad entre los hombres, ¡sí! al marxismo-leninismo, ¡sí! al antimperialismo consecuente (APLAUSOS PROLONGADOS), ¡sí! al internacionalismo proletario (APLAUSOS PROLONGADOS), ¡sí! a la necesidad de un partido de vanguardia, ¡sí! a la dirección colectiva y las normas democráticas revolucionarias, ¡sí! a la autocrítica y al reconocimiento y rectificación de los errores, ¡sí! a la modestia, ¡sí! a la dedicación total y absoluta al pueblo, ¡sí! a la admiración y respeto a los que con su lucha pasada hicieron posible la patria de hoy, ¡sí! a la gratitud eterna para los que se solidarizaron con nosotros, y con su apoyo desinteresado y noble nos ayudaron a vencer las agresiones del imperialismo (APLAUSOS). La Cuba que ustedes ven hoy no es siguiera la pálida imagen de lo que fue hace 20 años. Los casinos, los mendigos, los hombres sin empleo y los burdeles eran las primeras impresiones que se ofrecían al visitante. Esas cosas hoy no existen. Pero no se piense que a todo visitante le agradaba necesariamente el cambio postrevolucionario. En los días de la Unidad Popular nos visitó el buque insignia de la Marina chilena. Muchos cadetes, educados en una mentalidad burguesa y capitalista, estaban disgustados porque en La Habana no encontraban prostíbulos, como en todas las capitales de América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental. Antes de la Revolución en Cuba existía el prostíbulo y junto al prostíbulo el patíbulo. Como hoy en Chile. Aquella vida neocolonialista y capitalista subdesarrollada impuesta a la nación se mantuvo por la pura fuerza, y era el mérito y la obra fundamental del dominio imperialista sobre nuestra tierra. Ellos no entrenaban médicos ni maestros, pero entrenaban los esbirros en el arte de torturar, desaparecer y asesinar a los inconformes y revolucionarios, como ocurre hoy en Nicaragua, Chile, Uruguay, Paraguay y otros infortunados países de América y del mundo, con técnicas mucho más refinadas del Pentágono y la CIA. Ellos enseñaban cómo se perseguía a un comunista, cómo se dividía un sindicato y se imponía un dirigente amaestrado, cómo y qué se debía escribir en un periódico, qué películas debíamos ver, qué programas radiales escuchar, qué libros leer. Ellos decidían dónde y con qué ganancias invertir: por algo eran los dueños absolutos de nuestras finanzas, nuestras mejores tierras y las riquezas naturales del país. Ellos trazaban nuestra política y nuestro destino. Ellos, lo que es peor aún, porque sus efectos perduran en el tiempo y es más difícil de desarraigar, imponían a nuestro pueblo pobre y subdesarrollado los hábitos de consumo y las costumbres del mundo capitalista desarrollado, desarrollo alcanzado sobre la más despiadada explotación de su propio pueblo y del resto del mundo colonizado o neocolonizado y sobre el más brutal intercambio desigual con los países atrasados económicamente. La sociedad burguesa crea sus gustos burgueses y su paisaje burgués en ciudades y campos, que no pueden ser los de las sociedades de trabajadores; junto a los palacios de los millonarios los barrios de indigentes, y junto a las modernas autopistas por donde corren veloces fastuosos automóviles, los caminos enlodados donde transitan a pie los humildes campesinos. Los países burgueses ofrecen cifras estadísticas de sus consumos per cápita, pero no dicen una palabra de la colosal diferencia entre lo que consume un millonario y lo que consume un obrero, un desempleado, un limosnero. En nuestras ciudades no verán ustedes vistosos ni excesivos anuncios lumínicos de propaganda publicitaria, porque no intentamos inculcar a nuestros ciudadanos mediante reflejos condicionados, qué refrescos deben consumir ni qué cigarros deben fumar, como hacen en las sociedades que ridículamente pretenden llamarse libres. Verán en cambio cómo en muchos rincones de nuestros campos se encienden los bombillos eléctricos en las aulas de nuestras miles de escuelas rurales, nuestros policlínicos y en las casas de nuestros campesinos. No verán en nuestros periódicos anuncios publicitarios o crónicas sociales sobre matrimonios, fiestas y actividades recreativas de ricos que nunca interesaron al trabajador, creador verdadero y único de las riquezas sociales; o que en nuestros radios y televisores se interrumpan los programas constantemente para ofrecer anuncios comerciales, porque nuestros medios masivos están al servicio de la información, la educación y la cultura y no de la vanidad social ni de vulgares intereses mercantiles. Podrá faltar a veces hasta la pintura para nuestros más flamantes edificios, pero no faltará jamás el maestro o el libro en una escuela, ni el médico o la medicina en nuestros hospitales para todos los niños y ciudadanos del país (APLAUSOS). No verán tampoco nuestras calles atiborradas de modernos y ruidosos automóviles que consumen fabulosas cantidades de energía, porque promovemos y desarrollamos el transporte colectivo y vemos el vehículo individual como simple instrumento de trabajo en función del servicio social que prestan técnicos, médicos, profesores y otros trabajadores de nuestra sociedad. Muchas veces nos hemos preguntado qué sería del mundo y sus recursos naturales y energéticos, si en Asia, con China y la India, Africa y América Latina, cada familia tuviera un automóvil, acorde con el ideal ficticio y absurdo creado por las sociedades capitalistas desarrolladas. Alguien en la antigüedad dijo: "No sólo de pan vive el hombre". Hoy podemos afirmar: "No solo de automóviles y para los automóviles tiene que vivir el hombre". Lo que engendró irracionalmente la explotación del mundo y el capitalismo no puede ser jamás modelo para una humanidad que en los próximos 25 años tendrá ya 7 000 millones de habitantes. Nosotros consideramos que la energía y demás recursos esenciales se deben dedicar en primer término a la alimentación, alojamiento, salud, educación, cultura y demás necesidades fundamentales del bienestar del hombre con otro concepto de la vida, la sociedad y los frutos del trabajo humano. A ello consagramos nuestros modestos recursos, en medio del brutal y despiadado bloqueo económico, que un país poderoso y rico como Estados Unidos ha impuesto a nuestra heroica patria. Mas a pesar de eso nadie podrá ignorar los avances de Cuba, lo que demuestra todo lo que puede hacerse aun siendo pobres, si existe la justicia del socialismo. En nuestra patria podrán ver cada ciudadano con un libro bajo el brazo porque queremos todos estudiar, queremos todos aprender y queremos todos interpretar correctamente el mundo en que vivimos. A nadie le decimos cree, a todos les decimos piensa, estudia, decide. Los imperialistas intentan ridículamente presentar a nuestro país como un régimen de fuerza. Efectivamente hay fuerza, pero la fuerza no este en las armas, ni en las leyes, ni en las instituciones del Estado; está en el pueblo (APLAUSOS), en las masas, en las convicciones revolucionarias y en la cultura política de cada ciudadano. La fuerza no está en la mentira ni en la demagogia, sino en la sinceridad, la verdad y la conciencia. Las armas además las tiene el pueblo y con ellas defiende la Revolución sin torturas, sin crímenes, sin batallones de la muerte, sin desaparecidos, sin ilegalidades ni arbitrariedades, como ocurre a diario en los países doblegados al imperialismo para mantener regímenes reaccionarios de injusticia y opresión. Esto lo empiezan a reconocer hoy hasta nuestros más enconados enemigos. Ello se debe a las semillas de principios y ética revolucionaria que sembramos desde el mismo Moncada y que fructificaron en la guerra de liberación y en el ulterior desarrollo de la Revolución. Por encima de las montañas de calumnias imperialistas se yergue firme e invencible la realidad histórica. Nuestro país se dispone a continuar su justa marcha. Ya estamos elaborando nuestro segundo plan quinquenal. Se hacen estudios serios sobre nuestras perspectivas de desarrollo económico, social y cultural hasta el año 2000. Tendremos, en fecha relativamente próxima, un plan pronóstico para 20 años. Cada provincia, cada ciudad, cada municipio conocerá, con el máximo de exactitud posible; cuál será su futuro y qué tareas le corresponden en el desarrollo del país. Si se quiere tener una idea del porvenir baste decir que este solo año 18 000 ciudadanos han recibido el título de maestros y profesores. Para los que piensan que nos estamos convirtiendo en un país de soldados es bueno señalar, que las cifras de graduados como maestros y profesores es veinte veces superior que la de oficiales de nuestras Fuerzas Armadas graduados este año, aunque para cada cubano ser soldado u oficial es un honor muy alto, porque las armas en nuestra patria y aun fuera de la patria están al servicio de las más nobles causas de la Revolución y el internacionalismo (APLAUSOS). Todos somos al fin y al cabo soldados de la Revolución. Pero saber educar es aún más difícil que saber morir. Por este derecho lucharon y murieron más de una vez nuestros hombres; pues los hombres tienen que saber morir para que la humanidad pueda vivir. Avanzamos resueltamente hacia un país de alta cultura. Nuestro camino en ese terreno no conoce límites. Viviremos de lo que nuestra técnica, nuestros recursos naturales y nuestro sudor sean capaces de crear. Mas no seremos egoístas como el caracol encerrado en su propia concha y brindaremos al mundo todo lo que esté al alcance de nuestra generosidad revolucionaria e internacionalista (APLAUSOS). ¿Qué es nuestra propia vida sin ustedes, qué es Cuba sin el resto del mundo? Si nuestros sueños de ayer son realidades de hoy, nuestros sueños de hoy serán realidades de mañana y así será igual para todos los pueblos del mundo si somos capaces de soñar juntos un futuro mejor. Como las realidades no pueden ser olvidadas es preciso decir que la humanidad de hoy se enfrenta a dramáticos problemas. Primero que todo se plantea la vital cuestión de superar los riesgos de una guerra nuclear. En otros tiempos los hombres dirimían sus conflictos políticos por medio de sus hachas de piedra, sus lanzas, sus flechas, sus espadas, sus cañones e incluso sus aviones; sus acorazados y sus tanques. En cambio ninguna otra era de la historia humana conoció armas tan masivamente destructoras y mortíferas como las que hoy existen. Lo que ayer podía ser juego de ambiciones irresponsables, que podían permitirse las clases privilegiadas en defensa de sus intereses y sus fines de repartirse el mundo o destruir el avance de las ideas progresistas, como ocurrió en la última contienda generalizada, hoy, con los modernos y sofisticados medios de destrucción masiva, se convierte en suicidio universal y crimen de lesa humanidad. Aun está por ver si los hombres serán capaces de sobrevivir a las armas diabólicas que han sido en cambio capaces de elaborar. Si analizamos elementalmente las realidades vemos que el avance político y social de la humanidad en su conjunto está por debajo de su capacidad de destrucción y de exterminio. No son las fuerzas progresistas y revolucionarias las que han creado esta situación dramática y peligrosa. La consigna de paz y coexistencia entre todas las naciones del mundo fue lanzada en la aurora misma del primer Estado socialista por Vladimir Ilich Lenin. El socialismo, cuyo objetivo fundamental en el campo económico es el desarrollo de las fuerzas productivas y la distribución equitativa de los frutos del trabajo, no tiene necesidad alguna de guerras, repartos del mundo ni producción armamentista. El desarrollo planificado de la economía, y los requerimientos esenciales del hombre no demandan para nada inversión de infinitos recursos humanos y materiales en la estéril carrera de las armas. No fue el primer Estado socialista quien proclamó la guerra contra las naciones de diferentes regímenes sociales, fueron las potencias imperialistas las que decidieron, con la intervención y el bloqueo, liquidar al primer Estado de obreros y campesinos y a la vez aplastar al movimiento revolucionario en todas partes del mundo. Esta política engendró al fascismo y la Segunda Guerra Mundial. La cruzada contra la Unión Soviética de la Alemania hitleriana, que se armó con la colaboración de las demás potencias imperialistas, costó al primer Estado socialista 20 millones de vidas de sus mejores hijos. Un alto precio tuvieron que pagar también los pueblos de los países imperialistas por la descabellada aventura anticomunista y profascista de sus gobernantes. ¿Quién puede negar estas verdades históricas? ¿Quién puede ocultar el hecho de que los países capitalistas tuvieron la responsabilidad fundamental en el estallido de aquella guerra? ¿Quién puede olvidar que fue precisamente el socialismo lo que hizo imposible el dominio universal del fascismo? ¿Qué país si no Estados Unidos en virtual sustitución de la Alemania hitleriana se convirtió en cruzado del anticomunismo y la contrarrevolución en el mundo? ¿Qué otro país verdaderamente puede amenazar la paz mundial? ¿Quién practica una política de fuerza? ¿Quién ha llenado el mundo de bases militares? ¿Quién promueve la carrera armamentista? ¿Quién tiene necesidad de la industria militar para enfrentar los problemas económicos internos y satisfacer los intereses de poderosos monopolios? Los que reprochan a los países socialistas su programa de defensa olvidan la lección del fascismo, olvidan la realidad histórica de que es el imperialismo quien ha impuesto a nuestros países, con sus agresiones, bloqueos y amenazas, la necesidad de invertir cuantiosos recursos en gastos militares, que son ajenos por completo a los requerimientos y objetivos del régimen socialista. Por principio nosotros, marxista- leninistas, sabemos que los cambios sociales no pueden imponerse desde el exterior, como tampoco pueden impedirse cuando los pueblos deciden hacerlo por cualquier medio. Los pueblos socialistas no pretenden exportar la revolución. El socialismo no lo exportó nadie a la Unión Soviética como nadie lo exportó a Cuba. Desde que nació el socialismo solo los países imperialistas han tratado de exportar su sistema: el capitalismo, la reacción, la contrarrevolución, el fascismo. ¿Qué interés puede tener la humanidad en la carrera armamentista? ¿Para qué gastar en armas lo que los pueblos necesitan en alimentos, viviendas, salud, educación, recreación? Cientos de miles de millones de dólares se invierten todos los años con fines militares. Montañas de armas de exterminio se acumulan cada año ante los ojos atónitos de un mundo con montañas de problemas de subdesarrollo, hambre, crecimiento excesivo de la población, desempleo, enfermedades, analfabetismo, escasez creciente de alimentos y recursos naturales y contaminación del medio ambiente. Claro está que solo hay una solución definitiva a esta tragedia: que la humanidad supere su fase capitalista e imperialista, que universalmente se desarrolle la justicia social y la cooperación. Pero ello en cada país es una tarea que corresponde a su propio pueblo. La humanidad tiene que ser preservada para un destino mejor. Es inadmisible y absolutamente irresponsable una posición pesimista sobre la necesidad y la posibilidad de la paz, como la de algunos que auguran la inevitabilidad de la guerra, e incluso la azuzan pensando que tal vez ellos serán los únicos supervivientes. Los pueblos tienen el deber de luchar por la paz y a la vez por los cambios sociales. ¿Nos dejaremos acaso intimidar por las amenazas? No, porque somos optimistas y porque sabemos como nos enseñó Carlos Marx, que los oprimidos no tienen otra cosa que perder sino sus cadenas (APLAUSOS). El Gobierno de Estados Unidos enarbola ahora la consigna de los derechos humanos. Nosotros, marxista-leninistas, que hemos hecho del hombre, su bienestar material y espiritual, sus derechos económicos, sociales y políticos, la razón de ser de nuestras vidas; que luchamos por la supresión de toda forma de explotación del hombre por el hombre, estaremos siempre, por supuesto, en favor de reales y verdaderos derechos humanos. Incluso nos alegramos si las prédicas de Carter logran influir un poco sobre algunos de sus íntimos aliados como Nicaragua, Salvador, Guatemala, Haití, Chile, Paraguay, Uruguay, Argentina, Brasil, Zaire, Sudáfrica, Arabia Saudita, Irán, Corea del Sur y otros por el estilo, para que cesen en sus prácticas genocidas y sus hábitos de torturar, desaparecer y asesinar a los luchadores por la democracia y el progreso (APLAUSOS PROLONGADOS). Con eso los regímenes capitalistas, neocolonizados, proimperialistas y el de los propios Estados Unidos, serían un poco menos inhumanos. Pero está por demostrar que un régimen burgués, imperialista y guerrerista pueda prometer verdaderos derechos humanos a alguien en el mundo, dentro y fuera de sus fronteras, porque tal sistema existe solamente para servir, utilizando todos sus recursos y medios en el interior y en el exterior, los derechos y los intereses del gran capital. ¿Con qué moral pueden hablar de derechos humanos los gobernantes de una nación donde conviven el millonario y el pordiosero, el indio es exterminado, el negro es discriminado, la mujer es prostituida y grandes masas de chicanos, portorriqueños y latinoamericanos son despreciados, explotados y humillados? ¿Cómo pueden hacerlo los jefes de un imperio donde se imponen la mafia, el juego y la prostitución infantil; donde la CIA organiza planes de subversión y espionaje universal, y el Pentágono crea bombas de neutrones capaces de preservar los bienes materiales y liquidar a los seres humanos; un imperio que apoya a la reacción y la contrarrevolución en todo el mundo, que protege y estimula la explotación por los monopolios de las riquezas y los recursos humanos en todos los continentes, el intercambio desigual, una política proteccionista, un despilfarro increíble de recursos naturales y un sistema de hambre para el mundo? ¿Cómo pueden hacerlo los representantes de una sociedad capitalista e imperialista cuya esencia es la explotación del hombre por el hombre y con ella el egoísmo, el individualismo y la ausencia total de solidaridad humana? ¿Cómo pueden esgrimir esa consigna quienes entrenan y suministran militarmente a los gobiernos más reaccionarios, corrompidos y sangrientos del mundo como Somoza, Pinochet, Stroessner, los gorilas de Uruguay, Mobuto y el Sha de Irán, para citar solo algunos casos? ¿Cómo pueden hablar de tales derechos los que mantienen estrechas relaciones con los racistas de Sudáfrica, que oprimen, discriminan y explotan a 20 millones de africanos; los que suministran cuantiosas cantidades de sofisticadas armas a los agresores sionistas que desalojaron al pueblo palestino de sus tierras y se niegan a devolver a los países árabes los territorios arrebatados por la fuerza? (APLAUSOS PROLONGADOS) ¿Cómo pueden hablar de derechos humanos los dirigentes de un estado cuyas agencias de inteligencia organizaron atentados contra los líderes de otros países, y cuyos ejércitos lanzaron en Viet Nam cantidades de explosivos cientos de veces equivalentes a las bombas nucleares hechas estallar sobre Hiroshima y Nagasaki, y asesinaron millones de vietnamitas sin que se hayan dignado siquiera pedir excusas a unos e indemnizar a otros; de un Estado que tradicionalmente intervino en los países de América Latina y somete a los pueblos de este continente a su yugo explotador, y por cuya culpa mueren cientos de miles de niños cada año de enfermedad y hambre? ¿Cómo puede hablar, en fin, de derechos humanos el gobierno imperialista que mantiene una base militar por la fuerza en nuestro territorio, y somete a nuestro pueblo a un criminal bloqueo económico? Sería excelente que el presidente Carter dando el ejemplo de su prédica decretara la libertad de Lolita Lebrón (APLAUSOS) y demás patriotas portorriqueños que llevan más de 25 años en injusta prisión, de los "Diez de Wilmington" arbitrariamente encarcelados, y una amnistía para los miles de negros norteamericanos que se vieron obligados a delinquir como consecuencia de la discriminación, el desempleo y el hambre. Cada gobernante de Estados Unidos tiene su frase retórica para América Latina o para el mundo: uno habló del "Buen Vecino", otro de la "Alianza para el Progreso", ahora la consigna es "los derechos humanos". Nada cambió en su política hacia el hemisferio y el mundo, todo quedó igual, siempre prevaleció la diplomacia de las cañoneras y el dólar, la ley del más fuerte. Las frases son tan efímeras como las administraciones. Lo único perdurable en la política yanki es la mentira. Decíamos que el imperialismo apoyaba al fascismo en América Latina, el apartheid en Africa, el neocolonialismo en todos los continentes. Pero la política imperialista es también mucho más sutil: promueve la división entre los países socialistas, alienta corrientes nacionalistas, estimula el chovinismo, busca aliados en el movimiento progresista. El imperialismo, que antaño se opuso tenazmente al nacionalismo como manifestación del espíritu de independencia de los pueblos contra el sistema colonial y lo combatía y combate en cuanto expresión de lucha antimperialista y defensa de los intereses legítimos de cada país, abriga la esperanza de que la exacerbación de ese mismo sentimiento, es decir el chovinismo, chocará con los principios del socialismo y el internacionalismo. Ellos consideran, que tanto en Asia como en Africa y en América Latina esa corriente será siempre más poderosa que el espíritu revolucionario e internacionalista. El resto lo confían a sus tecnologías de países industrializados, al monopolio de las instituciones internacionales de crédito, y a los cuantiosos recursos monetarios que todavía atesora el occidente capitalista. Al oro acumulado durante siglos de explotación a sus propios trabajadores y a los pueblos colonizados, neocolonizados y subdesarrollados, se une ahora la multimillonaria acumulación de Estados como Arabia Saudita e Irán que en parte extraen sus fabulosas ganancias de países atrasados económicamente. Con esos recursos piensan barrer el movimiento progresista de las naciones del llamado Tercer Mundo. Es cierto que los efectos de la crisis económica mundial se hacen sentir fuertemente en países con gobiernos progresistas de escasos recursos, saturados de deudas y sometidos despiadadamente al vendaval de los problemas financieros. Fuerzas derechistas obtienen victorias electorales en algunos países como resultado de las dificultades económicas, mientras la reacción por su parte acude al fascismo para enfrentar esas mismas dificultades mediante la más brutal represión. El Fondo Monetario Internacional y otros organismos de crédito, tradicionales instrumentos de la política de Estados Unidos, imponen condiciones onerosas, debilitan la base popular de los gobiernos que no son de su agrado y minan su estabilidad política. Estas circunstancias son propicias a presiones y claudicaciones y con ello a victorias transitorias de la reacción en algunas naciones del mundo. No seríamos honestos si negáramos que el propio movimiento progresista y revolucionario atraviesa dificultades serias. La repugnante traición a la causa del internacionalismo perpetrada por los dirigentes chinos, su demencial conducta política y su alianza desvergonzada con las potencias imperialistas, han constituido un rudo golpe para las fuerzas progresistas del mundo. Viet Nam, Angola y Cuba, países pequeños que ganaron un sólido y reconocido prestigio en el mundo por las páginas heroicas que escribieron y aun escriben en su lucha resuelta, firme e inclaudicable contra el imperialismo sufren hoy los brutales ataques, la hostilidad y las calumnias de la dirigencia traidora china. En el caso de nuestra propia patria, después de casi 20 años de agresión y hostigamiento de Estados Unidos, que no lograron ponerla de rodillas, vemos hoy el hecho increíble e infame de que la actual dirección china justifica el bloqueo económico a Cuba y la presencia de una base naval yanki en nuestro territorio. Entre las agencias cablegráficas imperialistas y las de China no existe ya absolutamente ninguna diferencia en su lenguaje soez e intrigante, en sus pérfidos y canallescos argumentos para atacar a Cuba. La colaboración soviética, que tan decisiva fue para la consolidación y supervivencia de la Revolución Cubana en sus años más críticos, cuando los imperialistas nos arrebataron los mercados azucareros y nos suprimieron los suministros de alimentos, medicinas, combustible, piezas de repuesto y materias primas esenciales, es vilmente calumniada. Junto al decisivo apoyo económico recibido, no olvidaremos jamás tampoco los cubanos que las armas con que nos defendimos en Girón contra los agresores imperialistas fueron armas suministradas por los soviéticos (APLAUSOS). Y si Estados Unidos no pudo cometer un genocidio contra Cuba, con una agresión directa, ello se debe en gran parte a la solidaridad y al apoye de la URSS. La historia no puede ser negada tan groseramente. La palabra humana se ideó para fines más nobles. La política internacionalista de Cuba, la generosidad sin límites de nuestro pueblo, cuyos hijos lucharon en Angola contra los racistas sudafricanos para evitar que pudieran arrebatarle a su pueblo la independencia que conquistaron con 15 años de heroica lucha, y nuestra solidaridad en el combate de la Revolución Etíope contra la agresión exterior, promovida por Estados Unidos, las potencias de la OTAN y la reacción árabe, son calificadas por los dirigentes chinos en los mismos términos groseros, soeces y aun peores que los de los voceros del imperialismo, más sutiles, menos desembozadamente mentirosos. El internacionalismo es la esencia más hermosa del marxismo- leninismo y sus ideales de solidaridad y fraternidad entre los pueblos. Sin el internacionalismo la Revolución Cubana ni siquiera existiría. Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad (APLAUSOS PROLONGADOS). Aunque no nos agrade tener que mencionar nosotros mismos la forma intachable en que la Revolución Cubana ha cumplido sus deberes internacionalistas, es preciso recordar que nuestra colaboración militar con Angola y Etiopía no eran siquiera algo nuevo. Soldados cubanos marcharon a la hermana República de Argelia en 1963 para apoyarla contra la agresión exterior cuando en los meses subsiguientes a la victoria de su heroica lucha por la independencia trataron de arrancarle un pedazo de su territorio. Soldados cubanos marcharon a Siria en 1973 cuando ese país, a raíz de la última guerra librada contra los agresores sionistas, solicitó nuestra ayuda. Combatientes cubanos lucharon y dieron su vida ayudando a la liberación de Guinea Bissau y Angola contra el colonialismo portugués. No es un secreto que valiosos compañeros de nuestra lucha guerrillera en la Sierra Maestra murieron junto al Che en Bolivia (APLAUSOS). Esta tradición internacionalista de los revolucionarios cubanos tiene sus antecedentes aun antes del triunfo de la Revolución, cuando más de 1 000 voluntarios, combatientes comunistas muchos de ellos, partieron a España a luchar contra el fascismo. La solidaridad internacional y el espíritu de sacrificio y de lucha de los comunistas tienen profundas y hermosas raíces en el movimiento revolucionario mundial desde los días gloriosos de la Comuna de París. Los imperialistas yankis practican la solidaridad con la reacción, la burguesía y el fascismo. Cientos de miles de soldados y especialistas militares de Estados Unidos se encuentran en Europa Occidental, Turquía, Arabia Saudita, Irán, Corea del Sur, Japón, RFA y decenas de otros países. ¿Por qué los imperialistas pueden colaborar entre sí y no los revolucionarios? Nuestros especialistas militares que se encuentran en Africa y en otras partes han sido solicitados por gobiernos absolutamente soberanos. Estados Unidos por el contrario despliega decenas de miles de soldados en Panamá contra la voluntad de su pueblo. Estados Unidos tiene instalados miles de marinos en una parte del propio territorio nacional de Cuba contra la voluntad de nuestra patria. ¿Qué derecho tienen los Estados Unidos a exigir la retirada de nuestro personal militar en Africa, donde se encuentran por deseo expreso de gobiernos progresistas y revolucionarios absolutamente independientes? ¿Cómo se pueden calificar en el orden político y moral los que apoyan estas exigencias del imperialismo? Desde que en la República Popular de China convirtieron en dios a un ridículo mortal, destruyeron al partido y sus mejores cuadros en los días de la loca aventura de la Revolución Cultural y se dejaron arrastrar por el espíritu pequeño burgués y el chovinismo de gran potencia, que los condujo a la traición al internacionalismo y a la conversión de un Estado socialista en satrapía nepótica, donde las esposas y los yernos de los gobernantes pasaron a ser miembros del Buró Político, todo era posible esperarse. ¿Qué tiene de extraño que el gobierno chino apoye hoy día al régimen fascista y sanguinario de Pinochet y a los gobiernos militares represivos y reaccionarios de América Latina? ¿Qué puede sorprender que colabore con Mobuto junto a las fuerzas intervencionistas de la OTAN? ¿Por qué asombrarse de que se uniese a Sudáfrica contra Angola; a Somalia en su agresión a la Revolución Etíope; a Egipto en su política de paz separada y entreguismo; a las fuerzas conservadoras y reaccionarias de Inglaterra y la RFA; a la OTAN en Europa; al imperialismo yanki en todas partes, y que apueste grosera y peligrosamente a la inevitabilidad de una tercera guerra mundial? Pero de los crímenes de la dirección china el más repudiable es su hostilidad a Viet Nam. Nadie ignora que detrás del extremismo camboyano está el maoísmo y la camarilla dirigente china; nadie ignora que detrás de las provocaciones contra Viet Nam están ellos; nadie ignora que detrás del llamado problema de los Hoa, artificialmente creado, están ellos. Toda una gran campaña de publicidad de corte chovinista se desarrolla actualmente en China contra los vietnamitas y toda colaboración económica ha sido suspendida. De esta forma criminal e inescrupulosa es saboteado el esfuerzo vietnamita para reconstruir el país cruelmente devastado por la guerra imperialista. A nosotros estas actitudes del gobierno chino nos recuerda la prepotencia yanki contra Cuba. En los primeros años de la Revolución, los imperialistas también intentaron traer barcos sin nuestra autorización para transportar ciudadanos yankis; ellos promovieron la emigración de decenas de miles de cubanos, esencialmente profesionales, especialistas y obreros calificados; ellos lanzaron una colosal campaña de calumnias contra Cuba y adoptaron severas medidas de bloqueo económico. Viet Nam, la patria del más modesto y consecuente marxista- leninista de nuestro tiempo, el inolvidable y querido Ho Chi Minh (APLAUSOS); Viet Nam, el pueblo mil veces heroico cuyas hazañas patrióticas y revolucionarias asombraron al mundo, es también hoy víctima de la agresión y la traición china. Días atrás los cables informaron sobre violaciones de la frontera de Viet Nam por escuadrillas de aviones militares chinos. Si no se detiene a tiempo la mano criminal seremos testigos de provocaciones militares y agresiones más graves de China contra el heroico Viet Nam. Es por ello que debemos brindarle al pueblo de Viet Nam nuestra más decidida solidaridad y apoyo (APLAUSOS PROLONGADOS). Nuestro Partido se propone reactivar los Comités de Solidaridad con Viet Nam contra las amenazas de agresión imperialista, instrumentadas esta vez, por absurdo que parezca, a través de sus nuevos y flamantes aliados en el campo de la contrarrevolución. El desprecio a los pueblos, a las normas y principios tiene que tener un límite, tiene que detenerse en algún punto, tiene que encontrar realmente una resistencia en la conciencia universal. Ni siquiera Albania, pequeño país socialista que en los días iniciales de la división del movimiento revolucionario la apoyó, sigue hoy a China. También a ella le retiraron la colaboración económica. El propio pueblo chino, trabajador, combativo, abnegado, heroico y revolucionario, ajustará cuentas más tarde o más temprano a los traidores que han rendido a los pies del imperialismo sus hermosas banderas internacionalistas (APLAUSOS). En el mundo existen dos caminos: la reacción y el progreso. Hay que escoger, no es posible ser neutrales. En los últimos tiempos, a la sombra de los problemas surgidos en el movimiento revolucionario, el oportunismo, la política sin principios, la tendencia a conciliar con el imperialismo ha cobrado cierta fuerza. Y el oportunismo, las dificultades económicas, el chovinismo, la demagogia y la cobardía política conducen a vacilaciones en muchos problemas cardinales. No se puede ser neutral en la lucha de los pueblos árabes por la recuperación de los territorios ocupados y el reconocimiento a los derechos del pueblo palestino; entre los pueblos de Africa y sus neocolonizadores; entre Angola y sus invasores; entre los derechos del pueblo saharauí y los ocupantes de su territorio (APLAUSOS); entre la Revolución Etíope y el agresor somalí (APLAUSOS); entre la Revolución Yemenita y la reacción árabe; entre los países progresistas árabes y los países árabes reaccionarios; entre Viet Nam y los que lo amenazan y hostigan; entre los racistas sudafricanos y el pueblo africano de Sudáfrica (APLAUSOS); entre el Frente Patriótico de Zimbabwe y Ian Smith (APLAUSOS); entre Mozambique y los fascistas rhodesianos y sudafricanos; entre Namibia y sus colonizadores; entre el pueblo de Chipre y los ocupantes extranjeros (APLAUSOS); entre las fuerzas progresistas y las fuerzas derechistas del Líbano (APLAUSOS); entre Allende y Pinochet (APLAUSOS); no se puede ser neutral ante cuestiones como la soberanía de Panamá sobre el Canal, el derecho de los pueblos de Belice y Puerto Rico a la independencia (APLAUSOS), el bloqueo a Cuba y la Base Naval yanki de Guantánamo (APLAUSOS); no se puede ser neutral ante el imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo, el racismo y el fascismo, y en ninguna de las múltiples situaciones de lucha política, económica y social, entre las fuerzas reaccionarias y las fuerzas progresistas del mundo (APLAUSOS). Nuestra Revolución se ha caracterizado por el rechazo a toda forma de oportunismo político. Esta línea militante, diáfana, firme y decidida de Cuba junto a la justa causa de los pueblos y su creciente autoridad y prestigio en la escena internacional, preocupa a ciertas gentes y en especial al imperialismo yanki, que en vano trató de aislar y destruir a nuestra Revolución. Según noticias procedentes de Estados Unidos el gobierno de ese país se ha dirigido a 15 países No Alineados para impugnar el papel de Cuba en ese Movimiento. Pero el Movimiento de Países No Alineados no es la OEA, Ministerio de Colonias, donde el imperialismo decide a su antojo como amo de este hemisferio. Sería bueno saber a qué 15 cancillerías se ha dirigido Estados Unidos y qué han respondido esas cancillerías. ¿Desde cuándo Estados Unidos tiene derecho a ser mentor y orientador de los No Alineados? ¿Cuáles son los gobiernos impúdicos que se prestan a ese juego? Siempre hemos sido partidarios de que el Movimiento de No Alineados, en cuya fundación participó Cuba junto a Nasser, Nehru, Nkrumah y otros dirigentes, muchos de ellos dolorosamente ausentes, se caracterizara por su calidad y no por su número. Siempre nos hemos opuesto y nos opondremos a que países pertenecientes a pactos militares participen en ese Movimiento. Siempre nos hemos opuesto y nos opondremos a que gobiernos fascistas, reaccionarios, meros peones del imperialismo se introduzcan como caballos de Troya en el seno de esa fuerza. Siempre hemos pensado y seguiremos pensando que el Movimiento de No Alineados no debe ser una corriente amorfa, oportunista, claudicante, sino una fuerza antimperialista, anticolonialista y progresista capaz de influir positivamente en la política mundial. Con ese espíritu fue creado y no puede concebirse de otra forma (APLAUSOS). Cuba es un país No Alineado porque no pertenece a ningún pacto militar, pero está decididamente contra la reacción, el imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo, el fascismo, el racismo, el sionismo, el intercambio desigual y la explotación de los pueblos subdesarrollados. Cuba apoya resueltamente los movimientos de liberación, las causas justas y las fuerzas progresistas de todo el mundo, objetivos esenciales para los cuales fue creado el Movimiento de No Alineados. ¿Por qué Estados Unidos se preocupa tanto ahora por la VI Cumbre de La Habana? ¿Por qué intenta sabotearla? ¿Quiénes son los que le hacen el juego en esta maniobra? ¿Qué objetivos persiguen en el seno de nuestro Movimiento? Es obvio que a Estados Unidos, los traidores, los oportunistas, los neocolonizados, los vacilantes, los que negocian con los principios les preocupa el papel combativo, firme, inclaudicable y honesto de Cuba (APLAUSOS). Si hay gobiernos que se ponen en venta, el de Cuba no podrá ser jamás sobornado. Eso Estados Unidos lo sabe. No haremos ninguna concesión, no traicionaremos nuestros principios internacionalistas, no nos doblegaremos jamás a las exigencias y el chantaje imperialista (APLAUSOS). Nosotros no perseguimos intereses chovinistas. Nosotros no comerciamos con nuestra política internacional. Nosotros estamos dispuestos a resistir digna y abnegadamente los años que sean necesarios el bloqueo imperialista. Si otros transigen, si otros se dejan sobornar, si otros traicionan, Cuba sabrá mantenerse como ejemplo de una revolución que no claudica, que no se vende, que no se rinde, que no se pone de rodillas (APLAUSOS PROLONGADOS). La lucha no nos intimida; desde que nos iniciamos en los caminos de la Revolución jamás cundió el desaliento en nuestro ánimo. Ningún comunista verdadero temió jamás las dificultades. Con acero de revolucionarios indómitos fue forjada nuestra patria. En nuestras mentes bullen y en nuestros corazones palpitan las ideas más puras de Marx, Engels y Lenin (APLAUSOS); por nuestras venas corre la sangre de los héroes de 1868, 1895 y 1953, de Céspedes, Martí, Maceo, Abel Santamaría, Frank País, Camilo y el Che (APLAUSOS); de los héroes de Yara, de Baire, del Moncada, del Granma, de la Sierra, de Girón, de la Crisis de Octubre; de los héroes internacionalistas de la España antifascista, de Angola y de Etiopía. Cuando en el seno de nuestro pueblo se solicitan voluntarios para cumplir misiones internacionalistas no son miles ni decenas de miles, sino cientos de miles los combatientes que reclaman el honor de que se les escoja. Igual actitud demuestran los médicos, profesores, ingenieros, técnicos y trabajadores cubanos cuantas veces se les pide su concurso para la colaboración civil con Africa y otras partes del mundo. Eso refleja el espíritu de nuestro pueblo, eso demuestra la cultura política, el triunfo pleno de las ideas revolucionarias, la sangre solidaria y comunista que corre por las venas de los hombres y mujeres de nuestra patria. El movimiento revolucionario mundial ha hecho gigantescos progresos en el presente siglo. Las fuerzas crecen, las filas se nutren, la experiencia se enriquece. La traición, la demencia, la debilidad y la ceguera de los que fueron incapaces de seguir el camino luminoso de la Revolución por vanidad, endiosamiento, estupidez pequeño burguesa, chovinismo u oportunismo, no detendrán jamás la marcha victoriosa de la humanidad. Puesto que en la época en que vivimos para la humanidad en su conjunto no hay alternativa entre le guerra y la paz, ésta y la coexistencia civilizada y pacífica entre regímenes sociales diferentes se impondrán como las más sabias y únicas salidas. En tanto, cada pueblo sin interferencia alguna decidirá por sí mismo su destino económico y social que no puede ser otro que el del progreso, el de un mundo justo y solidario, donde el hombre, como dijeran Marx y Engels, deje de ser el lobo del hombre. Las fuerzas del socialismo y de la paz son demasiado poderosas hoy día para que el imperialismo pueda imponer su política de hegemonismo, guerra y retroceso en el mundo. Y esas fuerzas, y entre ellas nuestra hermana entrañable, la patria gloriosa de Lenin, constituyen el freno más sólido e invencible a los apetitos, las aventuras y los desmanes de la reacción en la época actual. Esas fuerzas impiden que el Asia, Africa y América Latina y sus recursos naturales puedan ser de nuevo repartidos y colonizados por los imperialistas. La humanidad no volverá al pasado; la paz será preservada; los pueblos marcharán por caminos de progreso sin que nada ni nadie lo pueda impedir. El Moncada es un ejemplo; la Revolución Cubana una estimulante comprobación de esta verdad; el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes por la paz, la solidaridad antimperialista y la amistad (APLAUSOS PROLONGADOS), que por primera vez celebramos en el hemisferio occidental con optimismo, con grandes esperanzas en el mundo de mañana, con la absoluta convicción de que el futuro pertenece por entero al progreso, la libertad, la justicia y la hermandad entre los hombres y los pueblos, es una prueba irrefutable. ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! (OVACION) Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado |