Biografía de Fidel Castro (Fidel Alejandro Castro Ruz; Mayarí, Holguín, 1926 - La Habana, 2016) Revolucionario y estadista cubano. Tras liderar la triunfante Revolución cubana de 1959, que agrupó a un amplio espectro de sectores sociales y formaciones políticas contra la servil y corrupta dictadura de Fulgencio Batista, Fidel Castro emprendió de inmediato una política de signo socializante que incluyó la reforma agraria y la expropiación de los bienes de las compañías norteamericanas. La presión de Estados Unidos, que apoyó en 1961 un frustrado intento de invasión de la isla, llevó a Castro a radicalizar sus posturas y a solicitar ayuda a la URSS, y aunque el desenlace de la llamada Crisis de los misiles (1962) aseguró la pervivencia de la Revolución, socavó también su independencia, dejando al país alineado en la órbita soviética. Con el apoyo de la Unión Soviética y del bloque socialista, y a costa de las libertades ciudadanas y de los sacrificios impuestos a la población, Fidel Castro pudo superar las inmensas dificultades que supuso el bloqueo estadounidense, y siguiendo los modelos de planificación comunista logró reseñables avances sociales (educación, sanidad), si bien el desarrollo económico fue exiguo. Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la subsidiada economía de la isla padeció una gravísima crisis; pese a ello, la Cuba castrista figuró entre los pocos regímenes comunistas que sobrevivieron al derrumbe de la URSS. Con la salud debilitada, Fidel transfirió el poder a su hermano Raúl Castro en 2008, casi cincuenta años después del triunfo de aquella revolución en que habían sido compañeros de armas. Biografía Procedente de una familia de hacendados gallegos, Fidel Castro estudió derecho en la Universidad de La Habana, por la que se doctoró en 1950. Su ideología izquierdista le llevó a participar desde muy joven en actividades revolucionarias, como la sublevación contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en Santo Domingo (1947); el fracaso de la misma motivó su exilio en México. Vuelto a Cuba, militó en el Partido del Pueblo Cubano, y pocos años después retomó su actividad revolucionaria, esta vez contra la férrea dictadura instaurada en 1952, tras un golpe de Estado, por general Fulgencio Batista (1952-1958), que puso el país al servicio de su propio provecho y de los intereses norteamericanos. Su primer intento fue el asalto al Cuartel de Moncada en Santiago de Cuba (1953), que se saldó con un fracaso: el cuartel no llegó a ser tomado y la acción no provocó la esperada insurrección popular. Pese al descalabro militar, Castro se anotó una victoria política, ya que aquel acto dio a sus protagonistas una gran popularidad que se vio acrecentada durante el juicio subsiguiente, en el que Castro se defendió a sí mismo y aprovechó para pronunciar un extenso alegato político («La Historia me absolverá»). Fidel Castro fue condenado a quince años de prisión, de los que sólo cumplió dos (en la isla de Pinos) merced a un indulto que le puso en libertad en 1955. Se exilió de nuevo en México, desde donde preparó un segundo intento; pero, habiendo aprendido que su lucha tendría pocas posibilidades de triunfar en un medio urbano, esta vez apostó por crear una guerrilla rural en la zona más apartada y montañosa del país: la Sierra Maestra, en la provincia cubana de Oriente. La Revolución cubana Con un contingente de ochenta y dos hombres (el «Grupo 26 de julio») a bordo del yate Gramma, Fidel Castro desembarcó clandestinamente en Cuba a finales de 1956, siendo casi inmediatamente diezmadas sus fuerzas en un enfrentamiento con el ejército de Batista: sólo doce guerrilleros sobrevivieron. Dos años después, sin embargo, sus bases en la Sierra Maestra eran lo suficientemente sólidas y sus efectivos lo bastante nutridos como para llevar a cabo con éxito la ocupación de Santiago (1958). Desde allí Fidel Castro lanzó la ofensiva que recorrió la isla de este a oeste, secundado por sus colaboradores, entre los que figuraban Camilo Cienfuegos, su hermano Raúl Castro (que casi cincuenta años después sucedería a Fidel en la jefatura del Estado) y un argentino destinado a convertirse en uno de los grandes mitos revolucionarios del siglo XX: el Che Guevara. La situación social y política de aquellos años favoreció el triunfo revolucionario. Pese a poseer la renta per cápita más elevada de Latinoamérica, la riqueza del país no llegaba a la mayor parte de la población, que padecía altísimas tasas de desempleo y subempleo; la dependencia económica de los Estados Unidos había generado una agricultura de grandes explotaciones que dio lugar a la formación de un numeroso proletariado rural, a la postre determinante en el proceso revolucionario. En las áreas urbanas, y en especial en La Habana, la realidad económica venía marcada por la fuerte incidencia del turismo estadounidense. Por otra parte, la corrupción y el servilismo a los intereses del vecino del norte, siempre presentes en la vida pública cubana, habían llegado a extremos insospechados bajo la despótica dictadura de Fulgencio Batista, quien logró concitar en su contra tanto a los campesinos como a gran parte de las clases medias y a amplios sectores de la intelectualidad y del mundo universitario. Incluso las clases altas liberales y los estadounidenses habían llegado en los últimos tiempos a ver con malos ojos a un régimen que, por inestable y desprestigiado, no resultaba una buena garantía ante el ascenso de la izquierda. De este modo, al inicial apoyo del campesinado pobre había seguido el fin de las reticencias del Partido Comunista, que abrió a Castro la posibilidad de encontrar apoyo en las ciudades; la dictadura, minada por la corrupción, fue incapaz de hacer frente al movimiento popular. El 1 de enero de 1959, el comandante revolucionario Camilo Cienfuegos entró triunfante en La Habana, un día después de que Fulgencio Batista firmase su dimisión y abandonase el país. La entrada del ejército guerrillero se producía mientras las fuerzas rebeldes acababan definitivamente con los últimos focos de resistencia. Al mismo tiempo una columna insurgente, dirigida por Ernesto Che Guevara, convergió sobre la capital, recibiendo a su paso la rendición de centenares de oficiales del ejército de Batista y la aclamación del pueblo cubano. Designado presidente de la República, el 5 de enero Manuel Urrutia Lleó presentó a los nuevos ministros, quince en total, a la cabeza de los cuales se encontraba José Miró Cardona, representante del ala liberal, como primer ministro. Tres días más tarde Fidel Castro, que hasta ese momento se encontraba en Santiago, llegó a La Habana y se dirigió al pueblo. Castro subrayó la importancia de la huelga general en la derrota final del dictador y lanzó una advertencia a los divisionistas y a todos aquellos que pretendiesen ignorar el poder del pueblo. Cuba castrista. El tinte moderado y conciliador de los inicios de la Revolución, que no pareció importunar a las clases altas y a los Estados Unidos, no tardaría en desaparecer bajo los efectos de un brusco giro político. Los procesos contra los colaboradores de Batista y la marginación del poder de los sectores liberales, que culminaría con la renuncia del presidente Urrutia (julio de 1959), marcaron el principio de un cambio de línea en el proyecto revolucionario. Fidel Castro se había puesto en febrero del mismo año al frente del gobierno cubano, acumulando los cargos de primer ministro (en sustitución de José Miró) y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y sin pérdida de tiempo empezó a hacer realidad los proyectos de cambio que habían suministrado una base social a la Revolución: el más importante de todos, la reforma agraria, que expropiaba las grandes haciendas extranjeras para dar medios de vida a los campesinos pobres. A partir de mayo de 1959, la aplicación de la Ley de Reforma Agraria supuso la nacionalización de los inmensos latifundios de las compañías extranjeras El hecho provocó la inmediata hostilidad del gobierno estadounidense; sin embargo, la actitud de Estados Unidos acabó por estimular un resultado opuesto al esperado. Fidel Castro dictó medidas drásticas, como la expropiación de los bienes de las compañías norteamericanas en Cuba, que extendieron el apoyo popular a la Revolución. En 1960 se nacionalizaron las centrales azucareras, las principales industrias, los bancos y las refinerías petrolíferas; se lanzó asimismo una amplia campaña de alfabetización y se organizaron milicias populares en sustitución del viejo ejército profesional. Ese indudable contenido socializante y nacionalista que tuvo en un principio la Revolución cubana (contra el dominio semicolonial que ejercía Estados Unidos) se radicalizó a causa de la dinámica de enfrentamiento con el gobierno norteamericano. Mientras Castro llamaba a una revolución general contra el imperialismo en Latinoamérica (Primera declaración de La Habana), el presidente Eisenhower (1953-1961) rompía las relaciones diplomáticas con Cuba (enero de 1961) y decretaba un embargo comercial destinado a ahogar la economía cubana y forzar la retirada de Castro, ya que Cuba dependía casi totalmente de sus exportaciones a Estados Unidos, fundamentalmente de azúcar. Con la llegada a la Casa Blanca del demócrata John F. Kennedy (1961-1963) no sólo no disminuyó la presión de Estados Unidos, sino que se agudizó con la organización del desembarco de exiliados cubanos armados en la bahía de Cochinos (abril de 1961), un intento de derrocar a Fidel que fue repelido con humillante facilidad por el ejército revolucionario. Después de aquello, Fidel Castro proclamó el carácter marxista-leninista de la Revolución cubana y alineó a su régimen con la política exterior de la Unión Soviética (Segunda declaración de La Habana, 1962); al mismo tiempo eliminó del gobierno a los políticos liberales con los que se había aliado al llegar al poder, y unificó a los grupos políticos que apoyaban la Revolución en un único Partido Unido de la Revolución Socialista. En 1962 permitió que los soviéticos instalaran en suelo cubano rampas de lanzamiento de misiles con las que podían alcanzarse objetivos en Estados Unidos; descubiertas por el espionaje americano, Kennedy reaccionó con un bloqueo naval a Cuba y la exigencia de retirada de las instalaciones. La consiguiente «crisis de los misiles» estuvo a punto de hacer estallar una guerra nuclear entre las dos superpotencias, que se evitó a última hora al retirar Nikita Jruschov los misiles soviéticos a cambio de la promesa de que no habría nuevos intentos de invadir Cuba y del desmantelamiento de los ya obsoletos misiles norteamericanos en Turquía. Conjurado el peligro de una agresión estadounidense y asegurada la pervivencia de la Revolución, el país entró en una fase de estabilidad no exenta de dificultades económicas. El embargo no afectaba solamente a las exportaciones de azúcar y otros productos a los Estados Unidos, sino también a las importaciones desde Estados Unidos a Cuba, que se surtía casi en exclusiva de todo tipo de artículos estadounidenses. El comercio entre ambos países quedó anulado, se congelaron las inversiones cubanas en territorio estadounidense y, con la retirada de la isla del capital norteamericano, la economía productiva cubana quedó privada de financiación. Cuba sólo podía hacer frente a las consecuencias del embargo con la ayuda soviética; la dependencia de la URSS se extremaría a partir de 1975, cuando los países de la Organización de los Estados Americanos (OEA) se sumaron al bloqueo. La presión norteamericana había convertido al país en un régimen socialista prosoviético (aunque con singularidades) y a Fidel Castro en un dirigente comunista más, el primero en el hemisferio americano. En 1965 el partido cambió su denominación por la de Partido Comunista de Cuba, del cual fue elegido secretario general el propio Castro; en 1976 acumuló el título de presidente del Consejo de Estado. Bajo la dirección de Fidel Castro, Cuba obtendría importantes logros sociales, especialmente visibles en la erradicación del hambre y de la subalimentación, en la educación primaria y universitaria y en la asistencia sanitaria, materias en las que llegó a constituir un modelo para los países subdesarrollados; pero el coste político y cultural fue considerable, pues exigió un ejercicio dictatorial del poder, con desprecio de las libertades individuales y del pluralismo, bajo la vigilancia continua de un Estado policial. El régimen desarrolló una política exterior muy activa, basada en la lucha contra el imperialismo, destacando el protagonismo del propio Fidel Castro en el Movimiento de Países No Alineados (cuya conferencia presidió en 1980) y la intervención militar cubana en África (en apoyo de los regímenes socialistas de Angola y Etiopía). La economía planificada de inspiración soviética dio algunos frutos iniciales, racionalizando las inversiones hacia objetivos de interés colectivo y facilitando una mejor distribución de la riqueza; pero, al igual que había ocurrido en la propia Unión Soviética, anuló los incentivos y las iniciativas, aisló al país de las corrientes inversoras internacionales y, finalmente, condujo a un agorero estancamiento. Cuando las dificultades económicas de la URSS impidieron que siguiera subvencionando a la retrasada economía cubana, ésta se hundió en una grave crisis. No obstante, Castro rehusó introducir reformas en un sentido liberalizador, al estilo de la perestroika que auspiciaba Mijail Gorbachov. Salvó así su régimen del desmoronamiento del resto de los regímenes prosoviéticos y de la propia URSS a finales de los años ochenta y principios de los noventa, pero Cuba entró en una etapa crítica en el terreno económico, en medio de la intensificación de las presiones de Estados Unidos, que endureció el bloqueo en 1992. La disolución de la URSS (1991) y del bloque comunista trajo consigo, por ejemplo, la desaparición del Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON), organismo económico integrado por la Unión Soviética y los países socialistas con el que Cuba mantenía el 85% de sus intercambios comerciales a precios subsidiados; sin el apoyo de ese mercado, la isla perdió en sólo tres años la tercera parte de su producto interior bruto. La llamada crisis de los balseros (1994), que empujó a unos treinta y cinco mil cubanos a emigrar a Estados Unidos cruzando el estrecho de Florida en balsa o por cualquier medio a su alcance, reflejó el empobrecimiento al que se veía abocado el país, cuya economía, contra todo pronóstico, inició un lenta y constante recuperación a partir de 1995, aunque dentro de un estado general de penuria y desabastecimiento. Con el cambio de siglo, Fidel Castro pudo contar con el apoyo del presidente venezolano Hugo Chávez y de una nueva hornada de dirigentes de izquierdas opuestos al neoliberalismo económico estadounidense, como el boliviano Evo Morales. En octubre de 2000 firmó un acuerdo con la Venezuela de Chávez que permitió a Cuba importar petróleo en ventajosas condiciones. Sin embargo, los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 llevaron a un nuevo deterioro de la situación económica (caída del turismo, cierre de centros azucareros) y a renovadas presiones estadounidenses en el plano político. Fidel Castro reaccionó reafirmándose en sus principios: el socialismo fue declarado "irrevocable" en una enmienda constitucional de 2002. Desde 2003 se intensificó la persecución de la disidencia, y en 2004 se puso fin a la dolarización de la economía, once años después de que se autorizara la libre circulación del dólar en la isla. La sucesión de Fidel y retiro A mediados de 2006, tras asistir a una cumbre del Mercosur en la Argentina, Fidel Castro debió ser sometido a una intervención quirúrgica que lo obligó a mantener reposo; antes de la operación delegó todos las funciones de gobierno en su hermano Raúl. En febrero de 2008, Fidel presentó su renuncia definitiva, y Raúl Castro fue confirmado en sus cargos. Castro se retiro de vida política por razones de salud.Fallecio en ciudad de La Habana, en 2016.
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Los grandes fracasos del gobierno de Fidel Castro 1.-Fracaso de la industrialización. Señala el economista que esta estrategia, Instaurada por Castro en 1961, llamaba a la "industrialización instantánea", la rápida instalación de una amplia gama de industrias de sustitución de importaciones como la metalurgia, ingeniería pesada y maquinaria, productos químicos, equipos de transporte e incluso plantas de montaje de automóviles. El programa, apunta el economista, demostró ser inviable, ya que requería importación de maquinaria y equipo, materias primas, bienes intermedios, personal directivo y equipos de reparación y mantenimiento. Debido a que el sector azucarero fue ignorado, la zafra cayó de 6,7 millones de toneladas de azúcar en 1961 a 3,8 millones en 1963, generando una crisis en la balanza de pagos. El resultado final fue que Cuba se volvió más dependiente que nunca de las exportaciones de azúcar, de insumos importados de todo tipo, y de un nuevo socio hegemónico, la Unión Soviética. 2.- La estrategia de la zafra de los 10 Millones El fracaso de la estrategia de "industrialización instantánea", observa el académico, llevó a un énfasis en la producción de azúcar para la exportación ─de 1965 a 1970─ con un mercado garantizado por el bloque socialista para 5 millones de toneladas anuales a un precio muy por encima del que pagaba el mercado mundial. La meta de 10 millones de toneladas se convirtió en la preocupación dominante. Según Castro esa superproducción era necesaria para "defender el honor, el prestigio, la seguridad y la confianza en sí mismo del país" (9 de febrero de 1970). Resalta que Fidel dirigió el esfuerzo por producir 10 millones de toneladas de azúcar.como si fuera una campaña militar. El experto matiza que si se hubiera aplicado de manera comedida, una estrategia para aumentar los ingresos por la exportación del azúcar habría sido razonable. Sin embargo, a medida que se acercaba el año 1970, la implementación de la meta de 10 millones de toneladas se volvió cada vez más forzada. En aras de ese objetivo fueron sacrificadosotros sectores de la economía como la mano de obra, capacidad de transporte, insumos industriales, energía y materias primas; y la atención nacional se concentró en el azúcar. La estrategia fue abortada en 1970 (después que la zafra de los 10 millones se quedara en poco más de 8 millones de toneladas). 3.-El “Hombre Nuevo” Con el fin de movilizar las energías humanas necesarias para la zafra de 10 millones de toneladas de azúcar, se adoptó un enfoque radical "guevarista" que implicaba la creación del llamado " Hombre Nuevo". La idea detrás de esto, en la óptica del profesor de la Universidad de Carleton, era una visión de la nación cubana como una columna guerrillera marchando detrás de Fidel ─ algo así como las marchas que convocó en el Malecón entre 2000 y 2006─ en pos de un objetivo común, sacrificando voluntariamente los intereses individuales por el bien común y con el esprit de corps, la disciplina y la dedicación de una idealizada guerrilla. Para promover este altruismo revolucionario, el gobierno usó la exhortación pública y la educación política, "incentivos morales" en lugar de incentivos materiales, y el proselitismo y la implementación a cargo del Partido y otras "organizaciones de masas" de la sociedad. Hacia 1970, se hizo evidente que no se podía esperar que la gente sacrificara el bienestar material y familiar y su supervivencia en aras de un objetivo decretado y aplicado por el Partido. El enfoque fue abandonado en 1970. 4.- El “sistema financiero presupuestado” En un experimento simultáneo se instaló un denominado "sistema financiero presupuestado", en virtud del cual las empresas debían operar sin autonomía financiera y sin contabilidad; no recibirían ingresos por las ventas de su producción, ni pagarían por sus insumos con tales ingresos. Ritter apunta que sin una estructura racional de precios y sin conocimiento de sus verdaderos costos ni del valor de su producción, ni las empresas ni las autoridades planificadoras podían tener una idea de la eficiencia real de las primeras, de los sectores de la economía, o del uso de recursos en cualquier lugar. El resultado fue una desastrosa ineficiencia. En palabras del propio Castro: "¿Qué es este pozo sin fondo que se traga los recursos humanos de este país, la riqueza del país, los bienes materiales que tanto necesitamos? No es más que ineficiencia, improductividad y baja productividad "(Castro, 7 de diciembre de 1970) El sistema también fue descontinuado en 1970. 5.-: “Ofensiva Revolucionaria” y nacionalización de casi todo. En la "Ofensiva Revolucionaria" de 1968, el gobierno de Fidel Castro expropió la mayor parte dde las restantes pequeñas empresas privadas, argumentando que eran capitalistas y explotadoras y que deformaban el carácter de la gente, volviéndola individualista en lugar del altruista "Hombre Nuevo". El resultado fue que los estándares de vida en Cuba se deterioraron, la calidad, cantidad y diversidad de los productos menguaron, las pequeñas empresas fueron empujadas a la economía subterránea, el robo al sector estatal y las ilegalidades se convirtieron en algo normal y los emprendimientos ciudadanos fueron suprimidos. Esta política cambió en 1993, y luego fue contenida por estrictas regulaciones, licencias e impuestos. Ritter recuerda que en septiembre de 2010, el gobierno de Raúl Castro se dispuso a ampliar el sector de las pequeñas empresas con la esperanza de que absorbieran a la mayoría de unos 500.000 trabajadores que serían despedidos del sector estatal. 6.- “Revolución Energética” A juicio del economista canadiense la "Revolución energética" de Fidel Castro incluyó algunos elementos valiosos, como medidas de conservación, reinversión en la red eléctrica, y el emplazamiento de generadores de apoyo para instalaciones importantes como los centros de salud. Sin embargo, una característica dudosa del plan fue el reemplazo de las grandes plantas termoeléctricaspor numerosos pequeños generadores dispersos por toda la isla. Pero el uso de los generadores a pequeña escala probablemente constituye un error importante por las siguientes razones:
Ritter destaca que ningún otro país en el mundo ha adoptado este método de generación de electricidad, lo que sugiere que no tiene sentido desde el punto de vista económico. Agrega que el plan maestro energético también ignora un posible papel del sector azucarero en la producción de etanol y en la contribución al suministro de energía. “La experiencia de Brasil indica que a mayores precios del petróleo, el etanol de caña de azúcar se vuelve económicamente viable. El cierre de unos 70 de los 156 centrales azucareros de Cuba en 2003, la inactividad de otros 40 y la contracción de todo el conjunto de servicios agroindustriales azucareros es también una pérdida importante para la generación de electricidad”. 7.-El cierre de la mitad del sector azucarero. En 2002, Castro decidió que no había futuro en la producción de azúcar, una decisión que se debió a los bajos precios del dulce en ese momento y, sin duda, a las continuas dificultades en el sector. Decretó el cierre de 71 de los 156 ingenios azucareros, eliminando de la producción alrededor del 33% de las áreas sembradas de caña de azúcar, y desplazando a unos 100.000 trabajadores. Se esperaba que esas tierras se dedicaran a cultivos no azucareros, que los ingenios restantes se volvieran más productivos y que la mano de obra desplazada fuera reabsorbida en otros lugares. El autor considera lamentable que la producción de azúcar en realidad continuara disminuyendo, dados los altos precios de los años siguientes. Apunta que no hubo una reconversión a la producción de etanol, la planta física continuó deteriorándose, las actividades que rodeaban al azúcar s acercaron al colapso, y las comunidades azucareras quedaron sin una base económica con algunos bateyes enfrentando la perspectiva de convertirse en pueblos fantasmas. 8:-Las guerras internacionalistas. Cuba participo en varias guerras en África, durante la guerra fría, perdiendo una gran cantidad bajas de militares, heridos de guerras, y un enorme gasto militar. El profesor de economía de la Universidad de Carleton en Ottawa Archibald Ritter analizó a fines de 2010, dos años después de que Raúl Castro asumiera el gobierno de Cuba de su hermano enfermo, lo más destacado, tanto positivo como negativo, del largo gobierno de 49 años de Fidel Castro.
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SISTEMAS METAFÓRICOS EN DISCURSOS DE FIDEL CASTRO
Resumen Este estudio tiene como objetivo esencial analizar, con ayuda del ACD y la Lingüística Cognitiva, el empleo y función de los sistemas metafóricos presentes en discursos de Fidel Castro Ruz con motivo de tres aniversarios de la Revolución Cubana. El trabajo que se presenta es una investigación cualitativa de carácter descriptivo-interpretativo y está orientado por el enfoque del Análisis Crítico del Discurso (van Dijk, 1998 y 2003) y el de la Lingüística Cognitiva (Lakoff, 1991 y Loyola, Villa y Sánchez, 2003). Dentro de los hallazgos se tiene que el sistema metafórico privilegiado es el de la guerra justa lo que fortalece la concepción legitimadora del poder de Castro al presentarlo como el líder que enfrentó a un imperio. 1. Introducción Los miembros de un grupo hacen uso del lenguaje no sólo para comunicar ideas e interactuar, sino también para fortalecer su condición de actor social miembro de ese grupo y de una determinada cultura. De esta manera y asumiendo que dicha práctica del lenguaje se inscribe dentro de una noción genérica llamada discurso, se tiene que el mismo está íntimamente ligado a procesos mentales en tanto que los expone, los fortalece, los transmite y los influencia, tal es el caso de las representaciones sociales, las relaciones y estructuras sociales, etc. Un miembro de un grupo, aportará, en su discurso, por citar un ejemplo, un modelo mental subjetivo de una situación, influenciado y controlado por su ideología de grupo para intervenir en la interpretación de dicho discurso. Considerando lo apuntado en líneas precedentes se tiene que el discurso actúa como vehículo de dominación en tanto que "puede influir en cómo definimos un acontecimiento o una situación en nuestros modelos mentales, o en cómo representamos la sociedad en nuestro conocimiento, actitudes e ideologías" (van Dijk, 2003, p. 49). Evidentemente, nos referimos aquí al discurso de los miembros de un grupo dominante pues cualquier persona no tiene el impacto social al cual se hace mención y cuando decimos ideología, nos referimos a una "forma de autorrepresentación (y presentación de los Otros) que resume las creencias colectivas y, por lo tanto, los criterios de identificación de los miembros del grupo" (van Dijk, 2003, p. 27). Para influir en la interpretación que los demás hacen de un acontecimiento, se recurre a estrategias discursivas que permiten, en mayor o menor medida, lograr el cometido. Todas ellas han sido estudiadas dentro de los lineamientos metodológicos de lo que se conoce hoy como Análisis Crítico del Discurso y se han agrupado y definido en función de la dimensión del lenguaje a la cual atienden. De ellas importa, para esta investigación, la dimensión retórica pues es la que ofrece el marco referencial donde se inserta la metáfora como figura que participa de la comunicación persuasiva de modelos personales de acontecimientos sociales y que, en definitiva, influenciará el modo como los receptores comprenderán y evaluarán dicho modelo. En este momento es vital aclarar que, para los efectos de esta revisión, se suscribirá la definición de Lakoff y Johnson (1980) quienes no la consideran como un desvío o forma especial de empleo del lenguaje, sino como un hecho real que impregna nuestra vida cotidiana y nuestro lenguaje puesto que está anclada en la base de nuestro sistema conceptual habitual. Esta estructura retórica interesa porque "no es solamente que se fundamentan en nuestra experiencia física y cultural; también influyen en nuestra experiencia y en nuestras acciones" (p.108). Su estudio se incorpora y justifica en el análisis del discurso político pues, según los autores, ella permite tratar indirectamente los distintos problemas de la existencia y pueden ocultar o destacar aspectos de la realidad a conveniencia de quien las emplea. Llegados a este punto es conveniente puntualizar que el análisis que se ofrece gira en torno a la metáfora como estrategia discursiva de manipulación de los modelos de interpretación, presente en discursos de un político reconocido: Fidel Castro Ruz, ex mandatario de la República Socialista de Cuba. Para entender la magnitud e importancia del actor seleccionado y del estudio que se ofrece es necesario (a) recordar el contexto político y social que enmarca la llegada de este personaje al poder, (b) caracterizar su política de gobierno y (c) describir la crisis política que enfrentó Cuba con Fidel al mando. Fidel Castro llega al poder tras liderar la Revolución Cubana que triunfó el 1ero de enero de 1959 al derrocar el régimen de Fulgencio Batista. Luego de varios intentos, entre ellos el asalto al Cuartel Moncada en 1953, la invasión en el yate Granma en 1956 y la guerra de guerrillas desde Sierra Maestra (Cuba) en ese mismo año, se declara el triunfo de la Revolución y Castro es designado Primer Ministro, lo que lo ubicaba como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, cargo que ocupó hasta 1976 cuando fue electo Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República. Para la fecha había liderado la adopción del marxismo y del socialismo como filosofías de gobierno. De allí comenzó su incursión en la historia pues creó el primer estado socialista de América, entabló buenas relaciones con la Unión Soviética, decretó la Ley de Reforma Agraria que confiscó muchas propiedades norteamericanas en territorio cubano, nacionalizó varias industrias trasnacionales, etc. De las acciones emprendidas por el líder cubano merece especial mención la alianza con los países del bloque comunista (Checoslovaquia, Unión Soviética, China, Corea y Alemania Democrática) pues, según Anderson (1997, p.471), con ellos Cuba obtuvo acuerdos financieros, comerciales, diplomáticos y de asistencia científica y tecnológica; además de un acuerdo con la Unión Soviética para instalar misiles atómicos en la nación cubana con la premisa de que "era el único modo de disuadir a Estados Unidos de invadir Cuba" (p.498). Este hecho se constituyó en un incentivo más de la llamada Guerra Fría y llevaría a lo que se conoce hoy como la crisis de los misiles en Cuba, conflicto que, en palabras de Hobsbawm (1995, p. 234), "puso al mundo al borde de una guerra nuclear". La referida crisis culminó con un acuerdo que establecía el compromiso de EE.UU. de no invadir Cuba y la retirada de los misiles estadounidenses de Turquía y de los soviéticos de Cuba. Todo este conflicto repercutió negativamente en las relaciones con Estados Unidos lo que terminó en un bloqueo económico a la nación cubana el cual aún persiste. Los enfrentamientos entre EE.UU y Cuba, más que diplomáticos, han sido físicos y producto de ello han muerto nativos de ambas naciones. Queda para la historia precisar cuál de ellas es la más afectada, cuál es la culpable del conflicto y calificar los hechos; nuestra intención es recordarlos para apuntar hacia la importancia de Castro en el poder y, de manera especial, su trayectoria. Es de esperarse que este contexto influencie sus discursos en mayor o menor medida y en ello se activará, estimamos, distintas estructuras lingüísticas que le permitirán explicar las referencias a las que recurra. En este sentido cobra vigencia nuestra investigación donde concretamente se aspira estudiar el empleo y función de sistemas metafóricos en discursos importantes de la carrera de un político. Objetivo General El objetivo macro que persigue el trabajo es analizar, con ayuda del ACD y la Lingüística Cognitiva, el empleo y función de los sistemas metafóricos presentes en discursos de Fidel Castro Ruz con motivo de tres aniversarios de la Revolución Cubana. Justificación El estudio de la metáfora, fuera del contexto literario, permite (a) aprehender y entender el sistema conceptual propio de un emisor, (b) percibir cómo se influye en los procesos de comprensión del receptor, (c) caracterizarla como vehículo transmisor de ideología. En palabras de Otaola (2005): El lenguaje y el pensamiento metafórico son seguramente ineludibles ya que es una manera rápida y eficaz de representar de una forma sencilla cuestiones que son complejas, pero se trata también de una estratagema brillante de ocultar la realidad de las cosas. Es crucial que nunca perdamos de vista su carácter instrumental y que nos percatemos de sus funciones y limitaciones para no incurrir en abusos como hablantes, ni ser víctimas, como escuchantes, de engaños ni chantajes afectivos. En relación con la metáfora como estrategia lingüística en el discurso político, van Dijk (1998) expresa que "la principal función de estas estructuras y estrategias retóricas es manejar los procesos de comprensión del receptor e, indirectamente, en consecuencia, las estructuras de los modelos mentales" (p.340). Se tiene así que su estudio devela cómo un actor concibe una situación y cómo la presenta o representa para los demás. Por su parte, estudiar las estrategias discursivas de un actor social como Fidel Castro en momentos importantes de su carrera política permitirá poner en evidencia las estrategias persuasivas específicas que empleaba, la función implícita de las mismas y, por último, permitirá apreciar de cerca los cambios (si así ocurriesen) que presentó el actor en sus discursos: los centros de atención, los temas enfatizados, etc. Además, por las continuas referencias a la guerra que existen en su discurso, se hace aún más necesario el estudio, situación apoyada por Lakoff (1991) cuando plantea que: es vital, literalmente vital comprender el papel que desempeña el pensamiento metafórico en el estallido de la guerra. El pensamiento metafórico en sí mismo no se puede tildar ni de bueno ni de malo; es ineludible. Tanto las abstracciones como las situaciones extremadamente complejas se entienden generalmente de forma metafórica. En realidad, existe un extenso sistema de metáforas, en gran parte, inconsciente que utilizamos de forma automática, sin realizar ningún tipo de reflexión, a la hora de comprender lo complejo o las abstracciones. Parte de este sistema es el que funciona al intentar comprender las relaciones internacionales y la guerra. Así quedan expuestas las razones de peso que motivan la presente investigación. Revisaremos ahora los lineamientos teóricos generales que orientarán la interpretación de los resultados. 2. Marco Teórico Se expondrán en este apartado, de manera suscinta, los lineamientos teórico-metodológicos que orientarán el estudio, a saber: los estudios del discurso, y la metáfora dentro de la lingüística cognitiva. Los estudios del discurso El discurso como objeto de estudio comenzó a adquirir importancia alrededor de los años 60 dentro de un campo de investigación multidisciplinar en el cual confluyeron la lingüística, la sociología, la psicología, la etnografía, los estudios literarios y otras disciplinas que pretendían explicar coordinadamente el funcionamiento de estructuras y estrategias del texto tal como se emplea en contextos reales y no de manera aislada y atomística como lo hacían las teorías lingüísticas anteriores. En palabras de van Dijk (1998), quien ha sido pionero en este campo de investigación, "los estudios del discurso se centran en las amplias funciones, condiciones y consecuencias sociales y culturales del texto y la conversación incluyendo el papel del discurso en el estudio de la ideología" (p.252). Se tiene así que el Análisis Crítico del Discurso (ACD) ofrecerá la plataforma metodológica que orientará el estudio en tanto que se pretende estudiar la función social de estructuras persuasivas en el discurso de un líder político. La metáfora La metáfora, como estructura retórica, se ha estudiado desde distintas perspectivas. Otaola (2004) hace un recuento de la evolución de los estudios de la metáfora y parte de que, tradicionalmente, se le ha considerado como una comparación abreviada o elidida dentro de los lineamientos de la teoría de la comparación. No obstante, se ha abordado su estudio desde otras ópticas, entre ellas: la teoría estructural la cual considera la metáfora como un producto de términos relacionados en virtud de una similaridad y reducción sémica; la teoría generativa-interpretativa que la considera una anomalía semántica en tanto que se produce cuando se combinan sintagmáticamente dos o más unidades con rasgos incompatibles y la teoría cognitiva que la toma como un recurso del lenguaje cotidiano que afecta el modo en que pensamos y actuamos. En función de esta observación, la metáfora, desde la perspectiva de la lingüística cognitiva, es el centro de interés de este estudio y a ella recurriremos para apoyar la interpretación de los resultados. Concretados algunos datos teóricos que sirven de sustento a nuestro trabajo, describiremos el marco metodológico que lo organiza, esto es: el tipo de investigación asumido, la población y la muestra estudiada y el procedimiento cumplido. 2. Tipo de Investigación El trabajo que se presenta es una investigación cualitativa de carácter descriptivo-interpretativo y está orientada por el enfoque del Análisis Crítico del Discurso (van Dijk, 1998 y 2003) y el de la Lingüística Cognitiva (Lakoff, 1991 y Loyola, Villa y Sánchez, 2003). Concretamente se estudiará el sistema metafórico empleado por Fidel Castro en textos seleccionados partiendo de los planteamientos de Lakoff (1991), quien propone una serie de sistemas metafóricos que permiten conceptualizar y razonar la política internacional y la guerra. Entre los sistemas de pensamiento que describe el autor mencionado figuran: el estado como persona, el poder de un estado es su fortaleza militar, la racionalidad es la maximización del propio interés y el cuento de la guerra justa. Considerando la exploración inicial hecha a la muestra objeto de estudio, se procederá a analizar la misma según los parámetros del último sistema: el cuento de la guerra justa. En este orden de ideas, el experto propone que, para emplear este sistema en un estudio metafórico, se debe ubicar la estructura del cuento en una situación dada. Esto se lleva a cabo mediante una definición metafórica, es decir, contestando a las preguntas ¿Quién es el héroe? ¿Quién es la víctima? ¿Quién es el malvado? ¿Qué crimen ha cometido? ¿En qué consiste la victoria? Dado que el tema que genera y enlaza los discursos es una lucha (con alcance diverso según el texto que se trate) donde hay un vencedor, un vencido y una víctima, se considera apropiado el enfoque metodológico escogido. Muestra De todos los discursos de Fidel Castro se escogieron los que estaban relacionados con el aniversario del triunfo de su Revolución porque los mismos involucraban sus explicaciones acerca de: qué hizo, cómo lo hizo, qué piensa hacer en un futuro y, más importante aún, en estos se puede observar cómo se presenta ante el pueblo, cómo describe a los demás y cómo explica sus acciones. Si recordamos los planteamientos de Lakoff y Johnson (1980), la metáfora sirve para hacer aprehensibles explicaciones complejas. Ella permite explicar de manera más eficaz conceptos y asociaciones personales que no son precisamente del dominio público y por ello, el emisor la emplea para hacer más comprensible su mensaje. En este sentido, cobra vigencia el estudio del primer discurso, el que figura a la mitad y el último del gobierno del ex mandatario cubano (es de hacer notar que, aunque la revolución liderada por Castro duró 50 años, su último discurso con motivo del aniversario de la misma fue el nro. 49, por ello se toma este como el final). Así, se seleccionaron tres disertaciones: (a) la que pronunció en Ciudad Libertad, el 8 de enero de 1959, a un día de su triunfo; (b) la que emitió en Santiago de Cuba, el 1 de enero de 1984, con motivo del aniversario 25 del triunfo de la Revolución y (c) la que publicó el 31 de diciembre de 2007, con motivo de los 49 años del mismo. Tales discursos se caracterizan además, porque, en primer lugar, los primeros textos (a y b) son versiones taquigráficas de alocuciones pronunciadas en concentraciones populares, mientras que el último (c) es una carta dirigida a los cubanos y publicada por él. En segundo lugar, comparten una estructura ligeramente semejante: inician con un saludo breve referido a los compatriotas cubanos, incluyen todo el texto de información (en algunos más extenso que en otros) y salvo un escrito, no presentan cierre o despedida. Y, en tercer lugar, comparten varios ejes temáticos, destacándose: la concepción de la Revolución, la imagen del tirano y la imagen del revolucionario como héroe. Procedimiento El enfoque adoptado en este trabajo de investigación involucró la delimitación y análisis de las siguientes categorías: (a) descripción de los personajes: el villano, la víctima y el héroe y (b) descripción de la trama puntualizando el crimen cometido y la victoria alcanzada. Al tener estas categorías, se procedió a interpretarlas con ayuda de los planteamientos de la Lingüística Cognitiva puesto que las estructuras de interés devienen de hechos que impregnan nuestra vida cotidiana y deben tratarse como procesos cognitivos de asociación (Otaola, 2004, p.374), además de recurrir al Análisis Crítico del Discurso en virtud de que se trata de discursos de un actor social importante y que pueden ocultar realidades distintas a las que designan. 3. Resultados e interpretación Llegados a este punto, se expondrán e interpretarán las características extraídas de los discursos. Éstas se presentarán en cuadros que permitirán (a) observar de manera global la estructura del cuento presente en cada texto trabajado y (b) apreciar las construcciones lingüísticas empleadas para concretar cada estructura. Seguido de cada cuadro, se incorporará el comentario de cada categoría por separado. Es oportuno mencionar, con relación al cuadro de las construcciones léxicas, que en la columna que expone dichas construcciones aparece un número que remite al párrafo del texto en donde se encuentra el ejemplo destacado (esta observación se hace pertinente a efectos de consultas posteriores en los textos referidos). La distinción de los ejemplos en atención a párrafos se hace considerando que un párrafo es "cada una de las partes, separadas por un punto y aparte, que componen un escrito" (Alfonso, 1998, pp.55). Igualmente, en la presentación de algunos extractos, estos exponen textos entre corchetes que remiten a información elidida que complementa el ejemplo. Hechas las consideraciones pertinentes, pasaremos al análisis. Estructuras Globales
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Interpretación De este discurso se puede extraer el sistema metafórico que define la guerra como una acción justa en tanto que los héroes restablecen el equilibrio moral para la víctima. El héroe, los revolucionarios liderados por Fidel Castro y reunidos en el Movimiento 26 de julio, se encargaron de recuperar los derechos constitucionales y la paz que le había arrebatado el dictador Batista, al pueblo cubano. En este texto se pueden apreciar no sólo la estructura narrativa general, sino también otros rasgos que acompañan a la figura del héroe, tales como (a) la del sacrificio: son personas dispuestas a ofrecer voluntariamente todo lo que poseen, incluso su vida, a cambio de la satisfacción del deber cumplido, es decir, de nada. Es una persona resignada a no recibir más que la gratificación del pueblo y su cariño. (b) La del viaje: si bien esta figura no remite, para este caso, a un desplazamiento físico significativo, sí se incorpora en el sentido de que los revolucionarios tuvieron que avanzar sobre distintos territorios para lograr, poco a poco, ganarlos. (c) La ayuda recibida: en esta oportunidad observamos, discursivamente, a un héroe valiente que no recibió, en un principio, ayuda de ningún tipo, de hecho, se hacen referencias constantes en el texto a que, siendo un grupo minoritario, llegó a ser el vencedor. Sin embargo, avanzando en el discurso cobra protagonismo el pueblo como "el que es capaz de ganar solo la guerra". (d) El motivo que lo impulsa: además de actuar por honor, este héroe actúa movido por una situación de injusticia que se debe solventar. Su actitud de vigilancia dentro del contexto que enmarca el agravio (pertenece a la comunidad afectada) le permite saber de primera mano cuánto sufre la víctima y qué acciones ejecutar. El villano se presenta aquí como tirano, falso, traidor, corrupto, como algo asqueroso y repugnante que causa horrores que tiene que padecer la víctima. En ese sentido, el contexto catástrofe sirve de soporte para justificar que el villano dictador deba ser vencido y que se amerite para ello una guerra. Por su parte, la víctima, a quien sólo se menciona en pocas oportunidades, es presentada como desvalida, inicialmente, luego como quien debe tener toda la autoridad posible, incluso por encima del héroe. Es oportuno señalar que la víctima aparece bajo una noción metafórica: el pueblo y dicha imagen: es "una metáfora de una unidad que sólo es imaginaria. Lo único que no es metafórico es la gente concreta, diversa y contradictoria", Loyola, Villa y Sánchez (2003). Tanto en este discurso, como en los sucesivos, se recurrirá a ella, de forma más victimizada en algunos que en otros, pero siempre como actor colectivo al que se le asigna un supuesto protagonismo de los hechos que no es tal. Más adelante volveremos sobre esta afirmación. Ahora bien, más que adentrarnos en cómo se puede extrapolar la estructura narrativa en esta disertación, interesa detenerse en otras consideraciones producto de la observación. En primer lugar, llama la atención que, en algún momento, se le concedió el crédito de la victoria a la nación cubana (el pueblo), pero queda claro en el texto que ella no participó abiertamente de la lucha. Quizás este sea un recurso del discursista para incorporar a este actor al grupo de los "vencedores", es decir, para equipararlos al "nosotros" y así presentarse él, su Movimiento y el pueblo como grupo unido que detenta el poder. Cabe destacar que Castro, en la redacción de su texto, no se presenta como integrante del pueblo, sino como un instrumento al servicio del mismo, pero si fue él quien lideró la lucha (lo que lo ubica entre los victoriosos) y si el pueblo es también un victorioso y quien gobierna desde ahora, entonces, por analogía, él también puede gobernar. En este sentido se entiende la afirmación del grupo unido que detenta el poder, expresada líneas arriba. En segundo lugar, se observa que muchas de las referencias hechas a los personajes incluyen términos derivados del argot militar y los mismos son empleados por un actor –Fidel Castro- quien confiesa públicamente no serlo de profesión y mucho menos los integrantes de su Movimiento. Asumimos que, dadas las responsabilidades y tareas que tuvo que desempeñar, este actante se apropió no sólo de esta forma de lexicalización, sino también de los sistemas de representación que usualmente se le atribuyen a este sector castrense, de allí que su Movimiento sea el "Ejército Rebelde" o "la organización absolutamente mayoritaria", que el pueblo cubano sea "un ejército de zafarrancho de combate", que los opositores sean "determinados elementos", etc. Nótese que el último ejemplo mencionado no sólo incorpora léxico militar (elementos-soldados), sino que es un eufemismo que mitiga la carga semántica negativa que se le pudo explicitar al villano-oponente con la asignación de otro término más directo. No obstante, se presume que el fin de la selección es, como lo dice van Dijk (1999), influenciar los modelos de interpretación de los receptores, situación para la cual ambas estrategias funcionan. Y, en tercer lugar, el grado de abnegación, sumisión y honestidad del héroe. Si bien los teóricos de la Lingüística Cognitiva consultados hablan de un héroe racional, éste se presenta más afectivo. Su amor a la patria, al pueblo y a su "formación" priva por encima de todo lo demás. Ello mueve su acción y su voluntad. Este recurso de autopresentación positiva pisa el terreno de la exageración en tanto que se sacrifican incluso necesidades inherentes al ser humano en pro del cumplimiento del deber, lo que asumimos repercute positivamente en el receptor quien no sólo acepta a su salvador, sino que se solidariza con él y lo identifica como "el bueno". Descritas estas consideraciones, pasaremos a revisar el discurso del aniversario número 25 a fin de determinar cómo se evidencia la estructura metafórica de la guerra justa. 1984 Estructuras Globales
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Interpretación El texto revisado en esta oportunidad se presta para entender las luchas entre Estados Unidos y Cuba bajo el sistema de la guerra justa en el sentido de que el villano, EE.UU, ha violado la autonomía de Cuba y de la Revolución Cubana, en tanto que los revolucionarios (incluida la Revolución como persona) la han defendido airosamente. Desglosaremos un poco más estas ideas a fin de percibir con detalle el funcionamiento del sistema metafórico. El villano de esta historia es Estados Unidos de Norteamérica y su política internacional y económica. Es personificado y descrito con calificativos exageradamente negativos y explícitos, es decir, con disfemismos. Se tiene así que no sólo es inmoral, sino que es criminal, chantajista, mentiroso, cobarde, oportunista, bárbaro, nazifacista, hitleriano, irresponsable, demente, ignorante, traicionero, agresivo y estúpido. Se le acusa no sólo de acciones contra Cuba, sino de otras en contra de naciones igualmente pequeñas y no poderosas. El héroe, la Revolución Cubana (quien también es víctima), se ha autodefendido del brutal villano y ha logrado salir airosa de los enfrentamientos. Ahora bien, se habla de la Revolución como persona que ejecuta las acciones en contra del malvado y alcanza la victoria, pero dichas acciones son realizadas por los revolucionarios liderados por Fidel, los del Movimiento 26 de julio, así que consideraremos a estos últimos como los verdaderos héroes. De ellos se señalan sus cualidades altamente racionales, su fe en el pueblo como talismán de la victoria, su actuación progresista y estratégica, etc. No se señala en esta oportunidad la figura del viaje, pero sí otras características: (a) la imagen del sacrificio: se continúa con la caracterización del revolucionario como ser sacrificado y noble que no pide nada a cambio de su labor heroica (b) La ayuda recibida: al igual que en el texto anterior, los héroes de esta trama no reciben más ayuda que el apoyo que ellos mismos pueden brindarse, de hecho, ellos son quienes ofrecen su ayuda a las demás naciones afectadas por EE.UU. En determinado momento instruyen al pueblo para que se convierta en apoyo para las luchas en defensa de la nación, pero, tal como está descrito en el discurso, es más un logro/victoria de los revolucionarios, que una ayuda. (c) El motivo que lo impulsa: en esta oportunidad, más que el valor y el amor a la patria, el héroe actúa en consecuencia (Loyola, Villa y Sánchez, 2003) pues es molestado por el malvado. Las víctimas, el pueblo y la Revolución, son atacadas constantemente por el "malo", y se hace énfasis en la Revolución como verdadera atormentada pues, por ser un nuevo sistema de gobierno que quiere instaurar su propia política, caracterizada, a grandes rasgos, por oponerse a la de Estados Unidos, no "encaja" dentro de lo que comúnmente ocurre dentro de las relaciones políticas internacionales: no se supedita a los intereses del grupo dominante. El pueblo es atacado de manera violenta, pero la agresión tiene como objetivo principal la Revolución Cubana como sistema político. Tal como ocurrió con el discurso anterior, haremos otras observaciones no menos importantes. Primero, el actor de este discurso cambia la forma de presentar a su enemigo y pasa, de una presentación negativa mitigada, a una explícita en extremo. Tal vez las ofensas y los ataques sean de magnitudes mayores que los expuestos en el material anterior, pero el discursista es el mismo. Si retomamos nociones del análisis del discurso, cuando nombramos algo no sólo lo señalamos, lo evocamos y lo definimos, sino que también lo discriminamos o lo estigmatizamos a gusto de nuestra ideología, entonces, se puede pensar que el interés discursivo es enfatizar en grado superlativo las características negativas del oponente lo que redundará en una autopresentación positiva del héroe dado que es el oprimido, el que no puede surgir por sus propios medios, el que es golpeado, etc. Segundo, se evidencia un juego interesante con los roles de los personajes de la trama narrativa. Esta disertación expone en un primer plano a un actor, pero potencia a otro quien, dada la suma de las actividades realizadas, es el actante real. En otras palabras, el escritor del discurso presenta, en determinado momento, al pueblo de Cuba como el afectado, y lo es en el sentido de que los muertos en los combates son los cubanos, pero todas las agresiones descritas apuntan hacia el sistema político instaurado por Fidel; en ese sentido, la víctima real es la Revolución. En otro momento, el actante a quien se le asigna la victoria es a la Revolución, pero ella, entendida como una noción o concepto que remite a políticas, estrategias, acciones, conductas y demás, no puede ser la protagonista de acciones que involucran un enfrentamiento, ella carece de entidad física y voluntad propia pues es "algo creado"; se tiene así que el héroe real es el revolucionario quien sí puede diseñar e implementar una estrategia de combate, quien puede afectarse por los atropellos, etc. Este recurso bien podría justificarse desde los intereses del discurso político tal como lo señala Otaola (2005) El lenguaje político añade problemas propios al juego metafórico del lenguaje. El problema con las metáforas cuando se emplean en lenguaje político o en el debate público es que […] la metáfora se presta fácilmente para encubrir la realidad, puede suceder que la similitud que se aplica a una situación sustituye la lógica de lo sustituido y la realidad suplantada queda oculta detrás de imágenes y máscaras. Aventurando una justificación, se podría pensar que interesa mantener la idea de que los oprimidos son las personas (cubanos) y no las estrategias políticas que desarrolla el gobierno de Fidel y la idea de que tales víctimas son las que se levantan en contra del régimen de los Estados Unidos y no los Revolucionarios, todo ello en virtud de no presentarse autoritariamente como defensores de sus propios intereses. Hechas las observaciones pertinentes para el segundo texto de la muestra, expondremos las del último discurso, el de los 49 años de Revolución para llegar al establecimiento de algunas consideraciones generales. 2008.- Estructuras Globales
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Interpretación En este texto escasamente se pueden observar las estructuras narrativas que se han venido estudiando hasta ahora. Hay evidencias de un héroe, los cubanos, quien, a fuerza de resistencia, se ha ganado ese título por luchar en contra de la tiranía proyanqui. No hay trama explícita, pero se puede inferir que, si la victoria radica en alcanzar medio siglo de resistencia y en ser los acreedores del justo reclamo de respeto al derecho a la vida y a la sana alegría, entonces se continuaría con la trama descrita en el texto anterior: la autodefensa. En esta oportunidad no se enfatiza en el héroe más que para nombrar a cada uno de sus integrantes. No se hacen referencias a sus sacrificios, a su motivación, a sus cualidades, etc. Sólo se le nombra de manera muy puntual como un intento implícito de destacar a los sectores de la nación que se habían dejado a un lado en otras oportunidades. Tampoco se agregan características del villano que no sean las de que, de él, sólo quedan restos, lo que hace pensar en que todavía es enemigo que puede afectar al héroe y a la víctima, pero son sólo vestigios de algo que fue mayor. En otras palabras, está muriendo la tiranía, según lo que puede inferirse de las palabras escritas. Igual sucede con la víctima: no es descrita. Si se considera que en ocasiones héroe y víctima han compartido roles, entonces se tiene que para el personaje victimizado se pueden emplear las mismas características del héroe; no obstante, sería irresponsable de nuestra parte mantener tal afirmación, en esta oportunidad, cuando no existen evidencias que nos conduzcan a ello. De este texto atrae la atención el hecho de que el aspecto volitivo de los dos discursos anteriores haya desaparecido. Acá no hay eufemismos ni disfemismos, no hay énfasis, no hay mayor desarrollo temático. Tal vez, nos aventuramos a afirmar empíricamente, estamos en presencia de un actor que asumió, desde todos los ámbitos, el fin de su período y se muestra, lingüísticamente, como persona neutral: dadas las características del personaje, la trayectoria accidentada de su sistema político y las adversidades que ha enfrentado han hecho de él una persona más reposada y meditada, prueba de ello la encontramos en sus últimos escritos publicados en el periódico Granma, en donde se observa a un intelectual discurrir planteamientos y asociaciones históricas, filosóficas, etc. Esta observación no es derivada directamente de la revisión del texto objeto de interés, pero se incorpora en virtud de que puede dar luces acerca de por qué este último discurso tiene tales características. También es de hacer notar que no sólo rompe la línea discursiva de los otros dos estudiados, sino que además se distingue en que (a) no es un discurso público, sino una carta, (b) no aparece en la fecha que corresponde al aniversario, sino días antes y (c) es el último discurso con relación a aniversarios de la Revolución y bien lo pudo ser el número 50 el cual significaba realmente el medio siglo de resistencia al cual se hace referencia. Sea como fuere, este discurso, de los tres seleccionados, fue el menos productivo a nivel lingüístico, pero el más productivo a nivel interpretativo. Queda pendiente revisarlo con más detalle para poder explotar todas las implicaturas derivadas de él. Ahora bien, una vez que se han asomado algunas interpretaciones de las estructuras presentes en los discursos, expondremos algunas consideraciones finales. 4. Conclusión De todo lo revisado se desprende, como primera consideración, que el sistema metafórico sí está presente en los discursos de un actor político como lo es Fidel Castro. Dicho sistema se emplea con algunos juegos y sirve, de manera general, para exponer asociaciones que tienen como fin último la autopresentación positiva del "nosotros" como héroes, la presentación negativa en extremo del "ellos" como villanos y la victimización de un pueblo. En este sentido, el sistema metafórico privilegiado es el de la guerra justa lo que fortalece la concepción legitimadora del poder de Castro al presentarlo como el líder que enfrentó a un imperio. Como segunda consideración tenemos que los aportes de la lingüística cognitiva y del análisis crítico del discurso son valiosos al momento de estudiar los discursos de personas que detentan el poder en virtud de que ambos enfoques metodológicos se complementan y ofrecen una visión bastante amplia y pormenorizada de estrategias, funciones, asociaciones y demás mecanismos discursivos personales que permiten explicar conceptos complejos a otros y, más aún, influir en los conceptos y representaciones de los demás. Además, ambos enfoques en ningún momento niegan la posibilidad de incorporar otros recursos metodológicos lo que los hace aún más versátiles. Una tercera consideración se deriva de la revisión ideológica. Los materiales revisados exponen ideologías enfrentadas: por un lado, está la dominante, la defendida por Estados Unidos, a la cual, desde diversas estructuras se le deslegitima y, por otro lado, está la dominada, la de Cuba y la Revolución Cubana, a la que se intenta legitimar y, más allá, posicionar como dominante en el sentido de que es la ideología impuesta por Fidel a los cubanos quienes, de una u otra forma, lo asumen como líder, como héroe y como guía. La cuarta y última consideración sería que trabajos como éste deben profundizarse y ampliarse para comprobar el alcance y veracidad no sólo de estas observaciones, sino de todas aquellas que quedaron por fuera y de todas las que se puedan derivar de otros eventos. La tarea queda pendiente. |
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