Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


sábado, 28 de junio de 2014

136.-DISCURSO EL 7 DE DICIEMBRE DE 1989 Caída del muro de Berlin. a

 

Fidel Castro

DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA CUBA, EN EL ACTO DE DESPEDIDA DE DUELO A NUESTROS INTERNACIONALISTAS CAÍDOS DURANTE EL CUMPLIMIENTO DE HONROSAS MISIONES MILITARES Y CIVILES, EFECTUADO EN EL CACAHUAL, EL 7 DE DICIEMBRE DE 1989, "AÑO 31 DE LA REVOLUCIÓN".

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)


Compañero presidente José Eduardo Dos Santos y demás invitados;

Familiares de los caídos;

Combatientes;

Compatriotas:


Fue siempre de profunda significación para todos los cubanos la fecha memorable en que cayó, junto a su joven ayudante, el más ilustre de nuestros soldados, Antonio Maceo. Sus restos yacen aquí, en este sagrado rincón de la patria.

Al escoger esta fecha para dar sepultura a los restos de nuestros heroicos combatientes internacionalistas caídos en diversas partes del mundo, fundamentalmente en Africa, de donde vinieron los antepasados de Maceo y una parte sustancial de nuestra sangre, el 7 de diciembre se convertirá en día de recordación para todos los cubanos que dieron su vida no solo en defensa de su patria, sino también de la humanidad. De este modo, el patriotismo y el internacionalismo, dos de los más hermosos valores que ha sido capaz de crear el hombre, se unirán para siempre en la historia de Cuba.

Quizás no lejos de este mismo sitio se levante un día un monumento en honor a todos.

A esta hora, simultáneamente en todos los rincones de Cuba de donde procedían, se da sepultura a los restos de los internacionalistas que cayeron en el cumplimiento de su noble y gloriosa misión.

Creía el enemigo imperialista que ocultaríamos las bajas en Angola, la misión más prolongada y compleja que cumplió ya 14 años, como si fuera una deshonra o una mancha para la Revolución. Soñaron durante mucho tiempo que fuera inútil la sangre derramada, como si pudiera morir en vano quien muere por una causa justa. Mas si solo la victoria fuese el vulgar rasero para medir el valor del sacrificio de los hombres en sus justas luchas, ellos regresaron además con la victoria.

Los espartanos decían: Con el escudo o sobre el escudo. Nuestras tropas victoriosas regresaron con el escudo.

Mas no es nuestra intención en este solemne instante vanagloriarnos de nuestros éxitos, ni humillar a nadie, ni siquiera a los que fueron nuestros adversarios. Nuestro país no buscaba glorias ni prestigios militares. Siempre se aplicó rigurosamente el principio de alcanzar los objetivos con el menor sacrificio de vidas posibles; para ello se requería ser fuertes, actuar con el máximo de sangre fría y estar siempre, como siempre estuvimos, dispuestos a todo.

Cada combatiente sabía que detrás de él estaba el país entero; sabía también que la vida y la salud de cada uno de ellos era preocupación constante de todos nosotros.

Cuando la política y la diplomacia fueron factores asequibles para alcanzar los objetivos finales, no se dudó un instante en utilizar las vías políticas y diplomáticas, y, aunque se actuó siempre con toda la firmeza necesaria, en ningún instante durante el proceso negociador se nos escuchó una palabra de arrogancia, prepotencia o alarde. Supimos ser flexibles cuando la flexibilidad era conveniente y justa.

 

La última etapa de la guerra en Angola fue la más difícil. Ella requirió de toda la determinación, la tenacidad y el espíritu de lucha de nuestro país en apoyo a nuestros hermanos angolanos.

En el cumplimiento de ese deber de solidaridad no solo con Angola, sino con nuestros propios combatientes que allí luchaban en condiciones difíciles, la Revolución no vaciló en arriesgarlo todo. Cuando las amenazas imperialistas contra nuestra propia patria eran muy grandes, no vacilamos en enviar al Frente Sur de la República Popular de Angola muchos de nuestros más modernos y mejores medios de combate. Más de 50 000 combatientes cubanos se reunieron entonces en aquella nación hermana, cifra verdaderamente impresionante si se tiene en cuenta la distancia a recorrer, el tamaño y los recursos de nuestro país. Fue una verdadera hazaña de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias y de nuestro pueblo. Pocas veces se ha escrito una página igual de altruismo y solidaridad internacional.

Por eso apreciamos tanto la presencia de José Eduardo Dos Santos en este acto. Fue un gesto absolutamente espontáneo. "Quiero estar con ustedes en ese momento", nos dijo. Del mismo modo espontáneo, Etiopía, la SWAPO y otros países y organizaciones revolucionarias quisieron estar con nosotros tan pronto tuvieron noticias, hace apenas unos días, de que hoy daríamos sepultura en nuestra patria a los internacionalistas caídos en Africa y en otras tierras del mundo.

Hay acontecimientos históricos que nada ni nadie podrá borrar. Hay ejemplos revolucionarios que los mejores hombres y mujeres de las futuras generaciones, dentro y fuera de nuestra patria, no podrán olvidar. Este es uno de ellos, mas no nos corresponde a nosotros evaluarlo, de ello se encargará la historia.

No podemos olvidar ni por un instante que nuestros camaradas de armas fueron los heroicos combatientes de las Fuerzas Armadas Angolanas. Ellos ofrendaron la vida de decenas de miles de los mejores hijos de ese extraordinario pueblo. La unidad y la cooperación más estrecha entre ellos y nosotros hicieron posible la victoria.

También tuvimos el honor de combatir junto a los valerosos hijos de Namibia, a los patriotas de Guinea Bissau y a los insuperables soldados etíopes. Años antes, en los días difíciles de Argelia, recién conquistada la independencia, nuestros combatientes internacionalistas estuvieron a su lado, como estuvieron también más tarde junto a Siria, otro hermano país árabe víctima de la agresión exterior, que solicitó nuestra cooperación.

No hubo causa justa del Africa que no contara con el apoyo de nuestro pueblo. Che Guevara, acompañado de un grupo numeroso de revolucionarios cubanos, combatió contra mercenarios blancos al este del actual Zaire, y hoy, en la República Saharauí, médicos y maestros prestan sus generosos y desinteresados servicios a ese pueblo en combate por su libertad.

Todos los países mencionados eran ya o son hoy independientes, y los que aún no lo son lo serán más tarde o más temprano.

En breves años se escribió una brillante página de solidaridad, de la cual nuestro pueblo se siente orgulloso. También en nuestras luchas por la independencia, hombres de muy diversos países combatieron junto a nosotros. El más ilustre de todos, Máximo Gómez, nacido en Santo Domingo, llegó por sus méritos extraordinarios a ser el jefe de nuestro Ejército Libertador. En los años previos a nuestra Revolución, 1 000 cubanos organizados por el primer Partido Comunista combatieron en España defendiendo la República. Ellos escribieron páginas imborrables de heroísmo, que la pluma de Pablo de la Torriente Brau recogió para la historia, hasta que la muerte en combate tronchó la vida del brillante periodista revolucionario.

Así se forjó nuestro gallardo espíritu internacionalista que, con la Revolución socialista, alcanzó sus más altas cumbres.

En todas partes donde estuvieron los internacionalistas cubanos fueron ejemplo de respeto a la dignidad y la soberanía del país. La confianza ganada en el corazón de esos pueblos no es casual, fue fruto de su intachable conducta. Por ello, en todas partes quedó el recuerdo de nuestro ejemplar desinterés y altruismo.

Un destacado dirigente africano expresó un día en una reunión de líderes de la región: 

"Los combatientes cubanos están dispuestos a sacrificar sus vidas por la liberación de nuestros países y, a cambio de esa ayuda a nuestra libertad y el progreso de nuestra población, lo único que se llevarán de nosotros son los combatientes que cayeron luchando por la libertad." 

Un continente que conoció siglos de explotación y saqueo, supo apreciar en toda su magnitud el desinterés de nuestro gesto internacionalista.

Hoy regresan victoriosas nuestras tropas aguerridas. Caras alegres, felices, orgullosas, de madres, esposas, hermanos, hijos y de todo el pueblo, los reciben con calor y emoción. Se alcanzó la paz con honor y se alcanzaron con creces los frutos del sacrificio y el esfuerzo. Hoy no perturba nuestros sueños la constante inquietud por la suerte de nuestros hombres en combate a miles de kilómetros de su tierra.

Creía el enemigo que el regreso de los combatientes constituiría un problema social por la imposibilidad de asignarles empleo. Gran parte de estos hombres, además de los cuadros militares, tenían en su patria un empleo y a ellos regresan o a otros mejores. Ni uno solo ha quedado en el olvido; muchas veces antes de regresar a la patria conocían ya cuál sería su tarea.

De aquellos jóvenes del Servicio Militar que recién salidos de las escuelas de enseñanza media solicitaron voluntariamente el honor de cumplir misión internacionalista en Angola, ni uno solo ha tenido que esperar para ocupar un lugar digno en las aulas de estudio o entre las filas de nuestro pueblo trabajador.

Nuestra patria trabaja intensamente en ambiciosos programas de desarrollo económico y social, no se guía por las leyes irracionales del capitalismo y tiene un sitio en el estudio, la producción o los servicios para cada hijo del país.

Ningún familiar allegado de los que cayeron en cumplimiento de la misión, o sufrieron lesiones graves, quedó en el olvido. Ellos recibieron, reciben y recibirán toda la atención y la consideración a que los hizo acreedores el noble sacrificio de sus seres queridos y su propia conducta abnegada, desinteresada y generosa hasta el heroísmo.

Los cientos de miles de cubanos que cumplieron misiones internacionalistas militares o civiles, contarán siempre con el respeto de las presentes y futuras generaciones. Ellos multiplicaron muchas veces las gloriosas tradiciones combativas e internacionalistas de nuestro pueblo.

La patria que encuentran a su regreso está enfrascada en una titánica lucha por el desarrollo, a la vez que continúa enfrentándose con ejemplar dignidad al criminal bloqueo del imperialismo, a lo que se viene a sumar ahora la crisis surgida en el campo socialista, de la que solo podemos esperar consecuencias negativas en el terreno económico para nuestro país.

No es precisamente sobre la lucha antimperialista ni sobre los principios del internacionalismo que se habla hoy en la mayoría de esos países. Ni siquiera esas palabras se mencionan en su prensa. Tales conceptos están virtualmente borrados allí del diccionario político. En cambio, los valores del capitalismo están cobrando inusitada fuerza en esas sociedades.

Capitalismo significa intercambio desigual con los pueblos del Tercer Mundo, exacerbación del egoísmo individual y del chovinismo nacional, el imperio de la irracionalidad y la anarquía en la inversión y la producción, sacrificio despiadado de los pueblos a leyes ciegas en la economía, el imperio del más fuerte, la explotación del hombre por el hombre, el sálvese quien pueda. El capitalismo en el orden social implica muchas cosas más: prostitución, droga, juego, mendicidad, desempleo, desigualdades abismales entre los ciudadanos, agotamiento de los recursos naturales, envenenamiento de la atmósfera, de los mares, de los ríos, de los bosques y, de modo especial, saqueo de las naciones subdesarrolladas por los países capitalistas industrializados. En el pasado significó colonialismo y en el presente la neocolonización de miles de millones de seres humanos mediante métodos económicos y políticos más sofisticados, pero también menos costosos, más efectivos y despiadados.

El capitalismo, su economía de mercado, sus valores, sus categorías y sus métodos no pueden ser jamás los instrumentos para sacar al socialismo de sus actuales dificultades y rectificar los errores que hubieran podido cometerse. Buena parte de esas dificultades surgieron no solo de los errores, sino también del bloqueo riguroso y del aislamiento a que fueron sometidos los países socialistas por parte del imperialismo y las grandes potencias capitalistas que monopolizaban casi todas las riquezas y las tecnologías más avanzadas del mundo, producto del saqueo de las colonias, la explotación de su clase obrera y el robo masivo de cerebros a países que estaban por desarrollarse.

Guerras devastadoras, que costaron millones de vidas y la destrucción de la inmensa mayoría de los medios productivos acumulados, fueron desatadas contra el primer Estado socialista. Como ave Fénix, este tuvo que surgir más de una vez de sus cenizas y prestó servicios tales a la humanidad como derrocar al fascismo e impulsar decisivamente el movimiento de liberación de los países todavía colonizados. Todo eso se quiere olvidar hoy.

Es repugnante que muchos se dediquen ahora, en la propia URSS, a negar y destruir la hazaña histórica y los méritos extraordinarios de ese heroico pueblo. Esa no es forma de rectificar y superar los incuestionables errores cometidos en una revolución que nació de las entrañas del autoritarismo zarista, en un país inmenso, atrasado y pobre. No es posible tratar de cobrarle ahora a Lenin el precio de haber hecho la revolución más grande de la historia en la vieja Rusia de los zares.

Por ello nosotros no hemos vacilado en impedir la circulación de ciertas publicaciones soviéticas que están cargadas de veneno contra la propia URSS y el socialismo. Se percibe que detrás de ellas está la mano del imperialismo, la reacción y la contrarrevolución. Ya algunas de esas publicaciones han comenzado a demandar el cese del tipo de relaciones comerciales equitativas y justas que se han creado entre la URSS y Cuba en el transcurso del proceso revolucionario cubano. En dos palabras: que la URSS comience a practicar con Cuba el intercambio desigual, vendiendo cada vez más caro y comprando cada vez más barato nuestros productos agrícolas y materias primas, lo mismo que Estados Unidos hace con los países del Tercer Mundo o, en último término, que la URSS se sume al bloqueo yanki contra Cuba.

La destrucción sistemática de los valores del socialismo, el trabajo de zapa llevado a cabo por el imperialismo, unido a los errores cometidos, han acelerado el proceso de desestabilización de los países socialistas en Europa oriental. La política diferenciada con cada país y la idea de minar desde dentro al socialismo, fue la estrategia largo tiempo elaborada y aplicada por Estados Unidos.

El imperialismo y las potencias capitalistas no pueden disimular su euforia ante los acontecimientos. Están persuadidos, no sin fundamento, de que a estas horas el campo socialista virtualmente ya no existe. En algunos de esos países de Europa oriental hay actualmente equipos completos de norteamericanos, incluyendo asesores del Presidente de Estados Unidos, programando el desarrollo capitalista. En días recientes, un cable trajo la noticia de que estaban fascinados por la excitante experiencia. Uno de ellos, funcionario, por cierto, del gobierno norteamericano, se mostraba partidario de aplicar en Polonia un plan similar al del "New Deal", con el que Roosevelt trató de mitigar la gran crisis del capitalismo, para socorrer a los 600 000 trabajadores polacos que se quedarán sin trabajo en 1990, y a la mitad de los 17,8 millones de trabajadores con que cuenta el país, que deberá recalificarse y cambiar de empleo, como consecuencia del desarrollo de una economía de mercado.

El imperialismo y las potencias capitalistas de la OTAN están persuadidos, y no sin fundamento, de que a estas horas el Pacto de Varsovia ya tampoco existe y no es más que una ficción; que sociedades corroídas y minadas desde dentro serían incapaces de resistir.

Se ha proclamado que el socialismo debía perfeccionarse. Nadie puede oponerse a este principio que es inherente y de constante aplicación a toda obra humana. ¿Pero es acaso abandonando los más elementales principios del marxismo-leninismo que puede perfeccionarse el socialismo? ¿Por qué las llamadas reformas tienen que marchar en un sentido capitalista? Si tales ideas tuviesen un carácter revolucionario, como algunos pretenden, ¿por qué reciben el apoyo unánime y exaltado de los dirigentes del imperialismo?

En insólita declaración, el Presidente de Estados Unidos se calificó a sí mismo como defensor número uno de las doctrinas que actualmente se aplican en muchos países del campo socialista.

Jamás en la historia una idea verdaderamente revolucionaria habría recibido el apoyo entusiasta del jefe del imperio más poderoso, agresivo y voraz que ha conocido la humanidad.

Nosotros, a raíz de la visita del compañero Gorbachov a Cuba en abril de este año, ocasión en que sostuvimos profundos y sinceros intercambios, expresamos públicamente ante la Asamblea Nacional nuestro criterio de que debía respetarse el derecho de cualquier país socialista a construir el capitalismo si así lo deseaba, del mismo modo que exigimos el más estricto respeto al derecho de cualquier país capitalista a construir el socialismo.

Consideramos que la revolución no se puede importar ni exportar; un Estado socialista no se puede fundar por inseminación artificial o simple trasplante de embriones. La revolución necesita las condiciones propicias para ello en el seno de la propia sociedad, y solo cada pueblo puede ser su propio creador. Estas ideas no están reñidas con la solidaridad que los revolucionarios pueden y deben brindarse entre sí. La revolución es, igualmente, un proceso en que se puede avanzar o retroceder; que, incluso, se puede frustrar. Pero un comunista, ante todo, tiene que ser valiente y revolucionario. El deber de los comunistas es luchar en cualquier circunstancia, por adversa que sea. Los comuneros de París supieron luchar y morir defendiendo sus ideas. Las banderas de la revolución y el socialismo no se entregan sin combatir. Rendirse es de cobardes y de gente desmoralizada, no de comunistas ni de revolucionarios.

El imperialismo hoy invita a los países socialistas de Europa a convertirse en receptores de sus excedentes de capital, desarrollar el capitalismo y participar en el saqueo de los países del Tercer Mundo.

Es sabido que una gran parte de las riquezas del mundo capitalista desarrollado proviene del intercambio desigual con esos países. Durante siglos los saquearon como simples colonias, esclavizaron a cientos de millones de sus hijos, y en muchas ocasiones agotaron sus reservas de oro, plata y otros minerales, los explotaron despiadadamente y les impusieron el subdesarrollo. Esta fue la consecuencia más directa y patente del colonialismo. Hoy los esquilman mediante los intereses de una deuda infinita e impagable, les arrancan sus productos básicos a precios miserables, les exportan sus productos industriales cada vez a mayores precios, les sustraen constantemente los recursos financieros y humanos mediante la fuga de capitales y cerebros, les bloquean el comercio mediante dumping, tarifas arancelarias, cuotas de importación, productos sintéticos sustitutivos salidos de su alta tecnología y subsidian a las propias producciones cuando no son competitivas.

Ahora el imperialismo quiere que los países socialistas de Europa se sumen a ese colosal saqueo, lo que parece no disgustar en absoluto a los teóricos de las reformas capitalistas. De ahí que en muchos de esos países nadie hable de la tragedia del Tercer Mundo y las multitudes descontentas sean orientadas hacia el capitalismo y el anticomunismo, y en uno de ellos hacia el pangermanismo. Tal evolución de los acontecimientos puede conducir incluso a corrientes fascistas. El premio que el imperialismo les promete es una cuota en el saqueo de nuestros pueblos, única forma de erigir sociedades capitalistas de consumo.

A Estados Unidos y a las potencias capitalistas les interesa ahora mucho más invertir en Europa oriental que en cualquier otra área del planeta. ¿Qué recursos puede esperar el Tercer Mundo, donde viven en condiciones infrahumanas miles de millones de personas, de tal evolución de los acontecimientos?

Se nos habla de paz. ¿Pero de qué paz se trata? ¿De la paz entre las grandes potencias, mientras el imperialismo se reserva el derecho a intervenir abiertamente y a agredir a los países del Tercer Mundo? Ejemplos tenemos de sobra.

El gobierno imperialista de Estados Unidos exige que nadie ayude a los revolucionarios salvadoreños y trata de chantajear a la URSS demandándole nada menos que cese todo suministro de ayuda económica y militar a Nicaragua y a Cuba, porque somos solidarios con los revolucionarios salvadoreños, aunque cumplimos estrictamente con nuestras obligaciones en relación con el armamento que suministra la URSS, de conformidad con los convenios suscritos entre naciones soberanas. Por su parte, ese mismo gobierno imperialista que exige el cese de toda solidaridad con los revolucionarios salvadoreños, ayuda al gobierno genocida y envía unidades especiales de combate a El Salvador, sostiene a la contrarrevolución en Nicaragua, organiza golpes de Estado en Panamá y el asesinato de dirigentes de ese país, ayuda militarmente a la UNITA en Angola, a pesar de los exitosos acuerdos de paz en Africa sudoccidental, y continúa suministrando grandes cantidades de armas a los rebeldes de Afganistán, sin tomar en cuenta para nada la retirada de las tropas soviéticas y los acuerdos de Ginebra.

Hace apenas unos días aviones de guerra de Estados Unidos intervinieron descaradamente en el conflicto interno de Filipinas. Independientemente de las motivaciones justas o injustas de los sublevados, que no nos corresponde a nosotros juzgar, la intervención de Estados Unidos en ese país adquiere extrema gravedad y es reflejo fiel de la situación actual del mundo. Ese es el papel de gendarme que Estados Unidos se reserva no ya solo para América Latina, a la que consideró siempre su patio trasero, sino para cualquier país del Tercer Mundo.

La consagración del principio de intervención universal por una gran potencia es el fin de la independencia y la soberanía en el mundo. ¿Qué paz y seguridad es la que espera a nuestros pueblos, como no sea la que nosotros mismos seamos capaces de conquistar con nuestro heroísmo?

Es magnífico que desaparezcan las armas nucleares. Si ello no fuera más que una utopía y lograra alcanzarse algún día, sería de incuestionable beneficio e incrementaría la seguridad, pero solo para una parte de la humanidad. Eso no le daría paz, ni seguridad, ni esperanza, a los países del Tercer Mundo.

El imperialismo no necesita armas nucleares para agredir a nuestros pueblos. Sus poderosas flotas distribuidas por el mundo, sus bases militares en todas partes y sus armas convencionales, cada vez más sofisticadas y mortíferas, son suficientes para cumplir su papel de dueño y gendarme del mundo.

Además, en nuestro mundo mueren cada día 40 000 niños que pudieran salvarse y no se salvan por el subdesarrollo y la pobreza. Como hemos dicho otras veces, y no está de más repetirlo hoy, es como si cada tres días estallara entre los niños pobres del mundo una bomba similar a las de Hiroshima y Nagasaki.

Si los acontecimientos siguen su actual curso, si no se exige a Estados Unidos la renuncia a estas concepciones, ¿de qué nuevo pensamiento puede hablarse? Por esa vía, el mundo bipolar que conocimos en la posguerra se transformará, inexorablemente, en un mundo unipolar bajo la hegemonía de Estados Unidos.

En Cuba llevamos a cabo nuestro proceso de rectificación. Sin un partido fuerte, disciplinado y respetado, es imposible desarrollar una revolución o una rectificación verdaderamente socialista. No es posible llevar a cabo semejante proceso calumniando al socialismo, destruyendo sus valores, desprestigiando al Partido, desmoralizando la vanguardia, renunciando a su papel dirigente, liquidando la disciplina social, sembrando el caos y la anarquía en todas partes. Así se puede promover una contrarrevolución, pero no cambios revolucionarios.

El imperialismo yanki piensa que Cuba no podrá resistir y que la nueva situación surgida en el campo socialista le permitirá doblegar inexorablemente a nuestra Revolución.

Cuba no es un país donde el socialismo llegó tras las divisiones victoriosas del Ejército Rojo. En Cuba, el socialismo lo forjamos los cubanos en auténtica y heroica lucha. Treinta años de resistencia al más poderoso imperio de la tierra que quiso destruir a nuestra Revolución, dan testimonio de nuestra fortaleza política y moral.

Los que estamos en la dirección del país no somos un grupo de advenedizos inexpertos, recién llegados a cargos de responsabilidad. Salimos de las filas de los viejos luchadores antimperialistas de la escuela de Mella y de Guiteras, de las filas del Moncada y del "Granma", de la Sierra Maestra y de la lucha clandestina, de Girón y de la Crisis de Octubre, de 30 años de resistencia heroica a la agresión imperialista, de grandes hazañas laborales y de gloriosas misiones internacionalistas. Hombres y mujeres de tres generaciones cubanas se reúnen y asumen responsabilidades en nuestro aguerrido Partido, en la organización de nuestra maravillosa vanguardia juvenil, en nuestras poderosas organizaciones de masas, en nuestras gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias y en nuestro Ministerio del Interior.

En Cuba, Revolución, socialismo e independencia nacional, están indisolublemente unidos.

A la Revolución y al socialismo, debemos hoy todo lo que somos. Si a Cuba regresara alguna vez el capitalismo, nuestra independencia y soberanía desaparecerían para siempre, seríamos una prolongación de Miami, un simple apéndice del imperio yanki, el cumplimiento de aquella repugnante profecía de un presidente de Estados Unidos en el siglo pasado cuando pensaban anexar nuestra isla y dijo que esta caería en manos de ese país como una fruta madura. Para impedirlo hoy, mañana y siempre, habrá todo un pueblo dispuesto a morir. De nuevo cabe repetir aquí ante su propia tumba la frase inmortal de Maceo:

 "quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha".

Los comunistas cubanos y los millones de combatientes revolucionarios que integran las filas de nuestro heroico y combativo pueblo, sabremos cumplir el papel que nos asigne la historia, no solo como primer Estado socialista en el hemisferio occidental, sino también como inclaudicables defensores en primera línea de la noble causa de los humildes y explotados de este mundo.

Nunca hemos aspirado a que nos entreguen la custodia de las gloriosas banderas y los principios que el movimiento revolucionario ha sabido defender a lo largo de su heroica y hermosa historia, pero si el destino nos asignara el papel de quedar un día entre los últimos defensores del socialismo, en un mundo donde el imperio yanki lograra encarnar los sueños de Hitler de dominar el mundo, sabríamos defender hasta la última gota de sangre este baluarte.

Estos hombres y mujeres a los que hoy damos honrosa sepultura en la cálida tierra que los vio nacer, murieron por los más sagrados valores de nuestra historia y de nuestra Revolución.

  • Ellos murieron luchando contra el colonialismo y el neocolonialismo.
  • Ellos murieron luchando contra el racismo y el apartheid.
  • Ellos murieron luchando contra el saqueo y la explotación de los pueblos del Tercer Mundo.
  • Ellos murieron luchando por la independencia y la soberanía de esos pueblos.
  • Ellos murieron luchando por el derecho al bienestar desarrollo de todos los pueblos de la tierra.
  • Ellos murieron luchando para que no existan hambrientos, mendigos, enfermos sin médicos, niños sin escuelas, seres humanos sin trabajo, sin techo, sin alimento.
  • Ellos murieron para que no existan opresores y oprimidos; explotadores ni explotados. 
  • Ellos murieron luchando por la dignidad y la libertad de todos los hombres.
  • Ellos murieron luchando por la verdadera paz y seguridad para todos los pueblos.
  • Ellos murieron por las ideas de Céspedes y Máximo Gómez.
  • Ellos murieron por las ideas de Martí y Maceo.
  • Ellos murieron por las ideas de Marx, Engels y Lenin.
  • Ellos murieron por las ideas y el ejemplo que la Revolución de Octubre expandió por el mundo.
  • Ellos murieron por el socialismo.
  • Ellos murieron por el internacionalismo.
  • Ellos murieron por la patria revolucionaria y digna que es hoy Cuba.
  • ¡Sabremos ser capaces de seguir su ejemplo!
  • Para ellos: ¡Gloria eterna!
  • ¡Socialismo o Muerte!
  • ¡Patria o Muerte!
  • ¡Venceremos!

 


ANEXO.




La caída del Muro de Berlín.



La caída del Muro de Berlín  (en alemán, Mauerfall) fue una revuelta popular producida en la capital de Alemania Oriental, Berlín Oriental, el 9 de noviembre de 1989,​ como consecuencia de la cual quedaron derribadas las fortificaciones defensivas de ese país que evitaban el libre tránsito con los sectores estadounidense, británico y francés de ocupación de Berlín, y la frontera abierta de facto. Ello fue un acontecimiento trascendente en la historia mundial que marcó el fin de la cortina de hierro.

​La caída de la frontera de Alemania Oriental con Alemania Occidental tuvo lugar pocas horas después. Este hecho puso punto final a la Guerra Fría, lo que fue proclamado en la Cumbre de Malta tres semanas más tarde, y dio lugar a la reunificación de ambas Alemanias menos de 11 meses después.


Sociedad

Dónde están los cubanos que vivieron el fin de la RDA


Rosa Muñoz Lima

01/09/20201 de septiembre de 2020


DW conversó con una matemática que concluyó su doctorado y volvió a Cuba tras la caída del muro de Berlín y antes de la reunificación alemana; y con una artista que supo, temprano, que no regresaría a vivir en la isla.


Teresa Casanueva con compañeros de estudios cubanos de la escuela Superior de Arte y Diseño en Halle


Hace 30 años, el 31 de agosto de 1990, las entonces Alemania occidental y oriental (RFA y RDA) firmaron el Tratado de Unificación. Tras la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, quedaban sentadas las bases sobre las que se erigiría el nuevo país unificado, a partir del 3 de octubre de ese 1990.

“Fue una época política muy convulsa”, recuerda Marta Lourdes Baguer, graduada de Cibernética-Matemática por la Universidad de La Habana en 1983, que completó su doctorado en el Instituto de Matemática de la Universidad Humboldt de Berlín, entre octubre de 1986 y marzo de 1990.


Nuevos partidos, elecciones, profesores obligados a dejar las universidades tras revelarse sus vínculos con la Stasi. Los llamados Reisekader (cuadros políticos, profesionales, científicos, deportistas o artistas privilegiados con la autorización estatal para viajar a Occidente), que “de buenas a primeras” cambiaban las filas del partido socialista unificado SED por las de la hoy gobernante unión democristiana CDU, en sus antípodas políticas, evoca Baguer.


Ver caer y pintar el Muro de Berlín*


Su recuerdo más vívido es, por supuesto, del mismo “día de la apertura del muro”. Baguer, hoy Profesora Titular del Departamento de Matemática Aplicada en la Universidad de La Habana, no lo olvida porque cumple años cada 10 de noviembre y ese año quiso esperarlo cenando con amigos el 9.


“Nos habíamos puesto de acuerdo para encontrarnos en la Platz der Akademie, pero nunca pude cruzar la avenida Unter den Linden; era un mar de carros y de personas eufóricas llegando, abriendo botellas, celebrando”, cuenta.


Baguer, durante su estancia doctoral en Berlín.


“Cuando empezaron los primeros movimientos de cambio, yo estaba de vacaciones en Cuba”, recuerda por su parte Teresa Casanueva, que había llegado a la RDA en agosto de 1985, con una beca para cursar estudios en la entonces Universidad de Arte y Diseño de Halle, Burg Giebichenstein, tras graduarse de la habanera Academia de San Alejandro.


“Las primeras noticias, muy escuetas, las vi en la televisión cubana. Pero, inesperadamente, quizás gracias a la lentitud de la reacción de las autoridades cubanas, pude regresar a Alemania, que ya estaba en pleno proceso de cambio”, relata Casanueva.


Reinstalada en Halle, y a través de una profesora, Casanueva conoció del proyecto para pintar el mural colectivo que hoy se conoce como la East Side Gallery, en un tramo conservado del Muro de Berlín: “Mandé un boceto, me dijeron que sí e inmediatamente vine a Berlín y pinté, celebrando la caída del muro y del Campo Socialista, la reunificación; todas, cosas que no encajan hasta hoy con los intereses de la política oficial cubana”, dice.


Volver a Cuba o quedarse en la Alemania unificada


Hasta que Baguer regresó a la isla ese abril, tras tres años y medio de estudios culminados en la RDA, aún no había cambiado mucho para los estudiantes cubanos de pregrado y posgrado en Medicina, Economía, Arte, Ciencias Sociales, con los que coincidió en Berlín, dice. Aunque, aún antes de la unificación monetaria, los precios subvencionados comenzaron a subir y la incertidumbre a crecer: su alojamiento pasó de costar 20 marcos a 120.

Sin embargo, “seguíamos viviendo en la misma residencia, recibiendo el mismo estipendio”, de unos 500 marcos mensuales para estudiantes de posgrado. Eso sí, varió un detalle: los últimos pagos de su beca los aportó el occidental Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD), del que Baguer sigue siendo hoy alumni (o exbecaria).


Hasta ese momento, la cooperación de la que la matemática cubana se había beneficiado incluía una beca a tiempo completo pagada por la Universidad Humboldt. Así como boletos de ida y vuelta, vacaciones y despachos de carga anuales subvencionados por el Estado cubano en su aerolínea Cubana de Aviación. Para los estudiantes de pregrado, precisa su compatriota Casanueva, estas subvenciones eran bianuales.


Baguer junto al conocido matemático estadounidense Olvi Mangasarian, durante una conferencia en Eisenach.

La artista plástica no recuerda el mes exacto, pero calcula que corría justo abril de 1990 cuando las autoridades cubanas se reunieron con los estudiantes para comunicarles que debían regresar a Cuba, sin alternativa.


Para mí estuvo claro, relativamente temprano, que yo no iba a regresar a vivir en Cuba. Y no regresé, a pesar de que intentaron que los padres ejercieran influencia para que regresáramos. Nos amenazaron con que nunca más podríamos regresar”, rememora.


Nuevo país, otras vidas


Tras la reunificación, la oficina del Ministerio de Educación Superior (MES), que coordinaba a los estudiantes cubanos en Berlín, desapareció. Con la Universidad Humboldt, el contacto académico se mantuvo a nivel personal e institucional, pese a la lentitud del entonces usual correo postal, y gracias a mecanismos europeos de financiación y a una larga historia de intercambio con su homóloga en La Habana, desde la década de 1960, explica Baguer.


Así, hasta inicios de la década de los 2000, Baguer viajó anualmente a trabajar con su tutor alemán: con fondos de proyectos de la Universidad Humboldt o del DAAD, a veces en estancias como profesora invitada. Pero luego, la cooperación con su Alma Mater alemana se detuvo hasta que una beca Erasmus le permitió retomarla en 2016, como parte de su trabajo en el procesamiento de imágenes médicas y la lingüística computacional en La Habana.


“Yo estaba en cuarto año de mi carrera y continué estudiando porque la parte alemana asumió todos los contratos que había hecho la RDA”, relata por su parte Casanueva, que siguió viviendo con un estipendio de alrededor de 300 marcos en una residencia universitaria de Halle; y confirma el rol que jugó en este momento de cambio el DAAD.


Al menos una decena de sus compañeros tomaron la misma decisión. Para quienes mantenían relaciones sentimentales con alemanes, el matrimonio fue una puerta a la legalidad. Algunos aún viven en Alemania; otros emigraron a terceros países.

“Yo no tenía pasaporte, pues cuando uno venía por asuntos oficiales, lo dejaba en el consulado. Y aunque es absurdo decir para siempre, como dijeron, porque nada es para siempre en la vida, no sabía cuánto tiempo iba a estar sin ver a mi familia; pero sospechaba que podía ser mucho”, recuerda.


“Sin embargo, tres años después, en 1993, las autoridades cambiaron el tono y pude ir a Cuba”, resume Casanueva. La marcha atrás del Gobierno cubano, supone, tuvo que ver con la necesidad de ingresar divisas durante el llamado Período Especial, la dura crisis económica que azotó a la isla tras el derrumbe del Campo Socialista.

En Alemania, donde hoy vive hace 35 años y tiene su estudio como artista plástica independiente en Berlín, “estuve mucho tiempo con el estatus de tolerada”, que implica una suspensión temporal de la deportación, recuerda Casanueva. Pero su universidad la empleó como asistente durante sus estudios de posgrado, por otros tres años que le permitieron comenzar a asentarse legal y financieramente en el país.


Estudiantes y trabajadores subcontratados.


Los de Casanueva y Baguer representan dos de los muchos destinos que tuvieron los estudiantes cubanos de intercambio tras el fin de la RDA. Las estadísticas no dejan claro cuántos llegaron a ser en total, entre 1960 y 1990, pero se parte de un contingente relativamente pequeño, con un máximo de 555 personas durante el curso académico 1986/87, según el volumen “Estudiantes cubanos en la RDA”, de la alemana Susanne Ritschel.

Las peores consecuencias, coinciden la prensa y libros alemanes como “Cubanos en el paraíso real“, de Leonel R. Cala Fuentes, o “Regresé siendo otra persona. Cubanas y cubanos en la RDA”, de Wolf-Dieter Vogel y Verona Wunderlich, las sufrieron, en un abrir y cerrar de ojos, los hasta 30.000 trabajadores subcontratados en combinados industriales del Este alemán.

Como los estudiantes, fueron llamados por su Gobierno a regresar, y regresaron. Muchos dejaron atrás familias binacionales, hijos, y perdieron todo vínculo, sin las posibilidades de reconexión que brinda el ambiente académico. Los cerca de 1.600 que se quedaron, se vieron afectados por la desindustrialización que sufrió el Este, amenazados con la deportación y excluidos, por su escaso número, de una especie de amnistía que benefició a sus pares de Angola, Mozambique y Vietnam, reportaba la revista Focus en 1994.

El Gobierno de la Alemania unificada dejó de cooperar con Cuba a escala estatal, e insistió sin concesiones en que la isla reembolsara sus deudas con la RDA, aunque estas le habían sido condonadas a última hora, en el verano de 1990, en vistas de la grave crisis económica cubana. Y no fue hasta la primavera de 2000, resume la televisora regional MDR, que el Gobierno federal reinició la cooperación oficial con Cuba, bajo la presión de la Asociación Federal de la Industria Alemana (BDI).

No obstante, individualmente, y desde las instituciones donde cada quien terminó trabajando, "hemos buscado siempre cómo mantener el vínculo", insiste Baguer, cuyo hijo se doctoró también en Alemania. E incluso muchos antiguos trabajadores contratados salvaron, en última instancia, la conexión entre ellos mismos, como forma de conservar los recuerdos y el idioma, con el que aún sorprenden a no pocos turistas alemanes.

 


CUBANOS.


Los cubanos son las personas originarias de Cuba. La mayoría de los cubanos viven en Cuba, 9.748.532 en 2024, aunque también hay una gran diáspora cubana, especialmente en los Estados Unidos donde vivían 1.450.808 cubanos y en España 223.532 en 2023, y en Brasil 50.355 en 2024.


Composición demográfica

 

La composición racial en Cuba era en 2002 de 7.271.926 blancos, con los negros y mulatos siendo 1.126.894 y 2.658.675 respectivamente.​ 

La ascendencia de los cubanos blancos (65,05 %) proviene principalmente de los españoles. Durante los siglos XVIII, XIX y primera parte del siglo XX, especialmente, grandes olas de canarios, gallegos, asturianos y catalanes emigraron de España a Cuba. Otras nacionalidades europeas que inmigraron incluyen: británicos —entre ellos los escoceses—, rusos, polacos, portugueses, rumanos, italianos, griegos, franceses, alemanes e irlandeses. Hay un pequeño remanente de una comunidad judía. También hay una significativa afluencia étnica de diversos pueblos de Oriente Medio, especialmente libaneses, palestinos, turcos y sirios.

Los afro-cubanos componen 10,08 % al 23,84 % de la población. Sus orígenes son principalmente congo, un pueblo de África Central.

Los cubanos de origen asiático representan el 1 % de la población. En su mayoría son de origen chino, japonés o coreano.

De los taínos quedan pocos restos, se dice que el 1,02 % de la población cubana. Algunos indios americanos de los Estados Unidos se establecieron en Cuba en el siglo XIX (en particular, Cherokee, Choctaw y Seminole). No hay cifras exactas sobre sus descendientes actuales.

La población total en el censo oficial de 1953 era 5.829.029 personas. La población de Cuba tiene orígenes muy complejos y los matrimonios mixtos entre los diversos grupos es tan general que se aplicará esta norma.


La tasa de natalidad de Cuba (9,88 nacimientos por cada mil habitantes en 2006) es una de las más bajas del hemisferio occidental, comparable solo con Europa. Su población total ha aumentado continuamente pasando de alrededor de 7 millones en 1961 a más de 11 millones ahora, pero la tasa de crecimiento se ha detenido en las últimas décadas, y ha pasado recientemente a una disminución, el gobierno cubano confirmó en 2006 el primer descenso en la población desde el éxodo del Mariel, aunque en el trienio 2007-2009 se reportó un ligero aumento de 0,58 por 1000 personas.La inmigración y la emigración han tenido notables efectos sobre el perfil demográfico de Cuba durante el siglo XX. Entre 1900 y 1930, cerca de un millón de españoles arribaron desde España.


Después de la Revolución de 1959, más de un millón de cubanos ha abandonado la isla, principalmente hacia Miami, Florida, donde se ha asentado, desde entonces, una importante comunidad con gran poder político. La emigración que se produjo inmediatamente después de la Revolución cubana era sobre todo de las clases altas y medias predominantemente blancos, contribuyendo así a un cambio demográfico, junto con cambios en las tasas de nacimiento e identificaciones raciales entre los diversos grupos étnicos. 

Hoy en día el país, y en gran medida debido a la severa crisis económica que atraviesa, adolece de su más aguda crisis migratoria: para septiembre de 2022, y desde fines del año anterior, cerca de 180 000 cubanos entraron a Estados Unidos de forma ilegal por la frontera mexicana y otros 8000 lo intentaron por vía marítima, según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU.,​ mientras que entre octubre de 2021 y noviembre de 2022 alrededor de 300 000 cubanos se entregaron a las autoridades migratorias de ese país. El valor representa el 8.7 % del total de entradas registradas por el Custom Border Patrol en dicho período, solo antecedidos por los migrantes de nacionalidad mexicana.


Diáspora.


Los cubanos están diseminados por los cinco continentes.


En los Estados Unidos vive la mayor comunidad de cubanos fuera de Cuba (1.312.510 personas, en 2022),​ sobre todo en Miami y en otras ciudades importantes de Florida, así como en Nueva Jersey, California, Nueva York, Texas y Puerto Rico. Sin salir de Norteamérica, en México vivían 25 976 cubanos (en el año 2020) y 19 545 en Canadá (en 2021).

También hay importantes comunidades de cubanos en Europa: en España vive la segunda mayor comunidad en el extranjero (198 639 cubanos en 2023), seguida de Italia (23 531 cubanos en 2023) y Alemania (con 9 185 cubanos en 2022).


En América del Sur las mayores comunidades cubanas se encuentran en Brasil (35.602 cubanos en 2022), en Uruguay (24.485 en 2020),​ en Chile (19.068 en 2022) y en Venezuela (10.769 en 2020).

Después de la fundación de la república en 1902, una considerable migración llegó desde la península ibérica a la isla, entre ellos algunos exsoldados españoles que habían participado en las guerras de independencia, y sin embargo, esto nunca fue un obstáculo para el respeto y el afecto de los cubanos, que siempre han estado orgullosos de sus orígenes hispanos.

En diciembre de 2008, España comenzó a aceptar solicitudes de ciudadanía de los descendientes de personas que fueron al exilio después de su brutal Guerra civil de 1936-39, mediante una ley de 2007 destinada a abordar el doloroso legado del conflicto. Esta nueva Ley de la Memoria Histórica especifica que se podrán conceder un máximo de 500 000 pasaportes a los cubanos de ascendencia española. 

Según la ley, los descendientes tenían hasta diciembre de 2010 para presentarse en la embajada española en su país de origen y entregar la documentación que acreditase que sus padres o abuelos se habían marchado de España entre 1936 y 1955, sin necesidad de renunciar a su ciudadanía actual.


Cubanos


DescendenciaTotal de cubanos:12.8 millones
Diáspora: 3.1 millones
IdiomaEspañol


Asentamientos importantes
9.748.532 (2024)[[Bandera de Cuba Cuba
1.450.808 (2023)[Bandera de Estados Unidos Estados Unidos
223.532 (2023)Bandera de España España
50.355 (2024)Bandera de Brasil Brasil
25.976 (2020)Bandera de México México
24.485 (2020)Bandera de Uruguay Uruguay
23.531 (2023)Bandera de Italia Italia
21.305 (2023)Bandera de Chile Chile
19.545 (2021)Bandera de Canadá Canadá[
11,189 (2019)Bandera de Venezuela Venezuela
10.768 (2022)[Bandera de Ecuador Ecuador




Azúcar cubano. 




Zafra azucarera cubana de 2025 confirma colapso estructural de un sector antaño estratégico.


El sector azucarero dista de cumplir con los planes y el discurso de las autoridades choca con una realidad insalvable: con voluntad no se muele caña.


Lunes, 5 Mayo, 2025


Cuba atraviesa una de las peores zafras azucareras de su historia reciente y, a pesar de discursos de “resistencia creativa” y recorridos de autoridades políticas por los centrales, los números no mienten: varios ingenios clave han producido menos del 15 % de su plan, otros apenas sobreviven entre apagones, la maquinaria es obsoleta y la caña escasa.

En Calimete, Matanzas, el central Jesús Sablón Moreno acaba de cumplir 100 días de zafra sin haber logrado todavía el objetivo de las 16,700 toneladas previstas, aún le restan 5,000 por producir, y todo depende de “que las condiciones climáticas lo permitan”, reconoció el diario oficial Girón.

El periódico señaló que, a pocas semanas del cierre de la campaña, la rutina es una lucha diaria contra los frecuentes apagones, roturas de equipos, falta de piezas de repuesto y reparaciones urgentes. El esfuerzo humano, que no falta, no compensa el desgaste de un sistema productivo en estado crítico.

La situación se repite con mayor gravedad en Santiago de Cuba, donde el central Dos Ríos, único activo en la provincia, apenas había producido el 13 % del plan (unas 3,000 toneladas de 20,811) tras 73 días de campaña.

Las autoridades locales reconocen que la zafra está en crisis, pero insisten en “producir más azúcar, salvar la zafra y la industria, tanto en la parte agrícola como en la industrial”, como exhortó recientemente la primera secretaria del Comité Provincial del Partido, Beatriz Johnson Urrutia.

Las Tunas no se queda atrás en el desastre. El central Antonio Guiteras, el mayor del país, apenas superaba el 11 % del plan a mediados de abril. Durante una visita al ingenio, el viceprimer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca, “pidió un esfuerzo extraordinario de su gente para lograr un repunte”, según publicó el periódico provincial 26.

Incluso, el primer secretario del partido comunista en esa provincia, Osbel Lorenzo Rodríguez, admitió públicamente que “la producción de azúcar tocará mínimos históricos”, durante un reciente análisis del desempeño de la economía en el territorio durante los tres primeros meses de 2025.

En medio de esta debacle, la prensa oficial destacó el 30 de abril que Sancti Spíritus se había convertido en la primera provincia del país en cumplir el plan de azúcar.

El periódico oficial Escambray “celebró” los indicadores del central Melanio Hernández, en Taguasco, sobresaliente, a su juicio, por “superar todos sus parámetros de rendimiento industrial, optimizar el aprovechamiento del potencial de la caña, garantizar la producción de un grano de alta calidad para el consumo y aportar más de 4,000 MW/h al Sistema Electroenergético Nacional”.

Sin embargo, el medio no informó cuántas toneladas se produjeron realmente, lo que genera dudas sobre la magnitud de ese supuesto logro. Se trata de un silencio llamativo si se considera que, según reportes previos, el plan era de más de 19,000 toneladas, a cumplirse antes del 11 de marzo. No sólo no se transparentan los números, sino que buena parte de la caña utilizada provino del vecino central Uruguay y del “Heriberto Duquesne”, de Villa Clara, lo que relativiza el mérito local.

En enero, la zafra azucarera en Cuba atravesaba una de sus peores crisis: de los 14 centrales previstos para la campaña, sólo seis estaban operativos.

Ese panorama crítico se atribuyó a la arrancada tardía y a la no incorporación de ocho centrales hasta ese momento, responsables del 75 % de la deuda productiva del sector.

La preparación de las industrias para iniciar la molienda fue severamente afectada por la falta de recursos. La crisis energética retrasó las reparaciones en centrales, talleres de mecanización y centros de limpieza, además de limitar la fabricación de partes y piezas necesarias para la maquinaria.

La zafra 2022-2023, con sus 350,000 toneladas de azúcar, se convirtió en la peor cosecha desde 1898, cuando, en plena Guerra de Independencia, los ingenios de Cuba produjeron 300,000 toneladas.

El dato confirma el retroceso brutal de un sector que llegó a ubicar a la isla entre los principales exportadores de azúcar del mundo.

En diciembre de 2023, el gobierno reconoció que es “vergonzoso” que el país, tradicionalmente uno de los principales productores de azúcar de América Latina, se viera obligado a importar este producto.

Más que una zafra, lo que vive Cuba en 2025 es el entierro lento y oficial de su industria azucarera. El problema ya no es cumplir un plan, es que cada central que sobrevive parece hacerlo por milagro. Y el azúcar, que un día endulzó la economía del país, hoy es otro símbolo de su decadencia.


Preguntas frecuentes sobre la crisis de la zafra azucarera en Cuba


¿Por qué está colapsando la zafra azucarera en Cuba en 2025?


La zafra azucarera en Cuba está colapsando debido a problemas estructurales como la obsolescencia de la maquinaria, la falta de inversión, la escasez de recursos y combustible, y las frecuentes interrupciones eléctricas. Estos factores han reducido drásticamente la capacidad de producción azucarera del país.


¿Cuál es la situación de los centrales azucareros en Cuba durante la zafra de 2025?


Durante la zafra de 2025, muchos centrales azucareros en Cuba están operando muy por debajo de sus capacidades planificadas. Algunos, como el central Dos Ríos en Santiago de Cuba, han alcanzado solo el 13 % de su plan de producción, mientras otros enfrentan problemas similares debido a la falta de recursos y condiciones climáticas adversas.

La crisis azucarera ha afectado significativamente a la economía cubana, un sector que antes era estratégico para el país. La escasez de azúcar ha obligado a Cuba a importar este producto, lo que es considerado "vergonzoso" dado su histórico rol como uno de los principales productores de azúcar en América Latina. Además, la falta de producción afecta la disponibilidad de azúcar para el consumo interno.


 


Congreso de la ANAP: “Funcionario afirma que hay que sembrar más con menos”


El presidente de la ANAP, Félix Duarte Ortega, pidió “sembrar más con menos” pese al decrecimiento de cooperativas y la crisis agrícola que golpea al campo cubano.


Domingo, 18 Mayo, 2025 -


El XIII Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) se realizó en el Palacio de Convenciones de La Habana con una consigna que resume la precariedad del campo cubano: “sembrar más con menos”.

Así lo afirmó Félix Duarte Ortega, presidente de la organización, durante la presentación del informe central del evento, donde se reconocieron retrocesos productivos, pérdida de fuerza laboral y el decrecimiento de cooperativas agropecuarias, según un reporte del Sistema Informativo de la Televisión Cubana.

Duarte Ortega señaló que desde el anterior congreso el movimiento campesino ha crecido en más de 12 mil nuevos miembros, pero admitió que las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) han disminuido en 49, y las de Créditos y Servicios (CCS) en 65, debido a "problemas organizativos, inestabilidad de la fuerza de trabajo y deficientes resultados económicos productivos".


En medio de ese panorama, el dirigente abogó por "buscar alternativas que propicien sembrar más con lo que tenemos", centrando los esfuerzos en cultivos básicos como el boniato, la yuca, el plátano y la malanga, con el fin de incrementar el autoabastecimiento territorial.

Reiteró también la necesidad de enfrentar delitos como el hurto y sacrificio ilegal de ganado, un problema que el régimen no ha sido capaz de solucionar por años, la corrupción, el uso indebido de tierras y la falta de control sobre la masa ganadera.

El máximo representante de la ANA Paseguró que, ante las severas limitaciones financieras del país, el campesinado cubano debe aprovechar al máximo las reservas productivas para cumplir el plan de la economía, en concordancia con la Ley de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional aprobada por el gobierno.

No obstante, más allá del discurso triunfalista habitual, el evento dejó al descubierto las dificultades estructurales que enfrenta el agro cubano y la escasez de recursos con que deben lidiar los productores.

En los últimos años, el campo cubano ha enfrentado un deterioro progresivo que pone en entredicho la viabilidad del modelo agrícola actual. Ya en agosto de 2024, un campesino cubano denunciaba públicamente la imposibilidad de producir debido a la escasez de recursos básicos como fertilizantes, combustibles y herramientas, condiciones que han dejado a muchos productores “desesperados y sin apoyo institucional”.


Meses después, trascendió que el gobierno cubano retiró la tierra a 137 campesinos en Ciego de Ávila por supuestas violaciones de contrato. Varios afectados señalaron que la medida fue arbitraria y desconectada de las condiciones reales del agro, donde las dificultades para cumplir los compromisos productivos son estructurales y no necesariamente atribuibles a la voluntad o capacidad de los agricultores.

En abril pasado, campesinos de Pinar del Río se vieron obligados a pinchar tuberías para obtener agua para el riego, una práctica desesperada que evidencia la falta de acceso a infraestructura hídrica adecuada en zonas rurales, vital para sostener cualquier esfuerzo de siembra ante el aumento de temperaturas y la irregularidad de las lluvias.

Asimismo, los niveles de inseguridad en el campo han llevado a medidas extremas. Un campesino cubano vendió su rebaño ante el aumento descontrolado de robos y la inacción de las autoridades. La pérdida de animales representa un golpe económico insostenible para pequeños productores, quienes además enfrentan trabas burocráticas para acceder a justicia y protección efectiva.


Preguntas frecuentes sobre la crisis agropecuaria en Cuba y el Congreso de la ANAP


¿Cuál es la situación actual del sector agropecuario en Cuba según el Congreso de la ANAP?


Durante el XIII Congreso de la ANAP, se reconocieron retrocesos productivos significativos en el sector agropecuario cubano. Se ha constatado una disminución de cooperativas y una pérdida de fuerza laboral, así como problemas organizativos y económicos. Además, el Congreso destacó la necesidad de buscar alternativas para sembrar más con menos recursos, centrándose en cultivos básicos como el boniato, la yuca, el plátano y la malanga.


¿Qué medidas propone el gobierno cubano para mejorar la producción agrícola?


El gobierno cubano insiste en fortalecer el cooperativismo socialista como solución a la crisis de producción agropecuaria. Se busca reforzar la organización interna de las cooperativas y optimizar su funcionamiento. Además, se promueve el autoabastecimiento territorial y se reitera la necesidad de enfrentar delitos como el hurto y sacrificio ilegal de ganado.


¿Por qué persisten los problemas en el sector agrícola a pesar de las iniciativas gubernamentales?


A pesar de las iniciativas, los problemas persisten debido a deficiencias estructurales del modelo socialista, la falta de incentivos reales para los productores, y un sistema burocrático que asfixia la innovación y eficiencia. Además, el control centralizado del gobierno impide una verdadera descentralización y participación privada en el sector.


¿Qué papel juega la Ley de Soberanía Alimentaria en la actual crisis agrícola en Cuba?


La Ley de Soberanía Alimentaria ha sido una de las estrategias del gobierno para enfrentar la crisis agrícola, pero su implementación ha sido insuficiente para satisfacer las necesidades de la población. El fracaso del proyecto de soberanía alimentaria se debe a las deficiencias estructurales del modelo y la falta de recursos y autonomía para los productores.



Azúcar

Solo 15 centrales operarán en la próxima zafra azucarera cubana.


La molienda tendrá que superar condiciones clima­tológicas difíciles, escasez de combustible, problemas energéticos y más.


Madrid 16 Oct 2024 -


Solo 15 centrales operarán en la próxima zafra azucarera cubana en medio de la escasez del producto que padece el país y llamados del régimen para "salvar la industria", pero sin renunciar a políticas que han hundido el sector en las últimas décadas.

Jorge Luis Tapia Fonseca, vicepresi­dente del Consejo de Ministros, quien ofreció el dato de los ingenios que molerán, admitió en una plenaria sindical celebrada en La Habana que casi el 50% de las bases productivas no tienen buenos rendimientos y diver­sificación de la producción, publicó el periódico oficial Trabajadores.

Solo unas pocas unidades básicas de producción cooperativa (UBPC) han logrado ser eficientes y cumplir con el aporte de caña y el encar­go social de atender a sus traba­jadores y a la comunidad, algo que para Tapia Fonseca es signo suficiente de que se puede salir del desastre de la otrora floreciente industria azucarera cubana, sin aplicar transformaciones reales.


"Hay que hacer un análisis profundo para salvar la industria azucarera. Hemos aprobado medidas para el sector; se ha renegociado la deuda hasta en tres ocasiones de muchas UBPC; se le ha subido el precio de la caña y se ha impul­sado una atención diferenciada a los jubilados", dijo el vicepresidente.

Propuso "hacer una evaluación a fondo con aque­llas cooperativas cuyas juntas directivas no han logrado lo que otras sí, a pesar de las mis­mas limitaciones de combusti­ble" y cambiar "el trabajo de los gobiernos mu­nicipales y provinciales para atender más a las cooperati­vas azucareras".


Alabó a los trabajadores del sector que, en medio de condiciones clima­tológicas difíciles, escasez de combustible, problemas energé­ticos y más, "están todas las ma­ñanas trabajando por sembrar y tener más caña".


En la misma reunión, Ulises Guilarte De Nacimiento, miembro del Buró Político del Partido Comunista, y secretario general de la CTC, único sindicato legal en Cuba, dijo que el Gobierno "no renunciará a la producción azucarera" y depositó en los trabajadores la responsabilidad de ser "protagonistas en la batalla por salvar esta rama en el país".

Para reforzar la carga ideológica tras el velado pedido de más sacrificios habitual en la propaganda del régimen, el vicepresidente Salvador Valdés Mesa machacó en que "la clase obrera no le fallará a la Revolución y menos este sector"

Según el medio oficial, "aunque no todo depende de los tra­bajadores, entre sus filas existe el com­promiso de no cejar en el empeño de salvar la agroindustria azucarera y de­volverle el esplendor de otros tiempos, porque continúa siendo historia, identi­dad y tradición".


La zafra azucarera 2023-2024 estuvo, como las de años anteriores, marcada por deficiencias e incumplimientos, y así lo reconocieron las autoridades del sector en el análisis al respecto desarrollado como parte del trabajo de la Comisión Agroalimentaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Según el reporte del medio oficialista Cubadebate, el presidente del grupo empresarial Azcuba, Julio García Pérez, achacó los incumplimientos a "la poca disponibilidad de lubricantes, combustibles y otros insumos".

"Durante la zafra no se logró cumplir en la mayoría de las empresas agroindustriales con las medidas organizativas para asegurar la tarea diaria y los niveles productivos, mezclándose problemas subjetivos con limitaciones reales de carencias, lo cual revela indisciplinas y falta de exigencia de presidentes de cooperativas y jefes de áreas en la industria", dijo el funcionario.


En enero, a un mes de la arrancada de la campaña de 2024, solo 11 de los 25 centrales estaban moliendo. Según el director de Informática y Comunicaciones de AZCUBA, el atraso se debió a "deficiencias técnicas detectadas de manera tardía". Un ejemplo de ineficiencia es que los centrales tuneros Antonio Guiteras y Majibacoa, hasta fines del mes de marzo solo habían producido el 25% de las 61.000 toneladas planificadas, y ambos habían perdido más del 80% del tiempo. 

Cuba, que llegó a exportar seis millones de toneladas métricas de azúcar, hoy tiene que importar. Para el historiador Dimas Castellanos, el hecho evidencia la magnitud del daño causado a la producción azucarera.

"Cualquier recuperación requiere de dos premisas, hasta ahora ausentes: un diagnóstico preciso y un tratamiento en correspondencia. La ausencia de esos requerimientos solo se puede explicar por las siguientes razones: ignorancia, mentira deliberada, tomadura de pelo a los cubanos y a los inversionistas, o una combinación de ellas", opinó en un artículo publicado en DIARIO DE CUBA.

"Cualquier diagnóstico, ajeno a razones políticas o ideológicas, tiene que partir de las causas principales del retroceso; a saber: la estructura de la propiedad, la ausencia de libertades, el desconocimiento de las leyes que rigen los fenómenos económicos, la falta de correspondencia entre salario y costo de la vida, la pérdida de la cultura azucarera, la descapitalización de la mano de obra especializada, el deterioro de los centrales azucareros y la conversión de más de cien bateyes en pueblos fantasmas. Factores todos estos dimensionados por el voluntarismo y la determinación de no realizar cambios que puedan amenazar el poder político", señaló el especialista.

Para Castellanos, "ningún proyecto que se proponga recuperar la producción cubana de azúcar puede ceñirse a la inversión extranjera, que, si bien resulta imprescindible, es incapaz, como lo han sido los proyectos anteriores, para por sí sola salvar a un enfermo en estado terminal"


 

 

"Sin azúcar no hay país": cómo colapsó el producto más emblemático de la economía de Cuba



Historia: Cuando Cuba era de azúcar.

 2022


La industria azucarera cubana, muy desmantelada hoy, marcó por siglos la cultura cubana en sus modos constructivos, dicharacheros y musicales.


La dulce caña de azúcar fue uno de los tantos cultivos que los españoles introdujeron en América. Con anterioridad habían expandido su siembra en las Islas Canarias. Con ello no solo diversificaron los productos de consumo local sino además, aprovecharon las magníficas condiciones naturales que estas islas tenían para su cultivo, convirtiéndolo en una oportunidad de desarrollo económico inestimable.


A mediados del siglo XVI ya se producía azúcar en Cuba, aunque durante los primeros 200 años se destinó al consumo interno. Fue en la segunda mitad del XVIII que comenzó el monocultivo del azúcar en la Isla, favorecido por la posibilidad de comercio con todos los puertos españoles y el mercado internacional que ocupó tras la revolución haitiana. En consecuencia, desde el siglo XIX, el azúcar alcanzó un papel preponderante en la planificación de la economía cubana y en toda su infraestructura. Hacia 1870, dominaba casi un tercio del mercado mundial. 


En 1954, la industria azucarera representaba el 40% de la producción agrícola nacional, el 88% de las exportaciones y el 32,5% de los ingresos del país. Entonces tenía 161 ingenios activos y 26 refinerías, una red ferroviaria privada de 8.000 km, y una capacidad total de almacenamiento de más de 300 millones de galones de mieles y 32.514.000 de sacos de azúcar en 200 almacenes. Había, además, siete casas exportadoras con agentes en todo el mundo.


El privilegiado monopolio de este cultivo continuó después del triunfo revolucionario, cuyo Gobierno fundó en 1964 un ministerio para el azúcar que administró y planificó su producción hasta 2011. De esta forma, a pesar de las fluctuaciones, la producción se mantuvo en ascenso hasta bien avanzado el siglo XX: de las 340 toneladas producidas en 1760, en 1894 se alcanzaron 1.054.214 toneladas; en 1952, 6.554.830 toneladas; y en 1989, 8.100.000 toneladas. Así la industria azucarera fue hilvanando la historia económica e industrial del país, la identidad de parte importante de sus pueblos y la imagen de la nación.


A pesar de las riquezas que proporcionó, creó un desbalance en la utilización de los recursos naturales cubanos, ya que muchos suelos fértiles fueron ocupados solo con caña de azúcar. Y, como esta planta no necesita sombra para crecer, bosques enteros desaparecieron para dar paso a amplias zonas cañeras, por lo que fue el principal agente modificador del paisaje natural de la Isla.


Con el tiempo, varios elementos de la industria azucarera alcanzaron connotación de símbolo, como la chimenea, el trapiche y la torre campanario; y en sentido negativo, el barracón. Ejemplo paradigmático resulta la torre del ingenio Manaca-Iznaga (1816), declarada Monumento Nacional en 1981. Con sus 45 metros de altura, este campanario se utilizaba además para vigilar la plantación y el trabajo esclavo. Desde temprano fue entendida como signo de riqueza, al posibilitar la observación de uno de los paisajes productivos más prósperos y por ser, en sí misma, una de las torres más altas de la Cuba colonial. 


Es indudable el impacto que la industria azucarera tuvo en la configuración de pueblos enteros, marcando con la zafra el movimiento de poblaciones y el ritmo de vida de la gente en función de la producción, repercutiendo en sus costumbres diarias, modos de hablar, en su azucarada dieta, en sus vínculos interpersonales y en su relación con el espacio. Además de los elementos que comparte con otras colonias americanas, generó manifestaciones específicas como los barracones de esclavos de planta rectangular que, según Reynaldo Fleites, son un tipo arquitectónico únicamente cubano.


Con la inversión directa de las compañías norteamericanas en las primeras décadas del siglo XX, se impuso en los bateyes la construcción de madera típica del Caribe anglófono, que determinó el diseño de varios pueblos, los cuales funcionaban como comunidades autosuficientes, con una infraestructura destinada a la satisfacción de las más diversas necesidades. En ellos se utilizó el sistema balloon frame para viviendas tipo bungalow, tanto de la clase alta como para pequeños comerciantes y obreros. También fue frecuente su uso en segundas residencias de veraneo, muchas ubicadas en zonas de playa. Pero fue en los bateyes donde se hizo característica esta arquitectura de madera.


En el siglo XX, en los bateyes la vida giraba en torno al central. La campana heredada del ingenio colonial señalaba los horarios de trabajo y descanso de todo el pueblo. Sustituida a veces por un silbato o sirena, fue un vehículo de comunicación dentro del proceso industrial muy vinculado a la figura del esclavo, y luego del campesino y el obrero. En cuanto símbolo, ha sido también interpretada como llamado a la unidad comunitaria y convertida en emblema municipal, como es el caso de la campana del central Héctor Molina, insignia del Municipio San Nicolás, provincia Mayabeque, desde 1999.


El campesino organizaba su año laboral en función de la zafra y de su éxito dependía la prosperidad de todos. De hecho, puede decirse que la prosperidad del país llegó a medirse por el éxito de la zafra. Tal lo demuestran los planes trazados por el Gobierno revolucionario que pretendieron alcanzar, en 1970, diez millones de toneladas de azúcar. Más allá del hecho productivo, este plan fue expresión del alarde político de un Gobierno apoyado en el orgullo de una consagrada cultura azucarera. Por esa razón los 8,5 millones de toneladas alcanzadas, aun siendo nuevo récord, no se celebraron y significaron un fracaso económico y moral.


Todavía se recuerda como un hecho histórico importante aquella Zafra de los Diez Millones, por lo que conllevó y generó como un proyecto más simbólico que realista, y que involucró al país entero. Algunas memorias permiten entender su influencia en las más variadas esferas de la vida: 

“Yo viví muy sentidamente aquella campaña del 69-70, en la que la consigna ‘¡Y de que van, van!’ se convirtió en parte de nuestra cultura, de la cotidianeidad, de la vida misma. Hasta las cartas personales terminaban con la frase. (…) De aquella época data el inigualable e inolvidable estilo de narración beisbolera de Bobby Salamanca: ‘¡Azúcar, abanicando! Chic, chic, chic. Tres golpes de mocha y lo tiró pa’la tonga’. Así narraba Bobby, por ejemplo, el ponche que el pitcher le daba al bateador”

La consigna de esa zafra de 1970, “¡De que van, van!”, dio incluso nombre a la orquesta más popular que ha tenido Cuba en su periodo revolucionario y que nació en esa fecha. Las letras de Los Van Van se han caracterizado desde entonces por reflejar el decir y el pensar del cubano. Asimismo, se ha asimilado por la cultura popular el grito de alegría, muy empleado en la música cubana, que más tarde identificó a la cantante Celia Cruz: “¡Azúcar!”


¡Azúcar para crecer! Una frase así ya es cosa del pasado. En la actualidad, con el desmantelamiento de la mayoría de los centrales y un volumen de producción comparable al de inicios del siglo XIX a pesar de la diferencia tecnológica (480.000 toneladas en 2021), la industria vuelve a ser metáfora de la nación y su impacto tiene incidencia profunda en los cubanos.




Cuando el azúcar ya no es país.




El desastre azucarero cubano forma parte del destrozo generalizado que infligió el comunismo a Cuba y el pernicioso voluntarismo de Fidel Castro que –en menos de 20 años- pasó de pretender una cosecha de 10 millones de toneladas métricas a desmantelar la principal industria nacional.


Carlos Cabrera Pérez

Jueves, 19 Julio, 2018 


Hubo una época en que muchos cubanos aseguraban que “azúcar es país” y que “quien tiene amigos, tiene un central”, en clara referencia al impacto económico que generó en la mayor de las Antillas la plantación de la dulce gramínea, importada por España, desde la India, y luego trasplantada a Cuba.

La plantación extensiva de azúcar originó, sin proponérselo, otra notable fuente de riqueza para Cuba, al ser desplazados los entonces vegueros de tabaco hacia las peores tierras, pero cuyos suelos ácidos y arenosos, conocidos vulgarmente como de San Cayetano, alumbraron la excelencia de los Habanos mundialmente conocido.


El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, acaba de lanzar el enésimo llamamiento a los trabajadores de la industria azucarera cubana para que aumenten la producción y la eficiencia, que siguen ausente en buena parte de la economía estatal.


El exhorto presidencial sigue al anuncio de hace dos meses de que Cuba reduciría sus exportaciones de azúcar para no mermar la cuota racionada que cada cubano recibe mensualmente desde 1962. La buena nueva podría indicar que los cincuentones son más sensibles que sus antecesores a los problemas cotidianos de subsistencia que afrontan los cubanos.

Cuando el castrismo ya había entronizado la pobreza como santo y seña de su revolución, el entonces gobierno cubano renunció al ofrecimiento angoleño de donar café, regaló un central azucarero a Nicaragua y quitó a la población una libra (medio kilogramo) de azúcar de la magra ración mensual. Luego, Pinochet derrotó a Allende, pero los cubanos no recuperaron la porción de azúcar quitada por su gobierno en aras del internacionalismo proletario.

El desastre azucarero cubano forma parte del destrozo generalizado que infligió el comunismo a Cuba y el pernicioso voluntarismo de Fidel Castro que –en menos de 20 años- pasó de pretender una cosecha azucarera de 10 millones de toneladas métricas a desmantelar la principal industria nacional, aunque también influyeron sus bajos precios en el mercado mundial.

Moscú condenó a Cuba a producir azúcar, que pagaba a precios preferenciales y vendía petróleo por debajo de su valor de mercado; cítricos, componentes electrónicos y mano de obra barata para estudiar y trabajar en países como Polonia, Checoslovaquia, RDA y Hungría.

Brasil, que también ha padecido dictaduras militares, ante el derrumbe del mercado azucarero mundial, reorientó su industria azucarera hacia la producción de Bioetanol como combustible alternativo y no contaminante y la transformación de los residuos en piensos para la ganadería.

Ni el Buró Político del Partido Comunista ni los sucesivos responsables económicos cubanos tuvieron capacidad de reacción y Fidel Castro, que siempre fue hábil convirtiendo reveses en victoria hasta el desastre final, no tuvo peor ocurrencia que decir que producir combustible en áreas de siembra incrementaría el hambre en el mundo.

La sentencia de Castro fue acogida con júbilo por sus numerosos exégetas que tienen asegurados su azúcar y café diarios por gracia del capitalismo, con tristeza por la mayoría de los cubanos y con perplejidad por Lula y el empresariado brasileño, que guardaron silencio por cortesía ante un anciano gobernante que aparecía desorientado y erróneo.


Desmantelar la industria azucarera cubana generó además otro destrozo socioeconómico porque los bateyes (poblados) de los centrales se quedaron en tiempo muerto eterno, pues parte de la energía que consumían la generaba la propia industria y usaban sus medios de transporte, aislando y reduciendo las opciones de las familias que, generación en generación, habían vivido del azúcar y para el azúcar de caña.


Varios bateyes son, además, hitos arquitectónicos, y contaban con los servicios educativos y sanitarios que impulsó España a lo largo de la isla, mediante la Sociedad Económica Amigos del País, que sembró Cuba de colegios y casas de socorro.

“Estamos creando islitas dentro de la isla”, lamentaba entonces Carlos Lage, que aún no se habría endulzado con las mieles del poder y soportaba que los cubanos, en sus conversaciones cotidianas, dijeran que “cada vez que sale el calvo (Lage) en la televisión, es para jodernos”, en referencia a los anuncios de austeridad y jabas (bolsas) selectivas.


Destruir la industria azucarera cubana significó derribar una cultura milenaria que formó buenos administradores, mecánicos, obreros y puntistas. El puntista es el experto que, en los inicios de la diaria molienda, calcula el momento adecuado de la cristalización del azúcar y ordena que la máquina mantenga esa sincronización durante toda la meladura.


La tecnología ha ayudado a este noble oficio, pero como muchos otros trabajos, fueron heredados de padres a hijos o sobrinos, siempre que el heredero reuniera las aptitudes que exige la industria azucarera a un Puntista.


El castrismo siempre propagó el monocultivo de azúcar como uno de los males de la economía cubana, pero basta echar un vistazo a las dos explosiones arquitectónicas habaneras del siglo XX cubano, que coincidieron con las guerras mundiales, cuando el azúcar subió de precio, para constatar el impacto del azúcar en el país.


Además de la riqueza azucarera, en la reinversión de las ganancias influyó el espíritu nacionalista de la sacarocracia cubana, que apostó por la riqueza y el crecimiento de Cuba, aunque no erradicó la desventaja del “tiempo muerto” (período entre zafras) para jornaleros, macheteros y empleados de los centrales, que tuvieron en Jesús Menéndez un líder sindical comunista que los defendió incluso frente a los norteamericanos, a los que rechazó un cheque en blanco para intentar sobornarlo y que renunciara al diferencial azucarero.


¿Qué fue el diferencial azucarero?


Ramón Grau San Martín, presidente de 1944 a 1948, intentó fijar un precio del azúcar cubano para el mercado norteamericano por debajo del fijado por el mercado mundial del azúcar por un período de dos años. Jesús Menéndez se opuso como líder de la FNTA y, auxiliado por el economista Jacinto Torras, consiguió participar en las negociaciones con los norteamericanos y establecer que el precio del azúcar cubano subiría en la misma proporción que los artículos de primera necesidad que USA vendía a Cuba.


Al final del primer año de la puesta en vigor de este acuerdo, los trabajadores azucareros cubanos vieron incrementada sus nóminas en un 13,42%. Todo esto en medio de una “pseudo república”, como etiquetó el castrismo a la Cuba anterior a 1959.


Si alguien aún alberga dudas de la vitalidad de la industria azucarera cubana pre castrista y prefiere seguir repitiendo las letanías del tiempo muerto y de la explotación, sería oportuno que comprobase el éxito de un emigrante gallego, Ángel Castro Argiz, que llegó a tener casi mil hectáreas sembradas de cañas de azúcar, más las que tuvo en arrendamiento, y con las que consiguió sacar adelante a las dos familias que formó durante su exilio cubano.


Y si no le vale el ejemplo de trabajo y riqueza de Castro Argiz, puede consultar el libro de Guillermo Jiménez, “Los ricos de Cuba”, para constatar la pujanza socioeconómica del capitalismo cubano que siempre tuvo que negociar con sindicatos y con los comunistas los convenios colectivos.


El azúcar en Cuba forma parte de una idea de nación rica y generosa, pero el castrismo ha sido tan cuidadoso en la destrucción económica del país que ahora muchos centrales son cementerios de hierro canibalizados y sus bateyes, donde antes bullía la vida, son pueblos fantasmas y desesperanzados con altos índices de emigración hacia ciudades y el extranjero.

Quizá la petición de eficiencia y productividad de Díaz-Canel llega demasiado tarde por la desmoralización que infligió el castrismo desguazando la principal industria cubana y con despidos masivos de obreros y técnicos cualificados, gente noble y curtida que amaba su industria a la que siguen llamando “Ingenio”.





Azúcar.


A partir del siglo XVI, América no tardó en convertirse en el principal centro de producción.


 Covadonga Valdaliso

 31 de enero de 2025 


Cuando en 1099 los cruzados llegados a Palestina para recuperar Tierra Santa se aproximaban a Jerusalén encontraron llanuras en las que crecían «cañas llenas de miel», una planta desconocida para ellos con la que paliaron el hambre que padecían desde hacía semanas.

Así al menos recogía Fulquerio de Chartres, cronista de la campaña, un episodio que no podía sino evocar un pasaje célebre de la Biblia, en el que se cuenta cómo el ejército israelita, comandado por Jonatán, hijo de Saúl, llegó a un bosque en el que «había tanta miel que parecía brotar del suelo» (Primer Libro de Samuel, capítulo 14,25).

La «caña de miel» era en realidad caña de azúcar, un producto que por entonces ya hacía dos milenios que se consumía en la India. Durante ese tiempo, el cultivo de la caña se había extendido por Asia, y a través de los musulmanes había llegado al norte de África y a al-Ándalus.


Las técnicas que permitían transformar el jugo en cristales, desarrolladas en la India a partir del siglo V d.C., facilitaron su transporte y con ello hicieron que aumentase su consumo. Pero fueron las cruzadas las que introdujeron definitivamente en la Europa cristiana aquel producto que pronto se conoció por su denominación árabe: sukkar, azúcar.



La miel, la gran protagonista


Con todo, el consumo de azúcar no se popularizó de manera inmediata. Como todo producto importado, el azúcar era caro y, en consecuencia, durante mucho tiempo estuvo al alcance tan sólo de unos pocos. La miel era el principal ingrediente con el que se endulzaban los platos desde la Antigüedad, y siguió siéndolo durante casi toda la Edad Media, tanto en el mundo cristiano como en el musulmán.

Con ella se preparaban salsas, bebidas y postres. También se empleaba, con fines medicinales, en la elaboración de jarabes y ungüentos. El azúcar fue sustituyendo a la miel poco a poco, pero nunca lo hizo del todo. Algunas regiones disponían de otros productos usados para endulzar, como la miel de dátiles y el mosto (el zumo de la vid).

Los edulcorantes tenían un gran peso en la gastronomía medieval. La miel y el azúcar se empleaban tanto en los dulces –elaborados con distintas combinaciones de harinas, huevos, mantecas, quesos y frutos secos, y a veces condimentados con especias como en recetas de carne.

El «manjar blanco», que fue uno de los platos más populares de la cocina medieval, se componía de pechuga de pollo o gallina, harina de arroz, leche de almendras y azúcar, y se aromatizaba con agua de rosas o de azahar. La miel se incluía en la mayor parte de los estofados y guisos, tanto en la cocina cristiana como en la musulmana y la judía, y se añadía con frecuencia a la masa del pan.

A medida que avanzaba la Edad Media y el uso del azúcar se popularizaba, fue cada vez más común mezclarlo con la miel. En las salsas, casi siempre agridulces, que podían combina ingredientes como cebollas, grosellas, huevos, cerveza o vino, casi nunca faltaban el jengibre, la canela, la pimienta, la sal y el azúcar.

Con preparados de este tipo se acompañaban carnes de vaca, cerdo, cordero y ave, algunos pescados e incluso ostras. Puede llamar la atención el uso del azúcar en platos hoy considerados «salados»» en vez de «dulces», pero ha de tenerse en cuenta que esta distinción no era tan clara para el paladar medieval.

Debe entenderse, además, que el azúcar se utilizaba en estas recetas como una especia, es decir, para condimentar. Paliaba determinados sabores ácidos o amargos, algunos de ellos muy pronunciados en carnes conservadas durante meses sin refrigeración. Compensaba, al mismo tiempo, los gustos de otras especias.

A todo ello se unía el hecho de que era fácil de conservar. Su empleo en confituras, mermeladas, almíbares o jaleas, que eran a su vez modos de conservar otros alimentos, estuvo bastante más restringido debido al relativamente alto valor del producto hasta el siglo XVI.


Azúcar blanco, el más caro.


Al igual que el jengibre, el ruibarbo o la canela, el azúcar procedía normalmente de Oriente, se consideraba exótico y se usaba en pequeñas cantidades. Había diversas calidades de azúcar. Aparte de melaza y azúcar moreno, se importaban azúcares que podían distinguirse por sus tonalidades, que dependían del grado de refinado.


La lógica era simple: cuanto más blanco más puro, y, por consiguiente, más caro. Platos como el ya citado «manjar blanco» basaban parte de su prestigio en ese color. Para las grandes celebraciones se elaboraban figuras hechas a partir de azúcar mezclado con almendras, arroz o agua perfumada.


En la Edad Media ello era más propio del mundo musulmán, pero hay constancia de que los cristianos conocían el mazapán al menos desde finales del siglo XII. Por tratarse de un artículo de lujo, el azúcar representaba un factor de diferenciación social.


Un texto árabe del siglo XV, titulado Kital al-harb, narra una batalla entre los alimentos consumidos por los ricos y los que estaban al alcance de los pobres. En ella, los ejércitos del poderoso rey Cordero, formados por carnes de diferentes tipos, panes refinados y arroces, combaten contra las tropas del rey Miel, de las que forman parte la leche y sus derivados, la manteca, las verduras y las conservas en vinagre.

El Azúcar colocado entre los pobres al mando de las bebidas, se queja en el relato de ser destinado apenas a las medicinas, y acaba desertando para dar la victoria al rey Cordero, que le había ofrecido ponerle a la cabeza de los dulces, y que venció protegido «por una coraza de azúcar blanca y dura».


Producción y venta.


La demorada introducción del uso del azúcar en la cocina, especialmente en la de las casas más humildes, se debió en parte a su elevado precio y en parte a que los regímenes alimenticios se modificaban muy lentamente. La producción también influía: la caña sólo podía cultivarse en algunos lugares, como la isla de Sicilia o el sur de la península Ibérica, o importarse ya procesada desde el norte de África y el Mediterráneo oriental.


En consecuencia, no todas las regiones de Europa tenían el mismo acceso al producto. Tampoco todos los azúcares se consideraban de la misma calidad, pues a medida que se extendió su consumo se diversificaron los tipos. Igualmente, hubo áreas en las que el uso del azúcar se generalizó antes que en otras, aunque a partir del siglo XV era común prácticamente en toda Europa.

Precisamente en esa centuria empezó a cultivarse caña en las islas atlánticas –Madeira, Azores y las Canarias–, que por entonces castellanos y portugueses comenzaban a ocupar de manera permanente, aunque América no tardó en convertirse en el principal centro de producción.


A partir del siglo XVI, la antigua batalla entre la miel y el azúcar se resolvió a favor de este último. En los países protestantes, la producción de miel decayó a consecuencia de la disolución de los monasterios, que durante la Edad Media habían sido grandes centros apicultores. En cambio, el azúcar se abarató progresivamente y su consumo creció de forma notable: durante el siglo XVI, por ejemplo, el consumo se multiplicó por 18.


Igualmente, cambió el uso gastronómico de este producto: en vez de añadirlo a los platos principales como condimento para contrapesar los sabores ácidos, se empleaba abundantemente en los dulces de los entremeses y postres o para endulzar el café y el té, las bebidas de moda a partir del siglo XVII.

De esta manera, lo que en la Edad Media había sido una especia exótica, empleada con mesura a causa de su precio, terminó alcanzando entre los edulcorantes una primacía que aún conserva hoy en día.


Las plantaciones de azúcar en el Caribe constituyeron una parte importante de la economía de las islas durante los siglos XVIII, XIX y XX. La mayoría de las islas caribeñas estaban cubiertas de campos de caña de azúcar y molinos para refinar la cosecha. La principal fuente de mano de obra, hasta la abolición de la esclavitud, eran los  negros esclavizados. Tras la abolición de la esclavitud, se trajeron al Caribe trabajadores contratados de la India, China, Portugal y otros lugares para trabajar en la industria azucarera. Estas plantaciones producían entre el 80 % y el 90 % del azúcar consumido en Europa Occidental, posteriormente suplantada por la remolacha azucarera cultivada en Europa.

Un pan de azúcar era la forma tradicional del azúcar en el siglo XVIII: un cono de azúcar semiduro que requería un hacha de azúcar o un martillo para romperse y pellizcos de azúcar para reducir a trozos utilizables.


A medida que los europeos establecían plantaciones de azúcar en las grandes islas del Caribe, los precios bajaban en Europa. En el siglo XVIII, todos los niveles de la sociedad se convirtieron en consumidores habituales de un producto que antes era de lujo. Al principio, la mayor parte del azúcar en Gran Bretaña se destinaba al té, pero más tarde los confitería y el chocolate se hicieron muy populares.  Los proveedores solían vender el azúcar en forma de pan de azúcar y los consumidores necesitaban pellizcos de azúcar, una herramienta parecida a un alicate, para romper los trozos.


Después de que la Revolución Haitiana estableciera el estado independiente de Haití, la producción de azúcar en ese país disminuyó y la Cuba sustituyó a Saint-Domingue como mayor productor mundial. Establecida desde hace tiempo en Brasil, la producción de azúcar se extendió a otras partes de América del Sur, así como a las nuevas colonias europeas en África y en el Pacífico, donde adquirió especial importancia en Fiyi. Mauricio, Natal y Queensland en Australia comenzaron a cultivar azúcar. 

En la segunda mitad del siglo XIX, más de 450.000 trabajadores contratados fueron de la India a las Indias Occidentales británicas; otros fueron a Natal, Mauricio y Fiyi (donde se convirtieron en la mayoría de la población). En Queensland se trasladaron trabajadores de las islas del Pacífico. En Hawaii, llegaron de China y Japón. 





Continuación

No hay comentarios:

Publicar un comentario