Luis Alberto Bustamante Robin; Jose Guillermo Gonzalez Cornejo; Jennifer Angelica Ponce Ponce; Francia Carolina Vera Valdes; Carolina Ivonne Reyes Candia; Mario Alberto Correa Manríquez; Enrique Alejandro Valenzuela Erazo; Gardo Francisco Valencia Avaria; Alvaro Gonzalo Andaur Medina; Carla Veronica Barrientos Melendez; Luis Alberto Cortes Aguilera; Ricardo Adolfo Price Toro; Julio César Gil Saladrina; Ivette Renee Mourguet Besoain; Marcelo Andres Oyarse Reyes; Franco Gonzalez Fortunatti; alamiro fernandez acevedo; Soledad García Nannig; Paula Flores Vargas; Katherine Alejandra Del Carmen Lafoy Guzmán; |
Biografía de Antonio Cánovas del Castillo. |
Político español, artífice del régimen de la Restauración (Málaga, 1828 - Santa Águeda, Guipúzcoa, 1897). Licenciado en derecho por la Universidad de Madrid, las inquietudes de este joven de origen modesto se dirigieron inicialmente hacia la literatura (en la que le apadrinó su tío, el escritor Serafín Estébanez Calderón) y sobre todo hacia la historia, dedicación esta última que no abandonó ni en los momentos álgidos de su vida política; escribió notables trabajos sobre los Austrias y la decadencia española, que le valieron el ingreso en la Academia de la Historia (1860). También fue miembro de la Real Academia Española (1867), la de Ciencias Morales y Políticas (1871) y la de Bellas Artes de San Fernando (1887). Sus inquietudes intelectuales se canalizaron, además, a través del Ateneo de Madrid, que presidió en 1870-74, 1882-84 y 1888-89. A la política llegó a través del periodismo, trabajando desde 1849 en el diario de Joaquín Francisco Pacheco, líder del grupo «puritano» que representaba el ala más conciliadora del Partido Moderado. Esa vocación centrista quedó confirmada al integrarse en la Unión Liberal, partido creado por Leopoldo O'Donnell para interponerse entre moderados y progresistas. Su primera responsabilidad política fue la redacción del Manifiesto de Manzanares, que hizo públicas las posiciones de los militares participantes en la llamada «Revolución de 1854» (Leopoldo O'Donnell, Francisco Serrano y Domingo Dulce). Luego fue ocupando puestos políticos de importancia creciente, como los de diputado en las Cortes constituyentes de 1854-56, agente de preces en Roma, gobernador civil de Cádiz, director general de Administración Local, subsecretario de Gobernación, ministro del mismo ramo (1864) y de Ultramar (1865-66). Su actitud ante la insurrección de los sargentos del Cuartel de San Gil (1866) le costó el destierro a Palencia, permaneciendo apartado de todo protagonismo político hasta que estalló la Revolución de 1868, que destronó a Isabel II. Durante el Sexenio Revolucionario de 1868-74, Antonio Cánovas del Castillo asumió el liderazgo de una minoría conservadora en las Cortes, señalándose en los debates contra el sufragio universal y la libertad de cultos. Atacó tanto al régimen democrático de Amadeo de Saboya como a la Primera República que le sucedió, aprovechando los fracasos de ambos ensayos para consolidar su opción de restaurar la monarquía de los Borbones, pero no en la persona de la ex reina Isabel II -cuyo descrédito había provocado la revolución-, sino en la de su hijo, a quien haría reponer como rey con el nombre de Alfonso XII. Una vez que abdicó la reina madre en el exilio (1870), Antonio Cánovas consiguió plenos poderes para dirigir la causa monárquica (1873), mientras orientaba la educación del príncipe en Inglaterra y le hacía proclamar el llamado Manifiesto de Sandhurst, en el que trazaba las líneas directrices de una futura monarquía parlamentaria, liberal y moderada, llamando en su apoyo a todos los católicos y descontentos con la situación revolucionaria desvinculados del carlismo (1874). Cánovas del Castillo fue fortaleciendo paulatinamente la causa alfonsina en medios políticos y acrecentando la viabilidad de la restauración monárquica a medida que quedaba desacreditada la opción republicana; pero, en contra de su voluntad, el general Arsenio Martínez Campos se le adelantó, proclamando al rey mediante un pronunciamiento militar en Sagunto (1874). Sin embargo, por primera vez en la historia de los pronunciamientos españoles, los militares no quisieron ocupar el poder, sino poner en él a Cánovas, como líder de los partidarios de la Monarquía: el último día de aquel año, Cánovas formó un gobierno que ejercería la regencia hasta la llegada de Alfonso XII, el cual confirmó al gabinete en 1875. Dueño de un poder prácticamente incontestado, Cánovas realizó en los dos años siguientes una obra ingente, que puso las bases del régimen de la Restauración, el cual habría de perdurar hasta el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera (1923). Preparó e hizo aprobar la Constitución de 1876, estableciendo una monarquía liberal inspirada en las prácticas parlamentarias europeas. La clave era acabar con la violencia política y los pronunciamientos militares que habían marcado el reinado de Isabel II, asentando la primacía del poder civil. Pero para ello había que garantizar la alternancia pacífica en el poder; Cánovas diseñó un modelo bipartidista al estilo británico, formando él mismo un gran Partido Conservador a partir de la extinta Unión Liberal; y buscó una figura que aglutinara la opción política alternativa, encontrándola en Sagasta, que asumiría el liderazgo del Partido Liberal, con el cual se turnarían los conservadores en el poder. Tras gobernar casi sin interrupciones hasta 1881, Cánovas dejó el poder a Sagasta en aquel año, recuperándolo en 1884. Al morir Alfonso XII en 1885 y para consolidar la regencia de María Cristina de Habsburgo, selló con Sagasta el llamado «Pacto de El Pardo», por el cual ambos partidos se sucederían sin enfrentarse en la gobernación del país. Y es que, efectivamente, la peculiaridad del régimen canovista era que las elecciones constituían una farsa manejada por las redes oligárquicas del caciquismo, mientras que el Parlamento y el gobierno se formaban de espaldas a la opinión pública, en función de pactos entre los líderes de los dos partidos dinásticos y con una intervención decisiva de la Corona. Cánovas volvió a presidir el Consejo de Ministros en 1890-92 y en 1895-97. En su haber como gobernante hay que anotar la pacificación del país, poniendo fin a la sublevación cantonal (1874), la Tercera Guerra Carlista (1875) y la Guerra de los Diez Años en Cuba (1878). Inspirado por la «lección» histórica de la decadencia española, trató de impulsar un resurgimiento nacional, fomentando un nuevo patriotismo español con actos como los que conmemoraron el cuarto centenario del descubrimiento de América (1892). Pero se mostró impotente ante los nuevos conflictos que suscitaban el nacionalismo catalán, el movimiento obrero, el anarquismo, las disidencias internas de su partido (Francisco Silvela) y la reaparición del movimiento independentista en Cuba (1895). Incapaz de abrir cauces para la participación política de nuevos grupos y aspiraciones, cuando murió asesinado por un anarquista italiano durante su estancia veraniega en un balneario, dejó al régimen ante una situación de crisis que se prolongaría desde la derrota en la Guerra de Cuba (1898) hasta su extinción (1923). |
Antonio Cánovas del Castillo Cánovas del Castillo, Antonio. Málaga, 8.XI.1828 – Santa Águeda (Guipúzcoa), 8.VIII.1897. Estadista (artífice de la Restauración) e historiador. Nació en el seno de una familia ilustrada, pero modesta: el padre era maestro de primera enseñanza; la madre, prima del destacado escritor Serafín Estébanez Calderón, conocido bajo el apelativo de El Solitario. Después de una adolescencia difícil en su ciudad natal, donde se hubo de abrir camino para sacar adelante a sus cuatro hermanos a la muerte de su padre (1843) ejerciendo como profesor ayudante en el centro de enseñanza de la Junta de Comercio —a la que ya había estado vinculado aquél—, pudo cursar en Madrid la carrera de Filosofía y Jurisprudencia, a partir de 1845, gracias al apoyo de su tío Serafín Estébanez, que le proporcionó trabajo en las oficinas de la empresa constructora del ferrocarril Madrid‑Aranjuez. Destacado en el Colegio de Abogados (1853), empieza asimismo a ser conocido Cánovas por sus actividades literarias —la publicación de la novela histórica La Campana de Huesca— de las que había sido curioso antecedente la fundación en Málaga del periódico La Joven Málaga. Se inició en la política gracias a su amistad con Carlos Manuel O’Donnell, con quien coincidió en las aulas universitarias y que lo recomendó a su tío Leopoldo, el famoso general, conde de Lucena, necesitado de un secretario “que le ordenase los papeles”. De la colaboración —convertida pronto en amistad estrecha— del general con el joven abogado, que no sólo iba a ordenarle los papeles, como se ha dicho, sino las ideas, surgiría el bosquejo de un proyecto político integrador, capaz de superar la perpetua confrontación —guerra fría o caliente— entre moderados y progresistas, subsiguiente al final de la Primera Guerra Carlista. El “pronunciamiento” de O’Donnell —“La Vicalvarada”— con su cartel programático, Manifiesto de Manzanares redactado por Cánovas y basado en una apelación al saneamiento de la política (1854), no supondría, sin embargo, al degenerar en una peligrosa situación revolucionaria en Madrid y Barcelona, más que el retorno de Espartero, ídolo de los progresistas y apartado de la política durante la década moderada (1844-1854). Se abrió así una etapa de difícil cohabitación entre el duque de la Victoria y el conde de Lucena (el “Bienio Progresista”) que no respondía, desde luego, a los designios políticos de este último. En cuanto a Cánovas, durante el bienio vivió en una especie de exilio voluntario, al frente de la Agencia de Preces radicada en Roma cuyo reverso positivo fue la inmersión del político español en la atmósfera de arte e historia de la Ciudad Eterna, y una abundante cosecha documental que, andando los años, le servirá para redactar su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia (1860), que llevará por título La dominación de los españoles en Italia. En cuanto a la experiencia revolucionaria de “La Vicalvarada”, a la que había contribuido decisivamente, le sirvió para reducir uno de sus principios inconmovibles: el rechazo del recurso a la violencia, expresado en esta frase lapidaria: “Un hombre honrado no puede tomar parte más que en una revolución y eso, porque ignora lo que es”. Fue después de la caída de Espartero (1856) cuando O’Donnell logró abrir paso —entre moderados y progresistas— a un tercer camino, diseñado por un nuevo partido, la Unión Liberal, más o menos inspirado por Cánovas: proyecto ideológico que en principio trataba de asumir una síntesis sociopolítica, pero que de hecho apuntaba al partido único y que acabó definiéndose como un Partido de Centro, junto a los otros dos ya existentes: Moderado y Progresista. Ahora bien, también es cierto que los años de hegemonía unionista durante el llamado “Gobierno largo” de O’Donnell (1859-1864), en el que Cánovas figuró como subsecretario del ministro de la Gobernación Posada Herrera, son los más brillantes y fecundos del reinado de Isabel II, animados internacionalmente por la llamada Guerra de África (1859) y por la expedición a México (1862). A partir de 1864 se inicia el declive del reinado de Isabel II, desde el momento en que la vuelta al poder de los moderados fue degenerando en una dictadura de partido, ya que la Reina evitó, obcecadamente, una alternativa progresista, ante el temor de que ello redundase en un nuevo conflicto con Roma, provocado por la segunda Desamortización —la iniciada por el progresista Madoz—. Sin embargo, entre 1864 y 1866, aún cupo un turnismo moderadounionista: durante este último, y bajo la presidencia de Alejandro Mon (1864), Cánovas ocupó la cartera de Gobernación, y la de Ultramar bajo el último Gobierno de O’Donnell (1866). Pero tras el frustrado pronunciamiento de este mismo año —sublevación del cuartel de San Gil, animada por los progresistas y reprimida con rigor por el conde de Lucena—, la Reina cometió el error y la imprudencia de prescindir de este último para llamar a Narváez, y la situación política degeneró en una dictadura moderada, endurecida, tras la muerte de Narváez, por González Bravo. Contra ella se articuló la coalición de progresistas y demócratas, a la que sólo tras la muerte de O’Donnell, autoexiliado en Biarritz, se sumó la Unión Liberal, ahora capitaneada por Serrano. Así se produjo la Revolución de 1868, que provocó la caída del trono y el exilio de la Familia Real. Por su parte, Cánovas se abstuvo de apoyar a la Reina, pero no se sumó tampoco a la Revolución. Permaneció entregado a sus actividades intelectuales, ahora centradas en el estudio de la decadencia española durante los últimos Austria, constituyéndose en una reserva política, a la que tras la abdicación de Isabel II en el futuro Alfonso XII, todavía menor de edad (1870), acudió la misma Reina, esta vez bien aconsejada, para que Antonio Cánovas asumiese los trabajos conducentes a una posible Restauración. El instrumento político de Cánovas sería su Partido, ahora denominado Liberal‑Conservador, concebido con vocación integradora y, por lo mismo, claramente diferenciado del antiguo Partido Moderado, al que consideraba responsable de la revolución que había acabado con la Monarquía isabelina, al paso que se preocupaba, personalmente, de la formación política e intelectual del futuro Alfonso XII, trasladado a Londres para seguir sus estudios militares en la Academia de Sandhurst, pero también para habituarse al clima parlamentario liberal de la Monarquía británica. Aunque Cánovas no rehuyó la posibilidad de que el cambio de régimen, en los momentos en que la experiencia republicana había degenerado en caos y se vivía la “República sin Parlamento” de Serrano, fuese consecuencia de una proclamación militar, confiada al general Concha, marqués del Duero, que estaba a punto de cerrar la Guerra Carlista, la muerte de éste, cuando ultimaba el cerco de Estella después de liberar Bilbao, no sólo prolongó el conflicto, sino que decidió a Cánovas, definitivamente, por una solución civil y democrática confiada a las urnas para cuando Serrano convocase Cortes, ya que su labor proselitista había cosechado adhesiones que parecían asegurar el triunfo de la Restauración. El llamado Manifiesto de Sandhurst —en forma de carta del príncipe Alfonso dirigida a los numerosos monárquicos que le habían felicitado con motivo de su cumpleaños— era la expresión de un programa a un mismo tiempo atenido a la tradición y al progreso y que prometía una conciliación entre las dos Españas disociadas en torno a 1868. Contra la voluntad de Cánovas se adelantó el general Martínez Campos, puesto al frente de la brigada Dabán, a proclamar la Monarquía (Alfonso XII) en Sagunto (diciembre de 1874). La casi unanimidad con que los jefes del Ejército y la inmensa mayoría de la población civil secundaron el pronunciamiento —demostración, por lo demás, del éxito logrado por la fecunda labor proselitista desplegada previamente por Cánovas—, obligó al general Serrano a pasar la frontera. Cánovas, que no deseaba que la Monarquía volviese mediante un pronunciamiento —los pronunciamientos isabelinos y el “régimen de los generales” eran las dos tradiciones políticas recientes que quería excluir del nuevo régimen—, aunque en principio desautorizó a Martínez Campos, hubo de hacerse cargo del poder, en el que fue confirmado por Alfonso XII, quien en París había recibido la buena nueva de que la Restauración era ya un hecho. Se iniciaba el “Gobierno largo” de Cánovas, primero con el “Ministerio Regencia” y luego con un gabinete que de hecho prolongó su existencia hasta 1878: etapa en la que pudo darse fin a la guerra civil —en campañas dirigidas por Jovellar y Martínez Campos— y en cuyo inicio el propio Rey hizo acto de presencia. Cánovas quería hacer de él un “Rey soldado”, como garantía de una neutralización efectiva del mal llamado “poder militar”. Se apartó voluntariamente del poder durante pocas semanas, cediéndoselo a Jovellar (antiguo hombre de confianza de Prim) para que convocase a Cortes Constituyentes con arreglo a la vigente Ley de sufragio universal, sin que su propia presencia al frente del Gobierno supusiese un respaldo a dicha Ley, de la que no era partidario por considerarla inadecuada al nivel de madurez ciudadana del país. Ya reunidas las Cortes y recuperado el timón del Gobierno, Cánovas se esforzó en atraerse a los núcleos procedentes de la revolución de 1868, dándoles seguridades de que el futuro les estaba abierto. Práxedes Mateo Sagasta, antiguo lugarteniente de Prim y ex ministro de Amadeo I, respondió a la llamada, al frente de su propio partido, que se mostró dispuesto a acatar la Monarquía, siempre que dentro de ella fuera posible incorporar “las esencias del 68”. La Constitución de 1876, obra de Cánovas, se sitúa en equilibrio entre la moderada del 45 y la democrática del 69. Si restablece el principio de la cosoberanía (Rey y Cortes), incorpora prácticamente todo el cuadro de derechos y libertades individuales de la de 1869. En cuanto al artículo más cuestionado de la Constitución de 1869 —el 21, que establecía la libertad de cultos—, en la de 1876 se tradujo en “tolerancia de cultos”, buscando términos de transacción con la Unión Católica. Y, en fin, la Ley Electoral restableció el sufragio censitario, pero extendiéndolo a los sectores intelectuales y amplias zonas del funcionariado. Ciertamente, el régimen se había iniciado con restricciones muy duras de las libertades de prensa y cátedra —obra del ministro Orovio, ya destacado por análogas medidas reaccionarias en la fase foral del reinado de Isabel II—, y ello daría lugar a una indignada réplica de los núcleos intelectuales y universitarios, réplica traducida en la fundación de la Institución Libre de Enseñanza. En todo caso, se trató de unas disposiciones circunstanciales, tomadas en momentos en que se trataba de atraer a los neocatólicos y a los carlistas, todavía en guerra abierta con el régimen, pero que de hecho quedaron anuladas por la Constitución y que en el primer turno progresista (1881-1883) serán desplazadas por una ampliamente democrática Ley de Prensa. Promulgada la Constitución (1876) cuando la guerra civil había concluido, la pacificación era una realidad en la Península y ello permitió trasladar el esfuerzo militar a Cuba, donde de nuevo en colaboración con el capitán general Jovellar y el jefe de operaciones Martínez Campos pudieron cerrar la llamada “Guerra larga” con la Paz del Zanjón. Cánovas cedió el poder a Martínez Campos para que éste recabase el respaldo de las Cortes a los términos de la Paz y a su empeñada promesa de abolición de la esclavitud (la que no llegaría por cierto hasta 1886). De nuevo se trató de un paréntesis tras el que volvería al poder Cánovas, que prolongó su “Gobierno largo” hasta 1881. La llamada de los progresistas al poder por el Rey en este año permitió desvanecer el resurgido fantasma de los “obstáculos tradicionales”. El “turno” cubierto por Sagasta y Posada Herrera permitió clarificar la jefatura de la izquierda dentro del régimen a favor del primero, polarizador ahora de los reductos aún reacios procedentes del “sexenio” a través de su partido fusionista. Quedaba así configurado el bipartidismo, una de las claves de la idea política de Cánovas. El sistema se completó al producirse la muerte del Rey e iniciarse la regencia de María Cristina de Habsburgo. El llamado Pacto de El Pardo supuso un fundamental acuerdo entre los dos partidos, que no sólo se refería a su alternancia pacífica en el poder, sino que se basaba en una lealtad inquebrantable al trono, traducida en el compromiso de hacer causa común, al margen de sus legítimas diferencias políticas, cuando aquél se viese atacado directamente, bien desde la ultraizquierda, bien desde la ultraderecha; mientras, uno y otro —Cánovas y Sagasta— se esforzarán en integrar a esos sectores que habían quedado al margen de la Restauración al producirse ésta. Cánovas había logrado ya la adhesión de los neocatólicos de Pidal; Sagasta conseguirá, durante su “Gobierno largo” (1885‑1890), la apertura “posibilista” de Castelar. La Constitución de 1876, el bipartidismo y el Pacto de El Pardo diseñaron así lo que podría calificarse de “sistema centro”, muy diverso del “Partido Centro” que supuso la Unión Liberal en los años sesenta; sistema que respondía a uno de los dogmas del canovismo: no hay posibilidad de gobierno sin transacciones justas, lícitas, honradas e inteligentes. Al mismo tiempo, había consolidado el prestigio del régimen la prudente solución lograda por Cánovas al conflicto de las Carolinas (1884) —evitando una ruptura con el Imperio alemán— y la excelente coyuntura económica registrada en estos años, especialmente en Cataluña (“febre d’or”). El buen funcionamiento del sistema se puso de relieve cuando, tras el “Parlamento largo” con el que gobernó Sagasta en el primer lustro de la Regencia, Cánovas asumió la legislación democrática de aquél. En el nuevo turno conservador (1890‑1892), afloraron, sin embargo, diferencias de criterio o de procedimiento entre el que fuera brazo derecho de Cánovas dentro del Partido, Silvela y Romero Robledo —el político que traducía a la realidad práctica la prematura democracia impuesta por Sagasta con la reimplantación del sufragio universal—: diferencias que abocaron a la disidencia de Silvela y la crisis del Gobierno. De hecho, la supuesta “democratización” sagastina, cuando una gran parte de la sociedad española se hallaba muy lejos de la capacidad intelectual y económica necesaria para asumir libremente los derechos ciudadanos, se tradujo en un régimen clientelista que en cualquier caso cubría una fase transicional hacia la verdadera democracia, similar a la experimentada por otros países de Europa y América. Cánovas formó su último Gobierno en 1895, cuando al final del segundo turno fusionista acababa de producirse la nueva insurrección antillana, extendida luego a Filipinas. Aplicó todas sus energías a sofocar el alzamiento, partiendo de la convicción de que Cuba era tierra española y no precisamente colonia. Sólo una vez depuestas las armas por unos compatriotas rebeldes cabía el planteamiento de reformas autonómicas en las Antillas. Aunque las operaciones, acertadamente dirigidas por Valeriano Weyler, parecían apuntar a un éxito final en la primavera de 1897 (Cánovas había logrado eludir la intervención norteamericana asegurando al presidente Cleveland la próxima pacificación de Cuba, acompañada de libertades autonómicas asumibles por los insurrectos, según el programa ya iniciado por su Gobierno), este programa quedaría truncado con el asesinato del gran político en el balneario de Santa Águeda (8 de agosto de 1897) por un anarquista italiano, Angiolillo, que se proponía vengar a sus correligionarios ejecutados en Montjuich a raíz de los atentados terroristas de 1893 y 1896. En realidad, fue la Junta Revolucionaria Cubana —sus delegados instalados en París— la que desvió el objetivo inicial de Angiolillo —el Rey niño, la Regente— hacia el estadista que encarnaba una verdadera amenaza para su causa. Del prestigio de Cánovas ante sus contemporáneos pueden ser muestra estas dos manifestaciones formuladas a raíz del magnicidio; la de Sagasta en España: “Ahora, muerto Cánovas, podemos tutearnos todos”; y la del canciller Bismarck ante el Reichstag alemán: “Jamás he inclinado la cabeza ante nadie, pero siempre lo hacía con respeto al oír el nombre de Cánovas”. Cánovas se casó dos veces: la primera en 1860 con María de la Concepción Espinosa de los Monteros, hija del barón del Solar de Espinosa, que falleció en 1865; y la segunda en 1887, ya frisando los sesenta años, con Joaquina de Osma y Zavala, hija de los marqueses de la Puente y Sotomayor, que rodearía de lujo los últimos años del gran estadista en su espléndida residencia de La Huerta. No logró descendencia de ninguna de las dos, y el título ducal, que le fue concedido tras su muerte a su viuda, pasaría, ya fallecida, a la línea de una hermana de ésta, perdiéndose para el auténtico linaje de Cánovas. Cánovas fue miembro de la Real Academia de la Historia (1860‑1897) y su director (1882-1897). En ella puso en marcha dos notables iniciativas: la reanudación de la publicación de las Actas de las Cortes de Castilla, proseguida hasta hoy; y la dirección de una gran Historia de España confiada a varios autores, que no llegó a completarse. Perteneció también a la Real Academia Española (1867), a la de Ciencias Morales y Políticas (1881), a la de Bellas Artes de San Fernando (1882) y a la recién creada de Jurisprudencia y Legislación (1882), que también presidió. Presidió, asimismo, la Real Sociedad Geográfica. Obras de ~: La Campana de Huesca. Crónica del siglo xii (novela histórica), Madrid, 1852; Historia de la decadencia de España, desde el advenimiento al trono de Felipe II hasta la muerte de Carlos II, Madrid, 1854; De la dominación de los españoles en Italia, discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia, Madrid, 1860; Apuntes para la historia de Marruecos, Madrid, 1860; Estudios literarios, Madrid, Imprenta de la Biblioteca Universal Económica, 1868, 2 vols.; De las ideas políticas de los españoles durante la Casa de Austria, en Revista de España, 4 (1868), págs. 498-570, y 6 (1869), págs. 40-99; La Casa de Austria: Bosquejo histórico, Madrid, Imprenta de la Biblioteca Universal Económica, 1869 (ed. de D. Castro Alfín, Pamplona, Urgoiti Editores, S.L., 2004); El Solitario y su tiempo: Biografía de D. Serafín Estébanez Calderón y crítica de sus obras, Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1883; Problemas contemporáneos, Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1884-1890, 3 vols.; Obras poéticas, Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1887; Estudios del reinado de Felipe IV, Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1888-1889, 2 vols.; Obras Completas, Madrid, Fundación Cánovas del Castillo, 1997, 13 vols.; La revolución liberal española: antología política (1854-1876), est. prelim. de J. Vilches, Salamanca, Almar, 2002. Bibl.: R. Campoamor, Cánovas. Estudio biográfico, Madrid, Imprenta Central, 1884; L. Alas [Clarín], Cánovas y su tiempo, Madrid, Librería de Fernando Fé, 1887; A. Houghton, Les origines de la Restauration des Bourbons en Espagne, Paris, édition Plon & Nourrit, 1890; F. Cos-Gayón, Necrología del Excmo. Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesus, 1898; E. Cánovas, Cánovas del Castillo. Juicio que mereció a sus contemporáneos españoles y extranjeros, Madrid, M. Romero, 1901; A. Pons y Umbert, Cánovas del Castillo, Madrid, 1901; J. Ortega y Rubio, Historia de la regencia de doña María Cristina Habsburgo-Lorena, Madrid, 1905; J. Nido Segalerva, Historia política y parlamentaria del Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo, Madrid, Tipografía Prudencio P. de Velasco, 1914; S. Bermúdez de Castro y O’Lawlor, marqués de Lema, De la Revolución a la Restauración, Madrid, Voluntad, 1927; A. M. Fabié, Cánovas del Castillo (su juventud, su edad madura, su vejez), Barcelona, Gustavo Gili, 1928; G. Maura Gamazo, duque de Maura, Historia crítica del reinado de Don Alfonso XIII durante la regencia de su madre, Doña María Cristina de Austria, Barcelona, Montaner y Simón, 1929; C. Benoist, Cánovas del Castillo. La Restauration rénovatrice, Paris, Plon, 1930; J. B. Solervicens, Cánovas. Antología, Madrid, Espasa Calpe, 1941; M. Fernández Almagro, Historia Política de la España Contemporánea, Madrid, Pegaso, 1956; J. Salom Costa, España en la Europa de Bismarck. 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Las armas representadas en el segundo cuartel corresponden a las de la casa nobiliaria de Alarcón, que fue ostentada por Gabriel de Ocaña y Alarcón, primer señor de la villa. Pozuelo de Alarcón es una ciudad y municipio español perteneciente a la Comunidad de Madrid, situado en el área metropolitana, al oeste y ligeramente al norte de la capital. Está situado en una zona de suaves ondulaciones, con amplios espacios naturales abastecidos por numerosos arroyos, cuyos pozos dan nombre al municipio. Los orígenes del núcleo actual de Pozuelo de Alarcón se remontan a la época de la Reconquista, y hasta mediados del siglo XIX, la ciudad ejerció la función principal de abastecer a Madrid de todo tipo de bienes, entre los que destacan los de orígenes agropecuarios y relacionados con la industria del curtido. Pozuelo de Alarcón ha asistido en el último siglo y medio a un flujo continuo de veraneantes y clases acomodadas de Madrid, que encontraban en este municipio tranquilidad y cercanía a la capital. En la Guerra Civil, el municipio quedó devastado, y sus habitantes fueron evacuados. Desde la década de 1960, y en virtud del auge económico y de las comunicaciones, Pozuelo de Alarcón ha recibido nuevos flujos de población —incluyendo residentes jóvenes— que han transformado el municipio en una ciudad relevante y dinámica dentro de la región. En la actualidad es, junto con Matadepera, uno de los municipios con mayor renta per cápita de España. |
Alcorcón es un municipio y ciudad de España ubicada en la Comunidad de Madrid, en el área metropolitana de Madrid, a 14 kilómetros al oeste de la capital. La cercanía de Alcorcón a Madrid capital ha propiciado un gran desarrollo industrial a lo largo del siglo XX, aumentando así la población hasta los 172 384 habitantes (INE 2020), lo que la sitúa como el cuadragésimo municipio español por tamaño poblacional. Aun así, gracias a la oferta de empleo dentro del municipio, se ha evitado su conversión en una ciudad dormitorio, ya que una gran parte de la población trabaja o estudia en Alcorcón. Durante los años 1970 se produjo la mayor aceleración del crecimiento de dicha población, debido fundamentalmente al asentamiento de emigrantes de otras regiones de España. Esto ha obligado a construir numerosas vías de acceso, ha hecho ampliar la oferta de servicios públicos y ha impulsado la creación de nuevos barrios a lo largo del siglo XX. El municipio que está suscrito a la Ley de Grandes Ciudades, se sitúa geográficamente a 13 km del centro de la ciudad de Madrid en dirección suroeste y pertenece al área metropolitana de la capital. |
Leganés es un municipio y una ciudad española que forma parte de la Comunidad de Madrid. Se encuentra dentro del área metropolitana de Madrid y está situada a once kilómetros al sudoeste de la capital. Su población es de 194.084 habitantes (INE 2024), lo que la convierte en la cuarta localidad madrileña más poblada y en la trigésimo segunda más grande del país. Está ubicada en una llanura de la Meseta Central de la península ibérica, atravesada por el cauce del arroyo Butarque, afluente del río Manzanares. Limita al norte con los distritos madrileños de Carabanchel y La Latina, al oeste con Alcorcón, al este con Getafe y el distrito de Villaverde, y al sur con Fuenlabrada. Fundada en 1280 como «Legamar» durante el reinado de Alfonso X el Sabio, años después adoptó el topónimo actual, y en 1345 se incorporó como aldea al alfoz de Madrid. En 1627 se convirtió en una villa de señorío cuando el rey Felipe IV creó el marquesado de Leganés, y se mantuvo como tal hasta que en 1820 fueron abolidos los privilegios feudales. A mediados del siglo XX, y al igual que otras localidades cercanas a Madrid, Leganés experimentó un gran crecimiento demográfico por la inmigración de otras regiones españolas, convirtiéndose en ciudad dormitorio donde la mayoría de los residentes trabajaban en la capital. Con el paso del tiempo, Leganés ha desarrollado una oferta propia de servicios públicos, industrias y comercios de gran importancia para la Comunidad de Madrid. La ciudad cuenta con edificios históricos como el antiguo Hospital Psiquiátrico de Santa Isabel, abierto en 1851 como uno de los primeros manicomios del país; el Cuartel de las Reales Guardias Valonas, diseñado por Francisco Sabatini en el siglo XVIII y que hoy es utilizado por la Universidad Carlos III de Madrid; y un patrimonio eclesial en el que se incluyen la ermita de Polvoranca y un retablo barroco de José de Churriguera. En el municipio se encuentra el parque de Polvoranca, uno de los parques semiurbanos más grandes de la Comunidad de Madrid. |
Getafe es un municipio y ciudad española de la Comunidad de Madrid. Está situado al sur de la comunidad y su término municipal es limítrofe con el de la capital formando parte de su área metropolitana. Geográficamente se encuentra dentro de la cuenca del río Manzanares que es parte de la cuenca del río Tajo a su paso por la Meseta Central. El cerro de los Ángeles, cerro testigo localizado en el municipio, es considerado popularmente centro geográfico de la península ibérica. Propiciado por el desarrollo industrial del siglo XX y la cercanía a Madrid, la población tuvo un fuerte crecimiento poblacional alcanzando una población de 189 906 habitantes (INE 2024). Históricamente se considera que la fundación de Getafe fue c. 1326 cuando los habitantes de Alarnes y de otras aldeas cercanas se trasladaron junto al camino real de Madrid a Toledo generándose una concentración de viviendas que fueron el origen de la actual población. Adicionalmente, en la ciudad se encuentra una de las bases aéreas más antiguas de España, el rectorado y campus de humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid y la Catedral de La Magdalena que es sede de la diócesis de Getafe. El municipio se divide en 11 barrios: Centro, Perales del Río, San Isidro, Juan de la Cierva, Las Margaritas, El Bercial, La Alhóndiga, Sector III (que incluye la zona getafense del Arroyo Culebro), Getafe Norte, Buenavista y Los Molinos. En 2024 está en fase inicial de desarrollo un nuevo barrio sobre parte de los terrenos del Acuartelamiento Aéreo de Getafe (ACAR) cuyo nombre será denominado barrio de La Aviación. Hasta el siglo XIX, el municipio mantenía un carácter fundamentalmente agrícola; sin embargo, a lo largo del siglo XX experimentó una transformación que lo llevó a convertirse en una de las ciudades más industrializadas de la comunidad. Los sectores industriales más relevantes incluyen la industria aeroespacial, la logística y la fabricación de tecnología avanzada, distribuidos no solo en la base aérea mencionada anteriormente, sino también en 9 polígonos industriales localizados dentro del término municipal. |
Rivas-Vaciamadrid es un municipio y localidad española de la Comunidad de Madrid, situada a 16 km de Madrid, junto a la A-3. Cuenta con una población de 101.949 habitantes (INE 2024). Tres cuartas partes del término municipal forman parte del parque regional del Sureste. Allí confluyen, entre cantiles yesíferos, los ríos Jarama y Manzanares. Junto a sus cauces se han ido formando, como consecuencia de una prolongada actividad de extracción de áridos, numerosas lagunas donde anidan especies de anátidas que conviven con una colonia de doscientas cigüeñas y con los halcones y milanos de los riscos. Su población creció vertiginosamente desde los escasos 500 vecinos de 1980 a los más de 100 000 de 2023, dando lugar a un asentamiento de aluvión que es considerado como el de mayor expansión demográfica de Europa.[cita requerida] Los barrios Covibar y Pablo Iglesias fueron construidos por cooperativas, el primero vinculado a Comisiones Obreras y al Partido Comunista de España, y el segundo a la Unión General de Trabajadores y al Partido Socialista Obrero Español. Es un municipio que forma parte del conocido como «cinturón rojo» de la comunidad autónoma. |
San Fernando de Henares, tradicional e históricamente conocido como "Real Sitio" de San Fernando, es un municipio situado al este de la Comunidad de Madrid, a unos 15 kilómetros al este de la capital. Se encuentra ubicado en el Corredor del Henares y forma parte del área metropolitana de Madrid. Parte de su término está incluido dentro del parque regional del Sureste. Tiene una extensión de 39,29 km² y una población de 38 974 habitantes (2023). San Fernando de Henares es un municipio que ha alcanzado la colmatación del suelo disponible dentro de sus actuales límites administrativos para desarrollo residencial. Esto imposibilita el desarrollo de nuevas promociones residenciales, que lleva a que las más de 400 parejas que se crean de media al año en el municipio, busquen vivienda fuera de él, dándose en el casco consolidado un proceso de gentrificación, que se traduce en una continua pérdida de población censada de un año para otro. Este problema afecta a la identidad cultural e histórica del municipio por la pérdida de arraigo de sus residentes, funcionando cada vez más como un barrio de Madrid. |
Coslada es un municipio de España perteneciente a la Comunidad de Madrid. Ubicado en el Corredor del Henares, con una extensión de 12,03 km² y 81.860 habitantes. Limita al este con San Fernando de Henares y con Madrid, y limita también con Madrid al norte, al sur y al oeste. Salvo su límite con San Fernando, se encuentra rodeado por el término municipal de Madrid. Coslada se sitúa en el Valle del Henares en su nexo con la Cuenca del Jarama. Conforma una sucesión urbana con San Fernando de Henares, en un cruce de caminos a la salida noreste de Madrid, entre las autopistas A-2, M-40 y M-45. Localizado a escasa distancia del aeropuerto internacional Adolfo Suárez Madrid-Barajas, con accesos por ferrocarril y por la línea 7 del Metro de Madrid. Sus límites han ido variando históricamente y lindaba con poblaciones algunas de ellas hoy desaparecidas y otras absorbidas por el municipio de Madrid (Ambroz, Vicálvaro o Canillejas entre otras). Hoy limita con los municipios de Madrid y San Fernando de Henares. Su proximidad a Madrid hace que se encuadre en el área de influencia de la capital. No obstante, Coslada siempre se ha configurado como una ciudad independiente. Toda la franja norte de su término municipal está ocupada por zonas industriales especializadas en la logística y actividades complementarias al transporte. Está situada cerca de la vega del río Jarama, en cuyo margen derecho se asienta, y sirve de límite al término municipal en su parte norte. De norte a sur por el este, la recorría el Teatinos, arroyo que nace por encima de Ambroz y fluye al Jarama. Una pequeña fracción de su territorio (13 ha) está incluida en el parque regional del Sureste. |
Paracuellos de Jarama es un municipio de España situado en la Comunidad de Madrid. El término municipal, con una población de 27 238 habitantes (INE 2024), incluye además de a la localidad homónima los núcleos de La Granja/El Cruce, Los Berrocales del Jarama, Belvis del Jarama, INTA y El Avalón. Se encuentra cerca del aeropuerto de Madrid-Barajas. La localidad está ubicada a unos 26 km al nordeste de la capital. El municipio limita con Madrid, Alcobendas y San Sebastián de los Reyes al oeste, con San Sebastián de los Reyes al norte, con Ajalvir y Cobeña al este y con Torrejón de Ardoz y San Fernando de Henares al sur. |
Alcobendas es un municipio de España perteneciente a la Comunidad de Madrid. Se encuentra a 15 km al norte de la capital y a 669 m de altitud sobre el nivel del mar. Limita con los municipios de San Sebastián de los Reyes, al norte; Madrid, al oeste y al sur; y Paracuellos de Jarama, al este. Según (INE 2024), en 2024, Alcobendas cuenta con una población de 119 416 habitantes. |
San Sebastián de los Reyes es un municipio y ciudad española de la Comunidad de Madrid, situada a 18 kilómetros al norte de Madrid. Cuenta con una población de 94 969 habitantes (INE 2024). Popularmente conocido como «Sanse», también ha sido referido con la denominación de «La Pamplona chica» debido a los encierros de sus fiestas. Forma una unidad urbana con la localidad contigua de Alcobendas. La localidad se encuentra al pie del parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares. El término municipal, con una superficie de 59,26 km², es cruzado por varios arroyos: Valconejero, Quiñones, de la Vega, Valdelamasa y El Bodonal; todos ellos, afluentes del río Jarama, que también discurre por su término municipal. El municipio de San Sebastián de los Reyes limita al sur con Alcobendas, separados tan solo por una calle, la avenida de España. Limita también con los municipios de Madrid, Colmenar Viejo, Algete, Cobeña y Paracuellos de Jarama. Al igual que otras muchas ciudades de los alrededores de Madrid, San Sebastián de los Reyes, experimentó un crecimiento desmesurado durante los años sesenta y setenta del siglo XX debido a la emigración procedente del medio rural, fundamentalmente desde Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura. A partir de los años ochenta el perfil del nuevo residente cambió hacia las parejas jóvenes profesionales procedentes de la capital y de otros municipios metropolitanos. Desde principios del presente siglo XXI, la inmigración procedente de otros países ha contribuido a aumentar la población total del municipio. Según los datos del INE de 2012, el 87,21 % de los empadronados son españoles, seguidos de los rumanos, colombianos y ecuatorianos. El total de extranjeros asciende a 10 417 vecinos, el 12,79 % del total. |
Tres Cantos es un municipio y villa española de la Comunidad de Madrid. El término municipal tiene una población de 52 932 habitantes (INE 2024). Sede de numerosas empresas, es un ejemplo de ciudad planificada, con multitud de áreas verdes y parques urbanos. Se trata de una ciudad moderna, con alta calidad de vida y con una demografía muy acentuada en la juventud de sus habitantes. Cuenta con una gran cantidad de actividades sociales y servicios, tales como centros de cultura y entretenimiento como la Casa de la cultura o la Casa de la juventud, además de los cines que se encuentran en el centro comercial. El núcleo urbano de Tres Cantos está situado a una altitud de entre 710 y 750 m sobre el nivel del mar,34 a 23 km al norte de Madrid, entre las poblaciones de El Goloso y Colmenar Viejo. Este enclave no resulta aleatorio, ya que en el momento de su creación se plantearon varias situaciones, pero ésta, situada en el sur de Colmenar Viejo, era la mejor; contaba con un acuífero que permitiría el abastecimiento de la ciudad (de ahí la torre que se encuentra en el parque Central al lado del Recinto Ferial y el gran lago artificial). Se pensó en Torrejón, pero fue desechada por la cercanía a la base militar estadounidense situada en la zona. La localidad está ubicada al norte de la capital, en la corona metropolitana, en el eje de la M-607. |
Colmenar Viejo es un municipio y localidad española de la Comunidad de Madrid. El término municipal cuenta con una población de 57 029 habitantes (INE 2024). El término municipal de Colmenar Viejo tiene una extensión de 182,6 km²9 y es el tercer mayor término de la provincia de Madrid, solo superado por Madrid y Aranjuez. La localidad se encuentra situada a 35,5 km por carretera de la ciudad de Madrid. Se sitúa a los pies de la sierra de Guadarrama, en el camino entre el norte y el sur de España. La explotación tradicional del granito ha ido modificando, a lo largo de la historia, el paisaje. Ha aparecido el monte bajo y, como resultado de la explotación ganadera, principalmente vacuna y caballar, la dehesa ha ido cobrando protagonismo. Colmenar Viejo se caracteriza, igualmente, porque gran parte de su territorio está incluido en el parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares, por lo que algunos espacios están sometidos a un alto nivel de protección. La Dehesa de Navalvillar (1072 ha) está protegida por ordenanzas municipales; si bien no pertenece al parque, posee una gran riqueza en fauna y flora por su situación y conservación. |
Hoyo de Manzanares es un municipio y localidad española de la Comunidad de Madrid. Se sitúa al noroeste de dicha comunidad autónoma, en la ladera sur de la homónima sierra de Hoyo de Manzanares, uno de los montes-isla más importantes de la vertiente sur de la sierra de Guadarrama, de la que dista unos diez kilómetros. El municipio cuenta con una población de 9178 habitantes (INE 2024). Tiene una superficie aproximada de 45,31 km² y se encuentra situado a una altitud media de 1001 m sobre el nivel del mar. Limita por el oeste y norte con el municipio de Moralzarzal y con el de Becerril de la Sierra, por el este con el de Colmenar Viejo y por el sur con el de Madrid y con el de Torrelodones. En su vértice territorial sureste confluye en un hito, además de con los mencionados términos de Moralzarzal y Torrelodones, también con el de Galapagar. La población estable llega a los 9178 habitantes (INE 2024), con una densidad de 177,27 hab/km²,2 si bien la cifra aumenta en verano debido a la afluencia de familias con segunda residencia en esta localidad, aunque esta tendencia es cada vez menor ya que una gran parte de los propietarios están eligiendo el pueblo como domicilio habitual. Todo el término municipal se encuentra dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares que, con una extensión de 52 796 hectáreas, fue creado por la Comunidad de Madrid en 1985. Además, este espacio es Reserva de la Biosfera desde el 15 de febrero de 1993, y está catalogado como Lugar de Importancia Comunitaria en cumplimiento de la Directiva de Hábitats. El municipio está dividido en cinco núcleos de población: el pueblo histórico, la Ciudad Residencial La Berzosa, la Urbanización Parque de Las Colinas, la colonia de El Berzalejo y la Academia de Ingenieros del Ejército. La principal vía de comunicación es la carretera M-618 que lo comunica con Torrelodones y Colmenar Viejo y que vertebra todos los núcleos citados excepto la Ciudad Residencial La Berzosa, con la que el pueblo se conecta mediante una segunda carretera que tiene consideración de avenida. Celebra sus fiestas patronales a primeros de septiembre en honor de la Virgen de la Encina. Entre los diversos festejos destaca la tradicional Fiesta de la Caldereta, Fiesta de Interés Turístico Regional, ancestral tradición de siglos entre los ganaderos y pastores segovianos, en la que se invita a todos los asistentes a degustar, en torno a los famosos calderos en la plaza Mayor, el guiso de toro de lidia, cuya receta de ajos, aceite, coñac y algún ingrediente más constituye uno de los secretos mejor guardados de la localidad. Su prestigio atrae a gentes de toda el área metropolitana de Madrid. |
Torrelodones es un municipio del noroeste de la Comunidad de Madrid (España), situado a 29 kilómetros de Madrid. Por su localización entre la sierra de Guadarrama y el área metropolitana de la capital, está vinculado a dos comarcas madrileñas: la comarca agrícola de Guadarrama y la corona metropolitana de Madrid. Según datos oficiales de población cuenta con una población de 25 316 habitantes (INE 2024), distribuida en siete núcleos de población. Se encuentra a una altitud media de 845 m sobre el nivel del mar. Limita al norte con Hoyo de Manzanares, al este con Madrid a través del monte de El Pardo, al sur con Las Rozas de Madrid y al oeste con Galapagar. Los habitantes de este municipio se encuentran entre los de mayor renta per cápita de la Comunidad de Madrid. Los servicios, la hostelería y la construcción constituyen sus principales actividades económicas. El pueblo posee un interesante patrimonio artístico y natural y forma parte de dos rutas turísticas de la Comunidad de Madrid. Una de ellas es la Ruta Imperial, que sigue parcialmente el camino histórico empleado en el siglo XVI por el rey Felipe II en sus desplazamientos desde la ciudad de Madrid hasta el Real Sitio de El Escorial. La otra es la Ruta por los Castillos, Fortalezas y Atalayas, a la que queda vinculada por la atalaya de Torrelodones, una torre-vigía de origen andalusí. En lo que respecta a sus valores ambientales, buena parte de su territorio está protegido a través del parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares y del parque regional del Curso Medio del Río Guadarrama y su Entorno. En su término se encuentra el Casino Gran Madrid, inaugurado en 1981 y primero existente en la Comunidad de Madrid, de gran importancia en la economía local del municipio, al ser la primera gran empresa radicada en el mismo. |
Las Rozas de Madrid —o, simplemente, Las Rozas— es un municipio de España perteneciente a la Comunidad de Madrid, situado en el área metropolitana, al oeste de la capital. Es uno de los municipios con la renta per cápita más elevada de toda España. El municipio ha experimentado un fuerte crecimiento poblacional, pasando de 35 137 habitantes en 1991 a 95.725 empadronados el 1 de enero de 2022. Fue uno de los primeros municipios españoles en estar comunicado por autovía, cuando en 1967 se inauguró la autovía del Noroeste. |
Majadahonda es un municipio español perteneciente a la Comunidad de Madrid. Originariamente el territorio fue una zona de cultivo y pastoreo. Durante la toma de Madrid en la Guerra Civil fue escenario de duros combates. Cuenta con una población de 73 355 habitantes (INE 2024). Su expansión ha sido acelerada, como en todos los pueblos y ciudades pertenecientes el área metropolitana de Madrid. Cuenta con gran cantidad de servicios como el Hospital Universitario Puerta de Hierro y la presencia de bastantes empresas del sector terciario. Majadahonda es uno de los cuatro municipios que forma un continuo urbano con Madrid capital junto con Alcobendas, Pozuelo de Alarcón y Coslada. En concreto, a través de la avenida de la Victoria cuya numeración del 93 al 101 pertenece al municipio majariego y enlaza con la carretera de El Plantío. |
Torrejón de Ardoz es un municipio y ciudad española de la Comunidad de Madrid. Tiene una población de 137 711 habitantes (2023). Desde un punto de vista socioeconómico, Torrejón está dentro del Corredor del Henares y también se engloba en el área metropolitana de Madrid. Su rápido crecimiento durante el siglo XX conllevó que su casco urbano se haya desarrollado en paralelo a la autovía A-2 Madrid-Barcelona. Tiene 32 km² de superficie y está situada en un estratégico enclave: a 19 km del centro de Madrid, cercano al Aeropuerto de Madrid-Barajas, además de estar comunicado directamente con la A-2, con la vía férrea Madrid-Barcelona, la autovía de circunvalación M-50 y M-45 y la carretera M-206 hacia Loeches y Ajalvir. Torrejón se sitúa así mismo en la Vega del Henares, limitando con este río por el sur y transcurriendo por el municipio tres pequeños arroyos: el Ardoz (que da nombre al municipio), el Pelayo y el del Valle. Una pequeña fracción de su territorio (4 ha) está incluida en el parque regional del Sureste. |
Pinto es una localidad y municipio español perteneciente a la Comunidad de Madrid, situado a unos 20 km al sur de la capital del país. Su población alcanza los 56 003 habitantes (INE 2024). |
Villaviciosa de Odón es un municipio y ciudad de España, en la Comunidad de Madrid, al oeste del área metropolitana de la capital. Cuenta con una población de 29 273 habitantes (INE 2024). |
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