Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


lunes, 14 de abril de 2014

114.-Conde de San Luis ; Francisco Piferrer Montells.-a


Luis José Sartorius, conde de San Luis (1815-1871), político, diplomático y mecenas, es uno de los personajes más turbios y controvertidos de la escena política española de finales de la Década Moderada (1844-1854). Hasta hoy en día su figura está cubierta de leyenda y misterio.



Escudo del condado de San Luis. Blasonado: "En campo de azur, una túnica de plata, fileteada de oro y atravesada por tres flechas de oro, surmontada de una corona imperial. Bordura de oro, cargada de ocho cruces de Jerusalén de plata, perfiladas de gules (Sartorius)"


En azur, una túnica de plata fileteada de oro y en ella clavadas tres flechas, de oro, y en lo alto una corona Imperial. Bordura de oro con ocho cruces de Jerusalén de plata fileteadas de gules.


Biografía


Sartorius y Tapia, Luis José. Conde de San Luis (I), vizconde de Priego (I). Isla de León, San Fernando (Cádiz), 19.III.1815 – Sevilla, 22.II.1871. Abogado, periodista, político, presidente del Gobierno y ministro.

Perteneció a una familia aristócrata, destacando su abuelo paterno, el general barón Rossenegg, quien estuvo al servicio del emperador de Austria. Su padre, Andrés Sartorius Trier, nació en Marburgo, ciudad del Hesse-Electoral (Alemania). También fue militar de carrera, alcanzando el grado de coronel a los diecinueve años. Hombre de gran cultura, que además de saber once idiomas, tenía amplios conocimientos de Literatura y había logrado reunir cincuenta y cinco mil volúmenes. Al entrar en guerra Francia y Alemania, a finales del siglo XVIII, buscó asilo en España, fijando en ella su residencia y contrayendo matrimonio con Joaquina de Tapia Sánchez de Oviedo, natural de Puerto Rico, perteneciente a la familia de los marqueses de Castellón. Participó en la Guerra de la Independencia, quedando sordo tras un accidente militar.
Finalizada la Guerra, en la que no alcanzó grandes ascensos por ser extranjero, en el año 1819 fue nombrado agregado al Estado Mayor en Sevilla, ciudad en la que permaneció hasta su muerte en 1838.

Del matrimonio formado por Andrés y Joaquina, nació en la Isla de León (hoy, San Fernando) Luis José Sartorius y Tapia. La primera educación la recibió de su padre. Después estudió con los jesuitas Gramática latina y Humanidades. Inició la carrera de Jurisprudencia en la Universidad de Sevilla. A los dieciocho años se inscribió en la Milicia Nacional, siendo durante los primeros años de su juventud rieguista.
En 1836 se trasladó a Madrid para terminar su carrera de abogado, siendo protegido por Juan Bravo Murillo, quien tuvo un gran ascendiente sobre él y le introdujo en el mundo del periodismo, ofreciéndole colaborar en el periódico La Verdad en el que escribió artículos de costumbres y de crítica literaria. Ese verano, tras conocer los sucesos que condujeron a la sublevación de los sargentos de La Granja (12 de agosto de 1836), y dudoso hacia a qué partido seguir se inclinó por el moderado aconsejado por Bravo Murillo.
Al incorporarse a La Verdad, Juan Donoso Cortés y Dionisio Alcalá Galiano, este periódico pasó a llamarse El Porvenir, en el que Sartorius siguió colaborando con artículos de costumbres y de crítica literaria.
Al cerrarse el periódico fundó, con Fernández de la Vega, el Liceo Artístico y Literario de Madrid, sociedad de la que fue nombrado secretario general.
ana karina gonzalez huenchuñir
1850. Luis José Sartorius (1820-1871). Conde de San Luis. Periodista y político. (RAH. 607) (V.Q. 14311). Grabador: Bouvet. Golpecitos. Bronce. 

En 1838 entró como redactor en el periódico El Correo Nacional, cuyo director era el periodista moderado Andrés Borrego —su segundo protector en Madrid—, escribiendo ya artículos políticos y destacándose por su pluma ágil e incisiva. En 1840 Andrés Borrego por motivos políticos, tuvo que abandonar España por lo que nombró a Sartorius director del periódico durante su ausencia. Ocupando este cargo se encontraba cuando tuvieron lugar los sucesos del 1 de septiembre de 1840 que condujeron finalmente a la renuncia de la Regente María Cristina de Borbón.
Desde el periódico, Sartorius participó activamente en la grave polémica abierta con motivo del exilio de la Reina Gobernadora, entre El Correo Nacional, de ideas moderadas, y su oponente El Eco del Comercio, de ideas progresistas.
En 1841, Andrés Borrego le hizo copropietario de El Correo Nacional, que Sartorius convirtió al año siguiente, en 1842, en un nuevo periódico: El Heraldo, del que fue director y propietario. Realmente este periódico había sido fundado por Donoso Cortés con el dinero del duque de Riansares (que entonces sólo era Fernando Muñoz, esposo clandestino de la Reina Gobernadora María Cristina), y en él también colaboraba Ríos Rosas; pero un mal entendimiento entre Donoso Cortés, Ríos Rosas y Sartorius, además de problemas económicos, fueron la causa de que este último se quedara con el periódico. Desde El Heraldo, Sartorius combatió con gran éxito a Espartero y a su Gobierno, colaborando activamente desde sus páginas a liquidar la Regencia del duque de la Victoria.

Inteligente, osado, desenvuelto y dotado de una ambición desmedida, en cinco años, desde que salió en 1836 de su Sevilla natal, Sartorius se convirtió en un prestigioso periodista y un hombre muy influyente a todos los niveles. Por eso en 1843 decidió dedicarse activamente a la política, siendo elegido diputado. A partir de este momento la pluma ágil e incisiva, fue sustituida por la palabra fogosa y contundente en su escaño en el Congreso de los Diputados.

En una función del Liceo —del que se había hecho socio a los pocos meses de su llegada a Madrid por consejo de Bravo Murillo—, le fue presentado a la reina madre María Cristina de Borbón, comenzando aquí su buena estrella, pues en ella encontró una valiosa protectora lo mismo que en el general Narváez, que fue quien le hizo ministro por primera vez en 1847, ocupando la cartera de Gobernación desde el 4 de octubre de ese año hasta el 19 de octubre de 1849, y volviendo a ocupar la misma cartera, también siendo presidente del Gobierno el general Narváez, desde el 20 de octubre de 1849 hasta el 10 de enero de 1851.
Retrato de María de los Remedios Chacón Romero de Cisneros († 1898), que fue condesa consorte de San Luis por su matrimonio con Luis José Sartorius, el primer conde de San Luis.


Su gestión como ministro de la Gobernación —que se vio recompensada por la reina Isabel II, por Real Decreto de 6 de noviembre de 1848, con el título conjunto de conde de San Luis y vizconde de Priego—, fue muy activa: fundó la Escuela de Ingenieros de Montes, fomentó la conservación y aumento del Parque forestal español, organizó el Cuerpo de Policía, proyectó una Ley para los empleados del Ministerio de la Gobernación, de forma que los destinos se lograsen por méritos, evitando así los favoritismos, protegió la Enseñanza Primaria, emprendió el ensanche de la Puerta del Sol de Madrid, la venida de aguas a la capital y la construcción del Teatro Real.

También reglamentó la propiedad literaria que protegía a los escritores convirtiéndose en un gran mecenas de artistas y literatos.

Sin embargo, esta gestión positiva quedó totalmente oscurecida por su actuación en las elecciones de 1850 (31 de octubre), en las que favoreció abiertamente a Narváez y sus amigos los ministeriales, obteniendo éstos una mayoría tan abrumadora (Congreso de Familia) que fue la causa de que el Gobierno Narváez se viera violentamente atacado en el Congreso de los Diputados, viéndose obligado Sartorius a dimitir como ministro de la Gobernación.
Tres años después, el 19 de septiembre de 1853, el conde de San Luis vio cumplido su sueño: agotadas las soluciones Narváez y Bravo Murillo, y tras los Gobiernos del general Roncali y del general Lersundi —dos gobiernos de transición—, fue nombrado por la reina Isabel II, presidente del Gobierno. Tenía treinta años.
Escéptico ante las ideas, hombre práctico y sin escrúpulos, amante de la riqueza y de la ostentación, imprudente en el manejo de los fondos públicos y con una gran capacidad para cerrar los ojos ante negocios turbios, no dudó en beneficiar con cargos y ventajas a quien le podía proporcionar beneficios económicos o políticos. El caso más escandaloso fue el trazado del ferrocarril de Madrid a Irún, pues la Compañía de Ferrocarriles del Norte indemnizaba 40.000 duros por kilómetro que la vía férrea atravesaba, resultando de ello un trazado arbitrario que a todas luces favorecía los intereses de propietarios influyentes, incluida la Casa Real.

Esta forma de comportarse fue la causa de que sus enemigos políticos achacasen a su familia un oscuro origen y le llamasen despectivamente a él y a sus seguidores los polacos y la legión polaca y a sus decisiones las polacadas.
Precisamente este asunto de las concesiones ferroviarias fue el que precipitó su estrepitosa caída y con ella la del Partido moderado, pues fue éste el último Gobierno de este partido, antes de la Revolución de 1854. El Gobierno Sartorius había presentado un Proyecto de Ley confirmando todas las concesiones hechas sobre las nuevas líneas de ferrocarriles y lo había enviado al Congreso de los Diputados, dirigiendo al Senado una súplica para que se inhibiese de tratar este asunto, pendiente de votación en la Cámara Alta.
El Senado se negó a ello y se produjo la votación (9 de diciembre de 1853), siendo derrotado el Gobierno (sesenta y cinco votos a favor frente a ciento cinco en contra). Al día siguiente de perder la votación, Sartorius disolvió las Cortes y lanzándose decididamente por el camino de la arbitrariedad dictatorial, procedió a desterrar a los generales que más se habían destacado: el marqués del Duero, Infante, José de la Concha, Armero y O’Donnell y a preparar el confinamiento de los generales Zabala, Chacón, Serrano, San Miguel y Manzano, además de destituir de sus puestos en el Tribunal de Guerra y Marina, al barón de Meer, Torre Trasierra, Arteaga y Palafox, Cabrera, Moreno, Van Halen y otros. Además comenzó a gobernar por decreto, labrándose de este modo su desprestigio político, el del Partido moderado y el de la propia Corona.

Una coalición militar —movida por un deseo unánime de salvaguardar el liberalismo y combatir el absolutismo de los polacos y de quienes en Palacio les apoyaban: la Reina Madre, el Rey consorte y la propia Isabel II—, no escatimó medios ni energía para hacer caer el Gobierno del conde de San Luis. La prensa se unió al sentimiento de los militares publicando, el 29 de diciembre de 1853, un Manifiesto al que se adhirieron en el mes de enero de 1854 escritores y políticos tanto progresistas como moderados. El Gobierno del conde de San Luis reaccionó multando y suprimiendo la prensa, dejando nada más que el periódico oficial, la Gaceta y El Heraldo, su propio periódico. La impopularidad del conde de San Luis adquirió proporciones gigantescas.
Se empezó a gestar un gran pronunciamiento militar, siendo el alma de éste el general O’Donnell, quien se había logrado ocultar en diversos escondrijos madrileños.

Ese gran pronunciamiento militar desembocó en la Vicalvarada (30 de junio de 1854) que no sólo derribó el Gobierno del conde de San Luis, sino que puso punto final a la Década Moderada iniciada en 1843, y dio paso a la Revolución de 1854 (17, 18, 19 y 20 de julio) y al Bienio Progresista (1854-1856).
Iniciada la Revolución, ante el violento cariz que tomaban los acontecimientos, el día 17 de julio de 1854, Luis Sartorius presentó su dimisión a la Reina que la aceptó inmediatamente y encargó de formar nuevo Gobierno al general Fernando Fernández de Córdoba, hasta ese momento director general de Infantería.
Nada más conocerse la noticia de la dimisión de Sartorius, la reacción de la prensa y de la calle no se hizo esperar. Los madrileños festejaron la caída del conde de San Luis con un grave estallido de violencia popular materializada en el asalto de la casa de Sartorius.
Cuadros, muebles y otros enseres fueron arrojados por los balcones y después quemados, siguiendo la misma suerte las casas de los ministros Calderón Collantes y Domenech, y las del general conde de Vistahermosa, el banquero Salamanca y el conde de Quinto, así como el Palacio de la Calle de las Rejas, domicilio habitual de la reina madre María Cristina de Borbón y de su familia, que se tuvieron que refugiar en el Palacio Real, mientras el conde de San Luis corrió a hacerlo en la Embajada de Francia.

Al finalizar el Bienio Progresista en 1856, Sartorius fue nombrado embajador en Roma. A su regreso a España volvió a la política como diputado moderado, siendo presidente del Congreso de los Diputados durante las últimas Cortes de Isabel II. Murió en Sevilla, el 22 de febrero de 1871 y está enterrado en el Panteón de Sevillanos Ilustres.
El conde de San Luis contrajo matrimonio en Madrid, el 25 de agosto de 1854, con María de los Remedios Chacón y Romero de Cisneros. Tuvieron siete hijos: Isabel, Laura, Leonor, M.ª Concepción, Luis, José y Fernando. Le sucedió en el título su primogénito varón Luis en 1872, y en 1888 su hijo Fernando, que se dedicó a la política como su padre. Militó en el partido conservador y fue embajador de España en Lisboa y posteriormente ocupó la cartera de Abastecimientos, en 1920, en el Gabinete Dato. Desde la legislatura de 1922 fue senador vitalicio hasta su fallecimiento en 1926.


Obras de ~: La cuestión preliminar, Madrid, Imp. Manuel Minuesa, 1868.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Museo Naval (Madrid), Documentación castrense eclesiástica de San Fernando (Cádiz), Bautizos, sign. AMN 1491/011; Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 23 n.º 32, 23 n.º 44, 24 n.º 37, 25 n.º 14, 28 n.º 8, 28 n.º 17, 32 n.º 12, 40 n.º 22, 43 n.º 5, 47 n.º 5, 51 n.º 3, 54 n.º 2 y 57 n.º 17.

Historia periodística, parlamentaria y ministerial, completa y detallada del Excmo. Sr. D. ~, primer conde de San Luis, Madrid, Imp. de J. M.ª Ducazcal, 1850; A. Ribot y Fontseré, La Revolución de julio en Madrid. Reseña de los hechos que constituyen este glorioso alzamiento, Madrid, Gaspar y Roig, 1854; A. Ildefonso Bermejo, Alzamiento popular que comprende desde la cuestión de los ferrocarriles hasta la entrada del Duque de la Victoria en Madrid, y disposiciones posteriores, Madrid, Mellado, 1854; C. Martos, La Revolución de julio de 1854, Madrid, Impr. del Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1854; A. Borrego, De la organización de los partidos en España considerada como medio de adelantar la educación constitucional de la Nación y de realizar las condiciones del Gobierno representativo, Madrid, Anselmo Santa Coloma, 1855; Un hijo del pueblo, Las jornadas de julio. Reseña de los heroicos hechos del pueblo de Madrid desde la noche del 17 de julio hasta la entrada en la capital del ilustre Duque de la Victoria. Por un Hijo del Pueblo, Madrid, Anselmo Santa Coloma, 1855; J. Rico y Amat, Diccionario de los políticos, o verdadero sentido de las voces y frases más usuales entre los mismos, escrito para divertimiento de los que ya lo han sido y enseñanza de los que aún quieren serlo, Madrid, Impr. de F. Andrés y Cía., 1855; R. de Santillán, Memorias.1815-1854, Madrid, 1856; M. Angelón, Isabel II. Historia de la Reina de España, Madrid-Barcelona, Librería Española-López Bernagosi, 1860; F. Garrido, Historia del reinado del último Borbón de España, Barcelona, 1869; M. Henao y Muñoz, Los Borbones ante la Revolución, Madrid, Impr. de R. Labajos, 1870; A. Ildefonso Bermejo, La Estafeta de Palacio, Madrid, Imp. de R. Labajos, 1871; A. Pirala, Historia Contemporánea. Anales desde 1843 hasta la conclusión de la actual Guerra civil, Madrid, Manuel Tello, 1875; E. García Ruiz, Historias, Madrid, Impr. de El Pueblo Español, 1876; M. Villalba Hervás, Recuerdos de cinco lustros: 1843-1868, pról. de R. M.ª de Labra, Madrid, Impr. La Guirnalda, 1896; A. Opisso, Semblanzas políticas del siglo XIX, Barcelona, 1908; J. del Nido y Segalerva, Antología de las Cortes, desde 1854 hasta 1858, Madrid, Editor Prudencio Pérez de Velasco, 1911; L. de Taxonera, La revolución del 54, Madrid, Colección Atalaya, 1931; A. Révész, Narváez, un dictador liberal, Madrid, 1953; J. Pando Fernández de Pinedo, marqués de Miraflores, Memorias del reinado de Isabel II, ed. y est. prelim. de M. Fernández Álvarez, Madrid, Atlas, 1964, 3 vols. (col. Biblioteca de Autores Españoles, 172-174); J. L. Comellas, Los moderados en el poder.1844-1854, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1970; Kiernan, La revolución española de 1854, Madrid, Aguilar, 1977; M.ª C. Seoane, Historia del periodismo en España. 2. El siglo XIX, Madrid, Alianza, Editorial, 1983; C. Seco Serrano, Militarismo y civilismo en la España contemporánea, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, 1984; F. Suárez, Donoso Cortés y la fundación de El Heraldo y El Sol: con una correspondencia inédita entre Donoso Cortés, Ríos Rosas y Sartorius, Pamplona, Universidad de Navarra, 1986; J. L. Comellas, Isabel II. Una reina y un reinado, Barcelona, Ariel, 1999; C. Seco Serrano, Historia del conservadurismo español Madrid, Temas de Hoy, 2000; T. Ortuzar Castañer, El General Serrano, Duque de la Torre. El hombre y el político, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000.



Luis José Sartorius y Tapia 


(Sevilla, 1820-Madrid, 22 de febrero de 1871) fue un periodista y político español durante el reinado de Isabel II. Fue el primer conde de San Luis.

Biografía

Origen y periodista.

Nació en el seno de una familia oriunda de Polonia, trasladándose a Madrid cuando era aún un adolescente, donde logró hacerse con las simpatías de Bravo Murillo, quien le introdujo de lleno en el mundo periodístico. Gracias a sus cualidades como escritor, de pluma ágil y nerviosa, y a sus dotes como redactor, Sartorius no tardó mucho en darse a conocer en los círculos políticos y sociales de la capital. Después de colaborar en varios rotativos, en el año 1842 fundó el periódico El Heraldo, desde el que se dedicó a combatir con denuedo la política del Gobierno progresista de Baldomero Espartero, llegando a convertirse en el órgano de prensa más válido del Partido Moderado.

Político

Su salto a la política activa lo realizó el 2 de febrero del año 1843, tras salir elegido diputado al Congreso, labor en la que pronto destacó al igual que hiciera en el mundo periodístico. Adscrito a la causa e ideario político de Narváez y fiel seguidor de éste último, Sartorius fue nombrado, con apenas treinta años, ministro de la Gobernación de Narváez, iniciando su tarea el 4 de octubre del año 1847 y permaneciendo en el mismo cargo hasta el final del período gubernativo, el 20 de octubre del año 1849, fecha en la que volvió a ocupar la misma cartera en otro Gabinete de Narváez, hasta que, finalmente, fue sustituido, el 14 de enero del año 1851, tras la caída en pleno de todo el Gabinete de Narváez, sustituido por otro de Bravo Murillo.


En sus casi cuatro años como titular de la cartera de Gobernación, Sartorius llevó a cabo una labor bastante encomiable en ciertas áreas: fundó la Escuela de Ingenieros de Montes, desde la que impulsó una política de repoblación forestal, aumentando de forma considerable la masa forestal del país; mejoró y organizó el cuerpo de la policía; proyectó una ley de funcionarios de la Gobernación para que los destinos se consiguieran por méritos y no por favores; realizó esfuerzos enormes por mejorar la calidad de la enseñanza primaria; acometió varias reformas urbanísticas de gran calado en Madrid, como fueron las del ensanche de la Puerta del Sol, la construcción del Teatro Real y la traída del agua corriente; refundió en un sólo cargo, que denominó Gobernador civil, los de Jefe político e Intendente; introdujo reformas ventajosas para el funcionamiento correcto de Correos; celebró un tratado de extradición con Francia; y, por último, obtuvo del Congreso la aprobación de una reforma arancelaria en profundidad. Sartorius también se preocupó de la vida cultural y literaria del país, proporcionando un reglamento sobre la propiedad literaria que protegía y beneficiaba a los escritores, lo que le valió el apelativo de mecenas de las letras españolas y un extenso volumen loador que le dedicaron todos los poetas importantes de la época, y que se publicó con el título de Corona.

Sin embargo, y a pesar de todas esas reformas afortunadas, Sartorius cayó en desgracia al hacerse públicas sus habituales prácticas para amañar las elecciones, llegando hasta el extremo de que la mayoría ministerial conseguida en el año 1849 fuese conocida como "el Congreso de la familia". En dichas elecciones, Sartorius fue acusado de proteger abiertamente a los ministeriales y de combatir desde el propio Gobierno a los candidatos de la oposición, imputaciones que resultaron ser de todo punto ciertas. Violentamente atacado en el Congreso, el Gobierno en pleno se vio obligado a dimitir, el 14 de enero del año 1851.

Presidente del consejo Ministros

En el año 1853, Sartorius recibió el encargo de formar un nuevo gobierno, haciéndolo efectivo el 19 de septiembre, en el que, además de ser presidente, volvió a ocupar la cartera de Gobernación. Desde un primer momento, Sartorius se granjeó numerosas enemistades, debido a una soberbia y vanidad que le llevaron a comprarse un título y acumular una rápida fortuna que levantó las sospechas de toda la clase política, lo que le obligó a confinarse en el conocido clan de los polacos, que conformaban su clientela personal. El 19 de noviembre se abrieron las Cortes, y en ellas Sartorius presentó una gran cantidad de proyectos de ley, especialmente sobre tribunales y comunicaciones, y que acabó abrumando a todas las sesiones y comisiones formadas para debatirlos. Sartorius fue vivamente censurado al sacar a subasta pública, mediante Decreto Ley, la concesión de la construcción del ferrocarril Madrid-Irún, proyecto que el Senado consideraba totalmente inmoral por pecar de favorecer a una serie de personas próximas a Sartorius, entre las que se incluía a la propia reina madre María Cristina y al financiero José de Salamanca. Ante el cariz que fue tomando la situación, todos los partidos políticos de corte liberal se unieron en el compromiso único de derribar al Gobierno ultramoderado de Sartorius, uniéndoseles después cierto grupo de conservadores, también contrarios al despotismo de Sartorius, en el que se incluía al propio Narváez, su antiguo protector.
El 8 de diciembre del año 1853, Sartorius presentó al Parlamento un paquete de medidas para su discusión y posterior aprobación, referentes en su gran mayoría a aspectos jurídicos y de comunicaciones, pero en ambas Cámaras fue recibido con total hostilidad. En la primera votación, llevada a cabo en el Senado, Sartorius sufrió un rotundo fracaso, obteniendo 69 votos a favor por 105 en contra. En vista de lo cual, Sartorius procedió, al día siguiente, a suspender las Cortes, tras lo cual promulgó los presupuesto del Estado por medio de un Decreto Ley y comenzó a perseguir con verdadera saña a todos los grupos y personas contrarios a su política: destituyó a los empleados que habían votado contra el Gobierno; atacó con fiereza a los principales jefes militares, los generales Concha, O'Donnell, Serrano, Zabala, Armero, Infante, Nogueras y Manzano, a los que trasladó a cuarteles lo más alejados posible del centro de Madrid.

Conocedor a la perfección del poder de la prensa, Sartorius llevó su política represora hasta los propios periódicos, a los que proporcionó una serie de normas prohibiendo tajantemente la publicación de noticias sobre la cuestión de los ferrocarriles, la votación del Congreso, los personajes políticos que votaron en contra, así como sobre las numerosas destituciones y dimisiones de funcionarios, la contrata de la casa Clavé, Girona y Cía (futura contratista para la construcción del puerto de Barcelona), y, en definitiva, sobre todas aquellas cuestiones que tuviesen relación alguna con la Administración. La censura sobre la prensa, una de las más rigurosas conocidas en la historia del periodismo español, alcanzó a los propios periodistas, los cuales, los más molestos, fueron despedidos por Decreto o bien encarcelados, creándose un clima y una situación muy violenta en todo el país que culminó en una primera intentona golpista, en febrero del año 1854, en Zaragoza, reprimida por el general Felipe Rivero. Sartorius declaró el Estado de sitio para todo el país, medida que empeoró aún más si cabe la situación.
Por fin, la oposición logró una cierta cohesión interna bajo el liderato del general O'Donnell, que contó con la colaboración de los generales Dulce, Ros de Olano y Mesina, entre otros, además de un gran apoyo por parte de amplios sectores políticos civiles y de la gran mayoría de la población del país, la cual culminaría con el pronunciamiento conocido como la Vicalvarada, el 30 de junio del año 1854, poniendo fin al Gobierno de Sartorius y obligando a la reina a llamar a Baldomero Espartero y proponerle un Gobierno de coalición con O'Donnell.

Diplomático, parlamentario y retiro.

Sartorius, después del pronunciamiento del año 1854, desempeñó el cargo de embajador en Roma y presidente de las últimas Cortes del reinado de Isabel II, período en el que escribió su única obra, La cuestión preliminar. Falleció en el año 1871, alejado de toda actividad política.





Titulo de nobleza



Conde de San luis



Conde de San Luis es un título nobiliario creado por real decreto de 30 de diciembre de 1848 por la reina de España Isabel II.

Luis José Sartorius y Tapia, primer conde de San Luis (1820 - 1871).
Fernando de Sartorius y Chacón (1860 - 1926).
Fernando Sartorius y Díaz de Mendoza.
Fernando Sartorius Álvarez de las Asturias y Bohorques, actual conde de San Luis por carta de sucesión de 30 de mayo de 1973.


Quarterly, I Azure a Tunica Argent pierced by three arrows Or thereabove an imperial crown Proper, a bordure of the third charged with eight Crosses of Jerusalem of the second fimbriated Gules; II Gules a bend Or thereupon a torch of the field; III Per saltire Gules a mullet Or and Argent in bordure the opening of the Ave Maria Sable; IV Sable a fess Argent; atop all the crown of a Spanish count.
Experimenting with Spanish heraldry. You have here the arms of the son of a Spanish count (1st quarter) and a French marquise (2nd quarter), with the arms of their respective mothers in the 3rd and 4th quarters.

Marques de Lamperouge



 


Padres: Andrés Guillermo Schneider y Frier y  Joaquina Tapia y Sánchez de Oviedo.

Origen

El primer mito cronológico está relacionado con la misteriosa procedencia de Sartorius. La gran mayoría de historiadores defiende la tesis sobre sus orígenes polacos, lo que justificaría el nombre Polonia del partido político del que fue líder. Hay otros que ven en Sartorius el hijo de un emigrante polaco-alemán (Historia de los pueblos hispanos 1959 V:306), lituano (Enciclopedia de Historia de España 1991 IV: 910; Comellas 2002:201) o hasta polaco-judío (Sevilla 1960: 50). Las más verosímiles son las opiniones so-bre su procedencia alemana (Diccionario Universal de Historia y Geografía 1855 VII: 55 ;Galería universal 2 1867: 69; Historia periodística 3 1850: 1-4).
 Hasta hoy nadie que haya escrito sobre Sartorius se ha propuesto el esfuerzo de verificar estos datos discordantes. Es sorprendente, todavía más si nos damos cuenta de que la respuesta se esconde no solo en los archivos, sino en el libro dedicado a la genealogía familiar Sartorius family Archive Register. El autor demuestra que el progenitor del linaje era Martin Schneider, nacido en 1540, aunque la aparición del apellido se origina mucho antes, en 1381. El hijo de Martin, Johan, fue un guarnicionero radicado en Darmstadt (Hesse).

 Al principio,los miembros de la familia se dedicaban a la agricultura y artesanía, pero desde el siglo XVII empezaron a recibir con más frecuencia formación superior en Filosofía y Teología. Al inscribirse en los libros universitarios usaban el apellido en su versión latina: Sartorius, lo que influyó en que ésta perdiera su versión original.El comienzo de ese proceso se da a partir de 1660.
 A mitad del siglo XVIII los Sartorius empezaron a emigrar por Europa y a cruzar el océano. Se establecieron en Holanda, Bélgica, España, Rusia, México, Estados Unidos, América Central y Canadá, dejando como resultado otras ramas del mismo linaje. Algunos de ellos, mientras tanto, consiguieron títulos nobiliarios a través de matrimonios o a partir de méritos personales. A la luz de las informaciones presentadas por Hugo Sartorius, el origen condal de San Luis se debe buscar en el linaje alemán, ya que su padre, Andrés Sartorius Trier, nació en Marburgo el 15 de diciembre de 1768 (Sartorius 1969: 15, 25-26, 29-31).

Sobre el lugar de nacimiento de Andrés Sartorius tenemos constancia del certificado de bautismo de Luis Sartorius y de otro certificado de bautismo de su hermano menor Eugenio, nacido en noviembre de 1825. Resulta evidente que tanto el padre como los abuelos paternos de Luis José y Eugenio provenían de Alemania. Se llamaban Juan Felipe Sartorius (nacido el 19 de noviembre de 1735 en Umstadt, Hesse) y María Isabel Trier.

(procedente del pueblo de Wehrda, en Hesse). La madre de los chicos era María Joaqui-na Tapia Sánchez, hija de Antonio de Tapia, procedente de Almería (Andalucía) y Josefa Sánchez Oviedo, oriunda de un pueblo llamado Rodrigo. María Joaquina nació en Puerto Rico, pero pronto su familia llegaría a la madre patria y se instalaría en Andalucía.Allí conoció a Andrés. Contrajeron matrimonio el 14 de agosto de 17995. Andrés era un militar que a la edad de 19 años fue nombrado coronel. Cuando el ejército francés penetró en territorio alemán, Andrés buscó asilo en la península ibérica. La victoria del ejército francés bajo el mando de Napoleón I contra las tropas prusianas comandadas por Federico Guillermo III de Prusia en 1806 en Jena, unida al hecho de que España fuera uno de los países europeos que más se resistían a Napoleón, le convencieron de que se quedara en España. 

Unos años después de casarse se trasladó de Cádiz al cercano pu-blo de San Fernando. En 1819, cuando el mayor Rafael Riego estacionaba con su regimiento en las cercanías de Cádiz para preparar una expedición al otro lado del océano con el propósito de sofocar las revueltas liberadoras en la América española, Andrés, un soldado corriente y padre de una familia numerosa y sin perspectivas de futuro en San Fernando, partió a Sevilla (Historia periodística 1850: 3-4). Así, a la luz de los documentos analizados, es cierto que el conde de San Luis no tenía orígenes en Polonia, sino que sus raíces eran germano-españolas.

Educación 

La única huella que habla del período educativo de Sartorius con los jesuitas es un certificado elaborado el 8 de octubre del 1828 por el prefecto del colegio de la Compañía de Jesús en Sevilla, José Manuel Taurequi. El documento fue presentado al terminar su educación en el colegio, con el objetivo de recomendar al alumno para la enseñanza superior. Allí podemos leer que Luis José Sartorius, graduado en ese colegio, era un alumno aplicado,participaba con entrega en las clases de latín, literatura clásica y elementos de retórica,y en el examen final presentado en público demostró un amplio conocimiento, lo que significaba que había adquirido la capacidad para iniciar estudios universitarios. Por lo tanto, no es cierto que, como sugiere en 1851 Emilio Tajueco Gallardo, en los primeros años de su educación Luis José no presentara interés alguno por los libros ni demostrara ningún talento.

Gracias a su excelente diploma, Luis José, en aquel entonces con trece años, entra en 1828 en la Universidad de Sevilla. Según los documentos guardados en el archivo de la Universidad de Sevilla, Sartorius cursó la carrera de Filosofía (1828-1831) bajo la tutoría de su futuro amigo y luego oponente político Juan Bravo Murillo, quien entre 1825 y 1834 dirigió la cátedra de Filosofía. Los siguientes cuatro años (1831-1835) estudió Leyes. Todas las asignaturas las aprobaba a tiempo e iba obteniendo sin problemas la pro-moción para los siguientes cursos. Además de progresar en el campo de la educación,también presentaba una conducta moral incuestionable. Lo confirman las anotaciones anuales encontradas en los folios adjuntos a los diplomas, donde aparecen informaciones sobre su comportamiento y ortodoxia política. 
Al ser un estudiante ejemplar, seguro que obtuvo también un título académico del que, sin embargo, no hay noticia. En el libro de defunciones de la parroquia de San Lorenzo en Sevilla hay constancia de que fue doctor en Leyes. Ese hecho, no obstante, no está confirmado en la documentación de la Universidad de Sevilla, donde el nombre de Sartorius no figura en los índices de hijos ilustres de la universidad graduados por la institución.

Tras terminar la carrera universitaria en junio de 1835 Sartorius ejerció durante un corto período como abogado en Sevilla (Comellas 1970: 326). Sin embargo, desde el principio sentía que su verdadera vocación era la política y soñaba con lograr puestos más re-levantes en esa área.

Tumba de Luis José Sartorius y Tapia.

ana karina gonzalez huenchuñir


Túmulo rectángular de mármol blanco, adosado a la pared, en cuyo frente se despliega una inscripción conmemorativa del difunto, en letras doradas. Sobre esta base, se levanta un sencillo sarcófago, sobre cuatro pies, decorado con molduras y rematado por una cruz.

Se trata de la tumba de D. Luis José Sartorius (1821-1871), político de origen sevillano durante el reinado de Isabel II. De su labor, se ha destacado la reglamentación de la propiedad literaria y la regulación de los derechos de autor. Recibió los títulos de conde de San Luis y Vizconde de Priego.

Inscripciones.

En el frente del túmulo: "R.I.P.A. / Aquí yacen los restos mortales del Excmo. Sr. D. Luis José Sartorius y Tapia, / conde de S.Luis. Vizconde de Priego / condecorado con varias grandes cruces españolas y extrangeras. / Presidente que fue del Consejo de Ministros. / Del Congreso de los Diputados, y embajador en Roma. / Orador eloquentísimo y estadista insigne. / Las Letras hallaron, en su infatigable anhelo por la ventura de la Patria, / un protector esclarecido, la amistad y el mérito una mano generosa, / y el Trono un consejero sabio y leal, que no le aduló nunca, ni le abandonó, en las desgracias. / Ardió en celo por la fe Católica y muy nobles acciones ilustraron su vida; / ninguna mancha la oscureció, ni aún la envidia, enemiga de su alto espíritu, logró mancillarla. / Sus amigos y admiradores cuidaron de erigirle este monumento para honrar su memoria; / y la Universidad Literaria de que fue alumno,/ le trajo a esta su templo donde reposan las cenizas de sus más preclaros hijos./ ¡La luz del cielo resplandezca eternamente en su alma! / Falleció el dia 23 de febrero de 1871"

 





Francesc Piferrer i Montells



Francesc Piferrer Montells ( Lloret de Mar , 31 de marzo de 1813 – ?) fue un escritor, heraldista , profesor y editor lloretense que residió la mayor parte de su vida en Francia y en Madrid.

Biografía 

Nació en Lloret de Mar, en la calle Santa Teresa, número 1 (actualmente número 5). Hijo de Bonosi Piferrer Artau (marinero) y de Francesca Montells Fargas, naturales de Lloret de Mar. Estudió latín en Blanes, retórica en Olot y filosofía en el seminario de Girona. Hacia 1835 fue a Francia a estudiar jurisprudencia y lenguas. En Francia convivió con Eugénie Clarac, con quien tuvo una hija, Luisa. Se graduó en leyes y en letras antiguas y modernas en la Universidad de París. En 1845 residió en Toulouse, donde ejerció como profesor en el Collège Royal. En 1846 se trasladó a Madrid, donde ejerció como profesor de idiomas. Según diversas fuentes obtuvo una cátedra como profesor de francés e inglés en la Universidad Central de Madrid. Posiblemente a mediados de 1849 se casó con Maria Siqués, natural de Olot, con quien tuvo dos hijos, Felip y Gemma. 

Fue miembro de la Real Academia Española de Arqueología y de diversas academias, como las de Arqueología de Almería y de Sevilla, de los Quiritas de Roma, de la Ciencia y Literatura de Granada y de las Ciencias, Bellas Artes y Nobles Artes de Córdoba. Se desconoce, con exactitud el lugar y la fecha de su muerte, aunque según algunos estudios podría haber fallecido en Madrid, hacia 1883. 

Obras 

Publicó una quincena de obras didácticas de filosofía , genealogía , heráldica e idiomas. Algunas de sus obras principales son: 

Vocabulario de faltriquera francés-español y español francés ” . Toulouse, 1841.
“ El idioma francés puesto al alcance de todos o Método Natural para aprender el francés de un modo fácil y agradable sin cansar la memoria ” . Madrid, 1847.
" El idioma inglés puesto al alcance de todos " . Madrid, 1852.
“ El ser y la nada. Reflexiones tocantes al Ser Supremo, al universo, a la existencia ya la inmortalidad del alma, al porvenir del hombre ya la eternidad ” . Madrid, 1852.
Tratado de Heráldica y Blasón . Madrid, 1854.
" Nobiliario de los reinos y señorios de España " . Madrid, 1856-1861.
" Diccionario de la ciencia heráldica " . Madrid, 1861.



ana karina gonzalez huenchuñir


FUE un erudito de la heráldica y otras ciencias afines. Francesc Piferrer i Montells, también conocido como Francisco Piferrer Montells o Francisco de Paula Bonosio Piferrer y Montells, Artau y Fargas. Publicó numerosas obras relacionadas con la heráldica, a destacar el "Nobiliario de los reinos y señorios de España".


"Lector en la sombra" me sugirió representar las armas de tal insigne heraldista para rememorar los dos siglos del nacimiento de este personaje. Francesc Piferrer nació en Lloret de Mar un 31 de marzo de 1813. Sí avispado lector, llego un poco tarde. Sus armas fueron certificadas por el entonces Rey de Armas Antonio-Bruno de Rújula y Busel un 9 de febrero, como el de hoy, de 1857.

Este es el escudo representado a los Piferrer:
De oro, un pino copado de sinople, terrasado de lo mismo, al pie del tronco una herradura alta, de azur, sumado a la copa, un lucero de ocho rayos de gules. Por cimera: una luna plena de plata eclipsando a un sol de oro, ambos radiantes, con un firmamento cargado de doce estrellas de azur. Por lema en cinta de gules: COELI ENARRANT GLORIAM DEI en letras de oro.
ana karina gonzalez huenchuñir

Escudo de Francesc Piferrer. De oro, un pino copado de sinople, terrasado de lo mismo, al pie del tronco una herradura alta, de azur, sumado a la copa, un lucero de ocho rayos de gules.

Se trata de armas parlantes. El pino, en catalán "pi" y la herradura, en catalán "ferradura" hacen referencia al nombre del apellido. Recordar que Lloret de Mar es un municipio de la costa de la provincia de Girona, en Catalunya. El lema es el Salmo 18:2 y en castellano es: Los cielos revelan y proclaman la gloria de Dios. Encima del pino dice el blasón que va un lucero. Os enlazo la entrada donde explicaba la diferencia de diseño entre un lucero y una estrella.



1 Comentarios sobre el carácter científico de los estudios heráldicos

Dr. Luis Valero de Bernabé y Martin de Eugenio, Marqués de Casa Real. Director del Colegio Heráldico de España y de las Indias.

En algunos foros he vuelto a encontrar voces que niegan el carácter de ciencia a la heráldica, por basarse en el axioma que a la Heráldica “no se le puede aplicar con éxito el método científico -algo imprescindible para una ciencia-, entre otras cosas porque cualquier experimento que se quiera hacer con respecto a la Heráldica nunca dará los mismos resultados si los efectúan distintas personas en distintos lugares, es decir, no es exacto y no se puede repetir hasta el infinito dando el mismo resultado cada vez con certeza” 
.
 A estos efectos quiero traer a colación que se trata ya de una vieja cuestión académica basada en el menosprecio de las denominadas Ciencias Humanas o Humanidades, polémica en la que ya hace más de un siglo el filósofo e historiador alemán Wilhelm Dilthey (1833/1911) se pronunció estableciendo la dicotomía existente entre las Ciencias de la Naturaleza(Matemáticas, Física, Química, Biología…)  y las Ciencias del Espíritu (Historia, Derecho, Filosofía, Sicología, Economía..). Las primeras siguen el método empírico, basado en la experimentación y la lógica inductiva. Mientras que las segundas siguen la hermenéutica basada en la compresión e interpretación de la huella objetiva que el espíritu humano ha dejado a su paso por la historia, a través del análisis y examen de los signos externos que lo manifiestan. 

Ambas disciplinas son igualmente científicas y ambas tienen su propia metodología, por lo que sería absurdo en estos momentos el pretender cuestionar el carácter científico de las Humanidades. La Heráldica, perteneciente a la familia de las Ciencias Historiográficas,puede considera también una disciplina académica, como lo demuestra el hecho que existen varios países europeos en que la Heráldica se estudia en la Universidad, dentro de las Ciencias Auxiliares de la Historia. Aunque la Heráldica, no es que sea en si una simple ciencia auxiliar, sino que al igual que otras disciplinas, puede ayudar al estudio de la Historia, de la Psicología Social, de la Sociología y de la Arqueología. Herramienta muy válida también para las investigaciones genealógicas.

 Al mismo tiempo que la Heráldica en si es una Ciencia y un Arte.Tiene unas normas en cuanto al diseño, cromatismo y ubicación que se han ido formando en la práctica como una reflexión científica, realizada mediante un método deductivo a partir de la observación de decenas de millares de escudos. Se deduce que en ellos se repiten unas mismas constantes, impuestas por la costumbre y el buen gusto, de forma que si un escudo no las cumpliera resultaría anómalo. Hoy en día siguen vigentes aún estas reglas sin perjuicio de su renovación por las modas heráldicas,aunque conservando su esencia y vocabulario clásico, respetando las normas que cumplir respecto a los Esmaltes, Diseño y Ubicación. Pero su aplicación requieren también un Arte del diseño que ha que buscar el equilibrio y la armonía, en la composición de los blasones. Por ello entendemos que el blasonar es una ciencia y un arte.
 
El problema estriba en que hasta hace pocas décadas la Heráldica en España fue considerada un saber prácticamente arcano reservado aunos cuantos iniciados (Reyes de Armas, Persevantes, Heraldos,Eruditos..), que con finalidades áulicas se valían de un lenguaje hermético y desconocido para la mayoría. Sin embargo durante las últimas décadas se ha impulsado extender el interés por el conocimiento de la heráldica, lo que ha generado una serie de trabajos monográficos en los que con mayor o menor éxito se describían y catalogaban los blasones de una cierta localidad o región.Hace unos años en el I Congreso Internacional de Emblemática General, organizado por la Institución “Fernando El Católico” en Zaragoza, durante el mes de diciembre de 1999,al que tuve ocasión de asistir como ponente 1, se debatió la situación en que actualmente se encontraba la


1 VALERO DE BERNABÉ, Luis:
Los Motivos Vegetales en la Heráldica de la PenínsulaIbérica,
Actas del I Congreso Internacional de Emblemática General,
Institución Fernando El Católico, Zaragoza 2004, Tomo II, pp. 877/957
 
Heráldica en España. Destacándose el creciente interés por ella que de un arte áulico se había transformado en una disciplina académica, y la cantidad de nuevos estudios e investigaciones heráldicas que habían aparecido en los últimos veinte años. Si bien era preciso terminar con los prejuicios que en nuestro país aún existían sobre los estudios heráldicos e introducir la renovación de métodos de estudio y objetivos que poco apoco se iba abriendo paso en otros países como Francia y Gran Bretaña.Se puso como referencia los estudios de Michel Pastoureau, pudiéndose calibrar a través de ellos cual era el sentido y el propio alcance de esa renovación. Este heraldista francés ensaya por primera vez el tratamiento estadístico de los testimonios heráldicos, considerando los índices de frecuencia de determinadas formas en distintos territorios históricos, así como una exposición dia crónica del fenómeno heráldico.

Preconizaba así una nueva forma de estudiar la heráldica dirigida a investigar los motivos que presidieron el escoger los motivos o figuras que componen el blasón de una familia o de un individuo, basada en métodos cuantitativos y estadísticos encaminados a establecer los índices de frecuencia o de rareza de las figuras de los armoriales de una determinada región. Interpretando los resultados obtenidos y comparándolos con aquellos procedentes de otras disciplinas, a fin de conocer los sistemas de valores, modas o sensibilidad existentes en una determinada región o clase social; lo que facilitará al historiador él conocer el simbolismo heráldico. Si bien, precisa el mismo autor, a nivel individual la mitad delas armerías medievales escapan a toda interpretación, paliada en parte por la aparición de numerosas leyendas medievales sobre el pretendido origen de un determinado blasón, centrado en un hecho histórico. Aunque el nexo existente entre el origen un blasón y un determinado hecho histórico, pudiera ser más o menos cuestionable, lo que sí es cierto es que responde a una determinada mentalidad basada en el sistema de valoresy creencias existente en una comunidad o región durante la época medieval2.

En dichas sesiones se insistió en la importancia de lo que ha venido en llamarse Heráldica Comparada, con la elaboración de los índices de frecuencia de figuras y colores de las armerías de una concreta zona geográfica.

Si bien se lamentó que el citado heraldista francés insistía en ignorar la realidad heráldica española y seguía sin prestarla la consideración que su riqueza e interés merece. Se incitó en la realización

2 PASTOUREAU, Michel:
L’Art Héraldique a
u Moyen Âge, París 2009, Editions du Seuil, pp.171/219

 
de tesis doctórales que trataran de remediar este vacío existente en el conocimiento de nuestra heráldica.

En el caso de España nos encontramos con que posee una de más ricas heráldicas de Europa. Hoy en día todavía es posible ver labras heráldicas en las fachadas de edificios públicos y privados en ciudades y pueblos de toda nuestra orografía, se encuentran también en monumentos, templos y sepulcros. Nuestros archivos y bibliotecas están llenos de armoriales y otros documentos en los que se recogen multitud de emblemas heráldicos. Incluso, en las últimas décadas diversos eruditos están tratando de inventariar el rico patrimonio heráldico existente en las diversas comunidades españolas. Si bien, ocurría que los árboles no nos permitían ver el bosque, pues faltaba un estudio general que relacionara as diferentes pautas heráldicas seguidas por las distintas regiones españolas.

Por lo que creí conveniente realizar en España una investigación al estilo de las efectuadas en Francia por Michel de Pastoureau, sobre dos regiones concretas. Fruto de este esfuerzo fue la publicación de dos detallados estudios sobre la heráldica gentilicia de Aragón 3 y de Galicia 4  que me sirvieron para adentrarme en el mundo de la heráldica, así como de otros muchos trabajos monográficos sobre diversos aspectos de la heráldica española. Sin embargo faltaba una investigación general sobre las singularidades de la heráldica gentilicia española en la que localice y analicé unos 55.000 escudos gentilicios. El resultado de la investigación fue una tesis doctoral sobre las características de las diferentes heráldicas regionales españolas 5, en la que se incidía sobre la repercusión de las circunstancias, socio-económicas y culturales de los diferentes territorios históricos españoles sobre su propia heráldica.No debemos olvidar que la adopción de un determinado blasón antaño era algo que debía efectuarse con sumo cuidado, pues a través de su visión sé identificada y consideraba la calidad e importancia del propio.

3 VALERO DE BERNABÉ MARTÍN DE EUGENIO, Luis:
Heráldica Gentilicia Aragonesa.
Institución Fernando “El Católico”, Zaragoza, 2002
 
 VALERO DE BERNABÉ MARTIN DE EUGENIO, Luis:
Simbología y Diseño de la Heráldica Gentilicia Galaica,
Hidalguía, Madrid, 2003

 Presentada en la Facultad de Historia de la Universidad Complutense de Madrid, bajo el título
 Análisis de las características generales de la Heráldica Gentilicia Española y de las singularidades heráldicas existentes entre los diversos territorios históricos hispan
os.Defendida en el 17 de octubre de 2007 con la calificación de sobresaliente cum laude,otorgada por unanimidad por el tribunal calificador. La Tesis se puede encontrar en la reda través de Google.

linaje. Es por ello que la Sociedad Medieval inmersa en un profundo simbolismo iconográfico fue escogiendo una serie de figuras tomadas tanto de la vida cotidiana que rodeaba al caballero, como de la naturaleza,tanto animada como inanimada, a las que concedía un simbolismo que rebasaba su propia concepción natural, utilizando un dibujo esquematizado de éstas para dibujarlo como signo identificador del portador de los blasones. Esta elección no fue algo casual o arbitraria, sino que se correspondía con la forma de pensar de un cierto segmento dela sociedad estamental del Antiguo Régimen, creador de un código de señales plásticas por el que se transmitía a la sociedad en general el conocimiento de la importancia de los poseedores de los Blasones 6. 


Debemos reiterar que los heraldistas siempre han considerado que un escudo de armas es una representación pictórica o jeroglífico que encierra una determinada simbología. Todo ello nos lleva a recordar las palabras de Huizinga sobre el profundo simbolismo en que vivía inmerso el hombre medieval 7. En el que toda cosa, objeto o ser viviente, puede ser con sus diversas propiedades símbolo simultáneo de valores éticos. El mundo entero medieval se encontraba preso en un sistema universal de símbolos y alegorías que trascendían de su propia realidad.

Un blasón es un emblema y como tal es un signo de identificación preciso como puede ser una bandera, una enseña, un sello o un logotipo.Por lo que en una sociedad mayoritariamente analfabeta como era la medieval, el uso de un determinado blasón era el mejor procedimiento para identificar un linaje, mucho más firme y determinante aún que el propio apellido de éste. Antaño, los individuos que por su sangre pertenecían a un linaje ilustre hacían ostensible a los demás dicha pertenencia, a fin de gozar del acervo común de prestigio y notoriedad acumulado por dicho linaje de generación en generación, mediante la adopción de su blasón; Pues la mayoría de la gente, incluso los más humildes, sabían identificar los blasones de las principales familias y con ello distinguir sus casas, enterramientos y pertenencias, al igual que hoy en día los Bancos y otras firmas comerciales se hacen identificar por sus respectivos logotipos. Tanto es así que incluso los que servían a un linaje tenían a gala el poder utilizar también de alguna forma los signos distintivos de éste. Las labras heráldicas, tan abundantes en nuestras

6 VALERO DE BERNABÉ MARTÍN DE EUGENIO, Luis:
 Las Armas del Caballero y laHeráldica
, Logroño 2009, Ediciones San Martín
 
7  HUIZINGA, Johan
: El Otoño de la Edad Media
, Madrid 1978, Alianza Editorial, p. 292 yss.


tierras tienen una virtualidad que excede y trasciende de su propia realidad, no debemos verlas como una simple muestra de arte o de la vanidad de las gentes, sino como un testimonio vivo de la presencia en aquel lugar de un determinado linaje. Entendido éste no como una simple serie de filiaciones, sino como una comunidad de ideales, anhelos y realizaciones, con sus gozos y sus sombras, en la que los honores y yerros de todos los que formaron parte de dicho linaje alcanzan y recaen sobre cada uno de sus miembros 8.

Teorías que hemos seguido en los diversos libros y artículos que hemos publicado sobre Heráldica y que han recibido alguna crítica adversa por parte de algunos, que llevados de un cierto purismo iconoclasta rechazan toda interpretación simbólica de la heráldica, creyéndola propia de teorías del pasado. Según ellos los blasones fueron una simple marca identificadora de una familia, al igual que los actuales logotipos comerciales. Descontextualizan la heráldica y la convierten en un puro motivo arqueológico, carente de toda historia y simbolismo producto de las imple vanidad de tiempos pasados. Ignoran incluso que según las leyes del marketing los mismos logotipos comerciales, usados hoy por las principales empresas, encierran una indudable motivación psicológica. Si bien un blasón puede considerarse un emblema, es mucho más que ello pues su finalidad trasciende del simple pragmatismo publicitario propio de éstos. Sin simbolismo alguno, nunca hubiera existido la heráldica, ya que éste es la música que complementa al diseño propio de la heráldica. Así pues en nuestro libro trataremos de recoger la diversa simbología que el hombre medieval atribuía a las figuras que encontramos representadas en los blasones, aunque evitando caer en los excesos hiperbólicos propios delos reyes de armas de la época moderna que con un lenguaje a veces esotérico trataban de interpretar los blasones mediante una rebuscada simbología que nos recuerda en ocasiones a la quiromancia.

Si bien su uso inicialmente se circunscribió al estamento caballeresco y nobiliario después se fue extendiendo primero a los clérigos, luego a las damas y por último a los burgueses. La heráldica haido evolucionando hasta perder su primitivo carácter feudal y convertirse en una simple distinción honorífica, con la importante salvedad que hoy en día su uso no se encuentra reservado a un pequeño grupo de privilegiados, como antaño, sino que es accesible a toda persona,cualquiera que sea su origen social. Más es un error muy extendido el

8 VALERO DE BERNABÉ MARTIN DE EUGENIO, Luis:
 Las Figuras de la Naturaleza en laHeráldica Española,
Logroño 2009, Ediciones San Martín,

pensar que todo apellido tiene su escudo los escudos son un bien privativo de su propietario y de su familia, es decir de aquellos que sean de su misma sangre. No basta con tener el mismo apellido para ser aceptado por un familiar y lo mismo ocurre con los escudos. Quien no ha heredado un escudo de sus padres puede lograr que un rey de armas le haga un o propio, pero nunca copiar el que pertenezca otra familia solo por tener apellidos comunes. Es por ello loable el esfuerzo realizado por multitud de estudiosos y heraldistas en darnos a conocer el rico patrimonio heráldico español, si bien es de rechazar los intentos de aplicar en la elaboración de estos nuevos escudos los fantasiosos diseños tomados de otras heráldicas respecto de figuras, cimeras y tenantes, así como la utilización indebidade coronas de rango.



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