Apuntes Personales y de Derecho de las Universidades Bernardo O Higgins y Santo Tomas.


1).-APUNTES SOBRE NUMISMÁTICA.

2).- ORDEN DEL TOISÓN DE ORO.

3).-LA ORATORIA.

4).-APUNTES DE DERECHO POLÍTICO.

5).-HERÁLDICA.

6).-LA VEXILOLOGÍA.

7).-EDUCACIÓN SUPERIOR.

8).-DEMÁS MATERIAS DE DERECHO.

9).-MISCELÁNEO


miércoles, 2 de abril de 2014

111.-Discurso de Emilio Castelar (VII).a.-

  Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farías Picón; Franco González Fortunatti ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala; Marcelo Yañez Garin; 

 
Discurso de Emilio Castelar


  

Contra la desmembración de España
1873-07-30 - Emilio Castelar

“Aquí, sentimientos de la vida, hogar, familia, afectos, oración en los labios, ideas en la mente, desde el alimento que es grato al paladar hasta la obra de arte que nos abre las puertas de lo infinito, todo esto lleva en sí, como el árbol la savia, el jugo de la tierra española. 

Yo quiero ser español y sólo español; yo quiero hablar el idioma de Cervantes; quiero recitar los versos de Calderón; quiero teñir mi fantasía en los matices que llevan disueltos en sus paletas Murillo y Velázquez; quiero considerar como mis pergaminos de nobleza nacional la historia de Viriato y la del Cid; quiero llevar en el escudo de mi Patria las naves de los catalanes que conquistaron a Oriente y las naves de los andaluces que descubrieron el Occidente; quiero saber de toda esta tierra que aún me parece estrecha, sí; de toda esta tierra tendida entre los riscos de los montes Pirineos y las olas del gaditano mar; de toda esta tierra ungida, santificada por las lágrimas que le costara a mi madre mi existencia; de toda esta tierra redimida, rescatada del extranjero y de sus codicias por el heroísmo y el martirio de nuestros inmortales abuelos. 

Y tenedlo entendido de ahora para siempre: YO AMO CON EXALTACION A MI PATRIA, Y ANTES QUE A LA LIBERTAD, ANTES QUE A LA REPÚBLICA, ANTES QUE A LA DEMOCRACIA, PERTENEZCO A MI IDOLATRADA ESPAÑA. 

Y me opondré siempre, con todas mis fuerzas, a la más pequeña, a la más mínima desmembración de este suelo, que íntegro recibimos de las generaciones pasadas, que íntegro debemos legar a las generaciones venideras y que íntegro debemos organizar. Y vuestro movimiento es una amenaza insensata a la integridad de la Patria y al porvenir de la Libertad”


 



En defensa de la democracia (su primer discurso)
1854-09-22 - Emilio Castelar

Señores: 

Voy a defender las ideas democráticas, si es que deseáis oírlas. Estas ideas no pertenecen ni a los partidos, ni a los hombres; pertenecen a la humanidad. Basadas en la razón, son, como la verdad, absolutas, y como las leyes de Dios, universales. Por eso la persecución no puede ahogarlas, ni la espada del tirano vencerlas; pues antes que el tiempo desplegara sus alas, fueron escritas en libros mas inmensos que el espacio, por la mano misma del Eterno. Así, los hombres que se pierden en el Océano de la vida, los poetas que adoran lo eternamente bello, los filósofos que leen la verdad absoluta en el puro cielo de la conciencia, no hacen más que arrojarlas en ondas de luz sobre la menta del pueblo. 
Yo, señores, lleno de sentimientos, si desnudo de inteligencia, me propongo reseñar los dogmas del partido democrático, ya como principios eternos de su escuela, ya como principios de aplicación práctica en las actuales circunstancias. Convirtamos un instante nuestros ojos a lo pasado. ¡Qué espectáculo, señores, tan tremendo! ¡La imprenta, ese soldado de Dios que pelea como Ayax por la luz, encadenada al pié de los tiranos; la tribuna, providencia del pueblo, sujeta al carro del vencedor; las obras del ingenio humano proscritas porque dan generoso aliento al pecho de los oprimidos; la idea oculta en el fondo de la conciencia, estallando en el cerebro sin poder alzar su vuelo y perderse en lo infinito; la fe vendida por una cartera de ministro, y la razón y la libertad llorando en ignominioso calvario. 
Todos hemos presenciado el martirio de la libertad. Bravo Murillo intentó matarla con el puñal del materialismo, sin parar mientes en que las ideas son invulnerables; Esteban Collantes la insultó con sus sarcasmos; Domenech fue su Judas, pues cuando la creyó vencida; no dudo un punto en venderla a los seides del absolutismo: Sartorius escribió su epitafio como antes Donoso había escrito el evangelio de la reacción, sosteniendo que la razón y el absurdo se aman con amor invencible, que fuera de las vías católicas nada hay tan despreciable como el hombre; que el Siglo XVI con su inquisición y sus frailes, es el ideal de la sociedad; que debíamos por nobleza amar la dictadura del sable: que la humanidad es la concentración de todos los deberes y la teocracia el mas perfecto de todos los gobiernos. ¡Insensatos! No sabían que negando la libertad negaban al hombre, cuya esencia no es sin la libertad; que negando la razón negaban a Dios, cuya existencia no se comprende sin la razón... Pero hacían bien. Negando al hombre, negaban: al eterno enemigo de sus conjuraciones; negando a: Dios, negaban al aterrador espectro de sus conciencias. 
(Aquí el orador empezaba hablando de la libertad de cultos; pero nos hemos visto obligados a suprimir toda esta parte del discurso, por respeto a las leyes vigentes) 
Enseñad a un hereje nuestras catedrales: mostradle sus arcos sosteniendo las bóvedas sembradas de lámparas como el cielo de estrellas; la cúpula que se lanza a lo infinito y se pierde en los arreboles del aire; el santuario irradiando divina luz; las vírgenes trazadas por el pincel de nuestros artistas, subiendo al empíreo en atas de los ángeles, cuyo pecho agita el soplo del amor divino; los doctores leyendo eternamente la verdad absoluta en sus libros de piedra; los héroes descansando en los sepulcros, sobre cuya losa se cierne la bienaventuranza: hacedle oír las notas del órgano que como rocío de vida anima estatuas y columnas; el cántico del sacerdote, que parece eco perdido de las armonías que forman las esferas: y bien pronto flaquearán sus rodillas, se estremecerá su conciencia, cayendo de hinojos ante la realidad de un Dios que se revela bajo los tres eternos atributos de la divinidad, que son la virtud, la ciencia y la hermosura. Condenarle a no ver tanta maravilla, es lo mismo que arrancar los ojos al ateo para que no mire al cielo. 
Señores: Para hacer nuestra revolución verdaderamente popular, es necesario que consagremos de una manera absoluta los derechos del pueblo. Señores, no es mi propósito desencadenar las pasiones, ni mi objeto oponerme a la triunfal carrera del gobierno; pero si me lo permitís, hablaré con la prudencia que cumple a la libertad de mi sentir respecto a los gobiernos doctrinarios. Hace ya largos años que un hombre encerrado en el secreto santuario de su propia conciencia, se propuso regenerar el mundo científico, abriéndole horizontes infinitos. Este hombre se llamaba Descartes. El demostró que la humanidad era al mismo tiempo objeto y sujeto de la ciencia, y que debemos reconocer por único criterio científico la razón, cuyo destino es herir a la autoridad, como el rayo del cristianismo hirió los ídolos del Capitolio. Estas ideas descendieron bien pronto de la mente del filósofo a la conciencia del pueblo; porque la Providencia difunde con su divino soplo en los entendimientos los principios salvadores que han de regenerar a las naciones. Entonces, entre el principio basado en las leyes del tiempo y el principio basado en las leyes de la razón, se entabló una contienda que pone espanto en el ánimo; pero no olvidéis que se desencadenan en la historia tempestades necesarias, que agitan horriblemente la atmósfera, sin romper por eso la cadena que une a la tierra con los mundos. Entonces el pueblo pro¬nunció en su triunfo esta palabra, que no han podido borrar nunca los gobiernos: Per me Reges regnant. El antiguo principio de autoridad subió sin comprender su ruina del sólio del poder al sólio del cadalso; mas después, por razones que no es del momento referir, se firmó un pacto entre la autoridad vencida y el pueblo vencedor, pacto que ha sellado generosa y noble sangre. Pero este pacto ha sido mil veces rasgado, y no es parte a salvarlo la espada de la fuerza, pues lo aniquila hoy la espada de la justicia. Y si no, poned frente a frente dos principios antitéticos por naturaleza, y veréis como son contradictorios por consecuencia. El principio de autoridad solo luce el día de la reacción, como el principio de la libertad solo luce el día de las revoluciones. Cuando triunfa el primero, condena a su contrario al ostracismo, pone mordazas en sus labios, grillos en sus plantas, lo arrastra por el Iodo, fabrica para él sus cárceles y le asesina con la espada de la dictadura. Cuando triunfa el segundo, suele ser, como en la revolución de julio hemos visto, más generoso con su enemigo, porque es más fuerte. ¿Por qué, me diréis, el principio reaccionario es tan tenebroso, y el principio liberal tan sublime? Porque el primero es un principio muerto, que si respira, respira el mefítico aire de las tumbas: y el segundo es un principio lleno de vida, puesto en el trono de la humanidad por la inflexible lógica de Dios, que se manifiesta centellante en la historia. 
Esto mismo explica cómo en algunas épocas instituciones sagradas, venerandas, caen en manos de ciertas personas que afrentan a los siglos y manchan a los pueblos. Los hombres no son mas que puras formas do las ideas. Cuando una idea generosa y levantada, como la idea liberal, agita la conciencia de la humanidad, y se presenta a recoger los trofeos de su victoria, tiene poder para sacar centellas de misteriosa luz de los abismos del tiempo y del seno de la conciencia, y Rousseau y Kant son sus profetas; Mirabeau, Verngiaud sus sacerdotes; Andrés Chernier y Byron sus cantores; madama de Stael y de Rollaud sus heroínas; y Hoche y Napoleón son sus soldados; pero cuando una idea condenada por Dios como la idea absolutista, se empeña en vivir entre los hombres, sus símbolos se llaman Carlos IV, Fernando VII, Fernando de Nápoles y Napoleón el chico. 
Señores la revolución no puede ser popular si el sufragio no es amplio; mejor diré, si no es completo. Dicen que el pueblo no conoce sus derechos. ¡Ay! el jornalero que abandona su hogar, desoye el lloro de mujer y de sus hijos, únicos lazos que le atan a la tierra, se lanza a la calle ofreciendo desnudo pecho al plomo asolador del despotismo, lucha con denuedo y muere con gloria, el pueblo siempre esclavo, ¿se verá halagado el día tremendo de las contiendas sangrientas, y vilmente proscripto el día feliz de las contiendas legales? 
¿Su voz no ha de resonar sino entre el estruendo de las fraticidas armas, y su majestuosa figura no ha de lucir sino al pálido resplandor de las hogueras? El pueblo da su vida por la libertad pero no puede dar por la libertad su voto; ¡qué sofisma! 
Dicen que no es ilustrado; no lo creáis. Si no temiera cansaros, desenvolvería una teoría a mi entender lógica y razonable; pero renuncio a ello por el temor de seros inoportuno. El señor Castelar: No tengo derecho a distraer por tanto tiempo la atención del auditorio. Señores, la humanidad es como él hombre. Tres facultades intelectuales descubrimos en el hombre; la sensibilidad que le relaciona con el mundo exterior; la inteligencia, esfera donde se forman las nociones; y la razón, último extremo de nuestras facultades, hermoso templo de las ideas. 
A estas tres facultades pertenecen tres periodos históricos. Cuando la sensibilidad predominó en los pueblos, el feudalismo los cautivó amedrentándolos con su tajante espada y deslumbrándolos con su colosal poder; pero cuando la inteligencia dominó a la sensibilidad, la tiranía perdió su fuerza, los magnates perdieron sus fueros, y el trono, institución veneranda, institución antiquísima, concentró en sí todos los derechos; hasta que la razón, soberana del mundo, levantó el pueblo al absoluto ejercicio de la soberanía que por derecho le corresponde. Señores: ¡el pueblo del siglo XIX no es ilustrado! Eso es mentira. Ese pueblo tiene por cetro el rayo, por mensajero el relámpago. Ese pueblo mandó un día en la Convención que la victoria le obedeciera, y le obedeció la victoria. Ese pueblo ha recibido la herencia de todos los siglos, y ha reconquistado con la fuerza de sus ideas la completa serie de todos sus derechos; ese pueblo, en fin, ha visto los fantasmas de lo pasado caer trémulos de espanto a sus pies pidiendo un ósculo de paz. 
Necesita educación, ¡quién lo duda! He aquí, señores, el instante oportuno para hablar libremente de la libertad de enseñanza. Yo la admito como principio absoluto, yo la rechazo hoy como principio de aplicación. Señores, no dudareis que la Francia nos ha precedido en muchos periodos de civilización, aunque después haya abandonado vergonzosamente su gloriosa obra. ¿Sabéis, pues, quién defendía en Francia la libertad de enseñanza? La defendía Montalembert. ¿Sabéis quién atacaba en Francia la libertad de enseñanza? La atacaba Víctor Hugo. El mismo programa que estamos discutiendo ha comprendido esta verdad al pedir que la enseñanza sea gratuita, pues si es gratuita no puede ser libre, y si es libre no puede ser gratuita; porque ¿con qué derecho forzaríais al hombre que necesita del trabajo para vivir a que enseñase gratuitamente? Entonces el pobre pueblo, ese rey sin corona, caería en las tinieblas de la ignorancia, y de consiguiente en las cadenas de la esclavitud. Hoy las nuevas inteligencias que se despiertan a la triste lucha de la ida, deben ser educadas por el Estado y para el Estado. De otra suerte, la enseñanza vendría a parar a nuestros enemigos, y nuestros enemigos, de seguro, no le dirían al pueblo que son soldados de su inmortal cruzada el divino Homero, creador de los Dioses; Esquilo, que desafiaba a los tiranos en el campo y en la escena; Sófocles, que cantó las miserias de los reyes; el justo Sócrates; el angelical Platón; y el triste Lucrecio; no le recordarían, no, que la libertad cuenta entre sus cantores al Dante, entre sus apóstoles a Santo Tomás, y entre sus mártires a Dios. 
Señores: Toda libertad no puede existir sin que tenga por límite otra libertad. Así es que la libertad de enseñanza podrá realizarse cuando la libertad de cultos sea completa, cuando la libertad de imprenta sea absoluta; y aquí, señores, llamo vuestra atención. La imprenta que, entre nosotros es una organización, un poder, debe perder esa forma, porque los poderes nos abruman. Sus ideas deben ser consideradas como ideas individuales; así, señores, la imprenta no tendrá fuerza para derribar a los gobiernos. Esto sucede en todos los pueblos libres. En Inglaterra la imprenta dice todo lo decible del gobierno sin que la sociedad se conmueva; en los Estados Unidos la imprenta sostiene todo lo sostenible contra el presidente, sin que el presidente caiga. Aquí, señores, mientras la imprenta tenga fuero propio, mientras preste un depósito, será, fuerza es decirlo, será una aristocracia; y tened entendido que siendo de esta forma, la aristocracia del capital representa por lo mismo a la mas temible y a la menos gloriosa de todas las aristocracias. Señores, yo, por ejemplo, puedo tener la cabeza llena de ideas levantadas, y el corazón rebosando en generosos sentimientos; pero como soy pobre, como no tengo dos mil duros para un depósito, me arrastraré en la impotencia y moriré en el olvido. 
Señores: Solo el partido democrático puede llevar a su cima nuestra gloriosa revolución. Todos los principios que le han servido de bandera forman nuestros dogmas y nuestros principios. Yo le diría al partido progresista: ¿Qué quieres? ¿Soberanía del pueblo? Pues cédenos el puesto, porque nosotros queremos esa soberanía con todas sus lógicas consecuencias; porque nosotros damos al pueblo por corona el derecho, y por cetro la ley. 
¿Economías'? Nadie sino el partido democrático puede salvaros de la bancarrota que os amenaza, porque el partido democrático, con su abnegación, realizará profundas economías sin lastimar, por eso el crédito del país, sin oponerse a todos los derechos, que son sagrados. ¿Libertad? Nosotros la alzaremos, en nuestros brazos, sin límites que la nieguen; sin barreras que la detengan, sin instituciones que la limiten. He aquí por qué la unión que proclamáis es viciosa: y esta es, la ocasión de hablar cuatro palabras sobre la encomiada unión liberal, que aquí se ha tratado de una manera lastimosa. 
Las ideas no se unen, porque entre ideas opuestas no debe haber lógicamente armonía; los partidos no se unen, porque el partido que renuncia a sus ideas es apóstata. El antiguo partido liberal, por mas esfuerzos que haga, está ya muerto. Ha puesto en práctica toda la serie posible de sus ideas, y no ha podido después, señores, ni por breve espacio sostenerlas. Hoy dice que olvidemos el pasado. Un partido viejo, un partido decrépito, renuncia a la historia que debiera ser hoy su único título a la consideración de las gentes. Señores, tres Constituciones ha dado el partido liberal; la Constitución del 12, que enaltecía el principio de libertad; la Constitución del 45, que enaltecía el principio monárquico; y la Constitución del 37, término medio entre estos dos puntos extremos. Ahora bien: la Constitución del 12, que corrió azares de varia fortuna, fue rasgada por los hombres que la habían apoyado con sus ideas y defendido con su sangre: la Constitución del 37 ni fue respetada ni fue temida, y no la valió el instinto de prudencia que había presidido a su elaboración y nacimiento para libertarla, de los tremendos golpes, que ocasionaron su muerte; y la Constitución del 45, que la suprema inteligencia del partido moderado había compuesto, fue arrastrada sin piedad por sus prohombres, y conducida al abismo de su perdición por sus mismos autores. El partido liberal, está, pues, muerto; ya no hay ni puede haber en su corazón sentimientos; ya no hay ni puede haber en su cerebro nuevas ideas. Si avanza, es nuestro el triunfo; si retrocede, el triunfo es del absolutismo. ¡Qué elija! Señores: Todos dicen que nuestra patria camina a la retaguardia de la civilización. No lo creáis. España está destinada a ponerse a la cabeza del mundo. En su privilegiado suelo, bajo ese hermoso horizonte que sonríe como un ángel de paz, debe ensayar las grandes ideas que mas tarde han de realizarse en todos los pueblos de la tierra. ¿Quién puede poner en duda este privilegio, cuando Portugal nos tiende sus brazos, cuando estamos en el deber de realizar, no la unión de los partidos, sino la unión de los pueblos? 
Hoy somos los soldados de la libertad, y, por consecuencia los soldados de Dios. Los individuos ensayan en sus conciencias ideas que aplican a los pueblos; los pueblos ensayan en su conciencia ideas que aplican a la humanidad. El sol, pues, el sol, sujeto en otro tiempo a iluminar eternamente nuestro suelo, bendice hoy con sus rayos de oro la bandera de nuestra victoriosa revolución, que hace estremecer de gozo a los oprimidos. Somos la nación salvadora. Si no, tended los ojos conmigo por Europa. Inglaterra ha comerciado con la libertad; Francia, levantando a los pueblos de su postración, los ha vendido en el amargo día que mas necesitaban de su espada; Alemania ¡parece imposible! Alemania, que ha pretendido la confederación universal de todos los pueblos; que ha elevado en alas de la libertad del pensamiento a todas las inteligencias a las últimas esferas de la filosofía; Alemania, patria de Schiller y de Hegel, es hoy esclava de Juliano el apóstata. 
La democracia es antigua, muy antigua en nuestro suelo. Nuestros pueblos de la edad media entendían el derecho de petición mejor que lo entienden los liberales de nuestros días. 
¿Sabéis donde está nuestro porvenir? Nuestro porvenir está en África. Allá deben ir nuestros ejércitos permanentes a ganar sus grados. 
No olvidéis que fuimos un día pueblo civilizador. Nosotros llevamos la civilización a la América. Verdad es que América fue ingrata; pero los pueblos tienen que ser ingratos con los pueblos, para ser agradecidos con la humanidad. Un día recorrió España a la sombra del Trono, el espacio que separa Covadonga de Granada; se lanzó a lo infinito, y nuevos mundos le tributaron homenaje; pobló los mares con innumerables escuadras que merecieron tener por enemigo la cólera de Dios: que no otro pudiera vencer a la invencible. Levantó el Escorial, símbolo de nuestras instituciones, padrón de nuestras artes. ¿Pues por qué ahora con progresos mas grandes no hemos de alcanzar días mas felices? 
Señores: voy a concluir, estoy muy fatigado y el auditorio lo estará también. Señores, algún día irán nuestros hijos a registrar en las páginas de la historia los colosales poderes que han vivido en apartados siglos, y les causará el espanto y la admiración que a nosotros nos causan las pirámides de Egipto; y en su espanto no sabrán que admirar mas, si la inmensa grandeza de esos poderes, o la afrentosa esclavitud de sus progenitores. 
Señores: Pidamos que se realice la fraternidad entre todos los hombres, y la fraternidad entre todos los pueblos, porque todos nos encaminarnos a una patria que es el cielo. Pidamos que se realice en todas sus aplicaciones la verdad cristiana; que la Justicia sea el sol de nuestras esferas sociales; que las clases menesterosas reciban el pan de la inteligencia, no del Estado sino de la libertad de su trabajo. El trabajo, señores, que es a la propiedad lo que el cincel de Fidias es al mármol, debe recibir de la justicia la debida recompensa. En fin, señores, pidamos a Dios que Inglaterra sea verdaderamente aliada de la libertad; que Alemania, mente del mundo, nos revele nuevos misterios de la ciencia, nuevos secretos del arte; que Francia sacuda su letargo y vuelva a ser el tribuno de los pueblos; que Hungría y Polonia rasguen sus túnicas de esclavas, y que Italia, esa prodigiosa artista que regala con dulces armonías el sueño de sus señores, se levante herida de sus recuerdos y recoja del suelo la rota lanza de Bruto y Cincinnato; porque con ideas tan grandes, y con tan denodados guerreros, el triunfo de la libertad será, sí eterno. 
He dicho.


  
Monseñor.


  
Monseñor (del italiano monsignore y este del francés monseigneur: mi señor) es un tratamiento que se emplea delante del nombre propio de algunos eclesiásticos con una dignidad especial, como los obispos y los capellanes de Su Santidad, entre otros. Sin embargo, comúnmente se toma la palabra «monseñor» como un título honorífico para indicar los títulos honoríficos de quienes reciben este tratamiento.

También era conocido como messer, contracción de messere, a su vez contracción de meser en occitano medieval.

Aparte de los obispos, vicarios generales de las diócesis, y algunos oficiales de la curia romana, tres títulos honoríficos concedidos a sacerdotes seculares requieren el uso del tratamiento "monseñor":
  • capellán de Su Santidad,
  • prelado de Honor de Su Santidad y
  • protonotario apostólico.

El papa Francisco, en enero de 2014, decidió reducir aún más estos títulos dejando solo el título de "capellán de Su Santidad" y no concederlo a sacerdotes menores de 65 años. Asimismo, no afecta a las personas que reciben el tratamiento de "monseñor" por otros títulos (como los capellanes de la Soberana y Militar Orden de Malta, SMOM).

Hispanoamérica

Tradicionalmente en Hispanoamérica a los obispos y arzobispos no se les titula así, aunque, por influencia fracesa e italiana, se está extendiendo el llamar a un obispo o arzobispo con el apelativo de "monseñor". La fórmula de tratamiento apropiada es "Excelencia" o "Excelentísimo y Reverendísimo Señor" para arzobispos e "Ilustrísima" o "Ilustrísimo y Reverendísimo Señor" para obispos.


  
Hábito coral de los capellanes de Su Santidad


Capellán de Su Santidad, anteriormente denominado camarero secreto de Su Santidad, es un título honorífico que se confiere por una especial concesión de la Santa Sede a los presbíteros (es decir, los sacerdotes). Generalmente se concede a petición del obispo de la diócesis para sacerdotes considerados dignos, aunque no tanto como otro antiguo título similar, el de prelado de honor de Su Santidad. Es el único título que se mantuvo tras la abolición de los títulos honoríficos en la Iglesia católica por parte del Francisco, en enero de 2014.
Base para el escudo de un capellán de Su Santidad 


El complemento de Su Santidad identifica el prelado galardonado de la homónima Condecoración Pontificia. La Instrucción sobre la atribución de distinciones honoríficas pontificias, proclamada por la Secretaría de Estado de la Santa Sede el 13 de mayo de 2001, dispone que el título puede ser concedido a sacerdotes del clero secular que hayan cumplido al menos 65 años de edad. Para cada diócesis, el número total de monseñores no debe superar el 10 % del clero. Es práctica consolidada su atribución a sacerdotes a veces también muy ancianos, o que se han distinguido.
El capellán de Su Santidad tiene el título de Reverendo Monseñor y puede ser distinguido de otros sacerdotes por sus vestiduras, como prevé la instrucción de la Secretaría de Estado Ut sive sollicite sobre las vestiduras, títulos e insignias de cardenales, obispos y prelados menores, promulgada el 31 de marzo de 1969 firmado por el secretario de Estado de la Santa Sede card. Amleto Giovanni Cicognani
Los capellanes de Su Santidad tienen como vestimenta coral y también como traje de diario la sotana negra con ojales, botones, bordes y forro de color morado y banda de seda morada. La sotana morada, el mantelón morado, la banda con copos y las hebillas sobre zapatos fueron suprimidos, así como la borla morada sobre la birreta negra.
Los siguientes son capellanes de Su Santidad durante munere (es decir, mientras estén en el cargo):

• Los canónigos de las catedrales de Lodi y Siracusa. 
 • Los canónigos del capítulo de los santos Celso y Juliano en Roma. 
• Los capellanes de la Soberana Orden de Malta, SMOM.  
• Los clérigos de la capilla papal.  
• Los coadjutores canónicos de las grandes basílicas papales.

Este rango no expira, pero requiere renovación tras la muerte del papa que otorgó este rango.

  
Hábito coral del Prelado de honor de Su Santidad


Prelado de honor de Su Santidad, antes conocido como prelado doméstico de Su Santidad, fue un título honoríficos otorgado por una concesión especial de la Santa Sede a los presbíteros. Por lo general se concedía a petición del obispo de la diócesis para los sacerdotes considerados meritorios, aunque muy raramente en conjunción con el título honorífico de capellán de Su Santidad.
Base para el escudo de un prelado doméstico.


La Instrucción para la transferencia de las concesiones papales, promulgada por la Secretaría de Estado de la Santa Sede el 13 de mayo de 2001, establecía que el título se podía conceder a los sacerdotes del clero secular, eclesiásticos en el servicio diplomático de la Santa Sede y los funcionarios de la Curia Romana y que hubieran completado al menos cuarenta y cinco años de sacerdocio. Como regla general, se debía solicitar primero el título de capellán de Su Santidad antes del título de prelado de honor. Entre el primer y el segundo grado debían pasar por lo menos diez años. Para cada diócesis, el número total de monseñores no podía superar el 10 % del clero. 
En enero de 2014, este título fue abolido por el Papa Francisco con la idea de reducir los títulos honoríficos dentro de la Iglesia católica. Actualmente solo se utiliza el título de capellán de Su Santidad, otorgado a los sacerdotes que lo merezcan y que hayan cumplido los 65 años de edad (y no 35 años, como en el pasado).

Prerrogativas.

El prelado de honor se distingue de otros sacerdotes por su vestimenta, según lo dispuesto en la Instrucción de la Secretaría de Estado de la Santa Sede Ut sive sollicite, sobre las prendas, títulos e insignias de cardenales , obispos y prelados menores. El hábito coral está formado por la sotana morada, el fajín de seda morada con flecos, sobrepelliz sin pliegues (pero no el roquete), y bonete negro con borla negra. En ocasiones solemnes fuera de las celebraciones litúrgicas la vestimenta usada es la sotana negra sin esclavina con ojales, botones y ribete morado, y fajín de seda morada.
 A diferencia del Protonotario apostólico supernumerario, sin embargo, los prelados de honor no pueden llevar el ferraiolo morado. Se suprimió el ferraiolo morado, el fajín con borlas, la borla morada del bonete, los calcetines morados y las hebillas de plata en los zapatos.

Los prelados de honor gozan del tratamiento de Reverendo Monseñor.

Son prelados de honor:
  • Los auditores de Rota,
  • Los clérigos de la Cámara Apostólica

Son prelados de honor durante munere:

  • Los canónigos de las catedrales de Pisa, Siena y Vercelli,
  • Los canónigos del Capítulo Metropolitano de Génova,
  • Los canónigos del Capítulo Metropolitano de Tarento,
  • Los canónigos del Capítulo Metropolitano de Bolonia,
  • Las dignidades del Capítulo Metropolitano de Catania,
  • El mayor de los Canónigos de San Lorenzo en Dámaso en Roma,
  • Los capellanes conventuales ad honorem SMOM,
  • Los capellanes de la Capilla del Tesoro de San Genaro en Nápoles,
  • Los jueces del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica en España,
  • El superior y decano de la Colegiata de Prabuty (Polonia),
  • El preboste de Canzo (Arquidiócesis de Milán), 5 años después de asumir el cargo,
  • El preboste de Asso (Arquidiócesis de Milán),
  • El arcipreste del Capítulo de los Santos Celso y Giuliano en Roma,
  • El preboste pro tempore de Clusone (Bérgamo),
  • Los miembros de los Colegios del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica, conservando el hábito que les corresponde,
  • Los penitenciarios apostólicos menores,
  • El párroco pro tempore de Caravaggio (Bérgamo).

  
Hábito coral de los Protonotarios apostólicos numerarios

En la Iglesia católica, protonotario apostólico (latín: protonotarius apostolicus) es el título entregado al miembro del más alto colegio no episcopal de prelados en la Curia Romana.

Historia.
El Protonotario Apostólico, Monseñor Leonardo Sapienza, lee algunos pasajes de la Bula "Spes non confundit" de Convocatoria del Jubileo Ordinario de 2025: 


En el pasado, había en Roma siete notarios regionales, quienes, con el desarrollo de la administración papal y conjuntamente con el creciente incremento de notarios, permanecieron como los notarios supremos del palacio de la cancillería papal (notarii apostolici o protonotarii). En la Edad Media, los protonotarios eran altos oficiales papales, y eran ascendidos de este cargo directamente hacia el Colegio cardenalicio. Originalmente eran siete los miembros, no obstante, el papa Sixto V (1585-90) aumentó el número a doce. Su importancia gradualmente disminuyó, y durante la Revolución francesa este organismo casi desaparece por completo.
 El 8 de febrero de 1838, el papa Gregorio XVI restableció el colegio real de protonotarios con siete miembros llamados (latín: protonotarii de numero participantium) “protonotarios numerarios", debido a que compartían los ingresos, como los oficiales de la Cancillería.

Escudo de armas genérico de un protonotario apostólico.


A.-Protonotarios apostólicos numerarios: quienes continúan trabajando para el Colegio de Protonotarios y aún ejercen ciertas labores concernientes a los documentos papales; tienen el tratamiento de Reverendísimo Monseñor, y su hábito coral está compuesto de sotana y fajín morados, roquete, mantelete morado y bonete negro con borla carmesí. El hábito prelaticio que les corresponde es la sotana negra con botones, ojales y ribete carmesí, y el fajín morado, pudiendo usar en ocasiones solemnes de naturaleza no litúrgica el ferraiolo morado.
Escudo de Mons. Nicolas Henry Thevenin, Protonotario Apostolico di Numero Partecipante.


La tarea de los protonotarios apostólicos es redactar las actas y documentos más importantes que anuncian los dogmas , canonizaciones, entronizaciones y muertes de los papas. Además, supervisan la clausura y apertura regulares de los cónclaves y siguen el protocolo de los consistorios .
Los protonotarios apostólicos están incluidos en la primera sección de la Secretaría de Estado. 

Abreviador,

Abreviador, en plural Abreviadores en español, también llamados Breviadores, era un cuerpo de escritores en la Cancillería Apostólica papal, cuyo objetivo era preparar las bulas papales, informes papales y decretos consistoriales antes de que fuesen escritos in extenso por los scriptores.
Se mencionan por primera vez en las bulas papales Extravagantes del Papa Juan XXII y del Papa Benedicto XII.

Origen romano

Abreviadores son aquellos que hacen un acortamiento o producen un resumen de una escritura larga o un discurso. Esto se realiza acortando las partes, es decir las palabras y frases; se trata de una forma abreviada de escritura común entre los romanos. Las abreviaciones eran de dos tipos, el uso de una sola letra para una sola palabra, o el uso de una señal, nota, o marca para una palabra o frase.
El Emperador Justiniano prohibió el uso de abreviaciones en la recopilación del "Compendio" y después extendido su prohibición a todas las otras escrituras. Esta prohibición no fue obedecida universalmente. Los abreviadores lo entendieron a su propia conveniencia y se interesaron por usar la forma abreviada; esta era la situación, especialmente en Roma. Fue una práctica antigua de los cristianos que permitió de manera fácil y segura la comunicación entre sí, y con el fin de salvaguardar sus secretos de los enemigos y los falsos hermanos.

Abreviadores eclesiásticos

La Cancillería Apostólica adoptó este modo de escritura como el estilo curial, todavía más allá, omitiendo el ae de los diptongos y oe, e igualmente todas las líneas y marcas de puntuación. Los abreviadores eclesiásticos son oficiales de la Santa Sede, ya que ellos están entre los oficiales principales de la Cancillería Apostólica, uno de los rangos más antiguos, y la mayoría de las oficinas son importantes en la Curia Romana. El alcance de su trabajo, así como el número de sus oficiales, ha variado.
Hasta los siglos XII y XIII, el deber de la Cancillería Apostólica, o romana, era preparar y apresurar las cartas de obispos y escritos para la comparación de dignidades de la iglesia y otras materias de gran importancia que eran discutidos y decididos en el Consistorio. Aproximadamente en los siglos XIII y XIV, los papas, que residían en Aviñón, Francia, empezaron a reservar la recopilación de beneficios, para que todos ellos, especialmente los mayores, se confirieran por medio de la Curia Romana (Lega, Praelectiones Jur. Pueda., I, ii, 287).Como consecuencia, el trabajo aumentó grandemente, y el número de abreviadores también aumentó. Para regular la expedición apropiada de estos beneficios reservados, en el pontificado del Papa Juan XXII se instituyeron las reglas de cancillería para determinar la competencia y modo de procedimiento de esta oficina. Después el establecimiento del Dataria y el Secretariado de Informes se alivió el trabajo de la Cancillería y se redujo el número de abreviadores.
Según Ciampini (Lib. de Abbreviatorum de parco majore etc., cap. i) la institución de abreviadores era muy antigua, teniendo éxito después de las persecuciones a los notarios que grabaron los actos de los mártires. Otros autores rechazan esta institución temprana y se lo atribuyen al Papa Juan XXII (1316). Es cierto que él utilizó el nombre abreviadores, pero habla como si ellos hubieran existido antes de su tiempo, y tuvo, por sobreimposición de su labor, muchas quejas y protestas. Según el Extravag. Joan. teta. xiii, "el anuncio de Cum Sacrosanctae Romanae Ecclesiae", se prescribe el trabajo, y se determina cuánto ellos pueden cobrar por su labor, se estableció un impuesto para un resumen o acortamiento de veinticinco palabras, o su equivalente; o 150 letras. Se prohibió cobrar más, aun cuando en el resumen fuesen más de veinticinco palabras, pero menos de cincuenta palabras; con base a esto se establece la primera base del impuesto, en función del trabajo empleado por escrito, apresurado, etc., promulga que la base del impuesto es el trabajo empleado por escrito, apresurando, etc. Las Bulas y otros medios podían aumentar los emolumentos al destinatario del favor o beneficio conferido por la Bula. Se declara que quienquiera cobrará más del impuesto arreglado por él, se suspendería durante seis meses de la oficina, y en una segunda violación de la ley, se privaría de su oficio, y habría excomunión, si el delincuente era un abreviador.

Si una carta grande tenía que reescribirse, debido a una copia inexacta del abreviador, éste y no el receptor de la Bula debía pagar el recargo por el trabajo extra del escritor apostólico. Cualquier cosa podía ser objeto de fechado en la institución del abreviador. Se tornó de importancia mayor como entidad, y su privilegio aumentó a manera de una universidad de prelados.

El Papa Martín V (Constit. 3 "En Apostolicae", ii y v) fijó la manera para su examen y aprobación, y también el impuesto que ellos debían exigir por su trabajo, y la sobrecarga. Él también asignó ciertos emolumentos. Quien fuera el abreviador más bajo, sería promovido al más alto, o mayor, hasta la presidencia. Sus oficinas eran compatibles con otras oficinas, es decir ellos podían tener dos beneficios o cargos al mismo tiempo, algunos conferidos por el Cardenal Vice-Canciller, y otros por el Santo Padre.

De la Oficina, a un Colegio de Prelados

En el pontificado de Pío II, el número de abreviadores que había sido fijado en veinticuatro, tendió a crecer, ello implicó que disminuyera la remuneración individual. Como consecuencia, los hombres capaces y competentes no buscaron el trabajo en esta oficina, y el viejo estilo de escritura en relación a las Bulas cayó en desuso. Esto provocó un daño en la justicia, las partes interesadas, y la dignidad de la Santa Sede.
Con el fin de remediar esto, y restaurar el viejo estilo de la cancillería, el Papa seleccionó fuera del gran número del abreviadores de entonces, a setenta, y los formó en una universidad de prelados. Decretó también que su oficina debía ser perpetua, que debían tenerse en cuenta ciertos emolumentos, y les concedió ciertos privilegios. Él ordenó que algunos fueran llamados "Abreviadores de la Barra Superior" (de Parco Majori), y los otros de la Barra más Baja (de Parco Minori).
El primero de los mencionados debía tener una posición ligeramente levantada sobre la cámara, separada del resto del vestíbulo a través de una celosía. Ayudaba al vicecanciller, subscribía cartas y ocupaba mucho tiempo examinando, revisando, y apresurando las cartas apostólicas a ser emitidas con el sello de plomo. El de la barra más baja, sin embargo, debía sentarse entre los escritores apostólicos en los bancos de la parte inferior de la cámara, y su deber era llevar los horarios firmados o súplicas a los prelados de la barra superior.
Uno de los prelados de la barra superior hacía un resumen, y el otro prelado de la misma barra lo revisaba. Los prelados de la barra superior formaron una especie de tribunal en el cual, ellos como universidad, decidían lo que podrían hacer sobre la forma y calidad de las cartas, de las cláusulas y decretos para ser unido a las cartas apostólicas, y a veces sobre el pago de los emolumentos y otras contingencias. Su opinión sobre las preguntas acerca de las actividades de la cancillería se estimó muy apreciada por todos los tribunales romanos. Pablo II suprimió esta universidad, pero Sixto IV (Constitutio 16, "Divina") la restableció.
Este último Papa, fijó setenta y dos abreviadores de quienes doce eran del superior, o mayor, y veintidós del más bajo, o menor, con treinta y ocho examinadores que se ocupaban de la forma de las cartas. Su trabajo también se relacionó con dar asistencia a días de multa, así como de firma de cartas y diplomas. Ciampini menciona un decreto del Vice-Canciller por el que los ausentes eran multados en cuanto a la pérdida de su porción de los emolumentos de la sesión siguiente de la cancillería.
El mismo Papa también concedió muchos privilegios a la Universidad de Abreviadores, pero sobre todo a los miembros de la presidencia mayor. Pío VII suprimió muchas de las oficinas de la cancillería, de tal manera que desapareció el Tribunal de Correctores y los Abreviadores de la presidencia más baja. Del Tribunal de Correctores, sólo permaneció un suplente-corrector. Bouix (Curia Romana, revise. 1859) indica que fue la supresión de la presidencia a nivel más bajo y pone el número en once abreviadores para esa fecha.
La universidad en el año 1903, tenía a diecisiete prelados, seis suplentes, y un subalterno-suplente, y exceptuando a los prelados, todos podían ser clérigos u hombres comunes. Aunque el deber de los abreviadores era originalmente hacer resúmenes y abreviaciones de las cartas apostólicas, los diplomas, etc., usando las abreviaciones legales, cláusulas, y formularios; cuando su oficina creció en importancia, delegaron parte de sus actividades a suplentes y se restringieron a vigilar la expedición apropiada de las cartas apostólicas.
Antes del año 1878, todas las cartas apostólicas e informes que requierieran para su validez el sello de plomo, tenían que estar en pergamino áspero y en caracteres góticos (cartas redondas, también llamado Gallicum y normalmente Bollático, en Italia actualmente se le denomina Teutónico) se omitían líneas o diptongos, o marcas de puntuación. Las Bulas que se escribieran en un pergamino diferente, o en caracteres diferentes con líneas y puntuación, o sin las abreviaciones acostumbradas, cláusulas, y formularios, se rechazaban como espurias.
El Papa León XIII (Constitutio Universae Eccles., 29 Dic., 1878) ordenó que debían escribirse de esa fecha en adelante, en caracteres latinos ordinarios en el pergamino ordinario, y que ninguna abreviación debía usarse excepto aquellas que fueran fácilmente entendidas.

Títulos y Privilegios

En el pasado, los abreviadores contaron con grandes privilegios. Por decreto de León X, llegaron a ser nobles, de cuentas palatino, y miembros de la Casa Papal. Ellos podían de esta manera, disfrutar de todos los privilegios de prelados domésticos y de prelados en asistencia real del Papa. Tenían muchos beneficios así como expectativa de los mismos.

Las propiedades de ellos y sus clérigos estaban exentas de toda la jurisdicción excepto la jurisdicción inmediata del Papa, y no estaban sujetos a los juicios del Interventor de Causas, o al Vicario Cardinal. El Papa también los autorizó a conferir (hoy dentro de las limitaciones estrictas) el grado de Doctor, con todos los privilegios universitarios, crea a notarios. Se establecen procesos para que los herederos puedan recibir los beneficios al quedar vacantes las posiciones de los padres, situación que ha sido revocada. También se podría ennoblecer a tres personas y hacerlas integrantes de la Orden de Caballeros de San Silvestre (Militiae Aureae). Podían disfrutar y llevar la insignia de nobleza. El Papa Gregorio XVI rescindió ese privilegio y se reservó al papado, el nombramiento de caballeros (Acta Pont. Greg. XVI, Vol. III, 178-179-180).

El Papa Pablo V quien en su juventud fue miembro de la Universidad (Const. 2, "Romani"), les hizo “Referendaries” de favores, y después de tres años de servicio, “Referendaries” de Justicia, disfrutando los privilegios de tal posición y permitiendo ayudar en las firmas ante el Papa. Ellos tenían una sección en el Palacio Papal y exceptuándolos del registro de favores como fue requerido por Pío IV (Const., 98), respecto a materias que pertenecen a la Cámara Apostólica.

Ellos continuaban, inmediatamente después de los doce miembros de la votación de la Firma en capella. Se permitieron abreviadores de la presidencia mayor en cuanto a llevar la casaca purpúrea y capa, como también rochet en capella. Los abreviadores de la presidencia más baja antes de su supresión, fueron clérigos simples, y según permiso concedido por Sixto IV (loc. el cit.) podían ser incluso hombres casados.

Estas oficinas podían quedar vacantes por la muerte del abreviador, siendo reservadas para la curia, sin importar el lugar de la muerte. Los prelados podían renunciar a su oficina, a favor de otros. Anteriormente estas oficinas así como aquellos de los otros funcionarios de la cancillería del Regente, constituían elementos de venalidad que mucho papas lucharon por abolir, especialmente Benedicto XIV y Pío VII. Leo XIII (Motu Proprio, 4 de julio de 1898) solemnemente decretó la abolición de toda la venalidad en el traslado o comparación de oficinas.

Como prelados domésticos, los prelados de la Corte romana, tienen superioridad personal en cada diócesis del mundo. A ellos se dirigen como "Reverendissimus", "Reverendo Correcto", y "Monseñor". Como prelados, y por consiguiente poseyendo la dignidad legal, ellos son competentes en cuanto a recibir y ejecutar órdenes papales. El Papa Benedicto XIV (Const. 3, "Máximo") les concedió el privilegio de llevar un sombrero con venda púrpura a prelados de la presidencia mayor, derecho que ellos aun sostienen después de que hayan dejado de ser abreviadores.

Supresión

El colegio fue suprimido en 1908 por el Papa Pío X y sus tareas fueron transferidas a la protonotarii apostolici participantes. (Ver Curia Romana)
Hábito coral de los Protonotarios apostólicos supernumerarios


B.-Protonotarios apostólicos supernumerarios: Es un título conferido a los sacerdotes por el Papa; sin embargo, es puramente honorario y no supone ningún deber con la Curia. 
Los sacerdotes que han sido honrados con este título gozan del tratamiento de Reverendo Monseñor así como del acrónimo P.A. después de sus nombres donde sea costumbre. Su hábito prelaticio es la sotana negra con botones, ojales y ribete carmesí con fajín morado, pudiendo usar el ferraiolo morado en ocasiones solemnes no litúrgicas. En coro llevan sobrepelliz sobre la sotana y fajín morados, y se cubren con el bonete negro con borla negra.

En 2014, por decisión del Papa Francisco , el título honorífico de protonotario apostólico supra numerum ya no fue otorgado , sin embargo, los clérigos a quienes se les ha otorgado este título lo conservan de por vida 

  

Francisco, Obispo, Siervo de los Siervos de Dios, a su amado hijo Juan Carlos Elizalde Espinal, del clero de la Sede metropolitana de Pamplona y Tudela y allí hasta ahora Vicario Episcopal, elegido Obispo de Vitoria, mi saludo y Bendición Apostólica.

Habiendo sido designado Pastor de la Iglesia Catedral de Vitoria, vacante por la renuncia del Venerable Hermano Miguel José Asurmendi Aramendía, SDB, con el consejo de la Congregación para los Obispos, tú, amado hijo, provisto de las debidas dotes y experto en los asuntos eclesiales y en Teología Espiritual, nos pareces digno para regirla.

Así pues, Nos situado en la Cátedra de Pedro y solícito del bien de todo el rebaño del Señor, con Nuestra Apostólica potestad te nombramos Obispo de Vitoria con todos los derechos y obligaciones.

Permitimos que recibas la ordenación de cualquier Obispo católico fuera de la ciudad de Roma observadas las leyes litúrgicas y hecha la profesión de fe y el juramento de fidelidad hacia Nos y Nuestros Sucesores según los sagrados cánones y costumbres.

Además mandamos que estas Letras sean puestas en conocimiento del clero y del pueblo de la diócesis; a los que animamos a que te reciban con alegría y permanezcan siempre unidos contigo.

Por último, amado hijo, al asumir el gravísimo oficio de Obispo, haz que los fieles a ti confiados continúen creciendo cada día en la fe, la esperanza y, sobre todo, la caridad, Reina de todas las virtudes.

La Paz y la Luz de Cristo, con la protección de Santa María Virgen, estén siempre contigo y con esa querida comunidad eclesial en la amada España.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día ocho del mes de Enero del año del Señor dos mil dieciséis, en el Jubileo de la Misericordia, tercero de Nuestro Pontificado.

Francisco

Marcellus Rossetti
Protonotario Apostólico
Letras Apostolicas

Juan Carlos Elizalde Espinal (Mezquíriz, 25 de junio de 1960) es un eclesiástico,
 profesor, teólogo y filósofo católico español. Es el obispo de Vitoria.



 
Casa de Santa Marta.

  


La Domus Sanctae Martha  (en español: Casa de Santa Marta o Residencia de Santa Marta) es un edificio construido en 1996, adyacente a la basílica de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano, durante el pontificado de Juan Pablo II, conocida principalmente por ser la residencia de los cardenales electores durante los cónclaves a partir de su designación como tal por el propio Juan Pablo II en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis. Se encuentra ubicada en la plaza de Santa Marta, al lado de la puerta de entrada del «Perugino».

Historia
 

El edificio que hoy ocupa la Domus Sanctae Marthae fue con anterioridad una casa de asistencia para enfermos, constituida por el papa León XIII, para atender a los enfermos de la epidemia de cólera que azotó Roma en 1881. Igualmente, en tiempos del Holocausto, durante la Segunda Guerra Mundial, fue utilizada, por orden de Pío XII, para refugiar a prófugos judíos y representantes diplomáticos que rompieron relaciones diplomáticas con Italia.


Con la promulgación por Juan Pablo II de la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis el 22 de febrero de 1996, la casa fue constituida como el lugar de descanso de los cardenales participantes en el cónclave, por lo que, junto con la Capilla Sixtina, la domus se convirtió en una de las dos sedes más importantes donde se desarrolla el cónclave.
En 2013 el papa Francisco la eligió como residencia en lugar de utilizar el habitual apartamento papal del Palacio Apostólico Vaticano. Fue aquí mismo donde falleció, el 21 de abril de 2025.

Distribución y administración

Basílica de San Pedro y Domus Sanctae Marthae (a la derecha)

Consta de cuatro plantas y un total de 129 habitaciones, de las cuales 106 son suites, 22 habitaciones dobles y un apartamento.​ Durante el cónclave cada cardenal se debe alojar en solitario, y su principal preocupación es procurar una pronta elección papal. La ocupación final de las habitaciones depende del resultado del sorteo a cargo del camarlengo.

Es administrada por la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Cuando no es usada para el cónclave, la misma sirve de residencia para los cardenales y prelados durante sus estancias en Roma.

Nota.

Así es la habitación en la que murió el papa Francisco.

oficina del papa

Su estilo de vida austero, que incluyó un velorio sin pompas, dejó una huella profunda en la Iglesia y el Vaticano.

25 de abril 2025


Durante los doce años que encabezó la Iglesia católica, el papa Francisco eligió vivir en la habitación 201 de la Casa Santa Marta, un gesto que marcó una ruptura simbólica y concreta con los lujos del Vaticano.
En lugar del Palacio Apostólico, con sus salones dorados, Francisco optó por un cuarto sencillo, sin más que una cama individual, un crucifijo, una lámpara de lectura y su mate argentino.


Esa decisión, que tomó apenas comenzado su pontificado en 2013, no fue circunstancial. Fue una definición política y espiritual. “Necesitaba vivir cerca de la gente”, explicó su colaborador cercano, Monseñor Guillermo Karcher, quien lo acompañó durante toda su gestión al frente del Vaticano.

Cama del papa.

No había lujos ni concesiones al poder eclesiástico. La habitación no tenía balcones ni vistas privilegiadas. Tampoco contenía elementos de diseño o mobiliario especial. Francisco desayunaba con yogur descremado y café, y compartía el comedor con sacerdotes, trabajadores y empleados vaticanos.
Su rutina comenzaba a las 4:45 de la mañana, con oraciones y misa matutina. Luego, en el mismo ambiente austero, leía los diarios impresos, escuchaba tangos de Gardel y evitaba conectarse a internet.
Incluso su despedida fue coherente con esa austeridad. Su velorio se realizó en la capilla de la misma Casa Santa Marta, con un ataúd simple, sin ornamentos, como él había pedido. No hubo ceremonias fastuosas ni símbolos de pompa.
La habitación 201 no fue solo su espacio personal: fue su manifiesto. Desde allí, Francisco predicó con el ejemplo. Su forma de habitar el Vaticano sigue siendo uno de los gestos más contundentes de su pontificado.


  
CAFETERIAS
Cónclave: Esta es la cafetería de Roma que los Cardenales adoran

Ahora que se está celebrando el cónclave este resulta ser uno de los sitios donde los cardenales tienen oportunidad de visitar en sus tiempos libres y se ha convertido en su favorito.



Tras la partidas del Papa Francisco la religión católica se esta preparando para elegir a un nuevo representante y el pasado lunes se dio a conocer que el próximo 7 de mayo iniciará el famoso Cónclave, donde 135 cardenales votarán para elegir el próximo Papa. En este tiempo los cardenales tienen una “escapada” especial y su favorito es una cafetería. 
La palabra cónclave proviene del latín com clave, la cual significa “con llave”, lo cual hace referencia al aislamiento estricto de los cardenales durante la elección del próximo Papa. El famoso cónclave se lleva a cabo en la Capilla Sixtina, dentro del Vaticano y está regulada por la constitución apostólica Universi Dominci Gregis, la cual ha sido promulgada por Juan Pablo II y modificada por Benedicto XVI. 

¿Cómo es el proceso del cónclave?

Antes de iniciar el cónclave se celebra una misa especial para pedir la guía del Espíritu Santo. Posteriormente los cardenales van a un aislamiento donde se encierran en la Capilla Sixtina, donde no hay contacto con el exterior, sobre todo porque esto busca garantizar la confidencialidad del proceso. Se realizan un par de votaciones, las cuales estarán divididas en distintos días, pero también buscando hacerlo mucho más rápido. 

Caffé Dei Papi.

¿Cuál es la cafetería favorita de los Cardenales durante el Cónclave?

Durante todo el proceso del cónclave, los cardenales tienen una rutina específica, pero no es tan compleja como muchos lo imaginan. Precisamente el veterano, Pecorari, compartió que luego de varios cónclaves, cuentan con una jornada religiosa donde tienen una oportunidad para escaparse a lugares cercanos y relajarse. Uno de ellos es un café bastante popular entre ellos. 






Su nombre es Caffé dei Papi, es un pequeño rincón de Roma que parece ser un sitio donde ellos han encontrado un lugar seguro para desconectarse de lo que están viviendo y tener conversaciones importantes o algunas que los saquen de la rutina. Este lugar es realmente único y se ha destacado por ser una opción importante para ellos, sobre todo por su café. 
En su menú cuenta con una gran variedad de opciones que van desde lo clásico como capuccino, americano, latte, espresso, café con leche, Latte helado y americano, y té. Si lo que buscas es algo un poco más fuerte también puedes disfrutar del clásico Aperol, Campari, Hugo o Cuba libre, negroni y hasta margarita. 
En cuanto a las opciones de alimentos también tienen una variedad de sándwiches como jamón con queso, jitomate con mozzarella, salami con queso, salami picante pollo. También puedes disfrutar de una hamburguesa y el famoso Desayuno Papi que resultan ser huevos revueltos con jamón, queso, jitomate y ensalada. 
Por supuesto, hablamos de Italia y, Roma al ser su capital, también cuenta con una gran variedad de pastas. Encontrarás una pasta al pomodoro, Alfredo, Aglio Oleo, Lasagna, arrabiate, carbonara y más. Obviamente hay pizza y van desde la clásica Margherita hasta la Romana con anchoas. Y sí también por si andabas dudado sí venden tiramisú. 

Caffè Dei Papi. 

Precios 

Seguramente esto también estará en tu mente y no te preocupes que también te damos los precios; en cafés van del 3,50 euros (Año 2025) y hasta 5 euros, en comidas van desde los 10 euros (230 pesos mexicanos aprox.) y hasta 13 euros. Pero depende también de lo que sea que elijas o, incluso, si vas a compartir puede ser una excelente opción. 

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